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MUNDOANTIGUO

VIDA COTIDIANA

La despensa de un hogar ibero

La estructura de una sociedad

Por Roger Benito/Raquel Onrubia.

de sus miembros. En el caso de los pueblos iberos esta travĂŠs de las fuentes arqueolĂłgicas y los autores clĂĄsicos greco-romanos. La centralizaciĂłn de la producciĂłn agraria para su posterior distribuciĂłn sentaba las bases de una diferenciaciĂłn bastante clara de la dieta de los habitantes de cada asentamiento.

La unidad bĂĄsica de poblaciĂłn en el ĂĄmbito ibĂŠrico era el oppidum, un nĂşcleo amurallado que representaba el centro polĂ­tico, administrativo, econĂłmico y religioso de un territorio. Cada oppidum estaba dominado por un reyezuelo, apoyado en una casta militar que controlaba el terreno. Fuera de las murallas se encontraban las zonas productivas (cultivos, pastos y minas), asĂ­ como pequeĂąos nĂşcleos escasamente defendidos donde se llevaban a cabo actividades de transformaciĂłn como la metalurgia o el curtido de pieles. Un ejemplo muy rritorial se daba en la ciudadela de Calafell. Para la investigadora M.ÂŞ

tenía a su alrededor algunas estructuras defensivas, hoy desaparecidas, y pequeùos núcleos especializados. Así, los restos aparecidos en Les Guà rdies (El Vendrell) se dedicaban al trabajo del hierro; Masies de Sant Miquel (Banyeres del PenedÊs) a las tareas agrícolas y l’Argilera (Calafell) a la pesca. Los derivados producidos en los núcleos secundarios se trasladaban al oppidum para su distribución entre toda la población. De esta forma, la comunidad se aseguraba el control del excedente de producción para uti

denota el gran nĂşmero de campos de silos situados a lo largo de la costa y las rutas comerciales. Asimismo, el


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acopio de alimentos, detectable en la existencia, dentro de los oppida, de recintos de almacenaje de difĂ­cil acceso, hacĂ­an posible tambiĂŠn la resistencia en caso de asedio.

grupos aristocråticos tenían en su mesa abundante carne –tanto de caza como de animales de cría– y pesca

huevos, leche, vinos de importaciĂłn y otros alimentos exĂłticos. Por contra, los campesinos consumĂ­an ocasionalmente carne procedente de los animales que ya no eran Ăştiles para la producciĂłn. La dieta de este colectivo dependĂ­a en gran parte del cereal y las leguminosas, con complementos regulares como la recolecciĂłn de frutos, mariscos, caza menor y pesca. Legumbres y cereales, la base Los iberos tenĂ­an unos hĂĄbitos alimenticios similares a la conocida hoy como dieta mediterrĂĄnea. La base de la alimentaciĂłn procederĂ­a de productos del campo. La agricultura ibĂŠrica era de rotaciĂłn bianual, esto es, se dejaban reposar los campos un aĂąo entre siembra y siembra. Se cultivaban plantas leguminosas (lentejas, garFotos: Ibercalafell

hacia la ciudad, donde eran distribuidos entre la poblaciĂłn banzos, habas, alfalfa y guisantes) y cereales (trigo, cebada, mijo y avena). La carne, que no era un plato de diario, provenĂ­a de los animales domĂŠsticos. Los rebaĂąos ibĂŠricos estaban formados principalmente por especies ovinas y caprinas, aunque tambiĂŠn disponĂ­an en menor medida de cerdos, caballos y gallinas.

les era diferente segĂşn su sexo. AsĂ­, los ovicĂĄpridos machos eran sacri

alcanzar su tamaĂąo mĂĄximo. En cam

los cinco y los ocho aĂąos de edad, cuando su utilidad secundaria (leche, crĂ­as, lana) deja de ser rentable. Este control permitĂ­a que se regenerase el ganado, manteniendo siempre la mĂĄxima productividad. Por eso mis

sobrantes despuĂŠs de la crĂ­a, con el objeto de mantener un nĂşmero regular en la manada. Una forma de satisfacer las necesidades que no cubrĂ­a la producciĂłn ganadera era la caza de conejos, liebres, jabalĂ­es y aves salvajes. Esta actividad, signo de prestigio, encontraba un fecundo campo en la riqueza cinegĂŠtica de la zona, como atestigua Estra ! ! "

La abundancia de ganados de toda especie es allĂ­ enorme, asĂ­ como la caza. Los anima-

El grano y las leguminosas cultivadas eran la principal fuente alimenticia de los iberos, aunque su dieta se veĂ­a complementada con otros aportes circunstanciales.

Los usos religiosos de los animales La religiĂłn ibĂŠrica es desconocida en muchos aspectos, pero sabemos que veneraban animales deidadas con elementos naturales. A todos ellos les rendĂ­an culto en santuarios, templos y recintos urbanos. Los santuarios se situaban en cuevas y espacios apartados, aunque se cree que tambiĂŠn habĂ­a recintos con este Estas ĂĄreas no se diferencian de las viviendas por la forma arquitectĂłnica sino por no tener signos de que se desarrollase en ellos una actividad domĂŠstica habitual. En relaciĂłn con ritos religiosos se han documentado sacri la protecciĂłn del hogar reciĂŠn fundado. Son muy esporĂĄdicos y se distinguen de las inhumaciones domĂŠsticas porque no llevan ofrendas funerarias. En algunos casos, como el de la ciudadela de Calafell, van asociados a sa TambiĂŠn se documentan numerosas inhumaciones animales, seguramente con carĂĄcter fundacional o protector. No se ha hallado ninguna pauta regular en su localizaciĂłn ya que se han localizado tanto en espacios domĂŠsticos (muros, pavimentos), como en espacios urbanos y muros de defensa del poblado. La variedad de animales usados es muy amplia: ovicĂĄpridos, suidos, ĂŠquidos, gallinas y valvas de moluscos, de los que a veces solo se ofrece una parte de ellos. La mayorĂ­a de estos restos aparecen inhumados y no es extraĂąo encontrarlos descarnados o quemados.


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les daĂąinos son raros, excepciĂłn hecha de unas liebrecillas que agujerean la tierra y a las que algunos llaman “leberidesâ€?. Estos animales, como se

frutos secos era una prĂĄctica habitual, pero tampoco se puede descartar el tratamiento de los alimentos para prolongar su conservaciĂłn, con vistas a los meses de invierno.

alimentan de raĂ­ces, destruyen plantas y semillas. AsĂ­ ocurre en casi toda Iberia, extendiĂŠndose el mal tambiĂŠn hasta Massalia, e incluso las islas (GeografĂ­a !

La pesca y la recolecciĂłn de moluscos complementaban la dieta de los asentamientos cercanos al mar. No se conoce ningĂşn resto de embarcaciĂłn ibĂŠrica para la pesca, por lo que se cree que esta actividad se practicaba desde la costa, con redes y anzuelos. En las excavaciones de Alorda Park (cerca de la ciudadela de Calafell) se encontraron diversos anzuelos de pesca. Los iberos conocĂ­an la utilidad del olivo y la vid. Relacionado con esta Ăşltima espe # $ %

que ÂŤlos iberos, como otros pueblos bĂĄrbaros y guerreros, beben el vino puroÂť (Leyes, I, 637). Por su parte, Posidonio dice que ÂŤlos celtĂ­beros toman vino con miel, pues la tierra da ! & $

a los mercaderes que navegan hasta allĂ­Âť. En lo que ataĂąe a la calidad del vino ibĂŠrico los autores greco-romanos no se ponen de acuerdo. Para Plinio el Viejo, que escribe hacia el aĂąo '* $

Lauro (Liria) y las Baleares era exce + / nica, hacia el aĂąo 50 d. C., opina que los caldos hispanos eran agrios. Sea cual fuese la opiniĂłn mĂĄs extendida, lo cierto es que el vino pasaba por ser una bebida de prestigio como lo era tambiĂŠn la cerveza. A este respecto, el escritor Ateneo de Naucratis recoge hacia el 200 d. C. una cita muy reveladora de Polibio: Parecida en su aspecto y mag "

de cierto rey ibero. Cuenta que ese rey habĂ­a tratado de igualar el lujo de los feacios, salvo el hecho de que las crĂĄteras que estaban colocadas en el centro de la casa sĂłlo contenĂ­an vino de cebada (oinou krithinou), aunque estaban hechas de plata y oro (Deipnosophistai, I, 28, 18).

La fruta tambiĂŠn formaba parte de la dieta ibĂŠrica. Los estudios carpolĂłgicos han demostrado que consumĂ­an manzanas, ciruelas, higos y granadas. EstrabĂłn indica: ÂŤOlivo, viĂąa e higueras abundan en la costa de Levante y tambiĂŠn en gran parte de la costa exterior. La costa norte no produce estos frutos por su frĂ­oÂť (GeografĂ­a III, 4, 16). Estas referencias no nos permiten saber si los alimentos procedĂ­an de frutales cultivados o bien de ĂĄrboles silvestres.

! 8! yo de los alimentos se recogĂ­a yorĂ­a en los meses de buen tiempo, era pri prioritario almacenar la producciĂł para asegurar su conserciĂłn vac vaciĂłn durante el resto del aĂąo.

!minosas se guardaban en recipientes cerĂĄmicos, silos, sacos y pieles. En estos Ăşltimos casos, los alimentos se elevaban del suelo para impedir el acceso a los roedores. Por su parte, los lĂ­quidos como el vino y el aceite se transportarĂ­an en ĂĄnforas. Aunque la mayorĂ­a de cereales se ! mos descartar que se consumiesen en forma de sopa, sĂŠmola o papilla. Es probable que se reservase una parte para elaborar cerveza y otra (de grano vestido) para comerciar con griegos o fenicios. Por su parte, la paja resultante de la cosecha se reservarĂ­a para alimentar a los animales. El procesamiento de las legumbres #

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caso de necesidad, pero habitualmente se consumirĂ­a despuĂŠs de hervirlo, salvo la alfalfa que seguramente se destinase sĂłlo a la alimentaciĂłn de los animales estabulados.


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La conservaciĂłn de la fruta resulta mĂĄs complicada, ya que es un producto que se ha de consumir enseguida. Se secarĂ­an al aire las almendras, los higos, las pasas, los piĂąones y las avellanas. ÂŤLos montaĂąeses se nutren de bellotas, que secan y pelan moliĂŠndolas luego para hacer panÂť (EstrabĂłn, GeografĂ­a, III, 3, 7). El resto de frutas (manzanas, membrillos, ciruelas) se conservarĂ­a en recipientes cerĂĄmicos despuĂŠs de hervirlos con miel y agua hasta formar una compota. Por Ăşltimo, en el caso de la carne y el pescado, lo mĂĄs habitual era secarlos, ahumarlos en tiras delgadas o salarlos. En algunos casos, siguiendo la experiencia de la aceituna, se maceraba el pescado en aceite o vinagre. AlimentaciĂłn y sociedad

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menticios de los estratos mĂĄs altos. 9

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alimentos y bebidas estaban reser-

vados para los personajes poderosos & !

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tenemos el ejemplo del pasaje de Polibio que citaba Ateneo de Naucratis. Estrabón tambiÊn hace referencia a las costumbres culinarias de la nobleza: Beben zýthos –un tipo de cerveza, según el profesor Fernando Quesada–. Y el vino, que escasea, cuando lo obtienen lo consumen enseguida, derrochåndolo en esplÊndidas comilonas familiares, en las que las mujeres de la tribu de los bastetanos bailan tambiÊn mezcladas con los hombres unidos unos y otros por las manos (Geografía, III, 3, 7). Los banquetes de los iberos del norte eran diferentes, ya que saltaban por encima del fuego demostrando su destreza. Los asistentes a estos eventos se sentaban en bancos de piedra ocupando los puestos de mås respeto, según su edad y dignidad y se iban pasando la comida en orden. Entre los pueblos del interior tambiÊn se organizaban festines para celebrar grandes acontecimientos. Dio-

La apariciĂłn de las ĂŠlites Entre el siglo VIII y el VI a. C., ĂŠpoca conocida por los investigadores como el periodo IbĂŠrico Antiguo, se fueron acentuando en los pueblos ibĂŠricos las diferencias entre el estrato aristocrĂĄtico y el campesinado. Entre el V y el III a. C., el IbĂŠrico Pleno, la expansiĂłn del poder B agrĂ­cola dieron origen a nuevos grupos dedicados a tareas mĂĄs % G crĂĄtica se situaba el estamento militar: el reyezuelo, los guerreros mĂĄs destacados y sus familias. Un paso por detrĂĄs estarĂ­an los aristĂłcratas civiles, sacerdotes y escribas. Por Ăşltimo, encontramos un amplio y heterogĂŠneo grupo formado por artesanos, campesinos, pescadores, ganaderos, entre otros.

doro describe uno de ellos, al hablar del matrimonio de Viriato: HabiĂŠndose expuesto con motivo de sus bodas gran cantidad de copas de plata y de oro y vestidos de muchas clases y colores, Viriato se apoyĂł en su lanza, mirĂł con desdĂŠn todas estas riquezas sin asombrarse ni maravillarse de ellas, antes bien manifestando desprecio... A pesar de que le rogaron insistentemente, ni se lavĂł ni tomĂł asiento en la mesa que estaba llena de todo tipo de manjares. Ăšnicamente tomĂł panes y carne y los distribuyĂł entre sus acompaĂąantes, limitĂĄndose por su parte a llevarse a la boca un poco de comida. Luego mandĂł que le llevaran a $

al modo que suelen hacer los iberos, sentĂł a la novia en su caballo y partiĂł al punto hacia la sierra en busca de su escondida morada (Biblioteca HistĂłrica, XXXIII, 7, 1-6). No podemos documentar cuĂĄles eran los productos que consumĂ­an los estratos mĂĄs bajos de la sociedad ibĂŠrica. Por oposiciĂłn podrĂ­amos 8! $ $ za o, si lo bebĂ­an, era de baja calidad. Es probable que la dieta fuera fundamentalmente de productos proteĂ­nicos de origen vegetal, leguminosas sobre todo, para aguantar las jorna

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PARA SABER MĂ S: # $%&'%*+ / &03+ * 4 556!7 Breve historia de los Ă­beros. Ediciones Nowtilus. # "% 9; * 4 55 !7 Ă?beros de la A a la Z. La vida en Iberia durante el primer milenio antes de Cristo. Espasa, Madrid. # <0;'0&/= * <0;/0>0;0 J. (2005): Els Ibers del Nord. & 3

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