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Buenos Aires se derrite

Hace 12 años nuestro patrimonio arbóreo viene sufriendo el destrozo constante por parte del GCABA. Las mutilaciones y la poda reiterada les han quitado a los árboles sobrevivientes al maltrato hasta el 80% del follaje que les corresponde por su edad, y como consecuencia están más expuestos a enfermedades, más vulnerables al viento y ha disminuido su expectativa de vida y estamos perdiendo sus beneficios para la salud ambiental, física y psíquica de quienes habitamos y transitamos la Ciudad.

Este maltrato, eufemísticamente llamado “mantenimiento” de arbolado, es organizado y gestionado por las juntas comunales y se encuentra a cargo de empresas tercerizadas contratadas por licitaciones decididas por el Poder Ejecutivo central, que también asigna el número de árboles a podar y extraer por año en cada comuna.

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La extracción de ejemplares añosos alcanza a miles de árboles por año, la gran mayoría evitable. A esto se suma las más de 70.000 podas anuales que significan en forma directa pérdida de follaje. De los miles de millones que la Ciudad destina al “mantenimiento de arbolado”, el 100% se focaliza en el rubro A del pliego de licitación. De esa suma, 95% se destina a podas y extracciones y corte de raíces y sólo 5% a plantación.

Los beneficios de los árboles urbanos, nuestros protectores ambientales, son numerosos e imprescindibles y producidos por el follaje frondoso. Fijan CO2 y desprenden O2 gaseoso durante la fotosíntesis. Filtran sustancias contaminantes. En las calles de arbolado frondoso se observa una disminución de la temperatura ambiente de hasta 9°C, este efecto, junto con la absorción de agua que aumenta la resiliencia frente a las inundaciones, son los principales beneficios am- bientales para la adaptación a la crisis climática. Los árboles son cobijo y hábitat de fauna, y de otros seres vivos de la biota asociada contribuyendo a la biodiversidad.

Así como los disfraces de ciudad “verde” que tienen mucho cemento y plástico y nada de verde vegetal vivo pretenden ocultar el propósito de beneficiar ganancias particulares, también la máscara de “participación” pretende ocultar la falta de escucha a la ciudadanía.

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