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Todas las personas blancas son racistas
Argentina también es negra
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Alto Kilombo es un grupo de jóvenes afro que luchan por visibilizar las prácticas racistas imperantes en nuestra sociedad y denuncian que el racismo actúa como el patriarcado. “No es el lugar del opresor definir qué es una opresión”, aseguran.
Nota · Yair Cybel Foto · El Grito del Sur
El Kilombo Dos Palmares fue, posiblemente, la experiencia de organización popular más interesante y compleja del siglo XVII en América Latina. Ubicado en el nordeste de Brasil, este territorio libre de esclavitud cobijó a casi 20.000 negras y negros libertos que se organizaron para edificar una comunidad con sus propias reglas, soberanía y en resistencia al dominio portugués.
Ni desorden, ni eterno jolgorio, ni prostíbulo. Los kilombos eran estructuras con reglas, divisiones de tareas, organización del trabajo y de la defensa. Por eso, el uso que hacemos de la palabra “quilombo” -asociada al despelote, a la fiesta o al burdel- poco tiene que ver con el origen etimológico de esta palabra kimbundu, pero mucho con el racismo que prima en nuestra sociedad. Trabajo en negro, denigrar, mano negra, página negra, día negro, épocas oscuras, incluso peste negra (la peste bubónica). La mala utilización de la palabra kilombo es una muestra más de cómo opera el racismo en el lenguaje: lo negro es malo, lo blanco es bueno.
Florencia tiene apenas 20 años, pero en sus palabras se expresa el aplomo de una persona adulta: “El lenguaje es racista desde el tiempo de la colonización”, dispara para dar inicio a la charla. Alí Delgado, Analía Iglesias y Florencia Mendilarzo son tres jóvenes militantes que integran “Alto Kilombo”, una organización antirracista que busca visibilizar la opresión y la discriminación que sufre la comunidad negra en Argentina.
−¿Por qué dicen que el racismo y el patriarcado operan de la misma forma?
Florencia: Son sistemas de opresión. El patriarcado oprime a las mujeres y el racismo a afrodescendientes, asiátiques y a todo aquello que para la hegemonía no es lo correcto. El racismo y el patriarcado van de la mano. Las mujeres negras tenemos triple opresión: negras, mujeres y pobres, porque de por sí la comunidad afro está más empobrecida.
Analía: La opresión de género, raza y clase nos atraviesa a las mujeres y disidencias racializadas. Son opresiones que perpetúan el poder para sostener una hegemonía. Dentro del mismo feminismo es necesario que las mujeres blancas entiendan que son nuestras opresoras. Lo oprimido no te quita lo opresor, nunca. Es importante entender dónde estás parada, qué privilegios tenés y qué opresiones colocás sobre otros sectores.
Alí: Además hay una animalización de las personas negras. Sucede mucho en el fútbol cuando dicen `Nigeria corre mucho pero son muy inocentes´. Es la infantilización de los negros porque, claro, la complejidad técnica está en el equipo europeo. También, como ellos se quedan con la mente y nos dejan el cuerpo, generan una hipersexualización del hombre, donde parece que por ser negro tenés un pito gigante. Al dejarnos el cuerpo nos dejaron la sexualidad: tenemos el pito grande porque para nosotros solamente sirve el cuerpo.
“Así como los varones somos machistas y vamos a morir machistas, todas las personas blancas del mundo son racistas y van a morir racistas. Estamos acá luchando contra eso, como el peronismo, pero no creo que nunca lo lleguemos a lograr”, agrega Alí.
Alí Delgado, Analía Iglesias y Florencia Mendilarzo militantes de “Alto Kilombo”.
−¿Qué sucede cuando señalan las prácticas racistas que encuentran en su entorno?
Alí: Sucede que hay gente con sensibilidad hacia ciertas opresiones, pero a las que nadie les tocó el privilegio blanco. Entonces te dicen: “No puede ser que me digas esto, yo no soy racista”. Cuando le quitás el velo sobre determinada opresión, lo toman a la defensiva. Y es muy molesto y muy doloroso, porque de una fascista lo entiendo: ¿qué se espera de un burro más que patadas? Pero de la persona muy progresista me pregunto: si Julia Mengolini o Malena Pichot me dicen esto, ¿cuánto nos falta? Incluso en mi agrupación, que la considero muy progresista, no lo es en este aspecto.
−¿Qué prácticas cotidianas podemos corregir los y las blancas?
Analía: El lenguaje como primer punto. Además, preguntarse cuántas personas negras están ocupando lugares en tu trabajo, en la universidad, cuántos diputades negres conocés. También el hecho de ceder espacios: no hablar por nosotres, dejar que las personas negras hablen en primera persona. No hipersexualizarnos ni extranjerizarnos. Cuando nos encontramos con alguien nos preguntan de donde somos: dan por sentado que en Argentina no hay negros. Por último, si una persona te está marcando que algo lo violenta o que algo es racista, callate la boca y escuchá. Todas las personas blancas son racistas: preguntate, ¿qué puedo hacer para deconstruirlo? No es el lugar del opresor definir qué es una opresión.