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Final para el DNU xenófobo?
Alberto Fernández ratificó que estudia modificarlo
Era una de las medidas más esperadas por el colectivo de organizaciones migrantes, que en diciembre le habían elevado una serie de reivindicaciones del sector. La bomba de tiempo que dejó Cambiemos con 70 mil radicaciones sin resolver y el regreso del programa de abordaje territorial.
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Texto: Matías Ferrari Foto: Nicolás Cardello
El presidente Alberto Fernández sorprendió a las organizaciones migrantes y de Derechos Humanos y anunció, desde Israel, que evalúa modificar el DNU 70 firmado en 2017 por Mauricio Macri para agilizar los trámites de expulsión de extranjeros con causas penales. “Es muy peligroso, puede convertirse en un instrumento de persecución para alguna población”, le respondió al móvil de TN desde Jerusalén, pocas horas antes de emprender su regreso a Buenos Aires.
Fernández confirmó lo que ya había adelantado en la campaña electoral. “Siempre estuve en contra del DNU”, dijo, aunque avisó que el tema no estaba en la agenda del Gobierno en el corto plazo, algo que ya conocía de primera mano el colectivo de organizaciones nucleadas alrededor de la “Agenda Migrante 2020”, un nuevo espacio de unidad nacido al calor de la oposición a las políticas públicas de Cambiemos en la materia. Los propios voceros del Ministerio de Interior, que tiene bajo su órbita a Migraciones, insistían el viernes con lo mismo.
El anuncio fue recibido con entusiasmo. “La verdad nos sorprendió, para bien: confiamos en éste que creemos es nuestro gobierno, al que votamos convencidos porque sabíamos que se iba a ocupar de los reclamos de los que fuimos perseguidos y vimos un retroceso de nuestros derechos con el gobierno anterior”, contó a El Grito del Sur Lourdes Rivadeneyra, de la Red de Migrantes y Refugiados de la CTA y una de las principales referentes del colectivo.
Rivadeneyra formó parte, junto otros 20 referentes de las más de 50 organizaciones de la “Agenda Migrante 2020”, de una reunión con la flamante directora de Migraciones, Florencia Carignano, a mediados de este mes. Estuvieron presentes Amnistía Internacional, Caref, el Cels y la Campaña Migrar no Es Delito, además de las organizaciones de migrantes extra Mercosur, y ATE Capital, entre otros. Allí se armaron tres mesas de trabajo para abordar el acceso a la regularización migratoria, retomar el programa de regularización en los barrios y, obviamente, discutir qué hacer con el DNU de Macri, calificado de xenófobo por las organizaciones.
Cambiemos dejó más de 70 mil trámites sin resolver, entre otras razones por la falta de personal (hubo cientos de despidos) y porque capacitó en el uso del sistema Radex de radicación online a los famosos gestores externos, que cobran 10 mil pesos por el trámite, antes que a los propios trabajadores del organismo.
“Dejaron tierra arrasada en Migraciones también”, explicó Hugo Bellón, coordinador de ATE Migraciones y secretario de Organización de ATE Capital. “Nosotros tenemos unos 800 trabajadores que cobran por debajo de la canasta básica de pobreza, y todos ellos trabajan precisamente en acompañar y realizar los trámites de residencia en el país, ponen el pecho todos los días frente a la angustia de la gente”, describió y aseguró que las mejoras “ya se están charlando” con la nueva gestión.
Pero con el DNU las cosas no estaban tan claras. La trama era compleja. A partir de los primeros trascendidos sobre la modificación, el ex candidato a vice Miguel Pichetto y la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, pidieron micrófonos y salieron en su defensa, a través de la clásica vinculación de migrantes y delito, una marca registrada de Cambiemos explotada durante la campaña electoral, con cierto éxito en
un sector de los votantes.
Fernández, con astucia, eligió eludir ese camino y optó por confrontar con el DNU desde una perspectiva práctica. “La Argentina ya tiene un régimen antes que Macri diga nada, que marca que cuando un extranjero es condenado es susceptible de expulsión. Lo que Macri hizo fue autorizar expulsiones sin condenas y esto parece muy peligroso”, remarcó. En la misma línea se expresaron reconocidos investigadores en materia migratoria, como la investigadora del Instituto Gino Germani, Ana Paula Penchaszadeh.
De todas formas, el DNU “xenófobo” estaba condenado de antemano. La Justicia le dijo a la gestión anterior, en dos instancias, que el decreto que acelera los plazos para las expulsiones es lisa y llanamente inconstitucional: es regresivo en materia de derechos consagrados y además debió haberse debatido en el Congreso.
A la misma conclusión llegó el Comité de Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares de la ONU, que instó al Gobierno a derogarlo. Pero el ex titular de Migraciones, Horacio “Toto” García, siguió con la faena, y completó 2535 expulsiones en su mandato, duplicando a la gestión anterior, tal como informó en su momento El Grito del Sur.
La solución también podría estar en manos de la Corte Suprema de Justicia, que desde marzo de 2018 posterga una definición, luego de las dos apelaciones del macrismo. Mientras, las organizaciones migrantes aguardan un encuentro con Fernández, aún sin fecha definida.
Otro rugby es posible
El crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell conmovió a la sociedad y abrió cientos de interrogantes sobre las masculinidades, el deporte, el alcohol y la adolescencia. El Grito del Sur conversó con jugadores y dirigentes de clubes de rugby que buscan terminar con la violencia y la discriminación en un deporte que suele ser prac- ticado por la élite argentina.
Texto: Ludmila Ferrer Foto: Nicolás Cardello
El asesinato de Fernando Báez Sosa afuera de un boliche de Villa Gesell a manos de un grupo de diez jóvenes que juegan al rugby en el club Náutico Arsenal Zárate generó, entre otras cosas, que las redes sociales se llenaran de historias de violencia perpetradas por rugbiers. Integrantes de otros clubes remarcaron que, si bien el deporte no es la causa de la violencia, es necesario construir otro rugby. “Me parece que tenemos que hacer un mea culpa y fijarnos cómo formamos a los chicos -dijo a El Grito del Sur Emiliano Rodríguez, coordinador del área de rugby en el Club Camioneros -. Estos chicos son asesinos, pero son hijos nuestros, del rugby, que fueron infantiles y juveniles nuestros, son chicos que no supimos formar y, si vamos a hacer como que es un caso aislado, no vamos a aprender nada”.
El testimonio de F., que jugó rugby a los 15 años, es uno de los tantos que
circularon en las redes sociales. El joven recordó cómo a un chico de su categoría otros compañeros “lo envolvieron en gomas de auto y quisieron prenderle fuego ‘la concha’ porque ‘era puto y pobre’”. “No me acuerdo cómo salió, pero no intervino ningún adulto”, contó a este medio. El hecho, según F., pasó en una cancha vacía cuando viajaron a un torneo en otra ciudad, pero señaló que a ese chico lo maltrataban de forma constante. Después de los partidos, agregó F., “algunos salían a correrlo” e incluso recibió un apodo peyorativo por una marca que tenía en el rostro que “hasta los entrenadores si le tenían que gritar algo durante un partido lo llamaban así”.
Rodríguez, por su parte, comenzó a jugar al rugby desde chico. “Me molesta que hablen de la estigmatización del rugby porque fue el deporte por excelencia que siempre se encargó de estigmatizar al de clase baja, al que no podía pagar la cuota social. Esto lo viví, no me lo contó nadie”, aseguró. El coordinador de Camioneros recordó cómo otros jugadores “miraban mal al que tenía una camiseta vieja” o cuando en un tercer tiempo -un momento después del partido en el que ambos equipos se reúnen para comer un asado en el club que ofició como local- “nos dieron la caja de patys y no nos dejaron entrar al quincho”.
“Ser rugbier no te hace un asesino, pero no podemos mirar a un costado cuando somos parte del problema -opinó Rodríguez-. Esto pasa hace años, hay pibes hospitalizados por golpizas. Todo deporte es noble y te deja valores. Si amamos el rugby, no miremos para el costado”.
EL BAUTISMO, ENTRE LOS GOLPES Y LOS ABRAZOS
El miedo al denominado “bautismo”, un rito que los integrantes más antiguos del equipo practican con los nuevos, fue lo que hizo que F. no quisiera ir más a jugar. “En ese momento (el bautismo) era que te encerraban y te agarraban a palos o te hacían tomar pis”, afirmó y señaló que también el entrenador “preguntaba cuándo nos iban a bautizar a los jugadores nuevos”. “El deporte me gustaba, era divertido de jugar. Adentro de la cancha estaba todo bien, pero estaba el miedo de que después del entrenamiento había tres en el vestuario que se habían puesto de acuerdo y te estaban por ir a agarrar”, lamentó F.
Pero el “bautismo” no es igual en todos los clubes. “Nuestra forma de bautismo es un abrazo”, sostuvo Pedro Moya Meléndez, capitán del equipo de rugby de Ciervos Pampas, el “primer club de rugby de diversidad sexual de América Latina”, según su cuenta de Instagram, donde los rugbiers entran a la cancha con medias con los colores del arcoiris. “Compartiendo vestuario, vimos cómo a un chico del otro equipo le golpeaban la espalda (desnuda) con una toalla mojada”, recordó y luego, durante el tercer tiempo, ese mismo joven fue “vestido y maquillado como mujer con la intención de ridiculizarlo” y obligado a “vender rifas y pedir plata para el club”. “Del otro equipo se dieron cuenta de que nos había impresionado un montón y vino uno a preguntarnos cómo hacíamos nosotros el bautismo. ‘Nosotros nos damos un abrazo’, le contestamos”, dijo el capitán de Ciervos Pampas.
Moya Meléndez contó que ese abrazo lo hacían “porque nos salía”, pero a partir de ese momento, el equipo hace el ritual a los jugadores que se inician “de forma más consciente”. “Hacemos una ronda entre todo el equipo y el o los jugadores que van a hacer su bautismo pasan al medio, todos extendemos las manos al centro, ellos gritan de forma enérgica ‘¡Vamos Ciervos Pampas, que esto está buenísimo!”’ y el resto le tiene que responder”, explicó el jugador.
“Hablar de ‘violencia rugbier’ es darle al rugby el origen de la violencia. La violencia no tiene origen en el rugby, la violencia es patriarcal”, opinó Moya Meléndez y señaló que aspectos como “la xenofobia y el racismo”, “los privilegios de género” o “la pertenencia de clase social” generan que una persona “piense que puede violentar a otros cuerpos ya sea en un espacio público o privado”. En Ciervos Pampas hay talleres sobre género y diversidad, entre otros temas, donde los integrantes del equipo participan y, además, el club organiza el torneo Tackleando la Homofobia. “El rugby es un deporte que amamos y nos enseñó un montón de cosas. Nosotros estamos construyendo el rugby que queremos”, afirmó Moya Meléndez.
Xoana Sosa juega al rugby hace casi 14 años y hace ya una década que ella y un grupo de amigas formaron el equipo femenino del club SITAS. “Esos rituales (como el “bautismo”) no los tenemos las mujeres, no ejercemos violencias sobre nuestras compañeras. Son casi indetectables los hechos de violencia para con otros equipos”, aseguró la jugadora y lamentó la tristeza que atraviesa la familia de Fernando.
Al igual que Moya Meléndez, Sosa señaló que “no es el deporte, es el patriarcado” la causa de la violencia que terminó con la vida de Fernando. “Estos son actos perpetrados por varones en manada, que son características muy típicas de los rituales de querer ser varón y que, si no los hacen, no pertenecen (a un grupo). El varón en el rugby debe cumplir un checklist: ser viril, muy fuerte y dar cuenta de eso”, opinó la jugadora y sostuvo la urgencia de que se aplique la ley de Educación Sexual Integral (ESI) para que se genere un cambio en la forma de socialización de los niños y niñas porque “no se puede seguir así”.
LOS VALORES DEL RUGBY
Ariel Festa empezó a jugar al rugby siendo adulto y hoy es subcapitán del equipo de la Universidad de San Martín (Unsam), que promueve una visión social del deporte. “Estamos en contra del rugby como un deporte de élite, del deporte del macho. Tiene que ser un deporte abierto al que todos tengan acceso”, opinó. Si bien Festa señaló que “el rugby de gran tradición” es “retrógrado”, cree que “la parte positiva (de este deporte) son los valores”.
Según Festa, uno de los mayores valores que promueve el rugby es el respeto. “Después está en cada uno cómo lo aplica o no -afirmó el subcapitán del equipo de la Unsam-. El rugby te da una identidad, una idea de pertenencia a un grupo y en esa idea de grupo, de unión, de comunión, pueden pasar cosas buenas o no”.
En el Club Camioneros también se practica un rugby con visión social. En octubre del año pasado, durante la inundación que azotó a la localidad bonaerense de Esteban Echeverría, los
Rita Segato
La antropóloga feminista Rita
Segato aportó su mirada sobre el asesinato Fernando Baéz Sosa en Villa Gesell a manos de una patota de rugbiers y aseguró que “la violencia está instalada en los varones desde el momento de su socialización”. La intelectual reflexionó que el crimen se podría inscribir en lo que llama “cofradía o corporación de la masculinidad”, que definió como una “estructura basada en un pacto obligatorio” que se transforma “en un mandato de masculinidad que es esencialmente violento”.
“Los muchachos tuvieron que probarse a sí mismos mediante una víctima sacrificial que son hombres”, manifestó Segato esta mañana en diálogo con Reynaldo Sietecase en Radio con Vos. “Hoy por hoy, a los hombres no les queda más que la violencia para probarse a sí mismos y a sus pares que son hombres”, siguió.
Segato primero advirtió que “no hay una sola causa para un efecto”, jugadores de Camioneros colaboraron con el rescate. “Los chicos se metían con el agua hasta la cintura para ayudar a amigos y vecinos”, destacó Rodríguez. Para él, el objetivo del club es “sacar a los chicos de ciertos contextos y mostrarles que hay otra realidad”.
“A mí el rugby me salvó la vida por estos valores que intenta enarbolar y porque conocí gente buena -afirmó el coordinador de Camioneros-. Yo crecí en Villa Soldati en el auge de la delincuencia. Por todo lo que hicieron por mí, decidí dedicar mi vida a esto, a construir un puente para que los pibes salgan de situaciones peligrosas para dedicarse al deporte. Pero tenemos que respetar los valores y principios en todos lados, porque si afuera de la
cancha rompemos las reglas, no sirve”. en relación a la muerte del joven, aunque apuntó que “la primera víctima del mandato de mascunilidad son los hombres: primero se victimizan entre sí y como consecuencia viene a posteriori la victimización de las mujeres”.
“La violencia contra la mujer se origina en los problemas del mundo y de la masculinidad, pero la primera víctima del mandato de masculinidad, al que están subordinados los hombres son los propios hombres”, explicó la antropóloga.
“Los hombres mueren violentamente más que las mujeres”, aseguró. “Hay una injusticia ahí, porque nosotras no matamos, morimos de manera injusta”, continuó. “Pero cronológicamente, la violencia machista se invierte primero sobre los varones”.
Rita llamó además a “derribar el mandato de masculinidad”. “Sería liberador para los hombres también”, concluyó.
Crimen en Villa Gesell
No es el rugby, es la masculinidad hegemónica
El crimen de Fernando Sosa Báez en manos de un grupo de rugbiers abrió una serie de interrogantes sobre el deporte, la violencia y las masculinidades. Enrique Stola, psicoanalista, psiquiatra y especialista en casos de violencia de género, habló con El Grito del Sur al respecto. “El sentimiento de machos vencedores está siempre presente”, explica.
Texto: El Grito del Sur
El asesinato de Fernando Báez Sosa en manos de un grupo de rugbiers desató un debate sobre violencia, deporte y masculinidades. Báez (19) había concurrido el sábado al boliche Le Brique de Villa Gesell con sus amigos. A la salida fue atacado por un grupo de jugadores de rugby con los que habría tenido un enfrentamiento dentro del local bailable. La autopsia reflejó que la muerte del joven fue resultado de un traumatismo de cráneo a partir de un golpe que provocó sangrado interno.
El fiscal Walter Mercuri, de la UFI Nº8 de Madariaga, quedó a cargo de la causa caratulada como “homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas”. Mercuri informó que los agresores continuaron atacando a Fernando aún cuando este se encontraba inconsciente en el piso y aseguró que, de los 11 detenidos actuales, tres o cuatro habrían sido identificados como autores materiales del hecho y podrían recibir la pena de prisión perpetua. Los otros se encuentran imputados por el delito de “co autoría”. Diez de los once se negaron a declarar.
Este caso no es el único de varones cis rugbiers haciendo uso de su violencia. En agosto de 2019 Miguel Facundo Jiménez y Abel Edgardo Moreno asesinaron a Román Darío Paz Gonzáles, por lo cual fueron condenados a tres años de prisión por homicidio preterintencional. En el año 2018, en Monte Hermoso Gastón Guido García, atacó por la espalda a Eduardo Emanuel Orta Díaz provocándole un traumatismo craneoencefálico. Un año antes, cinco jugadores de Santa Fe le dieron una paliza a tres jóvenes en «Wallas», un boliche bailable de Rosario. Estos hechos y muchos otros dejan en claro que la violencia de la masculinidad hegemónica encuentra terreno fértil entre vestuarios y terceros tiempos.
“Cotidianamente vemos que los varones atacan a mujeres, travestis, trans, homosexuales y lesbianas además de ejercer una violencia intragénero hacia otros varones que torturan y matan. No es el deporte el responsable, sino la masculinidad hegemónica que le da al rugby cierta identidad ligada a la violencia, a las clases sociales altas y a la indiferencia sobre el sufrimiento”, explicó a El Grito del Sur Enrique Stola, médico, psiquiatra, psicoanalista y especialista en casos de violencia de género. «Allí donde pueda expresarse la masculinidad hegemónica lo va a hacer de forma violenta, dominante hacia todos los que estén en una posición de subordinación, incluso sus congéneres”.
El funcionamiento de clan, cofradía o grupo que avala el accionar violento también está ligado a una construcción arquetípica del varón cis heterosexual. En su articulo “Hombres, masculinidades y homofobia: apuntes para la reflexión desde lo conceptual y de lo político”, Marcos Nascimiento habla de la “vigilancia de género”. Este término alude a que muchos hombres actúan de manera violenta no sólo para cumplir con los rituales del estereotipo patriarcal, sino para forzar a la complicidad a quienes no se adecúan totalmente a este modelo. Así la búsqueda de pertenencia los empuja a responder al ideal machista, patriarcal, violento y homofóbico.
“La pertenencia a todo grupo fortalece la impunidad, pero en estos casos y en estos grupos lo que produce la pertenencia es estimular los aspectos más negativos de la masculinidad. Cada uno de los miembros actúa como si estuviera rindiendo examen y poniendo en juego su hombría”, agrega el psicoanalista. “La dominación patriarcal en Occidente es blanca, capitalista, heterosexual y masculina. Cuando el grupo está actuando actúan todos los prejuicios de clase de género, clase, raza y orientación sexual por los cuales ubican a las personas agredidas dentro de una clase social inferior. El senti
miento de omnipotencia, de hombría, de machos vencedores está siempre presente”.
Stola hace énfasis en que la educación sexual es el punto neurálgico del cambio social y que lo ocurrido solo es un reflejo de una sociedad patriarcal. «Es claro que hubieran disminuido la posibilidad de un comportamiento así si estos chicos se hubieran criado en una concepción respetuosa del cuerpo de los otros. Estos son los varones que estamos produciendo, no son monstruos, son los adolescentes que generamos como sociedad, y en la medida que no se implemente la educación sexual integral con perspectiva de género esto va a seguir ocurriendo. Veo a muchos horrorizados por lo que pasó sin ver que son la razón de aquello que están acusando, lo que están sosteniendo desde su religión y sus valores».