Mayores en verso: recopilación de poemas de residentes del Grupo Amma

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grupoamma residencias para mayores · centros de día

Edición: Grupo Amma C/ Goya 115, 1º, c.p. 28009 Maquetación y diseño: Villa McLuhan Comunicación ISBN: 978-84-695-9121-5 Depósito Legal: M-34456-2013 El Grupo Amma es una de las compañías líderes a nivel nacional en la atención a la dependencia y la tercera edad, con 30 centros en ocho Comunidades Autónomas (Madrid, Cataluña, Navarra, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Murcia y Canarias), con más de 5.300 plazas y una plantilla de casi 2.500 trabajadores. www.amma.es




Índice Amma Alcorcón (Madrid) Julia García

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Amma Arganzuela (Madrid) Angelines De Diego Carmen San Román Santiago Trimiño Encarnación Marí

14 15 16 17

Amma Coslada (Madrid) Francisco López Valentín Alcalá

18 20

Amma El Balconcillo (Guadalajara) Rufino De la Fuente Juan Bautista

23 28

Amma El Encinar del Rey (Valladolid) Isabel García Alejandro De Diego Carmen Rodríguez Amalio Espinel

31 36 38 42

Amma El Pinar (Cuenca) Alfonsa Collado Juliana Garrido

45 47

Amma Horta (Barcelona) María Saura Mercè Prat Isidro Escolá Teresa Nicolau Fiametta Bacci Jùlia S. i V.

48 50 51 53 54 55

Amma Ibañeta (Navarra) Alfredo Martínez

56

Amma Las Anjanas (Cantabria) Fernando Vidiella

57

Amma Las Hazas (Albacete) Consuelo Martínez

64


Amma Pozuelo (Madrid) Luis Martínez Francisco Manjón

65 67

Amma Puente de Vallecas (Madrid) Mercedes Caldevilla Paquita Martínez

75 76

Amma Sant Cugat (Barcelona) Josefina Cano Sofía Arbell Carles Relea Rosa Font

77 79 81 83

Amma Santa Cruz (Tenerife) Miguelina Regodón

84

Amma Teià (Barcelona) Albert Noguero

85

Amma Tejina (Tenerife) Manuel Rodríguez

90

Amma Usera (Madrid) Antonio Alfara

92

Amma Valdebernardo (Madrid) Fermín Pérez Rosario De Arpe Mª Dolores Diago Vicenta Peirò Mª Concepción Montero Ángeles García-Madrid Antonia Acosta

97 103 106 109 110 112 115

Amma Villanueva de la Cañada (Madrid) Ascensión Martínez Nicomedes García

119 120



Mayores en verso, una ilusión hecha realidad Hacía tiempo que en el Grupo Amma veníamos observando la gran afición a la poesía que hay entre muchos de nuestros residentes. Una afición que, en la mayoría de los casos, ha acabado convirtiéndose en una auténtica pasión. Y este libro es buena prueba de ello. Cuando hace unos meses lanzamos la idea de publicar una recopilación de poemas de nuestros residentes, fueron muchos los que acogieron la iniciativa con una enorme ilusión, sobre todo porque en la gran mayoría de los casos la poesía ha formado parte muy importante de sus vidas. Y es que, como muchos de ellos nos cuentan, los poemas les han acompañado desde su infancia, ayudándoles a celebrar los momentos felices pero también a superar o hacer más llevaderas las épocas más difíciles que les ha tocado vivir. Con los poemas le han cantado al amor y al desamor, a la fortuna y a la desdicha. En el papel han plasmado el recuerdo hacia sus seres queridos, han mostrado su fervor religioso, sus convicciones políticas y, en general, su opinión sobre cuanto les rodea. Y, sobre todo, nos han dejado un legado, que pervivirá en sus familias y entre todos nosotros a lo largo del tiempo gracias a este libro. Desgraciadamente, las generaciones más jóvenes van perdiendo la afición por la poesía. Pero desde estas páginas, los mayores nos trasladan con voz firme que no hay nada mejor que un poema para expresar y transmitir las emociones. Y por ello debemos darles la enhorabuena y expresarles nuestro más sincero agradecimiento. Una vez más, las personas mayores nos dan un ejemplo y nos muestran lo mucho que tenemos que seguir aprendiendo de ellas.

Javier Romero Director General del Grupo Amma



Julia García Moráis

Doña Julia García Moráis nació hace 86 años un 26 de junio de 1927 en la calle Claudio Coello de Madrid. A los 22 años conoció al que, en 1959, se convertiría en su futuro marido. Con él tuvo 2 hijas a las que adora profundamente, Consuelo y Marta. Tras su jubilación, doña Julia se fue a vivir a Valdemoro y en marzo de 2012 se trasladó a la residencia Amma Alcorcón. En el centro es considerada una mujer muy simpática, agradable y educada con sus compañeros y con los trabajadores y trabajadoras de Amma Alcorcón. Además, otro aspecto remarcable de la vida de doña Julia en el centro es que siempre está dispuesta a participar en cualquier actividad y pasar un buen rato acompañada.

Poesías de la madurez Mariposa, mariposa qué lindos colores llevas. De azul cielo son tus alas, tu cuerpo rosado llevas y tus manchas amarillas vas luciendo. Sigue, sigue tu camino y para alimentar tu cuerpo, de las flores vas tomando el néctar que ellas cosechan. Mariposa, mariposa…

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Angelines de Diego Arranz

Angelines de Diego Arranz afirma que siempre ha sentido una inquietud especial por el arte, la pintura, la escultura de diversos materiales y la poesía. Por ello, siempre que puede les dedica algo de tiempo. En concreto, la mayor parte de sus poesías están dedicadas a su entorno, a su familia, a sus amigos y a la tierra que la vio nacer. En la actualidad, doña Angelines tiene 83 años, reside en Amma Arganzuela y tiene publicado un libro de poesías. De él se extraen las dos obras que os presentamos a continuación. Con ellas, Angelines quiere agradecer al centro su labor y dedicación a la tercera edad.

Palabras

Ausentes

Palabras, muchas palabras para hablarte necesito. Palabras, muchas palabras y tú cierras tus oídos.

¡Qué triste es nuestra ausencia! Estoy contigo y no me ves, estás a mi lado y no te siento. ¿Estamos muertos tal vez?

Escucha cuando te hablo y piensa lo que te digo. Es para que seas tú el que va por el camino.

¡Qué pena que estemos juntos y no nos podamos ver! Qué pena que en mí no pienses, lo nuestro se echó a perder.

El que no piensa en mañana, el que no ansía el destino, el que no mira ni escucha más que un hombre, es un pollino.

Ya no tenemos remedio, nuestro amor es un recuerdo de ayer. Se perdió por una causa, quizás por no saberlo atender.

El que mira hacia arriba y se pone a blasfemar, no lo veo como un hombre, lo veo como animal.

Cuando yo digo que es blanco, tú negro todo lo ves. No coincidimos en nada, ya no te puedo querer.

El que mira para sí sin pensar en los demás, es un necio y egoísta, que despreciado será.

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Carmen San Román Garciamillán

La incapacidad que padece la señora Carmen San Román Garciamillán no le ha impedido desarrollar su pasión por la poesía. Tal es así que consiguió que su familia y amigos le escribieran un libro de poemas. En estos momentos, doña Carmen tiene 70 años y se encuentra en el centro Amma Arganzuela, donde, afirma, tiene la posibilidad de que sus poesías vuelvan a ser leídas, por lo que espera que sean del agrado de todos.

¿Por qué?

Bendito tu corazón

¡Te fuiste y no he vuelto a verte! ¿Dónde estás que no te encuentro? Respóndeme o me condenas a morir de sufrimiento…

Bendito tu corazón, tu corazón de enfermera. Que renunciaste a otros goces y placeres de la tierra, como un eco de mis males fuiste mi alivio en la pena. ¡Fuiste bálsamo en la herida en mi corazón abierta!

¿Por qué a mi llanto, que enjuga la seda de aquel pañuelo que un día tú me bordaste, responde sólo el silencio? Dime ¿por qué así me olvidas? ¿Por qué a tu recuerdo he muerto? ¿Por qué tan lejos te fuiste sin escuchar mi lamento? Quedando sola, en tu ausencia, mi soledad, mi silencio…

¡Bendita tú porque sabes de mis renuncias y entregas, de soledades ocultas en tu sonrisa serena. Soledades que, en tus ojos, nadie ve, nadie consuela… Bendito tu corazón y bendita la hora aquella en que nueva luz le diste al gris de mi vida en niebla. En la que nos encontramos del camino, en la vereda.

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Santiago Trimiño López

Para don Santiago Trimino, residente de Amma Arganzuela, la poesía es su vocación y es ahora, a sus 71 años, cuando más está disfrutando de ella, ya que todos los días dedica un poco de tiempo a escribir preciosas poesías para cuantos le rodean. Aunque en la actualidad no tiene ningún libro publicado, don Santiago afirma que no descarta la posibilidad de hacerlo algún día y cumplir así ese sueño. Además de sus poesías, Santiago quiere dar las gracias al Grupo Amma por darle la oportunidad de participar en este bonito proyecto.

El Toro

Políticos

Fuerza y garra tienes tú en ese largo y poderoso cuerpo. Tus cuernos bien afilados vemos, como dos largas cuchillas que pasan y pasan lamiendo mi cuerpo.

Político, dinos qué juras. Político, dinos qué prometes por si algún día te lo llevas, saber dónde lo escondes. Saber dónde lo metes porque hasta la fecha, todo lo que te llevas nunca jamás aparece.

Te miro, me miras y entre los dos algo nos estamos diciendo. Yo con mi muleta en la mano, tú con tus afilados cuernos.

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Encarnación Marí Fatou

Aunque el actual estado cognitivo de doña Encarnación Marí Fatou no le permite escribir como lo hacía en el pasado, ella siempre ha disfrutado escribiendo poesías. Por ello, quiere hacernos partícipes de la ilusión que le despierta poder aportar a este libro tres poemas que creó hace ya algún tiempo y verlos en él publicados. Además, doña Encarnación quiere dar las gracias al centro Amma Arganzuela en el que reside a sus 87 años, por este proyecto que atiende a las personas mayores en estos momentos de sus vidas.

Se acabó

Amor no te vayas

Fui a la orilla del mar, metí la mano en sus aguas, lavé con furia mis ojos para que limpios quedaran y entre mis manos cayeron, confundidas con las aguas, las lágrimas y los recuerdos que con tu marcha dejabas.

Amor, no te vayas… Sé que moriré. Tú me das la vida, tú me das la fe. Sin ti la esperanza perdida tendré.

Serena muerte Orilla de una nueva vida. Orilla será mi muerte cuando la sienta venir. ¿Así lo entenderá mi suerte? Sabré llegar dulcemente y aceptaré con agrado, pensando en ti solamente, ese final despiadado. Arribando a la otra orilla, con corazón confiado, y encontrar las maravillas de ese camino ignorado.

Amor no te vayas… Sé que moriré. El camino es duro, pero de tu mano siguiendo tu senda y con tu amor en prenda, la dicha tendré. Amor no te vayas… Sé que moriré. ¿Quieres que mi vida, convertida en sombra, pase por el mundo sin apenas ser? Todo lo daré, pero Amor, no te vayas… Sé que moriré.

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Francisco López Ortiz

Aunque don Francisco López Ortiz nació en Jaén en 1944, a los 17 años se mudó a Madrid. En esta ciudad fue donde se casó y donde crió a sus tres hijos. Durante muchos años estuvo trabajando en el sector de la metalurgia, concretamente en una empresa llamada Pegaso, hasta que se jubiló. En la actualidad, don Francisco tiene 69 años, vive en Coslada y es usuario del centro de día de Amma Coslada.

Primavera Hermoso lago de azucenas, hermoso día de primavera, hermosa luna de abril… ¡Ay! ¡Qué enamorado estoy de ti! Por ti suspiran amores, por ti lloran los rosales. ¿Por qué eres tan dulce y tierna? ¿Por qué, primavera? Todos te quieren y desean que llegue la primavera y ver a lo lejos en tus pupilas cómo se refleja la luna llena, hermosa luna de abril… ¡Ay! ¡Qué enamorado estoy de ti! Luna de abril, hermosa para mí… Llega la primavera, llega una nueva vida para los habitantes del planeta Tierra. Los pajarillos hacen sus nidos, en la torre cantan las cigüeñas. Los campos se llenan de flores, el sol brilla como el oro. Cantad, pajarillos, cantad que ya está aquí la primavera llena de mil colores. Hay una nueva vida…

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Vida, libertad y respeto a los demás Ésta es mi vida, la del planeta Tierra, la del brillo de la luna, la de los reflejos del agua, la del pájaro soñador. Ésta es mi libertad, la del camino eterno, la de tocar el arcoíris sonriente, la de tocar la nube triste, la del sentir en mi corazón mi alegría por la caricia de mi madre querida, la del canario último, la de las nubes de plata en la noche. Ésta es mi libertad, la de oler el lirio. Contar las arenas del desierto con mi mano viva, desnudar el roble, coger a la luna su luz tímida. Ésta es mi libertad, la de un mundo sin maldad, regalarte mi amistad Ésta es mi vida, la que tiene una sonrisa, un amor que no termina, una vida de sinceridad, poder acercarme a ti y enseñarte a vivir.


Francisco López Ortiz

Coplillas Del pino sale la tea, de la carrasca el carbón, del pecho de mi morena salen la luna y el sol. Las muchachas de mi España tienen color de pepino de beber agua caliente de la Fuente del Cañillo. A la Fuente del Cañillo voy a beber agua del caño, porque me dicen que tienes amores con un gitano. Me estás robando la sangre y me quitas la salud, vivo en la calle El Cinto sólo porque vives tú. En la calle De La Cruz hay una piedra redonda, donde muelen el tabaco los mozos que van de ronda. En España hay una moda que el que no come se muere, lo llevan al cementerio y le cantan el “miserere”.

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Valentín Alcalá Bayona

El señor Valentín Alcalá Bayona nació en Jaén el 30 de agosto del año 1918. Años más tarde, en 1956 se trasladó a Madrid con su mujer y sus siete hijos para trabajar en la fábrica Pegaso. Don Valentín se considera un hombre muy apegado a su familia, es por eso que sufrió tanto cuando, desgraciadamente, su esposa Dolores falleció. A ella le dedicó este romance como recuerdo y homenaje a los que ella misma escribía. En la actualidad, don Valentín tiene 95 años y reside en Amma Coslada.

A Dolores, mi esposa Una noche de septiembre del año cuarenta y dos, con lágrimas en los ojos en su intimidad me habló: “Valentín, hijo mío, cuánto dolor he sufrido con tenerlos lejos en la guerra a los dos. Se habla de una guerra, ¡Dios mío, qué horror! Que tengo otro hijo, Valentín, el menor. Si contraes matrimonio, Valentín, no lloraré porque a tu hermano, José, lo necesitaré”. “Madre, José a la guerra no irá”, le dije, “porque te cuidará, y tu, madre, no llorarás porque a tu lado José estará”. Mi madre estuvo catorce meses sin hijos; catorce meses estuvo sin saber nada de sus hijos. Las palabras de mi madre me hicieron pensar, en mi corazón se grabaron y nunca las quise borrar. 20

Por aquellos días, una jovencita vi. Acercándome a ella muy bajito la pretendí. ¡Dolores, espera! Mirándola a sus ojos le pregunté: “¿Quieres ser mi mujer?” Ella me miró y no contestó, dando la vuelta a su casa volvió. Pasaron unos días, en busca de ella fui muy avengonzado los días le di. “Al matrimonio que el otro día ofreciste, hoy te digo sí. Si es verdad que me quieres, con mi hermano tienes que hablar”. “Dolores, sé que tienes diecinueve años y padres no tienes, pero madre tengo yo. Eres huérfana,


Valentín Alcalá Bayona

madre tendrás, te lo prometo yo, con mimo te tratará”. Dolores, que no te ha de pesar porque cada día que pase te querré más”. “Si así es, Valentín hoy te prometo, si hablas con mi hermano, que te dirá siempre sí”. Con su hermano hablé porque la protegía, porque padres no tenía y él así me habló: “Valentín, Dolores es una niña, si ella te quiere, no se lo puedo prohibir o como se quiera decir”. Nos fuimos viendo, pasaron los días y en noviembre a Dolores le dije: “Dolores, mira lo que queda de año, y antes que termine, a la iglesia quiero llevarte para que el párroco nos eche las bendiciones para ser mujer y marido como mandan los cánones”. A mi madre le dije: “Novia tengo ya, a Dolores presenté, no llores más”. En secreto comenzamos la boda a preparar. El treinta de diciembre la llevé al altar. Acompañados de hermanos y tíos, veintinueve en total, en la iglesia nos reunimos. Ante el párroco

discutimos para decir el primer “¡sí, te quiero!” Noventa días tuvimos para conocernos, siete hijos criamos, a los siete educamos. Sesenta y dos años juntos vivimos, con sus días y sus noches, de verdad nos quisimos. Siempre dialogamos, nunca la voz alzamos. De acuerdo nos poníamos y así caminábamos hasta el seis de febrero del año dos mil cinco. Los dos nos quisimos y en la cama discutimos: “Me toca a mí”, dijo primero, “y luego a ti, Valentín, obedece primero…” A la cama el desayuno en sus manos me llevó y junto a mí, ella se sentó. En ese momento, se cayó con los siete hijos a su alrededor. A la cinco de la tarde Dolores expiró. De los hijos que me dio, habría que echar a suertes entre todos ellos para saber cuál es el mejor. Sólo me queda recordar en esta vida lo mucho que hemos sufrido y nos hemos querido. Ésta es mi gran distracción, por eso escribo este romance que me nace del corazón y por esto doy gracias a Dios. 21


Valentín Alcalá Bayona

Desde aquí os digo a todos: noventa días son suficientes para conocerse. Y toda una vida para respetarse, quererse y amarse. Terminó el romance que dedico a mi mujer. Que en el cielo me espere, junto a ella volveré.

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Rufino De La Fuente

El señor Rufino de la Fuente nació hace 91 años en Tórtola de Henares, un pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara. Durante toda su vida ha trabajado como espartero y agricultor y, una vez se hubo jubilado, pudo desarrollar su pequeña afición, la escritura de poesías. En la actualidad, es tal su dedicación que ya tiene escritas más de 200 poesías y es considerado el poeta de la residencia Amma El Balconcillo. Además de por su simpatía, en el centro todo el mundo le conoce por su gran colaboración en todas las festividades aportando poemas.

El amor de una madre Muchas veces me pregunto si sabemos valorar el cariño que una madre a sus hijos siempre da. Ya en el parto lo demuestran y lo sufren resignadas, porque van a dar a luz al hijo de sus entrañas. Y con qué amor, tierno y puro, nos reciben al nacer y amamantan con sus pechos hasta que saben comer. Te besan y te acarician con una gran emoción porque el ángel que ha nacido forma parte de su amor. Cuando somos chiquitines, sus desvelos son constantes y cuando somos mayores, sólo tratan de ayudarte. Si te ven triste y enfermo se postran junto a tu cama hasta que la enfermedad está del todo pasada. A la hora de educarnos, lo hacen de forma especial

para que te abras camino dentro de la sociedad. Y cuando somos mayores, que te puedes defender, te siguen dando consejos para que puedas vencer. Cuántas veces escuché a mi madre en su oración rogar a Dios por sus hijos y pedirle protección. Y cuántas noches pasó en vela por trabajar, porque en la flor de su vida viuda se llegó a quedar y no tenía recursos para podernos criar. Cinco hermanos nos quedamos a la ventura de Dios, pero ella, con entereza y con valor, nos sacó. Ahora ya no la tengo, pues hace que se murió, pero la llevo grabada dentro de mi corazón. ¿Cómo la voy a olvidar 23


Rufino De La Fuente

si cuando murió mi padre, ella redobló su amor para poder compensarme? Y es que el amor de la madre no tiene comparación con el tesoro mayor que existe en una nación. Yo les digo desde aquí que aquel que tenga a su madre, que la trate con cariño y la sepa respetar, que por mucho que les demos, ellas nos darán mucho más. Y a ellas, que Dios os conserve siempre viva esa llama de amor, que si los hijos no pagan os lo pagará el Señor.

El camino de la vida Las etapas de la vida son muy largas de explicar, pero yo en pocas palabras os las quiero presentar. Cuando somos pequeñitos, sólo pensamos en jugar, sin saber a qué hemos venido, si a sufrir o a disfrutar. Según va pasando el tiempo, te vas haciendo mayor y vas tomando la vida con una gran ilusión. Porque crees que ella sólo es gozar de placer, sin pensar que las desgracias van unidas a la vez. Pasando los veinte años ya vas pensando en casar porque crees que con ello logras la felicidad. Y en los primeros momentos puede ser realidad, hasta que llegan los hijos que todo lo cambiarán. Pues con ellos llegará la alegría al hogar, pero también te acarrean quebraderos sin cesar. Y por ellos lucharás para poderlos ayudar, hasta que sean mayores y formen su propio hogar. Porque ellos son el consuelo si te sientes afligido, aunque sepas que, algún día, pueden caer en olvido.

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Rufino De La Fuente

Y cuando pasan los años, que ya te has hecho mayor, con un poco de nostalgia sacas esta conclusión. Que el camino de la vida es un triste despertar con muchos más sinsabores que dichas y felicidad.

En honor a mis maestros En mi etapa estudiantil tuve cinco profesores, para mí, todos muy buenos, pero dos muy superiores. Con el primero que fui, don Ernesto se llamaba, al poco tiempo se fue al pueblo de la Solana. Decían que era algo vago, que no quería enseñar y que también era duro si llegaba a castigar. Todo lo que decían nunca lo llegue a creer, porque en lo que fui con él, aprendí bien a leer. No es que lo quiera ensalzar para quedar yo mejor, la prueba es que al marchar le nombraron inspector. El siguiente, don Félix Pérez Muñoz, de Chiloeches natural, como maestro y persona era una cosa especial. A los niños nos trataba como si fuéramos hijos, lo mismo para enseñarnos que para darnos cariño. Con aquel llegué a aprender gran parte de lo que sé, sin menospreciar en nada a los que tuve después. El siguiente que llegó se llamaba don Julián, un señor muy recto y serio 25


Rufino De La Fuente

a la hora de enseñar. Diría que era de Hita, no lo puedo asegurar, pero que también fue bueno esa es la pura verdad. Luego vino don Francisco, que era algo despistadillo pero también nos trataba a todos con gran cariño. Y el último que tuve fue don Avelino Antón, que además de buen maestro tenía un gran corazón. Éste nos enseñó a ser hombres de provecho, a querer y respetar y a ser honrados y honestos. Como vivo en la ciudad, a éste le veo a menudo y siempre que nos juntamos cruzamos nuestros saludos. A todos los tengo presentes en mi memoria, mas si alguno hubiera muerto, que Dios lo tenga en la gloria. Por eso, hoy estos versos se los quiero dedicar como homenaje y recuerdo por el amor que pusieron a la hora de enseñar. En mí siempre tendrán al amigo más leal dispuesto a todo por ustedes, en lo que pueda ayudar. Al despedirme de todos, con nostalgia y emoción, les digo adiós con cariño y de todo corazón. 26


Rufino De La Fuente

Vivir sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir De muy niño yo tomé un consejo de mi madre: “Haced el bien que podáis a todos los semejantes”.

Que Dios misericordioso bendiga esta sociedad para poder vivir siempre en armonía y en paz.

Si a casa llega un mendigo, no le neguéis la limosna. ¿Por qué tener avaricia si al morir todo sobra? Aquello se me grabó dentro de mi corazón y siempre que hacía el bien, mi madre me lo aprobó. He hecho muchos favores porque lo creí un deber y a todo el que me llamaba le sabía responder. Si lo haces con buena fe, sin lucro ni vanidad, puedes tener por seguro que Dios te lo premiará. A todo el que lo organiza, mil gracias quiero dar por esta feliz velada que a todos nos van a dar. Y tu alma tierna y pura con ello descansará, porque sabe que lo has hecho por amor a los demás. Como llega Navidad, fiestas de amor y paz, con mis mejores deseos les quiero felicitar.

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Juan Bautista Carrasco

Don Juan Bautista Carrasco nació en Barriopedro hace 84 años y en la actualidad está casado con Carmen y tiene 4 hijos. Es considerado por todos sus compañeros de Amma El Balconcillo como una persona muy cariñosa ya que, siempre que puede, los deleita a todos con sus fantásticas poesías. Aunque le encanta escribir poemas, Juan afirma que no sabe muy bien de dónde le viene la inspiración para hacerlas. Según comenta, la afición le viene del cura de su pueblo.

Tiempo de Navidad

Amor y nostalgia

Como todo buen cristiano, ya te puedes alegrar, que estamos en Nochebuena y después es Navidad.

Amo a la patria chica. Cuando se habla de mi pueblo cada vez me gusta más.

Y el primer día del año, al Niño Jesús hay que besar y pedir al corazón que en el mundo que vivimos pueda reinar la paz, que termine el terrorismo, que ya dejen de matar, que ninguna vida humana nadie la puede quitar. Si nos llamamos cristianos y somos de corazón, a los hombres en la Tierra no les mires el color porque a negros y blancos lo mismo les quiere Dios. En las Pascuas navideñas no queda un sólo rincón donde falte la alegría, donde no exista el calor. ¡Que los hombres en la tierra son todos hijos de Dios!

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A quien no le guste lo suyo, nada le puede gustar. Que es pequeñito y pobre, sabido está por demás. Cuando fuimos unos niños, aunque nos faltase el pan, con alegría y contentos nos supimos adaptar. Hoy los tiempos son mejores, a Dios gracias puedes dar. Vuelve a tu humilde morada que el tiempo dejó atrás y no olvides que, un buen día, allí empezaste a andar. Y aquel bonito rincón que te vio nacer haz un pequeñito esfuerzo porque vuelva a florecer. Con quien lea este poema quisiera brindar y hacer crecer nuestro pueblo en amor y amistad.


Juan Bautista Carrasco

La Alcarria Todos hablan de su tierra y yo lo veo muy normal. Yo como soy alcarreño, de La Alcarria quiero hablar. La Alcarria tiene montañas, tiene valles y praderas, tiene sus grandes pinares que dan resina y madera. Tiene su fauna y su flora, tiene ajedrea y espliego, tiene tomillo y romero y nos da la mejor miel que existe en el mundo entero. Cuando pases por Brihuega, pueblo del noble y alcarreño, llena tu alforja de pan y verás cómo es de bueno.

Y siguiendo el Tajuña arriba llegarás al Masegoso. Masegoso de Tajuña, pueblo de mucho renombre por nuestra guerra civil en la que murieron muchos hombres. Si este corto recorrido quieres que resulte ameno, comerás en Las Inviernas, cenarás en Mirabueno. Este viaje ha concluido, si lo has pasado feliz, publica por toda España que nuestra Alcarria es así.

Siguiendo el Tajuña arriba, el valle te gustará. Caminando, paso a paso, a Cívica llegarás. Fuente de los siete caños da agua medicinal, puedes llenar tu vasija y otra vez a caminar. Y en un corto recorrido en Barriopedro entrarás, pueblo de pocos vecinos, gente sencilla y humilde de mucha hospitalidad. Y a la Virgen del Remedio como madre la tendrás. Si quieres cruzar las Morras y aire puro respirar, cuando bajes a la vega, en Valderrebollo estarás. Pueblo sencillo y noble, pueblo agradable y airoso. 29


Juan Bautista Carrasco

¡Cuidemos el medio ambiente! El invierno ya termina y llega la primavera, los arroyos están secos, no hay flores en las praderas. ¡Cuidemos el medio ambiente, no dejemos que se pierda! Todos, plantemos un árbol y esperemos que florezca. Todos, cuidemos los montes, los ríos y las praderas. Es patrimonio de todos y es un bien de España entera. Recuerdo cuando era niño ver correr los arroyos por montes y por laderas y oír cantar a las ranas en charcas de las praderas. Hoy lo cuentas a los niños y no lo pueden creer. En cualquier parte del campo agua veías correr. A los hombres en la Tierra y a Dios con su gran poder, le pido de corazón: Haga correr los arroyos, las praderas florecer, que produzcan nuestros campos y el hombre pueda comer.

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Isabel García Vaca

Isabel García Vaca nació en Valladolid hace 88 años. Cuando era niña, aprendió de sus mayores (especialmente de su abuela, con la que convivía) las costumbres y tradiciones de su pueblo, el municipio vallisoletano de Mojados. Doña Isabel también vivió una larga temporada en Calpe (Alicante), donde comenzó a escribir inspirada por la belleza de esa tierra y su gente. Años más tarde, en 1988, Isabel logró publicar su primer libro de poesía titulado “Entre Castilla y Valencia”. En la actualidad, Isabel no ha perdido su pasión por la poesía y vive en los Apartamentos de Amma El Encinar del Rey, donde participa y colabora en muchas actividades.

Bienvenida a nuestra casa, señorita primavera Tú vienes para alegrar la vida con el sol, a tu manera quitas los colores grises, a los montes y praderas pones florecillas blancas tan suaves como la seda. Nuestros jardines te aclaman, los rosales te veneran vestidos de mil colores, señorita primavera. Ya las aguas de las fuentes corren y brillan serenas, en sus espejos te miras, señorita primavera. El pajarito en la jaula bien canta y revolotea, te saluda con sus alas, señorita primavera. Quién pudiera retenerte para siempre, que, si así fuera, viviríamos por verte, señorita primavera.

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Isabel García Vaca

Los ángeles de la guarda (Un día cualquiera en la residencia de ancianos de El Encinar). Hoy es un caluroso día del mes de julio, apenas despunta el alba y los enfermos ya estamos agobiados. La noche es muy larga, el calor roba las pocas fuerzas que nos quedan, quisiéramos ser atendidos enseguida, ya no tenemos paciencia. Vemos a las sufridas enfermeras curando nuestras heridas, a las gerocultoras y auxiliares por el largo pasillo muy deprisa y de sala en sala para hacernos el aseo personal y servirnos el desayuno. Bien quisieran que sus manos se multiplicaran para calmar nuestra impaciencia Algunas enfermas quedan en la cama, otras van en sillas de ruedas, otras van al gimnasio o a hacer alguna actividad a terapia, otras quedan todo el día en la llamada “sala de día”. Muchas se quejan de que sus dolores no las abandonan, a otras se las acentúan mucho sus manías, para éstas se necesitan cien ojos y cien manos, para tenerlas entretenidas. La hora de la comida para estas enfermas es un drama. Pero ahí están los ángeles de la guarda con paciencia y amabilidad sobrada. Para ellas va mi gratitud y mi reconocimiento a su labor. ¡No hay dinero en el mundo que pague su profesión! ¿Qué sería de las enfermas inválidas si nos faltaran un día los ángeles de la guarda?

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Isabel García Vaca

Un billete sin regreso (Destino para alta mar). Un día del mes de mayo sentí la necesidad de hacer un viaje. No sabía si largo o corto porque venía ligera de equipaje. Llegué a un lugar desconocido y pregunté: “¿Por favor, sabe usted cómo se llama este paraje? He oído decir que se llama El Encinar del Rey”. Bonito nombre para un barco, pensé. “¿Quedará para mí un billete?” “Sí, sí”, respondieron amablemente y al camarote subí seguidamente. Pronto comprendí que éste era el barco que buscaba, donde podía navegar tranquilamente porque hacía pocas escalas. Es un barco grande, muy grande, donde muchas personas me acompañan. Gentes con sentires y pensamientos tan diferentes, como es normal, cargados con muchos años en sus espaldas, y todos somos tratados por igual. Aquí vemos pasar los días y los años viendo al barco navegar. A veces va muy despacio, que está bravía la mar. El barco es una escuela donde aprendemos unos de otros y contamos nuestras historias. Yo diría que es la universidad donde nos refrescan la memoria. A veces las noches se hacen largas, muy largas, y los pensamientos necesitan volar, se salen fuera del barco y se extienden por el mar. Hay días muy señalados para cada persona, muy difíciles de olvidar. Aunque queramos borrarlos, no se pueden superar. Y sueños… ¡cuánto soñamos! Un día soñaba yo que los remos del barco un desgaste sufrían, que apenas remar podían en esta mar tan bravía, que ya llegaba a la meta y grandes voces oían, una y otra vez, lo mismo repetían: 33


Isabel García Vaca

“¡De aquí no puedes pasar, ni hay billete de regreso ni puedes amarrar!” Las olas que le venían le querían ayudar, pero ninguna podía. Una estrella desde el cielo le decía: “¡Lo tuyo es naufragar!” Al momento, todos los remos se esparcían por lo más hondo del mar. ¡Es un sueño que cada día

se hace realidad!

¡Mujer vive y no mires atrás! Vive y no mires atrás, no te importen los años pasados. Quédate siempre con lo bueno que con gran esfuerzo has logrado Piensa que eres la mujer fuerte que todo el tiempo has demostrado. La vejez no es inconveniente, es una etapa más de tu vida a la que te has incorporado. Es hora de que puedas valorarte, todo el tiempo es tuyo. Piensa que eres mujer, esposa, madre, abuela y bisabuela. ¿Qué más te queda por hacer? Recuerda cada día los besos y caricias que a los tuyos regalaste, los momentos que jamás olvidarás, los preciosos lugares que de joven visitaste y tanto pudiste disfrutar. Mira que sale el sol cada mañana porque te quiere alegrar, que posa sus rayos sobre tu ventana invitándote a soñar. Ofrécele la sonrisa de tus labios, que son el mejor espejo donde te puedes mirar. Recuerda que nunca es tarde para poder expresar lo que en tu corazón llevas guardado. ¡Vive y no mires atrás!

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Isabel García Vaca

Semana Santa vallisoletana El día de Viernes Santo hasta el cielo se nubló, lleno de pena y quebranto no quiso salir el sol.

La Virgen de la Piedad compasiva les miró y Jesús desde la cruz a su Madre les dejó.

Valladolid va llorando tu sufrimiento, Señor, y tu Pasión va contemplando con amargura y dolor. La Virgen subió a la audiencia para ver si habían leído a su hijo la sentencia en ese pueblo judío. Del Pisuerga cruza el puente para que le rece el río, se ha parado la corriente y el agua se ha estremecido. Yo no sé si vas despierto ni sé si es que vas dormido, pero aunque estuvieras muerto, nos miras Redentor mío. Desde la cárcel venía una larga procesión con el Cristo de la Agonía que al sanatorio llegó. Le decía un carcelero a la Virgen de la Piedad: “Dale trabajo al obrero y al preso la libertad”. Los enfermos que allí había clamaban al Redentor para que les diera vida, curándoles con su amor.

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Alejandro de Diego Pérez

A sus 91 años, Alejandro de Diego Pérez, vallisoletano de nacimiento (y encantado de serlo), se considera un hombre muy longevo. Hasta los quince años, cursó los estudios normales del colegio convirtiéndose en un gran aficionado de la lectura. Viendo su tremenda facilidad para contar cosas, tras jubilarse, Alejandro se adhirió a la Universidad de la Experiencia y, animado por una compañera, comenzó a escribir cosas. Actualmente, reside en la residencia para mayores Amma El Encinar del Rey, donde pasa mucho tiempo escribiendo.

Ser feliz

El vuelo del ordenador

Mejorar la autoestima es una clave para alcanzar la preciada felicidad. Elegir y descartar, eso es necesario al vivir, es parte del futuro que, a cada uno, nos ha tocado o nos toca construir. Y es que la felicidad casi siempre la buscamos por caminos equivocados.

Yo tenía un ordenador moderno, portátil con buenas letras, adaptado a mi pequeña condición de escritor, que, sin presunción de serlo, utilizaba como un niño cuando comienza a escribir siendo párvulo. En esto del ordenador aquí estoy con uno nuevo, disfrutando de la magnificencia del cariño de mis hijos que se desviven por complacernos, no sólo en esto, sino día a día con su visita. Un millón de gracias doy por vuestro regalo. Dios os aumente el gozo por la alegría de saber que no es sólo lo material lo que se agradece, sino el grado de amor que todo representa.

Pues el hombre para ser feliz necesita que le quieran y es necesario que, a su vez, ame y sea amable. Pero todo esto es difícil de lograr para quien, al querer amar, prescinde de Dios que es fuente infinita del amor. Aprenderemos entonces que la felicidad y la alegría no brotan de la razón, son una conquista del corazón.

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Alejandro de Diego Pérez

Vivir es convivir (I)

Vivir es convivir (II)

Vivir es convivir. No es semivivir, sino por el contrario es multivivir. No recorta nuestra existencia, sino que la lanza a otras esferas y desarrollamos más en ellas nuestro amor al prójimo. Cosa que, para mí, es el ideal del cristiano, aunque no llegue nunca a la perfección de este amor.

Al nacer subimos al tren encontrando a personas que creemos que estarán siempre con nosotros.

El tren de la vida yo lo comparo a un viaje en tren. En este viaje, como en todos, hay multitud de embarques y desembarques, agradables sorpresas, en unos casos, profundas tristezas en otros.

Pero, unos más tarde o algunos más pronto, en algunas estaciones del viaje perdemos su cariño, amistad y compañía. Pero nunca estamos solos. Para que este viaje se haga lo mejor posible, tratemos de relacionarnos con todos los pasajeros buscando en cada uno de ellos todo lo mejor que poseen. Todos cargados de ilusiones y de proyectos para realizarlos en el tren sin pensar en lo difícil que pueda ser llevarlos a buen término. Tres formas recomiendo para poder seguir viajando: La primera, mucho amor entre los ocupantes de este vagón. La segunda, buen humor. Una sonrisa en los labios suele abrir muchas puertas, Por último, gran esperanza de que al final del viaje encontremos la felicidad que hemos venido persiguiendo durante todo este viaje a través de la vida.

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Carmen Rodríguez Varas

La señora Carmen Rodríguez Varas nació hace 84 años en Valladolid y estudió Magisterio.Tanto ella como su marido han colaborado durante muchos años escribiendo cartas al director para el Periódico Libertad. Así mismo, doña Carmen también ha escrito en alguna ocasión para el diario El Norte de Castilla. En la actualidad, Carmen sigue plasmando su saber y sus vivencias por escrito, colaborando con el boletín informativo de la residencia Amma El Encinar del Rey.

La vida me enseñó Cuando era niña, aprendí a amar y a confiar en quienes Dios puso a mi lado: mis padres, mis hermanos y mis maestros. ¡Viví una niñez feliz! Cuando fui adolescente, comprendí que mi vida era mía, que tenía que saberla descubrir yo misma y aprender a luchar sin temor. Cuando fui joven, supe que era un reto vivir la vida, que podía triunfar o fracasar, ser grande o perderme en el camino y que todo dependería de mí. Cuando fui adulta, comprendí que al lado del trigo crece también la hierba y que el dolor y el sacrificio son parte indispensable del corazón humano. Cuando mis cabellos se tiñeron de blanco y todo lo fui mirando de adelante hacia atrás, comprendí que el amor y la comprensión

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son las dos columnas que sostienen la vida y que quienes cimentaron sus vidas sobre ellas ven llegar sus días finales con regocijo y plenitud.


Carmen Rodríguez Varas

Las alas de la amistad Cuando a nuestra vida se acerca una persona, lo que más deseamos de ella es su sinceridad, pues el tiempo, como hacedor de realidades, nos mostrará la confianza que entre ambos se encarará día a día. Este amigo reconocerá mis aciertos, pero también señalará mis defectos. Disfrutará conmigo en la bonanza y juntos nos soportaremos en la adversidad. Este amigo estará cerca de nosotros como lo está nuestra madre y nuestro padre, hasta el fin de nuestros días. Amigo que estará por encima de envidias y zancadillas, de los dimes y diretes. Este amigo que se guarda su reproche esperando el momento oportuno para hacerlo aflorar. Amigo que mal comprende, mal da fuerzas para afrontar la adversidad. Que cuando nos ve envueltos en el dolor, corre para envolvernos. Será ese amigo silencioso que en los momentos difíciles permanecerá a nuestro lado y que su sola presencia será ya un regalo.

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Carmen Rodríguez Varas

Así es la vida Es bella… cuando sabemos mirarla con ojos de poeta. Es riesgo… cuando nos lanzamos a ella con decisión y coraje. Es felicidad… cuando la armonía reina en nuestro interior. Es sabia… cuando aprendemos cada día la lección de la superación. Es misterio… cuando aceptamos recorrer el camino que quizás mañana debemos rehacer. Es paciencia… ante los fracasos y reveses de hoy, en espera del triunfo del mañana. Es amistad… cuando creemos en las personas y les reservamos un rinconcito en nuestro corazón. Es aliento… cuando buscamos a lo largo del camino el oxígeno que nos permite mantener nuestras fuerzas. Es deber… cuando aceptamos que en el actuar de cada día podemos ganar o perder. Es lucha… cuando caminamos siempre con el convencimiento de que al final está la victoria. Es amor… cuando descubrimos todo el encanto que hay 40


Carmen Rodríguez Varas

en el corazón del hombre. Es perseverancia… si comprendemos que todas nuestras metas tienen como fin encontrar la luz que hay al final.

El color dorado del otoño Antes veía pasar por la calle parejas con el cabello blanco que se servían el uno al otro como apoyo, quizá hasta llevaba alguno su bastón en la mano. Yo, que pasaba indiferente ante ellos, hoy he descubierto la ternura y el amor que encierran sus corazones y alabo a Dios que haya sido el otoño en la existencia de los hombres. Es valioso afrontar la vida cuando empieza, pues se tiene el ímpetu de la juventud, pero es más valioso todavía afrontarla cuando se va acabando y se siente fragilidad. La grandeza de nuestra vida no está en nuestro exterior, sino en la calidad del amor que llevamos dentro. Si cada edad tiene su espina también cada edad tiene su encanto.

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Amalio Espinel del Valle

Don Amalio Espinel del Valle nació hace 84 años en la localidad vallisoletana de Zorita de La Loma. Estudió en la escuela, en el Colegio Padres Franciscanos de Pastrana (Guadalajara) y en otro colegio de la misma congregación en Consuegra (Toledo). Años más tarde, don Amalio se casó y tuvo cinco hijos. Durante toda su vida, se ha dedicado en cuerpo y alma a trabajar para sacarlos adelante. Uno de sus pasatiempos preferidos siempre ha sido (y sigue siendo en Amma El Encinar del Rey) la lectura, destacando sobre todo la relacionada con temas de historia y geografía, así como las biográficas de personajes ilustres.

El pastor Estaba yo en la mi choza pintando la mi cayada. Las cabrillas altas iban y la luna rebajada,

¡Si me cobráis la borrega cenaréis leche y hogaza y si no me la cobráis cenaréis de mi cayada!

Vide venir siete lobos por una oscura cañada, venían echando suertes cuál entrará en la majada.

Los perros tras de la loba las uñas se esmigajaban, siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias.

Le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda que tenía los colmillos como puntas de navaja.

Al llegar a un cotarrito la loba ya va cansada. Tomad perros la borrega buena y sana como estaba.

Dio tres vueltas al redil y no logró sacar nada y a la otra vuelta que dio sacó la borrega blanca.

No queremos la borrega de tu boca alobadada que queremos tu pelleja pa’ el pastor una zamarra, la cabeza pa’ zurrón para meter las cucharas y el rabo para abanico que se den aire las damas.

Hija de la oveja churra, nieta de la oveja parda, la que tenían mis amos para el Domingo de Pascua. ¡Aquí mis siete cachorros, aquí perra trujillana, aquí perro de los hierros a correr la loba parda! 42


Amalio Espinel del Valle

Mal de amores Una mañana pronto me fui a por agua, me encontré con el hombre que me adoraba. Me dijo unas palabritas, yo dije “bueno” y los dos nos juramos amor eterno. El día de mi santo me regaló un vestido de encaje de gran valor. Me dijo “Toma, con mucho agrado recibe este vestido de desposados”. Una niña está mala de mal de amores, la culpa la tienen Juan y Dolores. Una de sus amigas ha ido a verla a ver cómo se hallaba su amiga Adela. Le ha preguntado, le ha preguntado si había visto a Juan por algún lado. Su amigo contesta con mucha pena “Procura mejorarte, mi amiga Adela, porque tu Juan, porque tu Juan, con la amiga de Dolores se va a cenar”. Madre, un perro aúlla junto a la puerta, al amanecer mañana ya estaré muerta. “No, hija no. No digas eso que vas mejorando, dame otro beso”. Si viene Juan a verme después de muerta, no le dejen pasar de aquella puerta. Después de muerta ya no hay amores, que siga cortejando a la Dolores. Y si bien Dolores lo siente, yo la perdono que ella no tiene culpa de mi abandono. A las tres de la tarde tocan a muerto, será la bella Adela, que se habrá muerto. A las cuatro de la tarde era el entierro, Juan, que estaba a la puerta, cayó en el suelo, allí lloró y allí rezó delante de un retrato que ella le dio.

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Amalio Espinel del Valle

Detrás del cementerio se oye un disparo, era Juan que diciendo “Voy a tu lado, Adela mía. ¡Adela mía, cómo pensaba yo que te morías!”

La Virgen y San José Camina la Virgen pura, camina hacia Belén y en el medio del camino pide el niño de beber. No pidas agua, mi niño, no pidas agua, mi bien, que los ríos vienen turbios y no se puede beber. Allá arriba, en aquel alto, hay un rico naranjal, es un ciego el que lo cuida, ciego que pinta, no ve. Dame ciego una naranja para este niño de beber. Coja usted las que usted quiera y las que sean menester. Cogía de una en una, florecían de cien en cien. La rama que estaba seca volvía a florecer. ¿Quién ha sido esta señora que me ha hecho tanto bien? Ha sido la Virgen pura que camina hacia Belén. Ha sido la Virgen pura y el glorioso San José.

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Alfonsa Collado Carrasco

Alfonsa Collado Carrasco nació en la localidad toledana de Corral de Almaguer el 16 de febrero de 1919. Aunque fue allí donde pasó su infancia y adolescencia y el lugar en el que se casó, debido al trabajo de su marido, doña Alfonsa se fue a vivir a Cuenca. En la actualidad, tiene 94 años, convive con la menor de sus tres hijos en la capital conquense y es usuaria del centro de día de Amma El Pinar desde el 3 de septiembre de 2008. En el centro, doña Alfonsa siempre está dispuesta a colaborar con sus compañeros y participa activamente en todos los talleres.

Mi vida Me llamo Alfonsa Collado y aquí os voy a explicar que voy a un centro que se llama Amma El Pinar. Cuando me dijo mi hija que me iba a llevar allí, yo le dije que no, que no quería ir. Me dijo “haz la prueba y si te gusta te quedas y si no, ya no vas más”. Así lo hice y no me pareció mal y ahora me encuentro contenta porque veo que he ganado. El tiempo que llevo allí, mi cabeza se ha despejado, será porque estamos siempre haciendo algo: que si no estamos pintando, estamos haciendo otras cosas y pasamos el tiempo más distraídas. Mi hija se iba a trabajar y yo me quedaba sola, se me hacía el día muy largo pensando en muchas cosas, siempre estaba adormilada. Ahora tengo obligaciones y

por la mañana a las 7, ya me tienes levantada para preparar mis cosas, mientras viene la muchacha que al coche me baja. Cuando vengo por la tarde, mi hija me está esperando para subirnos a casa. Así se pasan los días y se pasan las semanas, cuando te quieres dar cuenta, ya estamos espabiladas para empezar la tarea como todas las mañanas. Así pasamos los días, haciendo cosas que agradan, estamos todas contentas esperando un nuevo día y seguir con nuestra marcha.

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Alfonsa Collado Carrasco

Súplica Señor mío, Jesucristo, Padre de mi corazón, perdóname mis pecados, que vos sabéis los que son. Quisiera que estas palabras me sirvan de confesión. Yo he sido una pecadora, pero estoy muy orgullosa porque tengo la conciencia muy tranquila. He sido una pecadora, pero siempre muy honrada, cuando iba a hacer una cosa, yo siempre me lo pensaba. Le doy gracias a Dios, no me arrepiento de nada porque he tenido unos padres, que han sido muy honrados, nos dieron la educación y la hemos conservado. Hoy estoy muy orgullosa y a mis hijos he criado con la misma educación que yo me había criado.

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Juliana Garrido Pérez

La señora Juliana Garrido Pérez nació en Almadén (Ciudad Real) un 29 de junio del año 1929. En esa localidad pasó gran parte de su vida, se casó y tuvo tres hijos. Hace unos años vino a vivir con su hija pequeña a una urbanización cercana que hay frente a la residencia de mayores Amma El Pinar. En un primer momento, doña Juliana acudía al centro como usuaria del centro de día y posteriormente, el día 7 de septiembre del año 2010, ingresó en la residencia. A sus 84 años, se puede decir de ella que es una persona muy sociable y participativa.

Cartas

Madre

Aunque no sé tu destino y sé que no has de venir, salgo a esperarte al camino y eso me anima a vivir.

Madre, esta noche soñé que flores yo tenía y de pena que tenía soñando me desperté. Fui al prado a cortar flores y he cogido las mejores que la pradera tenía. ¿Las quieres tú, madre mía? Son tan lozanas y hermosas que junto con esta rosa, te regalo el alma mía.

Cartas te escribo y te escribo que nunca te han de llegar, sé que de ilusiones vivo, pero me gusta soñar. Recuérdame, recuérdame que el recordar es volver a vivir el tiempo que se fue...

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María Saura

La señora María Saura es multilingüe ya que habla a la perfección el idioma castellano, el catalán y el francés. Además, doña María es aficionada a la poesía y al canto. Artísticos hobbies que mantiene desde su más tierna infancia, ya que en el colegio y en el “esplai” fomentaron estas aficiones. En la actualidad, María tiene 90 años y es residente del centro Amma Horta. Aquí mantiene intacta su pasión por la poesía y nos lo demuestra regalándonos tres de sus poemas para nuestro libro.

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Esta noche soñé

No perder la ilusión

Soñé tener el mundo en mis manos, soñé que todos éramos hermanos, soñé que se acababan las guerras, soñé un reino de paz en la tierra, soñé que ya no había mujeres maltratadas, soñé que se acabó el hambre en el mundo, soñé con unos juicios justos, soñé con una infancia feliz, soñé con un mundo mejor.

Ha llegado la vejez con idea de destruirme, pero yo me he puesto firme y con ella lucharé. El pasado se fue sin regreso y, no conforme con eso, se llevó mi juventud dejándome sin salud. Yo creo que estoy sana y no achacosa, aunque lleve un marcapasos, yo no pierdo la ilusión. Cuando tengo alguna pena, siento una gran opresión que me oprime el corazón. Y a pesar de todo no pierdo la ilusión. Para caminar afuera, necesito un bastón, evitando un resbalón o en la calle un tropezón. Y a pesar de todo eso, yo nunca pierdo la ilusión.


María Saura

La coral residencial Amma

La coral residencial Amma

Canta amb anhel les seves cançons populars, recordant les seves arrels.

Cantan felices las canciones populares, recordando sus raíces.

Canta amb el cor i porta alegria a la gent gran que no té la sort de viure en família.

Cantan a una con mucha alegría a los ancianos que no tienen la fortuna de vivir en familia.

Joiosos homes i dones junts fan camí amb el passat dins el cor.

Alegres hombres y mujeres juntos recorren el camino con el pasado en el corazón.

Cantem amb tot l’ànima amb la coral residencial Amma.

Cantamos con toda el alma en la coral residencial Amma.

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Mercè Prat

La afición de Mercè Prat por la poesía le vino de su soledad ya que, al no poder tener hijos y dado que su esposo era visitador médico, pasaba muchas horas sola. Por ello, decidió entretenerse leyendo y escribiendo bellas poesías que plasmaran sus más íntimos sentimientos. La poesía pronto se convirtió para doña Mercè en una forma de escape en momentos en los cuales no podía hablar con nadie más que con el papel. Aunque doña Mercè ya falleció, en Amma Horta todavía la recuerdan con mucho cariño.

Siempre (Año 1965)

Lluvia (Año 1965)

Siempre los dos juntos fuimos, los dos por el mismo camino y al final de aquel sendero, por fin nos reunimos.

La lluvia gotea sobre los cristales. Mi alma está triste, también los zarzales.

No supimos qué decirnos, sólo los ojos hablaban. Y, ¿qué es lo que me decían? ¡Que todo mi cuerpo temblaba!

Mi alma se endurece. El fango se ablanda. Ni lluvia ni viento, nada me calma.

Te amé y a ti fui fiel, siempre te quise lo mismo. Lo has podido comprobar con pasión y con delirio.

¿Por qué, Señor mío, tengo siempre triste el alma? ¿Por qué de una vez la lluvia no la calma?

¡Qué momentos yo pasé! ¡Qué dicha y felicidad! Por más que pasen los años, no te quisiera yo olvidar.

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Isidro Escolá Iranzo

Isidro Escolá Iranzo, “el soldado más joven de la República” (tal y como él mismo dice), se alistó en el bando republicano para ver si allí le daban de comer, ya que pasaba mucha hambre. Curiosamente, cuando la contienda llegaba a su final, un capitán del bando nacional le salvó la vida. Aquello le hizo ver lo absurdo de la lucha entre hermanos y cómo la vida nos lleva por caminos que nunca hubiéramos imaginado… Tampoco él hubiera imaginado nunca que al final de su azarosa vida, de su lápiz pudieran salir palabras tan bellas como estas poesías, de las que todos los trabajadores de Amma Horta pudieron disfrutar.

El buen soldado (Junio de 2008) Marcelino (Julio de 2008) Mis ojos no tienen brillo. Mi corazón se ha parado. Mi alma no quiere ver. Mi barco está amarrado, quizá en la orilla del mar o en lo profundo de un lago. Un lago que yo no encuentro, está un poco olvidado. Es que el amor no lo encuentro, aunque esté a mi lado. A mi lado… ¡Pobre loco! ¡Aquel querer olvidado! Solo quiero estar, solo junto a tu pecho. Siempre a tu lado con la esperanza de encontrar lo que busca el buen soldado. No tiene miedo a la muerte porque vive a tu lado. A tu lado… ¿Qué es el amor? ¿Por qué aún no lo has encontrado? Quizá no buscaste bien, quizá está a tu lado. No pierdas tu buen amor, quizá esté junto a tu pecho, quizá no esté olvidado. Pregunta a tu Dios, pregúntale al buen soldado.

Un día me diste pan cuando yo estaba clavado. Me ofreciste tu amor y me quitaste los clavos. ¿Qué decir de ti yo puedo? Me diste tu pan y yo te di el cielo. Marcelino, el de los ojos cansados, me ofreciste tu pan, yo te ofrecí mi vino… mi vino. Mi sangre te di, mi querido Marcelino. Porque niños como tú sólo en el cielo han nacido. Han nacido del amor, del amor bien comprendido. Marcelino, ya me voy. Marcelino, ven conmigo, dame un poco de tu amor, yo te daré mi vino.

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Isidro Escolá Iranzo

Porque así lo quiso Dios

Era el sol de la mañana

(Noviembre de 2008)

(Julio de 2008)

Naciste porque quiso Dios. Naciste en una noche de amor. Te alumbraron las estrellas. Yo puse el amor que pude, tu madre puso el dolor que viene de una estrella y del jardín del querer, que también nos trajo ella porque así lo quiso Dios.

Sus ojos eran dos luces, su boca como la grana, su rostro era el amor, era el sol de la mañana. La mañana de las rosas, las rosas de la mañana. ¿Qué era? pregunto yo, ¿Era quizá una estrella? ¿Quizá era una diosa? Quizá era la más bella. No se apagaba su luz, quizá no era una estrella, quizá era un pobre sueño, una quimera… ¡Qué lejos está mi amor, que siempre está a la espera! ¿Qué será, Señor? Quizá no sea mi estrella ¡Tan lejos está de mí! ¡Tan bonita, tan bella! ¿Por qué nací tan temprano? Si no había nacido ella, ella que era el amor subido en una estrella.

Y tú nos diste tu amor y nos alegraste la vida. También Dios estuvo contento porque nos trajo el amor en una niña chiquita y bonita. Muy llorona también eras, pero tus ojos brillaban tanto que tenía envidia la luna y parpadeaban las estrellas. Un día Dios te vio llorar en el jardín de nuestro amor y se quedó tan prendado que su aliento divino no se apartó de nuestro lado. El aliento de Dios da vida y da amor, da esperanza y no engaña. En la casa de Dios impera la esperanza.

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Teresa Nicolau Payàs

La señora Teresa Nicolau Payàs es una mujer muy artística y creativa. A sus 72 años, disfruta en la residencia Amma Horta de su afición a la poesía, a la pintura, a la música y al teatro. Doña Teresa dice que encontró la inspiración de empezar a crear poesía en su infancia de la mano de su querida madre, Montserrat Payàs Ràfols. Es precisamente a ella a quien dedica su bonito poema “Un instant”.

Un instant

Un instante

(Poema homenatge a la mare Montserrat Payàs Ràfols).

(Poema homenaje a su madre, Montserrat Payàs Ràfols).

Un cop de vent brutalment va arrencar la primera flor del llessamí i sense mirament la feu dansar fins llençar-la al terra del jardí.

Un golpe de viento brutalmente arrancó la primera flor del jazmín. Sin miramientos, ésta bailó hasta posarse en el suelo del jardín.

Mes la bella floreta perfumada d’un blanc puríssim i amb format d’estel, ha perdonat aquella rampellada flairant l’aire com si fos de mel.

Mas la bella flor perfumada de un blanco purísimo y con forma de estrella, perdona ese arranque y disfruta del aire que la lleva.

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Fiametta Bacci

La señora Fiametta Bacci se considera una apasionada de la poesía. A esta afición la introdujo su propia madre ya que, cuando aún era pequeña, le recitaba gran cantidad de poemas que su madre había escrito de joven. Años más tarde, este hecho animó a doña Fiametta a aficionarse a escribir sus propias poesías, tal y como un día hizo su madre. En la actualidad, Fiametta tiene 82 años y es residente del centro de mayores Amma Horta.

Te conocí

Y pensar

Te conocí y me enamoré. No sé si fueron aquellos ojos que yo miré.

Y pensar que habría podido hacer tantas cosas bellas con sólo pedírselo a las estrellas.

Y me dijiste que me querías, que no me irías nunca a olvidar. Y yo te espero porque te quiero y porque sé que tú volverás. Te di mi vida, te di mis besos, te di mi alma, dame tu boca, dame tus ojos, dame tu amor.

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Las estrellas son mis amigas verdaderas, mis amigas sinceras. Las estrellas me están mirando, me están esperando y no saben cómo hacer para hacerte comprender cuánta falta me haces y cuánto te quiero.


Jùlia S. i V.

Aunque la señora Jùlia S. i V. afirma no considerarse una poetisa, comenta que, en los buenos tiempos, pasaba gran cantidad de horas bajo la magnífica y agradable sombra de la poesía. Según ella, la afición le llegó cuando, un día, pasó volando una musa y le contagió la inspiración. A día de hoy, doña Jùlia tiene 91 años y reside en Amma Horta.

A un vell arbre

A un viejo árbol

Ara visc aquí en una residència, on hi passo moltes hores des del matí fins al vespre.

Ahora vivo aquí, en una residencia, donde paso muchas horas con entretenimiento y paciencia.

No m’hi trobo pas forastera puix que hi distribueixo el temps de la millor manera.

No me siento forastera ya que distribuyo el tiempo de la mejor manera.

Això sí, m’agrada estar al jardí per llegir-hi bé la premsa i gaudir del matí.

Me gusta mucho el jardín donde leo la prensa y disfruto la mañana sin fin.

Una cosa he de dir: hi trobo allí un vell arbre que és per a mi un gran amic.

Algo he de decir: allí hay un árbol viejo que es un amigo para mí.

Amb ell puc parlar... M’escolta, sempre molt atentament, i no em retreu mai cap defecte, cosa que no acostuma a fer la gent.

Le hablo y me escucha siempre muy atentamente y no me echa en cara defectos, como suele hacer la gente.

Ets vell, però valent, arbre meu. Fas agradable l’estada de tothom que et ve a veure amb ganes de tornar una altra vegada.

Eres viejo, pero valiente, árbol mío. Y alegras la vida a quien te viene a ver día tras día.

Jo sempre confio en ell. Quan li parlo i li dic: recorda, no em passis mai al davant; quan ens arribi el dia d’anar-nos-en.

Yo siempre confío en él y le digo: Recuerda, no te adelantes. Quiero salir de aquí antes de que te marches. 55


Alfredo Martínez Porras

En su juventud, Alfredo Martínez Porras era un muchacho alto, delgado, desgarbado, barbilampiño y solitario. Como era muy habilidoso, un cura de su colegio le enseñó solfeo, su madre piano y él aprendió a cantar por su cuenta hasta llegar a hacerlo en la iglesia. No obstante, cuando su voz empezó a hacerse más ronca y desagradable, Alfredo dejó el canto y se ocupó del órgano de la iglesia. En los años 20, don Alfredo fue contratado por la orquesta de ritmos caribeños “Samba Hispano” y, a partir de entonces, su vida se desenvolvió por otros derroteros, tocando música pegadiza en salas de segunda fila de todo el país. Así comenzaba la historia musical con toque sentimental que relató en las tertulias del programa Escucha a tus mayores de Amma Ibañeta. Además de su buena conversación, sus lecturas, tertulias y escritos, Alfredo también sobresalía con su acordeón. Todos en Amma Ibañeta lo recuerdan por los grandes momentos que amenizaba mano a mano con su acordeón.

Al Señor Aquí estoy, Señor, de rodillas. A tu vera, tu humilde esclavo para hablarte y decirte cuánto te venero y amo. Señor, contemplando en tu frente un amor tan evidente, un amor sin medida, me atraes, Señor, y no parece mentira. Pues tus hechos, tu mesura merecieron los hombres, el cariño, la ventura nunca perturbaron tu vida. Llevaste una cruz dolorosa donde fuiste dejando la vida, perdonando con ternura al que en su rabia te hería y maldecía. Yo también tengo mis culpas que llevo patentes en mi sino. ¡Oh, Jesús! ¿Qué es lo que debería hacer para pagar mis errores una y mil veces vanos? Un llanto brota en mi pecho, una pena que tengo metida en mi alma. Tu corazón me fascina, como el sol ardiente, revivido para siempre 56

en mis entrañas. Es algo penoso que sale del alma. ¿Cómo a ti, siendo Rey de los cielos, te trataron sin esmero ni consuelo? Cien golpes pego a mi pecho clamando venganza al cielo. No, no deseas más que amor, amor como aman las azucenas y los lirios al riego generoso. Amor que brota cual flor hermosa. Sembrad de amor las praderas, sembrad de amor los caminos, que el Niño Dios ha nacido pobre como tantos niños. Por todos los que pasan hambre, por todos los que tienen frío ¡oh! Señor, te bendecimos. Te pedimos por los enfermos y por tantos motivos… Gloria al Padre, al Unigénito y al Espíritu de amor. Por siempre, feliz yo se lo digo.


Fernando Vidiella Castro

Fernando Vidiella Castro nació hace 70 años en un pueblo llamado Cea (León). Cuando tenía 2 años, su padre comenzó a trabajar para una empresa de Cantabria y toda la familia se trasladó a esta Comunidad. A los 14 años empezó a trabajar y se metió de lleno a ampliar su formación realizando varios cursos de delineante. Así pudo realizar su gran sueño: montar su propio negocio. Su futuro, tan exitoso y lleno de ilusiones por lo que había logrado, se vio truncado cuando, a los 50 años, don Fernando enfermó gravemente y tuvo que dejar de trabajar. Ver de cerca la muerte marcó un antes y un después en su vida (lo cual se ve reflejado en su forma de escribir). A partir de entonces, Fernando comenzó a dedicarse a la escritura y a la lectura y a realizar numerosas exposiciones y recitales de poesía. En la actualidad, don Fernando, que reside en Amma Las Anjanas, ha publicado unos 8 libros de poesía.

Chaval Calles, penumbra, mil luces, reflejos que el suelo da, bordillos de alcantarilla, faroles de oscuridad.

Me reclama que se lo encienda. ¡Su rostro lleva ansiedad! Yo le acerco mi cerilla iluminando su faz.

Solitaria está mi calle, entreabierto está el portal, sólo suaves melodías salen del lejano bar.

Su cara emana tristeza, sus ropas… rotas están, sus ojos hablan de angustia. ¡No sabe hacia dónde va!

Me refugio en mi chaqueta pues no quiero caminar, sintiendo sobre mi rostro la tristeza del lugar.

Le contemplo y le pregunto, no me quiere contestar, quiere seguir su camino sintiendo su soledad.

Silenciosas las esquinas, sin vida está la ciudad. Sombras sobre escaparates, el borracho traspiés da.

Le animo a hablar conmigo, quiero entablar amistad, quiero que juntos formemos batalla a la soledad.

Paso a paso, por la acera, me encuentro con un chaval, lleva en su boca un pitillo que se acaba de encontrar.

Me cuenta su aciaga vida, que ya sus padres no están, que vaga por la gran urbe desde su más tierna edad.

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Fernando Vidiella Castro

Le miro de arriba a abajo… más de quince no tendrá. Le comento que si quiere un amigo de verdad. Luego caminamos juntos, se ilumina la ciudad. Los locales abren sus puertas y nos invitan a entrar. Churros, chocolate, bollos, ¡es poco para el chaval! Hasta un jersey de marino le encuentro en un bazar. La calle llena de luces nos saluda al pasar, él rebosando de vida, yo, lleno de su amistad. Entre el bullicio de gentes jugamos a contemplar la alegría de mi calle, la luz sobre mi ciudad. Mirando estoy las estrellas, quizás mucho más allá. Bajo de pronto mis ojos y no me encuentro al chaval. Mi calle sigue en penumbra, una pareja se va. De vez en cuando se paran, se abrazan en la oscuridad. Yo les contemplo en silencio, quisiera poder hablar. Mi corazón me pregunta dónde estará mi chaval. Miro hacia el cielo, no encuentro la respuesta a mi gritar y lentamente me envuelve soledad en mi portal.

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Fernando Vidiella Castro

La muerte (Diosa del eterno sueño) Mi corazón te reclama, diosa del eterno sueño, los recuerdos que se fueron sin que pueda retenerlos. Por eso, te cito a gritos, por el derecho que tengo, a sentirte aquí, a mi lado, contemplando a tu siervo. Cara a cara quiero verte, cubierta con largo lienzo, para que juzgues mi vida, que la envuelva tu silencio.

que mis sentidos ya aman. Vuelve, muéstrame tu desnudez para sentir por mi piel el frío que has conseguido atraer hacia mi ser. Deja tu extraño estandarte, transforma su forma cruel y acaricia con tus manos el palpitar de mi sien.

Deja correr tus deseos de conseguir que mi alma viaje contigo sintiendo cómo mi voz va muriendo.

Recorre mi cuerpo entero, que se excita sólo de ver lo que se oculta en la túnica que cubre osamenta infiel. ¡Descúbrete, muerte cruel! No dejes que yo te sueñe como mujer que despierta los besos y el placer.

No quiero escuchar tu canto de sirena, que proclamas con sonido de trompetas mi muerte por la mañana.

Muéstrame tu corazón, tan vacío, tan extraño que junto con mi agonía quiero apartar de mi lado.

Sueño contigo sin verte, no llego a poder tenerte, presiento tu extraño cuerpo vagando sobre mi mente.

Y tal vez preguntaré a dónde se ha ido tu sonrisa, si es verdad que alguna vez has compartido la risa. Enséñame cómo eres y en mi mente la locura conseguirá trasformar tu horrible ser en ternura.

Me encuentro cerca de ti, puedo sentir tu presencia envuelta en un velo gris para ocultar mi sentencia. Corro veloz hacia ti, te separas de mi cama, me dejas tu fuerte olor mezclándose con mis sábanas. Juegas conmigo otra vez, mis pensamientos reclaman a tu cuerpo de mujer

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Fernando Vidiella Castro

No lloréis mi muerte No llores mi muerte, esposa mía, no lleves flores al cementerio, no quiero la escolta de mis amigos, dejad que, a solas, recorra yo el camino. No quiero curas, monaguillos, sacristanes, sólo quiero una simple cruz sobre mi tumba. No quiero que nadie me recuerde siempre sobre la lápida escrita con mi nombre. No quiero cortejos de amarguras fingidas en los rostros soñolientos, no quiero que me velen por la noche y se olviden de mí después de muerto. No quiero que me encierren en la caja forrada de telas finas y edredones, y hermosas tablas de madera de caoba, admiradas por las gentes que no sienten. No quiero rezos, plegarias ni aleluyas cantadas en voz alta y aprendidas. Quiero sentir silencio en los corazones cuando mi alma viaje hacia las sombras. Sólo quiero un lugar sobre la tierra, que me vio vivir honradamente, que me vio sentir las amarguras que he podido hacer a algunas gentes. Esa tierra, recientemente removida, cubrirá mi cuerpo amortajado con la sábana blanca con que he soñado, cubriendo a la muerte y mis pecados. Luego, en mi tumba, solo en el silencio recordaré a aquellos que tanto he amado, me servirá de consuelo y de alegría sentir que ellos viven todavía. Mi cuerpo descompuesto cada día dejará mi esqueleto al descubierto, pero mi amor por los seres que he querido viajarán conmigo de la mano al infinito. 60


Fernando Vidiella Castro

Y la tierra extenderá sobre los hombres, aquellos que en la vida me olvidaron, un huracán de viento, tierra y lodos envolviendo más sus corazones enfangados. En la poca tierra que aún me cubra nacerán con fuerza los rastrojos, cubrirán la cruz claveles rojos y olvidará la gente al hombre, sus despojos. Por eso, sólo quiero que me entierren en cualquier rincón del cementerio, pues viví y sentí sobre mi mente la angustia de ser nada entre la gente. Dejadme morir en el silencio, sin flores, sin recuerdos ni rencores. Y desde el más allá, os juro eternamente que recordaré el sentir de los presentes. Pediré a Dios que os proteja dulcemente, que os colme de dicha y mil amores, que borre de la vida sinsabores y felices sintáis venir la muerte. Estaré esperando vuestro viaje para poder fundirme en el abrazo allí donde la luz brilla más alto e ilumina el alma cubriéndola de blanco. Por eso, os vuelvo a pedir, seres queridos, que no pregonéis mi muerte a los amigos, para que el mundo no se entere nunca que hoy ha muerto, quizás, un soñador. Que en la vida se encontró con una flor y siempre acompañó a su corazón sintiendo que una vez la abandonó cubriendo de silencio su esplendor.

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Fernando Vidiella Castro

A mi nieto Ulises No sé cómo sucedió pero mi alma se ahogó y mi corazón se encogió cuando te fuiste de mí.

Tus coches, tú gran pasión, se pierden en un rincón sin tener a quién ponía donde no había, el motor.

Tan pequeño, tan risueño, tan frágil figura huyó dejando en mis pupilas tu rostro, tu corazón.

Ven un día junto a mí, pasa un tiempo, pequeñín, y mi corazón enfermo tendrá ansias de vivir.

Mis ojos vieron andar tu imagen que se perdió. Mis lágrimas impidieron la visión en mi interior.

Ulises, mi corazón, te echo de menos, necesito tus caricias para no sentir rencor.

Ahora no sé si tengo dolor, amargura o temor al encontrarte tan lejos sin poder verte, mi amor.

Rencor u odio, no sé, hacia todo que impidió el verte crecer conmigo y poder darte ilusión.

Me conformo con oír tu frágil voz y sentir, que en tus pocos balbuceos no te has olvidado de mí.

Pero no conseguirá la distancia separar a tu abuelo que lloró cuando me dijiste ¡adiós!

Mi corazón piensa en ti y oigo al tuyo latir cuando, en tus locas carreras, venías corriendo a mí. Hoy quisiera compartir tu imagen tan infantil, con mis ojos que se empeñan en verte sólo reír. Quiero verte ser feliz aunque estés lejos de mí, pues mi mente sólo piensa en estar pronto junto a ti. Sentir tus manos pequeñas, tu cuerpo tan pequeñín y jugar con tus mil juguetes que se quedaron aquí. 62


Fernando Vidiella Castro

El capitán Hace frío en la ciudad, las calles están vacías, los bares ya se cerraron, ¡es todo monotonía!

Siento su pena tan honda que sólo le dejo hablar. Unas tras otra, las copas le ayudan a recordar.

Las luces del pub abierto alegran mi caminar, traspaso la negra puerta y me encuentro en el local.

Yo le cuento que no tengo a nadie que pueda amar y sus ojos de borracho lloran por mi soledad.

Tres mesas y cinco sillas me saludan al pasar, me dirijo hacia las barras pues hoy quiero conversar.

Dando tumbos nos marchamos recorriendo la ciudad y al amanecer despierto en su barco, en alta mar.

Miro el recinto vacío, lo está atendiendo un chaval, me reclaman altas voces en un rincón del lugar.

Navegamos proa al viento con rumbo hacia su hogar, el timón tiene en sus manos, le alegra mi despertar.

Una mujer y dos hombres maltratan a un capitán, le reclaman unas copas que ya no puede pagar.

Me cuenta que yo no puedo seguir con mi soledad,| él se va con su chica, y a mí me deja la mar.

Yo les contemplo curioso, no sé a dónde llegarán. El capitán está ebrio, no puede ni caminar. Siento pena de aquel hombre y raudo llamo al chaval, le pregunto cuánto debe y que le dejen en paz. Tomo despacio mi copa, se me acerca el capitán, no sabe cómo decirme que bebe para olvidar. Él se siente deprimido, lejos de su amor está, la recuerda en los puertos y también al navegar. 63


Consuelo Martínez López

Consuelo Martínez López nació hace 87 años en Hellín (Albacete) y siempre se ha dedicado a trabajar en las tareas del hogar. Aunque afirma ser algo tímida, en sus ratos libres le gusta relacionarse con la gente, en especial hablar y pasar un buen rato con sus amigas. Doña Consuelo es una persona muy agradable y siempre suele estar de buen humor. Soltera y sin hijos, Consuelo reside en Amma Las Hazas desde el 17 de diciembre de 2012. Allí disfruta participando en las actividades que se realizan desde los diferentes departamentos. La poesía que nos muestra la escribió un sacerdote amigo de su familia para su padre.

Mi padre Postrada mi alma está ante tu altar, Jesús mío. Herida vengo de amor y en mi pecho siento frío, frío de pena. Un día de gracia mi padre vistió de luto a los niños y de pena a mi madre. Jesús, al comulgar te pido: dale a mi padre la gloria, dale a mi madre el consuelo, a mi hermano la victoria en su vocación y anhelo, a los míos bendiciones y a esta pobre huerfanita, que te vea un día en el cielo.

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Luis Martínez Moreno

Luis Martínez Moreno vivió en Madrid capital hasta el año 1936, cuando, al declararse la guerra, fue evacuado a Onteniente (Valencia). Fue allí, en una residencia infantil, donde don Luis conoció las obras de Lorca, Vicente Alexandre y otros poetas de la Generación del 27. Así fue como aprendió a leer, a hacer teatro y empezó a aficionarse a la poesía. Al acabar la guerra y ponerse a trabajar, Luis pensó que todo aquello que había aprendido caería en el olvido. Sin embargo, muchos años después, en el centro Amma Pozuelo, los recuerdos de su niñez en aquella residencia infantil, los nombres de los profesores y compañeros han aflorado en su memoria. Junto a ellos y a sus 88 años, también ha resurgido con fuerza su pasión por la poesía.

Cuando te conocí

Lina, querida

Cuando te conocí, tan bonita, con tanta ternura y bondad, algo sentí dentro de mí. En mis días más difíciles fuiste un consuelo para mí.

No lo dudes, yo te acompañaré siempre, siempre por el sendero que vas caminando lleno de miedos y tinieblas, hasta encontrar otro lleno de rosas donde brilla el sol y resurjas como el ave Fénix, recobrando la paz y tranquilidad que tu espíritu necesita. ¡Juntos vamos a lograrlo!

Mil rosas te daría, mil besos, que fueran mil, nunca saciarán la sed del cariño que siento por ti. Esto nuestro qué es, amor o pasión, no lo sé, es un sentimiento que nos hace felices cuando estamos juntos los dos.

Te recuerdo La luna brilla en el cielo, el sol se refleja en el mar y tu imagen en mi mente con un fulgor especial.

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Luis Martínez Moreno

Te amaré siempre

Mi vida, mi cielo

Qué tienes en la mirada, niña de los ojos bellos, qué tienes en la mirada que levantas ese fuego.

¡Ay, mi vida! ¡Ay, mi cielo! Quisiera besar tu boca, esa boquita de caramelo.

Tu pelo con el sol se ilumina, tu cara me fascina y tus besos tienen un sabor más dulce que el almíbar.

Tus ojos son dos tinteros, tu nariz pluma afilada, letra menuda tus dientes, tu boca carta cerrada.

Tengo celos del viento, celos de la pura brisa, celos de tu fiel sonrisa, celos de tu pensamiento, celos del sillón donde tu cuerpo reposa, tengo celos de las mariposas que decoran tu habitación.

Con el brillo de tus ojos y el encanto de tu voz, en mis oídos suena como el canto de un ruiseñor.

Te amo, tanto te amo que mi amor es tan intenso como la inmensidad del mar. Yo te amaré siempre, aquí o en otro lugar.

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Para el amor no hay edades, cuando el amor es de verdad.


Francisco Manjón

Francisco Manjón Cabeza, residente de Amma Pozuelo, nació en Lucena (Córdoba) hace 89 años, concretamente el 24 de abril del año 1924. A los 18 años se mudó a Madrid y entró a trabajar en la banca hasta que, a los 60, se prejubiló. Don Francisco es un apasionado de la literatura, en especial de la rama de la Preceptiva Literaria, a la cual se aficionó cuando estudiaba bachillerato gracias a su profesora Lucía Abad. Es a ella a quien Francisco “culpa” de que hoy sea, según sus propias palabras, “un modesto aprendiz de poeta” ya que afirma que su belleza lo hechizó y, tal como decía Bécquer, “mientras exista una mujer hermosa, habrá poesía.”

Amor y desamor No preguntes si es verdad si un día, tal vez mañana, oyes que doblan a un muerto campanas de Santa Clara.

Mi amor de ti no se olvida, muy lentamente se abrasa sobre la lengua de fuego que tú has prendido en mi entraña.

Nunca rehusaste oír las notas de mi guitarra, que tú sabías eran cantos a tu hermosura temprana.

No alborotes, chiquilla, que quiere dormir en calma, ni hagas concebir en él nuevas ilusiones vanas.

Siempre, siempre escuchaste trémula, absorta y callada las letras de mis cantares que yo te decía a la cara.

No des más pares y nones, no te lo tomes a guasa, no juegues con mi cariño porque tu juego me mata.

Siempre prestaste oídos a mis ardientes palabras, a mis poemas románticos que en ti hacían diana.

No preguntes si es verdad, si un día, tal vez mañana, oyes que doblan a muerto campanas de Santa Clara.

Y tú, feliz, sonreías silenciosa y halagada creyendo yo, equivocado, que siempre otorga quien calla.

Mi querer es fuego lento, suicida en su propia llama por no querer sustraerse, ser de sí víctima y ara.

Cuando tu amor me engastó, se me murió a mí el alma. Y aunque mi cuerpo camine, camina sólo un fantasma.

Él atesora en su seno recuerdos de ti, muchacha, a los que dice “te quiero” mientras la pena le mata.

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Francisco Manjón

Mi amor a ti no renuncia, mi amor es agua que mana, mi amor es brisa, susurro, suspiro, fuente y cascada. Mi amor por ti fue un iluso y creyó, ¡ay, Virgen Santa!, que tú quisieras ser de él su otra media naranja. Déjalo que, poco a poco, se queme, se muera y se vaya. No lo despiertes, tormento, y ponle puentes de plata. Que siga en profundo sueño, que él no te oiga si hablas. Dejémosle moribundo en la hoguera de mi entraña. Si ríes, que él no te oiga, que tu voz no le es extraña. Por Dios, que no te presienta, que no te escuche si cantas. Que no te advierta y confunda los términos de tu charla creyendo que, como a Lázaro, dirás “levántate y anda”. Mi querer es loco y ciego, agua en mí se remansa, fuego, lucha, nervio, brío y aroma que me emborracha. Mi amor por ti aún no ha muerto, desengañado descansa de un querer desesperado, que vive sin esperanza. No te sorprendas, mi vida, cuando doblen las campanas por este amor ceniciento que al descanso eterno marcha.

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Cuando me doblen, tormento, no entristezcas la mirada y a nadie digas “lo siento” porque tú no sientes nada.


Francisco Manjón

Confieso que mil veces te he soñado ¡Cuántas cartas de amor te he escrito! ¡Cuántas frases, mi amor, te he firmado! ¡Y cuántas veces después he leído lirismos que luego he quemado! ¡Cuántos folios de papel escrito! ¡Cuántos pliegos de papel quemado! ¡Cuántas veces en noches de insomnio he saltado del lecho al despacho y en el más absoluto silencio a la noche de ti le he hablado! ¡Cuántas veces la noche me ha dicho: “¿De esto a ella le has dicho tú algo?” Y las mismas le he respondido: “No se atreve este pobre diablo.”! ¡Cuántas veces deseé ser muy rico en ideas, lenguajes y encantos y arrullar en tu oído divino un piropo, un suspiro, un canto!

¡Cuántos folios de papel escrito! ¡Cuántos pliegos de papel quemado! ¡Cuántas veces parezco en el limbo silencioso, de todos aislado! Sin embargo, y Dios es testigo, en espíritu estoy a tu lado. ¡Cuántos lustros, mujer, cuántos siglos que viviera este pobre cristiano, te estaría confesando los mismos sentimientos que estoy confesando! ¡Cuántas noches, en fin, con delirios escribiendo y, tal vez, inspirado! ¡Cuántas veces me ha sorprendido de la aurora la luz en mi cuarto y agotado, y muerto de frío, de la quema un poema he salvado escondido entre hojas de un libro que nunca, cariño, te he dado!

¡Cuántas noches con un simple crujido del madero del entarimado anhelaba que fuera un quejido, una súplica tuya, un reclamo! ¡Cuántas veces en un desvarío yo te he visto venir a mis brazos entre nieblas y etéreos vestidos, entre sombras y ruidos extraños! ¡Cuántas veces, como un chiquillo, de Madrid a El Casar he viajado con el ansia de verme contigo, con el sueño de estar a tu lado! ¡Cuántos nombres, verbos y adjetivos al papel de la pluma ha saltado! ¡Cuántas veces te he dicho “cariño”! ¡Cuántos versos, mujer, te he rimado! 69


Francisco Manjón

Renunciación Renunciar a paseos por caminos recorridos en tardes estivales por senderos estrechos y escondidos que atraviesan robledos y pinares.

¿Renunciar a mi amor que es infinito y apagar los latidos de mi sangre? Imposible, mujer, no lo concibo. En secreto, mi amor, tendré que amarte.

Renunciar al placer de hablar contigo, a tu voz y a tu acento que es un cante, al mirar de tus ojos y a tus brillos que me legan recuerdos entrañables.

Renunciaré, al fin, a mis idilios. Renunciaré a ti, que eres mi aire.

Renunciar a pitillos compartidos. Renunciar al enlace de tu talle. Renunciar a tus besos y a los míos… Renunciar con la muerte en el semblante. Renunciar es luchar consigo mismo y aceptar lo más duro en un instante. Renegar del afecto y del cariño y olvidar los idilios de mil tardes. Cuando tu amor se duerma, cielo mío, y el mío se canse, me marcharé y me llamarás perdido, si alguna vez llegas a recordarme. Renunciaré. Si quieres, yo renuncio. Renunciaré a verte delante. Renunciaré a mis ansias y delirios. Renunciaré sin incomodarte. Cuando tu amor sea frío y el mío te harte, renunciaré a mis sueños de chiquillo y sellaré mis labios suplicantes. Renunciaré, si puedo, a mis latidos, no pisaré el asfalto de tu calle. Renunciaré al aire que respiro y apagaré los fuegos que, en mí, arden. Renunciar, renunciar más. ¿Qué me digo si ni yo mismo ya podré obligarme?

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Renuncio hoy, con la ayuda de un suspiro que suaviza la herida que se abre. Renuncio en silencio, sin un grito, sin un reproche que pueda delatarme. Sé que en la soledad de mi retiro, conmigo a solas estará tu imagen y te diré lo que nadie te ha dicho, lo que jamás sabrá decirte nadie. Porque no habrá ningún mortal, martirio, que sepa como yo idealizarte. Óyeme bien, criatura, si por ventura en una primavera luminosa, caliente y venidera despertara tu amor dormido y quisieras, tal vez, recuperarme, no te canses, tormento frío, ya será tarde. Tú me añorarás porque me has perdido. Se canta lo que se pierde, dijo un poeta, y recordarás siempre mis verdades. Aquellas que fueron caricia en tu oído, aquellas que alzaron el vello en tu carne, aquellas que antaño tan sólo yo he dicho, en cierta manera, tan sólo a mi madre.


Francisco Manjón

Un canto a Lucena Lucena es mi patria con clima de fuego. Crisol de velones dicen que es Lucena. Lucena, Montilla, Cabra, Rute, Priego, La Rambla, Posadas, Montoso y Baena, pueblos de olivares, de viña, de espliego y hermosas mujeres de carne morena. Lucena es mi tierra, es la patria mía y, como suele decirse, quien dice Lucena, dice Andalucía. Tierra de beldades. ¡Qué aire y trapío tienen las mozuelas de Huelva a Almería! ¡Qué rica cosecha! ¡Qué gran mujerío! ¿Qué tienen las hembras de esta Andalucía que inspiran pasiones al hombre más frío? Pueblo de sentencias, dicta Andalucía refranes que inventan su filosofía entre risas, palmas, vino y una flor, canta mil canciones y un avemaría. ¡Canta Andalucía como un ruiseñor! Tierra de dolores, llora Andalucía. Suena una guitarra en la serranía y una voz gitana canta con dolor, con jonda amargura, con larga agonía, las penas que encierran los lances del amor.

Tierra de cantares, canta Andalucía que el cante en mi tierra es una manía, que el cante andaluz es una obsesión o el medicamento que el Señor envía pa’ aliviar las penas que da el corazón. ¿Y cuántos doctores en la torería “fabrica” esta tierra que es mi Andalucía? Son cientos de hombres y niños gigantes que, con gallardía, en tardes de toros con sangre de reses rubrican sus nombres dos veces al día. Lucena es mi cuna y en ella me dejo el alma y la vida porque esta es mi suerte. Vuelvo a Castilla y, aunque no me quejo, yo sé que en Castilla me hallará la muerte pensando en Lucena de la que me alejo. Camino cansado, voy triste, voy lejos. ¿Cuándo, mi Lucena, volveré yo a verte? Camino despacio por caminos viejos porque ya de vista comienzo a perderte. Partir de Lucena, qué duro tormento. ¡La llevo tan dentro! Lucena a mi espalda, qué pesar tan fuerte. Lucena en el pecho y en el pensamiento y Castilla al frente.

Templo de oraciones, ora Andalucía. Vibra una plegaria en el mediodía y la voz gitana, de emoción repleta, atajando el paso de la cofradía nos traspasa el alma con una saeta. Raza de poetas que hace Andalucía con las “jerramientas” de su fantasía. Romances y rimas que, aunque son ficción, son sus sentimientos que se hacen poesía, son versos que nacen de la inspiración. 71


Francisco Manjón

Romance del amor en silencio ¡Ay, qué suplicio más grande es el amar en silencio! Aunque nunca te lo he dicho, tú sabes desde hace tiempo lo que pa’ mí representas y lo que por ti yo siento. Son cosas que se adivinan en un mutuo entendimiento, aunque por fuera se tapen con el manto del silencio. Son hechos que se silencian porque se llevan muy dentro y, sin embargo, se leen como en un libro abierto. Una mirada, un rubor, un simple estremecimiento, un desvío de la mirada, un determinado gesto, un suspiro que se escapa puede decir “yo te quiero”. Yo he temblado, como una hoja de árbol que sopla el viento, cuando te he sorprendido leyendo en mi pensamiento. Tú lo sabes, como yo sé lo que hay en tu sentimiento. Yo también sé que me quieres porque te lo estoy leyendo.

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¡Ay, qué hormigueo sentimos cuando nos vemos de lejos y si nos aproximamos somos manojos de nervios! ¡Qué inexplicable emoción saber lo que ambos sabemos y estar compartiendo algo que sólo lo sabe el cielo! ¡Y qué dura es de cumplir la ley que impone silencio! Tengo hambre de gritar y pregonar lo que siento, decirlo a grito pelao’, cantarlo a los cuatro vientos. Tengo en el oído sed de oírte decir “te quiero”. Tengo en los labios sequía de tanto desear un beso. Tras la misa de un domingo y en la soledad del templo, te vi muy hermosa y mística musitando un padrenuestro. No me atreví a ir contigo, pues de tu oración el eco me hizo ser muy comedido y me infundió tal respeto que al fondo quedé escondido y en sombras quedé cubierto. Besaste los pies de un Cristo en dos maderos clavado, luego yo al crucificado cuántas veces, sin ser visto, cuántos besos le habré dado.


Francisco Manjón

¡Ay, qué placer y alegría es el querer que te tengo! Y qué suplicio más grande es el amarte en silencio! Intuyo que te anticipas a los acontecimientos y temes a lo que te digan y hablen las lenguas del pueblo. Que si eres rica y viuda y yo un hombre soltero, que tienes cuarenta años y yo treinta y cuatro cuento, que somos primos hermanos y nuestro amor sería incesto, que mancillas la memoria de aquel santo, tu don Pedro, que fue un caballero en vida y fue para mí un maestro. Y es que la gente disfruta llevando en la boca un cuento, con unas gotas de morbo y un chorretón de veneno. No prolongues más tu luto, no hagas eterno tu duelo. Cierra tu casa-palacio, Condesa de Montebello, y en la mía, solariega, serás reina y yo tu siervo. Que como tú estoy muy solo, no tengo padres ni deudos, no tengo a nadie en el mundo, sólo a ti en el pensamiento. Medita en lo que te digo. Esta noche tu aposento voy a escalarlo a las doce, cuando el mundo esté durmiendo. Si vences tu timidez, déjate el balcón abierto. No es preciso que tú hables, yo interpretaré el silencio,

el silencio de quien calla y otorga en la boca un beso. Me marcharé en seguida loco, feliz y satisfecho y una llamarada mística anidará en nuestros pechos. Pero si tú no me aceptas por prejuicios ajenos, confuso, entre las tinieblas de la noche y el silencio, me marcharé para siempre errante y de ti lejos. Desengáñame esta noche o en este mismo momento. ¡Cállate, cállate hombre porque me estoy consumiendo de tanto soñar contigo contra mi consentimiento! Yo nunca quererte quise por todos los argumentos que pesan sobre nosotros y, sin embargo, confieso que en secreto te he querido que te he amado en silencio. Tú eres corona de hiedra ceñida en mi pensamiento. ¡Qué letanía de reproches hace en mi conciencia eco! ¡Qué desvarío, chiquillo, es la ilusión que en ti tengo! ¡Y qué locura la mía, contarte lo que te cuento que va contra mi pudor y los principios que tengo! No me hables, no me tientes, no eches más leña a mi fuego. No me mires a los ojos que me quitas el sosiego. No me atormentes, criatura, 73


Francisco Manjón

vete con Dios y en silencio. Mas no te tardes, cariño, porque a las doce te espero. Estaremos los dos solos sin testigos indiscretos. Yo te ofreceré mis labios que en los tuyos serán presos. Como no te quiero errante, ni confuso ni viajero, yo seduciré tu mente y te haré mi prisionero hoy, noche de San Juan. Y en esta fiesta del fuego se fundirán las candelas de nuestro amor en silencio y al fin cristalizará el querer, que será eterno.

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Mercedes Caldevilla Cecilia

La residente de Amma Puente de Vallecas, Mercedes Caldevilla Cecilia, nació en Barcelona hace 87 años en el seno de una familia de siete hijos de la cual ella era la más pequeña. Con seis años se fue a vivir a Madrid a estudiar en el Colegio de Goya. Allí sus profesoras quedaron sorprendidas de lo rápido que aprendió a leer. Años más tarde, estudió Taquigrafía y Mecanografía y, al poco tiempo, empezó a trabajar como cajera y auxiliar contable. Uno de sus hobbies era el teatro por lo que, una vez al mes, asistía a ver distintas obras. A la primera ya supo que esa sería su gran vocación y a partir de entonces, el corazón de Mercedes siempre estuvo dividido entre su familia y el escenario.

A un joven madrileño (Madrid, 1977) Ya no te acuerdas, madrileñito del alma, de esas noches de verbena que allá en tu barrio se pasan. Bailando al compas de un chotis con una de esas chulapas, que asesinan a cualquiera cuando sus ojos te clavan. Ya te has olvidado de to’, del churro y la limoná, del mantoncito de flecos y del tiestecito de albahaca, casi na’. Qué pena me da al mirarte, madrileñito del alma, ya no dices un piropo cuando pasa una chavala, sólo sabes bailar rock y de lo castizo nada. No olvides que naciste en Lavapiés, fuiste bautizado en La Paloma y viviste en La Corrala, aunque eso no te gusta que te lo recuerden ahora. Ser un chulo es un orgullo aunque vivas en Moncloa. Jovencito, escúchame y mírame a la cara, te aconsejo con cariño que en las fiestas madrileñas elijas a una chulapa, llévala a una verbena, márcate con ella un chotis, bebe un trago de limoná, y verás cómo te sientes como el más grande de España. No olvides este consejo que te lo da una anciana que en su juventud cantó y bailó mucho y ese feliz recuerdo siempre, siempre, le acompaña.

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Paquita Martínez Rubio

Paquita Martínez Rubio nació el día 6 de enero de 1940 en Valdepeñas (Ciudad Real). Se crió en una familia humilde de la que recuerda con gran cariño a su abuela, quien le enseñó grandes valores. Según Paquita, su vida se encauzó cuando conoció a un amigo sacerdote y éste le invitó a leer los evangelios. Estas lecturas le hicieron darse cuenta de que se había enamorado de la figura de Cristo y que quería seguirle. Supo entonces cuál era su vocación y entró a formar parte de la congregación Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús, en la que lleva ya 58 años y con la que ha podido vivir las mejores experiencias de su vida. En la actualidad, doña Paquita ha cumplido 73 años en la residencia Amma Puente de Vallecas.

Sanación interior Los hombres, Señor, me hicieron la herida, odio, rencor, envidia. Los hombres hicieron que nunca para mí tuviera sentido la vida y a los quince años quise quitarme la vida. Los hombres, Señor, me hirieron y yo, a su vez, me hería. Eres insoportable y no das paz, imposible a tu lado la vida. Quería ver a Dios, pero no lo veía. Tan cerca y tan lejos, dentro de mí vivías y yo en cambio te veía lejano, un Dios que castiga. Pero tú, Padre, tan bueno siempre me seguías y un día de ejercicios, luz diste a mi vida. Me vi, Señor, como una manzana podrida, grité, supliqué y me diste una nueva vida. Una muralla levantaste y una voz me decía: “De la muralla para adentro, mi amor en ti olvida, de la muralla para afuera, es nueva la vida. No soy yo quien vive, eres tú quien dentro de mí habitas,

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en mí vives, hablas, caminas, en mí todo es paz, alegría.” En mí hay un amor que por amar tiene prisa, por eso, Padre Bueno, mi vida es alabarte y cantar tus maravillas. Decir a los hombres que eres el Padre Bueno, el Padre Poderoso que hace maravillas. Gracias Padre Santo, gracias por la vida.


Josefina Cano

La señora Josefina Cano nació el 29 de marzo de 1933 en Villanueva de Córdoba, pero al cabo del tiempo se mudó a Cerdanyola del Vallès, en la provincia de Barcelona. Fue allí donde, con mucha dedicación e ilusión, montó su propia empresa de tapicería. Una de sus pasiones es la escritura, afición que le viene desde jovencita y que ha cultivado llegando a publicar varios libros. A sus 80 años, a doña Josefina le ilusionan las visitas semanales que hacen los alumnos y alumnas de la Escuela Viarò a la residencia Amma Sant Cugat. En ellas, disfruta recitando algunos de sus poemas.

Viejo Fue de tus manos, viejo, de las que prendí mi vida, las que guiaron mis pasos noche a noche y día a día. Fuiste tú el que me enseñó a forjar mi valentía, a pasear en tiniebla y a embriagarme en la alegría. Contigo aprendí a amar y a desechar el rencor, me enseñaste a respirar y a disfrutar del amor. Me enseñaste que las cosas son tal como son, que nunca puedo cambiarlas ni por más ni por mejor, que todas tienen sus leyes y todas su sin razón. Aprender de lo vivido fue tu empeño más constante y no darse por vencido y mirar siempre adelante. Lo que ahora sé, todo tú me lo enseñaste, todo menos una cosa y no puedo perdonarte, nunca me dijiste, viejo, que un día me dejarías, que la muerte, ya afectada, tal dolor me causaría.

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Josefina Cano

El muchacho Caminando hacia mi casa un muchacho vi llorar. Tal era su amargura, que no pude evitar dirigirme hacia él y, más tarde, preguntar: “¿Llorar? ¿Por qué? ¿Qué es lo que a ti te sucede que tanto te hace llorar?” Era un muchacho moreno, hijo de nuestro señor, un muchacho callejero que más tarde me miró. No dijo palabra alguna pero sus ojos brillaban, no dieron nada a entender, pero ellos bien miraban. “¿Que te ocurre?”, pregunté. “¿Cómo es que no me contestas? ¿Es acaso una amargura que te envuelve en mil tinieblas?” Permanecimos callados, mas no fue largo ese rato, pues oí una voz muy débil venir de aquel muchacho. Su edad yo tenía, pero ahora terminó. Por fin encontré una amiga y le doy gracias a Dios.

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Sofía Arbell I Aguiló

Aunque Sofía Arbell i Aguiló nació en Olost de Lluçanès (provincia de Barcelona) el 16 de septiembre de 1913, a los dos años se trasladó a vivir a Castellterçol. De esta época guarda muy buenos recuerdos, ya que fue allí fue donde conoció a grandes personalidades como al escritor Josep María Folch i Torres y al primer Presidente de la Mancomunitat de Catalunya, Enric Prat de la Riba. Doña Sofía perteneció al grupo Pomells de Joventut, que se dedicaba a promover la cultura catalana y era muy aficionada a la poesía, hobbie que le viene de muy pequeña ya que, en la escuela, ella era siempre la que se encargaba de recitar los poemas en voz alta. En la actualidad, además de ser una de las personas más longevas de Amma Sant Cugat, con 100 años, también es una mujer muy querida por compañeros y trabajadores.

Sant Jordi

Sant Jordi

Sant Jordi, brau cavaller, de l’amor sou missatger i al vostre pas floreixen roses. Per ser vós nostre patró que tot català invoca en arribar a Catalunya feu-les florir més flairoses.

Sant Jordi, valiente caballero, del amor sois mensajero y a vuestro paso nacen rosas. Por ser tú nuestro patrón, al que todo catalán invoca, al llegar a Cataluña hazlas florecer más hermosas.

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Sofía Arbell I Aguiló

A la Verge de Montserrat

A la Virgen de Montserrat

Verge Moreneta de nostra muntanya, vostra cara bruna és plena d’encís. Lliri de pobresa nat en primavera, que feu d’aquest temple un joliu paradís. Vós feu que obri cel la rica estelada i el cel que us envolta fins sembla més blau i del riu la boira pujant fantasiosa encens vol donar-vos un perfum suau. Les dolces cantúries de vostres arcàngels dolçament arriben fins vostre cor feu que nostra pàtria mai conegui l’odi

Virgen Moreneta de la montaña, vuestra cara oscura está llena de encanto. Lirio de pobreza nacido en primavera, que hacéis de este templo un precioso rincón de descanso. Vos conseguís que el cielo se llene de estrellas y brille de un color azul intenso. Del río la niebla sube fantasiosa para procuraros un suave perfume de incienso. El dulce canto de vuestros arcángeles dulcemente llega a vuestro corazón, consiguiendo que nuestra patria no conozca el odio y entre los hermanos perdure el amor.

i l’amor perduri al cor dels germans.

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Carles Relea i González

Carles Relea i González nació en el pueblo de Canejà (provincia de Lleida) el 22 de abril de 1918. No obstante, años más adelante se tuvo que ir a vivir con su familia a Barcelona para poder dar una mejor formación a sus hijos. Don Carles estudió la carrera de Perito Industrial Libre en la Escuela Industrial de Terrassa y tiene un libro publicado con poemas y cuentos. Esta inquietud por la poesía surgió espontáneamente cuando estudiaba a fondo la problemática lingüística del catalán. Fue entonces cuando escribió un pequeño poema que los “entendidos” calificaron como bueno y, a partir de ese momento, siguió escribiendo poesías hasta el día de hoy. A sus 95 años, don Carles reside en Amma Sant Cugat.

La campaneta

La campanilla

Per la nit refresca, cau la rosada i s’arrupen les flors esperant l’alba, que es faci de dia. Ve la claror, l’ambient s’escalfa, deixa de lluny la fredor de la nit. La campaneta reviu, s’obre lentament a la bonança. Ja és eixida i vigorosa, s’escampa en l’aire conformant-se d’estètica que abans, arrupida, la fredor l’oprimia. Ja és plena i maca, guaita a l’entorn del jardí i veu altres flors que la miren. Se sent ufana, festejada, aquella joia de jardí oberta de vius colors molt moradencs de serenor i bellesa en una alba de llum esclatant.

Por la noche refresca, cae el rocío y se cierran las flores esperando el alba, que se haga de día. Llega la claridad, el ambiente se caldea, atrás queda el frío de la noche. La campanilla renace, se abre lentamente con gracia. Ya está erguida y espléndida, se luce mostrando una estética que antes el frío no le permitía. Ya en plenitud, mira alrededor del jardín y ve que otras flores la miran. Se siente envidiada y preciosa, esta joya de jardín abierta de colores alegres y morados, de serenidad y belleza, en un alba de luz intensa.

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Carles Relea i González

El deseo Quisiera verte y estar cerca de ti, verte y mirarme en tus pupilas. Tenerte en mis brazos y besarte, besarte y acariciarte. El beso es la flor de la vida. Estás tan lejos de mí que presiento no verte, estimarte con fervor y tenerte admirada. El sol nos luce a los dos, se refleja en nuestros rostros y tu esplendoroso cutis brilla. La suavidad de tus manos se junta con las mías, me estremezco de ilusión y siento tu palpitar junto a mi corazón.

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Rosa Font

La señora Rosa Font nació hace 97 años en Barcelona. Allí es donde siempre ha vivido y donde desarrolló la gran admiración que siente por la Virgen de Montserrat. Aunque trabajaba como profesora de corte y confección, es una gran aficionada a la escritura, talento que tiene desde que era joven. Hoy en día, doña Rosa tiene 1 hijo y 2 hijas y disfruta en el centro Amma Sant Cugat con las actividades de lectura compartida. Destaca por ser una residente discreta, observadora y muy querida en el centro.

Confesionario Una muchacha en el confesionario pregunta: “Padre, ¿es pecado besar?” “¿A quién quieres besar? ¿A tu padre o a tu hermano?” “A un hermoso galán que de mí se ha enamorado”. “¿Tú le quieres?” “¡Con todo el alma!” “¿Y él a ti?” “¡Me lo ha jurado!” “Pues, siendo así… bésale, que no es pecado”.

El beso El beso en la frente es castidad. El beso en la mejilla es amistad. El beso en los ojos es ilusión. El beso en la boca es pasión.

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Miguelina Regodón Pérez

Miguelina Regodón Pérez fue una señora de los pies a la cabeza. Desde muy joven, se le notaba en la cara esa jovialidad que la caracterizaba y esa inquietud por aprender y por ser capaz de expresar sus sentimientos. Así pues, doña Miguelina no sólo adoraba la lectura, sino que también le encantaba escribir, ya que eso le permitía dejar plasmados en un papel los sentimientos que sentía en un momento determinado. Tanto es así que escribió un diario con sus experiencias y pensamientos a sus seres queridos. Siempre fue una mujer romántica y apasionada a la que nunca le faltó compañía. Para todos en Amma Santa Cruz era un honor contagiarse de tanta belleza como la que desprendía.

Dar amor Ahora sé por qué ando flotando, este sentimiento que me embarga tiene que ser amor. El cielo tuvo algo que ver en que nos conociéramos, algo incomparable que no se podría explicar. Señor, me diste más de lo que merecía: estos tres hijos que mi corazón quiere tanto. El amor te puede meter en los líos más insospechados. Enseñaré a cantar a mi corazón, estrujaré el sol con mis manos, porque lo que deseo es dar amor ahora que estoy viva.

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Albert Noguero Vallverdú

Albert Noguero Vallverdú nació en Barcelona el 20 de noviembre de 1920. En su juventud, intervino en la Guerra Civil Española y se exilió en Francia para, unos meses después, volver a España. Permaneció durante un año en un batallón de trabajadores y al volver a Barcelona, se casó y tuvo dos hijas. En la actualidad, reside en el centro Amma Teià y tiene 93 años. La afición que tiene don Albert por la literatura y la poesía le viene desde muy pequeño, ya que éstas fueron la base de su educación. Comenzó a escribir sus primeras líneas imitando a su padre, que también escribía.

La virtut d`estimar

La virtud de amar

(Març de 2013)

(Marzo de 2013)

Una de les més apreciades virtuts és la d’estimar i sentir angoixa per una persona que està sofrint una suposada malaltia.

Una de las más preciadas virtudes es la de amar y sentirse angustiado por una persona que está sufriendo una supuesta enfermedad.

I quan un coneix persones que el dolor dels altres els provoca pena, un creu que el nostre món no és tant miserable com es pensa.

Cuando uno conoce a personas que por el dolor ajeno sufren, piensa que nuestro mundo no es tan miserable como dicen.

Per què hi ha tantes persones que pensen que la riquesa és benestar quan aquesta moltes vegades sols provoca dolor i malestar?

¿Por qué hay tanta gente que piensa que la riqueza es bienestar? ¿No ven que muchas veces sólo provoca dolor y malestar?

Però avui desitjo dir amb fermesa que les persones que estimen els que pateixen són les que sembren les flors que provoquen esperança.

Hoy quiero decir alto y claro que las personas que quieren a los que sufren son las que siembran las flores que reavivan la esperanza que necesitamos.

I jo demano a tots els nostres amics: deixeu de banda la riquesa i, amb força, llencem la consigna “lluitem contra la ignorància i la pobresa”. (Dedicat a tot el personal de la nostra residència, a les auxiliars i a tothom que ens fa viure moments de felicitat i alegria).

Pido a todos nuestros amigos que se olviden de la riqueza y que unamos nuestras fuerzas para luchar contra la ignorancia y la pobreza. (Dedicado a todo el personal de nuestra residencia, a las auxiliares y a todos los que nos hacen vivir momentos de felicidad y alegría). 85


Albert Noguero Vallverdú

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Enyorances

Añoranza

(Setembre de 2012)

(Septiembre de 2012)

Aquest matí, en una trobada entre gent gran i un grup d’estudiants, ha estat per a nosaltres una jornada plena d’enyorances.

El encuentro de esta mañana entre ancianos y estudiantes ha despertado en nosotros una gran añoranza.

Alguns del joves escolars encara varen preguntar a les persones grans quin era el record que amb més joia en aquells moments recordaven.

Algunos de los jóvenes escolares preguntaban a los ancianos cuál era el recuerdo más feliz que guardaban en sus corazones.

I una de molt gran ens recordà la seva vida després de la guerra. El primer que va fer, ens va dir, fou buscar una amiga.

Y una mujer muy mayor les explicaba que después de la guerra, lo primero que hizo fue buscar a una compañera.

Emocionant fou veure plorar d’alegria un home gran, assegut en una cadira, i venir per dir-me: “Avui he tornat a viure el passat”.

Emocionante fue ver llorar de alegría a un hombre que había allí sentado, que vino para decirme “Hoy he vuelto a revivir el pasado”.

Són aquests records els que encara donen ganes de viure. “Reviure el passat és com tornar a néixer”, em va dir plorant d’alegria.

Son esos recuerdos los que devuelven las ganas de vivir. “Recordar el pasado es como volver a nacer”, me decía con lágrimas de alegría.


Albert Noguero Vallverdú

El petó (Febrer de 2012)

El beso (Febrero de 2012)

Situada a la meva vora hi ha una dona asseguda en una taula. Els seus cabells són blancs i la seva cara és per enamorar-s’hi.

A mi lado hay una mujer sentada. Sus cabellos son blancos y su cara es para enamorarse.

Sempre, en passar pel seu costat, jo me la mirava i li tocava el nas. Ella, espantada, em rebutjava, però jo el nas li tocava.

Siempre al pasar por su lado, la miraba y le tocaba la nariz. Ella se asustaba y me rechazaba, pero yo la nariz le tocaba.

Un dia, inconscientment, vaig passar i no li vaig estirar el nas. Mare meva, el meu oblit es transformà en un crit que em feu esgarrifar.

Un día, inconscientemente, pasé y no se la toqué. Mi olvido provocó un chillido que me hizo estremecer.

Jo li vaig demanar perdo i la vaig besar, però aquell dia em vaig adonar que la meva inconscient estirada de nas havia esdevingut una obligada besada.

Le pedí perdón y la besé, y aquel día pude entender que mi inconsciente gesto en su nariz se había convertido en un beso obligado.

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Albert Noguero Vallverdú

Records de quan érem joves (Figueres, 1943)

Recuerdos de cuando éramos jóvenes

A dalt: Onades de campanes omplen el cel. A baix, els pins alts i majestuosos cobreixen la terra d’un espès vel.

(Figueras, 1943)

A baix: Els arbres canten i ballen al so que llencen les campanes. I tot l’espai es converteix en un estel de sonores imatges. Els sorolls s’estenen i es barregen amb la dolça remor del bosc, mentre els núvols dominen i tot fa pensar que quelcom ha mort. De sobte: El sol penetra i, burxant, envia missatges d’or. És l’apoteosi que va dominant les ombres que a tots ens fa por. Allà, però, en un banc hi ha un home que mira l’infinit, buscant un estel. És el que tu i jo coneixem, l’Àngel que ens uneix des del cel. (Dedicat a la meva estimada).

Arriba: Las campanas llenan el cielo. Abajo, los pinos, altos y majestuosos, cubren la tierra con un tupido velo. Abajo: Los árboles cantan y bailan al son que marcan las campanas. Y todo el espacio se convierte en una estrella de sonoras imágenes. El ruido se difunde y se mezcla con el dulce murmullo del bosque, mientras las nubes dominan y todo hace pensar que alguien ha muerto. De repente: El sol penetra y envía mensajes de oro. Es la apoteosis que va dominando las sombras que a todos nos asustan. Allí, sin embargo, en un banco hay un hombre que al infinito mira buscando una estrella. Es quien tú y yo sabemos: el ángel que nos une desde el cielo. (Dedicado a mi amada).

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Albert Noguero Vallverdú

Himne a la residència

Himno a la residencia

(Abril de 2013)

(Abril de 2013)

Amunt les persones grans. Amunt els que lluitaren amb fermesa i esperança per un món sense guerres.

Arriba los ancianos. Arriba los que lucharon con firmeza y esperanza por un mundo sin guerras.

Demanem a la nostra joventut que no deixi de lluitar per la pau i germanor a la nostra terra, tal com ho vàrem fer nosaltres.

Pedimos a los jóvenes que sigan luchando por la paz y la hermandad en nuestra tierra, tal como hicimos nosotros.

Però, avui, residents d’Amma, cantarem amb força aquella cançó que sempre ens omplí el cor de joia i esperança per a l’esdevenidor.

Hoy, residentes de Amma, cantaremos con fuerza aquella canción que nos llenó el corazón de alegría y esperanza para el futuro.

Visca les persones grans. Visca la joventut que lluità i tornarà a lluitar per un món millor que el nostre i que, avui, és l’esperança del demà.

Vivan las personas mayores. Viva la juventud que luchó y volverá a luchar por un mundo mejor que el que tenemos y que hoy son la esperanza del mañana.

Visca la residència.

Viva la residencia.

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Manuel Rodríguez Díaz

Manuel Rodríguez Díaz nació el día 21 de agosto de 1928 en Santa Cruz de Tenerife. Natural del municipio de San Cristóbal de La Laguna, don Manuel se consideraba un gran amante de la gastronomía. Así mismo, también disfrutaba realizando dibujos y escribiendo, muestra de ello es la exposición de dibujos y obras literarias propias que organizó durante su estancia en la residencia Amma Tejina. Entre sus obras se incluían paisajes canarios y poemas románticos.

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Esos dos retoños

Quiero gritar

Tus ojos estáticos contemplan fijamente cómo crecen esos dos retoños que han brotado de lo más profundo de tu ser. Y mientras tus pulsos desafían el tiempo y tus brazos se abren llenos de amor, cada día que pasa, te sientes más madre, más mujer, más segura de ti misma. El cariño de esos dos retoños es flor y fruto de un amor que llegó un día bajo un cielo de azul esperanza para llenar tu vida de amor y felicidad. Y mientras hoy vives y luchas por ellos sin contar las horas ni el tiempo, el sentir de tu corazón como madre, se profundiza tan hondamente que hace que de tus ojos brote una lágrima y de tus labios, una palabra, una sonrisa y una oración.

Quiero gritar, gritar. Romper el silencio de la noche, hacer que las estrellas lloren, que la luna hable, soñar contigo y vivir acariciando esa flor nacida en el camino de un sueño. Respirar el aire que respiras, mirarme en el espejo de tus ojos, encadenarme a tus sentimientos hasta que el embrujo de tus manos sea caricia embriagadora, hoguera seductora, deseo y amor.


Manuel Rodríguez Díaz

Cuando sonríen tus labios Cuando sonríen tus labios, también sonríen tus ojos y esa cara bonita que adorna tu bello y escultural cuerpo. Se ilumina de color rosa y clavel y toda tú eres sonrisa, poesía y amor.

Anoche Anoche fue mi desvelo tan profundo que me asomé al balcón, miré al cielo y vi cómo allá, a lo lejos, la luna jugaba con las estrellas. Fue tan grande mi obsesión, que las fui contando una a una para ver si tú estabas entre ellas. Y allí estabas, única, bella, radiante y hermosa.

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Antonio Alfara Quebrada

Antonio Alfara Quebrada nació el 8 de septiembre de 1929 en Jaraicejo, un pueblo de la provincia de Cáceres. Allí se dedicó a realizar las tareas y labores propias del campo. Años más tarde, se casó con Patrocinia Roque en Madrid con quien tuvo 3 hijos (2 chicas y 1 chico). Durante 44 años estuvo trabajando en Industrias Duero, una fábrica de galvanizado en la que ascendió ocupando diferentes puestos, y a sus 84 años reside en Amma Usera. Aunque no sabe determinar exactamente de dónde le vino la inspiración, don Antonio se considera un aficionado de la escritura desde que, haciendo el servicio militar, comenzó a escribir a su novia. Después de estas preciosas cartas, comenzó a crear otros escritos y poesías y, al comprobar que no se le daba nada mal y que le entretenía, lo convirtió en su gran afición.

Amma Usera (Marzo de 2013) La residencia Amma Usera es un lugar muy tranquilo donde puedes descansar porque no tenemos ruido.

una para hacer gimnasia, otra, curar las lesiones, que lo hacen nuestras fisios, por algo son las mejores.

Las chicas auxiliares merecen tener un premio por el trabajo que hacen atendiendo a los enfermos.

También hacemos gimnasia los que ya somos mayores y no tenemos envidia de los chicos fanfarrones.

Se necesita energía y fuerza de voluntad para estar de noche y de día dispuestas a trabajar.

Tenemos varias salas para hacer actividades, que a la vez sirven de escuela donde estudian unos pocos y los que no estudian, juegan.

Pido para los enfermos, que pronto se pongan buenos, que empiecen las alegrías y olviden los sufrimientos. Tenemos que ser amables y ayudar al compañero que no puede defenderse por los años que tenemos. Tenemos aquí un gimnasio que realiza dos funciones:

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Al entrar al comedor, no tenemos que hablar alto. Debemos hablar bajito para no molestar tanto. Esto beneficia a todos, el poder comer tranquilos. Después, echarse la siesta y soñar con angelitos.


Antonio Alfara Quebrada

Las chicas del comedor son amables al servir. La comida está caliente, ¡qué más se puede pedir!

Se adentraron en las tierras que todos desconocían y que tantas sorpresas más tarde se encontrarían.

Tenemos otros servicios, funcionan igual de bien, con personal competente que todos podemos ver.

Encontraron mucho oro que trajeron para España y a la pobre Extremadura sólo le dieron chatarra.

Gracias a la dirección que me ha dejado escribir esta modesta poesía que ahora tenemos aquí.

Aparte de que Extremadura tiene muchas cosas buenas, entre cuatro señores se hicieron dueños de ellas.

Creo que me he metido a todos dentro de esta poesía, si me he olvidado de alguno ya lo meteré otro día.

Esclavizando a los pobres, dándoles sólo trabajo, pagando con cuatro perras sus esfuerzos sobrehumanos.

Espero que os parezca bien, con esa intención lo he hecho. Si la gente está contenta, me daré por satisfecho.

Aparte de la pobreza, les prohibieron los estudios para que nunca alcanzaran a poder quitarse el yugo.

Mi Extremadura valiente (Marzo de 2006) Extremadura valiente, tierra de conquistadores. Cómo con tu gente ruda exploraste sus valores. Primero fueron marinos que atravesaron los mares desafiando el peligro de todas las tempestades. En los barcos de madera, como cáscaras de nuez, llegaron hasta las tierras que tanto deseaban ver.

Así, con esta miseria, fueron pasando los años y la pobre Extremadura nunca salió del engaño. Parece que con el tiempo la gente se fue despertando y se fueron dando cuenta de que la única salida era marcharse del campo. Esto le pasó al que escribe, que pudo salir a tiempo para encontrar un trabajo y así ganarse el sustento. Y, aunque lejos de mi tierra, nunca la podré olvidar porque como Extremadura, no encontrarás otra igual.

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Antonio Alfara Quebrada

Nochebuena (Navidad de 2006) Qué linda es la Nochebuena, que nació el Hijo de Dios para proteger al mundo de todo mal pecador. El Niño nació tan pobre, que hasta nació en un pesebre al cuidado de una mula y de una vaca de leche. A este Niño chiquito, que todo el mundo admiraba, le trajeron los pastores corderos pa’ que jugara. Hasta los Reyes de Oriente, guiados por una estrella y montados en camellos, llegaron hasta su puerta. Allí estaba San José haciendo de carpintero y recogió los juguetes que los Reyes le trajeron. Y se puso muy contento con tos’ aquellos juguetes, como pasa con tos’ los niños cuando les llegan los Reyes. Aquel Niño chiquitito cuando fue siendo mayor, perseguido por romanos, al desierto se marchó. Allí estuvo mucho tiempo pensando por qué razón le perseguían los romanos para su liquidación.

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Él había venido al mundo para salvar a los hombres, pa’ que no fueran tan malos, tan guerreros y feroces.

Pero no le comprendieron y, poco a poco, acusaron de ser el falso Mesías que el cielo había mandado. Y por la misma razón, le cogieron prisionero, dándole grandes castigos que entre todos cometieron. Con una pesada cruz, que a sus espaldas cargaron, y una corona de espinas hasta el monte lo llevaron. En lo alto de la cruz, sin compasión, lo clavaron y allí terminó su vida el Salvador deseado. Y desde entonces, los hombres no pueden tener perdón, pues mataron a Jesús sin tenerle compasión. Sólo nos queda el consuelo de rezar al gran poder, que tenga misericordia y nos quiera recoger.


Antonio Alfara Quebrada

El pastor (Abril de 2006) La vida del pastorcillo es una vida muy dura, siempre solito en el campo sin diversiones ningunas.

Así se pasa la vida, pasan los días, los años, y los pobres pastorcillos siempre están con su rebaño.

Suelen vivir en cabañas durmiendo en camas muy duras hechas de finos ramajes que te rompen la cintura.

Es una forma de vida tan ingrata y miserable que los que no la conocen piensan que es muy agradable.

Las cabañas son de paja, de las que el rastrojo cría, que van dejando las mieses al recoger las semillas.

Ellos, con su sacrificio, facilitan los placeres de aquellos que nos comemos en las bodas y bautizos la carne de sus corderos.

Las viviendas son muy malas, sin comodidad alguna, expuestos a todo riesgo de los que nos trae la vida. Se levantan muy temprano pa’ amamantar a los corderos. Hay que ordeñar las ovejas y después hacer el queso. Hay que sacar el rebaño para comer en el campo, revueltos con sus corderos que dan saltos y más saltos. Puede que les salga un día de aquellos que llueve tanto y calaos’ hasta los huesos regresan con su rebaño. Regresan a su cabaña donde encenderán un fuego, que al cabo de mucho rato, te sacará hasta el pellejo. Esta vida miserable que llevan los pastorcillos tiene poca recompensa después del gran sacrificio.

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Antonio Alfara Quebrada

El destino (Diciembre de 2006) Dime tú, rosa del alba, por qué es tan triste mi sino. No acabo de entender la causa de mi destino

Y yo le pido a esta rosa que me devuelva el camino que nunca debí perder por culpa de mi destino.

Qué delito he cometido para no poder gozar lo mismo que gozan otros de su entera libertad.

Que la vida que me quede, la pueda vivir tranquilo en compañía de mi gente y de todos mis amigos.

Parece que en este mundo todos tenemos un sino: unos tienen mucha suerte y a otros se les ha prohibido.

Así se acaben las penas, buscaremos la alegría pa’ poder vivir contentos el resto de nuestros días.

Yo debo ser culpable, la suerte la he perdido, para encontrarme en el pozo de algo que me ha sucedido. Perdí lo que más quería porque Dios me lo quitó y me encuentro dando tumbos dentro de mi depresión. Pero no pienso rendirme, tengo que seguir luchando para ayudar a mi familia a salir de estos quebrantos. Pienso que me queda mucho que todavía puedo dar para toda mi familia y amigos en general. Hay una voz que me dice, que sale del corazón, que tengo que ser valiente y pelearme con to’. Que tengo que divertirme, siempre con moderación, sin olvidar el pasado por mi humilde condición.

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Fermín Pérez Jaime

Desde que era muy joven, a Fermín Pérez Jaime le gustaba leer poesías, sobre todo las de los autores José de Espronceda y Antonio Machado. Esta afición tan temprana cobró fuerza con los años, ya que su esposa, sus hijos y nietos le empujaron a escribir y crear poesías para expresar sus sentimientos. La primera de sus poesías fue un regalo que don Fermín dedicó a su esposa y a los años vividos juntos. A partir de ahí, siguió escribiendo poemas a sus hijos y nietos. Hoy en día, don Fermín reside en Amma Valdebernardo y tiene 98 años.

A nuestro pequeño hijo (Año 1980) Quiso ser el Santo Isidro el que alegrara tu vida, el que llenara tu cara de esa sana simpatía y el que colmara de ilusiones a tus abuelos, ya viejos, que querían contemplar este precioso momento. Ahora, ya mayorcito, comprendes con tus acciones, esos recuerdos de atrás, suspendidos en el viento, para poder alcanzar las metas de un nuevo tiempo. Eres, con tus picardías candorosas e inocentes, el postre de una tertulia, demostrando a los presentes que por tus venas circula esa gracia madrileña, chulapona y verbenera, no exenta de disparates, que administraron motivos a los ilustres maestros de zarzuelas y sainetes. Con esa sabia alegría que llevas a flor de piel,

queremos, te sea fiel la vida que ya te aguarda. Piensa que nada es difícil, que lo roto se restaña y con esa bizarría que hoy apuntas inocente, sabrás alcanzar las metas si es que así te lo prometes. Tu abuelo esperará siempre a que llegue ese momento, siguiéndote con cariño hasta que tus afanes crezcan para unirse a los míos. Y sabrás que es muy bonito sopesar los sacrificios para poder reír siempre como hoy te ríes de niño.

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Fermín Pérez Jaime

Historia y balance de dos vidas (Año 1999) Ambos pensamos un día unirnos en soledad y después de muchos años, sesenta si sé contar, nos paramos a mirar el balance resultante echando la vista atrás. Cuando los años se alejan de las vivencias pasadas, los recuerdos se amontonan, por lo que, si te parece, metamos en un escrito todo lo bueno y lo malo que, tras una larga vida, los años nos entregaron. La memoria, ya gastada, no pondrá dificultar recordar aquellos días que tan lejos suenan ya. Testigos, los carnavales, así comenzó la historia. La juventud nos mordía y los amigos de entonces organizamos con prisas una gallarda comparsa de guitarras y bandurrias, gozando los carnavales con nuestra sana alegría. El conocernos fue entonces y, desde el primer momento, sin saber por qué sería, llevé tu cara a mis ojos dándote la bienvenida. Una idea inteligente y debido a tu hermosura, acordamos sin reparos entregarle la bandera para que así te lucieras y nos lucieras a todos. Yo con mi guitarra en ristre, 98

desfilando a tus espaldas, ya no veía otra cosa que tanto me interesara. Pasados los carnavales, nos vimos todos los días al cruzarme en tu camino cuando al trabajo acudías. Mis ideas eran claras pero, por mi timidez, no daba con el momento para decirte tranquilo lo que pensaba por dentro. Un buen día te paré y, sin pensármelo más, te dije: “Si te parece, me gustaría esperarte al salir de trabajar”. Tú no me dijiste nada, pero una abierta sonrisa me decía sin palabras que tu corazón y el mío el mismo ritmo llevaban. Sólo los ojos hablaban y con mirarnos a fondo, estos decían muy tiernos lo que los labios callaban. Así fue el principio de lo que tanto ha durado, repitiendo los paseos que ya dimos a diario. El noviazgo fue muy largo y durante aquellos años, fraguamos nuestros proyectos para, llegado el momento, al final poder casarnos. La Guerra Civil de España machacó nuestros deseos, tuve que marchar al frente y tú quedar esperando por si tenías la suerte


Fermín Pérez Jaime

de poder volver a verme. El beso de despedida mordía nuestras entrañas, pues de darnos tantos, tantos, éste no se parecía en nada. A los pocos meses de esto, ocurrió lo no previsto, verme de nuevo en Madrid disfrutando de un permiso. Muy corto, pero lo justo para mover lo pasado que, por éste inconveniente, se quedó parado. La guerra en aquellos días, con el asedio en Madrid, era un peligro constante. Nuestras mentes luchaban para buscar un remedio que otra vez, al separarnos, con las vidas tan vendidas, impidieran tristemente consumar lo proyectado… Una idea poco en uso nos hizo aclarar la mente, pensamos y así lo hicimos: casarnos seguidamente. Una nueva despedida encerraba tantas dudas que, aunque otras cosas quedaran, ésta, tan pensada siempre, no queríamos dejarla. La guerra se terminó para quienes la ganaron. Nosotros, los perdedores, otra guerra comenzamos. Sin obuses ni cañones, sólo con besos y abrazos, recogiendo los proyectos que tanto tiempo esperaron. Creamos una familia para llenar nuestras vidas, tuvimos a dos retoños que pusieron más afanes

en una lucha continua. Encontramos el bienestar que tanto tiempo soñamos. Trabajamos noche y día, pero el destino no quiso que aquella pasada vida se recuperara al ritmo que nuestros pasos querían. Nuestra Maribel se fue, nuestro ritmo se paró. Nada en aquellos momentos resucitaba el aliento que nuestros cuerpos pedían para terminar con bien el final de nuestros días. Una luz nos alumbró para seguir el camino y restañar el balance haciéndolo positivo. El hijo que nos quedó hizo que nuestra esperanza se viese reconfortada al ver cómo triunfaba enfrentándose a la vida. Ahora, ya jubilados, somos dos viejos cansados pero felices al fin. Alivian nuestros nietos las penurias no olvidadas en un caminar tan largo. Siempre mirando atrás sabemos que aquel balance resultó tan positivo que después, cuando marchemos, nos iremos contentos de saber que aquí dejamos el fruto de nuestro amor, muy fuerte y bien trabajado.

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Fermín Pérez Jaime

¡Qué bonito es tener veinte! (Mayo de 1997) Cuando llegaste a la vida en Madrid y en San Isidro, todo resultó feliz. Tu abuelo, que es tenaz, apostó por esperar haciéndose el muy valiente hasta que llegara hoy y verte cumplir los veinte. El ser mayor, como soy, me da la sabiduría de poder contar con creces lo bonita que es la vida y animarte a disfrutarla tal como tú te mereces. No son caminos de rosas los que vas a recorrer, ya que a partir de los veinte muchas cosas has de hacer. El labrarte un porvenir sabiendo ya ser honrado. Te resultará más fácil encontrar lo que has buscado, ya que los tiempos que vives te dan la oportunidad de tener la libertad de disponer de ti mismo y elegir lo que te guste sin contar con los demás. Recibir consejos, sí, si te los da quien te quiere. Recoge los que te valgan y los demás los apartas, por si pasado el tiempo quizá pudieran valerte. Otros tiempos dejo atrás, que es mejor no recordarlos, pero sí dar a la vida las gracias por disfrutarlos. Y si a esa vida le da por alargarse un poco más, 100

brindaré contigo, chaval, y celebraré, si es que puedo, tu felicidad recordándote al final, que estos veinte que has cumplido ya no volverán jamás. Y ahora, al felicitarte, quiero que sepas, cariño, que tuviste mucha suerte, pues no todo el mundo nace en Madrid y en San Isidro.


Fermín Pérez Jaime

Quince años ya… El placer de recordar nos trae muchas sensaciones, como si vivencias nuevas salieran de los rincones, y poder contar los hechos colmando mil ilusiones. Te recuerdo, niña mía, cuando, metida en pañales, eras todo un cascabel de la mañana a la tarde. Te recuerdo en muchas cosas y me quemaba el saber si después podría ver lo que quedaba muy lejos, ver crecer aquel retoño que, con placer de mis ojos, prometía tanto bueno.

Ahora todo es mejor y me consuela pensar que la vida se transforma cuando se sabe esperar. Tu abuelo.

Al fin se cumplió el deseo. Quince años hace ya que se forjaba en mi mente el poder llegar a verte tan linda como hoy estás. Y ver que aquel cuerpecillo de bella y clara promesa, se transformaba veloz, como una fugaz estrella, en la mujer que eres hoy, en una gracil palmera. Y si al 15 se le puso como la “niña bonita” en la veleidosa suerte, ese premio es para ti, y un poquito para mí, por haber llegado a verte. No puedo olvidar tampoco que desde muy pequeñita supiste poner en mi alma algo que necesitaba para cubrir el lugar que en mi corazón faltaba. 101


Fermín Pérez Jaime

Una nueva luz (Junio del 1975) ¿Adviertes, mujer, cómo marcha el tiempo? ¿Cómo al fin gozamos, cómo disfrutamos en estos momentos viendo que se cumplen los sueños más bellos, que, no ha mucho tiempo, dudábamos de ellos? Ya lo ves, cariño, ya somos abuelos y, después de todo, sin ser aún muy viejos. Viejos sí, en edad, pero recompuestos con este regalo llegado del cielo, con esta presencia de un lindo lucero que invita a la vida, que olvida recuerdos y vuelve otoñales a quien, por los años, son fruto de invierno. Los viejos son otros, los que ya no saben vivir el deseo y ponen tapones a nuevos anhelos. ¡Como si la vida no tuviera encantos en estos momentos! Desplaza tristezas, afanes desechos, cementeras vanas en terrenos yermos y canta a la vida como llega ahora, con nuevos fermentos, con risas ingenuas 102

y pucheros tiernos! Y no pensemos más en que somos viejos.


Rosario de Arpe

Aunque a doña Rosario de Arpe siempre le ha gustado la poesía, fue un día viendo pasar la Procesión del Silencio por su calle junto a su hermano cuando éste le propuso hacerle una poesía a la Virgen. Fue en ese momento cuando Rosario comenzó a escribir sus propios poemas. A esa primera obra dedicada a la Virgen le siguieron otras tantas dedicadas a su padre, a su hijo e incluso al amor en general. Hoy en día, doña Rosario reside en Amma Valdebernardo y tiene 90 años.

La procesión Pasaba la procesión, la Procesión del Silencio, y sobre unas andas de oro llevaban desnudo su cuerpo.

Sentí una angustia infinita, sentí un dolor tan intenso… Como si fuera mi madre la que allí estaba sufriendo.

Con la corona de espinas tan ceñida sobre el pelo, que gruesas gotas de sangre le resbalaban por el cuello. Después pasaban los soldados, redobles y timbaleros, que iban marcando a su son el paso de aquel cortejo. Detrás de una hilera larga de nazarenos cubiertos con capuchones morados y cirios entre sus dedos. Y luego los penitentes llevando cruces de peso y con los pies descalzos pisando en el frío suelo. Ahora venía la Virgen con aquel manto negro y siete puñales de oro clavados sobre su pecho.

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Rosario de Arpe

Celos

A tu querida memoria

Los celos son una cosa que no me deja vivir. Me pregunto muchas veces, de tanto que en mí crecen, si es que el amor que tengo es algo triste y horrendo o si es que de tanto amar yo no puedo sosegar.

Querido padre, querido… ¡Ay, qué amargura tan grande, qué pena y qué sufrimiento cuando yo besé tu cara y vi que ya estabas muerto!

No creas que los celos que yo siento son sin ningún fundamento, pues si yo he podido amarte, y hasta en sueños anhelarte, y si me dices que me quieres, ¿cómo es que tú no comprendes estas dudas que yo siento y la angustia y el tormento de tener que estar sin ti? Y aunque me jures mil veces que los celos que yo siento no tienen razón de ser, no me vas a convencer pues el aire y las estrellas y todas las cosas bellas en que tú puedas pensar son la causa de mi mal. Si tu mente se distrae con mil cosas diferentes ajenas a mi persona, siento que me traicionas. Me dan mil desvaríos cuando tus queridos ojos no se posan amorosos en los míos. Segura estoy de morir o enloquecer si, por un sólo momento, me dejaras de querer.

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Querido padre, querido… Si tú me pudieras ver desde el sitio al que te has ido, verás que aunque el tiempo pasa, nunca olvidarte he podido. Querido padre, querido… Qué dulce es evocarte, volver a sentirse niño y recordar tus caricias que me llenaban de alivio. Querido padre, querido… ¡Ay, cuánto tiempo ha pasado! ¡Cómo los años se han ido y aún te tengo en mi recuerdo como cuando estabas vivo!


Rosario de Arpe

Misterio

Traición

Su cara estaba muy blanca, frío y rígido su cuerpo y cuanto más miraba, cuanto más la estaba viendo, más parecía mentira lo que estaba sucediendo.

Cuando yo besé tus labios, fue tan grande mi emoción que sentí temblar mi pulso y pararse el corazón.

Besé sus labios dormidos, toqué sus cabellos yertos y sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo. Besé sus labios dormidos toqué sus cabellos yertos y me llené de terrores, de angustias y de miedos. La muerte había llegado, la muerte estaba allí dentro y aún parecía imposible que todo no fuera un sueño. Su cuerpo estaba allí cerca, frío, rígido, quieto, y aunque yo quise llorar, mis ojos estaban secos.

Me parecías tan bella, tan buena me parecías, que juraba y perjuraba que otra como tú no había. Por eso, cuando tu traición me contó el amigo aquel, sentí deseos de pronto de arrancarle hasta la piel. Y tuve que convencerme, con los ojos de mi cara, que no era él quien mentía, sino tú quien engañaba. Y los pulsos me temblaron y el cielo se oscureció y volví a sentir de nuevo pararse mi corazón.

Miré su cara tan pálida y sus deditos tan quietos, y sus ojos sin mirada y su boca sin aliento y sentí ansias de gritar, de gritar llamando al cielo para pedirle a voz en grito que me aclarase el misterio.

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María Dolores Diago

La residente de Amma Valdebernardo, María Dolores Diago, comenzó a escribir a la edad de 16 ó 17 años, ya que siempre le había gustado la lectura y la escritura. En ese aspecto, el autor con el que más se identifica es Gustavo Adolfo Bécquer, a quien considera su inspiración, puesto que ambos escriben sobre el amor. Doña María Dolores se enamoró de un amor imposible que le hizo sufrir mucho, este hecho marcó sus obras, ya que le hizo volcarse en transmitir sus sentimientos a través de la poesía. A sus 93 años, María Dolores opina que el amor es lo más grande que una persona puede tener, tanto que es el motor de la vida y, al igual que la poesía, no debe ser materialista.

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¡Aquel beso!

Dilema del ser o no ser I

Al darte un beso sentí como si vida diera. Y es que mi vida te di con el beso que te diera. Presentía ese beso, que te di la noche aquella, como último y mis labios en tus labios lo pusieran. Y por eso, fue aquel beso dado con tanta pasión y dado con ansia loca, con temor y con dolor. Y te llevaste mi vida con el beso, mi ilusión y todo lo que había soñado. ¡Todo en él lo puse yo! Porque sabía que ese beso era el último que yo en tus labios pusiera, lo puse con tanto ardor…

Yo estoy aquí y aquí estaré hasta el final del tiempo. Y viene esta pregunta aquí, ¿qué es esto? No puedo contestar, tan sólo pienso que aquí estoy yo. ¿Por cuánto tiempo? ¡Qué importa! Estar ya es bueno, aquí o allí es lo de menos. ¡Cuántos mortales que antes vivieron, sí entienden esto! Después, más tarde, tú, yo y el otro, presto sabremos. Yo estoy aquí, tú estás allí, allá el tercero, es lo que importa y nadie lo entiende. Tarde supieron. Y yo que estuve, que estoy ahora, que estaré luego, yo sí lo entiendo.


María Dolores Diago

¡Cómo te quiero!

El mejor testigo

¿Que si te quiero? ¡Dios mío! ¡Pero qué preguntas haces! ¿No ves que por ti muero? ¿No lo notas al mirarme? ¿No te das cuenta, mi cielo, lo que yo siento al besarte?

En una noche estrellada con una luna risueña, caminábamos felices a la ermita de la aldea.

¿Que si te quiero? ¡Dios mío! ¡Si más no es posible amarte! ¡Si no vivo si estás lejos! ¡Si mi vida es adorarte! ¡Si sólo sueño el momento de que ya nunca me faltes! ¿Que si te quiero? ¡Dios mío! ¡Te quiero más que a mi sangre y más que a mi vida entera y te quiero como a nadie! Lo mismo que algún día quisiera que tú me amases.

Fuimos por la bendición que a Dios pedimos, nos diera sin más testigo que el cielo y la Virgen montañera. Nuestro amor nunca acabó por ser testigo quien fuera. Sin papeles ni firmas, es cuando el amor se queda.

¿Que si te quiero? ¡Dios mío! ¡Tanto que nadie lo sabe! Ni quiero yo que lo sepan, es mi secreto y de nadie, que lo compartí contigo para que tú lo guardases aquella hermosa mañana que tu amor me declaraste. ¿Que si te quiero? ¡Dios mío! ¡Cuánto lloré al esperarte, pensando si llegarías o no llegarías a amarme! Cuánto padecí y sufrí y ahora que te tengo en mí, la pregunta que me haces…

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María Dolores Diago

¡Mis poesías! Mis poesías me llevan allende los mares, mis poesías me hacen soñar en mis lares, mis poesías me elevan a lo no alcanzable y a mi alma inundan coros celestiales. Mis poesías me miman como nadie sabe. Me siento sublime con sus madrigales, en su inspiración, cuánto amor me invade. Y hasta Dios me empuja, más que si rezase. Pero a veces pienso ¿de qué esto me vale? ¿Por qué amo estas cosas? De ellas, ¿qué me atrae? Mi poesía me dice toda delirante: ¡porque tú has nacido para siempre amarme! Y entonces veo claro, descubro al instante, que amo a mis poesías como si le amase, con todas mis fibras de mujer amante, con la misma fuerza que me da la sangre, con todo el sentido, con mi alma grande y en mi derredor aleluyas tañen.

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Vicenta Peiró Corona

Cuando tenía 4 años, como Vicenta Peiró Corona no sabía leer, su padre le hizo memorizar la poesía que recitaban en la iglesia en honor a la Virgen de su pueblo. Allí, entre la multitud, su padre le hizo subir al altillo y, con los brazos en alto, le hizo recitar aquel poema que aún hoy en día recuerda. Así fue como doña Vicenta se aficionó a la poesía. Una vez hubo aprendido a leer correctamente, cogió gusto a la poesía y siguió memorizando los poemas que les enseñaban en el colegio. Hoy en día, doña Vicenta reside en Amma Valdebernardo y tiene 87 años.

Abril es tauro Saludo al mes de dulces cantos y alegrías, heraldo de la poética canción. Saludo al mes que tiene 30 días y empieza con la Pascua de Resurrección. Saludo al mes de los pájaros y las flores, que a veces es lluvioso y a veces seco es. Saludo al mes que llaman mes de amores, por más que amarse es bueno cualquier mes. Abril es tauro y a mí se me imagina que está perfectamente donde ha de estar el sol. Gustándote los toros, es el mes que se inaugura el único espectáculo legítimo español. Adiós, abril… Me apena despedirte. Quisiera estar contigo un nuevo año, pero es igual que el tiempo que corre. Terminas tú y florido viene mayo.

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María Concepción Montero

A María Concepción Montero siempre le gustó leer, no obstante, no pudo seguir estudiando una vez cumplidos los 12 años por los tiempos que corrían. Además, disfrutaba mucho con las obras de teatro que se representaban en su pueblo. Cuando Mª Concepción se casó y formó su propia familia (tuvo 7 hijos), no le quedaba apenas tiempo libre, por lo que se inspiraba mientras guisaba. Un día escuchando el programa de radio de Luis del Olmo, se enteró de que una conocida marca de galletas pedía poesías y, como sus hijos comían muchas, Mª Concepción se animó a participar. Así fue como comenzó a escribir poesías, ya que anteriormente ya disfrutaba escribiendo agradecimientos y felicitaciones a familiares. Hoy en día, la señora Mª Concepción reside en Amma Valdebernardo y tiene 83 años.

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Cuétara (Junio de 1995)

Cuétara II

Como alegres campanillas que estuvieran repicando, acudes cada mañana a mi mente avivándome el recuerdo que del día anterior guardo. ¡Galletitas sin rival, que alegráis mi despertar! Ya nos dice un buen refrán, que mostrarse agradecidos es de ser muy bien nacidos. Pues yo quiero agradecerte que nos alegres la vida, porque, además de ser rica, es tanta tu variedad que, si la vista disfruta, más disfruta el paladar. Yo veo dudar a todos a la hora de elegir y, por no hacer excepciones, lo que hacen es repetir y competir y apostar por la más buena. Como exquisitas son todas, al final lo que dejan es vacía la bandeja.

Aunque tanto se haya dicho referente a tus sabores, yo quiero manifestarte la razón de mis amores hacia tu exquisita “clase”. Mi familia es numerosa y abundan las reuniones, deleitándose golosos con tus muchas variedades. Y aún en grandes ocasiones, aunque haya muchos manjares, igual sobrios que glotones me reclaman tu presencia. Al no ser empalagosa, de los finos paladares satisfaces su exigencia. Así vaya mi alabanza, cargada de gratitud, pues el éxito es seguro en mis fiestas si estás tú.


María Concepción Montero

¡Son ustedes formidables!

Regalo a mi hermano Aris

Si alguien me pidiera un día mi voto para un programa, diría Saber vivir, porque lo hacen con el alma. Le ponen calor humano como primer ingrediente y todo lo que le añaden es tan sabio y evidente que a los telespectadores nos tienen siempre pendientes de sus temas y consejos, que dominan de tal suerte, que hacen que, sin gran esfuerzo, se nos graben en la mente. ¡Gracias! Reciban un aplauso porque bien se lo merecen.

Han sufrido duras pruebas los riñones de este fraile y hay que animarlos un poco y librarlos de un mal aire. Por eso, los Reyes Magos han dejado este cojín, que los proteja un poquito del frío que hace en Madrid. ¡Que le sirva y a mandar! (Melchorín, Gasparín y Baltasar).

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Ángeles García-Madrid

Doña Ángeles García-Madrid nació en Torrejón de Ardoz y a los tres meses se mudó a Madrid. Con 13 años comenzó a trabajar en un taller de sastrería donde se hizo amiga de la oficiala. Fue cuando ésta le relató un poema acróstico cuando se le ocurrió que ella también podía crear uno para sus sobrinas. Así comenzó a escribir. Después de la Guerra Civil y tras casarse con un hombre ejemplar y tener con él una hija, doña Ángeles siguió trabajando sin dejar de lado su afición: la lectura y la escritura. No obstante, fue al enviudar cuando encontró en la escritura su verdadero consuelo. Así pues, a los 59 años, Ángeles publicó su primer libro, un poemario, y a éste le siguieron otros tantos. En el año 82 vio la luz el libro testimonial “Réquiem por la libertad”, del que se han publicado dos ediciones. A sus 95 años, doña Ángeles reside en Amma Valdebernardo y tiene la satisfacción de que aún la recuerden y le pidan intervenir en ciertos actos culturales.

A trece flores caídas

Ya tengo libertad

(Junio de 1995)

Me dijeron: Puedes irte, ya pagaste tu condena, pues te rebajan la pena del total que mereciste. Por largo tiempo viniste y, ya ves, te han indultado. Procura no andar de lado ni mirar ni hablar quejosa, que la justicia es piadosa pero tiene el brazo alzado.

Trece flores de trece limoneros hacia el valle que seca los trigales. Trece ninfas de trece manantiales que le ceden su canto a los jilgueros. Trece sueños fragantes de romeros que se crecen ante los peñascales. Trece voces que liman los riscales para que tengan paso los veneros. Trece estrellas que rompen las cadenas que les impiden alcanzar su cielo y se desprenden de sombrías arenas. Trece ideas con un sólo desvelo. Trece arpegios vencidos, ¡trece penas! Trece flores, tronchadas, en el suelo… (Poema en recuerdo de las trece niñas y mujeres fusiladas la madrugada del 5 de agosto de 1939).

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No hables de ideas jamás, acepta lo establecido y piensa que es merecido cuánto ordenen los demás. Tú trabaja más y más y acata la autoridad sin pensar, con lealtad. Ahora, bien advertida, puedes marchar por la vida a gozar tu libertad.


Ángeles García-Madrid

Mi abrigo azul Tuve un abrigo de un género más que fuerte y duro, rígido, el cual me salvó de un gélido invierno bastante mísero.

Aún guardo un recuerdo cálido para aquel forro benéfico, que me calentó las vértebras cuando anduve sin un céntimo.

Me lo procuró un buen prójimo que probó el “ábrete sésamo” en un vagón prehistórico con sillones antiestéticos.

(Jugando con esdrújulas).

Sabedor de que mi ánima se congelaba hasta el tuétano, quitó al asiento la cáscara y me la brindó en un cuévano. Yo, como era cosa lógica, no comenté que era pésimo, sino que era un paño clásico y para abrigo muy ético. A solas, mi pobre ánimo se me quedó cadavérico, pues el paño era tan rústico que pasaba a lo decrépito. Remiré la tela mágica sin dar a mis ojos crédito, porque el haz era ridículo pero el revés era un éxito. Mis manos se hicieron rápidas y mi abrigo fue algo inédito. Y yo me encontré tan cálida en aquel monstruo pretérito. Era de un azul purísimo. Yo explicaba en tono angélico que su tacto era finísimo. y me raspaba el encéfalo.

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Ángeles García-Madrid

Sala de audiencia En el sitial de honor de mi memoria, mi hermano negro, estoy contigo. Como en la mañana que unos “dioses” de barro nos juzgaron a ti, a mí y a otros sin juzgarse a sí mismos. Sala inmensa. En banco duro y frío, doce reos. Pero, en verdad ¿de qué? Tintineo de espuelas encajadas en botas uniformes. Voces que vierten plomo derretido sobre doce cabezas circunstantes. Doce rostros con doce incertidumbres a caballo entre el miedo y la injusticia. Y tú, en pie, erguido a mi derecha. Viento y noche, encadenado y libre. ¡Hombre, hombre! Proclamado que a la noche y al viento nadie pudo jamás encadenarlos. Preguntas, preguntas y preguntas… Tú diciendo y diciendo sin respuestas. Tú más inculpador que aquellos “dioses” y mucho más certero. Por tu acento volví de la amargura del pensamiento incierto y receloso. Aposenté tu voz entre mis sienes y cobijé tu gesto en mis pupilas. Las tuyas eran rectas, terminantes. Preguntas, preguntas, y preguntas… ¡No hay respuestas! Tu muerte, decretada de antemano, te daba libertad. Eras tu dueño. Nadie más libre.

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Y acusabas, decías, imputabas… Te dejaban decir, acechando, algún fallo de tu mente. Te acosaban con un verbo implacable cercando la respuesta codiciada. Nunca la delación, ¡no al servilismo! Flotó allí tu verdad sobre los dioses y buscó espacio donde resguardarse. Llegó a mí y quedó asegurada en mi cerebro. ¡Cuántos años tu voz en mi camino! ¡Cuánta tierra cubriendo tu silencio! Pero en la información de claroscuros que desfila incesante en mi memoria, en tu pecho yo he puesto las insignias de primer capitán. El honor y la gloria están contigo. Tu recuerdo conmigo, hermano negro. (Poema dedicado a un compañero de banquillo. Un hombre de raza negra).


Antonia Acosta Peco

Desde niña, a Antonia Acosta Peco le atraía mucho el arte. De hecho, ya en el colegio disfrutaba creando ella misma los dibujos que ponían en el encerado. Cuando tenía diez años, su padre murió y, como no sabía escribir todavía, imaginó unas frases para recordarlo y las memorizó. Ese fue el comienzo de su gran pasión por la poesía y la pintura. Una afición que, dice, le sirve para no olvidar su tiempo y su vida. Antonia siempre ha sentido el deseo de trasladar al lienzo y al papel las imágenes que le recordaban a su querida y añorada tierra (Castilla-La Mancha). Esa considera que es su principal fuente de inspiración. Hoy en día, doña Antonia reside en Amma Valdebernardo y tiene 87 años.

A las tierras manchegas En La Mancha nací, bien la suspiro y la añoro siendo para mí un tesoro que de niña viví. Y así mi vida la diera para vivirla otra vez, queriéndome volver, niña chiquita otra vez. Y entre recuerdos y gozos, suspiro con gran enojo, aquello que ya perdí. ¡Mancha querida, mi tierra llana, con tus rebaños, con tus majadas, con tus zagalas! ¡Oh, la mi tierra! Tierra soñada con tus molinos que bien te ensalzan.

lo que estas tierras dentro guardaban. Mas vivir, como morir, quisiera en tierras manchegas, adorando como esfera la tierra donde nací. Y, por si al fin poco fuera, engrandecerte quisiera dando con versos y cuentos el sutil azar compuesto de aromas y de pureza, mas con grande fortaleza. Darte el abrazo mayor poniendo de pos en pos grandeza de sentimientos, queriendo pagar con mi cuerpo tributo que con amor de buena madre me diste. Mas yo quisiera rendirte el homenaje mayor.

Y un don Quijote, leyenda brava de un caballero que imaginaba 115


Antonia Acosta Peco

A los bosques de Cañada de Calatrava Encinas gigantes de hojas doradas, de troncos gibados y bellotas lacias.

Zorros muy tozudos que se hallan dichosos de ser en el bosque los más poderosos.

Graciosos chaparros con un alma viva, enanos y serios al bosque dominan.

Las avecillas se sienten llenas de gozo y contento, al acorde de aquel bosque sencillo, salvaje y tierno.

Jara, oscura y lacia. Manchas al coger la flor blanca y pura que al bosque le ofreces.

El lince muere de risa al no poder ser cazado por cazadores que observa astuto, fuerte y callado.

Abulagas finas de un extraño ser, que pinchan, galanes, al ir a coger.

Los arroyuelos que manan, los bosques pasan regando, dándole tanta hermosura, corriendo sereno y claro.

Tomillos salseros, que en tu olor ofrecen el aroma suave del campo silvestre.

Y el pastor, que así lo observa, se recrea con encanto con todo aquello que ve cuando guarda su rebaño.

El té del campo sereno, flor encantadora que ofreces. Suave y sencilla corona de aquellos campos silvestres.

Las nubes pasan de paso con alegría y contento, al ver al bosque crecer entre montañas y cerros.

La mejorana es dichosa al ver el campo cubierto de poleo, que ambos, juntos, perfuman en su silencio.

Ni una tórtola se ofende, al ver que no ha figurado en este hermoso poema, tan hermoso, tan hallado.

Majestuosos conejos, burlones y vivarachos. Se sienten los más bellos de aquellos bonitos campos.

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Antonia Acosta Peco

A mi pueblo natal, Cañada de Calatrava Pueblecito castellano que llevas en tus praderas grandes aromas compuestos, trigales que van meciendo el paisaje con apuestas, hermoso trigal dorado. Viene el sol con mucha fuerza y madura tus espigas y el segador te las siega. La espigadora recoge todo lo que queda de ellas, y al amanecer la aurora, carros llevan a las eras aquellas espigas muertas que trillan con su pareja de mulillas bien cuidadas, que corren como centellas. Tienes hermosos paisajes, montes con su tajonera, con una piedra escurridiza que vale como verbena para subir y bajar escurriéndose por ella.

para dividir con ellas aquellas bonitas tierras. ¡Oh, pueblecito manchego, qué más de ti yo dijera! Eres firme, eres bello, matices das a tu tierra con galardones la ensalzan y un arroyuelo te riega. Y una cruz con dos faroles en el calvario veneran aquellos hijos del pueblo, que más que pueblo es aldea, y rinden como homenaje a Santa Lucía hogueras.

Tus casitas “caleadas” ensalzan bien tu belleza. Por monumento pondremos aquella bonita iglesia, donde por madre tenemos aquella Virgen pequeña, blanca, pura, inmaculada, Concepción de gracia llena, patrona de esta Cañada, que más que pueblo es aldea. Las cigüeñas en la torre, con su pico tararean, ensalzan sobre la torre tradiciones muy amenas. Los olivos y el maíz forman sus grandes fronteras 117


Antonia Acosta Peco

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Doña Leonor

Naciste para morir

Andrajosa y viejecita está doña Leonor. Con fuelle sopla la lumbre y de pavillas llenó aquellos negros andrajos con que su cuerpo cubría. El candil se le apagaba porque aceite no tenía, un corrusco de pan duro sobre la mesa tenía, en aquella mesa vieja de las maderas roídas. ¡Oh, cuánto dice vivir! Cuando los años pasan, de arrugas llenan su frente y se marchitan sus labios. Aquellos, tus bellos ojos, el tiempo los va apagando. Tus cabellos, que eran negros, como la plata quedaron. ¡Tus manos tiemblan, Leonor! ¿Qué es lo que te va quedando de aquellos años tan bellos que el tiempo se ha ido llevando? ¡Sólo te queda la muerte que, poco a poco, va llegando!

Naciste para morir. ¿Por qué tiemblas al pensarlo? Si viviendo sanamente, quién se resigna a la muerte si en el alma no hay pecado. Hombre dichoso ha de ser aquel que muere por algo. Mueren en una batalla. Mueren, tal vez, calumniados. Mueren heroicamente. Mueren con alma de palo. Mas morir con dignidad, así murieron los sabios, los heroicos de antes y murió el Cid castellano. Aunque tiemblen las tinieblas y se remonten los diablos, se muere con dignidad todo el que fuere hombre honrado.


Ascensión Martínez

La señora Ascensión Martínez nació en Sevilla, pero siendo todavía muy pequeña se fue a vivir a Madrid, ciudad en la que se crió. Durante toda su vida ha trabajado como ama de casa, dedicándose en cuerpo y alma al cuidado de los suyos. Motivada por la alegría que le caracteriza, entre sus aficiones, a doña Ascensión siempre le ha gustado mucho leer, escribir e incluso componer canciones y poemas de amor. En la actualidad, reside en la residencia Amma Villanueva de la Cañada y tiene 92 años.

Limosna de amor Acabando el destino, crúcese en mi camino la vergüenza y el amor. Era una cosa tan buena la piadosa Magdalena, que ennoblece con su amor. Era como flor de un día, una alegre melodía que un momento viví yo. Y a pesar de amarla tanto, un amor tan puro y santo no puedo darle yo. Limosna de amor que yo te pedí, déjame pagarte tan santa limosna teniéndote siempre muy cerca de mí.

Mariquilla Qué me gusta Mariquilla con el pelo alborotao’. La falda la lleva por la rodilla y ese color ensonrojao’ que tiene por su mejilla. ¡Qué me gusta esta chiquilla!

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Nicomedes García

Aunque Nicomedes García nació en Talaveruela de la Vega (Cáceres), en el año 1945 se mudó a Madrid. A lo largo de su vida ha trabajado en numerosos oficios, entre ellos el trabajo que ejerció como vigilante y otras labores que llevó a cabo en diversos hoteles. Su gusto por la poesía y la escritura surge al cumplir los 60 años, cuando conoció y leyó por primera vez a Gabriel y Galán. Le gustó tanto que decidió lanzarse a la escritura. En la actualidad, don Nicomedes reside en Amma Villanueva de la Cañada y tiene 88 años.

Soñando Tuve un sueño, madre, que me llenó de tristeza, soñé que mis camaradas se marchaban a la guerra. A la luz que España tiñó de rojo la tierra, sueña que te sueña, sueña. En una nación lejana sostenida por gente extranjera, al alcanzar el combate, oí rumores de llantos y quejas, y despreciando a la muerte, que siempre en la lucha acecha, yo salté por las trincheras y vi a un niño que yacía entre unas matas de hierba con reguero de sangre por el blanco de sus piernas. Entonces le pregunté: ¿Qué haces, niño, en la guerra? Sólo recuerdo España, que también estaba en guerra, y que huyendo de la muerte, una mañana cualquiera y triste por la despedida, crucé veloz la frontera y me trajeron aquí, donde enseñar quisiera a renegar de mi patria y maldecir de mi lengua. No olvidé las plegarias que madrecita buena recitaba de rodillas ante un Cristo de madera, porque así comprendo mis dolores y mis penas. Dime, soldadito, ¿sigue en España la guerra? Por los caminos de España no se hallan más canciones melosas y tiernas de los mozos en sus rondas y sus fiestas. La gente marcha al tajo con poco pan en la cesta, pero con rebosante ánimo de propósito de empresa que sueña con ensanchar sus campos y fronteras. Tuve un sueño, madre, que me llenó de tristeza. 120



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