Dossier de prensa LA BALADA DE BILLY EL NIÑO

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NOVELA

Dossier de Prensa

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FOTO: P. COSANO/ANAYA

Alfonso Domingo (Turégano, Segovia, 1955) ha

trabajado en prensa escrita, radio y televisión. Periodista especializado en información internacional y reportero de guerra, también es autor de doce series documentales: en total más de cien trabajos documentales, algunos doblemente galardonados.

Alfonso Domingo

La balada de Billy el Niño ALGAIDA HISTÓRICA

15,40 x 23,00 cm 376 páginas Rústica 978-84-9067-102-3 2962905

978-84-9067-112-2

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Especialista en la Guerra Civil española y la postguerra, ha publicado ensayos de historia oral como El Canto del búho (2003), Retaguardia (2004), Historia de los Españoles en la II Guerra Mundial (2009), así como la novela biográfica El ángel rojo (2009). Es coautor de El vuelo del Cuatro Vientos (2003) y autor del libro La serpiente líquida (2005), sobre mitos, ritos y chamanes del Amazonas. Su primera novela, La Madre de la Voz en el Oído, ganó el premio Feria del Libro de Madrid. La Estrella Solitaria (2003) obtuvo el VII premio de novela Ciudad de Salamanca. Con El espejo negro obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla y con El enigma de Tina, el LIX Premio de Novela Ciudad de Valladolid. Ahora nos vuelve a apasionar con una historia del viejo Oeste.

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Pat Garrett, antagonista del Kid, es también un héroe trágico y oscuro, que no será el mismo después de aquella fatídica noche en la que mató al que fuera su amigo. Esta novela con ecos de balada y corrido, músicas de la frontera, contiene documentos inéditos que ofrecen una nueva luz sobre la gran escapada, los últimos días del Niño y la causa de su asesinato.

Desde que Pat Garret acabara con él, el 14 de julio de 1881, una noche de luna llena, en Fort Sumner, Nuevo México, la leyenda de Billy el Niño no ha hecho más que crecer y agigantarse. Los hechos confusos de su muerte, su intensa vida, marcada por la violencia, los reflejos de un código, el del viejo oeste, y las necesidades de mito, han resaltado sus facetas de ángel o demonio. Esta novela, cuyo tiempo trascurre desde su fuga de la cárcel de Lincoln hasta su muerte, algo más de dos meses después, repasa asimismo la vida y peripecias del joven –no llegó a cumplir 22 años– Billy The Kid, hombre en busca de un lugar en el mundo o una buena muerte. Billy fue cometa que brilló con luz propia y cuya estela perduraría, sobre todo entre los hispanos, que siempre le protegieron y ayudaron. No en vano «El chavito» hablaba el español arcaico de Nuevo México.

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La balada de Billy el Niño narra uno de los últimos episodios de aquel salvaje oeste que periclitaba con el final del siglo XIX. Y sin embargo, está anclada en una actualidad perpetua, ya que en ella danzan, como sombras, las grandes constantes de la condición humana, en un diálogo entre el narrador y los protagonistas, aunque algunos estén muertos y sea conversación ésta entre tumbas. Enmarcada en unos paisajes naturales duros y grandiosos, los de Nuevo México y Arizona, tiene la historia de Billy connotaciones de un héroe clásico: el amor, la libertad, la dignidad, la amistad, la traición, la muerte.

Como una sombra que sigue al jinete, convertido en mito y en símbolo, la fama de Billy el Niño seguirá cabalgando.

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Entrevista con el autor

La balada de Billy el Nino ¿Por qué Billy el Niño? No deja de ser un tema curioso para un autor español, que nos queda un poco lejano. Bueno, es una historia que para mí tiene muchos atractivos. Crecí con los mitos del oeste, con El coyote y El zorro entre otras lecturas adolescentes, héroes hispanos en lo más profundo del lejano oeste. Siempre ansié conocer esos paisajes, y cuando tuve una oportunidad y un tiempo, hace algo más de diez años, me fui a vivir a Nuevo México una buena temporada. Volví también otra vez. En principio pensaba escribir otra novela, que se quedó a medias, sobre una tribu de indios navajos que fueron traídos a Castilla en el siglo XIX. Pero se atravesó Billy. Me di cuenta que los escritores norteamericanos, en su mayoría anglos, no habían tocado apenas los archivos hispanos. Y que había una historia que contar, desde ese punto de vista, el de los hispanos, los perdedores, junto con los indios. También tocó el tema Ramón J. Sender en su “bandido adolescente” En efecto, y le rindo también mi particular homenaje, utilizando al final su corrido de Billy. Esta sería la segunda novela escrita en español sobre Billy, y es bastante diferente. Primero, porque Sender utilizó como base el libro de Pat Garrett, que es en una gran parte una invención muy novelesca –solo escrito a medias por el comisario– que tenía como intención demonizar al joven pistolero. La balada de Billy el Niño se asienta en datos contrastados, por una parte, en cosas que ahora se conocen, en mi propia investigación y en una recreación libre del carácter de Billy, de sus coétanos, amigos y enemigos, y de la época que le tocó vivir, donde aún imperaba el código del oeste. ¿El código del oeste? Algo que funcionaba en las praderas y las sierras, en los desiertos, con fuerza de ley. Yo mantengo que viene de la época de la caballería. El oeste no se concibe sin caballos, ni a su

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manera, sin “caballeros”, aunque fueran cuatreros. Había violencia, bien es cierto, pero no había tiroteos a todas horas ni todos los días. Un arma era cara. El código protegía a los más débiles, daba máxima importancia a la lealtad y la amistad, al valor, y a adelantarse a quien te quería “madrugar”, pero siempre de frente. Los hombres lo respetaban. Pat Garrett fue considerado un traidor al código por la manera con la que había acabado con Billy, que en un tiempo fue su amigo. ¿Y qué de nuevo tiene esta novela que no conozcamos ya? ¿Por qué novela y no un ensayo? Aparte de datos de esa investigación, hay diferentes voces narrativas. No sólo está el narrador omnisciente en tercera persona, sino cada uno de los personajes que intervienen –muchos, la mayoría, hispanos– que cuentan en primera persona su relación con Billy, diversos aspectos que nos ayudan a conocer al personaje. También aquí he realizado mi particular homenaje a Juan Rulfo, con diálogos entre tumbas. Eso, que puede pensarse fantástico, es normal en aquella tierra. Los muertos y los vivos conviven sin problemas. ¿Y qué retrato sale de Billy? El de un joven al que no le dejaron crecer. Un pistolero más, cuatrero, que en realidad no mató directamente más que a cuatro personas –y fue en defensa propia si descartamos entre ellas la de los carceleros de Lincoln, en su último escape–. Las demás muertes en las que fue involucrado no intervino solo, sino con otros y no se le pueden achacar directamente. Un joven huérfano que, como todos en aquel tiempo, quiso abrirse paso y tener su propio rancho, pero que tenía la virtud de desobedecer, de ser rebelde y al que unos y otros, amigos y enemigos, vieron como un símbolo. Para la mayoría de los hispanos fue un héroe, porque los defendió muchas veces, porque eran los débiles. Un joven muy hábil con las armas, en un universo

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Casa de Peter Maxwell donde murió Billy el Niño.

violento, en el que la violencia estaba en el aire y había que superarla todos los días para seguir viviendo. Resulta curioso que ahora Billy siga siendo todo un símbolo, pero un símbolo turístico, elevado a la categoría de mito. El hecho es que ha sido una figura que ha generado ríos de tinta, decenas de canciones, películas, y hasta un ballet. Algo debía de tener, o además, tal y como yo interpreto, su historia lleva implícitas las grandes cuestiones de la condición humana, que danzan a su alrededor: amistad, amor, familia, ambición, poder, dinero, violencia, justicia, muerte. Desde ese punto de vista es como de una tragedia clásica, casi shekeasperiana. Puede parecer un poco exagerado, teniendo en cuenta que cuando murió, según los datos, no había cumplido los 23 años. Pero al igual que los elegidos de los

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dioses mueren jóvenes, esa es quizá la primera condición para la leyenda. Y claro, ahora está el sacrosanto turismo, y todos los lugares que tuvieron que ver con Billy intentan sacar partido del hecho. ¿Por qué es una novela con música de frontera? Porque en la música fue lo único en que funcionó más o menos la fusión, el mestizaje, y en aquella vida y aquel tiempo era muy importante. Era lo que les volvía civilizados, el baile. Porque casi todas las músicas de aquel territorio estaban compuestas para bailar, para la alegría. Bastante dura era ya la tierra. Cada capítulo lleva una canción por eso: hay inditas, canciones vaqueras, alabados: toda la riqueza de una tierra, como la de Nuevo México, en la que aún suena el español del siglo XVIII o XIX. Un lugar fascinante y una cultura fascinante.

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Personajes

Celsa Gutierrez.

Cuñada de Pat Garrett –que se había casado con su hermana Apolinaria– muchas de las fuentes coinciden en que fue una de las novias de Billy, al que conoció en los bailes de Fort Sumner. Los rumores apuntan a que tuvo una hija con él, que murió a los pocos años, de difteria. La noche en la que mataron a Billy, el pistolero salió de su casa.

Pat Garrett. El antagonista de Billy

el Niño. Alguien que fue su amigo, con el que cabalgó, robó reses y caballos, jugó al póquer y al monte y se emborrachó. El elegido para darle caza, ahuyentarle o quitarle de en medio. La historia de Garrett está indubitablemente unida a la del Kid, y la manera como lo mató le marcó para el resto de su vida. Quiso ser una figura activa en el desarrollo de aquella parte del oeste, pero no acabó de cuajar nunca, debido a su pasado y a su propio carácter.

Sabal Gutierrez. Marido de Celsa, Sabal –cuyo verdadero nombre era Isabel–, jugo un papel importante en el desenlace fatal del Kid, seguramente por celos. Pastor iletrado, figuró en el jurado formado en Fort Sumner tras la muerte de El Niño. Su nombre y una cruz figuran en el informe que se realizó a la mañana siguiente para que Pat Garrett cobrara la recompensa ofrecida por el desperado.

Billy el Niño. Henry McCarthy, alias Henry Antrim, alias Billy H. Bonney,

alias Billy the Kid, Billy el Niño, “El Chavito” para los hispanos que le adoraban, fue un joven en busca de un lugar en el mundo, un mundo, el de finales del siglo XIX, que aún se regía por códigos estrictos y donde la violencia era algo cotidiano. Nacido en Nueva York, a los 12 años se trasladó con su madre y hermano al oeste, tierra de oportunidades. Primero en Wichita, luego en Silver City, Billy fue creciendo y haciéndose rebelde. Su vida y su muerte han sido investigadas a fondo por historiadores, periodistas y novelistas, pero aún subyace su misterio. ¿Quién fue realmente “el Niño”? Esta novela intenta contestar a esa persistente pregunta.

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Higinio Salazar.

Compañero de Billy de los días de la guerra del Condado de Lincoln, Higinio Salazar le ayudó en la huida y en procurarle caballos y vituallas. Tocaba el violín y acudió, junto con Billy, a muchas de las fiestas de la comarca, donde El Niño bailaba las canciones y los ritmos hispanos, en los que era un experto.

Paulita Maxwell.

Una de las novias de Billy, hija de Lucien Maxwell y hermana de Peter. Desde que volvió a Fort Sumner del internado, conoció al Kid y se enamoró de él. Persistentes rumores apuntaban a que tuvo un hijo con Billy, pero ella, casada luego con un hacendado que resultó ser un alcohólico, lo negó siempre.

Deluvina Maxwell.

India navajo, capturada por los apaches de los que fue esclava y luego vendida a Lucien Maxwell por 10 dólares y caballos, fue una de las amigas más fieles de Billy, al que quería como un hermano. Les unía su condición de huérfanos y su desarraigo perpetuo. Fue una de las mujeres que se lanzaron contra Garrett cuando supo que había matado a Billy, y una de las que le llevó flores a la tumba mientras vivió en Fort Sumner.

José Córdoba. Descendiente de judíos que lograron emigrar a Nuevo México, José Córdoba fue maestro, boticario y juez de paz, además de representante demócrata en la asamblea de Nuevo México. Hablaba el “ladino”, el español de los judíos que tuvieron que salir de España. Billy se refugió en su rancho de Las Tablas, en la Sierra capitana, tras su huida de la cárcel de Lincoln, y allí le quitaron los grilletes que aún llevaba en los tobillos.

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Peter Maxwell

. Hijo de una de las leyendas del viejo oeste, Lucien Maxwell, que llegó a ser el mayor terrateniente del territorio, fue también amigo del Kid, al que admiraba por su destreza con los caballos y las armas. Sin embargo, su oposición a la relación de Billy con su hermana Paulita y su oscuro papel en la muerte del pistolero, que cayó en su habitación, han ensombrecido su figura, la figura de un hijo que no se pudo quitar nunca de encima la enorme sombra de su padre.

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Silver City (Arizona). Población minera donde Billy pasó gran parte de su infancia. Allí murió su madre, Catherine McCarty-Antrim, de tuberculosis, allí fue donde cometió su primera ratería –robar unas libras de manteca–, donde fue encerrado por primera vez en la cárcel local y de la cual asimismo se escapó.

Diseño de cubierta: masgrafica. Proyectos gráficos PGA

Localizaciones

Lincoln (Nuevo México). Escenario de la famosa guerra de

Lincoln, entre las facciones de Murphy y Dolan, por una parte, y Chisum, McSween y Tunstall, por otra. En esa guerra empezó a destacar aquel vaquero con cara de niño excepcionalmente maduro a pesar de tener 18 años. Lincoln es también el lugar donde fue encerrado Billy a la espera de la horca y donde protagonizó su más famosa fuga, matando a sus carceleros.

Fort Sumner (Nuevo México). El último escenario, donde

murió Billy a manos de Pat Garret en la noche del 14 de julio de 1881. En su cementerio está enterrado El Niño, junto con sus compadres Tom Folliard y Charlie Bowdre. Antes, Fort Sumner, que pertenecía a la familia Maxwell, fue el lugar donde Billy vivió, jugó y compartió aventuras con el mismo Pat Garret y muchos amigos hispanos.

Las Tablas, Sierra Capitana (Nuevo México). En esa pequeña población, en realidad algunos ranchos dispersos, residían muchos de los amigos del Kid, como Higinio Salazar y el maestro José Córdoba. Allí se escondió el Kid con sus amigos varias veces y fue fundamental en su última escapada.

novela.algaida.es

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