DOSIER DE PRENSA
Para olvidar quién fuiste es una novela sobre cazadores de nazis que comienza con la caída de Berlín y tiene su desenlace en la Patagonia argentina. ¿Qué relevancia cobran estos escenarios? La novela se inicia con un detonante ético. Wilhelm Lohaus, combatiente alemán que reniega de la guerra, sale de Berlín en una misión que ha de llevarlo hasta Mauthausen. Lo que ve lo horroriza hasta el punto de sentir la obligación moral de pedir perdón. Él es el faro de esperanza para un prisionero español del campo de exterminio que acabará asumiendo la misión de capturar nazis. Aún es posible, se dice, salvar el alma de una Europa reducida a la condición de estercolero por la falsa superioridad de unos hombres sobre otros. La Patagonia argentina, por desgracia, ofrece un último reducto a los nazis derrotados que viven de la nostalgia y sueñan con el resurgir del populismo caudillista que los convirtió en dueños y verdugos. ¿Novela histórica o thriller? Toda línea argumental se enmarca en un contexto. Espacio y/o tiempo. En este caso, la novela se centra en cuatro periodos muy concretos, comenzando por 1945 y terminando en el 83. Todos ellos con resonancias históricas de gran relevancia. No creo, sin embargo, que se trate de una novela que deba ser catalogada comercialmente como histórica. Si he de asignarle uno de esos dos atributos, me quedo con la idea de intriga y suspense que se le supone al thriller. Foto: archivo del autor
FERNANDO GARCÍA CALDERÓN nació en Sevilla, aunque reside en Madrid desde los diez años, donde estudió Ingeniería de Caminos. Es autor de nueve novelas y tres volúmenes de relatos. Tras ser galardonado en numerosos certámenes de cuentos como el Gabriel Miró o el Max Aub, en 1997 obtuvo el premio Félix Urabayen por la novela El vuelo de los halcones en la noche y dos años después el Ateneo de Valladolid por El hombre más perseguido. Desde entonces ha publicado las novelas Lo que sé de ti (2002), La noticia (2006), La judía más hermosa (2006), La resonancia de un disparo (2008), Yo también fui Jack el Destripador (2015), Nadie muere en Zanzíbar (2016) y De lo visible y lo invisible (2018). Durante todo ese tiempo también ha intercalado volúmenes de relatos como El mal de tu ausencia (2000), Sedimentos en un pantano (2005, con Eulalia Banda) y Diario de ausencias y acomodos (2016).
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¿Qué le atrae de la figura del cazanazis para dedicarle esta novela? No existe el arquetipo del cazador de nazis. No hay un modelo ni una forma de hacer en que se encuadren sus acciones. No se estudia la profesión de cazanazis. Estos hombres y mujeres parten de la convicción de que proporcionan un servicio a la humanidad, realizado a partir de una máxima: No puede producirse un renacer tras la Segunda Guerra Mundial si no se hace justicia. Es el cimiento sobre el que construir un mundo nuevo y mejor . Pero no son héroes de cómic. Son personas como cualquiera de nosotros, sometidas a las pasiones y debilidades de cualquier ser humano. Es decir, desarrollan un modus operandi que nace de la intuición, actúan en misiones heroicas y son vulnerables. ¿No cree que es un buen cóctel para una novela? Pero usted no sólo habla de justicia en la novela. También emplea el término venganza. Pretender hacer del cazador de criminales un aspirante al santoral es una simpleza, como lo sería echar por tierra su figura señalándolo por tal o cual pecado ajeno a su tarea. Simon Wiesenthal insiste en el concepto universal de justicia y así debe ser. Representa la postura ortodoxa, públi-
ca. El cazanazis voluntariamente anónimo, por el contrario, sólo se representa a sí mismo y a un reducido grupo de afines. Y no me cabe duda de que los crímenes cometidos por tantos y tantos monstruos son de tal magnitud que su conocimiento puede conducir a la indignación y el odio. Del odio al deseo de venganza media un paso. La novela indaga en el día a día de estas personas en una lucha sin cuartel por la consecución de unos objetivos tangibles, determinados.
Teóricamente, la perfección es evaluable, medible, mediante una serie de parámetros que han de estar presentes en la novela. Cualquier profesional trata de mejorar en cada trabajo, aproximarse a esa perfección. La satisfacción, en cambio, es completamente subjetiva. No hay forma de acotarla. Para olvidar quién fuiste nace de unos cuantos propósitos que no tienen que ver ni con la estructura ni con eso que resumimos en la palabra “estilo”.
Ya que menciona esos objetivos, entiendo que el éxito del cazanazis, como el de cualquier cazador, se mide por el número de piezas cobradas. ¿El fin justifica los medios?
He procurado escribir una historia de personajes que se ceden el protagonismo a lo largo del relato, entregando el testigo en esta singular carrera de relevos que es Para olvidar quién fuiste. Tanta importancia concedo a Wilhelm, Peter o Hannah como a Bruno. Sus caracteres conforman la obra, desencadenan los sucesos que se narran. De modo que contemplamos, o eso he pretendido, personas corrientes en un entorno extraordinario que no han elegido y del que, por una razón noble o innoble, no pueden escapar. Nuestra sensación de intriga como lectores, nuestra expectación por lo que ha de ocurrir, es la misma que expresan ellos. Hasta el final.
Para olvidar quién fuiste ofrece los dos tipos de cazanazis descritos. Tenemos al cazanazis convertido en sombra, para el que, en efecto, el fin justifica los medios. Es el caso de Peter Behrens. Pero también tenemos al cazanazis del que se hace eco la opinión pública. En la novela, se corresponde con Hannah. Hannah sería el equivalente a los Klarsfeld, personalidades de fama internacional, sometidos a la disciplina de la ejemplaridad para mayor gloria de la causa. Esta sustancial diferencia permite abordar dos formas de conducirse que me motivaron sobremanera a la hora de escribir esta obra. Hannah Behrens viene a recordar la figura de Beate Klarsfeld. ¿Se inspiró en ella?
Hábleme de esos propósitos.
Pero no me negará que Bruno es un tipo fuera de lo normal. ¿Cuánto cuesta plasmar un personaje como Bruno?
Me interesé por Beate Klarsfeld hace más de tres décadas, al conocer sus acciones en países gobernados por regímenes dictatoriales que acogieron nazis en fuga. Ella es la prueba de que una novela como ésta es posible. Desde luego, sirve de inspiración. En la práctica, las similitudes con Hannah que el lector pueda percibir son puramente circunstanciales.
Bruno es otro de los propósitos de esta novela. En él se halla el origen de las atrocidades que comete el médico Hyer. Constituye el contrapunto en una trama que se acelera con cada nuevo descubrimiento. Bruno desnuda al estúpido que cree en la pureza de la raza y en la supremacía desde la cuna. El prejuicio conduce a la cortedad de miras y, en consecuencia, al error. Para escribir sobre Bruno sólo hay que entenderlo, entender su distinción y ponerse en su lugar.
Usted ha dicho que se identifica con esta cazanazis de su novela en un aspecto muy concreto: la lucha contra el tiempo. ¿Qué quería expresar?
Se le atribuye fama de autor que no hace concesiones al lector. ¿Es bueno o malo que le digan que esta novela se lee con facilidad?
El cazanazis trabaja en un oficio que tiene fecha de caducidad. Como el técnico que repara máquinas de escribir o el limpiabotas. Es una actividad que se extinguirá con la muerte del último criminal de guerra. La lucha contra el tiempo deriva de esa condición. Cada uno de estos asesinos despiadados que muere en su cama representa una derrota para el cazanazis. La familia Behrens persigue a Heinrich Hyer durante veintiocho años y llega a percibir que la arena del reloj se les escapa entre los dedos. Algo similar le ocurre al escritor en su búsqueda de la obra que lo deje enteramente satisfecho.
Como alguna vez he expresado, sólo clasifico las novelas en buenas o malas. Que se lea con facilidad, si es buena, ha de ser positivo. La supuesta complejidad de la obra no debe ser un objetivo para el autor. Cada tema, cada proyecto exige un argumento, unos personajes, un tono, una forma de expresión y un mensaje. El adecuado equilibrio entre todo ello posibilita el éxito. Cualquier desajuste, intencionado o no, sería artificio.
Se le reconoce por la estructuración de sus obras, por el estilo. ¿Es ese afán de perfección lo que ha impulsado esta novela? La perfección no debe confundirse con la satisfacción.
Finalmente, ¿por qué el título Para olvidar quién fuiste? Es la paradoja de los cazadores de nazis. En la solapa del libro se menciona el empeño de estos hombres y mujeres por no olvidar y, a la vez, ser olvidados. Nadie muere del todo si permanece en la memoria de un semejante. Mi intención, como la del narrador de esta novela, es que ellos pervivan. Su trabajo nos dignifica.
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Para olvidar quién fuiste se inicia en 1945, en plena caída de Berlín, construyendo un relato de la Europa de posguerra que nos traslada desde el campo de concentración de Mauthausen hasta la Alemania de los encubridores de criminales del nazismo, el Vaticano, la España preconstitucional y una Lisboa que recibe con júbilo la revolución de los claveles. Un marco irrepetible para la persecución sin cuartel de uno de los muchos médicos tristemente famosos por el trato que concedieron a los prisioneros de la contienda mundial. Para olvidar quién fuiste es una historia de cazadores de nazis, personajes atípicos que dedican su vida a una causa justa que, desgastada por el paso del tiempo, acaba adquiriendo resonancias de venganza. Y es en los personajes, perseguidores y perseguidos, donde se cimienta esta novela. Porque los primeros, personas tan corrientes como extraordinarias, dan vida a una anómala saga familiar, mientras los segundos constituyen el retrato fijo del clan en fuga. Será el encuentro casual de sus dos vástagos el percutor que active el desenlace en el mejor escenario posible: la Patagonia, el refugio de los huidos, el remedo de la Europa que éstos añoran.
FERNANDO GARCÍA CALDERÓN
PARA OLVIDAR QUIÉN FUISTE
ALGAIDA NARRATIVA 15,40 x 23,00 cm 352 páginas | Rústica 978-84-9189-152-9 2961352
€ 20,00
Esta novela escapa de las clásicas obras de género para construir un relato intimista, poco complaciente, de unos cazanazis que hipotecaron su futuro en el empeño de no olvidar y, a la vez, ser olvidados.
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