DOSIER DE PRENSA
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ENTREVISTA A JIMINA SABADÚ ¿Por qué una novela de zombies a estas alturas? Me alegra que me hagas esta pregunta tan de fanboy. Sin que suene a disculpa, cuando la ideé los zombis no estaban de moda. Desde entonces se pusieron de moda, quedaron quemadísimos, vivieron otra moda más realista, pasaron de moda… pero los zombis siempre vuelven. Sin embargo esta no es una novela de zombis. Para empezar porque yo, novelas de zombis (que no series, comics, o películas) no he leído ninguna. Si a esta novela le quitas los zombis cambia poco. Si cambias a los zombis por borrachos, solidarios con carpeta, o manifestantes, el resultado es parecido. Yo les llamo apestosos. Lo de que los personajes les llamen zombis es una modernidad que no paso en casi ningún caso. ¿Cómo se puede alguien tirar trece años escribiendo una novela? Me he preguntado lo mismo varias veces. Creo que las novelas (todas las ficciones) tienen una forma adecuada y hasta que no aparece no hay que darlas por terminadas. ¿Qué clase de pareja se pasa un mes entero recorriendo hoteles? La gente que no tiene nada que perder suele quemar puentes de las formas más deprimentes posibles. Ir de hotel en hotel y no disfrutar de ninguno es lo que no te va a vender ninguna agencia o página de viajes. Pero la verdad es que llegas a un hotel, lanzas tu abrigo, colocas tu pijama en la parte buena de la cama, y luego vas echando el día. Es una forma de vivir. Solo que aquí se representa durante el verano. ¿Quiénes son esos dos y por qué afrontan así El Brote? Me preguntaba mucho si un observador puede ser mala persona sólo por ser un observador. No tengo una conclusión clara, pero sí tengo claro el tipo de persona de la que hablo. Hay una raza de observadores, y creo yo que es una raza eminentemente urbana, que sólo vive para ser espectadora y que eso le inmuniza contra todo lo que pasa. Quieren ser Joseph Conrad, supongo. Ser más interesantes que el resto. Y eso les hace ser, a mi juicio, lo que son Alejandro y Verónica: dos que pasan por ahí. Eligen no participar porque son espectadores de la vida de los demás. En Las palmeras se percibe una fijación importante con la primera etapa de las cadenas privadas. Para escribir Las palmeras he pasado un verano entero documentándome de manera prolija sobre temas que no le importan ya a nadie, y que quizás tampoco le importaron a nadie en su día. Casi todas las
líneas de investigación me han llevado a chanchullos casi insignificantes perpetrados por gente que luego ha logrado prevendas diminutas. También he pensado mucho en cómo es la vida de la gente que brilla durante un periodo muy breve pero que luego vive sesenta, setenta, ochenta años. Más de doscientas personas han pasado por las diecisiete ediciones de Gran Hermano. Con Operación Triunfo, Got Talent, Factor X puede que lleguemos, no sé, al millar de personas, si no más. Mil españoles elegidos de entre millones unidos por la idea de triunfar en no sé sabe muy bien qué. Mil españoles para los que no hay sitio en la televisión. Creo que en un escenario apocalíptico, esta es la gente que más me interesa. ¿Qué es El Brote? Se presenta como una rabia post mortem pero los síntomas son muy vagos. Es un mordisco, sí, pero al final, como todas las alarmas sanitarias, puede confundirse con una mala noche, un catarro, más estrés de la cuenta… Una muerte en diferido es lo que nos pega a nosotros. En ficción siempre parece que el apocalipsis va a ser algo muy grandilocuente, pero veo mucho más probable que sea algo tan lento que casi no nos dé ni para indignarnos. Algo que te va mojando los pies pero que apartas con la fregona sin mucho ímpetu. La novela arranca con la noticia de un hincha enajenado en un partido de fútbol, y con los medios recogiendo la noticia de formas que casi se anulan entre sí. Es la forma que van a tomar los acontecimientos durante el mes de agosto que cuenta Las palmeras. En un mundo en el que la información es mínima, el punto de vista parece que es lo que importa. Alguien se ha debido de confundir, porque eso es un consejo que se da para escribir guiones, no titulares de periódicos. Pero la realidad es que de toda noticia parece que lo importante es en qué medida justifica tus prejuicios. Aquí pasa igual, del Brote se sabe poco, pero lo importante cómo El Brote nos da la razón. ¿Por qué los personajes van al sur? La manera más racional de escapar parece ser cruzando a Francia, pero Alejandro y Verónica son autodestructivos, así que van hacia Tarifa. La pobreza siempre parece huir camino del norte, pero estas dos personas sufren el hastío, así que toman el camino inverso sin pensarlo siquiera: van siguiendo la línea de costa. Que de eso vamos bien servidos. Hay una secta, las sacerdotisas de Baal, que tiene mucha presencia en el litoral.
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© CAROLINE GALIANO
A los quince años leí ese fascinante libro de Pilar Salarrullana sobre sectas satánicas. Pocas personas han hecho tanto por el satanismo en Levante como Pilar Salarrullana. Muchos años después, investigando sobre ello en particular, he llegado a la conclusión de que la mayor parte de esas sectas tienen pinta de ser peñas de pueblo con acceso a speed de calidad media. Sectas satánicas en las que si se ponen a jugar al cinquillo les falta gente. Probablemente es más peligroso que se rilen contigo por un tema personal que por motivos digamos rituales. Hablando de rituales, el tarot pesa bastante en la novela. El ocultismo es un tema muy interesante, pero salvo algunos elementos simbólicos no hay elementos realmente sobrenaturales en Las palmeras. En un
momento en el que tuve fuertes dudas sobre un elemento de la historia recurrí al tarot y lo que salió está entroncado con la trama y con la depresión que yo tenía entonces. A mis amigos les he contado que es mi novela más autobiográfica y personal, y así es. Philip K. Dick escribió El hombre en el castillo usando el I Ching y entiendo perfectamente que se volviera loco (aunque venía así de casa). Yo sólo tenía que consultar un aspecto en concreto, pero los resultados fueron premonitorios en muchos aspectos. Me alegro de que haya sido así. En un principio un personaje que se llama Marga iba a usar la bola ocho. Le concedí usar el tarot y todo empezó a ordenarse. Es la crónica de un verano negro en el que no pasa nada. Porque aquí al final nunca pasa nada, pero todo queda.
JIMINA SABADÚ nació en Madrid en 1981. Ha publicado relatos en varias antologías (Artifex,
Madrid con perdón, Última temporada), obtuvo el Premio Lengua de Trapo con Celacanto y el Ateneo Joven de Sevilla por Los Supervivientes. También edita la revista de azar literario Ventura y ha escrito para televisión (La 2, DocuTVE, Paramount Chanel…), prensa (Fotogramas, Mondo Brutto, La Razón, etc.) y radio (Cadena SER, M80, Radio 3). Además, ha sido guionista de dos largometrajes (Faraday y La máquina de bailar) y directora de La pájara. Ha impartido clase de Dramaturgia y Literatura en la Universidad Camilo José Cela, y actualmente es profesora de Guión en Séptima Ars. También es responsable de Comunicación en Apache Films. novela.algaida.es
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Un día cualquiera, un hombre muerde a otro en un partido de fútbol. Al día siguiente una horda de descerebrados se muerden entre ellos. Lo llaman «el Brote» y nadie sabe nada sobre su origen. ¿Qué lo ha provocado? ¿Cómo pararlo? No hay respuestas. Solo hay una cosa clara: los apestosos, como todo el mundo los llama, huyen del ruido, caminan despacio y no son especialmente agresivos. Los grupos de riesgo son los ancianos, los niños y los despistados. En medio de este problema, una joven indolente recibe la visita de un fantasma del pasado. La niña a la que odiaba en el colegio le da una noticia: el mundo terminará cuando el viento agite las palmeras. Verónica y su exnovio Alejandro deciden recuperar el tiempo perdido en una alocada huida hacia adelante. Recorren la costa sin esperar nada y sin prometerse nada. En un verano de incertidumbre y calor surgen nuevos amigos, viejos enemigos, alcohol, fiesta, últimas oportunidades, credos, y ningún responsable. Nadie responde y nadie tiene prisa. Al fin y al cabo es agosto. Y en agosto nunca pasa nada. JIMINA SABADÚ LAS PALMERAS ALGAIDA NARRATIVA 15,50 x 23,00 | 360 pp | Rústica 978-84-9189-291-5 | 2961362
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PAULA MARTÍN
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