DOSIER DE PRENSA
ENTREVISTA A DIMAS PRYCHYSLYY No sé qué resulta más llamativo si tu apellido o el lugar en el que dices haber nacido.
Foto: Salvador Jiménez-Donaire
DIMAS PRYCHYSLYY (Elisavetgrado, 1992) es graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y máster en Escritura Creativa por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado el poemario Mudocinética (Ediciones Idea, 2010) y ha sido galardonado con el Premio València Nova en su categoría de poesía en castellano por Molly House (Hiperión, 2017). Ha participado en las antologías Piel Fina, poesía joven española (Maremagnum, 2019) y De la intimidad (Renacimiento, 2019). Durante el curso 2016-2017 fue becario en la Fundación Antonio Gala. Escribe tanto poesía como prosa, que considera distintas caras de la misma moneda para acercarse a temas como la identidad, la marginalidad o el homoerotismo. Ha obtenido el V Premio Logroño de Narrativa para Jóvenes Escritores con su libro de relatos titulado Tres en raya.
DIMAS PRYCHYSLYY TRES EN RAYA PREMIO LOGROÑO DE NARRATIVA PARA JÓVENES ESCRITORES 15,30 x 23,00 | 272 pp | Rústica 978-84-9189-300-4 | 2961368
€ 20,00
*HYYEZB|893004] novela.algaida.es
El apellido resulta llamativo, desde luego, incluso para mí, después de más de veinte años sigo preguntándome a qué brillante traductor o traductora se le ocurrió poner dos i griegas al final. En cuanto al lugar de nacimiento es falso, Elisavetgrado era el nombre que recibía la ciudad en la que nací (Kirovogrado) hasta finales de los años 20 del pasado siglo. Ahora la han rebautizado como Kropevnytskyi. Prefiero creer que pertenezco a un lugar que no existe, dado que el que existe no lo conozco y pertenezco, o dicen que pertenezco, a él por una mera casualidad. Además, en Elisavetgrado nació la única persona que se puede considerar internacionalmente conocida de la zona: el padre de Andréi Tarkovski, Arseni Tarkovski. Me pareció un bonito homenaje. Y una reflexión sobre la dictadura del “pertenecer”. Esta es la primera obra narrativa que publicas. Al igual que en el caso de otros muchos autores la poesía precede a la prosa. ¿A qué crees que se debe esto? Entiendo que es inevitable hacer distinciones entre géneros, es lo suyo. De hecho, como filólogo entiendo la utilidad que tiene esa catalogación. Sin embargo, como escritor siempre he intentado desdibujar los márgenes. Me aterra que se refieran a mí como poeta, es más, siempre he procurado que mi poesía fuese lo más narrativa posible. Son distintas caras de la misma moneda, el uso de una u otra responde a la adecuación que el autor busca entre la forma y el fondo de lo que quiere tratar. Tres en raya en muchos sentidos también se puede considerar, aunque en unos relatos más que en otros, una obra lírica. ¿Por qué esa referencia al juego? ¿Cómo surge el título de la obra? El libro lleva el nombre de uno de los relatos. Ese relato, que de alguna forma es un homenaje a David Leavitt, intenta hacer un retrato polifónico de una relación de tres, una trieja de hombres de distinta edad y, de algún modo, de mundos muy distintos. El humor, en este relato y en otros como “El Pulcher”, que es un homenaje a Eduardo
Mendicutti, resulta crucial. Es un humor que pretende retratar a los personajes en una aparente situación sin salida, un empate, un rey ahogado, un estado de fracaso general. Cuando reuní los relatos me di cuenta de que ese era el tema axial, todos ellos —agrupados en tres categorías (los raros, las perdidas y los infelices)— compartían ese tema del fracaso. En tu poesía tratas temas como la identidad, la marginalidad o el homoerotismo. ¿Le das continuidad a estos temas en Tres en raya? Sí, por supuesto, aunque no solo se tratan esos temas. La familia, la pérdida, el amor, o más bien la ausencia de este, son otros temas que están muy presentes en los relatos. Han calificado el libro como una veintena de relatos con un sorprendente sabor a sur. Tú has vivido en Canarias y en Andalucía, ¿crees que es tan evidente el influjo sureño en tus relatos? Me gustaría aclarar una cosa respecto a esa terrible aliteración del “sorprendente sabor a sur”, que es un titular sacado de contexto que hacía referencia a mi forma de hablar. Hay algunos personajes con un deje sureño, en concreto en los dos relatos que he mencionado antes. Hay que puntualizar que la mayoría están ambientados en Madrid y otros no están ubicados de una forma explícita, porque carece totalmente de interés que lo estén. Me importa más bien poco dónde ocurre lo que cuento, lo que me interesa es cómo y entre quiénes ocurre, en ese sentido los personajes son los lugares, unos lugares que cambian a causa del roce que tienen con los demás. ¿Cómo empiezas a escribir Tres en raya? Lo cierto es que el proceso creativo de este libro, aquí se ve lo que decía antes de la mezcla de géneros, fue muy parecido a un poemario. Algunos relatos como “El nena” los escribí hace más de diez años, antes de empezar la Universidad, y otros, la mayoría, son resultado de ejercicios que hacía por diversión o aburrimiento, eso que se hace para mantener la mano, y la pluma, caliente. Algunos de ellos también se escribieron en clase, en el Máster de Escritura Creativa de la Complutense, durante el año 2017-2018. Fue un año complicado porque tuve que compaginar los estudios con mi trabajo de librero y apenas tenía tiempo para escribir, así que me propuse el reto de convertir los ejercicios de clase en obras literarias independientes que, tras unos retoques, pudiese
agrupar y publicar. Y así fue como surgió “El capricho”, “La infancia de don Hipólito” o “El telegrama”, con los que estoy particularmente contento. ¿Prefieres la brevedad a la hora de escribir? Normalmente sí, y mira que tiendo a la divagación y el macabeísmo en mi vida diaria. Creo que se nos ha domesticado en la brevedad, algo que no necesariamente me resulta positivo, pero es lo que toca. La poesía en ese sentido, y la mía no es breve, le debe mucho a la concisión, a la inmediatez, no duda en asaetear. La prosa que más me gusta es breve, también me gustan las novelas que tienen un descarado tono lírico, se me ocurren autores como Unai Elorriaga, Baricco, Calvino, Jean-Paul Didier Laurent, Jean-Marc Ceci o Muriel Barbery, por nombrar algunos. ¿Hay algo de autobiográfico en los relatos? ¡La pregunta inevitable! Diría que muy poco, casi nada. Salvo un episodio que quizás por real resulte inverosímil. Decidí incluirlo porque pese a recordarlo con total nitidez dudo si lo he vivido yo o me lo ha contado mi hermano. Ese es el único hecho que le da valor al relato. Por lo demás hay alguna situación que he visto o me han contado, pero por desgracia suelo escribir para vivirlas, no al contrario, de ser así no habría ninguna necesidad de escribir. ¿A quién le recomendarías este libro? No creo que tenga un público objetivo. Puede ser una prosa para la gente que lee poesía. Es un libro que no ofrece giros inesperados, ni grandes historias, es un libro para los que ven lo cotidiano como un constante conflicto. También es una invitación a observar lo diferente y entenderlo sin prejuicios ni tapujos. Es la primera vez que este premio recae en un libro de relatos ¿a qué crees que se debe? Principalmente se debe a que las novelas que se presentaron eran peores que mis relatos, imagino. No, ya en serio, me gustaría creer que el relato va ganando, poco a poco, adeptos en un país de escasa tradición cuentística. En una entrevista Unai Elorriaga decía que un libro de relatos es como un museo, al quinto cuadro todos te parecen iguales, eso es lo que he intentado evitar: he querido dar una unidad y que el conjunto funcionase como una sola cosa, una labor de curaduría literaria, si es que se puede llamar así. novela.algaida.es
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PAULA MARTÍN
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Imagen de cubierta: © Alberto García Alix, VEGAP, Madrid, 2019. Diseño de cubierta: www.agustinescudero.com Dosier: proyectos gráficos PGA
Esta serie de relatos ahonda en la importancia de lo insignificante y explora los pequeños dramas cotidianos. Tal y como ocurre en el juego del «tres en raya» los personajes de estas historias entienden que no hay victoria posible, el empate es la única forma de salir airosos.