Jaque al emperador. J. R. Barat. Algaida

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DOSIER DE PRENSA


FOTO: ARCHIVO DEL AUTOR

J. R. BARAT (Valencia, 1959) es un escritor dotado de una gran vitalidad creadora. Cultiva todos los géneros literarios, para público infantil, juvenil o adulto, y en todos ellos ha cosechado importantes premios y reconocimientos. De su obra en prosa cabe destacar las novelas Infierno de neón (Premio Internacional Ciudad de Salamanca), Deja en paz a los muertos (Premio Hache), La sepultura 142, Llueve sobre mi lápida, La noche de las gárgolas, Clara en la oscuridad y 1707, con la que se adentra en el apasionante mundo de la novela histórica. Como poeta ha publicado, entre otros libros, Como todos ustedes (Premio Internacional Ciudad de Torrevieja), Breve discurso sobre la infelicidad (Premio Internacional Leonor de Soria), Piedra Primaria (Premio Internacional Ateneo Jovellanos de Gijón), Malas compañías (Premio Nacional Blas de Otero) o Poesía para gorriones. Entre sus obras dramáticas destaquemos Anfitrión y el otro, El reino de los mil pájaros o Una de indios (Premio Nacional Ciudad de Lorca). novela.algaida.es

El talento narrativo de J. R. Barat alcanza en esta novela cimas de intensidad insuperables. Quienes se asomen a sus páginas no podrán evitar un escalofrío de emoción y gratitud. Julián Montesinos

Profesor y crítico literario

18 MARZO 15,40 x 23,00 | 504 pp | Rústica 978-84-9189-401-8 | 2961412

€ 20,00

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ENTREVISTA A J. R. BARAT

POR MONTSE CANO GUITARTE Su andadura literaria comenzó con poesía, género en el que ha alcanzado gran prestigio, y ha seguido con la literatura juvenil, en la que es ahora un referente en España. Jaque al emperador es su cuarta novela para adultos. ¿Cómo se consigue trabajar en géneros diferentes y tener éxito en todos ellos? Podemos contar una historia de muchas maneras. En verso o en prosa, narrando o describiendo, mediante diálogos o monólogos… Hay varios formatos a nuestra disposición para convertir una anécdota o un suceso en una obra literaria. Esos formatos suelen llamarse géneros. Narrativa, lírica o teatro. Cada género pone en las manos del escritor unas posibilidades. La poesía es buena para las distancias cortas. Las novelas resultan idóneas para las largas. Las piezas dramáticas suelen quedarse en medio… También hay que considerar siempre al destinatario, pues no es lo mismo escribir para niños, para adolescentes o para adultos. Cada público tiene sus expectativas, sus gustos (que dependen a menudo de modas o tendencias de época) y sus propias necesidades. A mí me gusta explorar todas las opciones de la literatura. La historia está llena de escritores que cultivaron diversos géneros y lo hicieron bien. José Romeu, el protagonista de Jaque al emperador, es un héroe popular injustamente tratado y olvidado en la mayoría de los manuales de historia. ¿Es un sentido de la justicia histórica lo que le ha inducido a escribir acerca de este personaje? En efecto, Romeu es un personaje muy maltratado por la historia. Hablamos de alguien que abandonó todo por defender lo que consideraba justo. Y cuando decimos todo, decimos familia, hacienda y vida. Popularmente se le conoce como “el héroe Romeu” y hay un par de estatuas en su honor, muy poca cosa. Es muy difícil dar con alguien que sepa quién fue. Yo mismo conocí su historia por casualidad. Un amigo me habló de él, casi de refilón, y me picó la curiosidad. Comencé a investigar y descubrí a un hombre maravilloso que encarna lo mejor del ser humano: nobleza, valentía, dignidad y sentido de la justicia. Sus dos primeras novelas, 1707 y Jaime I, el rey templario, están basadas en personajes históricos, al igual que Jaque al emperador. ¿A qué se debe esa preferencia por la historia en su trayectoria narrativa? Habría que empezar por decir que todas las novelas son de algún modo novelas históricas, pues todas están enclavadas en una época determinada y están protagonizadas por unos personajes que viven, sueñan, luchan y mueren de acuerdo con unas coordenadas sociales, políticas y culturales que condicionan su existencia. Me interesa la historia porque creo que somos el resultado de lo que ocurrió antes de que nosotros estuviéramos en el mundo. No solo eso. Creo también que estamos obligados a conocer los hechos que vivieron nuestros antepasados, porque es una manera de entender la realidad presente y de mejorar el futuro. Aunque resulte un tanto ingenua esta afirmación. La historia está llena de personajes de todas las cataduras morales: villanos, mártires, héroes, traidores, cobardes, verdugos y víctimas… Quizás nuestras vidas no se diferencian tanto de las de millones de personas que nos han precedido en el tiempo. ¿Por qué deberíamos leer Jaque al emperador? El 5 de mayo se cumplen doscientos años de la muerte de Napoleón Bonaparte. Creo que la lectura de esta novela nos ayudará a refres-

car la memoria. Se explica muy bien quién fue este megalómano que quiso apoderarse de toda Europa por la fuerza. La novela se centra, lógicamente, en nuestro país. He intentado contar cómo fueron los años previos a la contienda, cómo dieron comienzo los enfrentamientos y cómo se desarrollaron los hechos a lo largo de varios años de devastación y horror. También se narra lo que ocurrió tras la guerra. Los personajes que aparecen pertenecen a todas las capas sociales. Hay reyes, mariscales y generales, pero también hay campesinos, estudiantes, frailes y mujeres que empuñaban el fusil o el cuchillo para defender su vida. Pienso que la novela es un retablo muy humano, que nos da una idea bastante aproximada de lo que fue ese periodo de la historia de España. El protagonista, José Romeu, es el eje que vertebra toda la trama. Sabemos que usted es valenciano y que vive en Valencia. ¿Es este el único motivo para que sus novelas hablen de personajes valencianos? Los grandes personajes de la historia son inmortales. Es posible que algunos de mis protagonistas hayan nacido en Valencia, como yo, pero eso no sería suficiente argumento para construir una novela con vocación de permanencia. Lo verdaderamente importante de Romeu (o de otros personajes míos) es la dimensión universal. Eso es lo que trato de rescatar del olvido y reivindicar en novelas como Jaque al emperador: la excelencia humana. Algunos críticos literarios han señalado la abundancia de recursos poéticos en sus obras narrativas. ¿Se trata de algo premeditado o la mirada de un poeta está siempre presente en su escritura? Soy poeta por la gracia de la providencia. Sé que la poesía es un arma cargada de recursos expresivos maravillosos. Me gusta escribir con precisión semántica, con elegancia sintáctica y con algún toque poético cuando el momento lo requiere. No abuso de las metáforas ni de los símiles, por ejemplo, porque si tal hiciera mi prosa resultaría empalagosa. Hay que depurar el estilo, elegir bien el ritmo, el tono y poner la guinda con alguna figura literaria que pase casi desapercibida, pero que deje un buen regusto en el lector más exigente. Usted ha ejercido la docencia durante muchos años. ¿Qué opina de la literatura como fuente de conocimiento, en concreto de conocimiento histórico? Durante muchísimos años he tratado de inculcar a mis alumnos el amor por la lengua y la literatura. Y también por la cultura grecolatina. Siempre he creído en lo que hacía. El lenguaje condiciona el pensamiento. He sido un defensor a ultranza de la lectura en las aulas. Leer nos hace libres, críticos, cultos y maduros. Un buen libro es aquel que nos sacude y conmociona. No hay conocimiento sin literatura porque leer exige silencio, paz interior, reflexión. La historia nos dice de dónde venimos, explica quiénes somos y nos catapulta hacia el futuro. Vivir sin libros y sin conocimiento de la historia es lo mismo que vivir fuera del tiempo, encenagados en la oscuridad. Para finalizar, afirmaré que me ocurre lo mismo que a Jorge L. Borges, cuando decía: “Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros, hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”.

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E

n la primavera del año 1808, las tropas de Napoleón invaden España. Ante la imposibilidad de hacer frente en campo abierto a un invasor tan poderoso, los españoles se ven obligados a poner en práctica la guerra de guerrillas. Miles de hombres se organizan en partidas, hermanados por el sentimiento del honor, la lealtad a la Corona y el odio ancestral a los franceses. En poco tiempo el país entero se convierte en un inmenso campo de batalla. Uno de los soldados más destacados de la contienda es José Romeu, un hombre íntegro dotado de un valor y una inteligencia táctica excepcionales que, al mando de una partida de combatientes hostigados por la desesperación, logra poner en jaque a todo el ejército napoleónico y alcanzar la dignidad de mito.

Si deseas más información y/o entrevistar al autor:

CRISTIAN ROMERO LÓPEZ

Comunicación y prensa Algaida 978-84-9189-115-4

(t) 91 393 8785 / 639 60 67 46 (e) cromerol@anaya.es

JOSÉ DE MONTFORT

Comunicación y prensa Catalunya (t) 695 935 076 (e) jmontfort@anaya.es

Diseño de cubierta: Enrique Iborra. Dosier: proyectos gráficos PGA

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