DOSIER DE PRENSA
© KIKE TABERNER
JERÓNIMO TRISTANTE (Murcia, 1969) estudió Biología en la Universidad de Murcia y compagina su carrera literaria con la docencia. En 2001 publicó Crónica de Jufré, pero se dio a conocer al gran público en 2006 con el El misterio de la Casa Aranda, primera novela de una exitosa saga protagonizada por Víctor Ros —a la que han seguido El caso de la Viuda Negra, El enigma de la calle Calabria, La última noche de Víctor Ros y Víctor Ros y el gran robo del oro español— que en 2015 se convirtió en serie de televisión. También es autor de las novelas El rojo en el azul, El tesoro de los nazareos, El Valle de las sombras, Océanos de tiempo, Nunca es tarde (Premio Ateneo de Sevilla) y Secretos (Premio Logroño de Novela). Su obra ha sido traducida al italiano, francés, portugués y polaco.
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La nueva entrega del detective VÍCTOR ROS
1 ABRIL JERÓNIMO TRISTANTE VÍCTOR ROS Y LOS SECRETOS DE ULTRAMAR ALGAIDA NARRATIVA 15,50 x 23,00 | 400 pp | Rústica 978-84-9189-494-0 | 2961418
€ 20,00
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ENTREVISTA A JERÓNIMO TRISTANTE Víctor Ros regresa tras seis años de ausencia. ¿Qué le ha llevado a escribir una nueva entrega de su personaje?
La Habana, concretamente, era una ciudad apasionante en esa época.
No había podido ponerme a ello por la publicación de Nunca es tarde y Secretos, pero lo tenía pendiente. Cuando un personaje toma el impulso que tomó Víctor, en lo literario y lo audiovisual, deja de pertenecer un poco a su creador para ser ya patrimonio de los lectores y los telespectadores que me demandaban más aventuras. Y, en cuanto he podido, me he puesto a ello.
Extraordinaria, una ciudad cosmopolita, de mezcla de culturas y razas, colorida, cálida y sensual. Una auténtica perla situada lejos de la metrópoli, lo que permitía que la vida fuera más relajada, las normas más laxas. Allí se mezclaba la cultura española con la de los británicos y alemanes, los americanos, los cubanos y lo que traían de África los esclavos. Todo eso generó, como dice un personaje de la novela, «un reloj escacharrado que, curiosamente, da la hora perfectamente».
¿Qué novedades encontrarán los seguidores de Víctor Ros en esta novela?
Y un momento histórico excepcional.
Es una novela en la que aparecen nuevos personajes, como Arístides Míngues, un tipo imponente, y veremos cómo algunos de nuestros personajes van cambiando, claro, lo que nos lleva a la sorpresa, siempre tan necesaria en la novela detectivesca. Para mí, volver a las novelas de Víctor es como volver a casa porque ya tengo una galería de secundarios muy desarrollada, el personaje central y la época muy trabajada, pero, aún así, los personajes cambian, me sorprenden. Incluido el propio Víctor.
Por supuesto, había mucho en juego. Cuba era la perla del Caribe y los americanos habían puesto sus ojos en ella. La decadencia del Imperio español era un hecho y los insurgentes querían desligarse de España. La doctrina Monroe hacía que Estados Unidos considerara lícito quedarse con toda Sudamérica. Aquello fue un nido de espías: americanos, alemanes, ingleses, españoles, había insurgentes y autonomistas, cubanos partidarios de seguir en España…. en fin, el escenario ideal para esta novela y para que Víctor intente desembrollar un caso complejo.
Pero sigue siendo el Víctor Ros de siempre… Sí y no. Una de las cosas que quería hacer con esta serie de novelas es asistir a la evolución del personaje, ver cómo es, cómo cambia. Eso a los lectores les encanta, poder seguir su historia personal. El Víctor de Cuba no es el detective bisoño que conocimos en la Casa Aranda, pero sigue siendo ese visionario que lee a la gente y que lucha contra el mal utilizando, en La Habana más que nunca, la ciencia. Madrid, La Habana, Nueva York… Un episodio con muchos escenarios. Cuando concebí la serie de novelas de Víctor quise hacer tres cosas: un homenaje al folletín, a Holmes y contar una época. Por eso voy moviendo a mi detective por las ciudades más maravillosas de aquel tiempo: Madrid, Barcelona, Londres o, ahora, La Habana. Es la forma perfecta de que el lector vea cómo fue aquel azaroso y maravilloso siglo XIX que tanto me gusta.
¿Qué les diría a los seguidores de la serie audiovisual de Víctor Ros que no han leído ninguna de sus novelas —también los hay— para que se acercasen a este libro? Son dos vías distintas: la audiovisual y la literaria. En ambas contamos una historia, pero de diferente manera. Las dos me gustan. Pero, en lo literario, el grado de introducción que tenemos en la trama es más profundo: el detalle fino, los matices relacionados con el pensamiento y, por tanto, lo que ocurre, son elementos superiores a los del audiovisual, que nos gana en el aspecto de la imagen. ¿Este retorno de Víctor Ros significa que a partir de ahora tardaremos menos en encontrarnos con nuevas aventuras del policía? Por supuesto, estoy deseando ponerme con la próxima, sobre todo, tal y como queda el final. Probablemente le veamos en Nueva York o en París.
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MADRID, 1885. María Fuster le pide a Víctor Ros que busque a su marido, desaparecido sin dejar rastro: se trata de Martin Roberts, un viejo amigo del policía que ahora trabaja para el servicio secreto español. Víctor Ros pronto descubrirá que la ausencia de Roberts parece relacionada con Giselda Albertos, una atractiva y sensual artista de variedades cubana.
El inspector Víctor Ros regresa a la escena del crimen con Los secretos de ultramar, una trepidante aventura en los últimos años de la Cuba colonial con el ocaso del Imperio español de fondo. En busca de su amigo tendrá que adentrarse en las profundidades de la selva cubana, la manigua, para encontrarse con viejos enemigos y fantasmas del pasado.
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Junto a su amigo Alfredo Blázquez y su cochero Arístides, el inspector viajará a La Habana, donde frecuentará la compañía de espías internacionales, agentes dobles, empresarios norteamericanos, autonomistas e insurgentes, miembros de la sacarocracia cubana y militares españoles. Pero Martin Roberts parece haberse evaporado. Y la principal pista sobre su paradero puede estar en el lugar más insospechado: una exótica exposición del Museo Metropolitano de Nueva York, auspiciada por el Havana Club y donde se exhibe la momia del faraón Khnumakht.