DOSIER DE PRENSA
Un thriller trepidante, insólito y difícil de olvidar. Luis Alberto de Cuenca Más oscuro que el Tom Ripley de Patricia Highsmith. José Ángel Mañas
Entrevista a Javier Puebla por Alberto Delgado ¿Nombre? Foto: Daniel Fénix
JAVIER PUEBLA ha sido galardonado con diversos premios, tanto en prosa –Premio Nadal por Sonríe, Delgado; Premio Berenguer por La inutilidad de un beso– como en poesía: Premio Vicente Presa por El gigante y el enano. Es también autor de la novela El hombre que inventó Madrid. En 2010 recibió el Premio Cultura Viva por el conjunto de su obra. Es el primer escritor en la historia de la literatura en haber escrito un cuento al día durante un año: El año del cazador; 365 relatos que encierran una novela dentro. En 2005 fundó el taller 3Estaciones y la editorial Haz Milagros. Cineasta, escritor, columnista y viajero, también ejerció funciones diplomáticas en Dakar durante cuatro años, y allí escribió Pequeñas Historias Africanas, Belkís y Blanco y negra. Gusta de afirmar en las entrevistas que nació para contar historias. www.javierpuebla.com 6 MAYO JAVIER PUEBLA ES EXTRAÑA LA AMISTAD ALGAIDA NARRATIVA 15,50 x 23,00 | 300 pp | Rústica 978-84-9189-502-2 | 2961422
€ 20,00
*HYYEZB|895022] novela.algaida.es
Javier Puebla, al menos esta vez Javier Puebla. ¿Tiene otros? Sí, varios, y uno de ellos aparece en la novela: Frederic Traum. Pero Frederic Traum es un personaje de ficción, era el protagonista y narrador de Sonríe, Delgado, su novela del Nadal. Cierto. Frederic, también conocido como Federico Sueño por mis primeros lectores, es un personaje de ficción, pero ya desde que le di nombre monté un juego para hacer creer a la gente que Frederic, Federico Sueño, era alguien que existía de verdad, un mercenario ligado a uno de los intentos de asesinato más importantes de la época, el de un personaje muy importante… prefiero no acordarme de cuál. ¿Hacía creer a sus amigos que Frederic Traum existía de verdad? Sí, y había quien le tenía un miedo atroz. Traum era un tipo que llevaba el pelo al cero (en los años ochenta no se atrevía a raparse casi nadie), hablaba muy despacio, escribía con frases rotas como los azulejos del Parque Güell de Gaudí, y era alguien que inspiraba temor. Publicó un texto con su nombre en el famoso Homenaje a John
Lennon de La Banda de Moebius. Y montones de veces me recuerdo pidiendo dos cafés, solía hacerlo en el Comercial, y cuando llegaba alguien le explicaba que Traum se acababa de ir… y le transmitía con mi actitud, la mirada y hasta la forma de estar sentado, que era un individuo que me inquietaba mucho.
dormido. Cuando un libro no se publica inmediatamente lo mantengo vivo lo mejor que puedo y le voy haciendo pequeños cambios, o grandes cambios, como fue el caso. Es extraña la amistad la reescribí entera y modifiqué la estructura por completo. ¿Mereció la pena tanto esfuerzo?
¿Por qué hacía algo así?
La reescritura fue lenta y difícil, dura, y me Para meterle un gol a la realidad. Disfruto quitaba tiempo para pasear con mi padre, en enormemente metiéndole goles a la realidad. una época en la que ya sabía que eran nuesEra, es, como escribir sobre la piel del mundo. tros últimos paseos. Pero estoy contento con el resultado, siempre fue buena novela, pero ¿Sabía alguien más de su extraña imposahora me parece aún mejor. Repasaba las gatura? leradas y me enganchaba otra vez al leerla. Lo sabía mi chica, y mi mejor amigo, Fernando No es usted modesto. Camarero, Tizón, que era mi gran cómplice, y es también quien me sirvió de inspiración No. Soy realista y sincero. Desde niño siempre para crear al segundo gran protagonista de Es he sentido que era un genio, y luego la vida me extraña la amistad, Samuel López Sañudo. ha enseñado que ser un genio no es nada, que soy igual de genio que pobre tipo. Entonces, ¿lo que cuenta en el thriller que Luis Alberto de Cuenca ha calificado de ¿Es usted un pobre tipo? “trepidante y difícil de olvidar” es verdad? Sí, como también lo es Samuel López SañuTodo es verdad y todo es mentira. Soy un es- do, el protagonista de Es extraña la amistad. critor y soy un soñador, la frontera entre la lla- Por eso es tan interesante como amigo, como mada realidad y la creación tiene los bordes también lo era Fernando Camarero, Fer, a muy poco definidos en mi caso. quien utilicé, ya he dicho, como molde e inspiración. Y ahora me contará que usted ha matado a alguien alguna vez… Literatura y vida ¿están muy unidas en usted? ¿Yo? Yo, Javier Puebla, no, en absoluto. Soy muy buena gente. Muy, muy buena gente. Fundidas y mezcladas. Vivo de escribir y vivo En todo caso: Traum, él sí, quizá sí, probable- para escribir. Ser escritor, crear, es una relimente sí.... Pero suponía que íbamos a hablar gión para mí. de Es extraña la amistad. ¿A quién recomendaría la lectura de Es exClaro, disculpe. Al final del libro pueden traña la amistad? leerse las fechas entre las que está escriA cualquiera que le apetezca, pero quizá esto: 2004 y 2021. ¿No es demasiado tiempo pecialmente a quien le guste descubrir que, para un libro? a pesar del cómodo “todo está escrito”, se No. Existía una versión disponible para publi- puede seguir siendo único, diferente y origicar en 2006, pero por vicisitudes editoriales nal. Cualquiera lo es, en verdad, si mira en su no llegué a un acuerdo y decidí mantenerlo corazón y se acepta a sí mismo. novela.algaida.es
Mientras Sam trota sin mucha convicción por el madrileño viaducto de Segovia, un desconocido se dirige a él y asegura ser su amigo del alma, Alberto Delgado, al que hace más de diez años que no ve. ¿Es posible que alguien no reconozca a su mejor amigo? ¿Por qué razón querría nadie hacerse pasar por el mejor amigo de otra persona? Alberto ha cambiado muchísimo, pero para mejor: pertenece al cuerpo diplomático, nada en la abundancia y tiene un aspecto estupendo, incluso conserva el mismo pelo que cuando tenía veinticinco o treinta años; por su parte, Sam ha engordado, su descuido indumentario es completo (igual que el de su piso, donde pasa casi todo el tiempo), malvive de unos erráticos encargos laborales y debe varios meses de alquiler. En su juventud, Sam era un escultor que prometía, y Alberto, un poeta en ciernes. Pero ninguno, ni Sam el Gordo ni Alberto el Flaco, podía imaginar lo que iba a llegar a depararles el futuro.
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