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Cuento de la “ *+å”
from Leer 1
La pandilla del Jardín estaba en una nube azul escuchando el concierto de la urraca Uma, ¿os acordáis? Todos lo pasaron genial. Cuando el espectáculo acabó, Óscar preguntó: –Y ahora, ¿cómo volveremos a casa?
–Ahí hay un avión amarillo. A lo mejor puede llevarnos –señaló Ana, que había oído llegar el avión antes de verlo aparecer en el cielo.
–¡Hala! ¡Qué suerte! Es un avión-bus. ¡Claro que podremos ir en él! –dijo Aurelio.
El avión-bus no podía acercarse a la nube, así que para montarse tuvieron que saltar.
Para animarles a hacerlo, Pata y Pato les dieron un suave empujoncito con las alas.
–¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! –gritaron todos al sentir que volaban.
El aire se metía por debajo de sus camisetas y les hacía cosquillas en la barriga, así que empezaron a reír: ja, ja, ja, ja, ja… –¡Ya está! –dijo Julieta, cuando todos estuvieron dentro y a salvo.
Y el avión puso rumbo al Jardín de las Letras.
El avión aterrizó junto a un arenero. Nada más bajarse, Ana, con su agudo oído, escuchó que alguien se quejaba: –¡Aaaaaaaay! ¡Aaaaaaaay! ¡Aaaaaaaay!
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El lamento venía de debajo del suelo del arenero, así que entre todos escarbaron en la arena y apareció… ¡una araña! La pobre estaba muy sucia y despeinada.
–¡Gracias por ayudarme! –dijo la araña–. Me llamo Alicia y vivo aquí, en el Jardín de las Letras, justo debajo de las flores en las que crece la letra “a”. Estaba en mi casa tan contenta, cuando una ráfaga de viento me arrastró hasta la arena y me enterró. ¡No podía salir! ¡Menos mal que habéis llegado a tiempo para ayudarme! Si alguna vez queréis algo de mí, solo tenéis que aplaudir y yo acudiré enseguida.
Y así fue como Ana, Úrsula, Inma, Emilio, Óscar, Aurelio, Julieta, Pata y Pato se hicieron amigos de Alicia, la araña.
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Entonces ocurrió algo extraordinario. No lo vais a creer. ¿Os lo cuento? Veréis, Elmo señaló al cielo y dijo: –¡Mirad! ¡Una estrella fugaz! Deseeeeeeeo… ¡Que los dibujos de las estrellas se vuelvan cosas de verdad!
–¡Qué has hecho, Elmo! –gritaron sus amigos al ver que, de repente, en el Jardín aparecían la escalera, el elefante, el esqueleto y el escorpión.
¡Menudo jaleo se armó! Por suerte, el miedo que les daba el esqueleto se les pasó al ver que no paraba de bailar. El elefante también era estupendo, les dijo que se llamaba Eloy y era equilibrista. Como no le creían, fue a buscar una pelota y se puso a hacer trucos que les hicieron reír muchísimo: –Je, je, je, je, je, je, je, je, je, je, je, je… Pero todos dejaron de reír al ver el enorme aguijón que tenía la cola del escorpión.