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Cuento de la “ »†”
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Aunque en el Jardín de las Letras casi siempre hace sol, algunos días también tiene que llover y, de vez en cuando, toca tormenta. Aquella mañana, la lluvia golpeaba la tierra haciendo “tap-tap-tap-tap”, y los truenos sonaban como si alguien estuviera tocando un tambor. El topo Topito estaba en su casa, debajo de la tierra, desayunando con su amiga la tortuga Tami. Mientras tomaban su té templado, tostadas con tomate y un trozo de tarta de trufa, escuchaban el tamtam de los truenos. La tormenta era terrible, pero ellos no tenían miedo; estaban contentos porque el techo de casa les protegía del mal tiempo.
Cuando la lluvia paró y al fin todo parecía tranquilo…, TARARÍ-TARARÍ…, sonó una trompeta.
–¡Una trompeta, Tami! ¿Quién la tocará? –preguntó Topito. –No sé, Topi, tendremos que ir a ver –respondió la tortuga.
Todos trabajaron un montón, pero lo hicieron riendo y cantando. Pata y Pato ponían tablitas en las flores de tes que no se habían roto, para que estuvieran tiesitas. Tami y Topito recogían las letras que estaban por el suelo y las guardaban en un tarro para, después, hacer confitura con ellas. Julieta barría las tejas rotas que habían caído del tejado. Aurelio utilizó una taladradora que hacía “T-T-T-T-T-T-T-T-T-T-T-T”, para arreglar el cobertizo, y la tierra empezó a temblar como si hubiera un terremoto, pero solo fue un instante y muy pronto el ruido aterrador paró.
–¡TATATACHÁN! ¡TERMINADO! –dijo Aurelio cuando acabó con la taladradora.
Topito, Tami y los demás aplaudieron entusiasmados. El Jardín estaba otra vez como nuevo. Entre todos no habían tardado nada en arreglar lo que la tormenta había roto. ¡BUEN TRABAJO!
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¡Era un caracol! Óscar lo puso en el suelo con cuidado y le preguntó cómo se llamaba.
–Soy Cuco, el caracol cantante. Acabo de llegar a este Jardín. Antes vivía en una coliflor que crecía en el huerto de un campesino, en lo alto de una colina. Pero un día, el campesino recolectó la coliflor para comérsela, así que tuve que irme de allí. Menos mal que llevo mi casa a cuestas con todas mis cosas dentro. Lo malo es que a veces es muy cansado ir tan cargado por los caminos. Por eso he parado a descansar un rato aquí. Las ces son letras muy cómodas para un caracol –explicó Cuco.
–¿Y dices que eres cantante? ¡Qué curiosa coincidencia! Justo hoy tenemos un cumpleaños en el Jardín –dijo Óscar–. ¿Contamos contigo para cantar alguna canción?
–¡Claro! ¡Encantado! –respondió Cuco, muy contento de poder cantar en el cumple.