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Cuento de la “ »>”
from Leer 1
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Cuando acabó la fiesta de cumpleaños de Cati, nuestros amigos se fueron a casa tarareando las canciones que había cantado Cuco. Al día siguiente, al salir del cole, todavía tenían una cancioncilla en la cabeza: “naninoní naninoná…”. Era un día precioso: al amanecer estuvo nublado, pero luego la niebla se fue y no hubo más nubes negras. Ana no paraba de cantar y sus amigos le decían riendo: –¡Ana no cantes, que desafinas! No vayan a volver las nubes negras y se ponga a llover. Ana se reía con ellos, porque sabía que era broma; la verdad es que cantaba muy bien. Y, además, el día era estupendo, el sol brillaba y los pájaros también cantaban en las ramas del naranjo, del níspero y del nogal. Incluso los pajaritos recién nacidos piaban en sus nidos. Entre canción y canción, Ana propuso que se fueran a nadar al estanque, porque quería estrenar su bañador nuevo. A los demás les pareció muy buena idea: “¡BIEN!”, exclamaron, y se fueron corriendo a ponerse sus propios bañadores.
Era una nube nueva, blanca y bonita como una bola de algodón. Se llamaba Nana y les contó que venía del norte, donde todo está nevado. Por eso estaba muy fresquita. Les pidió que le dejaran enfriar el agua del estanque lloviendo sobre él. Todos dijeron que sí y Nana comenzó a derramar lluvia muy fresquita que enseguida enfrió el agua del estanque. Después les dijo a Ana, Inma y los demás:
–Si lanzáis al cielo unas flores de la “n” y cantáis un poquito ¡veréis qué sorpresa!
–Naninoní naninoná… –cantaron todos a coro, lanzando las enes al cielo.
Con la canción, las enes se convirtieron en nueve nubecitas redondas y… ¡de colores!
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–Naninoní naninoná… ¡Nubecitas, nubecitas vamos todas a nevar! –canturreó Nana.
Y las nubes nevaron nieve de naranja y de limón, ¡porque eran nubes de helado!
–¡Gracias, Nana! ¡Es genial! –exclamaron Ana y sus amigos.
Y se pasaron el resto de la tarde cantando, comiendo helados, nadando y, lo más sorprendente: ¡haciendo muñecos de nieve! Porque Nana, antes de irse, también les dejó un montoncito de nieve normal para que jugaran con ella.
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Después de comer, Lola, Lali y Lucas propusieron ir a los columpios.
–¡Vamos a jugar al escondite! –dijo el lirón.
–¡Vale!, pero ¡la ligas! –respondió la lagartija.
–¿Que yo qué? –preguntó Lucas.
–¡Que tú la llevas! ¡Que tú la quedas! –le aclaró la lombriz entre risas.
Mientras Lucas contaba, Emilio, Ana, Inma, Óscar y Úrsula corrieron hasta la casa grande y se escondieron por todos lados: ¡hasta detrás de las lámparas y de la lavadora!
–¡Eh! ¡Así no vale! ¡Tenéis que esconderos en el Jardín! –dijo Lucas cuando al fin logró encontrarles, después de haberles buscado como loco hasta debajo de las flores.
Todos salieron al Jardín y corrían felices cuando, de pronto, la lagartija gritó:
–¡Ay! ¡Se me ha liado la cola en el columpio y he quedado atrapada!
–No te preocupes, Lola, te vamos a liberar –la tranquilizó Lucas.