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Cuento de la “ »®”
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¿Os he hablado ya de árbol de la risa que hay en el Jardín? ¿No? Pues, veréis, se trata de un árbol grande como una torre. Su tronco, marrón y rasposo, huele a regaliz y, si lo rascas, el árbol se ríe. Además, con sus ramas, te hace cosquillas hasta que tú tampoco puedes parar de reír. En las ramas del árbol de la risa vive una familia de ruiseñores que canta sin parar, y también hay gorriones, urracas y otros muchos pájaros. Bajo la tierra, en un agujerito junto a su raíz, viven Rita y Ramón. Ramón es un ratoncito risueño y regordete, y Rita es una ratita rubia con las patitas rosas. A Rita le gusta reciclar cosas rotas: las recoge, las arregla y las regala a sus amigos convertidas en nuevos cacharros requetechulis. ¡Es que le encanta hacer manualidades! A Ramón, en cambio, le gusta coser y reutilizar la ropa: recoge rebecas, gorros y todo tipo de prendas raras; las remienda y las transforma en disfraces divertidos. Cada vez que alguien en el Jardín necesita arreglar algo, o encuentra un cacharro o un traje que se puede reciclar, corre a llevarlo a la madriguera de Rita y Ramón.
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¡Qué cantidad de cosas les llevaron! Tantas que al ratoncito y la ratita ya no les cabían en las repisas y los armarios. –¡Tendremos que hacer un rastrillo! –dijo Ramón. Y, así lo hicieron. Primero, Rita y Ramón arreglaron y reciclaron todas las cosas que les habían regalado, convirtiéndolas en otros objetos nuevos y relucientes. Después sacaron una recia mesa de roble y la pusieron frente a la puerta de su casa, justo donde crecen las flores de la letra “r”; la cubrieron con un mantel rojo, pusieron un jarrón con un ramo de rosas para decorar y repartieron todos los cacharros encima. ¡Ya estaba listo el mercadillo! Todos sus amigos se acercaron a ver las maravillas que Ramón y Rita habían hecho usando sus propias manos y mucha imaginación. Y como el árbol de la risa no paraba de hacerles cosquillas, se pasaron el día entero riendo a carcajadas.
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S.A. Nuevo jardín de las letras
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Mientras Julieta ojeaba los objetos, Ana, Emilio, Inma, Úrsula, Óscar, Pato y Pata, sin dejar de reír, se fueron a jugar juntos bajo una jacaranda llena de flores azules.
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–¡Estamos en la jungla! –exclamó Pato, haciendo que caminaba por la selva.
–¡Cuidado con el jaguar! –gritó Emilio siguiéndole el juego. En ese momento, un jilguero que cantaba tranquilamente posado en un matojo de hojas rojas dejó de cantar y empezó a gritar:
–¡Dejad de jugar a la jungla! No viene un jaguar pero… ¡por ahí viene un jabalí!
Todos miraron a donde señalaba el pajarito. ¡Era verdad! Entre los naranjos apareció un jabalí que corría hacia ellos.
–¡Para! ¡Para! ¡Deja de correr y dinos quién eres, jabalí!
–dijo Pata volando hasta él.
–Me llamo Juan. Necesito ayuda. ¡Ha pasado algo terrible! –dijo el jabalí muy nervioso.