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Cuento de la “ »j”

Julieta se estaba comiendo un crujiente y jugoso bocadillo de jamón, cuando se dio cuenta de que hacía mucho rato que no veía a Aurelio. El jardinero había juntado un montón de cosas para llevarlas a casa de Ramón y Rita y todavía no había vuelto. –Qué raro –se dijo Julieta, y fue a recorrer el Jardín en busca de Aurelio.

Lo encontró, junto a Pata y Pato y a las niñas y los niños del Jardín, en el mercadillo de Rita y Ramón. Estaban bajo el árbol de la risa, que les hacía cosquillas, ¿os acordáis?, y por eso no podían dejar de reír: ja, ja, ja, ja, ja…, je, je, je, je, je…, jo, jo, jo, jo, jo…, ju, ju, ju, ju, ju… ¡Qué jaleo!

En cuanto llegó Julieta, ella también se puso a reír: ji, ji, ji, ji, ji… Pero, entre carcajadas, pudo ver las cosas del mercadillo: había jaulas, juguetes, joyas lujosas, un pijama con una jirafa dibujada, un jersey juvenil, una jarra con forma de pájaro, un jarrón japonés, una bandejita para el jabón y una caña de pescar de junco.

–¡Jo! ¡Qué objetos tan bonitos! ¡Ojalá pudiera comprarlos todos! –suspiró Julieta.

Juan, el jabalí, les explicó que había ido al Jardín con su hijo Juli a recoger jotas, porque con ellas hacía una jalea deliciosa. Mientras cogían las flores de la “j”, su hijo no miró por dónde iba y se cayó al estanque.

–Ni Juli ni yo sabemos nadar. ¡Tenéis que ayudarme a sacarlo del agua!

Sin perder ni un segundo, todos corrieron hacia el estanque. Julieta recogió un montón de jotas y las unieron formando una cadena.

–¡Agarra las jotas, Juli! –gritó Julieta.

El pequeño jabalí sujetó con fuerza la cadena de jotas y todos juntos tiraron a la vez: ¡a la de una, a la de dos, y a la de… TRES! ¡Lo consiguieron! ¡Bravo!

Juli salió del agua jadeando y su papá lo abrazó con fuerza. Estaba muy mojado, así que fueron a buscar una toalla y lo envolvieron con ella.

–Sécate bien, no te vayas a constipar –le dijo Julieta.

¡Eran un búho vestido de pirata y un buitre con cara de bueno! Nada más aterrizar, se pusieron a rebuscar entre las flores. Berto se acercó para ver si podía ayudarles:

–Hola, me llamo Berto, ¿quiénes sois vosotros y qué estáis buscando?

–Hola, barrendero, yo soy Basilio, el búho bucanero y este es mi amigo Boni, el buitre bonachón. Buscamos un baúl que se nos ha caído. Debe de estar por aquí, ¿lo has visto?

–¡Sí! ¡Lo he visto! Ha caído de una nube con forma de barco, está entre las flores de la be. ¿Qué lleváis en el baúl?

–¡El baúl es nuestro botín de tesoros! –explicó el búho. –Bueno, más bien es un botín de baratijas –dijo el buitre.

–¡No digas bobadas, Boni! ¡Es un botín muy bueno! Tenemos un casco de bombero abollado, una bufanda con borlas, un barco en una botella, un botijo de barro con forma de ballena, una bata blanca, una bota rota, una bandeja barata, una bolsa llena de botones, un balón blandito, un bote de baba de babosa ¡y muchas cosas más!

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