Ave, ciudadano. José Rodríguez Plocia- Alianza Literaturas

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Cronología Ave, ciudadano 1184 a.n.e. (80 a.fG. Antes de la fundación de Gadir). Termina la guerra de Troya. Ulises comienza su viaje. 1104 a.n.e (1 fG) Los tirios fundan Gadir. 206 a.n.e. (898 fG) La ciudad firma un Tratado de Asociación con Roma. Accidentalmente, el aguerrido y mellado Lucio Marcio, oficial de Escipión, cambia el nombre a la ciudad: Gades. 89 a.n.e. (1015 fG) Posidonio viene a Gades para estudiar las mareas atlánticas. Después escribe la Geografía de las razas. 87 a.n.e (1017 fG) Nace Caio Máximo Claudio Monóculo (sin ninguno de esos nombres). 80 a.n.e. (1024 fG) Nace Lucio Cornelio Balbo, el menor. © Joaquín Hernández Kiki

José Rodríguez Plocia nació en 1954, en Cádiz. Formado en el mundo de la imagen, el guion le empujó al de la narrativa, donde entró sin llamar.

71 a.n.e. (1033 fG) Caio Máximo Claudio Monóculo parte para Antípolis a trabajar con un tal Siriaco, sirio o itálico. 68 a.n.e. (1036 fG) César recibe el augurio en el Templo de Hércules. Un maremoto asola Gades. Nace Caio Máximo Dramático. 63 a.n.e. (1041 fG) Nace Estrabón. 46 a.n.e. (1058 fG) Año de la confusión. César introduce el calendario juliano y alarga el año en 90 días. 44 a.n.e. (1060 fG) Caio Máximo Claudio Monóculo entra en Roma por la puerta Flaminia. Muere Cayo Julio César. 43 a.n.e. (1061 fG) Balbo, el menor, comienza la construcción de la Neápolis en Gades.

Mención especial del Jurado del XX Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones

40 a.n.e. (1064 fG) Se culmina la obra del teatro Balbi en Gades.

JOSÉ RODRÍGUEZ PLOCIA

AVE, CIUDADANO

1755 (2859 fG) Un maremoto sacude la ciudad de Cádiz.

ALIANZA LITERATURAS

1971 (3075 fG) Estrenan Love Story en el Cine Moderno.

14 a.n.e. (1090 fG) Caio Máximo Dramático escribe el rollo. 1691 (2794 fG) Fray Gerónimo de la Concepción publica Emporio del orbe. Cádiz ilustrada.

14,50 x 22,00 cm 256 páginas | Rústica

1980 (3084 fG) Encuentran enterrado el teatro romano de Cádiz.

978-84-9181-448-1 3472709

1987 (3091 fG) Se crea el Programa Erasmus.

€ 18,00

2000 (3104 fG) Miles de fenicios, púnicos y romanos son exhumados de mala manera con el soterramiento de las vías del tren.

*HYYEZB|814481] EBOOK 978-84-9181-449-8

2018 (3122 fG) Muere Stephen Hawking.

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Entrevista a José Rodríguez Plocia ¿Qué le lleva a escribir Ave, ciudadano?

Ave, ciudadano ¿es humor genuino gaditano?

Me jubilé. Y de lo primero que te das cuenta es que el tempus fugit es algo más que un tópico literario. Acudí entonces a Proust, no a su lectura, a su título En busca del tiempo perdido y esto me llevó a un gimnasio, a ver películas, a leer libros..., era algo así como una necesidad de llenar física e intelectualmente un vacío. El gimnasio dio resultados enseguida: una lumbalgia de la que aún guardo secuelas. Me quedé con medio Proust, y una de las primeras películas que vi me trajo una fantasía que ya tenía desdibujada como los bordes de una foto antigua, escribir: me identificaba con George Peppard en Desayuno con diamantes, seguramente porque termina enrollado con Audrey Hepburn. Peppard no era precisamente un escritor de éxito, pero esta actividad sustituyó al gimnasio y con la ayuda del amigo Google, no recuerdo qué buscaba, grandes bebedores, creo, entró en escena el otro gran novelista del siglo pasado, Joyce.

Quiero pensar que el humor, si bien no es apátrida, es universal. La primera fuente a que fui para escribir Ave, ciudadano fue En nadar-dos-pájaros. El mismo Joyce la presentaba como una genialidad y Google como uno de los mejores autores de humor de todos los tiempos, Flann O’Brien. La narración de la novela iba de un argumento a otro, y era justo lo que pretendía. Tras dos lecturas y el aviso de la crítica que decía «en En nadar-dos-pájaros lo incoherente es el resultado de un cuidadoso ejercicio de coherencia», lo aprehendí y trasladé a Cádiz, donde detrás de cada esquina hay un vate escribiendo una chirigota: aposté por lo incoherente: si no me salía una novela me salía una final del Falla. Con esa irreverencia se engendró Ave, ciudadano. Una vez terminada la novela me di cuenta que el personaje, en su genialidad de mimetizarse y llamarse como los actores, el primer nombre que adopta es Eric, por Eric Idle. Creo que no fue inconsciente, sería, de existir, una conciencia instintiva que anunciaba mi admiración hacia los Monty Python. Sus expresiones desbocadas, desvergonzadas, atrevidas, frescas, llenas todas de agudeza, ingenio y absurdo, a quien forma parte del grupo de riesgo abonado a contagiarse, lo contagia, y ese contagio está en la novela. Esto, por extensión, lo traslado al ingenio y agudeza inglesa, al antihéroe Wilt de Sharpe, al Antropólogo inocente de Barley, a Richard Lester, que acompañado ni más ni menos que de Plauto, me cautivó con su Golfus de Roma...

¿James Joyce? Al principio de la jubilación, al vacío físico e intelectual uní los viajes, pero en la relación precio-viajes versus pensión, asumí el vacío y los descarté. En cambio, para la actividad que iba a emprender, el Ulises de este gran bebedor viajaba sin salir de Dublín, así me encontré con la oportunidad de viajar, y sin salir de mi ciudad: viajar por Cádiz es viajar por la idiosincrasia de su gente, y esto obliga a transitar por la risa. A todo esto, seguía con lo del tiempo perdido de Proust, pero estancado en el péplum: había visto tantas películas de romanos que terminé por infectar al personaje y, con ello, complementar el viaje del siglo XXI con el siglo I a.n.e…. No me pregunte por la trama. No le pregunto. El quid de la trama me lo dio el mismo personaje. Desmantelando una antigua industria halla, y se apropia, un rollo que escribiera en la Gades romana el histriónico gaditano Caio Máximo Dramático. A partir de ahí, después de intentar, y desalentarse por no poder leerlo, se desromanizará y se romanizará, se prejubilará, se divorciará y, con la ayuda de su ex entrará en una crisis moral, y económica, sobre todo, que le llevará a meter alquilados en casa dos erasmus, un neojipi mamarracho y un chino dublinés que sabe latín. El chino será quien le abra la puerta a Roma, y con ello la fabulación en el siglo I a.n.e. Con los elementos en la mano busqué el equilibrio, ensamblar la historia de un Gades de película, espectacular, enormemente rico, y que hacía cincelar Gaditanorum en los asientos reservados a sus équites en el Coliseo romano, con un Cádiz de miseria, repleto de caliches, en el que nómina más suculenta la mueve el Inem, y que graba en el sofá de escay el tamaño de los traseros. Pasar de una época a otra se me presentaba como un ejercicio de funambulismo, sin red, la cuerda era la ciudad, y ambulaba desde el siglo I a.n.e. al XXI... Tiré adelante y terminé encontrando el equilibrio en la propia naturaleza de aquellos y de estos gaditanos, en el humor.

De Roma, por cierto ¿qué hay de verídico en lo que cuenta Ave, ciudadano? No es una novela histórica dentro de una novela, pero sí que me empapé de Roma y de la Gades romana. Había días que estaba más tiempo en el teatro romano de Cádiz que en mi casa, me acercaba lo que podía a la escena y recitaba a Caio Máximo Dramático, «hacia el autor se encamina/ Octavio/ César Augusto,/ al que una púa del arbusto/ le hace sangrar por el labio...,/ hecho tan estrafalario/ en medio de esta pretexta/ que Balbo, el menor, se apresta/ a prestarle su sudario»... Creo que el personal me tenía por chiflado, pero Pompeyo, César, Craso, Varrón, Posidonio, los Balbos, sus peleas, sus triunfos, sus obras, sus bodas, sus funerales..., todos los personajes reales, y hechos, están, dentro de la ficción, en su momento histórico, al punto que llevado por la minuciosidad tenía un calendario desde la fundación de Roma y yo, conmigo mismo, hablaba de idus, calendas, nonas, dias fasti, días nefasti, y vigilaba medidas, pesos, armas, vestidos... Además de lo leído, como el personaje de la novela, de sesudas a festivas, he visto muchas de romanos, eso me ha hecho cuidar detalles y no meter un reloj Casio en la muñeca de ningún legionario... Aparte de eso, de mi cuenta y riesgo, especulo con el augurio que le dieron a César en el templo de Hércules, con su muerte, con la misma procedencia del nombre de Gades, y al cabo del gentilicio gaditano, o con que Vitrubio construyese en Gades el mayor acueducto de Hispania Ulterior.

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Corría el año 1980 cuando el protagonista del relato, currante de pico y pala, descubre y se apropia del rollo de pergamino que escribiera hacia el tercer tercio del siglo I a.n.e. el cómico gaditano Caio Máximo Dramático.

En compañía de sus dos inquilinos erasmus, un romano neojipi y un chino dublinés que le va traduciendo el texto del rollo, recorrerá a trompicones el relato paralelo de la espectacular Gades romana y de su miseria actual.

Treinta y dos años después, la desastrosa situación anímica y económica ha arrastrado al protagonista a una obsesiva dedicación a las películas de romanos, que consume sin moderación desde su maltrecho sofá cama de escay rojo.

Una narración hilvanada con el sutil, y a veces estruendoso, humor universal de sus habitantes.

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Una irreverente oda de amor a la ciudad y a la historia de Cádiz.

Diseño de cubierta: Manuel Estrada. Foto: Joaquí Hernández Kiki . Dosier: proyectos gráficos PGA

Ave, ciudadano

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La mención especial del XX Premio Unicaja de novela Fernando Quiñones se otorga, en palabras del jurado, «por el carácter ingenioso y la notable inventiva verbal de un trabajo que es, simultáneamente, una novela de amor hacia la ciudad de Cádiz y una velada crítica a la sociedad gaditana, recreando el contexto de la Roma del siglo I a.n.e.»

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