Enero y tú desnuda. Álvaro García Hernández. Alianza Literaturas

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Dosier de prensa

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Foto: José Atienza

Álvaro García Hernández (San Antonio, 1976), licenciado en Filología Hispánica, trabaja como profesor de Lengua Española y Literatura. Es autor del blog Diario de un dios equivocado y de varias novelas juveniles. Ha sido galardonado con el Gran Angular 2016 y el Premio Hache 2018.

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«Todo lo que era imposible me ha acabado pasando. Era imposible que los pisos bajaran; era imposible que los Héroes del Silencio se separaran; era imposible que pusieran obligatorio el casco; era imposible que con estudios universitarios acabáramos en el paro; era imposible que ganáramos menos dinero que nuestros padres; era imposible que me estuvieras poniendo los cuernos…»

ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ

ENERO Y TÚ DESNUDA ALIANZA LITERARIA (AL) 14,50 x 22,00 cm 200 páginas | Rústica 978-84-9181-624-9 3472721

€ 16,00

*HYYEZB|816249] EBOOK 978-84-9181-625-6

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Entrevista a Álvaro García Hernández ¿Es Enero un héroe o es que los lectores somos malas personas? Leer es un acto de confianza, compramos emociones, su promesa; en este sentido, Enero es un perturbado de las emociones, su intimidad es tan brutal que cualquiera de sus actos cotidianos se convierte en nuestro, en nuestra dosis de vida ajena. Pero nos engaña, al principio pensaremos que está loco, que es malo, pero luego descubriremos que somos nosotros los equivocados, que Enero es demasiado bueno. Y la extrema bondad es la esencia de todo héroe. ¿Es Enero una relectura del mito de Lolita? No, Enero roza la perversión, la acaricia con la punta de los dedos, justo en el límite del pecado. En realidad, tiene más de santo que de profesor de literatura francesa. ¿Puede entenderse como una defensa de la generación de los 30 años que sobrevivió a la crisis? Claro que hay una defensa generacional, por supuesto, pero no solo de la crisis de 2008. Mi generación sobrevivió a los colegios de caravista marrón, a las fiestas de los pueblos, a la ruta del bakalao, al selectivo, al autostop, a la burbuja inmobiliaria y a la maldita crisis. Hemos sido la generación mejor formada de este país, y la primera que vivirá peor que sus padres. Nos han engañado. Y Enero es uno de nosotros. ¿Pero es también una crítica, una comparación con la generación millenial? En ese sentido sí, hay un enfrentamiento generacional con ella, la adolescente. Pues Ana representa una generación educada por el móvil, que ya no se esfuerza por memorizar conocimientos sino que sobrevive a todo a base de tutoriales y Youtube. En ese sentido, el enfrentamiento es sexual y emocional. Enero se vuelve loco al espiarla desnuda, pero ella representa esta nueva generación que ha crecido foto a foto en Instagram. El grado de importancia que dan a su intimidad es diferente, Enero cree que se la roba y Ana… lo siento, eso no te lo puedo contar. Al igual que sucede con Enero, ¿la novela es un analgésico contra el dolor? Sí, la intimidad implica dolor, claro que hay dolor, precisamente porque la novela es un canto a la vida, hay que partir del dolor. Pero no seamos estúpidos, no caigamos en la crítica a esta sociedad que nos margina y destruye, eso es una estupidez, el dolor no es algo social, el dolor es lo más humano que tenemos, nuestra mayor intimidad no son los genitales, es nuestro dolor.

De hecho, los personajes se irán desnudando en su dolor mucho más lentamente hasta convertir al lector en un culpable. Es a partir de ahí cuando comprendemos que Enero siempre fue un héroe, siempre fue mejor persona que nosotros. La huella digital, la lucha de Enero y Ana contra su pasado público se convierte en una de las motivaciones de la novela, ¿por qué no utilizan la misma solución? Internet tiene cuatro días, todavía no sabemos nada, ni de su poder ni de sus consecuencias. Quizás la primera de ellas sea la huella digital, la imposibilidad de que Google o Facebook o YouTube eliminen nuestra vergüenza, nuestros errores… Pero Enero y Ana pertenecen a dos generaciones diferentes, la del Boom y la Millenial, sus soluciones a esa consecuencia de Internet debía ser distinta. Sin embargo, ¿no resulta paradójico que ambos personajes utilicen Internet para solucionar su día a día? No es paradójico, utilizamos la memoria para saber dónde hemos aparcado pero esa misma memoria también nos recuerda los errores que cometimos, el problema no está en la herramienta que memoriza sino en nosotros. En ese sentido, la paradoja somos nosotros. Enero no quiere sobrevivir a Internet, ni Ana tampoco, quieren sobrevivir a las personas que los dejaron en ese estado, por eso se encuentran, por eso se unen, pero son tan diferentes, están tan rotos que no saben cómo deben unirse. El descubrimiento de esa unión será el final, cuando Enero se convierta en un héroe. En otra entrevista comentaste que el humor es la única pista que das al lector para que confíe en que el protagonista será un héroe, ¿podrías profundizar algo más en ello? Enero comienza siendo el personaje absolutamente excéntrico: recién salido de un psiquiátrico, construye catapultas para lanzar ratas por los aires, conduce un tractor por medio de los atascos que provocamos al llevar a los niños al colegio, viaja en tren con guantes de fregar platos o consiguió expulsar a los okupas de enfrente, que todavía lo llaman loco. Pero es que conforme conocemos los detalles de su vida, los dramas que le han llevado a ese estado, como la pérdida de su familia, nos extrañamos porque no hay apenas tristeza en Enero. Al contrario, todo es visto por sus ojos con pasión, con humor, con ironía, porque, aunque él no lo pueda recordar, es un héroe. Y nosotros vamos a presenciar su despertar con una sonrisa en la cara.

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«Y mientras te acunaba, mientras te dormías entre mis brazos, recordé que era un loco condenado por intento de asesinato. Y tuve ganas de serlo.»

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no vive nadie, los martes visita a un anciano en una residencia, los miércoles dispara ratas con una catapulta a la piscina del chalé de su ex, los jueves va a clases de kárate, los viernes conduce un tractor por la ciudad en hora punta, los sábados participa en un programa de radio y los domingos se obliga a ser una planta y no hacer nada. Pero cuando se instala una okupa en el piso de enfrente y se obsesiona con ella, su precario equilibrio se va al traste.

Diseño de cubierta: Manuel Estrada. Foto: Daniel López. Dosier: proyectos gráficos PGA

La vida de Enero parecía discurrir sin sorpresas por un camino marcado de antemano: estudios, trabajo, boda, hipoteca... hasta que todo se torció y acabó encerrado en un psiquiátrico durante cinco años. Desde entonces, la medicación le produce lagunas, y para contrarrestar mezcla los tranquilizantes con speed. Sobrevive siguiendo una rutina excéntrica cuya razón de ser ya no recuerda: los lunes viaja en tren al pueblo de su infancia, en donde ya

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