Del maestro Castagnino "Hernández, astilla del mesmo palo" Catálogo.

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Como Presidente del Instituto Cultural me enorgullece presentar la serie del maestro Juan Carlos Castagnino, Castagnino- Hernández, astilla del mesmo palo, en el marco de la celebración del centenario de su nacimiento. Estas ilustraciones son el verdadero homenaje que el pintor rinde a la epopeya del personaje creado por José Hernández, una de las obras maestras de la literatura argentina que se instituyó como uno de los pilares de nuestra identidad cultural. Como dijera Leopoldo Lugones en los primeros años del siglo pasado, la historia del gaucho que es llevado por la fuerza a pelear contra el indio -que luego deserta y retorna más tarde para entregar lo aprendido a sus hijos- son una muestra cabal del espíritu argentino en su culto al coraje, su incansable búsqueda de la justicia y su afán de inscribirse en el mundo desde su particular visión. Con esta muestra queremos poner de relieve el compromiso del Instituto Cultural para rescatar los hitos que conforman nuestra historia e identidad desde las diversas manifestaciones del arte y la cultura. Por otra parte, también hacemos nuestro reconocimiento al maestro Castagnino –nacido en nuestro distrito- y su compromiso con la cultura nacional, a la vez que ofrecemos al público de nuestra Provincia esta maravillosa interpretación del gran poema nacional como es el Martín Fierro, que con la presentación en nuestro Museo Provincial inicia su ciclo de itinerancia por diversos municipios. Lic. Juan Carlos D’Amico Presidente del Instituto Cultural

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“Castagnino - Hernández, astilla del mesmo palo” Desde el Museo Provincial de Bellas Artes es un honor presentar la muestra Castagnino - Hernández, astilla del mesmo palo. Gran parte de las obras que se exhiben fueron realizadas por el maestro Juan Carlos Castagnino para ilustrar la primera edición en gran formato que EUDEBA realizó en 1962. Su publicación marcó un hito para varias generaciones de argentinos, ya que en sus numerosas reediciones puso al alcance de la gente no sólo la sabiduría del personaje, sino que también le puso rostro a su figura. Para el entonces gerente de la editorial Boris Spivacow, la idea de producir un libro de arte accesible al gran público –por su calidad y forma de distribución- implicaba crear un medio de difusión para los artistas plásticos de nuestro país. Este corpus de obras no sólo reafirma la calidad y sensibilidad artísticas de Castagnino. Su producción avanza sobre un cambio en la iconografía del gaucho y del paisaje pampeano, nutrido por sus vivencias del campo en las afueras de Mar del Plata, ciudad que lo vio nacer y crecer. Los hombres y mujeres, los paisajes reflejados en esta magnífica obra son producto de la observación directa que el artista hiciera a lo largo de sus recorridos por chacras de la provincia, sus visitas a domas y otros eventos camperos, llevados al papel con ese magistral modo de trabajo, de pinceladas sensibles y trazos rápidos, tratando de captar la esencia de las cosas. Castagnino captura lo esencial de la obra de José Hernández, lo complejiza y nos deja como legado una interpretación del Martín Fierro donde están presentes las denuncias de injusticia social y opresión que sufre el pueblo. Esta serie, que se exhibe por primera vez, es nuestro aporte al reconocimiento del Maestro Juan Carlos Castagnino en el marco del centenario de su nacimiento. Rubén Betbeder Director de Artes Visuales y Museo Provincial de Bellas Artes

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Castagnino-Hernández Astilla del mesmo palo “La llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño. Un punto se agitó en el horizonte y creció hasta ser un jinete, que venía, o parecía venir, a la casa.” Jorge L. Borges, “El fin”

Aquello que inspira y retiene la mirada del artista, lo que precede a la emergencia del acto siempre será inaccesible. El proceso de gestación que involucra la personalidad, la intención, la búsqueda de un lenguaje y la exploración de los materiales constituyen el origen velado de la obra. El proyecto largamente soñado y estudiado nace en correspondencia con una ideología y un compromiso con el mundo que lo rodea. En 1962 la editorial Eudeba publica una reedición del poema Martín Fierro de José Hernández (1834-1886), con ilustraciones de Juan Carlos Castagnino (1908-1972). Esta experiencia resulta un fenómeno editorial inédito que impacta sobre la representación visual del texto y el imaginario social sobre el campo, su paisaje y sus habitantes. En esta exposición pretendemos seguir la huella de los puntos de encuentro entre el poeta y el pintor, atendiendo al proyecto personal que alimentó sus espíritus y los condujo a la realización de producciones en las que el pueblo fue su origen y destino. En la obra dedicada al texto de Hernández, Castagnino rompe con la representación tradicional, criollista y conservadora del gaucho, en la cual el poema resume la identidad nacional. Sus ilustraciones emergen de una observación sensible y real del hombre de campo y de una lectura del texto como poema social cuyo mensaje denuncia la injusticia y opresión que sufre el pueblo. Esta tarea permite al artista crear un nuevo “texto” en el que confluyen su historia personal, su profundo humanismo y sus ideas estrechamente unidas al comunismo. Por haber logrado plasmar estas ideas, interpretando la realidad de su pueblo, más allá del registro de color folklórico, el artista constituye un caso paradigmático en la larga historia de ilustraciones del poema. Castagnino se apropia del texto y descubre, en cada etapa creativa, nuevas significaciones. Su infancia en Camet, localidad de chacras y sembradíos próxima a Mar del Plata, a pocos kilómetros de la estancia donde coincidentemente vivió Hernández durante cuatro años, marca el lugar de pertenencia al que regresaba por largos períodos, reencontrando el paisaje y la gente de los cuales había partido su inspiración primera. “[...] en general la llanura con los arados, las trillas, las máquinas, etc. pertenecen a una versión más simbólica, a una interpretación más simbólica, más subjetiva. Por ello creo que mi labor en los lugares de la infancia y en las zonas en que encuentro mis paisajes pertenecen en cierta medida a un mundo mítico real. Una especie de redescubrimiento del mundo agrícola, de la tierra, de la llanura, de lo telúrico.” 1 Su modo de trabajar, realizando recorridos en los que captaba del natural rostros y paisajes, lejos de establecer una distancia respecto del objeto implica una comunión y una asimilación capaz de volcarse en la expresión plástica. Su intención no es el retrato singular sino la cons1. Juan Carlos Castagnino, Papeles varios, Sin datar.

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trucción de un sujeto real, vinculado a su tierra, a su clase social y a su historia. El retratado deja de ser “objeto” de la mirada del artista para ser “sujeto”, una figura emblemática, encarnada en Martín Fierro, que trasciende lo personal para convertirse en representación de la tragedia del hombre de campo. “Yo lo presentía leyendo a Hernández. Un tipo humano definido, con sensibilidad aflorando en el mentón, en los ojos y en la raleada barba. Un día lo vi. Se desarrollaba una yerra en general Madariaga y acertó a pasar junto a un palco. Lo llamé. Lo fijé en la tela con la fruición de quien se da, de bruces, con un tesoro escondido. Así nació mi Martín Fierro”. 2 En la década del cincuenta, Castagnino realiza un viaje a China en el que visita al maestro Chi’i Pai-shih, con quien experimenta estrategias y recursos plásticos que serían fundamentales para las ilustraciones de 1962. Con él descubre la antigua técnica oriental en la que se parte de una detenida observación del objeto para luego, en trazos rápidos y sin levantar el pincel, captar la esencia y desechar lo accesorio. Castagnino se acerca al texto de Hernández con la misma actitud, haciendo que el poema diga lo que el artista piensa sobre la intención esencial del Martín Fierro y su intrínseca relación con el pueblo. Para lograr este nivel de compenetración con la materia trabaja aproximadamente dos años en los que lee atentamente los versos, anotando en los márgenes, estudia la bibliografía teórica sobre el tema, sueña las imágenes que se funden a su propia experiencia y recorre la pampa buscando lugares, objetos y personajes. El artista construye el relato de su creación, producto de un intenso relevamiento en la Provincia de Buenos Aires: General Pueyrredón, Olavarría, San Antonio de Areco, Tandil, Tres Arroyos y otras localidades, donde encuentra los valores que se desprenden del texto de Hernández, como la sencillez de los actos y costumbres, el compromiso social, la importancia de la amistad y el amor por la tierra. Allí concreta el proyecto de retratar el sufrimiento del oprimido en escenas de tortura, lucha o camaradería, el canto de las penas que marcan los rostros de los trabajadores rurales, o en el paisaje, hostil y bello. Cuando Hernández escribe el Martín Fierro se inician cambios profundos en la estructura social argentina. La inmigración europea irrumpe en el puerto de Buenos Aires transformando los hábitos criollos. La “civilización” desplaza al gaucho instándolo a transformarse o desaparecer. En el marco de esta inquietante hibridez el poeta plasma su visión en la que sería considerada la imagen arquetípica del ser nacional (véase la “Polémica en torno al Martín Fierro”), dejando de lado otros grupos sociales como el indio, el gringo o el moreno. Estos grupos no deseados funcionan a nivel textual como contrafiguras que realzan la valoración del gaucho. El poema surge como reacción ante la decadencia de este sector y como denuncia a la explotación por parte de la ley y el orden urbanos. El poeta rescata su cultura oral y la sintetiza en un sujeto de enunciación que representa la visión de los vencidos y su resistencia. De esta manera lo expone en una carta a quien fuera editor del poema, José Zoilo Miguens: “Me he esforzado [...] en retratar, en fin lo más fielmente que me fuera posible, con todas sus especialidades propias ese tipo original de nuestras pampas, tan poco conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan erróneamente juzgado muchas veces, y que, al paso que avanzan las conquistas de la civilización va perdiéndose casi por completo.” 2. Juan Carlos Castagnino, en De Kumec Margot, en “Castagnino en San Telmo”, Clarín Revista, Buenos Aires, 11 de octubre de 1969.

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Borrador del discurso de Juan Carlos Castagnino para la presentación del Martín Fierro de Eudeba.


Las ilustraciones del pintor expresan la actualidad de los ideales de Hernández, aunque él seleccione y omita según su propia lectura, anclada a su momento de producción. Castagnino piensa en los trabajadores del campo y las fábricas, en los reclamos, la fuerza y el sufrimiento del proletariado. “Y porque esta revelación, como todo milagro, es la presencia de esa necesidad vivencial, abriendo el misterio del azar, probando que el sentido recóndito del bien y lo bello está siempre latente en nuestra raíz [...] se quiere y se defiende al [gaucho] de ayer con chiripá y botas de potro, [...] como se quiere y se defiende al de hoy, vestido con el overol proletario, porque adentro es siempre el mismo, con sus angustias y sufrimientos, y afuera también es lo mismo, leyes represivas, mandos, decretos, levas.” 3 El texto vuelve a decir, hermanándose con la interpretación de su ilustrador. Pintor y poeta se vuelven “astilla del mesmo palo” 4, observadores de una realidad que emerge y se repone, y artífices de un aliento transformador que trasciende el hecho estético. Castagnino renueva la afirmación que denuncia el abuso, y decide el silencio frente a aquello que contradice sus convicciones. Resultan significativas, en este sentido, las escasas ilustraciones sobre el indio, caracterizado en el poema como salvaje y asesino, fuera de la ley civilizada y cristiana. En 1972, al cumplirse el centenario de la publicación del poema, Castagnino participa en una edición especial ilustrada por artistas argentinos. Para esta ocasión pinta Hernández piensa en su pueblo, producto de una revisión de su propia producción para el Martín Fierro. El pintor expande el sentido del poema y observa la repetición, fundiendo pasado y presente del pueblo, como si en el canto del gaucho hubiera estado cifrado el destino de opresión encarnado en la figura del estaqueado. “Ahora se cumplen cien años de Hernández y yo quiero dar una pauta más actual de mi posición, más allá de la de Eudeba en 1962. Que no se evidencie solo en elementos tradicionales, sino que pase a nuestro presente y a nuestro futuro. Hernández no lo escribió para atrás, sino para adelante. Su vigencia es, pues, constante; está en nuestras cosas y nuestras tragedias. Hay que rescatarlo como figura de martirio, de lucha, y no solo para el campo sino para la ciudad, para todo el pueblo. El Martín Fierro es símbolo de una injusticia que está vigente.” 5 A cien años del nacimiento del artista marplatense, el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires impulsa este homenaje en el que se exhiben 35 obras dedicadas al Martín Fierro, algunas publicadas y la mayoría inéditas. Esta fecha constituye un buen momento para pensar la manera en que sus convicciones se plasmaron en la edición de Eudeba del Martín Fierro, obra que produjo la comunión entre el pincel y la pluma, resultando en un acontecimiento cultural que actualizó las ideas acerca de la representación y la identidad nacional en el imaginario colectivo. Hernández y Castagnino vuelven, como astilla del mesmo palo, a la tierra que los vio nacer y que inspiró su obra. Mariana Castagnino - Carlos Rossi Elgue

3. Juan Carlos Castagnino, Borrador manuscrito de la presentación del Martín Fierro de 1962. 4. José Hernández, Martín Fierro, Canto XIII, Buenos Aires, Eudeba, 1962. 5.“El mar, la vida y otras obsesiones”, reportaje a Juan Carlos Castagnino, en Siete días ilustrados, Buenos Aires, 13 de marzo de 1972.

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Y

Rodeo, 1962 Tinta sobre papel 52,5 x 34 cm.

mientras domaban unos, otros al campo salĂ­an, y la hacienda recogĂ­an, las manadas repuntaban, y ansĂ­ sin sentir pasaban entretenidos el dĂ­a.

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Mate del estribo Carbonilla sobre papel 51 x 39 cm.

Y

apenas la madrugada empezaba coloriar los pรกjaros a cantar, y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse

cada cual a trabajar. 7


En la frontera, 1962 Tinta sobre papel 73,5 x 42 cm.

E

n mi perra vida he visto

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una miseria mayor.


Ă‘andĂş boleado, 1962 Tinta sobre papel 65 x 50 cm.

D

ios le diĂł istintos sutiles

a toditos los mortales; el hombre es uno de tales...

Carancho, 1962 Tinta sobre papel 66 x 48,5 cm.

...y en las llanuras aquellas, lo guĂ­an el sol, las estrellas, el viento y los animales.

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V

ino el mayor medio en pedo y allí se puso a gritar:

“Pícaro, te he de enseñar andar reclamando sueldos.”

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Estaqueado, 1962 Tinta sobre papel 49 x 90 cm.


Nochero, 1962 Tinta sobre papel 73 x 34 cm.

A

nsĂ­ todo el que procure tener un pingo modelo, lo ha de cuidar con desvelo, y debe impedir tambiĂŠn el que de golpes le den o tironeen en el suelo.

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China, 1962 Tinta y pastel sobre papel 64 x 45 cm.

T

al vez no te vuelva a ver, prienda de mi corazón.

Dios te dé su proteción ya que no me la dio a mí, y a mis hijos dende aquí les echo mi bendición.

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A

Osamenta, 1962 Tinta sobre papel 50 x 65 cm.

l verse en tal desventura y tan lejos de los suyos, se tira uno

entre los yuyos a llorar con amargura!

Cardos, 1962 Tinta sobre papel 51,5 x 37 cm.

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Y

o he conocido cantores que era un gusto el escuchar, mas

no quieren opinar y se divierten cantando; pero

yo canto opinando, que es mi modo de cantar.

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Fierro con guitarra y caballo, 1962 Carbonilla sobre papel 65 x 50 cm.


Cráneo de vaca, 1962 Tinta sobre papel 35 x 29 cm.

N

habrán muerto algún día

o sé si los en alguna correría, pero espero que sabré de ellos algo cierto.

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E

l andar tan despilchao ningĂşn mĂŠrito me quita. Sin ser un alma bendita me duelo del mal ajeno:

Cruz de pie, 1962 Carbonilla sobre papel 76,5 x 29 cm.

...soy un pastel con relleno que parece torta frita.

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Cabeza de Martín Fierro, 1962 Tinta y témpera sobre papel 36 x 30 cm.

E

s un telar de desdichas cada gaucho que usté ve.

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Cargando a Cruz, 1962 Tinta sobre papel 82 x 59 cm.

C 18

on mis propias manos, yo mesmo lo sepultĂŠ... ...y humedeciĂł aquel terreno el llanto que redamĂŠ.


Fierro con guitarra, 1962 TĂŠmpera sobre papel 73 x 50 cm.

C

antando me he de morir, cantando me han de enterrar, y cantando he de llegar al pie del Eterno Padre...

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M

i gloria es vivir tan libre como el pájaro del cielo; no hago nido en este suelo ande hay tanto que y naides me ha de seguir

sufrir, cuando yo remuento el vuelo.

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Chajá en vuelo Acrílico sobre tela 110 x 125 cm.


Y

o he sido manso primero

Cabeza de MartĂ­n Fierro, 1962 Pastel sobre papel 55,5 x 50 cm.

y serĂŠ gaucho matrero en mi triste circunstancia,

aunque es mi mal tan projundo;

nacĂ­ y me he criado en estancia, pero ya conozco el mundo. 21


N

o pinta quien tiene gana

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sino quien sabe pintar.

HernĂĄndez piensa en su pueblo, 1972 AcrĂ­lico sobre tela 120 x 100 cm.


Duelo, 1962 Tinta sobre papel 82,5 x 59,5 cm.

M

e hirvió la sangre en las venas y me le afirmé al moreno, dándolé de punta y hacha pa dejar un

diablo menos.

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Boceto de tapa, 1962 Tinta y témpera sobre papel 54,5 x 61 cm.

Boceto de tapa con cabeza de Hernández, 1962 Tinta y témpera sobre papel 42 x 62,5 cm.

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Indio a caballo, 1962 Tinta sobre papel 41,5 x 59 cm.

M

e miraba y lo miraba:

yo al indio le desconfiaba, y él me desconfiaba a mí.

N

i es capaz de presumir

cuanto tiene que sufrir la infeliz que está cautiva.

Cautiva prendiendo fuego, 1962 Tinta sobre papel 24 x 66 cm.

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Muerte de Vizcacha, 1962 Tinta sobre papel 77,5 x 46 cm.

A

ndaba rodiao de perros que

eran todo su placer,

jam谩s dej贸 de tener menos de media docena,

mataba vacas ajenas

para darles de comer.

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Perros, 1962 Tinta sobre papel 48,5 x 33 cm.

A

l ver cercano

su entierro,

araĂąando las paredes, espirĂł allĂ­

entre los perros 27


Moreno, 1962 Carbonilla sobre papel 56 x 40 cm.

D

e la inorancia de naides ninguno debe abusar; y aunque me puede doblar todo el que tenga más arte,

no voy a ninguna parte a dejarme machetiar.

E

Al galope, 1962 Tinta sobre papel 40 x 30 cm.

n esa estrecha prisión, sin poderme conformar, no cesaba de esclamar:

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¡qué diera yo por tener un caballo en que montar y una pampa en que correr!


En semejante ejercicio, 1962 Tinta sobre papel 48 x 66 cm.

E

n semejante ejercicio se hace diestro el cazador; cai el piche engordador, cai el pรกjaro que trina;

todo bicho que camina va a parar al asador.

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Morena, 1962 Tinta sobre papel 54 x 16 cm.

A

l ver llegar la morena que no hacía caso de naides, le dije con la mamúa:

“va-ca-yendo gente al baile.”

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Durmiendo, 1962 Tinta sobre papel 30 x 40 cm.

S

in tener más compañía que

su soledad y las fieras.

Y

dijo: “¡Cruz no consiente que se cometa el delito de

matar a un valiente!”

Pelea con sables, 1962 Tinta sobre papel 28 x 40 cm.

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Picardía, 1962 Tinta sobre papel 66 x 48,5 cm.

L

es declaró con franqueza que el nombre de Picardía es el único que lleva.

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Hombre con bombĂ­n, 1962 Tinta sobre papel 67 x 41 cm.

E

s un vicio

de mal fin,

el de jugar, no lo niego; todo el que vive del juego

anda a la pesca de un bobo, y es sabido que es un robo ponerse a

jugarle a un ciego.

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MartĂ­n Fierro, 1962 Tinta sobre papel 70 x 54,5 cm.

Y

con esto me despido sin espresar hasta cuĂĄndo;

siempre corta por lo blando el que busca lo seguro; mas yo corto por lo duro,

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y ansĂ­ he de seguir cortando.


Polémica en torno al Martín Fierro. En cada momento histórico-político en que el Martín Fierro fue leído, la interpretación del poema fue funcional a un objetivo. Los fragmentos reunidos a continuación proponen un recorrido sintético por las diferentes lecturas, y la reflexión sobre estas, partiendo de la polémica visión que, hacia el Centenario, encontró en el poema la síntesis de la identidad nacional. MIGUEL CANÉ, 1897: “[...] Usted ha hecho versos gauchescos, no como Ascasubi, para hacer reír al hombre culto del lenguaje del gaucho, sino para reflejar en el idioma de éste, su índole, sus pasiones, sus sufrimientos y sus esperanzas, tanto más intensas y sagradas cuanto más cerca están de la naturaleza.” 1

Indio, 1962 Tinta sobre papel

LEOPOLDO LUGONES, 1916: “No hay cosa más nuestra que ese poema, y tampoco hay nada más humano. [...] El tipo permanente de la vida progresiva, el que representa su éxito como entidad espiritual y como especie, es el héroe, el campeón de la libertad y de la justicia. Y por eso, porque personifica la vida heroica de la raza con su lenguaje y con sus sentimientos más genuinos, encarnándola en un paladín, o sea el tipo más perfecto del justiciero y del libertador; porque su poesía constituye bajo esos aspectos una obra de vida integral, Martín Fierro es un poema épico.” 2 RICARDO ROJAS, 1924: “[...] no vacilo en decir, que el origen de la civilización en la pampa, ha logrado su expresión literaria en dos poemas nacionales de carácter épico; uno en verso: el Martín Fierro; otro en prosa: el Facundo –ambos definitivos en la historia de nuestra cultura intelectual.” 3 EZEQUIEL MARTÍNEZ ESTRADA, 1948: “En fin, el tema fundamental del Poema, el que cala más hondo, es el de la injusticia. Mucho más que lo político y lo social, configura un mundo fronterizo en el sentido lato de la palabra. El Poema localiza y personifica la injusticia. El órgano central que la genera es el Estado, en todas partes monopolizador de la pública ignominia. Sólo él se permite lo que le está vedado, en el orden de la dignidad, al más humilde de los ciudadanos.” 4 JORGE LUIS BORGES, 1953: “Si no condenamos a Martín Fierro es porque sabemos que los actos suelen calumniar a los hombres. Alguien puede robar y no ser ladrón, matar y no ser asesino. El pobre Martín Fierro no está en las confusas muertes que obró ni en los excesos de protesta y bravata que entorpecen la crónica de sus desdichas. Está en la entonación y en la respiración de los versos; en la inocencia que rememora modestas y perdidas felicidades y en el coraje que no ignora que el hombre ha nacido para sufrir. Así, 1. “Carta de Miguel Cané a José Hernández”, El Nacional, Buenos Aires, 22 marzo 1879. 2. Leopoldo Lugones, El payador, Buenos Aires, Otero y Cia., 1916. 3. Ricardo Rojas, Historia de la literatura argentina, “Los gauchescos”, Vol. II, cap. XXV, Buenos Aires, El Ateneo, 1924. 4. Ezequiel Martínez Estrada, Muerte y transfiguración de Martín Fierro, México, Fondo de Cultura Económica, 1948.

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me parece, lo sentimos instintivamente los argentinos. Las vicisitudes de Fierro nos importan menos que la persona que las vivió. Expresar hombres que las futuras generaciones no querrán olvidar es uno de los fines del arte; José Hernández lo ha logrado con plenitud.” 5 DANIEL VIDART, 1967: “José Hernández, periodista y político, compuso su poema gauchesco con la intención concreta de reivindicar la personalidad desconocida y menospreciada del paisano argentino y para fustigar los abusos del caudillo electorero, del militar prepotente, del juez corrompido, del milico aprovechador, del pulpero ladrón, todos representantes directos o indirectos del poder urbano, controlado por los estancieros y los comerciantes. [...] Pero la obra desbordó la intención del autor. Quiso formular éste una protesta temporal y creó un poema eterno; quiso pintar las virtudes, defectos y penalidades del gaucho y retrató la condición humana en su totalidad.” 6 MARÍA TERESA GRAMUGLIO y BEATRIZ SARLO, 1980: “[...] el rescate de Martín Fierro que realizaron Rojas y Lugones entre 1910 y 1916 no significó un resurgimiento después de un eclipse, sino una nueva valoración que es necesario ubicar dentro de la problemática de definiciones de la identidad nacional que se formuló alrededor del Centenario. Es sabido que los festejos de estos aniversarios desataron una verdadera orgía de fervor patriótico. En ese clima, los interrogantes acerca de la esencia de la nacionalidad se movieron entre dos polos que iban desde el optimismo de una élite gobernante que veía cumplidos sus planes de progreso, al malestar que provocaba la rápida certidumbre de que ese mismo éxito acarreaba consigo un precio oneroso.” 7 RAÚL DORRA, 2003: “Tanto Martínez Estrada como Borges están decididamente en contra de los epicistas. Para el primero, “El gaucho verdadero [...] carecía de sustancia heroica”. “El gaucho no daba para la epopeya.” De acuerdo con ello, convertir a Martín Fierro en un “dechado de heroísmo, de caballerosidad” es trazar una caricatura. Por eso, los que “hacen del Poema una epopeya nacional, un motivo de la fe patriótica [...] componen la caterva despreciada del Poema”. Para Borges, ver en el poema una composición épica es una “estrafalaria y cándida necesidad” que termina por comprimir la historia de la patria “en las andanzas de un cuchillero de 1870”.” 8

5. Jorge Luis Borges, El “Martín Fierro”, (en colaboración con Margarita Guerrero), Buenos Aires, Columba, 1953. 6. Daniel Vidart, “Payadores gauchos y literatura gauchesca”, en Cuadernos de Marcha, Nº 6, octubre de 1967, Montevideo, Uruguay. 7. María Teresa Gramuglio y Beatriz Sarlo, “José Hernández”, en Susana Zanetti (directora), Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980. 8. Raúl Dorra, “El libro y el rancho. Lecturas del Martín Fierro”, en Noé Jitrik (director) Historia crítica de la literatura argentina 2, Buenos Aires, Emecé, 2003.

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Hombre y potro, 1962 Tinta sobre papel


A propósito de la edición de Eudeba. La década del ’60 está marcada por profundos cambios políticos y culturales que reformulan la lectura del poema e influyen en su interpretación. Las citas y testimonios incluidos a continuación dan cuenta del impacto causado por la reedición, en 1962, del Martín Fierro de Eudeba con ilustraciones de Castagnino. AMARO VILLANUEVA, 1962: “Aquí ni hay caricatura ni grotesco. No hay imitación. Castagnino muestra la realidad con sus protagonistas comunes, los que en verdad la representan, así sea ese cardo a cuya candorosa protección se acogió, más de una tarde, la desmesurada soledad inarbórea de la pampa. [...] Esos antepasados hablan aquí con natural elocuencia, animados del hálito de actualidad que el arte fraterno de Castagnino les infunde, recreándoles aquel aire intemporal con que nacieron al ejercicio del destino común de los argentinos. Saludémoslos en voz alta, pues este magno encuentro del arte y la poesía, esta otra vuelta de Martín Fierro, anuda pasado y porvenir en la tradición popular de nuestra cultura.” 1 Catálogo para “Dibujos para el Martín Fierro”, Museo de Arte Moderno, 1962 Carpeta de dibujos del Martín Fierro publicada por Eudeba junto a la edición del libro.

CARLOS ASTRADA, 1963: “[...] ahora que el personaje protagónico del inmortal poema de Hernández retorna escoltado e iluminado por el arte de Castagnino, y en presencia de la sintomática acogida popular del poema en su nuevo e incisivo atuendo, es necesario destacar –y proclamarlo, ahora y aquí- que hoy, en nuestro país, la gloria corresponde a la plástica argentina. [...] Nuestro artista ha encendido una antorcha, que permitirá a nuestro pueblo retomar la ruta que se marcó a sí mismo en el canto de su poeta por antonomasia.” 2 ALBERTO HIDALGO, 1968: “Quien no ha montado un potro descrito por Juan Carlos Castagnino es porque aún no es digno de percibir el estremecimiento de estar volando sin cambiar de sitio.” 3 CAYETANO CÓRDOVA ITURBURU, 1969: “Castagnino dio a Martín Fierro el rostro armonioso y enérgico, entrañablemente humano, sufrido y noble, sereno y valiente, con que lo imaginábamos los argentinos lectores de la vida azarosa y las aventuras del héroe infortunado. La gran obra de arte suele ser, a menudo, más que la expresión de una individualidad, la de un pueblo y hasta la de una época. Lo es el poema de Hernández. Quién lo duda. De ahí su perdurabilidad.” 4 1. Amaro Villanueva, “El Martín Fierro de Castagnino” en Dibujos para el Martín Fierro, Buenos Aires, EUDEBA, 1962. 2. Carlos Astrada, “Renacimiento de Martín Fierro” en Tierra y figura, Buenos Aires, Editorial Ameghino, 1963. 3. Alberto Hidalgo, “Castagnino”, 1968. 4. Cayetano Córdova Iturburu en Panorama de la Pintura Argentina, Buenos Aires, Fundación Lorenzutti, 1969.

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JESÚS MARCOS, 1980: “En una tarde hacía ocho o diez dibujos que después rompía. Dibujaba muy espontáneamente. Elegía los mejores y rompía los otros. Tenía pilas de dibujos del Martín Fierro. Algunos los había tomado del natural, en el campo donde se realizaban domas.” 5 JUAN SASTURAIN, 2007: “Sin tratar de agotar las posibilidades, me parece que se pueden deslindar, entre varios, dos tipos de aproximaciones gráficas al Martín Fierro. Una es la mirada criollista, tradicional, nativista, conservadora, de pintores e ilustradores especialistas en el tema gaucho –Saubidet, Marenco, Lamela, Roume y tantos otros– que ven la obra de Hernández como summa y suma de arquetipos, clásica encarnación del sentimiento nacional, biblia gaucha, texto noble. Acaso por eso su aproximación es sobre todo estática y de pretensión reconstructiva, documental de usos, uniformes, prendas y caballos. El resultado es ornamental, vistoso y a veces frío. Otra mirada es la de los artistas que durante los sesenta y los setenta –Castagnino para Eudeba y Carlos Alonso para Emecé sobre todo, pero también Di Toto, Roberto González y otros– leen el poema “por izquierda”, como poema social, crónica de violencias e injusticias, desde un expresionismo “comprometido” que no para en detalles más o menos folklóricos pero pretende conmover desde los climas. Los dibujos a tinta de Castagnino y de Alonso son ejemplares al respecto.” 6

5. Jesús Marcos, en Dragosky Graciela y Méndez Cherey, Delcis, Castagnino, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. Serie Pintores Argentinos del Siglo XX, nº 21, 1980. 6. Juan Sasturain, “Este gaucho está dibujado” -a propósito del Martín Fierro de Fontanarrosa-, en Página12, Suplemento Radar, 28 de Octubre de 2007.

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Tarjeta de promoción de la edición del Martín Fierro de la Editorial Eudeba, 1962


Juan Carlos Castagnino 1908, 18 de noviembre. Nace en el pueblo de Camet, cercano a Mar del Plata, donde su padre Cecilio se dedica a la herrería. 1915-1928. Muere su padre. Junto a su madre, Mariana Rivas, su hermano y sus cinco hermanas, se traslada a Mar del Plata. Egresa de la Escuela Nacional, se muda a Buenos Aires y comienza la carrera de Arquitectura, la cual interrumpe al ingresar a la Escuela Superior de Bellas Artes. En esta época ingresa al Partido Comunista. 1933. Colabora en la realización del mural “Ejercicio plástico”, en la quinta de Botana en Don Torcuato, dirigido por David Alfaro Siqueiros, junto a Antonio Berni y Lino Enea Spilimbergo. 1939. Primer viaje a Europa. Estudia los clásicos y visita los talleres de Matisse, Dufy y Derain, entre otros. Asiste al taller de André Lothe, maestro de moda de la época. Es repatriado al comenzar la guerra. 1940. Se casa con Nina, su compañera de toda la vida. Se instalan en la casa-taller de la avenida general Paz, en el barrio de Villa Insuperable. 1941. Egresa como arquitecto. Nace su único hijo, Álvaro. 1943-1948. Primera muestra individual en la galería Sagitario. Segundo Premio en el Salón Nacional, con la obra “Mujer del páramo”. Primer Premio en el Salón Nacional, con la obra “Hombre del río” Junto a Spilimbergo, Urruchúa, Berni y Colmeiro funda el Taller de Pintura Mural. Realizan los Murales de las Galerías Pacífico. 1953. Viaja a China. Visita el taller de Chi’i Pai-shih. Funda la Escuela de Arte Popular del Oeste, conocida como el Taller del Oeste, a la que asisten, Enrique Aguirrezabala, Nicolás Jiménez, Roberto González, Roberto Broullón, Nani Capurro y Jesús Marcos, entre otros. 1956. Gran Premio en el Salón Nacional, con la obra “Tango”. 1958-9. Pinturas murales para las galerías comerciales del Centro y Paris. Gran Premio de Honor en el Salón Nacional, con la obra “Quemazón”. 1960. Problemas de salud le impiden trabajar con óleo. Viaja a México, donde comienza a experimentar con el acrílico. 1962. La editorial Eudeba publica su edición del Martín Fierro, con ilustraciones de Castagnino, que se convertiría en el primer best seller argentino. Gana el Premio Especial de Dibujo en la Bienal de México. Es nombrado Miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes. 1964-1970. Se establece en Roma y viaja por Europa, realizando exposiciones. Realiza varias series sobre temáticas que le interesan en esta época: las manifestaciones estudiantiles, el Cordobazo, la guerra de Vietnam, las luchas políticas en Latinoamérica y la muerte del Che Guevara. 1971. Instala su casa-taller en el barrio de San Telmo, actualmente Monumento Histórico. 1972. 21 de abril. Muere a los 63 años. 1982. En la ciudad de Mar del Plata, en la Villa Ortiz Basualdo, se funda el Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino, en reconocimiento a la trayectoria nacional e internacional del artista marplatense.

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José Hernández

Cabeza de Hernández, 1962 Tinta sobre papel

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1834, 10 de noviembre. Nace en la Chacra de Pueyrredón, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires, hoy convertida en Museo. Sus padres son Pedro Rafael Hernández e Isabel Pueyrredón. 1843. Muere su madre. 1846. A causa de una enfermedad se traslada al campo, en Laguna de los Padres. Allí toma contacto con el estilo de vida, las costumbres, la lengua y los códigos de los gauchos. 1852. Rosas es derrotado en Caseros. Se firma el Acuerdo de San Nicolás. Buenos Aires se separa de la Confederación. 1857. Se instala en la ciudad de Paraná. Recibe la noticia de que su padre ha muerto en el campo, fulminado por un rayo. 1859. En octubre participa en la batalla de Cepeda, donde las fuerzas de la Confederación derrotan a las de Buenos Aires. 1860. Escribe en el diario “El Nacional Argentino”, de cuya dirección se hace cargo. Urquiza asume la gobernación de Entre Ríos y Derqui ocupa la presidencia de la Confederación. 1861. Interviene en la batalla de Pavón, donde las fuerzas de Buenos Aires derrotan a las de la Confederación. 1863. Se casa con Carolina González del Solar, con quien luego tiene 7 hijos. En “El Argentino” publican artículos en los que condena el reciente asesinato del caudillo Vicente Peñaloza. Escribe Rasgos biográficos del general Ángel Peñaloza, llamado “Vida del Chacho” a partir de la segunda edición, donde narra la vida de éste famoso caudillo riojano. 1868-1871. Se traslada a Corrientes, donde comienza a editar el diario “El Eco de Corrientes”. Comienza la presidencia de Sarmiento, de la que Hernández es acérrimo opositor. En 1869 se instala en Buenos Aires y edita el diario “El Río de la Plata”, donde expone sus ideales y su lucha política. Urquiza es asesinado en 1870 y estalla la revolución de López Jordán. Hernández cierra el diario y se une a las fuerzas del caudillo entrerriano. Este movimiento es derrotado y se exilia en Brasil. 1872. Regresa al país y publica por entregas, en el diario “La República”, El gaucho Martín Fierro. En diciembre el poema aparece editado por la imprenta “La Pampa”, precedida por una importante carta del autor a su amigo y editor, Don José Zoilo Miguens. 1878. Adquiere la Librería del Plata y organiza una colecta para los hijos de López Jordán, preso en Rosario. Se publica la undécima edición de El gaucho Martín Fierro. 1879. Se publica La vuelta de Martín Fierro. Es electo Diputado por la provincia de Buenos Aires. Roca inicia la Campaña al Desierto. 1880. Defiende en la legislatura el proyecto de federalización de la Ciudad de Buenos Aires. El proyecto es aprobado y Buenos Aires se convierte en capital del país. 1881. Es electo senador por la provincia de Buenos Aires. Escribe la Instrucción del estanciero. 1886, 21 de Octubre. Muere en su quinta de Belgrano, Buenos Aires. En su homenaje, el 10 de noviembre (aniversario de su nacimiento) se festeja en la Argentina el Día de la Tradición.


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