Y la burra se plantó en mitad de su camino. Revista Sal Terrae. Marzo 2018

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Y la burra se plantó en mitad de su camino J osé M aría F ernández M artos , S.J.*

Fecha de recepción: diciembre de 2017 Fecha de aceptación y versión final: enero 2018

Resumen Partiendo del pasaje de Balaán, se describen viñetas de frustrados, súbita o sempiternamente, y cómo sortean a la burra plantada en su camino. El pobre pastor de las vacadas enseña más que su rico ganadero. El autor se enriqueció con su paisaje desolado, sus ojos arrasados en lágrimas y su increíble fortaleza. Las situaciones frustrantes encierran un potencial de maduración que muestra la sencilla verdad de que la vida siempre aguarda con coyunturas que nos superan. Toca prepararse para ellas con corazón valiente y pegándose a Él. Palabras clave: frustración, proyectos, menesterosidad, encrucijadas, superación

And

the donkey stopped still in the middle of the journey

Summary Drawing from the passage of Balaam, several accounts of suddenly or eternally frustrated individuals are told, as well as how they bypass the donkey stopped in their tracks. The poor shepherd of the herds teaches more than his rich livestock. The author was enriched with the desolate landscape, his eyes flooded with tears and his incredible strength. The frustrating situations offer a possibility of growth *

Cooperador de la Alegría de algunos con libros, entrevistas y Ejercicios Espirituales. jmartos@comillas.edu

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that demonstrates the simple truth that life always entails unsurpassable circumstances. It is up to us to prepare for them with a brave heart and side and side with our Lord. Key words: frustration, projects, need, crossroads, overcoming

«La borrica, al ver al ángel del Señor plantado en el camino... se arrimó a la cerca, pillándole la pierna a Balaán contra la tapia... Entonces el Señor abrió los ojos a Balaán» (Nm 22,23)

Me piden que describa cómo sobrellevan los sempiternamente frustrados el topetazo con la burra plantada en medio del camino. 1. Todos topamos con la burra de Balaán Chistosa encrucijada de frustrados sorpresivamente aliviados. Frustrado Dios porque su adivino Balaán cabalga a vender presagios. Frustrado Balaán porque el ángel espadachín desbarata su negocio. Frustrada y apaleada la burra que se echa al campo y atrapa la pierna de Balaán contra la cerca. Pero todos aliviados: “la muy burra” descubre la presencia del Señor y –mensajera suya– convierte en profeta al extraviado adivino que dirá «lo que el Señor ponga en su boca» (Nm 22,38). Balaán reconociendo su extravío, adora al Señor: “si te parece mal mi viaje, me vuelvo a casa”. Y Dios feliz con el converso le muestra el valle con las bellas tiendas de Jacob (Nm 24,5). Todos frustrados... y todos felices y comiendo perdices. ¡No así siempre! Un obstáculo inesperado –¡borrica frustración!– trunca lo proyectado, nos pilla la pierna y –¡mira tú!– reajusta la visión de las cosas. Para muchos la terca burra se cruzó en su camino desbaratándolo todo. A estos, Sheila Cassidy los llama “gente del Viernes Santo” o, Bertolt Brecht “ciruelo que no se encuentra menor... (y) no puede crecer, teniendo tan poco sol” y que “duda si será un ciruelo porque ciruelas no da”. De estos ciruelos sin ciruelas hablaré agradecidamente porque me descubrieron que Sal Terrae | 106 (2018) 247-262


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las verdades más altas se revelan a los ojos perplejos del corazón herido. Frustrados, se ilumina una verdad sencilla y evitada: nuestra irremediable menesterosidad e indefensión ante las duras encrucijadas (dolor, desengaño amoroso, enfermedad, ruina, calumnia). Siempre los vi comenzando a vivir de nuevo, con cuerpos heridos y mentes dañadas, partiendo de cero, sobre escombros de sueños barridos por pesadillas. Desnudos de ropajes y apariencias me brindaron la verdad pura que sobrecoge e interroga. Menos medré con los dueños de las vacadas que con los pastores que las cuidaban: “canten los pastores, que gente honrada son” (George Herbert). Por algo fueron los preferidos de los ángeles de la Gran Alegría. Sal Terrae invita a convertir “borricas” frustrantes en mensajeras del Dios que regala «ojos perfectos» que se explayan en «vegas dilatadas» (Nm 24,3.6). A todos nos golpea, de tanto en tanto, alguna recia frustración porque “el Hijo del Hombre no fue crucificado de una vez por todas, ni la sangre de los mártires es derramada de una vez por todas, sino que el Hijo del Hombre es constantemente crucificado, y siempre habrá mártires y santos” (coros de La roca de T.S. Eliot). Entre ellos, el golfista Juan Postigo, tres veces campeón de España y de Europa que por problema congénito no desarrolló una pierna y jugaba con prótesis y muletas. Se operó y empeoró. ¿Su reacción? Jugar sobre una sola pierna. Más conocida, Irene Villa que perdió sus piernas en un atentado de ETA. Se casó y es madre de tres hijos y periodista, psicóloga y escritora: agradece al destino “todo lo que le ha dado y por tener una familia sana y fuerte”. Menos conocido, Manuel de los Santos prometedora estrella de béisbol hasta que con 17 años un todoterreno le atropelló y le hizo perder una pierna. Un año sin querer vivir hasta que el apoyo de su mujer y una película le convirtieron en golfista notable. Famosísima la mejicana Frida Kahlo. Su Diario Ilustrado muestra en setenta acuarelas su cúmulo de desgracias y frustraciones. De joven, un accidente de autobús le produjo fracturas y secuelas para el resto de su vida. Se dibujó desnuda de cintura para arriba, sobre un fondo árido y desolado, ojos arrasados en lágrimas, un corsé de acero que mantiene erguido su cuerpo y, tras las correas, una enorme abertura muestra su columna rota, clavos incrustados en todo su cuerpo y uno más grande en su corazón, herido por su Sal Terrae | 106 (2018) 247-262


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tormentosa relación con el famoso pintor mejicano Diego Rivera, al que, sin embargo, admiraba. Pinceles y pluma valieron a Frida y a otros muchos para combatir quebrantos y avanzar a tientas por túneles y destinos que no eligieron: esforzadamente recomenzaron y resistieron como la encina de Antonio Machado: “con esa humildad que cede / sólo a la ley de la vida, / que es vivir como se puede...” 2. Asistí, sobrecogido, a sus combates 2.1. Dios calla en nuestro naufragio: “¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga y mi herida enconada e incurable? Te me has vuelto arroyo engañoso” (Jer 15,18).

Conocí a una mujer casada, admirable en su entereza ante el silencio de Dios en su tragedia. Sacaba dinero de un cajero automático cuando, inesperadamente, unos atracadores la asaltaron y llevaron a un descampado donde la violaron. Lo más temido ocurrió: quedó embarazada. Hondamente creyente entró en guerra: su propia rabia, el rechazo de su marido que quería abortar el embarazo criminal de quién sabe qué tarado genético. Desgarrada, defendía la vida de criatura inocente de agresión tan brutal. Me preguntaba: ¿lograré mirar a mi criatura sin la sombra de su salvaje padre? ¿Secuelas genéticas del desalmado? Pedía luz a Dios en tan tremenda encrucijada de oscuridad y desgarro. Avanzaba el embarazo que su marido quería eliminar. No cedió, arriesgando su matrimonio con alguien al que quería. Algo los pude acompañar, un paso detrás de donde los encontraba en su drama. Tuvieron al hijo y salvaron el matrimonio. La oración angustiada de aquella mujer rompía incansable en los escarpados acantilados de Dios. Les sugerí gritar con Gedeón: «Si el Señor está con nosotros, ¿Por qué nos ha venido encima todo esto?... el Señor nos ha desamparado» (Jue 6,12-13). Superaron su desgracia apoyados en la fe en un Dios cercano que calla. Ella me descubrió la diferencia entre lamentación y queja: se lamentaba Sal Terrae | 106 (2018) 247-262


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