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ESTUDIOS LA COMUNICACIÓN DE FRANCISCO. LOS SECRETOS DE UN ÉXITO MEDIÁTICO Cristóbal Jiménez, sj*
Fecha de recepción: enero de 2015 Fecha de aceptación y versión final: febrero de 2015
Resumen En un tiempo record ha conseguido captar la atención de jóvenes y viejos, de fieles y descreídos. Ha ocupado la portada de Time y es, según Fortune, la persona más influyente del planeta. Las búsquedas mensuales en Google colocan al papa Francisco en primer lugar, por encima de Obama, Putin o Angela Merkel. Todo esto, sin estrategias de comunicación ni asesores, sin ser un intelectual ni hablar muchos idiomas. ¿Cuál es el secreto? Por una parte, la coherencia personal. Por otra, la fuerza de un mensaje fresco y esperanzador. Sus fortalezas pueden ser también sus debilidades, pero pocos dudan de que Francisco es hoy una persona con auctoritas y un referente mundial. PALABRAS CLAVE: comunicación, credibilidad, mensaje, esperanza, auctoritas.
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Periodista y profesor de Lengua en el colegio San Ignacio de Pamplona. cristobal jimenez@jesuitaspamplona.org.
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The communication of Francis. The secrets of media success Abstract In a record time he has managed to capture the attention of the youth and the elderly, the faithful and the disbelievers. He made front page of Time magazine and according to Fortune is the most influential person on the planet. Monthly Google searches place Pope Francis at first place, ahead of Obama, Putin or Angela Merkel. All of this, without communication strategies nor advisors, without being an intellectual nor speaking many languages. What is the secret? On the one hand, personal coherence. On the other, the power of a fresh and hopeful message. His strengths may also be his weaknesses, however very few people today doubt the fact that Francis is an authoritative person and a global leader. KEY WORDS: communication, credibility, message, hope, authority.
––––––––––––––– Cuando el Consejo de Redacción de la revista Time se reunió en 2013 para elegir al personaje del año, no hubo demasiadas discusiones. El papa Francisco llevaba solo nueve meses de pontificado, pero consiguió la portada del histórico semanario, dejando atrás a otros finalistas como el presidente Barak Obama o la cantante Miley Cyrus. Según la revista, «muy pocas veces un nuevo jugador en la escena mundial ha concitado tanta atención tan rápidamente»1. En poco tiempo, Francisco logró también ser portada en la revista Rolling Stone y la persona más influyente del planeta, según Fortune. Lo más sorprendente, casi milagroso, es que dos años después de su elección el papa Francisco siga arrasando en los medios. Es respetado en los periódicos, en las cadenas de televisión, en la radio y en las redes sociales. Cada tuit del papa recibe en su cuenta en castellano una media de 9.990 retuits. Desde su elección, la asistencia a los eventos papales en el Vaticano se ha triplicado hasta llegar a casi siete millones de personas. Solo los sectores más conservadores de la Iglesia parecen incómodos y descontentos, pero nadie puede negar el poder de comunicación del papa. No hay estrategias, ni asesores de imagen, ni es1.
N. GIBBS, «The Choice»: Time Vol. 182/26 (2013), 26. Sal Terrae | 103 (2015) 191-203
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pecialistas internacionales en comunicación. La clave del éxito es doble. En primer lugar, su actitud y su persona. La manera de ser de Francisco hace creíble el mensaje. Pero también el contenido contribuye, sin duda alguna, a este fenómeno. Sus palabras están cargadas de esperanza, comunican algo positivo. El papa suele poner énfasis en lo esencial de la fe cristiana: el amor, la misericordia, el perdón, la acogida... Desde el punto de vista de la eficacia en comunicación, es evidente que Francisco ha conseguido mejorar la imagen y la aceptación de la Iglesia católica en momentos, además, especialmente difíciles. Su forma de actuar, más parecida a la de un cura de pueblo que a la de un jerarca, ha mejorado notablemente la percepción pública del papado y, por extensión, de la Iglesia. Según datos del Pew Research Center, el papa Francisco es uno de los líderes con mayor aceptación a nivel mundial. Dos años después de su elección, sigue gozando de un amplio apoyo en gran parte del planeta. Las cotas de aceptación llegan al 91% en Argentina, el 88% en Francia y el 84% en España2. Juan Pablo II fue, sin duda, otro gran comunicador. Se encontraba a gusto entre las masas, y las masas le querían; pero su vitalidad y su atractivo personal llegaban a veces a eclipsar el mensaje. Lo del papa Francisco es diferente. Se le quiere y se le escucha. Es una misteriosa comunión de mensaje y mensajero. En un mundo necesitado de personas de referencia, el papa está consiguiendo ser una de ellas. En un mundo en búsqueda de mensajes profundos y esperanzados, Francisco está llenado muchos anhelos, y no solo de creyentes. Así lo ven los periodistas Francisco es sencillo, directo y cercano a los periodistas. Con estas tres características ha conseguido el aprecio unánime de los grandes medios. La mayoría de los jefes de Estado, ministros o personas con responsabi2.
Datos elaborados para el análisis «Positive Ratings for Pope Francis», del Pew Research Global Attitudes Project (2014), http://www.pewglobal.org/2014/12/11/ pope-francis-image-positive-in-much-of-world/pg_14-12-01_popefavorabilitymap-for-web/ (Consulta el 31 de diciembre de 2014).
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lidades públicas miran casi siempre con recelo a la prensa. Una entrevista es como un combate de boxeo: lo importante es no llevarse muchos golpes y, al final, vencer al contrincante. En el caso de la Iglesia es todavía peor. Hay miedo a hablar, un exceso de prudencia, la sensación de que los periodistas manipulan, hablan de cualquier cosa y no conocen a fondo los temas. El papa Francisco no es así. Trata a los periodistas con respeto y cariño, concede entrevistas sin problemas, no pide cuestionarios previos y jamás rehúye los temas polémicos o delicados, como la pederastia, los asuntos económicos del Vaticano o la situación de los gays en la Iglesia. Francisco ha roto con la estrategia de muchos asesores: los periodistas, lejos y con cuentagotas. Él responde a todas las preguntas, tiene la humildad de reconocer que no lo sabe todo y, si se equivoca, pide perdón y la complicidad de los informadores. Y la ha conseguido. Francisco y los periodistas no tienen la sensación de ser rivales: cada uno está en el lugar que le corresponde, y hay reconocimiento y aprecio mutuos. Esto es así desde el primer momento. A las pocas horas de ser elegido, Francisco quiso tener una audiencia con los redactores de todo el mundo que habían cubierto el cónclave. El tono fue cercano, cordial y cariñoso: «Os quiero mucho, os doy las gracias por todo lo que habéis hecho... Habéis trabajado, ¿eh?, habéis trabajado... Os deseo que trabajéis con serenidad y conozcáis mejor la imagen de Jesucristo y la labor de la Iglesia»3. Desde ese primer encuentro, los periodistas empezaron a notar algo distinto. Un papa les decía que les quería, que apreciaba su trabajo; y, lo que es una constante en todo su pontificado, estaban ante un hombre profundamente integrador: «Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. Que Dios los bendiga»4. Francisco arrancó los
3.
4.
PAPA FRANCISCO, Discurso del Santo Padre Francisco a los representantes de los medios de comunicación (2013), http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/ march/documents/papafrancesco_20130316_rappresentanti-media. html (Consulta el 3 de enero de 2015). Ibid. Sal Terrae | 103 (2015) 191-203
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aplausos de quienes llenaban el aula Pablo VI cuando dijo aquello de «¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres...!». Desde aquel momento, el papa conectó con la prensa. Por lo que decía, por cómo lo decía y, sobre todo, porque los periodistas percibían que aquel hombre hablaba desde el corazón, que era creíble. Esa es otra de las claves principales del éxito en la comunicación de Francisco. Ese estilo sincero, tierno e integrador tocó de lleno a los que se encontraban en aquella audiencia. El enviado especial de El Mundo, Rubén Amón, reconocía que aquel encuentro le sacudió fuerte las entrañas: «Reconozco haber hecho un esfuerzo para contener unas lágrimas delante de mis colegas en la audiencia de esta mañana. Y no soy franciscano ni cardenal. Ni me sugestionaba “El Juicio Final” de Miguel Ángel. Ni tengo fe en Dios»5. Al poco tiempo, Juan Arias, del diario El País, apuntaba: «El papa Francisco empieza a ser cada vez menos amado por algunas jerarquías de la Iglesia que por la gente. Gusta menos a muchos devotos que a la caravana humana de los que sufren. Los burócratas de la Iglesia le acusan entre dientes de que habla poco de Dios y mucho de los hombres, sobre todo de los más marginados de la sociedad. Es un papa que cita poco las encíclicas. Le bastan las pocas páginas de los evangelios, que están pobladas de historias de marginación y dolor, más que de glorificaciones divinas»6.
Dos años después de su elección, la actitud de Francisco sigue levantando oleadas de admiración, pero también un mar de fondo cada vez más identificable, después de haber demostrado que no es solo un constructor de bellos discursos o de imágenes impactantes, sino un papa dispuesto a cambiar la Iglesia.
5. 6.
R. AMÓN, «El hermano Papa (espeluznante)»: El Mundo (2013) http:// http:// www.elmundo.es/blogs/elmundo/bajo-llave/2013/03/16/el-hermano-papa-espeluznante.html (Consulta el 3 de enero de 2015). J. ARIAS, «¿Por qué da miedo un Papa que habla más de los hombres que de Dios?»: El País (2014) http:// internacional.elpais.com/internacional/2014/12/03/actualidad/1417616087_982774.html (Consulta el 3 de enero de 2015).
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Para el semanario Time, Francisco ha conseguido conectar con el público en general y con los medios porque le duele lo que a la gente le duele y habla de lo que habla la gente. El papa «se ha puesto en el centro mismo de las principales conversaciones de nuestra época: habla sobre riqueza y pobreza, sobre imparcialidad y justicia, sobre transparencia, modernidad y globalización, sobre el rol de la mujer, sobre la naturaleza del matrimonio, sobre las tentaciones del poder»7. Es cierto que otros papas habían tratado estos temas, pero –señala Time– Francisco «ha hecho algo notable: no ha cambiado las palabras, pero ha cambiado la música». Quizá no vaya a cambiar las doctrinas centenarias de la Iglesia, apunta The New York Times, pero sí está reformando la manera en que se maneja la Iglesia y quien lo hace.
El secreto del mensaje Cualquier experto en comunicación sabe que una de las claves del éxito es tener claro el mensaje, lo que se quiere comunicar. Francisco es un maestro de esta estrategia. Sus reflexiones no son una lección doctrinal, su pedagogía es muy catequética. Es claro cuando habla, no se anda con rodeos, y sus discursos están llenos de símiles y metáforas sugerentes y, la mayor parte de las veces, con dosis de inteligente sentido del humor y experiencias cotidianas. Y, por encima de todo, la prensa y el público en general admiran la tremenda libertad que transmite. Francisco no es diplomático ni busca quedar bien con nadie. No tiene miedo a las críticas. Ni de la Curia, ni de los sacerdotes, ni de los políticos, ni de los grandes financieros, ni de la tradición. Con esa libertad transmite la imagen de un hombre que pisa suelo firme, que tiene el corazón puesto primero en Dios y no en otros intereses. Es una «libertad de y una libertad para», una disposición interior que tiene una finalidad. Son incontables las veces que Bergoglio, primero como cardenal y después como papa, ha profundizado en esta doble dimensión de la libertad. En un discurso a estudiantes decía: 7.
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«Sobre todo, ¡sed libres! La libertad significa ser capaces de pensar sobre lo que hacemos, ser capaces de discernir lo que es bueno y lo que es malo: estos son los tipos de conducta que llevan al desarrollo... Ser siempre libres para elegir la bondad es exigente, pero os convertirá en personas con agallas capaces de afrontar la vida y a las personas con valentía»8.
Esta libertad de Francisco para comunicar sin miedo lo que piensa le ha convertido en un fenómeno editorial. Se han publicado cientos de libros con sus homilías, su pensamiento o sus mejores tuits, que envía a diario y que en buena parte redacta personalmente. Las editoriales reconocen que ha sido un boom, y en Facebook y otras redes sociales circulan sin descanso sus palabras. El discurso a la Curia romana con motivo de la Navidad de 2014 es solo un ejemplo. Hasta ahora, ni a los medios ni al público en general les habían interesado mucho esos discursos, redactados en clave diplomática o teológica. El último del papa Francisco, sin embargo, dio la vuelta al mundo. El secreto, una vez más, su dimensión pastoral y de denuncia. El papa habló de los males de la Curia: «El mal de sentirse “inmortal”, “inmune”, e incluso “indispensable”, descuidando los controles necesarios y normales. Una Curia que no se autocritica, que no se actualiza, que no busca mejorarse, es un cuerpo enfermo... Esta enfermedad se deriva a menudo de la patología del poder, del “complejo de elegidos”, del narcisismo que mira apasionadamente la propia imagen y no ve la imagen de Dios impresa en el rostro de los otros, especialmente de los más débiles y necesitados»9.
En vísperas de la Navidad, los cardenales escuchaban en silencio a un papa hablar de «petrificación mental y espiritual», de Alzheimer espiritual, 8.
9.
PAPA FRANCISCO, Discurso del Santo Padre Francisco a los estudiantes de las escuelas de los jesuitas de Italia y Albania (2013), http://w2.vatican.va/content/francesco/ es/speeches/2013/march/documents/papafrancesco_20130316_rappresentantimedia.html (Consulta el 3 de enero de 2015). PAPA FRANCISCO, Discurso del Santo Padre Francisco a la Curia Romana (2014), http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/december/documents/pa pa francesco_20141222_curia-romana.html (Consulta 4 de enero de 2015).
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del mal de la rivalidad y la vanagloria y de la búsqueda insaciable de poder. Esto es lo que hace diferente a Francisco del resto de los papas. No desaprovecha ninguna ocasión para lanzar un mensaje directo, fresco, hondo y novedoso. Y esto, evidentemente, es un filón para la prensa. Si antes la mayoría de los periodistas no se molestaban en leer muchos discursos del papa, ahora toca estar alerta. Saben que Francisco siempre tiene algo que decir y lo va a decir de forma clara, sencilla y concisa, ejes de cualquier buen mensaje. La sencillez y bonhomía del papa no están reñidas con la firmeza de sus mensajes, otro de los atractivos de Francisco. En su discurso al Parlamento Europeo, en noviembre de 2014, el papa denunció con rotundidad la pobreza que está generando una Europa que solo gira en torno a lo económico y defendió un modelo basado en la dignidad trascendente del ser humano. Mientras el eurodiputado Pablo Iglesias, de «Podemos», aplaudía la intervención y tuiteaba algunas de las reflexiones del papa, los miembros de «Izquierda Unida» abandonaban el hemiciclo poco antes de la llegada de Francisco argumentando que en el Parlamento «no caben sermones religiosos». El periodista Iñaki Gabilondo señalaba lo siguiente: «Cortesías aparte, los representantes de Izquierda Unida deberían haberse quedado, porque en el momento actual escasean las personalidades de referencia, y el papa Francisco se está convirtiendo en una de ellas, y de las más destacadas. El papa está acumulando una gran cantidad de auctoritas como consecuencia de sus acciones, de sus palabras y de sus decisiones, que le están convirtiendo en persona muy respetada hasta en rincones inesperados y en los sectores más heterogéneos. El modelo de sociedad en que vivimos está siendo objeto de profundas discusiones, no solo por razones de tipo político, sino por razones morales, y en este capítulo Francisco es una voz que está siendo escuchada y debe ser escuchada»10.
10. Reflexión de Iñaki Gabilondo en el espacio «La voz de Iñaki», del diario El País de 26 de noviembre de 2014. http://blogs.elpais.com/la-voz-de-inaki/2014/11/palabras-solo-palabras.html (Consulta el 3 de enero de 2015). Sal Terrae | 103 (2015) 191-203
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No solo palabras No hay semana en que el papa Francisco no tenga una aparición estelar en los medios. Sus gestos van más allá de imágenes graciosas o fotografías impactantes. Demuestran su forma de ser y por dónde late su corazón. Su primer viaje como papa fue a la isla de Lampedusa para rezar por las víctimas de un trágico naufragio y mostrar al mundo el drama de la inmigración. No hacían falta discursos preparados. Bastó una exclamación: «Solo me viene la palabra “vergüenza”; ¡es una vergüenza!» Previamente, Francisco había pedido al mundo entero una oración por los fallecidos a través de su cuenta en Twitter. El papa llega al segundo año de su pontificado con su popularidad en lo más alto y una autoridad internacional lograda también por medio de gestos y acciones sorprendentes. Desde el primer momento, cuando salió tímido y desconcertado al balcón de la Plaza de San Pedro, consiguió contactar con la gente. Seguramente porque el mundo no vio en él a alguien dispuesto a desempeñar un nuevo papel, sino a una persona que no tenía miedo de ser quien era: Jorge María Bergoglio, nuevo obispo de Roma. En su libro Francisco, líder y papa, Chris Lowney señala que esa es una de las claves del éxito de Francisco: se siente a gusto en su propia piel: «¡En efecto, eso es exactamente! Sentirse a gusto en la propia piel. Saber quién es uno, con sus virtudes y sus defectos. Y reunir la valentía de no solo ser uno mismo, sino también la mejor versión de uno mismo; y todo liderazgo comienza por el autoliderazgo, porque uno no puede dirigir a los demás si no es capaz de dirigirse a sí mismo. Y uno no puede dirigirse a sí mismo si antes no ha hecho el trabajo necesario para saber quién es»11.
Francisco conecta con la gente, porque da la sensación de que se conoce y se acepta, de que vive en paz consigo mismo, con sus debilidades, sus errores y las heridas que le ha ido dejando la vida. Otra de las imágenes que dio la vuelta al mundo fue la del propio papa confesándose en la basílica de San Pedro. Al terminar su homilía sobre la parábola del hijo pró-
11. C. LOWNEY, Francisco, líder y papa, Sal Terrae, Santander 2014, 49. Sal Terrae | 103 (2015) 191-203
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digo y la importancia de la confesión, el papa pasó inesperadamente a dar ejemplo. Cuando el maestro de ceremonias lo llevó hasta el lugar donde debería ponerse a escuchar las confesiones de los fieles, el papa le dijo: «espera». Y se puso de rodillas delante de un sacerdote que estaba confesando. Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI solían bajar a confesar a la basílica de San Pedro un día de la Semana Santa, pero nadie recuerda haber visto a un papa confesarse delante de los demás fieles. No solo eso. Francisco se atrevió un día a confesar en público algunos de sus pecados, como el haber sido demasiado intransigente en algunas etapas de su vida, o el haber robado un crucifijo a un cura fallecido. El papa bromea con su pasado y transmite una y otra vez que «Dios no se cansa de perdonar». Francisco aparece con su sencillo reloj de siempre y sus desgastados zapatos de siempre; ha renunciado a la cruz pectoral de oro y a vivir en el lujoso apartamento de los palacios vaticanos. Se le ha visto conduciendo un viejo «cuatro latas» y sentado, como uno más, en la última fila del autobús. Ocupa portadas, no porque él las busque, sino porque para los periodistas cumple los principales requisitos que hacen que algo se convierta en noticia: es verdadero y novedoso. Francisco huele a auténtico y hace lo que ha hecho toda su vida, pero que ningún papa había hecho hasta ahora. No lo hace para provocar; lo hace porque es lo que vive y siente, y con estos gestos sencillos ha conseguido el aprecio y el respeto internacional y, al mismo tiempo, que algo esté empezando a cambiar dentro de la Iglesia. Hace unos meses, me contaba un ebanista que se acercó a su taller un conocido obispo de una diócesis española. Le pidió que le fabricara un báculo de madera para dejar aparcado el que él usaba de plata. «Empiezan otros tiempos», le dijo. El Jueves Santo de 2013, otro gesto de Francisco revolucionó las redes sociales, que son en gran medida responsables de esa auctoritas del papa. Francisco recuperó algo del interpelante gesto de Jesús cuando, poco antes de ser crucificado, se puso a lavar los pies a los discípulos. El papa cambió los brillantes suelos de mármol de la basílica de San Juan de Letrán por las sencillas baldosas de un centro de internamiento de menores y besó los pies no de cuidadosamente seleccionados sacerdotes católicos, sino de una docena de delincuentes juveniles de ambos sexos. No Sal Terrae | 103 (2015) 191-203
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solo eso. Una de las mujeres a las que el papa lavó los pies no era cristiana, era musulmana. Un gesto histórico, inédito, emocionante... y polémico. Algunos teólogos y canonistas criticaron al papa, pero este dio muestras, una vez más, de su libertad. El teólogo jesuita José Ignacio González Faus contó hace unos meses una anécdota que le confesó su protagonista, un obispo que se había entrevistado con Francisco en Roma: «El actual obispo de Roma le dijo literalmente en conversación privada: “Reza por mí: la derecha eclesial me está despellejando. Me acusan de desacralizar el papado”. Permítanme preguntar si lo que está haciendo Francisco es desacralizar el papado o más bien cristianizarlo... Todos esos entornos de vestimentas especiales (y con sastres especiales), residencias regias, genuflexiones, apelativos de “santo padre”, viajes especiales... son en realidad muy secundarios. Cuando se los exagera y se los absolutiza, contribuyen a crear una aureola idolátrica en torno al sucesor de aquel pescador de Galilea llamado Pedro. Jesús no se sirvió de esas auras sagradas para anunciar la paternidad de Dios y el reinado de Dios»12.
Los símbolos y las palabras son importantes, pero también los resultados. Hay datos que son innegables: un sector de la Iglesia que muestra públicamente su descontento y dice sentirse desorientado con Francisco; una mayoría aplastante de católicos que reconoce vivir una nueva primavera eclesial; una Iglesia que transmite una imagen diferente, menos acusadora y más acogedora, y cuyos índices de valoración han mejorado con la llegada de Francisco; un papa que llega al corazón de la gente, cuya voz es escuchada y respetada y que tiene, además, el respaldo unánime de los principales medios de comunicación. Hay otros resultados más difíciles de medir: los sacerdotes que aplauden a Francisco ¿huelen más a oveja, como le gustaría al papa?; los fieles que le respaldan y admiran ¿están haciendo algo por esa Iglesia pobre y para los pobres que
12. J. I. GONZÁLEZ FAUS, «¿Desacralizar el papado?»: La Vanguardia (20 de octubre de 2014). http://www.lavanguardia.com/20141020/54418059216/desacralizar-el-papado-jose-ignacio-gonzalez-faus-opi.html (Consulta el 5 de enero de 2015). Sal Terrae | 103 (2015) 191-203
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sueña el papa? Esto depende ya de actitudes personales y comunitarias, va más allá de una estrategia de comunicación; pero no cabe duda de que el mensaje ha llegado. Fortalezas y debilidades Hace unos meses, el papa recibió el premio Argil, un prestigioso galardón del periodismo internacional. Según el jurado, Francisco ha dado la vuelta completamente al estilo de comunicación de los papas. Es sincero, rápido, espontáneo y creíble. Su comunicación es global y llega a cada persona sin intermediarios. Con todo esto de fondo, podríamos aventurarnos a señalar algunas fortalezas y debilidades en este ámbito de la comunicación y la imagen pública de Francisco. Sin duda que una de sus grandes fortalezas es la coherencia personal. Huye de riquezas y honores. Vivió austeramente como sacerdote, como cardenal, y ahora como papa. No ha dejado de ser quien era, algo tremendamente apreciado por creyentes y no creyentes. A diferencia de Juan Pablo II cuando fue elegido papa, Francisco no es joven ni deportista ni de una vitalidad arrolladora, pero las cámaras le quieren. Esta es otra de sus fortalezas. El papa es una persona muy expresiva, sonriente, que transmite alegría y confianza. A esto hay que unir su capacidad para convertir los gestos ordinarios en extraordinarios. En una época que se alimenta de imágenes, sobran las palabras cuando se ve a un papa llevando su propio maletín o con vestimentas litúrgicas más sencillas que las de sus predecesores. El humor es otra de las fortalezas de Francisco. «Algunos cristianos tienen cara de pepinillos en vinagre. El cristiano es un hombre o una mujer alegre», dijo un día en una de sus homilías en Santa Marta. En una carta dirigida al papa, la religiosa Dolores Aleixandre apuntaba: «Primer efecto balsámico: te vemos distendido y hasta bromista (¡qué maravilla, un papa con sentido del humor...!), sin dar en ningún momento la impresión de estar abrumado por el peso de esa responsabilidad agobiante y desmesurada que los papas se han ido echando sobre los hombros, como si les tocara a ellos solos encarSal Terrae | 103 (2015) 191-203
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garse de toda la Iglesia universal. Como si no existieran los otros pastores, como si el Pueblo de Dios fuera un fardo con el que cargar y no una comunidad de hombres y mujeres capaces de iniciativa y con deseos de participar y de colaborar, como soñamos con el Concilio»13.
La manera de ser y de actuar de Francisco tiene, por otro lado, sus contrapartidas. A veces se percibe una falta de coordinación entre el papa y los responsables de comunicación del Vaticano, que no saben muchas veces por dónde va a salir Francisco o qué ha querido decir, lo cual puede desorientar o generar confusión. Su espontaneidad y algunas expresiones particulares pueden prestarse también a distorsiones e interpretaciones desviadas. Por otra parte, sus altos índices de aceptación y popularidad tienen, además, sus riesgos. Mucha gente intenta convertir a Francisco en un motor de cambio no solo eclesial, sino político, de realidades que van más allá de su capacidad y alcance. Los cambios, especialmente en la Iglesia, son siempre lentos, y muchos podrían empezar a sentir que el papa no está respondiendo a las expectativas o al ritmo que desearían. Por último, los niveles de aceptación pública de su figura no tienen precedente. No es fácil mantenerse, y se corre el riesgo de centrarse en la persona y no en lo que está más allá de ella, que es, en definitiva, lo que Francisco quiere comunicar. El tiempo irá despejando incógnitas, pero es indudable que Francisco, sin grandes estrategias, se ha convertido en una persona con auctoritas, cuyo mensaje de una Iglesia más pobre, alegre y acogedora navega sin descanso.
13. D. ALEIXANDRE, «La frescura del Evangelio: carta al papa Francisco»: Vida Nueva 2.842 (2013). Acceso en http://www.vidanueva.es/2013/04/04/la-frescura-delevangelio-dolores-aleixandre/ (Consulta 8 de enero de 2015). Sal Terrae | 103 (2015) 191-203
WALTER KASPER El papa Francisco Revolución de la ternura y el amor 136 págs. P.V.P.: 9,95 € Francisco no encaja en ningún modelo de política eclesial, ya sea liberal o conservador. En él se unen indisolublemente la continuidad con la gran tradición de la Iglesia, por un lado, y la renovación y las sorpresas siempre nuevas, por otro. Entre estas se cuenta el programa de una Iglesia pobre para los pobres, que a algunos les incomoda hasta el punto de alzar la voz contra él. Pero no es un programa liberal, sino un programa radical. Radical, porque brota de la raíz y representa una revolución de la ternura y el amor.
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