2. ¡Mira arriba, en el cielo!
«Superman, salvador de los indefensos y de los oprimidos..., lucha contra las fuerzas del mal y de la injusticia». – Action Comics, agosto de 1939
H muchos años, lejos de esta envoltura mortal que nos recubre, un padre sabio y fuerte tomó una profética deACE
cisión: enviar a su único hijo a un planeta más atrasado. Allí fue criado por una madre y un padre terrenos, mostrando indicios de un poder sobrenatural del que disponía por derecho de nacimiento, hasta que, finalmente, alcanzó la edad adulta y se embarcó en su misión: la salvación de los habitantes de la Tierra. A continuación da un paso más: hace milagros que dejan claro que él es alguien especial. Alguien divino. El momento en el que este salvador comenzó su ministerio no fue, por cierto, una fecha próxima al año 25. Se trataba más bien del año 1938. Y el nombre del salvador no era Jesús. Era Kal-El. Probablemente lo conozcas mejor por el nombre de «Superman». Cuando Joe Shuster y Jerry Siegel, dos adolescentes judíos, crearon a Superman, un héroe con superpoderes que podía luchar contra las fuerzas del mal y defendía la verdad, • 41 •
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la justicia y el modelo americano, lo que estaban haciendo era reformular un poderoso arquetipo, un arquetipo que ha cautivado nuestra atención y nuestro interés durante más de sesenta años. El guionista de cómics Mark Millar escribe que «Superman resuena en cada uno de nosotros porque es una amalgama de las leyendas que hemos amado durante cinco mil años. Él es Moisés, Hércules, Ícaro, Jesucristo, todos ellos envueltos en la bandera norteamericana. Es el personaje de ficción más grandioso de nuestro tiempo»1. Cuando Siegel y Shuster crearon a Superman, cambiaron la fisonomía de la cultura popular americana. Aunque habían existido muchos héroes en el cómic y en la literatura barata, todos eran de carne y hueso, con rápidos puños y pistolas preparadas, pero sin ventajas con respecto a los villanos. Ahora, por primera vez, el héroe tenía poder para enfrentarse a un mundo perdido donde dominaba el mal y donde la injusticia campaba a sus anchas. El guionista y dibujante Jules Feiffer dijo sobre los cómics anteriores a Superman que en ellos los héroes no sólo no eran tan interesantes como los villanos, sino que no estaban a su altura; si les echáramos un simple vistazo, nos daríamos cuenta de que los tipos buenos al final han desaparecido. «Los villanos», decía, «por su simple adaptación al papel, estaban varios kilómetros por delante. No era verosímil que cualquier humano común y corriente pudiera combatir contra ellos. Se requería más. Alguien con una llamada»2. Era fácil ver por qué Siegel y Shuster se sintieron empujados a crear un héroe sobrehumano. Era finales de la década de 1930; Norteamérica estaba aún sumida en la Gran Depresión. En el extranjero, Hitler había comenzado su política expansionista, los japoneses blandían sus espadas, y
1. 2.
«Red Son Rising», en Wizard 140 (mayo de 2003), p. 131. Jules FEIFFER, The Great Comic Book Heroes, 1965, Fantagraphics, New York 2003, pp. 8-9. • 42 •
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llegaban a los Estados Unidos noticias preocupantes de los judíos de Europa sobre el virulento antisemitismo que estaban sufriendo y el creciente terror que sentían con respecto al futuro. En épocas de dificultad, los judíos, como todos los pueblos, han rememorado relatos alentadores. La primera de estas historias es la del Golem, la creación mítica de la que hablábamos en la introducción; el Golem pudo ser convocado para proteger a los judíos durante las persecuciones de la Edad Media. Will Eisner, un gran creador de cómics, afirmó que «el Golem fue en gran medida el precursor del superhéroe, en el sentido de que en toda sociedad hay necesidad de personajes mitológicos y hay también un deseo de que se hagan realidad. Y el deseo de cumplimiento en el caso del héroe judío se concretaba en alguien que pudiera protegernos». Y Eisner, al igual que Michael Chabon, el novelista ganador del Premio Pulitzer, cree que Superman es con diferencia el Golem en mallas, un descendiente directo de esta corriente de la tradición judía: «[Los judíos necesitábamos] un héroe que pudiera protegernos de una fuerza casi invencible... Por eso [Siegel y Shuster] crearon un héroe invencible»3. ¿Cómo de invencible? Bien, la otra corriente del pensamiento judío que se abre camino hacia Superman es también clara: en el meollo de todo esto, Superman es nada menos que la representación del Mesías, el Elegido de Dios: Enmanuel, «Dios con nosotros». Analicemos primero el nombre concreto que estos adolescentes judíos dieron a su redentor: Kal-El. «El» es una palabra hebrea que con frecuencia designa a Dios en la Biblia hebrea; en hebreo, «KalEl» significa «Todo esto es Dios». Éste tiene una gran responsabilidad sobre sus espaldas. 3.
«How the Jews Created the Comic Book Industry, Part One: The Golden Age (1933-1955)», en Reform Judaism, http://www.ariekaplan.com/kingscomicspart1.htm. • 43 •
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Existen otros préstamos evidentes de la historia y del contexto judío en la creación y el origen de Superman: KalEl es un refugiado, uno de los pocos supervivientes de la diáspora desde su planeta Kriptón; su salvación cuando era un bebé en una nave espacial es una reminiscencia directa de Moisés, que flotó en una canastilla que le salvó la vida en el río Nilo; llega a una tierra extranjera donde debe reconciliar la tensión entre su deseo de adaptarse –llegar a ser como los nativos a los que él se parece– y la clara evidencia de que en su interior hay elementos que le hacen diferente, un extraño. Se hace raro pensar en Superman como un superhéroe judío, pero a diferencia de los muchos héroes arios que le siguieron, todos ellos norteamericanos (recordemos, por ejemplo, al Capitán América de Marvel / Steve Roger), Superman se inspira claramente en los deseos, temores y esperanzas compartidas de sus creadores, y estos comienzos fueron una parte importante de este mito que sigue vivo. En sus primeros días, Superman no era la creación divina y todopoderosa en la que se convertiría; sus poderes, aunque extraordinarios, eran más modestos. En los primeros días, en realidad, sólo podía saltar altos edificios, pero no podía volar, y aunque era resistente a las balas y poseía una fuerza sobrehumana, es significativo que la portada de Action Comics que le presentaba a Norteamérica, hiciera sólo unas modestas afirmaciones con respecto a sus poderes. En esta portada, Superman levanta por encima de su cabeza un coche lleno de criminales, pero parece usar ambas manos y toda su fuerza para hacerlo. Comparado con sus niveles posteriores de poder, este Superman es eminentemente humano. Es importante recordar que al principio –tal vez por continuar con la tradición judía y por respetar los intereses de sus creadores– era probable que Superman sólo luchara para lograr la justicia social como justicia legal. Por cada ladrón de bancos que acorralaba, metía en la cárcel a un opresor. Según la creencia judía ejemplificada en la Biblia hebrea y en muchas de las enseñanzas de Jesús, la justicia se con• 44 •
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creta en la solicitud por los pobres y los necesitados, las viudas y los huérfanos. Pero los adolescentes, tanto antes como ahora, estaban menos interesados en echar una mano que en dar puñetazos, y al igual que los fans de la primera película de Matrix (que pensaban que había demasiada palabrería y no el suficiente kung fu en Matrix: Reloaded), estoy seguro de que los creadores de Superman también sintieron la presión de tener que adaptarse a los parámetros populares de la época, esas andanzas del monomito norteamericano que analizábamos al principio en la introducción: un villano trama un plan, el héroe toma la iniciativa, le derrota y restaura el equilibrio. Mucho antes, Superman había desarrollado ya poderes adicionales –volar, visión térmica, el soplo congelador y otros–, con lo que la mayoría de los opresores, estafadores o industriales corruptos ya no podían estar a su altura. Superman necesitaba supervillanos para continuar siendo interesante, y el nivel de amenaza desbordó el ámbito del vecindario y pasó a ser cósmico. Este héroe, en el proceso de conversión en un icono cultural que se nos presenta en el cine y la televisión, en juguetes y fiambreras, en la radio, en las tiras de cómics de los periódicos y dondequiera que dirijas tu mirada, pasaba de ser un simple luchador en pro de la justicia a convertirse en una encarnación divina del modelo americano, y no es sorprendente observar que en este proceso, el control del personaje escapara de las manos de los dos hombres que lo habían creado para la firma que le publicó. En el transcurso de los siguientes cincuenta años, cuando otros guionistas y dibujantes –muchos de ellos gentiles en vez de judíos– representaban a Superman, no es sorprendente que las primeras referencias judías al Golem y al Mesías fueran reemplazadas por referencias cristianas más concretas. Estoy seguro de que Mark Millar no compara a la ligera a un héroe del cómic con Jesucristo, pero, como veremos, no fue el primero en establecer dicha comparación. • 45 •
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Dicha progresión y cambio no son excepcionales en los personajes del cómic, personajes que con frecuencia son distintas versiones de sí mismos que están basadas en los intereses y en las historias de la gente que los escribe. Un buen ejemplo de cómic, el ferviente católico Daredevil de Kevin Smith, es muy diferente del Daredevil de Michael Bendis, más complejo desde el punto de vista moral, aunque sus versiones están separadas solamente por un par de años. Y como es evidente que uno de los predecesores de Superman es el Mesías de la tradición judía, es perfectamente lógico afirmar que este superhéroe refleja también la imagen de Jesús, ya que los cristianos ven a Jesús como la realización de esa tradición. Como se sugería al comienzo de este capítulo, no es difícil encontrar paralelos directos entre la vida de Jesús según la conocemos a partir de los Evangelios y el origen de Superman. Como Jesús, Superman no adopta por completo su identidad hasta que es adulto, aunque antes ya aparece algún indicio de su poder y del que será su camino. Y en la mayoría de los argumentos importantes de la historia del personaje de Superman a principios de la década de 1990 (y tal vez en la historia de los cómics, a juzgar por la forma en que se presenta el relato en los principales medios de comunicación), Superman es asesinado cuando salva al mundo de una amenaza llamada «día del juicio final» (Doomsday) y, después de un tiempo, y con la confusión que rodea a los variados personajes que pretendían ser Superman, vuelve a la vida. Se nos presenta una posible muerte y resurrección futura para Superman en la obra de Alan Moore, Superman: Whatever Happened to the Man of Tomorrow, en la que Moore se hace eco de manera consciente de los relatos de los Evangelios sobre la mañana de Pascua para contar una historia del nuevo nacimiento misterioso: «cuando Superwoman y el Capitán Marvel abrieron la cripta, ésta estaba vacía... se había ido»4. Y en el gran éxito de 2006, Superman: • 46 •
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el regreso, el director Brian Singer se empeña (como las notas de Richard Corliss en Time) en describirlo como «el salvador de la Tierra: Jesucristo Superman»5. En Superman: el regreso, Superman sufre una pasión casi digna de Mel Gibson. Es derrotado y brutalizado, acuchillado en un costado como Jesús, muere, y al final regresa a la vida incluso dejando atrás un sepulcro vacío, si se le puede llamar así. Muchos villanos del cómic vuelven a la vida (la Calavera Roja, la vieja némesis del Capitán América, es un elemento representativo de la tendencia según la cual ningún buen villano puede permanecer muerto durante mucho tiempo), pero la resurrección física de los héroes de cómic (en contraste con la muerte y la resurrección simbólicas) es extremadamente excepcional, y merece la pena destacar la decisión consciente de los redactores y guionistas de los variados títulos de Superman a la hora de crear el argumento de «la Muerte de Superman» y a la hora de coordinarla entre las distintas revistas. Si Superman era ya la figura evidente de Cristo, entonces este importante arco argumental del viaje del héroe le hizo incluso más inmediatamente comparable a Jesús, como la versión de Brian Singer sobre la muerte y la resurrección de Superman. Afrontamos problemas evidentes cuando intentamos establecer una correspondencia personal entre Clark Kent y Jesús de Nazaret, y es importante destacar que los relatos de la cultura popular hacen uso de nuestros mitos y de nuestros relatos de fe como parte del proceso narrativo, aprovechando las figuras arquetípicas y las creencias profundamente arraigadas. Pero los elementos que por lo general nos resultan problemáticos no son estas figuras ni estas creencias, ni
4. 5.
Alan MOORE, Superman: Whatever Happened to the Man of Tomorrow, DC Comics, New York 1997, p. 46. Richard CORLISS, «The Gospel of Superman», en Time, 18-06-2006: http://www.time.com/time/magazine/article/ 0,9171,1205367,00.html. • 47 •
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ningún ingenuo intento de afirmar que «Superman es Jesús», ni el hecho de sugerir la profundidad de una verdad teológica coordinada en la narrativa de alguna cultura popular. Los cómics de masas no fueron escritos para convertirse en la Torá, ni en el texto para la catequesis dominical o para las clases de la madraza. Nuestro objetivo en este libro –como debería ser el de cualquier intento de estudiar las narraciones populares para analizar lo que pueden enseñarnos sobre lo vida, creo yo– es observar las correspondencias con los relatos espirituales y mitológicos, analizar cómo estas conexiones pueden inspirarnos e instruirnos, y no dejarnos paralizar por las ideas que no se ajustan a nuestros propósitos. En nuestro libro sobre los significados espirituales de las películas de Matrix, Chris Seay y yo escribimos sobre el personaje de Trinity de un modo que puede resultar instructivo: «Como en los demás momentos de las películas de Matrix, nunca deberíamos forzar tanto las comparaciones que estas películas pierdan su valor. Trinity puede ser a la vez ruah [la palabra hebrea para el Espíritu de Dios], Sabiduría, Espíritu Santo, el interés del amor femenino y una malvada chica del kung fu. Una interpretación no debe impedir las otras. Busquemos nuestros significados donde nos sea posible»6.
Dado este deseo, analicemos los que quizá sean los dos conceptos más importantes que Superman puede enseñarnos sobre religión: la idea del ser elevado e iluminado, y el concepto cristiano de la encarnación. Al igual que Neo (Keanu Reeves) en las películas de Matrix, Superman es el Único, la combinación perfecta del poder divino y del espíritu humano que puede salvar a su sociedad. El nombre mismo de Superman tiene aquí una gran resonancia. A diferencia del
6.
Chris SEAY y Greg GARRETT, The Gospel Reloaded: Exploring Spirituality and Faith in the Matrix, Piñon Press, Colorado Springs, CO 2003, p. 105. • 48 •
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«superhombre» (Übermensch) del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, el poder de Kal-El no lo sitúa por encima de la humanidad. Representa, en cambio, una especie de culminación de la realización humana y, a pesar de su origen extraterrestre y de sus poderes sobrenaturales, se considera a sí mismo muy humano. Por lo tanto, como Jesús o como Buda, Kal-El es un ser humano sublime que representa un modelo para nosotros, un modelo no sólo de fuerza sino de bondad, no sólo de poder, sino también de autoridad moral. En la versión de Jeph Loeb sobre Kal-El en Superman: Para todas las estaciones (A Superman for All Seasons, 2006), podemos ver la fusión de la humanidad y del poder, una fusión que nos conduce finalmente a considerar el misterio central de la fe cristiana: la encarnación, Enmanu-El, Dios con nosotros. Loeb nos deja claro lo que a veces se les ha pasado por alto a los guionistas de Superman desde la década de 1950 hasta la de 1980, y lo que a veces pasa desapercibido para los cristianos de hoy en día: para que la encarnación sea real, este salvador debe ser Dios y hombre por igual. En el capítulo de Superman: Para todas las estaciones, narrado por Lana Lang, amiga de la infancia y amor de Clark Kent, se hace evidente que Superman es quien es tanto por su historia humana como por su origen extraterrestre. Es algo más que un conjunto de superpoderes que se han enfrentado al mal de manera impersonal; es un individuo con gran amor y compasión, guiado por sus cualidades humanas incluso cuando utiliza sus superpoderes para arreglar las cosas. «La gente se preguntaba por qué alguien con esos poderes y habilidades –si eran reales– los utilizaba para ayudar a los demás y no para su propio beneficio», dice Lana pensativa. «Para comprender a este hombre vestido con capa que puede volar lo único que necesito conocer es a Clark»7.
7.
A Superman for All Seasons, DC Comics, New York 1999, pp. 189, 195. • 49 •
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Es aquí, en la encarnación, donde numerosos cristianos han interpretado erróneamente a Cristo durante muchos años. En los primeros siglos de la Iglesia cristiana hubo un continuo debate sobre la naturaleza de Cristo, sobre su nivel de humanidad o de divinidad, sobre si era un humano que se convirtió en un Dios o si fue una parte de Dios desde el inicio de los tiempos, etcétera, etcétera. El Concilio de Nicea promulgó en el año 325 el Credo de Nicea, recitado con frecuencia en el culto cristiano; este Concilio reprobó a los seguidores de la creencia arriana –es decir, a aquellos que creían que Cristo nunca fue totalmente Dios–. De igual modo, los que creían en la herejía marcionita –es decir, que Jesús nunca fue totalmente hombre– se llevaron también una gran decepción. El Concilio de Calcedonia definió en el 451 la encarnación del modo que vamos a ver a continuación y, si os parece un poco legalista, recordad que estamos hablando sobre una gran controversia que las autoridades de la Iglesia estaban intentando resolver. No todos los cristianos estarán de acuerdo de forma incondicional con las conclusiones del Concilio, pero éstas nos aportan una definición clara de quién y qué era Jesús. Por esta razón, merece la pena leerlo y entenderlo: «Verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, compuesto de alma racional y cuerpo; consustancial con el Padre según la divinidad, y consustancial con nosotros según la humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado; engendrado del Padre antes de los siglos, y... por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, la Madre de Dios, según la humanidad... quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en una sola persona»8.
8.
The Book of Common Prayer, Oxford University Press, New York 1990, p. 864. • 50 •
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Cuando pensamos en Superman, no deberíamos hacerlo en los términos escépticos que Nietzsche utilizó para expresar el concepto, es decir, el de un ser que está por encima de los demás y que utiliza su poder como quiere. Hitler llevó esta filosofía hasta su lógico y horroroso límite. Podemos, en cambio, considerarlo de esta manera: Super/Man, una combinación de algo que es más grande que lo humano (lo divino, en el caso de Jesús) y de algo que nos hace completamente humanos, y que se unen en una sola persona. Al igual que el Kal-El de Loeb salva a los demás con su poder sobrenatural canalizado por sus impulsos humanos, el Enmanu-El cristiano hace la mayoría de sus milagros gracias a su amor y compasión humanos –el vino para el banquete de bodas, las sanaciones y, tal vez lo más evidente, la resurrección de su amigo Lázaro de entre los muertos. Es obvio, si piensas en ello por un instante, que Jesús no podía ir de un sitio a otro resucitando a todos los muertos, ya que no hubiera sido una buena norma por varias razones. Pero Lázaro no era sólo el hermano de las hermanas Marta y María, amadas por Jesús, sino que también él mismo fue amado por Jesús. El Evangelio de Juan nos cuenta que cuando Jesús recibió la noticia, lloró, y con un gran abanico de emociones humanas –ira, pena, amor y compasión– realizó un milagro que aunó su naturaleza humana y su naturaleza divina; repelió las fuerzas de la muerte y de la descomposición dando a su amigo una nueva vida: «Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies, diciendo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Jesús, al verla llorar y al ver que los judíos que la acompañaban también lloraban, se estremeció y, profundamente emocionado, dijo: “¿Dónde lo habéis puesto?”. Le contestaron: “Ven a verlo, Señor”. Jesús se echó a llorar, por lo que los judíos dijeron: “Mirad cuánto lo quería”. Pero algunos dijeron: “Éste, que abrió los ojos al ciego, ¿no pudo impedir que Lázaro muriese?”. • 51 •
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Jesús se estremeció profundamente otra vez al llegar al sepulcro, que era una cueva con una gran piedra puesta en la entrada. Jesús dijo: “Quitad la piedra”... Y dicho esto, gritó muy fuerte: “¡Lázaro, sal fuera!”. Y el muerto salió atado de pies y manos con vendas, y envuelta la cara en un sudario. Jesús les dijo: “Desatadlo y dejadlo andar”»9.
En el excepcional cómic Superman vs. Darkseid: Apokolips Now!, Superman pone de manifiesto estos principios de una forma llamativamente similar a la de este milagro de Lázaro. Al comienzo de esta revista, Nat, sobrino del superhéroe conocido como Steel, crea el marco idóneo al afirmar: «Fui resucitado para creer que el amor, la entrega y la responsabilidad personal nos mantienen a todos unidos... Sé que Superman también lo cree. Sé que cree que si salvas una vida, salvas al mundo. Sé que él iría hasta los confines del universo por un amigo»10. Esta declaración de las creencias de Superman presenta una hermosa coincidencia con las enseñanzas judías y cristianas. La sabiduría del Talmud: «El que salva una vida, salva al mundo entero», se une a Juan 15,13: «Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos». Estas líneas podrían formar una moral común para la mayoría de los superhéroes del cómic: toda vida merece ser salvada, incluso arriesgando la propia vida. En esta historia, Superman forcejea con el dios del mal, Darkseid, en el mundo infernal llamado Apokolips, para lograr el poder de resucitar a su amigo John Henry Irons / Steel. Es una batalla épica que termina con su victoria (como en el relato cristiano del «Descenso al Infierno», el des-
9.
Eugene PETERSON, The Message, NavPress, Colorado Springs, CO 2002, pp. 1942-1943. 10. Superman vs. Darkseid: Apokolips Now!, DC Comics, New York 2003, p. 1. • 52 •
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censo de Cristo a los infiernos después de morir en la cruz). Al final de la historia, Nat confirma el heroísmo de Superman, pero también alienta el suyo propio: «A fin de cuentas, él ha cambiado mi vida. Mi vida contará algo. YO MARCARÉ la diferencia. Trabajaré para cambiar el mundo»11. Esto es un poco de la sabiduría esencial que podemos aprender de los cómics. No todos podemos ser Superman, pero como señala Nat en Superman vs. Darkseid, las hazañas de Superman (como la enseñanza que Jesús nos ofrece), no deberían simplemente suscitar una especie de respuesta pasiva: «¡Caramba!». Deberían ser una llamada para superarnos a nosotros mismos, para salvar a los demás, para liberar sus cuerpos, mentes y almas. Como apunta Kurt Busiek, guionista de Superman, este superhéroe siempre será relevante: es un modelo para nosotros «cada vez que deseamos hacer algo noble»12. De hecho, desde sus principios, ha sido un modelo para nosotros. A Brian Singer le gustaba cómo Superman «ayudaba a los demás, pero ante todo era un ejemplo a seguir. Provocaba a los demás, inspiraba. Dejó el heroísmo real para los héroes reales, para los soldados en el campo de batalla y en el extranjero y, de este modo, se convirtió en esta figura tan inspiradora»13. Los guionistas y dibujantes de otros salvadores del mundo del cómic han aportado su granito de arena de forma consciente al arquetipo cristiano. Cuando yo preparaba este libro, Andrew Arnold, guionista de cómics de Time.com, me recordó uno de estos ejemplos, el más que severo simbolismo cristiano del personaje de Marvel, Adam Warlock, que fue crucificado antes de volver a la vida; los aspectos
11. Ibid., pp. 37-38. 12. Ben MORSE, «Superman», en Wizard 183 (enero de 2007), p. 64. 13. Mark MORING, «The “Savior” Returns» en Christianity Today, 26-06-2006: http://www.christianitytoday.com/movies/interviews/ bryansinger.html • 53 •
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mesiánicos de este salvador universal fueron mucho mejor tratados desde la década de 1970 hasta la actualidad por Jim Starlin, dibujante y guionista de la revista Warlock. Pero quizás no sólo porque Superman fue el primero, sino también porque los elementos de su personaje fueron tomados de las necesidades de sus creadores, y por eso sigue siendo el ejemplo más convincente. En los años venideros, cuando nuevas películas, cómics, videojuegos y otras versiones de medios de comunicación de este mesías creado para los cómics se conviertan en parte de nuestras vidas, recordemos el modelo de progreso que Superman nos ofrece: la comprensión de lo divino que él representa para nosotros. Y recordemos la idea de un salvador que viene para ayudarnos a ser las personas que deberíamos ser. No podemos ser Superman, pero podemos ser mejores hombres y mujeres que trabajan para cambiar el mundo.
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