Atrévete a empezar de nuevo. 1º capítulo

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Anselm Grün

Atrévete a empezar de nuevo

Sal Terrae


Título original:

Wage den Neuanfang Copyright © 2013 Vier-Türme GmbH, Verlag 97359 Münsterschwarzach Abtei

Traducción:

Cristina Ruiz Cepero © Editorial Sal Terrae, 2017 Grupo de Comunicación Loyola Polígono de Raos, Parcela 14-I 39600 Maliaño (Cantabria) – España Tfno.: +34 942 369 198 / Fax: +34 942 369 201 info@gcloyola.com www.gcloyola.com Imprimatur: X Manuel Sánchez Monge Obispo de Santander 13-02-2017 Diseño de cubierta: Magui Casanova Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com: 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Impreso en España. Printed in Spain ISBN: 978-84-293-2638-3 Depósito Legal: SA-68-2017 Impresión y encuadernación: Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya) www.grafo.es


Índice ––––––––––––––––––––––

Introducción: Volver a empezar una y otra vez . . . . . . .

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1. Empezar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 2. Comenzar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 3. Empezar es dominar . . . . . . . . . . . . . . . . 21 4. Principio y fin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 5. La fascinación de lo nuevo . . . . . . . . . . . 31 6. Los niños como símbolo del nuevo comienzo . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 7. Navidad: Dios celebra con nosotros un nuevo comienzo . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 8. Empezar de nuevo en cada momento . . . 47 9. El perdón como nuevo comienzo . . . . . . 51 10. Fracasar y volver a empezar . . . . . . . . . . 55 11. Resurrección como nuevo comienzo . . . . 61 12. Abrahán: emigrar y volver a empezar . . . 67 13. En el principio existía la Palabra . . . . . . . 73 14. Lo nuevo ya está germinando . . . . . . . . . 77 5


15. El comienzo de las señales de Jesús: las bodas de Caná . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 16. La metáfora de la levadura . . . . . . . . . . . 87 17. El Espíritu Santo en el comienzo . . . . . . . 93 18. El optimismo del comienzo . . . . . . . . . . . 97 Reflexión final Ahora se trata de empezar . . . . . . . . . . . . 101

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introducción –––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Volver a empezar una y otra vez

La vida nos fuerza sin cesar a atrevernos

a empezar de nuevo. Nuestra propia historia está llena de tales nuevos comienzos. Tras la enseñanza obligatoria, empezamos de nuevo con los estudios superiores o con la formación profesional. Tan pronto acabamos los estudios, nos espera un nuevo comienzo en el trabajo. Pero, hoy en día, ya no está nada claro que podamos permanecer toda la vida en la misma empresa ni realizando la misma tarea. Una y otra vez se nos traslada, se nos asigna un proyecto nuevo. O nosotros mismos nos buscamos un nuevo puesto de trabajo. Muchos acaban exhaustos de tantos nuevos comienzos. Les gustaría quedarse como 7


están. Entonces se requiere osadía: valor para poner la propia vida y a uno mismo en la balanza, sin saber hacia qué lado se va a inclinar esta. Todo nuevo comienzo es también un riesgo. Nos arriesgamos a que las cosas no salgan como esperamos. Pero sin ese valor de arriesgarse a algo nuevo, la vida se convertiría en algo aburrido, en una rutina vacía. También experimentamos repetidamente el fracaso. Fracasamos en el trabajo, en una amistad, a veces también en el matrimonio. Entonces, una vez más, se requiere osadía para arriesgarse a intentar un nuevo comienzo, pues el fracaso hace añicos nuestra concepción de la vida. Si me limito a permanecer sentado sobre los escombros de mis relaciones fracasadas, no se me abrirá ninguna perspectiva de una vida plena. No haría más que quejarme todo el tiempo, y me hundiría en la tristeza y la autocompasión ante el hecho de que se haya hecho añicos todo lo que era sagrado para mí. Precisamente en esas situaciones de fracaso es necesario un nuevo comienzo. Desde hace veintiún años, acompaño a sacerdotes y religiosos, hombres y mujeres que trabajan en la Iglesia. A menudo se acercan a nuestra casa de retiro en una situación en la 8


que deben abandonar su antigua parroquia hacerse cargo de otra parroquia distinta o de una nueva tarea. O una religiosa acude porque ha sido relevada de su antigua tarea y trasladada a un nuevo destino. Algunos celebran el nuevo comienzo, pero en otros observo el cansancio de volver a empezar una y otra vez. Tienen la impresión de que no pueden trasladarse tan fácilmente de una parroquia a otra, de una comunidad religiosa a otra. Necesitarían una fase intermedia en la que poder despedirse debidamente de lo viejo para poder entregarse con todas sus fuerzas al nuevo comienzo. Otros se han cansado de los muchos comienzos que se esperan de ellos. Pero, si empiezo ya cansado, la cosa no llegará a buen puerto. Necesito una motivación interior para volver a empezar, y solo la descubro cuando he observado el pasado y me he reconciliado con él. Si me lanzo a un nuevo comienzo con la carga de los conflictos no superados del pasado, las cosas no saldrán bien. Lo que vale para quienes desarrollan su ministerio al servicio de la Iglesia se aplica de manera parecida a los trabajadores y trabajadoras en las empresas. También a ellos se les presentan continuamente nuevos comienzos. 9


Y a veces el pasado no se aleja lo suficiente de ellos, de manera que empiezan lo nuevo sin fuerzas. Pero lo nuevo siempre necesita osadía. Si no, no puede salir bien. En este libro querría reflexionar sobre el misterio del comienzo. Me gustaría partir de las experiencias que las diferentes lenguas han hecho con el comienzo y el inicio, puesto que el lenguaje es la experiencia compactada. Y si analizamos las palabras griegas, latinas y alemanas relativas al comienzo, advertimos cómo esta cuestión ha movido desde siempre a las personas y las variadas experiencias que cada pueblo ha vivido en relación con ella. El lenguaje es la experiencia condensada. Y quiero convertir esa experiencia en algo fructífero para nosotros hoy, trasladando esas metáforas lingüísticas a nuestra época. Además, quisiera analizar textos bíblicos que hablan de un nuevo comienzo. También estos deben trasladarse a nuestra situación actual, seguramente mucho más ajetreada y turbulenta que la época en que la Biblia formuló su sabiduría. No obstante, también hoy podemos aprender de ella.

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Empezar

La palabra alemana anfangen (empezar)

está relacionada etimológicamente con términos que significan coger, agarrar, tomar algo en la mano. Por eso, «empezar de nuevo» significa tomar uno mismo la vida en sus manos. Asumo la responsabilidad de mi vida. Le doy forma. Dejo de quejarme de que la educación recibida o mi predisposición natural me condicionan. Siempre puedo volver a empezar. Puedo tomar lo que me ha sido dado como material de la vida y darle forma. Con cualquier material se puede moldear una bella figura: con la piedra puedo esculpir una hermosa estatua, con la madera puedo tallar una bonita pieza, con la arcilla doy forma a una atractiva figura. Ahora bien, debo trabajar respetando el material. En nuestro caso, 11


el material es la historia de nuestra vida, de nuestras fortalezas y debilidades, de nuestras experiencias de seguridad y de confianza en nosotros mismos, así como de las ofensas y humillaciones recibidas. A veces, el material consiste en un montón de escombros de sueños rotos. Pero incluso con los pedazos podemos dar forma a un jarrón nuevo. No será tan perfecto como el viejo, pero tal vez tenga una apariencia más creativa, más colorida y viva. Jesús lo expresó con la metáfora de la construcción de una torre: «Si uno de vosotros pretende construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No suceda que, habiendo echado los cimientos y no pudiendo completarla, todos los que miren se pongan a burlarse de él diciendo: “Este empezó a construir y no puede concluir”» (Lc 14,28-30).

Las piedras con las que debemos construir nuestra torre son las experiencias de la historia de nuestra vida. La torre representa la autorrealización humana. Tiene fundamentos profundos en la tierra y se eleva hacia el cielo. Une en nosotros cielo y tierra. Y es redonda. Lo redondo suaviza todos los cantos y esqui12


nas. Mantiene unido lo quebradizo y roto en nosotros. El psicoterapeuta suizo Carl Gustav Jung trabajó en la Torre de Bollingen (una residencia junto al lago de Zurich) durante gran parte de su vida. Este trabajo era para él un símbolo de su desarrollo interior. Cuando empezamos a construir la torre, debemos observar con atención nuestras piedras. ¿Qué piedras tengo a mi disposición? ¿Cuáles son mis fortalezas y cuáles mis debilidades? ¿Cuáles son las piedras rotas y deterioradas? También ellas pertenecen al material con el que construyo mi torre. Las piedras también son un símbolo de aquello que se ha interpuesto en mi camino en el desempeño de mi último trabajo o en la relación rota. Mi tarea sería, entonces, convertir las piedras con las que he tropezado en ladrillos para construir mi torre. Pero antes de ponerme a construir mi torre debo sentarme a sopesar tranquilamente la realidad. Podríamos llamarlo la pausa que me tomo entre la vieja y la nueva tarea. Necesito tiempo para revisar el material de mi vida y meditar especialmente sobre las piedras que recientemente se han roto o me han hecho tropezar, para transformarlas en mis propios materiales, con los que puedo construir de nuevo mi vida. 13


El texto griego de Lucas vuelve a expresar con otra imagen de una piedra lo que debemos hacer al sentarnos a pensar: debemos mover de aquí para allá las piedrecitas de nuestro ábaco y calcular así el esfuerzo necesario para la construcción de la torre. ¿Cuánto material necesito para mi torre y cuánta fuerza y energía debo emplear para poder construirla? Para el evangelista Lucas, en el pasaje bíblico citado, es importante que la empresa tenga éxito. Él piensa aquí como un comerciante que calcula con exactitud lo que necesita para llevar a cabo su tarea. Solo si he reflexionado sobre el pasado y he meditado sobre las acciones futuras, tomaré en mis manos las piedras de la historia de mi vida y las encajaré de tal manera que surja mi propia torre personal. Antes de empezar debo pensar cómo hacer que encajen bien esas piedras. Antes de actuar hay, pues, que reflexionar. Reflexiono sobre las piedras de la historia de mi vida para encajarlas de tal manera que mi personalidad única se vuelva visible. Mi torre no debe parecerse a las demás, ni la comparo con ellas. No se trata de que sea todo lo alta posible. Debe además corresponderse con mi naturaleza. 14


Más de uno se queda sentado frente al montón de piedras. No encuentra el valor para empezar. El montón de piedras le parece caótico. Cuando mi relación está rota, cuando no pude acabar bien la tarea que desempeñaba hasta ahora, entonces estoy sentado frente a un enorme montón de piedras. Y en ellas no soy capaz de descubrir ninguna torre que pueda construirse. No veo el final. Por eso, Jesús ve el comienzo y el final juntos. Él habla de ektelésai, esto es, dar forma a un comienzo a partir del fin, concluir algo. Muchas personas tienen miedo de empezar. No saben lo que podría surgir del comienzo. No quieren simplemente actuar sin pensar. Quieren crear algo que perdure. Así, el comienzo exige sentarse y calcular, reflexionar sobre lo que quiero realmente. Los latinos nos animan a reflexionar sobre el final en todo comienzo. «Respice finem», dicen. Jesús adopta ese pensamiento en su parábola. No debemos simplemente empezar, sino sentarnos previamente con tranquilidad y calcular todo cuanto tenemos a nuestra disposición para el nuevo comienzo. Entonces descubriremos los medios que tenemos en nuestro interior. Es la experiencia de que ya hemos vuelto a empezar en más de una ocasión. O 15


es nuestra disciplina, que nos proporciona las fuerzas necesarias para aguantar algo. O es nuestra creatividad, que en todo comienzo nos permite crear algo nuevo. Jesús habla aquí de la fuerza (ischýō) necesaria para comenzar. Entro en contacto con esa fuerza cuando primeramente me siento y me tomo tiempo para reflexionar sobre mi propósito y considerar la meta a la que apunto con el comienzo. Tres palabras aparecen dos veces en esta parábola: empezar (árchesthai), acabar (ektelésai) y tener fuerza (ischýō). Estas tres palabras muestran lo que realmente es importante al comenzar. Debo empezar yo mismo; si no, quienes me observen empezarán a hablar sobre mí. La gente suele hablar sobre aquel que está sentado sin hacer nada. Debo reflexionar sobre el objetivo final. Si no, trabajo a ciegas y no llego a ninguna parte. Esta reflexión requiere tiempo. Requiere sentarse para que el levantarse tenga sentido. Y requiere, además, la fuerza necesaria para establecer un comienzo que nos conduzca a nuestro objetivo.

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