N ORMAN T ANNER
Breve historia de la Iglesia catรณlica
Sal Terrae
Título original: New Short History of the Catholic Church © Norman Tanner 2011 Esta traducción se publica mediante un acuerdo con Bloomsbury Publishing Plc. www.bloomsbury,com
Traducción: Isidro Arias Pérez © Editorial Sal Terrae, 2017 Grupo de Comunicación Loyola Polígono de Raos, Parcela 14-I 39600 Maliaño (Cantabria) – España Tfno.: +34 942 369 198 / Fax: +34 942 369 201 info@gcloyola.com / www. gcloyola.com Imprimatur: X Manuel Sánchez Monge Obispo de Santander 13-03-2017 Diseño de cubierta: Magui Casanova Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com / 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Impreso en España. Printed in Spain ISBN: 978-84-293-2643-7 Depósito Legal: SA-171-2017 Fotocomposición: Rico Adrados, S.L. (Burgos) www.ricoadrados.com Impresión y encuadernación: Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya) www.grafo.es
Para Angela y John, Gerard y Jenny, con profunda gratitud.
Índice
Agradecimientos ................................................................................................
IX
Citas y abreviaturas .........................................................................................
XI
Mapa: El mundo mediterráneo ..................................................................... XIII Introducción .......................................................................................................
1
1. De Pentecostés al siglo IV ................................................................... 1. La Edad Apostólica ...................................................................... 2. Siglos II y III: continúan las persecuciones ............................. 3. Reconocimiento oficial del cristianismo .................................
5 5 13 26
2. Temprana Edad Media: 400-1054 ................................................... 1. Expansión ....................................................................................... 2. Contracción ................................................................................... 3. Concilios ecuménicos .................................................................. 4. Teólogos .......................................................................................... 5. Roma y Constantinopla .............................................................. 6. Cambios institucionales .............................................................. 7. Religión popular ............................................................................
41 42 51 55 64 67 70 76
3. Edad Media Central y Tardía ............................................................. 1. Contracción y expansión ............................................................ 2. Religión popular ............................................................................ 3. Papas, concilios y príncipes ......................................................... 4. Las órdenes religiosas y las beguinas ......................................... 5. Progresos intelectuales ................................................................. 6. Liturgia, oración y misticismo ................................................... 7. Arte, arquitectura y música ......................................................... 8. Desafíos planteados a la cristiandad occidental .....................
81 82 85 107 119 127 136 140 149
VIII
breve historia de la iglesia católica
4. Catolicismo moderno temprano: 1500-1800 ............................... 1. Extensión del catolicismo en Europa ....................................... 2. El papado ........................................................................................ 3. El Concilio de Trento .................................................................. 4. Las órdenes religiosas ................................................................... 5. Acción misionera y catolicismo fuera de Europa ................... 6. Religión popular y desarrollo de las artes ................................ 7. Conclusión .....................................................................................
165 165 169 173 178 185 195 199
5. Siglos XIX y XX ...................................................................................... 1. Introducción .................................................................................. 2. Desafíos intelectuales ................................................................... 3. Religión popular ............................................................................ 4. Santos y pecadores ........................................................................ 5. Los concilios Vaticano I y Vaticano II ..................................... 6. Acontecimientos recientes: 1965-2010 ...................................
201 201 205 210 213 219 230
Conclusión ..........................................................................................................
237
Apéndice: Lista de los concilios ecuménicos ..................................................
241
Glosario ..............................................................................................................
243
Bibliografía ........................................................................................................
245
Índice onomástico y analítico ..........................................................................
249
Índice general ....................................................................................................
263
Agradecimientos
Durante mucho tiempo el estudio de la historia, sobre todo de la historia
de la Iglesia, ha constituido una auténtica pasión de mi vida. Aprovecho ahora la oportunidad para mostrar mi gratitud hacia las personas que de alguna manera estimularon y apoyaron este carisma: a mis profesores de Historia en las escuelas de Woldingham Convent y Avisford; a los del Ampleforth College, en particular a Thomas Charles-Edwards, Hugh Aveling, William Price (tutor), W. A. Davidson y Basil (más tarde cardenal) Hume; a profesores y colegas de la Universidad de Oxford, especialmente a James Campbell, Peter y Jill Lewis, James O’Higgins y William Pantin, que dirigió mi tesis doctoral, y recientemente a mis colegas de la Universidad Gregoriana de Roma. Agradezco a mis superiores de la Compañía de Jesús que me hayan permitido dedicarme asiduamente al estudio de la historia de la Iglesia y me hayan ofrecido oportunidades de ejercer la docencia en diferentes países –lo que sin duda ha contribuido a que mi visión de la historia de la Iglesia en el mundo sea hoy mucho más rica– y me hayan animado a escribir sobre este tema. Por lo que a mis editores se refiere, siento enorme gratitud hacia Martin Redfern, de la editorial Seed and Ward, que tuvo el coraje de publicar mi obra Decrees of the Ecumenical Councils, y hacia Robin Baird-Smith, de la editorial Continuum, que se comprometió a publicar esta obra y ha apoyado el proyecto con decisión y paciencia. De todas estas personas y de otras muchas me siento deudor por los impulsos que me han hecho llegar para escribir este libro. La pequeña bibliografía que prácticamente cierra el volumen permitirá al lector ver el amplio abanico de ayudas que he recibido en este sentido. Aprovecho la oportunidad para hacerles llegar a todos mi sincero agradecimiento. Más en particular, agradezco al doctor Frank Lawrence, del Trinity College de Dublín, la ayuda que me prestó al tratar el tema de la música en el capítulo 3. Destaco a continuación el nombre de algunas comunidades de diferentes instituciones que me acogieron y me estimularon durante la investigación y la puesta por escrito de este libro: la Universidad Gregoriana de Roma, el Campion Hall de
X
breve historia de la iglesia católica
Oxford, el Teologado Jesuita de Nairobi y, en la India, el Seminario Papal de Pune y el Seminario Regional de Shillong. Norman Tanner Universidad Gregoriana (Roma) 20 de septiembre de 2010
La presente edición* ofrece un texto mejorado. En la mayoría de los casos se trata de pequeñas correcciones en fechas, nombres de lugares y de personajes históricos citados en la obra. Doy las gracias a quienes me han advertido de este tipo de errores y a la editorial Continuum/Bloomsbury, que con gusto ha introducido los cambios correspondientes en el texto de su edición. Norman Tanner Marzo de 2014
*
La presente traducción al español sigue el texto mejorado de la edición de 2014 [N. del T.].
Citas y abreviaturas Citas de libros y de otros tipos de publicaciones. En esta obra, las alusiones o citas de libros y artículos no quedarán reflejadas en notas a pie de página, sino que el lector encontrará los datos necesarios para su identificación en el cuerpo mismo del texto. Las fuentes citadas más a menudo en estas páginas se identifican por medio de las siglas o abreviaturas que indico al final de este apartado. Para el resto de las citas procedo de la siguiente manera: nombre del autor o, según los casos, primera(s) palabra(s) del título, seguidos de la fecha de publicación y de las páginas (o números) a que se hace referencia; p. ej. (Baur, 1998, 443). El lector encontrará el título completo del libro o artículo aludidos en la bibliografía, bajo el capítulo en que aparece la cita. Biblia. Las citas de la Biblia van acompañadas siempre del título del libro bíblico, capítulo y versículo citados: p. ej., Génesis 4,13. Fechas de nacimiento y muerte. De muchos de los personajes citados en este libro no conocemos con certeza el año de su nacimiento ni, a menudo, el de su muerte. En principio, en lugar de poner signos de interrogación (¿?) o de indicar fechas límite (p. ej.: 1370/75), he señalado siempre una fecha concreta, consciente de que a menudo esta es solo aproximada. Abreviaturas c. † Decrees
DzH
circa/aproximadamente fecha de la muerte N. Tanner (ed.), Decrees of the Ecumenical Councils I-II, Georgetown-London 1990. Ambos volúmenes tienen una paginación continua, por lo que únicamente se indica la página citada. H. Denzinger-P. Hünermann (eds.), El magisterio de la Iglesia: Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum, traducción al español de B. Dalmau, C. Ruiz Garrido y E. Martín, Herder, Barcelona 1999. Los textos de los concilios se citan haciendo constar el número marginal que identifica cada texto, sin indicación de la página.
XII
breve historia de la iglesia catรณlica
Mansi, Conciliorum Migne, PG Migne, PL
J. D. Mansi y otros (eds.), Sacrorum conciliorum nova et amplissima collectio, 53 vols., 1757-1927. J. P. Migne (ed.), Patrologia graeca, 162 vols., Paris 1857-1866. J. P. Migne (ed.), Patrologia latina, 221 vols., Paris 1844-1864
Toledo
Madrid
0
ROMA
Split
TRENTO
FLORENCIA
Milán
Lugares donse se celebraron los 21 concilios ecuménicos/universales
Otros lugares
Viena CONSTANZA
Cartago
VIENNE
LYON
BASILEA
París
Colonia
Línea divisoria entre los imperios de Oriente y de Occidente
Imperio romano
Referencias
Océano Atlántico
Londres
500 km
Mar Mediterráneo
Atenas
Mar Negro
Alejandría
ÉFESO Antioquía
Jerusalén
CALCEDONIA NICEA
CONSTANTINOPLA
Budapest
N
Mar Caspio
Mapa: El mundo mediterráneo
Introducción
Desde un principio la historia fue crucial para el pueblo de Dios. Una parte
importante del Antiguo Testamento está dedicada a contar la historia del pueblo judío, mientras que el Nuevo Testamento se preocupa de narrar la historia de Jesús y de la Iglesia primitiva. La historia de la Iglesia católica, de la que se ocupa este libro, constituye tal vez el relato más fascinante de una institución en el contexto de la historia mundial. Y para los católicos esta historia no es solo interesante, sino sencillamente crucial, teniendo en cuenta el papel normativo de la Tradición. Es decir, los católicos han creído firmemente que la Biblia tiene que ir acompañada de la toma de conciencia de cómo ha sido vivido e interpretado su mensaje a través de los siglos, de cómo los contenidos de la Escritura han sido explicados por el magisterio eclesiástico y en la vida, la oración, el estudio y las dificultades de los cristianos. Tradición e historia de la Iglesia constituyen vías complementarias de desarrollo de la doctrina, de manera que ambas completan nuestra comprensión de Cristo como plenitud de la Verdad y de la revelación de Dios a nosotros. Afortunadamente, a través de los siglos han surgido escritores que, al dejar constancia de la historia de la Iglesia, han puesto a nuestra disposición la Tradición necesaria. Eusebio de Cesarea, que escribió en el siglo IV, ha sido proclamado «Padre de la historia de la Iglesia». Tres siglos más tarde, Inglaterra y Francia produjeron dos historiadores de la Iglesia de la más alta calidad: Beda y Gregorio de Tours. Historiadores de este tipo abundaron en la Edad Media y, con una actitud más polémica, en la época de la Reforma y la Contrarreforma. El siglo XIX fue testigo de numerosos avances en el terreno de la investigación histórica que afectaron de manera significativa al modo de escribir la historia de la Iglesia. Recogiendo los frutos de esos avances, el siglo XX asistió a la publicación de historias de la Iglesia de todo tipo, tanto enciclopédicas –de muchos volúmenes– como de tamaño más manejable. Mi libro encaja de lleno en esta última clase de historias más breves de la Iglesia.
2
breve historia de la iglesia católica
El libro se divide, de forma natural y práctica, en cinco capítulos. El capítulo 1 abarca la historia de la Iglesia de los primeros cuatro siglos, cuando los confines del cristianismo coincidían fundamentalmente con las fronteras del Imperio romano. Durante los tres primeros siglos, la persecución no estuvo nunca lejos de la Iglesia y, sin duda, dejó honda huella en su historia. En el siglo IV se produjo la conversión del emperador Constantino al cristianismo; por de pronto, este hecho permitió a la Iglesia disfrutar de libertad, y con el tiempo le granjeó una situación privilegiada, hasta el punto de que el cristianismo fue declarado religión oficial del Imperio. Los capítulos 2 y 3 están dedicados al amplio periodo de la Edad Media, que aproximadamente representa la mitad de la historia de la Iglesia. Empieza con la caída del Imperio romano de Occidente, al que pusieron fin las invasiones de los llamados pueblos bárbaros. Los invasores se fueron convirtiendo gradualmente al cristianismo e insuflaron nueva vida y energía en la Iglesia en la mayor parte de los países de lengua latina de Occidente que habían constituido la mitad del antiguo Imperio romano. El impulso de la evangelización y la consiguiente conversión alcanzaron también en esta época a la Europa Central y del Norte. Mientras tanto, la parte oriental del Imperio, de lengua griega, que había conseguido mantener a raya a los invasores bárbaros, empezó a verse amenazada por el ascenso y rápida expansión del islam desde la primera mitad del siglo VII. Gradualmente, la mayor parte del Imperio bizantino fue cayendo en poder de los ejércitos musulmanes, que finalmente, en 1453, se apoderaron de su capital, Constantinopla. En estas últimas regiones los cristianos vivieron cada vez más como una minoría tolerada. Para determinar el contenido de los capítulos 2 y 3 he escogido la fecha clave de 1054. Ese año se produjo el cisma entre la cristiandad oriental, con capital en Constantinopla, y la cristiandad occidental, con capital en Roma: el cisma entre las Iglesias católica y ortodoxa, que por desgracia sigue vigente. El capítulo 3 describe la historia de la Iglesia católica en esta segunda mitad de la Edad Media. Es el capítulo más extenso del libro. Aunque en muchas historias de la Iglesia la Edad Media se trata deprisa y en términos despectivos, en mi opinión la Edad Media Central y la Tardía representaron en la historia del cristianismo una etapa extraordinariamente rica y creativa y, en este sentido, de crucial importancia para comprender los acontecimientos que se produjeron posteriormente en la Iglesia católica. Desde muchos puntos de vista, el capítulo 3 es el eje en torno al cual gira todo el libro. El capítulo 4 abarca los siglos XVI-XVIII. Para la Iglesia católica este largo periodo estuvo claramente influido por su respuesta a la Reforma protestante. El capítulo podría haberse titulado «La Contrarreforma», título que se ha hecho habitual en muchos estudios históricos dedicados a esta
introducción
3
época. Pero los historiadores son cada vez más conscientes de que muchos de los fenómenos que entonces se produjeron dentro de la Iglesia católica no se pueden explicar como respuesta obvia al protestantismo: p. ej., el impulso que tomaron las misiones católicas fuera de Europa. A lo largo de estos tres siglos, la Iglesia católica demostró de diversas maneras su propio dinamismo interno. De ahí que, por tanto, este libro esté justificado al describir la historia de la Iglesia poniendo de relieve sus valores propios, y no simplemente sus reacciones frente a otras Iglesias. Por estas y otras razones he preferido para este período un título que desde hace poco se abre paso entre los especialistas: «Catolicismo moderno temprano». Aunque más insulso, me ha parecido un título más apropiado. Cierra el libro el capítulo 5, que abarca los dos últimos siglos. En ellos el catolicismo logra consolidarse como religión de alcance verdaderamente mundial. La Iglesia católica ha pasado a ser, con mucho, la más numerosa de todas las Iglesias y comunidades cristianas: sus más de mil millones de fieles equivalen aproximadamente, según las estadísticas más recientes, al 17 por ciento de la población mundial. Estos dos siglos han representado una etapa de gran energía y creatividad dentro de la Iglesia católica, en niveles muy diferentes: religión popular, desarrollos intelectuales, organización y esfuerzo misioneros. Al mismo tiempo, la Iglesia ha tenido que hacer frente a muchos e importantes desafíos: secuelas de la Revolución francesa; presiones y persecuciones; retos intelectuales y de otros tipos surgidos dentro de la misma Iglesia católica, o planteados por otras Iglesias y comunidades cristianas y, en una escala desconocida desde la Iglesia primitiva, por otras religiones y sistemas de pensamiento. Ha sido una Iglesia de santos y de pecadores. La última parte del capítulo pasa revista a los hechos posteriores al Concilio Vaticano II.
1 De Pentecostés al siglo IV
1. La Edad Apostólica ¿Cuál debería ser el punto de partida histórico de este libro? Una fecha obvia es el año del nacimiento de Cristo, fundador del cristianismo y estrella que marca su norte desde entonces. Sin embargo, una breve historia de la Iglesia como esta no dispone de suficiente espacio para pasar revista a la vida y la época de Jesucristo. La historia es bien conocida como ha quedado registrada principalmente en los cuatro evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y sus detalles han sido investigados ampliamente por numerosos escritores. Sin duda, esta historia constituye el telón de fondo esencial, o mejor el primer plano, de todo lo que se haya podido decir después. Pentecostés ofrece un punto de partida más realista, especialmente teniendo en cuenta que este libro está pensado como una historia de la Iglesia más que del cristianismo. Los Hechos de los Apóstoles En Pentecostés, día quincuagésimo (pentēkost´ē en griego) después de la resurrección de Cristo (Pascua), como nos dicen los Hechos de los Apóstoles, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos reunidos en una casa de Jerusalén, convirtiéndolos, principalmente al infundirles los dones de sabiduría y fortaleza, en una Iglesia duradera. Tradicionalmente ese día ha sido recordado como día del nacimiento de la Iglesia cristiana, por el don del Espíritu Santo, que sostiene y guía a la Iglesia; distinto de la Navidad, día del nacimiento de Cristo. Parece conveniente, por tanto, empezar esta historia con el relato de Pentecostés que leemos en Hechos 2,1-4 y 41-42: «Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa
6
1. de pentecostés al siglo iv
donde se alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego, repartidas y posadas sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse».
El apóstol Pedro tomó entonces la palabra y habló a la multitud. Y, como resultado: «Los que aceptaron la palabra de Pedro se bautizaron y aquel día se incorporaron [al número de los creyentes] unas tres mil personas. Eran asiduos en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la solidaridad, en la fracción del pan y en las oraciones».
El tiempo transcurrido entre Pentecostés y la muerte del evangelista Juan, a quien generalmente se considera el último en morir de los apóstoles escogidos por Jesús, se ha denominado Edad Apostólica: es decir, el periodo, después de la muerte de Jesús, durante el cual permaneció vivo uno, por lo menos, de los apóstoles. Es un espacio de tiempo que sin duda merece que le dediquemos la primera parte de este capítulo. La mayor parte de la información directamente relevante que nos ha llegado de este período procede del Nuevo Testamento, en especial de los Hechos de los Apóstoles y de las cartas de Pablo; alguna información adicional procede de otras fuentes de distinta naturaleza, tanto de dentro como de fuera de la comunidad cristiana. El libro de los Hechos de los Apóstoles es esencialmente una obra histórica, sin esconder su carácter apologético. En realidad, tanto el término griego práxeis como el término latino acta, que traducimos por hechos, eran utilizados habitualmente en los títulos de libros históricos. Iniciar esta Breve historia de la Iglesia católica con los Hechos de los Apóstoles es doblemente apropiado. En primer lugar, y por razones evidentes, porque el libro de los Hechos constituyó el documento más importante sobre la historia de la Iglesia durante esta primera etapa. En segundo lugar, empezar con los Hechos puede ser especialmente estimulante para los lectores de este libro. Porque muestra que el interés actual por la historia de la Iglesia enlaza con el interés de los primeros cristianos. Para ellos, la historia era informativa e interesante, pero también les transmitía el mensaje cristiano. Podemos decirlo con palabras que utilizarían mucho más tarde los concilios de Trento y Vaticano II: la Tradición aclara el sentido de la Escritura. El relato de Pentecostés del libro de los Hechos nos recuerda que entre la multitud a la que Pedro dirigió su palabra había «partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y de los distritos de Libia junto a Cirene, romanos residentes,
1. la edad apostólica
7
judíos y prosélitos, cretenses y árabes» (2,9-11). Como resultado, «aquel día se bautizaron unas tres mil personas». Esta descripción nos permite visualizar la rápida expansión del cristianismo por muchos lugares del Imperio romano y más allá de él, a medida que estos bautizados volvían a sus países de origen. El lugar y el momento en que Cristo hizo su aparición en el Imperio romano fueron extraordinariamente favorables para la difusión del cristianismo, incluso desde un punto de vista humano. Los cristianos pueden alabar la sabiduría que entrañan las decisiones de la Divina Providencia. Las buenas comunicaciones por tierra y mar, así como la paz relativa que reinaba entonces en todo el Imperio, contribuyeron a que, a pesar de los casos de persecución, el mensaje cristiano fuera predicado y practicado, y de esta manera pudiera expandirse por todo el mundo mediterráneo, e incluso más allá, durante cuatro siglos (véase el mapa de la p. XV). Otro factor esencial que explica esta expansión fue la profundidad y la sofisticación de la religión judía de la época, que proporcionó al cristianismo su sólida fundamentación. Tras el relato de Pentecostés, los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles describen la expansión del cristianismo entre los judíos dentro de los países que Jesús había conocido y la inmediata persecución de los cristianos por parte de las autoridades judías. La historia culmina con la predicación y el martirio de Esteban, el primer mártir cristiano, en Jerusalén hacia el año 35, y la dramática conversión de Pablo de Tarso en el camino de Damasco. A continuación, el relato de Hechos cambia de escenario y se sitúa decididamente en un mundo más amplio, en lugares y pueblos distintos de Judea y los judíos. Esta expansión comportó las difíciles y cruciales decisiones de admitir en la comunidad cristiana a personas no judías, a las que se dispensaba de obligaciones tan importantes para los judíos como la circuncisión y las normas relativas a la comida. Tales decisiones podían verse como transgresiones de las enseñanzas y la práctica explícitas de Jesús. Aunque en la toma de estas decisiones se atribuye un papel clave a las figuras de Pedro y de Pablo, también se recuerda la importante contribución de Santiago, «el hermano del Señor», y de Bernabé, compañero de Pablo. Tras ser discutidas, estas decisiones fueron aprobadas en el concilio «de los apóstoles y los ancianos» celebrado en Jerusalén hacia el año 49 (v. capítulo 15 de Hechos). Tras el Concilio de Jerusalén, Pablo pasa a ser la figura predominante en el relato de los Hechos de los Apóstoles. Se separa de Bernabé tras una discrepancia sobre la elección de los colegas que debían acompañarlos, y
8
1. de pentecostés al siglo iv
Timoteo se convierte en su colaborador más estrecho. Sus admirables viajes de misión, ya iniciados antes del Concilio de Jerusalén con visitas a Chipre y a diversos lugares de la moderna Turquía, lo llevan ahora a ciudades de Siria y Grecia y de nuevo a Turquía. Después Pablo recala de nuevo en Jerusalén, donde es arrestado por las autoridades romanas a consecuencia de los conflictos religiosos que provoca su presencia en la ciudad. Una vez detenido, haciendo uso de sus derechos como ciudadano romano, apela al emperador y es trasladado preso a Roma. El libro concluye con la historia de su azaroso viaje por mar a Roma, sin llegar a describir la muerte del apóstol. Además del libro de los Hechos, han llegado hasta nosotros diversas cartas, atribuidas tradicionalmente a Pablo y dirigidas a individuos y a comunidades como tales: los cristianos de Corinto y Tesalónica son los destinatarios de dos cartas en cada caso; otras comunidades, como las de Roma, Galacia, Éfeso, Filipos y Colosas, figuran como destinatarias de una sola carta; dos se las dedica a su compañero Timoteo y una a su discípulo Tito. Estas cartas, muchas de las cuales son extensas, ofrecen un contenido realmente sustancial, por ofrecernos valiosa información tanto sobre la teología cristiana, tal como la predicaba Pablo, como sobre las comunidades e individuos a los cuales iban dirigidas. En conjunto, el libro de los Hechos y las cartas de Pablo ponen a nuestra disposición un relato excepcionalmente completo y vivo del desarrollo de la Iglesia durante las tres décadas –o algo así– que siguieron a la muerte de Jesús. Dos citas, ambas del libro de los Hechos de los Apóstoles, bastan para ilustrar la vitalidad descrita por esta literatura temprana. La primera cita, tomada del capítulo 4, describe cómo vivía la primera comunidad cristiana inmediatamente después de Pentecostés: «La multitud de los creyentes tenía una sola alma y un solo corazón. No llamaban propia a ninguna de sus posesiones, antes lo tenían todo en común. Y con gran energía daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y eran muy estimados. Entre ellos no había indigentes, pues los que poseían campos o casas los vendían, llevaban el precio de la venta y lo depositaban a los pies de los apóstoles. A cada uno se le repartía según su necesidad».
El cuadro que dibuja este texto puede pecar de idealismo, especialmente por lo que respecta a la propiedad común, pero, en cualquier caso, refleja la energía y la dedicación de los primeros cristianos. También la segunda cita retrata la energía y entrega de los creyentes, y al mismo tiempo la novedad que entraña el mensaje cristiano, esta vez en el contexto de la predicación de Pablo. Esta cita, tomada del capítulo 17 de Hechos, corresponde a la etapa final del ministerio de Pablo, y describe su discur-