La oración en la vida del presbítero

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Juan María Uriarte

La oración en la vida del presbítero

Sal Terrae


Índice

Proemio . .............................................

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1. El porqué del tema . ................ 2. Los pasos de su tratamiento . ..

10 14

Primera parte Orar como cristianos 1. Introducción ................................. 2. Estimar la oración ........................

19 41

Segunda parte Orar como presbíteros 1. 2. 3. 4.

Una oración estrechamente vinculada a la palabra de Dios . ....... Orar con la liturgia de las horas ... Orar en las celebraciones de la comunidad .................................. La oración apostólica ................... índice

69 79 85 91 7


Tercera parte Indicaciones finales 1. 2. 3. 4. 5.

La lectura creyente y orante de nuestra vida presbiteral ........... Orar en el Espíritu Santo .............. Emplearse «a fondo perdido» . ..... El «control de calidad» de nuestra oración .................................... La coherencia entre oración y vida .

101 105 109 113 115

Índice general ..................................... 117

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la oración en la vida del presbítero


Proemio

Dedicamos este libro a considerar, con la

mente y el corazón, cómo ha de ser la vida orante del presbítero, y en concreto la del presbítero diocesano. Esperamos que estas reflexiones sean también de interés para los que están formándose con el fin de ejercer un día el presbiterado, pues la vida orante de un seminarista ha de ir impregnándose, en el decurso de los años de formación, de los caracteres de la oración presbiteral. Ser seminarista es, entre otras cosas, ir aprendiendo a orar como un presbítero.

proemio

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Juan María Uriarte

La oración en la vida del presbítero

Sal Terrae


© Editorial Sal Terrae, 2017 Grupo de Comunicación Loyola Polígono de Raos, Parcela 14-I 39600 Maliaño (Cantabria) – España Tfno.: +34 942 369 198 / Fax: +34 942 369 201 info@gcloyola.com www.gcloyola.com Imprimatur: ✠ Manuel Sánchez Monge Obispo de Santander 06-06-2017 Diseño de cubierta: Magui Casanova Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com / 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Impreso en España. Printed in Spain ISBN: 978-84-293-2670-3 Depósito Legal: SA-361-2017 Fotocomposición: Rico Adrados, S.L. (Burgos) www.ricoadrados.com Impresión y encuadernación: Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya) www.grafo.es


Índice

Proemio . .............................................

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1. El porqué del tema . ................ 2. Los pasos de su tratamiento . ..

10 14

Primera parte Orar como cristianos 1. Introducción ................................. 2. Estimar la oración ........................

19 41

Segunda parte Orar como presbíteros 1. 2. 3. 4.

Una oración estrechamente vinculada a la palabra de Dios . ....... Orar con la liturgia de las horas ... Orar en las celebraciones de la comunidad .................................. La oración apostólica ................... índice

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Tercera parte Indicaciones finales 1. 2. 3. 4. 5.

La lectura creyente y orante de nuestra vida presbiteral ........... Orar en el Espíritu Santo .............. Emplearse «a fondo perdido» . ..... El «control de calidad» de nuestra oración .................................... La coherencia entre oración y vida .

101 105 109 113 115

Índice general ..................................... 117

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la oración en la vida del presbítero


Proemio

Dedicamos este libro a considerar, con la

mente y el corazón, cómo ha de ser la vida orante del presbítero, y en concreto la del presbítero diocesano. Esperamos que estas reflexiones sean también de interés para los que están formándose con el fin de ejercer un día el presbiterado, pues la vida orante de un seminarista ha de ir impregnándose, en el decurso de los años de formación, de los caracteres de la oración presbiteral. Ser seminarista es, entre otras cosas, ir aprendiendo a orar como un presbítero.

proemio

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1. El porqué del tema Pero ¿hay una oración presbiteral específica? ¿No es la oración del cura una oración simplemente cristiana, la oración que debería hacer todo cristiano? Nuestra condición de bautizados ¿no es el parentesco básico y profundo que tenemos todos los cristianos, seamos monjes, madres de familia, sindicalistas, responsables de pastoral, profesores de religión, obispos, presbíteros? Esta pregunta tiene su razón de ser. Nuestra condición bautismal marca todo nuestro ser, y también nuestra oración. No es lo mismo la oración de un mahometano o la de un hindú que la de un cristiano. Naturalmente, la oración de un presbítero ha de ser cristiana. Ha de ser expresión de las grandes actitudes cristianas: la adoración a Dios, la acción de gracias, la confianza en él, la entrega de toda nuestra vida, la demanda de perdón, la petición por los demás y por uno 10

la oración en la vida del presbítero


1. El porqué del tema Pero ¿hay una oración presbiteral específica? ¿No es la oración del cura una oración simplemente cristiana, la oración que debería hacer todo cristiano? Nuestra condición de bautizados ¿no es el parentesco básico y profundo que tenemos todos los cristianos, seamos monjes, madres de familia, sindicalistas, responsables de pastoral, profesores de religión, obispos, presbíteros? Esta pregunta tiene su razón de ser. Nuestra condición bautismal marca todo nuestro ser, y también nuestra oración. No es lo mismo la oración de un mahometano o la de un hindú que la de un cristiano. Naturalmente, la oración de un presbítero ha de ser cristiana. Ha de ser expresión de las grandes actitudes cristianas: la adoración a Dios, la acción de gracias, la confianza en él, la entrega de toda nuestra vida, la demanda de perdón, la petición por los demás y por uno 10

la oración en la vida del presbítero


mismo. La oración de todo cristiano ha de comportar el diálogo filial con Dios Padre; la conversación amistosa con Jesús, el Hijo; la contemplación admirativa, implorativa y colaboradora de la acción del Espíritu Santo en nosotros, en la Iglesia y en el mundo; la comunicación filial con María. La oración del presbítero y la de todos los diferentes grupos cristianos y eclesiales tienen un gran tronco común. Por eso, la pregunta formulada más arriba (si hay una oración presbiteral específica) es pertinente. Pero los cristianos y miembros de nuestra Iglesia no somos, ni teológica ni espiritualmente, «unisex». Dentro de la gran vocación cristiana existen vocaciones específicas, que tienen su densidad: el monje o la monja contemplativa; el religioso o religiosa de vida activa; el laico, bien asociado en diversos movimientos eclesiales, bien implicado en tareas eclesiales (por ejemplo, el catequista) o comprometido en la transformación evan

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gélica del mundo familiar, económico, social, político... tienen cada uno un perfil teológico específico. Son vocaciones particulares la religiosa, presbiteral y laical. De este perfil específico deriva una espiritualidad que, alimentándose de todos los caracteres principales de la espiritualidad cristiana, los vive impregnados de los caracteres propios nacidos de su vocación particular. Ahora bien, estos caracteres específicos no son «el chocolate del loro», es decir, aspectos accidentales de poca densidad (une quantité négligeable). No. La vocación del presbítero diocesano reclama una espiritualidad coherente con esta vocación. Un cura no es un monje. Su espiritualidad no debe ser monacal, sino presbiteral y diocesana. La expresión, asumida en su tiempo, intus monachus, foris episcopus («por dentro, un monje; por fuera, un obispo») es una media verdad que puede desorientarnos. Un cura no es laico; su espiritualidad no ha de ser lai12

la oración en la vida del presbítero


cal (aunque sí debe ser secular). Un cura no es un religioso; su espiritualidad no puede estar calcada sobre la de un religioso. Entre la teología del ministerio sacerdotal y la espiritualidad del presbítero debe existir una sintonía. No podemos vivir de una espiritualidad prestada por otra vocación específica, por muy cristiana que sea. No podemos vivir escindidos entre la espiritualidad que respiramos y la misión que realizamos. Existe hoy una teología del sacerdote (y del sacerdote diocesano) muy bien formulada y elaborada a partir, sobre todo, del Concilio Vaticano II. Recoge lo mejor de la tradición anterior y la completa. El decreto conciliar Presbyterorum ordinis y la exhortación postsinodal Pastores dabo vobis han diseñado esta teología. Teólogos eminentes la han formulado y han enriquecido su comprensión. De esta teología nace una espiritualidad propia, específica. No es el «pariente pobre» de ninguna otra espiritualidad: ni

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monacal, ni religiosa, ni laical. Es capaz de motivar en los presbíteros diocesanos una verdadera radicalidad evangélica. Es fuente de gozo para los curas que la asimilan y secundan. Es la que produce una mayor unidad interior en la vida de un presbítero, porque entre su concepción teológica del ministerio, su espiritualidad y su misión pastoral tiene que haber una gran coherencia. Son como las tres caras de un mismo poliedro. Pues bien: uno de los componentes principales de esta espiritualidad específica es la oración peculiar de todo presbítero, y en especial del presbítero diocesano. A ella vamos a asomarnos en estas páginas. 2. Los pasos de su tratamiento En la primera parte («Orar como cristianos») vamos a hacer justicia al primer criterio que hemos formulado: todas las espiritualidades 14

la oración en la vida del presbítero


cristianas tienen un gran tronco común. Reflexionaremos, pues, sobre la oración cristiana. No vamos a profundizar en la teología cristiana de la oración: su naturaleza, sus expresiones principales, sus etapas en una dinámica creciente, sus posibles deformaciones. Este es un trabajo que desbordaría los límites de nuestro escrito; por ello, vamos a ser más pragmáticos en el tratamiento de la oración cristiana. En la segunda parte («Orar como presbíteros») vamos a recoger la manera específica de orar propia de un presbítero actual y futuro. Describiremos los caracteres principales y los modos de orar que nos son propios a los seminaristas, curas y obispos diocesanos. Una tercera parte, más breve, ofrecerá algunas indicaciones conclusivas.

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primera parte

Orar como cristianos

AB


1 Introducción

I.

Una cierta «mala conciencia» afligida

La experiencia de haber escuchado y acompañado a muchos sacerdotes y seminaristas a lo largo de mi vida ha dejado grabada en mí esta constatación: el tiempo dedicado a la oración particular y a la oración litúrgica y el modo concreto de realizarlas son, en general, deficientes. Es verdad que hay un grupo minoritario, pero no insignificante, de sacerdotes que dedica tiempo y hondura tanto a la oración litúrgica como a la oración indi

1. introducción 19


vidual. La eucaristía diaria es muy importante para ellos. Recitan pausadamente (sapiencialmente) la liturgia de las horas, incluido el oficio de lecturas. Buscan al menos un espacio de tiempo amplio para la oración particular. Extraen de su vida pastoral estímulos para orar. Se procuran días de retiro. Esperan con gozo los ejercicios espirituales anuales. Junto a este grupo minoritario existe un grupo mayor que recita los laudes por la mañana, celebra con cierta devoción y gusto la eucaristía diaria o frecuente, dedica unos minutos a leer las lecturas bíblicas de la misa para nutrirse y poder decir algo a los feligreses de diario. En momentos de dificultad o emergencia, intensifican su oración. En algunas ocasiones de su vida pastoral se sienten edificados por lo que han presenciado o escuchado y les sale connaturalmente orar por lo que han vivido. En conjunto, tienen conciencia dolorida de que 20

primera parte. orar como cristianos


oran poco y mal (a media profundidad). Las preocupaciones que llevan dentro les conducen a veces a orar un poco mejor, pero más a menudo les distraen. Tienen en bastantes ocasiones la impresión de que su vida orante es como una tierra que el topo de sus distracciones agujerea y casi pulveriza. No son indiferentes a esta situación. Les duele. Suele ser materia de acusación cuando se confiesan. Pero se trata de una especie de malestar crónico, un tanto pasivo. No ponen perseverantemente los medios para mejorar su vida orante. Hay que reconocer que existe un tercer grupo bastante apreciable, aunque menor que el anterior, que ha abandonado la liturgia de las horas, celebra bastante maquinalmente la eucaristía y ni siquiera prepara con el debido cuidado la homilía dominical. Algo de esta situación puede registrarse también entre los seminaristas. Todos asisten a los mínimos comunitarios esta

1. introducción 21


blecidos, por una mezcla de convicción y de obligación. Suele existir entre ellos un grupo que toma en serio su misión de orar. Otros descuidan la oración particular, realizándola mortecinamente. Parecería que no han aprendido a orar. El tiempo de oración se les hace largo. Es el espacio temporal en que más veces miran al reloj. La imaginación les lleva muy lejos y muy fuera. No se emplean «a fondo perdido». Se diría que su oración, más que un fruto lozano de su fe, es un subproducto de su vida cristiana. No hay un sujeto que se planta ante Dios. Las semanas de vacación y los mismos fines de semana son un buen test para calibrar la cantidad y la calidad de su vida orante. Se deteriora la calidad y se reduce la cantidad. El otro grupo, el que toma realmente en serio su vida orante y quiere de veras progresar en los caminos de la oración y de la vida evangélica, no se contenta con los mínimos 22

primera parte. orar como cristianos


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