Tertulia 2

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II CERTAMEN DE RELATO CORTO

I.E.S. EL CHAPARIL NERJA


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ÍNDICE ¿Mamá?, Juan Sánchez Rico Mis pensamientos, Aida Romero López Vecinas, Paulina Liwia Klimaszewska Las conchas de Maldonado, Antonio Javier Acosta Gallardo El amor en papel, Hugo Lafaurie El valle de los unicornios, Marta Iranzo López La ilusión de un padre y una hija, Nerea Fuillerat Tedin La semilla de la vida, Ana Cabra Magaña

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Í ND I CE D E I L U STRACI O NES Ilustración 1, Aitor Cid Alias (1er premio) Ilustración 2, Paulina Liwia Klimaszewska (finalista) Ilustración 3, Aitor Cid Alias (1er premio) Ilustración 4, Paulina Liwia Klimaszewska (finalista)

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¿Mamá?

Era un día normal, Juan llegó de clase a casa: - Hola, hijo, ¿qué tal el día?, ¿cómo te ha ido todo? - Puff, mamá, he vuelto a suspender, y encima me han puesto un parte por una tontería que le he dicho a una chica con problemas... - Es que no te esfuerzas hijo, te tengo dicho que tienes que estudiar más, por lo menos hasta la ESO. Y encima, te ponen un parte por mal comportamiento. - Ojalá me hubieran expulsado. - Bueno, ponte a hacer los deberes, anda. Yo me voy a hablar con el psicólogo, después nos vemos. - Que sí, pesada. Adiós. María, la madre de Juan, llegó a la consulta del psicólogo: - Hola, María, ¿qué tal con el chico? - Bueno, doctor, Juan no para de suspender las asignaturas, no quiere estudiar y no quiere hacer nada, de pequeño era un chico adorable, era súper bueno, tenía un corazón que no le cabía en el pecho. Y, ahora, no sé lo que le ha pasado, se ha vuelto muy rebelde, se porta mal, me trata mal... Desde que lo dejamos su padre y yo está así. - No te preocupes, mujer, solo tiene catorce años, la adolescencia es la etapa más dura en la educación de un hijo. Estuvieron hablando bastante. Al final, María salió de la consulta llorando, ya que lo estaba pasando muy mal y se tenía que desahogar. El psicólogo la ayudó bastante y le dio muchos ánimos para seguir adelante. La madre de Juan llegó a casa, abrió la puerta de la habitación de su hijo y se lo encontró jugando a la consola: - Juan, ¿qué haces jugando a la consola? ¿no ibas a hacer los deberes? - Déjame ya, mamá, eres más pesada... - Hijo, solo me preocupo por tu educación... 5


- Que sí, venga, cierra la puerta y vete. Al siguiente día, por la mañana, mientras María descansaba, sonó el móvil, llamaban desde el colegio, era la tutora, Juan se había desplomado en mitad de clase, todos los alumnos se habían quedado paralizados y la maestra rápidamente llamó a la ambulancia. Inmediatamente, María se levantó, se vistió lo más rápido posible y se puso de camino al hospital. A María, al llegar, le comunicaron que Juan había sufrido un infarto repentino, nadie sabía por qué le había ocurrido. En unas horas, Juan había despertado, gracias a la rapidez de los médicos y de la ambulancia consiguieron salvar su vida. Juan reposó allí toda la noche, los médicos no pararon de hacerle pruebas para ver lo que le ocurría. Encontraron que el chico tenía un gran problema de corazón. El problema lo tenía de nacimiento, pero se empezaría a desarrollar en la adolescencia. Juan, a partir del primer ataque al corazón, tendría como mínimo un ataque cada seis meses, es como si su corazón en un período de tiempo se sobrecargase y dejara de funcionar. En cualquiera de estos ataques, Juan podría morir repentinamente, la única solución era hacerle un trasplante de corazón. Juan, desde ese día, estuvo totalmente controlado por los médicos, diariamente. Podía ir al colegio y hacer sus cosas, pero siempre tenía que estar controlado para prevenir los ataques. Pasó el tiempo, y los médicos no encontraban un corazón para el chico. Juan tenía el grupo sanguíneo cero negativo, el menos común. Este grupo solo podía recibir sangre de su mismo grupo sanguíneo. A punto de pasar los primeros seis meses, encontraron un corazón para el chico. Juan iba a ser operado en un par de semanas. Llegó el día de la operación, estaba todo listo, pero la madre de Juan no se encontraba en la sala de espera, era todo muy raro, así que Juan preguntó a los médicos. Ellos le respondieron que la dejaron descansar ya que había dormido 6


mal y no querían ponerla nerviosa durante la operación. operac Juan entró en quirófano... Al despertar, estaba dolorido por la operación pero lo primero que dijo fue: - ¿Mamá? Llegó un médico con una cara muy decaída y le dijo al chico: - Juan... Esto es para ti. El médico se retiró sin decir nada, solo le dio dio una carta a Juan. Él, asombrado, abre la carta, que decía así:

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Hola, hijo, Te resultará raro leer esta carta y no verme al lado tuyo viendo cómo has sido capaz de superar tu gran problema. No fuimos capaces de encontrar una solución a este, ya sabes que tu grupo sanguíneo es el más delicado y era muy difícil encontrar un corazón que te correspondiera. Aunque no nos llevemos lo bien que me gustaría, aunque pienses que soy una pesada cuando te digo que estudies..., eres mi hijo y te quiero con locura, no soportaría verte morir en mis brazos. Espero que repongas tu vida, y salgas adelante como un campeón que eres. Te entrego mi corazón, y recuerda que siempre 7


estaré ahí dentro para ayudarte. Adiós, hijo. Autor: Juan Sánchez Rico. 3º ESO A IES EL CHAPARIL (NERJA) II Certamen de Relato Corto. Relato ganador.

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Mis pensamientos

Estaba sentada en mi escritorio pensando sobre lo que podía escribir. Pensativa, observando el mar a través de las rejas, la luz se reflejaba en el papel blanco, vacío de letras. En el silencio solo se escuchaba el movimiento del bolígrafo negro sobre mis dedos. Veía la carretera, coches de diferentes marcas y colores a toda velocidad subiendo la cuesta alta. Desde mi ventana se divisaban el cielo oscuro, la luna llena y pequeñas estrellas brillantes, edificios altos a lo lejos y señales de tráfico señalando dónde ir. La calle oscura estaba alumbrada por la alta farola. Abrí la ventana y vi una extraña sombra negra. Salí al balcón para mirar qué podría ser esa extraña luz, pero no encontré nada. Entré otra vez en mi dormitorio para seguir escribiendo… De repente, un sonido agudo entró por mis oídos, algo me llamó la atención. Era la sirena de los bomberos, ese camión alargado, alto y rojo que ocupaba toda la calle con esa escalera gris. Había dos o tres hombres con sus uniformes. Vestían monos rojos y reflectantes; llevaban una mascarilla para no inhalar aquel olor insoportable provocado por el fuego. Un edificio blanco se había transformado en negro. El fuego era ardiente y llamas de dos metros quemaban las habitaciones de pisos pequeños. En el centro de la ciudad todo permanecía oscuro salvo aquel desastre. El humo gris provocaba una enorme nube contaminante.

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Todos los vecinos se sentían asustados sin saber qué decir. Había sido un caos, inolvidable. Ancianos, bebés, embarazadas desalojadas de sus casas durante esa noche, días o quizá meses… Los bomberos neutralizaron el fuego, ya nadie corría peligro. Llegó la policía con cintas amarillas, poniéndolas alrededor del edificio donde se podía leer ``NO PASAR´´. La policía científica investigó minuciosamente todas las pistas posibles para llegar a la clave de lo que podría haber provocado aquel enorme fuego. Todo había sucedido en el piso 3ºA, donde vivía un anciano de 80 años. Tras la investigación surgieron cuatro hipótesis posibles sobre la causa del fuego: -La estufa. - La campana de la cocina. -La explosión de la bombona. -O yo misma. Sí, como escuchaban. Cuando finalizó la tragedia descubrí que en mi diario, esos folios que supuestamente estaban en blanco, se abrían de páginas relatando lo sucedido. No recordaba cómo había escrito aquello. Tenía fecha del día anterior. ¿Acaso tendría el poder de la premonición? Por eso me da miedo cada vez que me encuentro en silencio con mis pensamientos. Autora: Aida Romero López 1ºESO C IES El Chaparil (Nerja) II Certamen de Relato Corto. Relato finalista. 10


Vecinas En esta casa vive Soberbia, y al otro lado de la carretera, Estupidez. Se caen bien, aunque tienen personalidades distintas. Estupidez es feliz y habladora, y Soberbia misteriosa y callada. Un día viene Estupidez a la casa de Soberbia, y le dice: – ¡Hola vecina! ¡Qué suerte tengo! Tantos años el techo del cobertizo dejaba pasar el agua, y el ganado enfermaba, y ayer el techo se derrumbó, y el ganado cayó, y yo me deshice de dos problemas a la vez. – Pasa – Dijo Soberbia. – Quiero celebrarlo. –Dijo Estupidez-. Invitaré a la gente. Vine a pedirte un consejo, ¿a quién puedo invitar? – No hay que elegir – respondió Soberbia –. Invítalos a todos, porque si no creerán que eres pobre. – ¿No serán demasiados? – Dudó Estupidez. – Tendré que vender todo lo que tengo en mi casa, para alimentar a todos los invitados... – Y eso harás. – Insistió Estupidez. – ¡Qué lo sepan! Estupidez vendió todas sus cosas e invitó a la gente. Se divirtieron, comieron, bebieron, y cuando se fueron, Estupidez se quedó en su casa vacía sin un sitio donde sentarse. Además apareció Soberbia diciendo: – Te he dado consejos, ¡pero ahora todos están hablando de tu fiesta y se han olvidado de mí! ¿Qué debo hacer? ¡Nadie me ve! – Quema tu casa si quieres – Le aconsejó Estupidez. – Todos 11


vienen cuando hay un incendio. Soberbia la escuchó y la gente vino. Todos miraron a Soberbia, señalándola con los dedos. Ella contenta y orgullosa, los miraba con superioridad, pero la casa se quemó. La gente se fue y Soberbia se quedó sola entre los restos del incendio. – Déjame vivir contigo, vecina - Le pidió Soberbia a Estupidez – No tengo sitio para vivir. – Entra – La invitó Estupidez – Vive conmigo. Qué pena que no puedo ofrecerte nada de comida, tras la fiesta en la casa no ha quedado nada. – Bien – Dice Soberbia – Si está vacío, vacío está, ¡pero que la gente no lo sepa! Desde ese momento viven juntas. No se separan ni un minuto. Donde está Soberbia, está la Estupidez y donde está Estupidez, también está Soberbia.

Autora: Paulina Liwia Klimaszewska 1ºESO A IES El Chaparil (Nerja) II Certamen de Relato Corto. Relato seleccionado.

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L a s c o n c ha s d e M a l d o n a d o

Jacobo era un chico de 15 años, bastante bajo para su edad. Era muy cerrado y tímido. No consiguió hacer ningún amigo desde que su familia llegó a Salamanca. Le gustaba mucho leer y casi siempre estaba estudiando. En cambio, su hermano Raúl tenía 19 años y era alto. Él sí consiguió hacer muchos amigos de la escuela de mecánica. Pero apenas estudiaba porque le gustaba mucho la mecánica y se le daba muy bien. Aunque lo que de verdad le gustaba era patinar con sus amigos. Los dos hermanos son hijos de Violeta y Gabriel. Eran una familia humilde que vivía en una barriada de Málaga, pero desde aquel accidente de avión que se cobró la vida de Gabriel, la familia no es la misma que antes, por lo que se tuvieron que ir a otra ciudad, porque el dinero no les llegaba para pagar la hipoteca de la casa y la empresa de hostelería para la que trabajaba Violeta la había destinado a Salamanca. - ¡Jacobo! -dice Violeta mientras entra en el cuarto- vete a la calle un rato a jugar con esos niños de tu clase que siempre están jugando al baloncesto en el parque. - No me caen bien -dice Jacobo. - Llevamos un año en Salamanca y no has hecho ni un solo amigo -dice la madre- tienes que hacer nuevos amigos. - Ya tenía mis amigos en Málaga -responde su hijo de forma brusca. - Pues vete a dar una vuelta con tu hermano -dice Violeta. - ¡No! -dice Jacobo- eso sí que no, además, él estará patinando con sus amigos y yo no sé patinar. - Pues vete al parque a que te dé el aire -dice la madre. - No pienso ir -contesta Jacobo. - ¡Te digo que vayas! -le grita la madre. - Pero… -empieza Jacobo. - ¡Que vayas! -vuelve a gritar Violeta. 13


- Vale, tú ganas -dice Jacobo cabreado mientras sale de su cuarto. Esto no puede seguir así -piensa Violeta mientras empieza a preparar la cena- Jacobo tiene que hacer más amigos, pero, ¿cómo podría hacerlo? Les podría obligar a Jacobo y a Raúl a que vayan juntos todas las tardes, eso funcionará. Dos horas después, en la cena estaban los tres muy callados y entonces Violeta le pregunta a Raúl: - ¿Cómo te ha ido con tus amigos hoy? - Bien -contesta Raúl. - Por cierto, ¿aprobaste el examen que tuviste la semana pasada de ingeniería? -pregunta ella. - Sí, con un siete y medio -contesta el mayor de los hermanos. - Y tú Jacobo, ¿cómo te ha ido la tarde? -pregunta Violeta. - Bien, me he leído un libro -dice el menor de los hermanos. - Os voy a proponer una cosa a los dos -dice la madre. - ¿Qué? -preguntan los dos hermanos al unísono. - Todas las tardes tenéis que ir juntos a patinar, o a leer, o a jugar al fútbol, a lo que queráis pero juntos -propone la madre. - No, ni pensarlo -dicen los dos hermanos. - Lo vais a hacer, os guste o no os guste -ordena la madre. - No, pienso ir con mi hermano a ningún sitio, y menos aún a patinar, que yo no sé -dice Jacobo indignado por lo que acaba de oír. - ¡He dicho que lo vais a hacer, os guste o no os guste! –insiste de nuevo la madre. - Pero… -empieza Raúl. - ¡Sin rechistar! -grita la madre- mañana empezaremos con esto y ahora acabaos la cena que se os va a enfriar. En la semana siguiente, pusieron en práctica lo que la madre les había obligado a hacer. No les fue tan mal como ellos mismos esperaban, Jacobo se hizo amigo de Javier, un chico bajo pero corpulento, con el pelo castaño; de Mario, un chico muy alto y bastante gordo, con el pelo negro como el carbón y de Sofía, una chica alta y delgada, con el pelo muy rubio; unos amigos de Raúl y entre todos enseñaron a patinar a Jacobo. 14


Un día, mientras descansaban a las puertas de la Casa de las Conchas, de haber estado toda la tarde patinando: - ¡Eh chicos! ¿os habéis fijado que algunas conchas tienen una letra grabada? -dice Mario. - Es verdad, nunca me había fijado -dice Sofía. - Mirad, aquí hay una N y allí una O -dice Javier. - ¿Creéis que puede significar algo? -pregunta Raúl. - No estoy seguro, pero si significara algo, nosotros lo vamos a descubrir -contesta Mario. - ¿Cuántas letras habéis encontrado? -pregunta Jacobo. - Nueve letras -contesta Sofía. - Cambiando de tema, son ya las ocho, va siendo hora de que volvamos a casa -le dice Raúl a su hermano. - Cierto, volvamos a casa -contesta Jacobo. Nada más llegar a la casa y terminar de cenar, Jacobo y Raúl empezaron a investigar lo que habían descubierto, ordenaron las letras para sacar un nombre o alguna palabra relacionada con el tema: - Raúl, ¿cuáles eran las letras? -pregunta Jacobo. - Había una M, dos D, una N, dos O, una L y una A -responde Raúl. - ¡Bingo! -exclama Jacobo- hay un nombre que tiene todas esas letras y que tiene mucho que ver con la Casa de las Conchas. - Y ¿cuál es? -pregunta Raúl. - Maldonado -dice Jacobo. - ¿Quién? - pregunta Raúl con cara de no entender ni papa. - Ese era el apellido de una familia muy importante -empieza Jacobo. - Continúa -dice su hermano. - Rodrigo Maldonado era un caballero de la Orden de Santiago, éste mandó construir la Casa de las Conchas en el siglo XVI cuenta Jacobo. - Sigue -insiste Raúl. - Si no recuerdo mal, Rodrigo Maldonado murió a finales del siglo XVI, pero su cuerpo se perdió y junto a él, desaparecieron muchos tesoros familiares -termina Jacobo. 15


- Eso quiere decir que estamos tras la pista del cadáver de Rodrigo Maldonado y de sus tesoros -dice Raúl. - Sí, y nosotros lo vamos a encontrar -dice Jacobo. - Ya se va haciendo tarde, mañana quedamos con los otros para intentar averiguar algo más en la biblioteca -dice Raúl. - Vale -contesta Jacobo. Al día siguiente, Jacobo y Raúl van con los amigos a la biblioteca de Salamanca que se encuentra en la Casa de las Conchas para buscar pistas o algo que les dé información sobre el paradero de Rodrigo. - ¡Eh chicos! mirad aquí, las dos estatuas de las esquinas señalan a esa otra del centro -dice Raúl. - Es verdad, la de la derecha le mira y le apunta con la espada dice Javier. - Y la de la izquierda le señala con el dedo -continúa Sofía. - Esta estatua tiene forma sospechosa, tiene forma de chimenea pero con muchas dagas clavadas por todos lados -dice Mario. - Si os dais cuenta la estatua está clavada en el suelo, como si formara parte de él -dice Raúl. - Y mirad algunas dagas, tienen unas letras escritas -dice Sofía. - Tengo una idea -dice Jacobo. - Y ¿cuál es? -pregunta Mario. - Tenéis que sacar las dagas que yo os diga en el orden que yo os diga -dice Jacobo- primero esa de ahí y después aquella. - Vale, creo que ya sé lo que quieres hacer -dice Raúl mientras saca la daga con cara de emoción. - Ahora saca la daga que tiene la L y después la que tiene la D dice Jacobo. - En el orden que estamos sacando las dagas, ¿estamos formando la palabra Maldonado o me lo parece a mí? pregunta Javier. - No te lo parece, la estamos formando -contesta Jacobo. Entonces, cuando sacaron todas las dagas, un chirrido de una puerta de metal se escuchó en otro lugar tras ellos. Buscaron la habitación de la que venía el sonido pero no la encontraron. - ¿Habéis encontrado algo sobre ese sonido? -pregunta Raúl. 16


- No -responde Jacobo. - Yo tampoco -dice Sofía - Espero que otro día nos vaya mejor -dice Jacobo. - Espero que sí -continúa Sofía. - Mañana nos vemos -dice Mario. Espero que mañana sí tengamos buena suerte -dice Jacobo para sí mismo mientras tira una moneda al pozo del patio de la biblioteca. Pero se dio cuenta de que en vez de sonar el agua al caer la moneda, sonó a metal puro y duro. - ¡Eh chico venid aquí rápido, lo he encontrado! -grita Jacobo. - Será una broma, ¿no? -dice Raúl. - Mira, dame una moneda -le dice Jacobo a Raúl. - Toma -le dice Raúl extrañado mientras le da la moneda. - Escucha el sonido que hace la moneda -dice Jacobo mientras tira la moneda al pozo. - ¡Suena a metal y no a agua! -exclama Raúl. - Eso significa que el ruido venía de ahí abajo -dice Sofía. - Exacto -dice Javier. - Pues tendremos que bajar -dice Mario. - Pues venga -dice Raúl. Dicho esto, Raúl y Jacobo bajaron por la pared del pozo con cuidado hasta llegar a una puerta de metal muy antigua que estaba abierta. Entraron y ahí encontraron un ataúd de madera con unas inscripciones en las que ponía Rodrigo Maldonado y junto a él había muchos cofres, pergaminos, libros antiguos… Y esta es la historia de cómo un grupo de amigos encontraron unos tesoros ocultos en la Casa de las Conchas de Salamanca. Autor: Antonio Javier Acosta Gallardo. 2ºESO C IES El Chaparil (Nerja) II Certamen de Relato Corto. Relato seleccionado.

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E l a m o r en p a p e l

La noche era fría cuando Óscar caminaba cerca de aquella casa que parecía abandonada desde hacía siglos. Como cada domingo por la mañana, se quedaba mirando fijamente la fachada de esta vivienda que sobrevivió a las décadas del siglo XIX. Óscar continuó su paseo, bajando por la calle de su mejor amiga Giulia, donde venía a cenar cada viernes. Óscar la conoció, hace dos años, en una de las ferias del libro que había mensualmente en la capital. Nunca supo qué hacía ella en esas ferias si odiaba leer. Pero un buen libro reúne a buenas personas y ese día se quedó mirando, Giulia, aquella portada rojiza y llamativa. Óscar la miró con entusiasmo al ver que la portada provocaba emoción en la chica. Se acercó a ella; era una chica morena, de talla mediana y delgada. Parecía sencilla, pero tenía algo en la mirada que le llamó la atención. Óscar, sumergido por este encanto, no pudo sacar la más mínima palabra. Giulia, al contemplar la reacción que provocó en el joven autor, ruborizada, le empezó a hablar. Pasaron días hablando de todo y de nada. Y ahí comenzó una historia un poco peculiar. Terminó su recorrido en un banco cerca del Parque del Capricho, uno de los lugares más bonitos de Madrid. Los primeros rayos del sol aparecieron, se escuchaban los primeros animales despertarse, como si esos rayos del sol encendieran tal como si fuese un botón, la vida en el parque. Óscar necesitaba cotidianamente este paseo para poder empezar a trabajar y

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ponerse a escribir su primer gran libro, no los pequeños cuentos sin sentido que solía escribir para poder comer algo. Volvió a casa, se preparó un café y se sentó delante de la página blanca del Word. Empezó a escribir sus primeros párrafos pero, como siempre, las borraba pensando que lo podía hacer mejor, aunque aún no tenía ni una página escrita. Óscar vivía en un pequeño piso de 40m2 con dos ventanas que daba al kebab de la calle. Era un apartamento sencillo del barrio de Lavapiés, el barrio de los inmigrantes de Madrid, donde el flamenco resonaba en cada esquina de las calles. Eran ya las 8 de la tarde cuando le sonó el móvil sacándole del coma literario que sufría toda la tarde. Era Giulia. Quería ir a tomar algo en el pequeño bar de tapas que había cerca de la casa abandonada. Un lugar familiar y caluroso que era apreciado por mucha gente de este barrio. Óscar estaba preparándose cuando le sonó otra vez el teléfono, pero esta vez no era su amiga, sino una tal Marina White que lo invitaba mañana a un bar de la zona de Huertos, barrio literario donde vivieron los autores españoles más importantes del siglo XVII, para hablar de un posible contrato para publicar su primer gran libro. Este mensaje le emocionó de tal forma, que durante varios minutos olvidó por completo a su amiga, demasiado concentrado en la posible carrera que le ofrecía esa Marina White. Era la oportunidad de su vida, el momento de entrar en los grandes autores populares del siglo XXI. ¿Era una coincidencia que hubiesen quedado en aquel barrio? No lo sabía, pero decidió dejar de pensarlo y darse prisa para que no se molestase Giulia por llegar tarde.

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El bar estaba lleno, se escuchaba reír a la gente. En el fondo del bar había un escenario donde, como cada noche, había un grupo diferente de cantantes y bailarines flamencos. Encontró a Giulia a unos metros del escenario, atenta a los pasos del bailarín quien estaba contento al ver que una jovencita de 24 años lo admiraba de esta forma. Óscar se sentó a su lado y estuvieron hablando de su día, aunque la conversación siempre acababa centrándose en ella y de dejar la empresa de seguros donde trabajaba ya desde hacía 2 años, para entrar en la academia de policía. Pero no estaban en este bar al azar y Óscar lo sabía. Giulia le iba presentar a su novio… Se acercó el bailarín, sonriendo y sudando, y saludó a Óscar con un apretón de manos digno de un boxeador. Se acercó a Giulia y la besó como si estuvieran solos. Giulia hizo las presentaciones y Sebastián cogió una silla y se acopló a la mesa. Después de un par de tanques cada uno, Óscar se despidió de la pareja borracha delante de un pequeño edificio, que no le daba mucha confianza, pero decidido a dejar a Giulia vivir su vida, ya que ella estaba constantemente diciéndole que la dejara vivir, que era joven y debía divertirse antes de que fuese demasiado tarde. Volviendo para casa se paró delante de la casa abandonada. Todo estaba tranquilo y silencioso como siempre. Pero esta vez había algo diferente, había luz en el interior: una pequeña ventana en la segunda planta donde resplandecía una luz débil. Óscar, extrañado, se acercó a la valla que mantenía cerrada la vivienda pero, de repente, se abrió y Óscar fue atraído hacia el interior como una abeja por el dulce olor de la miel. Tenía su cuerpo sudando y le dolía los músculos, como si estuvieran petrificados por el frío y el miedo a este lugar 20


siniestro. Plantado delante de la puerta, fue a tocar como si esperase que alguien le abriera la puerta pero, antes de que su puño tocara la puerta, ésta se abrió. Había una chica vestida con una sudadera negra que le quedaba grande; en la sudadera se podía distinguir la lengua de los Rolling Stones. Tenía el pelo despeinado pero atado con un moño rápido. Su pelo rubio se mezclaba homogéneamente con su piel blanca y pálida. Sus ojos marrones claros, con un tono pistacho, estaban acompañados de sus pecas y de sus labios carnosos. Óscar se dio cuenta de que se le quedó mirando varios segundos con la boca abierta al ver a ese ángel que cayó en esta casa del demonio. Sin embargo, el interior era muy diferente a lo que se podía ver desde fuera. Estaba todo limpio, claro, con colores vivos, y el suelo con un blanco brillante que iluminaba cada habitación que se podía ver desde el portal. Contenta con lo que veía, se presentó. "Hola Óscar, soy Marina White" –le dijo sonriendo. Óscar se quedó sorprendido al saber que esta desconocida conocía su nombre, sin nunca haberla visto y, encima, era la chica que le había enviado esta misma tarde el mensaje sobre el editorial. "Hola" –balbuceó Óscar con dificultad entrando en la casa. ¡La simple entrada de este hogar era más grande que su piso! Las paredes estaban cubiertas de cuadros, eran retratos de hombres y mujeres. Marina se sentó en un diván que había delante de una chimenea que calentaba la pequeña biblioteca. Óscar se sentó en el sofá donde le esperaba un café con leche, con dos azucarillos, como él siempre tomaba –se extrañó, como si le estuviera esperando. Marina miró a los ojos de Óscar y empezó una conversación que no olvidaría jamás. -Te estaba esperando –dijo Marina bebiendo su té de vainilla. ¿Recibiste mi mensaje? Me costó encontrar tu número. Los de 21


CSI tienen más medios para eso –dijo riéndose. ¡Qué sonrisa tenía!,-pensaba él-. Empezó a beber su café antes de responder. ¡Estaba riquísimo! ¿Cómo podía saber que le encanta beberlo así? -Sí, lo recibí. ¿Cómo sabías que iba entrar? Si ni yo lo sabía. ¿Me estabas esperando? ¿Cómo conoces mi nombre? Y mi número de teléfono, ¿cómo lo conseguiste? -¡Eh, calma! ¿Esto qué es, un interrogatorio? –dijo riéndose. Me lo ha dicho todo este libro; es un libro que lleva generaciones en mi familia. Fue este libro el que me dio tu número, tu nombre y que ibas a pasar delante de mi casa a las 23.11. -¿Qué dices? Señorita White, no sé qué hago aquí pero esta historia es una locura. ¿Y qué era eso de la editorial? -¡Ah! Típico de hombres. Todo lo que os suena desconocido ya es una locura, y cambias de tema hablando de negocios. Bueno, llámame Marina, porque vamos a pasar una noche muy larga, pero antes tengo que enseñarte algo. Óscar la siguió decidido a no darle ninguna razón para que su “típico de hombre” volviera a surgir en la conversación. Le explicó que este libro era el que elegía qué persona tendría el privilegio de redactar el gran libro. Iba a entrar en la lista de los grandes autores del siglo XXI. Se cumpliría su sueño. Pero, ¿por qué él? ¿Qué tenía de especial? Era un niño muy simple, tímido, de pelo castaño con ojos marrones. No era nadie, simplemente un chico que expresa su vida mediante líneas en las páginas del Word y con una gran imaginación. Y ¿qué tenía ella que ver en todo esto? No lo sabía aún, pero pronto su vida iba a dar algunas vueltas y Marina sería la causa de ello. 22


Se despertó en su cama, le dolía cada fibra, cada poro, cada pelo de su cuerpo. La habitación estaba sumergida en la penumbra. Óscar miró el despertador. Eran las 9 y media de la mañana. Una luz parpadeaba en el móvil, era el de las llamadas. Intentó cogerlo pero no sentía casi su cuerpo, como si una apisonadora le hubiera pasado por encima. Se quedó un ratito más y logró levantarse. Se hizo un café con leche como siempre y se sentó delante de su portátil. De repente escribía como si el portátil ya conociera la historia. Pasó un mes y ya había escrito 382 páginas. ¡Era un récord para él! "Nadie escribe tanto en tan poco tiempo"pensaba- y menos quedando varias horas al día con sus íntimos amigos. Seguía quedando con Giulia y Seba, que no era mal niño. Y hoy estaba decidido a intentarlo con la bella Marina. Habían quedado los dos en una terraza de un bar italiano, que se encontraba en una bonita laza del Barrio Viejo de Madrid. Encontraron una mesa al sol. Marina iba vestida con una pequeña camiseta de tirantes blanca, unos vaqueros altos y unos tenis. No se solía arreglar para salir a tomar algo. Tenía el pelo atado con un simple boli y algunas mechas flotaban al aire, con la ligera brisa que acompañaba los dulces rayos del sol. Su piel brillaba y sus ojos se volvieron aún más claros y verdes. Sus labios, recientemente húmedos por del contacto con el zumo de piña que pidió al camarero, los hacía aún más irresistibles y deseables. Se estaba enamorando. Estuvieron comentando el libro de Óscar: el libro de amor y fantasía iba ser uno de los best-seller de este año. Estuvieron riéndose varias horas, hablando de la futura y probable boda de Giulia y Sebastián, de la reciente película que revolucionó los cines franceses, del nuevo novio de una cantante americana. Pero 23


Óscar sintió que el gran momento había llegado. Ya habían salido del bar italiano y acompañaba a Marina a su casa. Estaban delante de la puerta cuando ella se acercó a darle las buenas noches, cuando le rozó su mano izquierda con la suya. La otra la metió por la nuca entre su pelo, acercó los labios a los suyos, y la besó. Fue intenso, agradable, tenía los labios dulces y azucarados del zumo. El beso fue efímero pero recíproco: Marina esperaba este beso desde hoy, desde el primer día, desde siempre… Entraron en la casa, besándose como adolescentes. La ropa iba cayendo a cada paso hacia el salón, donde tiraron una manta en el suelo; sus cuerpos sudados formaron uno solo, donde las sombras chinas representadas en las paredes, por la luz de la chimenea, hacían de testigo de ese momento de unión único. Los primeros rayos de sol atravesaban la cortina e iluminaban la habitación. Óscar y Marina estaban aún tumbados en el suelo, abrazados, desnudos, recordando la noche perfecta que tuvieron. Óscar se levantó a prepararle el desayuno, un té de vainilla con unas rebanadas con mermelada que encontró en la nevera, pero él sabía que era una adicta al chocolate, así que le preparó unas rebanadas de Nutella. Trajo el desayuno a la cama y pasaron la mañana así. 4 meses después... ¡”La compañía de titanes” fue el best-seller del año! Con más de 10 millones de libros vendidos, el autor, Óscar Frasqueri, gana el premio nobel de literatura. Traducido a más de 7 idiomas, ¡es un éxito mundial que aún da mucho que hablar! Y ahora, la canción “Yesterday” de los Beatles. Óscar y Marina sentados cerca de los recién casados escuchaban la radio que anunciaban el éxito de Óscar; pero hoy no 24


era el día de Óscar, sino el de Giulia y Sebastián que venían de casarse. Celebraban la boda con varias botellas de champán que iban y venían en la sala y en el patio. Había más de 300 personas, las cuales, en más de dos tercios, eran de la familia del marido. Marina miro a Óscar a los ojos, Óscar vio el futuro en los ojos de ella, ambos sonrieron como si pensaron los dos en lo mismo y se besaron con pasión. Autor: Hugo Lafaurie 1º Bachillerato A IES El Chaparil (Nerja) II Certamen de Relato Corto. Relato seleccionado.

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El valle de los unicornios

Doris era una niña que vivía en un pueblecito en el norte de Suiza. Era muy alegre y tenía muchos amigos. En el colegio no era muy buena estudiante, ella prefería pasar el tiempo dibujando y escribiendo noticias increíbles en su habitación. Sus padres estaban muy orgullosos de ella porque era una niña muy buena y cariñosa pero se enfadaban porque sus profesores siempre andaban quejándose de que no estudiaba nada y que si seguía así, tendría que repetir curso. Un día, Doris llegó a su casa después de pasar un día de campo con su cámara de fotos y su madre estaba muy enfadada. Su maestro llamó a casa para preguntar por qué no fe al colegio. Su madre pedía explicaciones y la niña contestaba que, hace unos días cuando cruzaba el campo de girasoles, vio cómo se movía algo detrás de ella y la seguía para todas partes. Solo pudo ver unas alas rosadas porque rápidamente se escondió y pensaba que podía ser un hada. Entonces salió para ver si la podría fotografiar y se olvidó de ir al colegio. Su madre, enfadada, la castigó. En su dormitorio, castigada y aburrida, sin poder salir, miraba por la ventana cómo los demás niños jugaban y escuchó un golpe en la parte derecha del cristal. Cuando giró la cabeza a ver qué era, su cara se iluminó cuando vio ante ella un bonito unicornio que la invitaba a subir a su lomo. Ella, sin pensárselo subió y el unicornio echó a volar. Doris no paraba de hacer preguntas: 26


- ¿Quién eres? ¿A dónde vamos? El unicornio giró la cabeza y le contestó. - Me llamo Sol y necesito tu ayuda. La cara de la niña era d alucinación cuando le escuchó hablar. Ella siempre dibujaba unicornios y escribía mil y una historias sobre ellos y ahora no se podía creer que estuviera volando con uno y que encima le hubiese hablado. Se adentraron en un bosque y llegaron hasta un llano donde vivían una veintena de ellos. Los unicornios parecían tristes y tenían los colores muy pardos; algunos de ellos las alas rotas. - ¿Qué ha pasado? –preguntó la niña. - Estamos bajo un hechizo, que solo puede quitar una persona humana que creyera en ellos y fuera feliz y tú eres la mejor candidata –contestó Sol. Ella siempre creyó que los unicornios existían de verdad y también era una niña muy viva y feliz. Con su ayuda, el hechizo desparecería. - ¿Qué tengo que hacer? –preguntó Doris. - Tienes que escribir sobre cada lomo un propósito que deberás cumplir para que al vale de los unicornios vuelva la felicidad –explicó Sol. Ella comenzó a escribir en el lomo de cada uno de ellos un propósito. El primero en obedecer a sus padres, el segundo estudiar más, el tercero no mentir y así hasta veinte. Cuando terminó, Sol la llevó hasta su habitación otra vez y le recordó que 27


para que el valle volviera a ser el mismo de antes, ella debería cumplir cada uno de sus propósitos. Y que si lo hacía de forma correcta, recibiría cada mañana una pluma de sus alas. Doris besó al unicornio y se marchó. En ese momento, la niña abrió su libro y comenzó a estudiar; sabía que si cumplía todo iría bien en el valle. Sus padres, cada día estaban más contentos con ella y Doris también de ver cómo todas las mañanas una pluma de Sol la despertaba con una caricia en su cara. Autora: Marta Iranzo López 1ºESO C IES El Chaparil (Nerja) II Certamen de Relato Corto. Relato seleccionado.

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La ilusión de un padre y una hija ¿Sabéis? Con la ilusión de la gente no se juega, bien sea la de los niños o la de los adultos. Os contaré una historia, y espero que reflexionéis sobre ella. Nunca he pensado en escribir, buen ¡allá voy! Un padre y una hija, la hija se llama Nerea y el padre, Manuel. A Nerea le encanta cantar, y claro, al padre también. Ella observaba la televisión como un día cualquiera, cuando de repente vio un anuncio que decía: “Dúo Musical”. Ese anuncio informaba sobre un concurso en el que cantarían padres e hijos. Claro, cómo no, ¡Nerea se volvió loca al ver ese programa! Ella habló con su padre para contarle sobre aquel programa y le pasó el número. Pasaron los días y Nerea preguntaba cada día que si había llamado al programa. Hasta que un día la llamaron y le dijeron que eran de Telecinco Mediaset. Ella tuvo que dar sus datos personales, contarle cómo era su relación con la música… Nerea y Manuel tenían que pasar los castings para poder llegar al programa. Cada día que pasaba el tiempo era oro, le dedicaban muchas horas de ensayo, se ayudaban mutuamente; nunca se rendían. Pasaron todos los castings. El último, especialmente duro, fu en Málaga. Llegó el día e iban muy nerviosos; ensayaban incluso en el coche. Llegaron y pasaron a la sala principal. Llegó un hombre muy simpático llamado Gonzalo, se presentó y les preguntó a ambos cómo estaban. Ellos respondieron 29


muy nerviosos y a la vez felices: -“Muy muy bien”. Gonzalo, con una sonrisa de oreja a oreja, le preguntó a Nerea cuál era su número de la suerte; Nerea le respondió: “Mi número de la suerte es el tres”. Gonzalo le dijo que ahora le traería una cosa. Pasaron unos cinco minutos y, mientras Gonzalo iba a por el detalle para Nerea, Nerea y Manuel se dedicaban a repasar las partes más complicadas de las canciones que tenían preparadas. Gonzalo llegó y le dio a Nerea una pegatina con el número “203”. Ella era muy feliz. Se la pegó a la camiseta. El padre también recibió la pegatina. El tiempo pasaba, y Nerea le comentaba a su padre que estaba nerviosa, que era imposible pasar el casting, porque es el último, y al que se presentan miles y miles de personas… El padre la miró y le dijo: “Nerea, si no pasamos no pasa nada, seguiremos luchando. Vamos a dar todo lo mejor de nosotros y demostrar ese talento que tenemos. Sé que esto es nuevo, nunca habíamos cantado los dos a dúo, pero gracias a esto, nos juntamos más que antes y nos dedicamos más tiempo el uno al otro y haciendo lo que más nos gusta, cantar. Te quiero”. Nerea, llorando, tras escuchar las palabras de su padre, le dio un abrazo muy fuerte. Llegó la hora de entrar a la sala en la que estaba el jurado, Gonzalo, el cámara y el que reproducía la música. Nerea temblaba; se colocaron el padre y ella en los micrófonos y les empezaron a preguntar sobre su vida, sobre qué se siente al cantar los dos juntos. Ellos respondieron e incluso hubo momentos de risa con el jurado. 30


Empezaron a cantar, el jurado les dijo que improvisaran una canción, con lo cual improvisaron una canción en inglés, en la que Nerea no se sabía la letra. Pero a ella no saberse la letra no le impidió cantar esa canción. Nerea y Manuel empezaron a improvisar a capela y el jurado se quedó alucinando y sonriendo. Acabaron de improvisar y los miembros del jurado se miraron entre ellos; el padre y la hija miraban detenidamente al jurado, temblando. Llegó la hora, una mujer miembro del jurado empezó a hablar y dijo, “Nerea, Manuel…” pasaron unos segundos de silencio y acabó su frase diciendo “habéis pasado el casting”. No os podéis imagina la felicidad de Nerea y Manuel en aquel momento. ¡No se lo creían! Salieron de la sala tan felices y gritando, y de repente se encontraban las cámaras grabando y todo el mundo aplaudiendo. Les hicieron entrevistas, vídeos… Y cuando dijeron que ya se podían ir, lo primero que hicieron fue llamar a la familia para contárselo. La abuela de Nerea empezó a llorar de alegría. Cogieron el coche y salieron de Málaga para ir a su casa y celebrarlo. Pasaron los días y Nerea se lo contó a todo el mundo, tanto amigos como profesores. Llamaron a Nerea otra vez de Telecinco y ella tuvo que contar todo y cada detalle de ella. Les comunicaron a ella y a su padre que ese miércoles tendrían que viajar a Madrid para firmar el contrato. Llegó el miércoles, viajaron hasta Madrid en coche; llegaron a aquella oficina que se encontraba en Madrid centro y tuvieron que subir unas escaleras. Llegaron, estaba Gonzalo y él le entregó el contrato para que Nerea y Manuel lo leyeran y lo firmaran detenidamente. Lo leyeron y lo firmaron, iban a empezar en un hotel de 31


Madrid, un martes, en el que se les iba a dar clases de canto, grabar el programa… Nerea y Manuel llegaron a su casa después de un día de viaje en coche. Pasaban los días y ya solo quedaban dos días para que llegara ese martes. Nerea llegó a casa, su padre estaba serio y triste y le dijo: “Nerea, han llamado del programa y dicen que han eliminado a diez parejas y entra esas diez parejas, una de ellas, somos nosotros.” Nerea se quedó alucinando. Pasaba el tiempo y Nerea aún no lo había superado… Gonzalo la llamó y le dijo: “Eso no fue decisión mía, fue decisión del programa. A mí sinceramente no me parece bien lo que han hecho y no puedo hacer nada al respecto. Yo os veo brillar, sois increíbles. Si hacemos otro programa seréis a los primeros que llamaremos. A Nerea le vino bien oír esas palabras, pero para ella no fue suficiente, porque ya tenía una ilusión en mente que acabó siendo como una puñalada en el corazón. Todo el mundo le preguntaba sobre el programa y ella intentaba hablar lo menos posible sobre eso. Hoy en día sigue luchando por cumplir su sueño y no se rinde. Gracias a esto, ella hoy en día dice: “No grites tu felicidad tan alto”. Autora: Nerea Fuillerat Tedin 2ºESO B IES El Chaparil (Nerja) II Certamen de Relato Corto. Relato seleccionado.

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L a s e m i l la d e l a v i da

Todo empezó en Galorf, un pueblo de las afueras del país de Jelmor, un país extraño. En Galorf habitamos los Munds, somos seres diferentes. Nosotros tenemos orejas puntiagudas y gran nariz, somos pequeños a la vez que inteligentes y tenemos un gran sentido de la orientación; además, siempre estamos felices. En nuestro pueblo habitaba una pequeña magia que hace que la naturaleza sea fuerte y fértil. Esta extraña magia la producía una pequeña semilla que guardábamos en la cueva del Norte. Hace unos tres días los Rimonds nos la robaron y ahora las plantas se debilitan. Por eso, emprendimos un viaje hasta el Gran Valle de Jelmor y la única manera era atravesar el país. De esta manera conseguiríamos recuperar la semilla y las plantas volverían a ser como antes. Así fue, esa misma noche cogimos nuestras mochilas, armas, tiendas, transportes y grandes caballos bancos como la nieve capaces de soportar pesadas cargas. Emprendimos el camino y a cada paso que dábamos estábamos más seguros de que encontraríamos a los Rimonds. Pero en ese momento unas pequeñas luces brillantes empezaron a revolotear en el aire. Eran tintineadoras, unas hadas preciosas y especiales que por la noche vigilan el bosque. Al verlas se me ocurrió preguntar: - ¿Habéis visto a los...?- no me dio tiempo a terminar la frase ya que una de ellas continuó por mí.

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- ¿A los Rimonds? Sí, pasaron por aquí hace dos días, llevaban un pequeño cofre que creemos que os pertenece, ya que en su interior se halla vuestra semilla. Entonces, se adentraron en el bosque y se nos ocurrió seguirlos. Momentos más tarde, los Duendes Verdes aparecieron y los Rimonds les dieron el cofre y no volvieron más. El hada terminó de hablar y parecía segura de lo que decía, aunque todo parecía muy extraño. - Decidido- comencé a decir-. Nos adentraremos en el bosque y averiguaremos por qué estos Duendecillos quieren nuestra semilla. - ¿Os importaría que os acompañase?-dijo tímida el hada. -Nos has sido de gran ayuda así que no veo por qué no puedes seguir ayudándonos, puedes venir- dije con seguridad. Cogimos nuestros caballos y, guiados por el hada, comenzamos a adentrarnos en el bosque. Aquello era precioso, lleno de animalitos que corrían sin parar y, entonces, vimos unas pequeñas huellas en el suelo. Estaba claro que eran de los duendes y empezamos a seguirlas. En un momento concreto empezaba a ver las huellas dobles, triples y cuádruples, bajamos de los caballos y, cuando estábamos a punto de rendirnos, una lucecita que provenía del suelo comenzó a brillar. Aquello no podía estar pasando, pero en el país de Jelmor todo era posible. La luz se encontraba sobre un gran montón de hojas. -¿Qué es esto?- le pregunté a la tintineadora.

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- Este es el escondite de los Duendes Verdes, nadie sabe cómo podremos entrar en su poblado, no sé qué vamos a hacer para encontrarlos - comentó el hada preocupada. En ese momento todos nos encontrábamos sobre el montón de hojas. Los huecos de donde provenía la luz se hicieron más y más grandes y caímos al vacío; aquello parecía un pozo sin fondo y yo, creyendo que era el fin de nuestra existencia, comencé a gritar. Esta caída duró unos treinta segundos y al descender aterrizamos sobre un césped verde pistacho ¿Dónde estábamos? Nos levantamos del suelo y observamos ante nuestros ojos un mundo inimaginable donde pájaros de todos los colores volaban como si no hubiera un mañana. Las flores eran grandes y muy coloridas, los árboles estaban formados por cascabeles que sonaban alegremente con el soplo del viento. El camino no estaba formado por losas, estas habían sido sustituidas por hojas de diferente cuentos; en este maravilloso reino es donde habitaban los alegres Duendes Verdes. A lo lejos, se podía divisar un precioso castillo. Lo único que pude decir en aquel momento fue: - Debemos ir al castillo y preguntarle al rey para qué quiere nuestra semilla teniendo este fantástico reino. Pero estas dudas se fueron aclarando ya que, a medida que íbamos avanzando, el paisaje era más triste, las plantas eran más oscuras y apenas había animales. En ese momento lo entendí todo: los duendes tienen un reino precioso pero sin nuestra semilla las plantas no pueden crecer y se debilitan. Cuando llegamos al castillo, el rey se encontraba en el salón y no nos dejaría entrar a menos que nos esposaran las 35


manos, no se fiaba de nosotros. Al llegar al salón yo comencé a hablar: -Buenos días, somos los Munds- dije algo temeroso, ya que el rey era un Gigante Rojo, un ser con gran poder y con mucha fuerza. - Sé para qué habéis venido y lo sentimos, no os devolveremos la semilla - dijo con voz áspera-. Nuestra vegetación también está en peligro y no podemos dejar que esto acabe con nuestro reino. En ese momento me acordé de una cosa que una vez leí en un libro y empecé a hablar: -Una vez leí un libro sobre vosotros y sé que en vuestra biblioteca guardáis uno que habla sobre nuestra semilla, quizás ahí se halle una solución que sea efectiva para ambos reinos. El rey se quedó pensativo y tras unos segundos de tensión dijo: - Tú me acompañarás a la biblioteca y me ayudarás a encontrar aquel libro que dices recordar. Bajamos los dos a la biblioteca; era enorme, había un duendecillo mayor muy simpático en la mesa y le preguntamos por el libro. Este se encontraba en el estante más alto, era muy antiguo y, por eso mismo, estaba lleno de polvo y en una de las últimas páginas se podía leer: ''La semilla de la vida es una semilla muy especial, pero ambos reinos desean tenerla desde hace muchísimos años; la solución a todo esto es que la semilla se lleve al Pico de la Vida a medianoche y durante la luna llena y se convierta en flor. Cada 36


uno de sus pétalos tendrá el mismo valor que la propia semilla de donde la planta ha crecido''. -¡Y aquí está la solución!- dije muy emocionado. Había encontrado una forma nada problemática de solucionar el problema. Por suerte, esa misma noche había luna llena y el rey y yo fuimos al Pico de la Vida y pusimos la semilla en la punta. Minutos después, la semilla se alzó y una envoltura de luz comenzó a girar a su alrededor. La semilla, ya convertida en flor, se depositó suavemente sobre la roca y ambos cogimos un pétalo. Nuestros reinos volverían a ser como antes. Autora: Ana Cabra Magaña 1ºESO D IES El Chaparil (Nerja) II Certamen de Relato Corto. Relato seleccionado.

FIN NERJA, 5 de mayo de 2015

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