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Juego, luego existo
Juego, luego existo
Conversamos con Fiorella Rusca Jordán, que nos brinda información fundamental y poco conocida sobre la importancia del juego en la niñez
Los niños juegan por el placer de jugar, sin embargo, el juego no solo da placer, el juego es un proceso psíquico muy sofisticado e importante en el desarrollo de un niño. Los adultos muchas veces podemos pensar que el juego en los niños es simplemente momento de ocio, que es una pérdida de tiempo y optamos por priorizar actividades que pensamos son “más productivas” para nuestros niños. El juego tiene varias funciones, pero, son secundarias a su función básica de ser divertido. Tampoco comprendemos cómo el juego puede ser una herramienta fundamental en la evaluación e intervención terapéutica de un niño y solemos escuchar frases como: “¿De qué sirve la terapia si solo va a jugar?”. El juego brota tan naturalmente en el niño que suele ser muy auténtico, y, es precisamente por eso que históricamente los terapeutas lo han incorporado a sus intervenciones.
Para ciertos enfoques terapéuticos el juego tiene una función de comunicación, ayudando a los niños a exponer y resolver sus trastornos emocionales, conflictos o traumas. Para otros enfoques, el juego promueve el desarrollo socio-emocional, ayudándolos a interactuar mejor con sus semejantes. En la literatura podemos encontrar varias funciones del juego. Algunas de las funciones BIOLÓGICAS son: aprender habilidades sociales; relajarse, liberar energía excesiva; estimulación sensorial, ejercicios. Dentro de las funciones INTRAPERSONALES tenemos: dominar situaciones al explorar, desarrollar la comprensión de las funciones de la mente, el cuerpo, el mundo; manejo de conflictos al satisfacer deseos. Parte de las funciones INTERPERSONALES son: desarrollo de las habilidades sociales aprendidas; la “separación-individuación”, ya que el juego sirve como distracción cuando las personas significativas se encuentran ausentes, ayuda a controlar la ansiedad relacionada con la separación y puede usar objetos para reemplazar simbólicamente a las persona ausentes.
Finalmente, dentro de las funciones SOCIOCULTURALES encontramos la imitación de papeles anhelados; jugar a ser la mamá, un doctor, un cantante, entre otros. El juego del niño revela información acerca de sus creencias, fantasías y sentimientos. Entonces, el juego es muy variable de niño en niño y frente a distintos escenarios. Por ejemplo, es muy común que la conducta de juego no ocurra en situaciones nuevas o de temor.
Además, el juego pasa por diferentes etapas durante el desarrollo del niño. Durante el juego sensorio motor o de exploración, el niño explora a través de sus sentidos; puede llevarse los juguetes a la boca, los mira, los tira para escuchar como suenan, etc. En el juego relacional – no funcional, el niño puede apilar objetos, llevarlos hacia otras personas. El juego funcional convencional se da cuando el niño representa con el objeto la función para la que este fue creado; se introduce una cuchara de juguete a la boca, simula hablar por teléfono con un celular de plástico, entre otros.
En el juego de construcción el niño intenta materializar una idea que ya tiene en su mente; como por ejemplo, armar una torre con bloques. El juego simbólico es más elaborado ya que usa los objetos para darles un sentido simbólico, por ejemplo, usar una caja como casa o llevar un zapato por el aire como si fuera un avión.
Posteriormente, aparece el juego de roles, en que el niño representa algún personaje y lo actúa. Luego, se desarrolla el juego de reglas, en el que la actividad de juego tiene límites que respetar. Así, el juego va evolucionando.Entonces, cuando escuchemos propuestas de espacios donde los niños puedan jugar libremente, pensemos bien antes de descartarlas. El juego está al alcance de todos, permitirlo y fomentarlo es un acto de amor.
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