Andares 7 Usos, costumbres y patrimonios funerarios en Guanajuato

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Andares Octubre - Diciembre 2016

Forum Cultural de Guanajuato

10 años de resonancia cultural en el Bajío Forum Cultural Guanajuato. 10 years of cultural resonance in the state グアナファト文化フォーラム。 エルバヒオの文化共鳴の10年

Por: Andares

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

Exterior del Teatro del Bicentenaro, Forum Cultural de Guanajuato.

E

l Forum Cultural Guanajuato se ha conver do en uno de los centros culturales más importantes del país y, por supuesto, el de mayor impacto y presencia en el estado de Guanajuato. El alcance de este importante proyecto puede medirse a través de la relevancia que han adquirido en los úl mos años los dis ntos espacios que lo conforman: el Museo de Arte e Historia de Guanajuato, la Biblioteca Central Estatal Wigberto Jiménez Moreno, el Teatro del Bicentenario y la Calzada de las Artes.

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Andares Octubre - Diciembre 2016

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

Durante este año, el Forum Cultural ha venido presentando un programa compuesto por diversos eventos de notable importancia en conmemoración por sus primeros 10 años como ins tución dedicada y comprome da con la cultura estatal. Fue durante el mes de sep embre cuando se llevó a cabo uno de los eventos cumbres, la ceremonia de aniversario, a la que asis eron dis nguidas personalidades y el público que siempre visita el lugar, así como representantes de diversas ins tuciones que han hecho posible el gran éxito de este recinto. Esta celebración resultó en un acontecimiento extraordinario gracias a que su planeación y ges ón fue realizada con muchos meses de an cipación para precisar cada uno de sus detalles, como es costumbre y tradición en cada uno de los eventos del Forum Cultural. Durante la ceremonia de aniversario estuvieron presentes otras personalidades de gran renombre en el municipio, ente ellos: el Gobernador del Estado de Guanajuato, Lic. Miguel Márquez Márquez; el Presidente Municipal de León, Lic. Héctor López San llana; dis nguidos empresarios de la región, como el Lic. Roberto Plascencia y finalmente, como representante federal, Lic. Ricardo Calderón Figueroa, Director del CENART (Centro Nacional de la Artes) en la Ciudad de México. Es importante destacar que dicho evento estuvo lleno de emo vidad, pues en medio del festejo, se reconoció la gran labor de todas las personas que han par cipado y colaborado de manera cercana con la ins tución, entre ellos: el entusiasta público, que asiste cada semana a los eventos y el personal administra vo, opera vo y direc vo del Fórum. Los guanajuatenses debemos sen rnos llenos de orgullo por contar con un espacio des nado a la cultura de esta magnitud; mismo que genera un gran impacto y expecta va nacional. Para que este proyecto pudiera ser llevado a la realidad, tuvieron que pasar seis años de ges ón, lo cual no resultó una tarea sencilla; sin embargo, a través del esfuerzo para su ges ón y la vinculación con diversas ins tuciones e interesados, finalmente pudo llevarse a cabo y llenar la expecta va de contar con un espacio donde la ciudadanía par cipara en la cultura de manera ac va. El público que asiste al Forum está plenamente sa sfecho, lo que ha generado un sen miento de pertenencia y agrado en todos aquellos eventos que se albergan en sus espacios; por ejemplo, obras de teatro, conciertos, opera, exhibiciones de arte, presentaciones editoriales, charlas, talleres, cursos, recorridos guiados y eventos al aire libre, solo por mencionar algunos. Con este enfoque, el Forum cultural Guanajuato es el lugar por excelencia en donde los ar stas guanajuatenses, pueden mostrar su talento en sus diversas salas exhibición y jardines, creando de esta manera un binomio perfecto entre el público y el ar sta. Debemos mencionar además, que en este foro existen ac vidades diversas para niños, jóvenes y adultos, pues se procura un cuidado y atención especial en aquellos quiénes representan las futuras generaciones que crearán nuevos conceptos y visiones sobre la cultura, lo que permi rá tener ciudadanos conscientes y con formación integral.

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

Teatro del Bicentenario, 2016.

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

Teatro del Bicentenario, 2016.

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

Teatro del Bicentenario, 2016.

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Andares Octubre - Diciembre 2016

Interior del Teatro del Bicentenario.

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Andares Octubre - Diciembre 2016

CortesĂ­a de Forum Cultural de Guanajuato

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Andares Octubre - Diciembre 2016

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

“El Cascanueces”, Teatro del Bicentenario, Forum Cultural de Guanajuato, fotogra a por: Arturo Lavin.

Por todo lo anteriormente expuesto, actualmente el Forum recibe grupos infan les de dis ntas partes de la ciudad de León o municipios aledaños que no cuentan con espacios para la formación de los pequeños en materia cultural. Se les enseña de una manera muy diver da y peculiar sobre el arte y cultura. Por todo esto y muchas cosas más, el Forum Cultural Guanajuato es un lugar que debe ser visitado por los habitantes del estado y sus alrededores, pues siempre encontraremos algo sorprendente.

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato

Sala de exposición, Museo de Arte e Historia de Guanajuato, Forum Cultural de Guanajuato.

Forum Cultural Guanajuato. 10 years of cultural resonance in the state

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Exteriore del Teatro del Bicentenario.

グアナファト文化フォーラム。エルバヒオの文化共鳴の10年

Forum Cultural Guanajuato has become the most important cultural center of Guanajuato state through the various ac vi es of each of the spaces that comprise the Museum of Art and History of Guanajuato, the Central State Library Wigberto Jiménez Moreno, Bicentennial Theatre and the Avenue of the Arts.

グアナフアト⽂化フォーラムは、アートとグアナフアトの歴史の博物館を含 んスペースのそれぞれの様々な活動を通じて、グアナファトの状態で最も重 要な⽂化の中⼼地となっています。中央州⽴図書館ヒメネス·モレノ。バイ センテニアルシアターと芸術の街。

During this year, the Forum Cultural has been presen ng a program consis ng of several notable events in commemora on of its first 10 years as an ins tu on dedicated and commi ed to the state culture. Celebra ng in this way that a project of this dimension could be a reality. Therefore, the guanajuatenses should be proud for having a space for the culture of this magnitude; it generates a great impact and na onal expecta on; a place where guanajuatenses ar sts can show their talent in its various exhibi on halls and gardens, which has thus created a perfect pairing between the audience and the ar st. It is a place that, with no doubt, can be visited by the inhabitants of the state and its surroundings, they always find something surprising.

今年中に、⽂化フォーラムは、専⽤と状態⽂化にコミット機関としての最初の 10年を記念して、いくつかの注⽬すべきイベントで構成されるプログラムを 提⽰されています。この次元のプロジェクトが現実にすることができた。この ⽅法を祝います。したがって、グアナフアトの住民は、この⼤きさの培養のた めの空間を有するために誇りに思うべきです。それは⼤きな衝撃と国民の期待 を⽣成します。グアナフアトのアーティストは、このように観客とアーティス トとの間の完全なペアリングを作成しました、その様々な展⽰ホールと庭園の 中に彼らの才能を⽰すことができる場所。それは、常に驚くべき何かを⾒つけ るように、間違いなく、状態とその周辺の住民が訪れることな場所です。















Andares Octubre - Diciembre 2016

Turismo alternativo y tradición en Celaya

Por: Andares

E

n los úl mos años la ciudad de Celaya, ha comenzado a figurar como uno de los centros de turismo más importantes en la zona Laja-Bajío. No obstante, poco se ha mencionado sobre las nuevas ofertas con las que este municipio ha ido incrementando su afluencia e interés de los viajeros que se sienten atraídos por los enigmá cos si os que la localidad ofrece para su visita. Con el obje vo de que un mayor número de visitantes procedentes de otros municipios, estados e incluso países puedan ampliar su experiencia como visitantes a esta ciudad, se ofrece una cartelera al excursionista que le permite vivir algunas de las costumbres más an guas de la ciudad, mismas que se encuentra estrechamente vinculadas con una de las tradiciones que ha caracterizado internacionalmente a los mexicanos, la celebración en torno a la muerte.

El Panteón Municipal Norte

La Fiesta de Las Luminarias

El Panteón Norte del municipio de Celaya, es una de los cementerios más an guos y emblemá cos del estado de Guanajuato debido a que conserva un gran número de aquellas que fueran sus primeras tumbas, arquitectura fúnebre que cuenta con más de 100 años de an güedad, pues datan de su inauguración en el año de 1890.

En la ciudad de Celaya existe una tradición muy significa va para los habitantes de los barrios populares en el centro de la ciudad, esta se desprende de los festejos del Día de todos los Santos y las Ánimas, es una costumbre que no se celebra en ninguna otra ciudad o región del país y se lleva a cabo el segundo domingo de Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato noviembre, es la Fiesta de las Luminarias.

Es sumamente importe conservar y reconocer nuestros cementerios debido a que es a través de estos que podemos conocer la manera en la que nuestros antepasados asumían la muerte en determinados momentos de la historia, pues mediante las tumbas que aloja este recinto, conocemos las formas en la que la representaban y conmemoraban; además, fue este lugar el que dio inicio a una de las tradiciones más an guas y emblemá cas de la ciudad, la Fiesta de Las Luminarias.

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Esta celebración, surgió con la inauguración del Panteón Norte, un día antes los cuerpos que habían ocupado durante años los camposantos de los templos más an guos de la ciudad, no habían terminado de trasladarse a su si o de reposo, por lo que se pidió la colaboración de la población. De acuerdo a la memoria de familias a las que pertenecieron an guos pobladores en la ciudad, se decía que los frailes franciscanos habían encabezado una procesión en la que se pidió que cada una de las familias ayudara con el traslado de “sus muertos”, por esta razón se reunió una buena parte de la sociedad celayense, quienes en procesión acompañaron en traslado de sus cuerpos mediante cantos y rezos hasta el nuevo Panteón Municipal. Al oscurecer, los frailes pidieron a los habitantes de las calles circundantes al cementerio, encender “lumbreras” que pudieran iluminar su camino en aquella importante misión, todo esto debido a que la ciudad aún carecía en gran medida de alumbrado público. Los vecinos aceptaron colaborar amablemente en aquella noble labor y encendieron fogatas en las puertas de sus casas para acompañar a aquellos que transportaban cadáveres a su lugar de descanso, así mediante la unión del pueblo celayense se completó el traslado y pudo inaugurarse el Panteón Municipal Norte de la ciudad. Desde entonces, se decidió con nuar la costumbre de encender “luminarias”; pues de

acuerdo a la creencia popular, se considera que el fuego ilumina el camino de los espíritus para regresar a su lugar de reposo después de la celebración del Día de Muertos. Actualmente, esta celebración es parte de un gran fes val que congrega a miles de espectadores en las principales calles del centro histórico para presenciar el desfile de las calaveras vivientes, quienes se unen a esta celebración mediante un concurso dividido en temá cas, por mencionar algunas: “luminarias”, que son quienes encabezan el desfile con trajes picos de la región y estados aledaños, portando luces tradicionales que guían su camino; “prehispánico”, segmento en el que hacen impactantes recreaciones de escenas referentes a culturas que exis an en el territorio mexicano antes de la llegada de los españoles; “oficios y usanzas”, quienes recrean las más diver das y originales representaciones de los oficios más an guos, siendo esta una de las temá cas con mayor demanda, superando los doscientos par cipantes; por úl mo, aunque no menos importante, el diver do con ngente infan l, quienes de la manera más inocente forman parte de esta importante tradición en la ciudad de Celaya, colaborando a que esta permanezca en futuras generaciones. Es así como cada noviembre el cementerio se convierte en un escenario de romería popular con la vendimia de antojos y flores que se prolonga hasta el día siguiente. Con ngente Luminarias, Animecha, El fes val de las almas, 2015.

Para mayores informes sobre recorridos y horarios del Museo de Momias y el Panteón Norte: Benito Juárez No. 204, Zona Centro Celaya, CP. 38000. Teléfonos: (461) 61 2 32 07 y (461) 61 2 98 22 Consejo de Turismo Celaya.

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Museo de Momias de Celaya Durante la década de los setenta en la ciudad de Celaya, como era común, hubo una exhumación de cuerpos del Panteón Municipal Norte que habían excedido el empo de 5 años que cubría el pago realizado inicialmente para contar el permiso de enterramiento; sin embargo, durante el año de 1978, mientras realizaban esta prác ca, el encargado de la administración del lugar se llevó una gran sorpresa al percatarse de algunos de los cuerpos que estaban siendo extraídos estaban momificados. El primer día, localizaron un total de 3 cuerpos con estas caracterís cas, encontrándose entre ellos“el Grandote” y “la Güera”, por lo que decidieron con nuar con su labor a lo largo de la semana, en la que encontraron un total de 23 cuerpos momificados. Después haber sido localizado este hallazgo y no recibir reclamo alguno de los cuerpos, se consideró la posibilidad de que estos cadáveres fueran expuestos para que los visitantes tuvieran la oportunidad de conocer el proceso de momificación natural que únicamente sucede en esta zona del país. Entonces se buscó un lugar para su acondicionamiento, precisamente el sitio que anteriormente ocupaba la capilla, en la zona de la entrada más antigua del cementerio. Sobre estos cuerpos se cuentan muchas y muy variadas historias, aquí mencionamos algunas de ellas:

El Militar Cuentan que fue uno de los soldados más leales del movimiento cons tucionalista, incluso se cuenta que su muerte fue a manos del mismo Pancho Villa; sus ropas aún con sangre derramada describen la cruenta batalla. La Bonita del Pueblo Algunos refieren que era una mujer hermosa, que cau vaba por su belleza. Un día, conoció a un ferrocarrilero que le prome ó matrimonio; ella profundamente enamorada, se quedó esperando toda la vida su regreso, siempre con un ramo de flores en mano como recuerdo de ese amor. El cinturita Era un hombre que gustaba de las can nas y las apuestas; su negocio principal era ofrecer mujeres a los hombres que pasaban por la ciudad. Un día al defender a una de las mujeres de un cliente abusador, lo golpearon hasta causarle la muerte.

La embarazada Nadie sabe a ciencia cierta lo que causó la muerte de esta mujer, se cree que fue la epidemia de la viruela o quizá una pulmonía la que acabo con su vida. Lo que la gente cuenta es que este cuerpo se encontró postrado en sus aposentos con las manos en su vientre.

El Cojo Este hombre era un herrero que, celoso de su profesión, no dejaba que nadie se acercara a su taller. Un día una placa de metal cayó sobre su pie, herida que no atendió hasta que tuvieron que amputar los dedos de sus pies; sin embargo, la infección siguió avanzando hasta que le causó la muerte.

La catrina Esta mujer usaba ves dos finos acompañados de costosas joyas, solía visitar los lugares de alcurnia haciéndose pasa por una mujer rica, cuando en realidad su marido lo había perdido todo en un albur, incluso a ella.

El Grandote Este hombre era muy devoto de la Virgen del Carmen, por lo que todos los días madrugaba para ofrendarle su jornada de trabajo. Por su gran altura era conocido en la ciudad como “el Grandote”, esta cualidad era vista como un regalo divino, hasta que un día se lesionó con una repisa del templo, lo cual lo mantuvo en cama hasta la muerte.

La señora de las medias Esta mujer de origen norteamericano vio el final de sus días en el municipio. Poco antes de su muerte se le acusó de realizar actos de brujería, por lo que se ha afirmado que murió envenenada, lo que provocó que su sufrimiento se extendiera durante tres días. Cuquita “Hilo suelto” Fue una de las soldaderas que llegó a la ciudad durante la Revolución Mexicana. Gracias a su habilidad como costurera se ganó la confianza de Francisco Villa quien la reconoció como su costurera personal. Se dice que al morir fue enterrada con uno de los ves dos más hermosos que ella había hecho.

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La peque Era una niña de 8 años que pasaba todas las tardes jugando en el enorme jardín de su casa hasta que un día enfermó de sarampión, tuvo mucha fiebre y el médico dio como instrucción “guardar reposo”. Al poco empo pareció mejorar con su tratamiento, aunque pocas semanas más tarde tuvo una recaída que la llevo a la muerte.

La rica Conocida por su filantropía, se dice que esta mujer había heredado una fortuna de sus padres y que decidió ayudar a los que menos tenían, se cuenta que a su funeral acudieron miles de personas que la despidieron entre aplausos y verbenas. Fue enterrada con uno de sus ves dos más lujosos. La quinceañera y su hijo Hija de un capataz muy importante de la región, se enamoró perdidamente de uno de los trabajadores de la casa. El padre al enterarse que esperaba un hijo la encerró en una de las caballerizas durante todo el embarazo. Una vez nacido el bebé, el padre decidió liberarla de su encierro. Al ir a buscar las llaves para liberarla el padre perdió la vida y nunca reveló la ubicación de su hija. Ella quedo esperando su regreso hasta la muerte.¹

Es importante mencionar que las sucedidos y leyendas que aquí se relatan no se construyeron específicamente con base en relatos familiares o verídicos, estos relatos fueron sustraídos del imaginario popular. Información proporcionada por: Abigail Vázquez, julio 2014.


Andares Octubre - Diciembre 2016

Recorridos nocturnos en el Panteón Municipal Norte El Municipal Norte guarda para todos sus visitantes un mis cismo especial que ha ido creciendo con base en las historias de insignes personajes que aquí se encuentran sepultados. Es precisamente esta situación la que mo vó a diferentes grupos de teatro en la ciudad a presentar diversas propuestas que permiten a los visitantes más valerosos recorrer sus solitarios y silenciosos pasillos para conocer un poco más sobre aquellos cuyos restos reposan en esta erra, de quienes se cuenta, sus almas deambulan en busca de consuelo. Para estos recorridos se ene una ruta previamente establecida con duración aproximada de 90 minutos en la que los aventurados que deciden vivir esta experiencia van acompañados por un guía que los acompaña durante todo su recorrido por tumbas construidas hace dos siglos. En cada una de las paradas que se realizan, diversos personajes caracterizados cuentan las leyendas de los personajes más notables del recinto, mismas que crecen en intensidad mo vando de esta manera el suspenso en cada uno de los visitantes que se guían únicamente bajo la luz de antorchas. Sin duda, esta es una experiencia única de la que todo aquel que acude al recorrido queda inevitablemente asombrado por la magnificencia, historia y leyendas de este lugar.

Blvd. A.L.M. Esq. Zaragoza, No. 108 Zona Centro, Celaya, Guanajuato.

Capilla de Los Cofrades o San Placido Mártir Por último, es importante hacer referencia a este recinto, una de capilla anexa al Templo del Carmen, que aunque también es conocida como Capilla del Juicio Final, es una de las más grandes alegorías a la muerte y fue diseñada por el insigne arquitecto celayense, Francisco Eduardo Tresguerras. Cada uno de los detalles en este lugar tiene una intención sepulcral, solo hace falta conocer sus pinturas, importantes obras que pueden ser apreciadas por los celayenses y todos aquellos quienes se sienten atraídos por la magnitud de esta construcción: En el altar mayor, donde se representa a la Virgen del Carmen, Tresguerras pintó las almas del purgatorio acudiendo a ella para ser auxiliadas en su liberación; sin dejar de mencionar, que en uno de sus muros principales, se conserva uno de los frescos más significativos de dicho artista, "el juicio final”. Esta capilla también resguarda otras dos pinturas del mismo autor que representan el "Entierro de Tobías" y la "Resurrección de Lázaro", donde el autor, perfeccionó su técnica y composición. En esta capilla existen además dos retratos de Tresguerras en forma de medallones; sobre uno de ellos se conserva una inscripción que los carmelitas grabaron después de su fallecimiento como testimonio del agradecimiento que siempre conservaron ante el artista por haberles permitido ostentar uno de los edificios más emblemáticos de la Nueva España.

Cortesía de Forum Cultural de Guanajuato








Incense burners associated to funerary contexts in Cañada de la Virgen カナダ・デ・ラ・ビルヘンにおける喫煙関連葬祭コンテキスト

Cortesía de Hugo Olalde González

En la parte inferior de la construcción se encuentra el templo rojo, donde se localizó el en erro más importante que fue acompañado con un sahumador como parte de su ofrenda.

Un objeto ceremonial indispensable para llevar a cabo los rituales fue el sahumador con mango alargado, además de los braseros o incensarios. En el caso de Cañada de la Virgen, se han localizado cinco sahumadores con mango alargado, de los cuales dos formaron parte de la ofrenda del en erro en el que fueron u lizados. Éstos son el denominado En erro 13, “El Jerarca” y el En erro 18, “El Decapitado”.Dos más incompletos localizados en el Cuarto 2 Sur del complejo A y uno más fue encontrado en el cuarto 1 de la plataforma Este del mismo complejo, también incompleto.

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Pero, ¿qué es un sahumador? Un sahumador es un recipiente con mango alargado elaborado en barro que cumplía la función de expeler aroma zantes, la manera de lograrlo era colocando carbón encendido en el recipiente, para posteriormente colocar sobre éste copal. Otra función que cumplía, era u lizarlo en ceremonias o rituales, realizando la quema de resinas o elementos de la naturaleza para u lizar sus residuos como parte fundamental dentro del rito que se estuviese llevando a cabo.¹ Para el caso de los sahumadores localizados en Cañada de la Virgen, la decoración que presenta cada uno de ellos es muy sencilla, se u lizaron figuras geométricas simples como triángulos, líneas horizontales, ver cales, en zigzag, espirales y puntos. El diseño de los símbolos que presentan fue elaborado bajo la técnica decora va conocida como acanalado o inciso y el perforado. La asociación del significado de cada esquema plasmado en los sahumadores y la relación que enen en el ritual, está aún en proceso de inves gación.

Cortesía de Hugo Olalde González

Sahumador localizado como parte de la ofrenda del en erro 18.

Para ejemplificar la importancia que adquieren estas piezas, es primordial tomar como referente el en erro más significa vo localizado en la zona, el En erro 13, denominado “El Jerarca”, que un personaje a quien se le rendía veneración ancestral.² El personaje fue inhumado dentro de “El Templo Rojo”, que data del período de esplendor de la zona, correspondiente a la segunda etapa construc va, (700 -900 d.n.e.). Éste es un espacio que se encuentra en la parte superior del Basamento piramidal del complejo A, el cual presenta pintura mural en las paredes Oeste, Sur y en menor can dad en la pared Este. Como parte de la ofrenda que acompañó a “El Jerarca”, se encontraron diferentes piezas elaboradas con diferentes materias primas; por ejemplo: cuentas de lí ca tallada; un pectoral elaborado en concha marina; cascabeles elaborados con semillas; punzones de hueso y materiales cerámicos como ollas de po blanco levantado, rojo y café pulido; cajetes de diversos tamaños y técnicas de manufactura; un brasero antropomorfo y un sahumador.

Cortesía de Hugo Olalde González

Pieza localizada en el cuarto 1 de la plataforma Este del complejo A.

Este úl mo reveló información de que la inhumación de “El Jerarca” fue acompañada con una ceremonia, donde el sahumador encontrado fue la pieza que se u lizó para llevar a cabo el ritual funerario para este personaje, siguiendo con la tradición Mesoamericana de u lizar este objeto en eventos de gran importancia y depositar el mismo como parte de la ofrenda que acompaña al individuo. ¹Estas piezas han sido localizadas desde etapas muy tempranas en el territorio Mesoamericano, un ejemplo de los que presentan mayor an güedad se localizaron en el Valle de Oaxaca, en la época de Monte Albán I (400 d.n.e-200 d.n.e.) (Acevedo. 1987:18), con nuando con su uso hasta el período Posclásico, donde el pueblo Mexica dejó tes gos materiales del uso de esta pieza tan importante. ²Zepeda García Moreno, Gabriela. Cañada de la Virgen. Refugio de los muertos y los ancestros, México, 2010, p. 92. Cortesía de Hugo Olalde González

Al centro de la imagen se observan los restos de un fogón localizado a un costado del en erro 13, conocido como "El jerarca".

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A un costado del basamento piramidal se observa un pa o elevado, donde alberga el en erro 18.

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Cortesía de Hugo Olalde González

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El hecho de que se encontrara un sahumador como parte de la ofrenda que acompañó a “El Jerarca”, corrobora la u lidad del mismo en el ritual de inhumación del personaje y corresponde esta tradición con la descripción que realizó el Arqueólogo Eduardo Noguera: Cortesía de Hugo Olalde González

Sahumador que fue localizado en el en erro 13, por lo que adquiere mayor importancia.

“Fue u lizado en rituales mortuorios, donde el sacerdote llevaba los sahumadores con carbón y copal y éstos se enterraban junto con los grandes personajes en las tumbas. Excepcionalmente se usaba con personas menos importantes. Al parecer los sahumadores que habían sido u lizados durante las ceremonias funerarias, eran enterrados con el desaparecido.”³ Gracias a esta descripción y a los materiales encontrados en contexto, se puede afirmar que los an guos pobladores relacionados con este recinto sagrado, eran totalmente conscientes de la manera en cómo se deberían de llevar a cabo los rituales funerarios para sus personajes importantes, formando parte de una gran tradición que como se sabe, ene sus inicios en el Período Forma vo.

Cortesía de Hugo Olalde González

Cortesía de Hugo Olalde González

Para el caso de los cuatro sahumadores restantes, se infiere que se llevó a cabo el mismo procedimiento durante la realización de la ceremonia correspondiente, mostrando claramente que éste objeto fue un elemento indispensable para llevar a cabo los rituales funerarios dentro de éste lugar sagrado, ahora conocido como Cañada de la Virgen. Para saber más: Mar nez, Francisco. “Informe técnico de excavación del en erro 13”, en: Proyecto Arqueológico Cañada de la Virgen, Archivo Técnico del Centro INAH Guanajuato, México, 2006. Noguera, Eduardo. La cerámica arqueológica de Mesoamérica. UNAM (IIH, 1ª Serie), México, D.F., 1965. Noguera, Eduardo. Los incensarios prehispánicos, en: Revista de la Universidad de México, Vol. XXX, núm. 4, México: UNAM. Diciembre 1975-Enero de 1976, pp.44-51. Pomedio, Chloé. Las tradiciones alfareras en el bajío Epiclásico: Necesidad y aportes del estudio tecnológico de la tradición decora va incisa, Programa de becas posdoctorales, UNAM-Ins tuto de Inves gaciones Antropológicas, México, 2014. Sánchez, Jesús. Para comprender el Epiclásico en el Centro de México.Problemas y propuestas teóricometodológicos, CONACULTA- INAH, (Colección Arqueología. Serie logos), 2013. Westheim, Paul. La cerámica del México An guo, UNAM, (Colección de arte 11), México, 1962. Zepeda García Moreno, Gabriela. Cañada de la Virgen. Refugio de los muertos y los ancestros. FIARCA, Ediciones La Rana, Ins tuto Estatal de la Cultura, Guanajuato, México, 2010.

Cortesía de Hugo Olalde González

Se piensa que los puntos dentro de la franja representan semillas.

Incense burners associated to funerary contexts in Cañada de la Virgen The archaeological site of Cañada de la Virgen was a sacred space used to carry out ac vi es with ceremonial and ritual meaning. This consists of three complexes within which were held sacred events related to agricultural cycles, holidays or important funerary rituals for se lements related to this place. A mandatory object to perform ceremonial rituals was the incense burner. The incense burneers are elongated containers made in mud that served the func on of flavoring expeler in ceremonies or rituals handles. In the case of the incense burners located in Cañada de la Virgen, decora on presen ng each of the mi s very simple, simple geometric shapes such as triangles, horizontal lines, ver cal, zigzag, spirals and dotswereused; althoughthey are s llunderinves ga on. Withthisdescrip on and materials found in context, we can say that the ancient people related to this sacred precinct, were fully aware of the way how it should be done to bring the funeral rites for their important characters, as part of a great tradi on that has its beginnings in the Forma ve Period.

³Noguera, Eduardo. “Los incensarios prehispánicos”, en: Revista de la Universidad de México. Vol. XXX. núm. 4, México: UNAM. Diciembre 1975-Enero de 1976, p. 72.

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カナダ・デ・ラ・ビルヘンにおける喫煙関連葬祭コンテ カナダ・デ・ラ・ビルヘンの遺跡は、儀式や儀式で活動を行うために使用さ れる神聖な空間でした。これは、この場所に関連した入植地のために農業サ イクル、休日や重要な葬祭儀式に関連した神聖なイベントを開催した内3複 合体で構成されています。儀式を行うために必須のオブジェクトが喫煙者で した 喫煙者は、儀式に香味expelerの機能を務めたり、ハンドルを儀式泥で作られ た細長い容器です。カナダ・デ・ラ・ビルヘン、それは非常に単純な、三角 形などの単純な幾何学図形、水平線、垂直、ジグザグ、スパイラルとドット が使用されたであるそれらのそれぞれを提示する装飾に位置香炉の場合には、 彼らはまだ調査中ですが。コンテキスト内で見つかったこの説明と材料で、 我々はこの神聖な境内に関連する古代の人々は、の一部として、その重要な 文字のために葬儀を持参することであるべき行う方法の方法を十分に認識し ていたと言うことができます形成期にその始まりを持っている偉大な伝統。



Andares Octubre - Diciembre 2016 2016 Andares Octubre - Diciembre

Prácticas mortuorias

en la época novohispana y su transición al siglo XX Mortuary prac ces in New Spain and its transi on period to the twen eth century しいスペインの埋葬慣行と20 への移行期

Por: Estefanía Juárez Herrera Museo de Celaya, Historia Regional

“La muerte. En el trascurso de la vida se piensa muchas veces en que un día, tras años, meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro turno al umbral de la muerte. Es la ley fatal, aceptada; prevista; tanto, que solemos dejarnos llevar placenteramente por la imaginación a ese momento, supremo entre todos, en que lanzamos el úl mo suspiro”. HORACIO QUIROGA

L

as prác cas tradicionales y concepciones populares respecto a la muerte revelan una estrecha relación con el sistema general de creencias y pensamiento de la humanidad en dis ntas etapas de la historia. El hombre, conoce tes monios de entierros majestuosos que dan cuenta del significado que poseía la muerte y el difunto como tal, debido a que el lugar des nado para los cadáveres, generalmente estaba vinculado con su jerarquía social. Es de este modo, que la arquitectura mortuoria y los rituales funerarios se han conver do en el principal ves gio y tes monio para la interpretación de las diversas formas de asumir la muerte para nuestros antepasados.¹

Las tumbas de mayor an güedad corresponden al hombre Neanderthal y, a través del estudio de estas, se ha inferido que el acto de sepultar a los muertos se trata de una prác ca ritual debido al acomodo de los cuerpos; incluso, en algunas ocasiones, se acompañaron de ofrendas florales, alimentos, armas, ropas ostentosas e incluso piedras preciosas que adornan sus moradas. El enterramiento manifiesta algo más que un procedimiento empleado únicamente para cubrir el esqueleto durante el proceso de su descomposición, señala un acto protocolar donde el muerto se engalana y recibe un tratamiento especial que ene por obje vo contrarrestar los efectos de pena y sufrimiento de los vivos mediante una ceremonia fúnebre, en la que expresamente preparan los restos para su marcha defini va, sosegando de esta manera la angus a que produce el cadáver y la idea de la muerte.² Las diferencias en la vivencia y manejo de un fallecimiento en cada cultura están impuestas por el concepto de muerte que cada sociedad haya construido a través de su historia; aunque en el caso par cular de nuestra cultura, generalmente las ceremonias luctuosas terminaban con las siguientes prác cas: la inhumación o cremación. La primera, es un procedimiento u lizado desde empos neandertales, pues se considera que esta costumbre llegó a simbolizar la reintegración del cuerpo a la naturaleza; no obstante, esta usanza fue recuperada por las sociedades más conservadoras, como los judíos, cris anos y musulmanes, pues consideraban que mediante esta costumbre podían distanciarse de los paganos, herejes y criminales, quienes como cas go sufrían los estragos del fuego en la hoguera. Por otro lado, la cremación, que a menudo se asocia al culto del fuego y su poder purificador de la condición humana, era común en civilizaciones an guas con la jus ficación de preservar la higiene y proteger a sus muertos ante profanadores y violadores de tumbas; sin embargo, a través de la antropología, se ha concluido que en la cultura occidental, no significa más que un proceso radical que acelera el proceso de disipación del cuerpo.³

El Bosco (1490-1500 ca.) La muerte y el avaro, óleo sobre tabla, Washington D.C., Galería Nacional de Arte.

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¹AngelMine , Ricardo. “Donaeis réquiem, Los cementerios ante la mirada de la cultura” en: Alteridades, vol. 21, núm. 41, enero-junio 2011, pp. 130-140. ²Abt, Analía C. “El hombre ante la Muerte: Una mirada antropológica”, ponencia presentada en las Segundas Jornadas en Psicooncología, en el marco del XII Congreso Argen no de Cancerología, Argen na, junio-julio, 2007, p.3. ³Alluè, Marta. “La ritualización de la pérdida”, en: Anuario de Psicología, Facultat de Psicologia, Universitat de


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Durante el siglo XVII, una vez instalado el cris anismo en América, la muerte se convir ó en un proceso estrictamente regulado por el clero; produciéndose con ello un cambio profundo de las ac tudes y prác cas ante la muerte que exigía a los indios la modificación de su costumbre de incinerar los cuerpos, pues “como es ley de gracia y evangélica [debían] enterrar los cuerpos de los difuntos […] en los templos e iglesias”. Las inhumaciones comenzaron a regirse entonces por una reglamentación sumamente estricta, pues los cuerpos tampoco podían ser sepultados en los montes y campos debido a que consideraban que únicamente los infieles eran enterrados en lugares recónditos.⁴ Incluso, el Primer Concilio celebrado en la Ciudad de México en el año de 1555, establecía que carecerían de eclesiás ca sepultura aquellos que no se hubieren confesado o recibido el sacramento de la eucaris a al menos en el úl mo año; siendo en 1583 cuando se agregaron los excomulgados, censurados, asesinos, suicidas y aquellos que murieron sin haber sido bau zados,⁵ restringiendo por ley para los sepulcros mencionados: “[que] no estén en público, sino ocultos para que los fieles vivos no se acuerden de las supers ciones de la gen lidad”; por lo que muchos de estos cuerpos fueron lanzados a las acequias, calles o lagunas.⁶ Manuel Ocaranza (1817) La cuna vacía, óleo sobre tela, Museo Nacional de Arte, México.

Con el proceso de evangelización, se consolidó casi por completo en la población la idea de la resurrección de los cuerpos durante el juicio final, dicha creencia resultó en la prác ca de enterrar los cadáveres cerca de los lugares donde se suponía que yacían los cuerpos o reliquias de már res con la expecta va de que su cercanía congraciara al fallecido al afrontar éste episodio.⁷ Otros, consideraban que el en erro en estas zonas podría además facilitar la salida del alma del purgatorio, debido a que se decía que al enterrar a los muertos en un lugar de culto los vivos se acordarían de ellos en sus plegarias;⁸ incluso, las ofrendas post-mortem podían significar la diferencia entre los largos tormentos o las recompensas del paraíso. Entre las principales podemos mencionar: la úl ma unción, el arreglo y limpieza del cuerpo, el velatorio y la misa funeraria. Para la sepultura dentro de los templos, los emplazamientos más buscados eran los más cercanos a las santas reliquias y a los altares donde se celebraba el oficio divino; no obstante, di cilmente el común de la población podía realizar el suntuoso pago que estos lugares demandaban, por lo que los más pobres eran relegados al atrio y jardines circundantes de los templos y conventos, mismos que en muchas ocasiones pronto se convir eron en cementerios populares.

⁴Rodríguez Álvarez, Ma. De los Ángeles. Usos y costumbres funerarias en la Nueva España, 2001, p.51. ⁵Ibídem, p.70. ⁶Ibídem, p.55.

Las fosas que se excavaban en las iglesias y claustros para el depósito de los difuntos, median varios metros de anchura y profundidad, cuando éstas se consideraban llenas, se cerraban y abrían otras más an guas para re-acomodar los huesos secos. Entonces no se concebía la idea moderna de que el muerto debía ser instalado en una especie de casa propia de la que sería el propietario perpetuo; incluso, ni siquiera la familia conocía la ubicación exacta de los restos de sus interfectos, pues en realidad importaba poco su des nación y la idea de que estos permanecerían en un recinto sagrado era suficiente.⁹ La única excepción que exis a era para los en erros de párvulos, pues eran los únicos de los que se conocía su ubicación a pesar de no tener derecho a la selección de su lugar de sepultura; además, durante su ceremonia fúnebre los sacerdotes usaban ves duras blancas, a diferencia de los en erros de adulto, donde usaban atuendos negros; se podía recitar el Gloria Patri; hacer repique de campanas y podía colocarse a modo de corona una guirnalda de flores o de hierbas aromá cas en señal de su virginidad.¹⁰

Es importante señalar que, en aquel entonces, no era común que se preocuparan por proteger al cadáver de los estragos del empo o de la descomposición con un ataúd; una cobija o mortaja envuelta parecía suficiente.¹¹ Las personas podían disponer en su testamento qué po de lienzo requerían para su sepultura; las ves duras más sencillas eran elaboradas como una sábana simple y costaban alrededor de seis reales, aunque también era común no u lizar un sudario y pedir a cambio el uso de algún hábito religioso, siendo el de San Francisco el más frecuente.¹² También era común contratar los servicios de una persona especializada para la realización de estas piezas que además efectuara el arreglo completo del difunto; aunque por lo general, eran proporcionados por el fiscal de la iglesia y los sirvientes,¹³ acompañados de las comadronas o la misma familia.

⁷Velásquez López, Paula Andrea. “Los cementerios… Territorios inters ciales” en: Hacia la Promoción de la Salud, vol. 14, núm. 2, julio - diciembre 2009, p. 28. ⁸Ariés, Philippe. Historia de la muerte en Occidente. Desde la Edad Media hasta nuestros días, 2000, p.196. ⁹Ibídem, p.40. ¹⁰Rodríguez Álvarez, Ma. De los Ángeles. Usos y costumbres funerarias en la Nueva España, 2001, pp.94-95. ¹¹Will de Chaparro, Mar na E. “De cuerpo a cadáver: El tratamiento de los difuntos en Nuevo México en los siglos XVIII y XIX” en: Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXIV, núm. 94, primavera, 2003, pp. 60-90. ¹²Rodríguez Álvarez, Ma. De los Ángeles. Usos y costumbres funerarias en la Nueva España, 2001, p.88. 13 Alluè, Marta. “La ritualización de la pérdida”, en: Anuario de Psicología, Facultat de Psicologia, Universitat de Barcelona, vol. 29, núm.4, 1998, p.73.

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La costumbre europea de enterrar en Iglesias católicas y claustros traída por los españoles a las colonias en América, había subsis do sin obstáculos de la misma forma que había ocurrido en dis ntos países de Europa, hasta que se comenzó a propagar en la población la idea de que los olores y los miasmas que producían los muertos generaban malestares e infecciones en los vivos. De esta manera, surgió el interés de crear cementerios en si os ubicados en los contornos de las ciudades con el fin de evitar el contagio de enfermedades y propagación de epidemias.¹⁴ Éstos fueron los primeros pasos de higienización pública, pues evidentemente, en aquel entonces no exis a una noción consolidada del cuidado perpetuo de los difuntos, ni de salud pública, y ciertamente, la idea de ocupar una tumba en forma exclusiva y a perpetuidad les era ajena. De acuerdo a la historiadora Mar na Will de Caparro: “Entonces, era común que, una vez que eran depositados los cuerpos recibían pocas atenciones. Paradójicamente, una vez que la familia dejaba el cadáver de su ser querido en el camposanto de la Iglesia parroquial éste q u e d a b a e x p u e s to a c u a l q u i e r c a n d a d d e indecencias. En el momento en que eran entregados, los huesos eran rotos y se desacomodaban en erros más an guos para su colocación, por tanto, la Iglesia era el único referente para familiares y amigos. Esta prác ca con el mencionado orden, tenía la intención de que la gente afirmara el carácter temporal del en erro, ya que dichas prác cas eran sumamente comunes en la Nueva España”.¹⁵

En el siglo XVIII la muerte comenzó a ser regulada por algunos principios de salud pública que alejaron la administración de estos menesteres casi por completo del dominio religioso; incluso los higienistas de la época tuvieron que enfrentarse además a las arraigadas prác cas culturales como la farmacopea, que era la creencia en que los esqueletos o sus fragmentos eran capaces de proporcionar la materia prima de remedios eficaces: “Estos remedios están determinados por la aplicación al cadáver de un principio general. Los huesos también enen un poder profilác co, Se recomienda llevarlos colgados al cuello o cosidos en los ves dos, no como un memento mori, sino por sus virtudes intrínsecas; es el deslizamiento de rosario hecho de vertebras, al amuleto profilác co. […] la lista de las propiedades benéficas del cadáver llega incluso al brebaje afrodisiaco compuesto a par r de los huesos calcinados de cónyuges felices y de amantes muertos. Los ves dos de los muertos, un fragmento incluso, curan los dolores de cabeza, eso es al menos lo que creían los belgas. […] Estos remedios de cadáver eran buscados y u lizados sobre todo por los pacientes ilustres, porque debían ser costosos y di ciles de preparar”.¹⁶ Si bien las costumbres funerarias de muchas sociedades requerían el consumo de una parte de los restos de los parientes muertos, en general, solo se ingerían las cenizas, la carne carbonizada o los huesos triturados. Aunque es importante mencionar que en zonas tropicales, las cenizas y los huesos representaban un importante medio de reciclar los escasos minerales.¹⁷ A principios del siglo XIX, aún era común que al encontrar un sacerdote en camino a brindarla extremaunción, se uniera a él un pequeño sequito de transeúntes que permanecían a su lado hasta el úl mo momento en la habitación del enfermo, por lo que la muerte se conver a en una ceremonia pública; incluso a pesar de la oposición de los médicos que, al trabajar bajo las primeras normas de higiene, se quejaban de la superpoblación de las habitaciones de los agonizantes, oponiéndose a nuestra visión actual de enfrentamiento ante la muerte. No obstante, a lo largo de este siglo puede observarse como paula namente va apareciendo una preocupación mayor y más frecuente por localizar la sepultura de los muertos, así un acto como este, que era prác camente ignorado, se volvió de vital importancia para sus contemporáneos, pues las tumbas se conver rían en el signo de su presencia más allá de la muerte.¹⁸ Posteriormente, estas prác cas y usos funerarios se some eron no solo a normas ru narias, sino a complejas regulaciones jurídicas y sanitarias. La legislación específica sobre la llamada policía sanitaria mortuoria es el fruto del proceso legisla vo realizado durante el siglo XIX. En el caso par cular de nuestra región, el movimiento polí co de reformas alcanzó y trastocó profundamente las costumbres y tradiciones de la sociedad mexicana a par r de un planteamiento cívico moderno con la creación del registro civil establecido en 1860 para el estado de Guanajuato. Entonces los en erros se convir eron en responsabilidad de las autoridades municipales, por lo que se tomó la decisión de erigir fuera de las ciudades panteones municipales, comenzando su historia como lugares “laicos” en la úl ma mitad de este siglo; pese a que por la abundancia de esculturas e imágenes católicas tenga el aspecto de un cementerio confesional, lo cual se debe a que, históricamente ha sido el culto profesado por la mayor parte de la población.¹⁹

Tumba ubicada en el panteón Municipal Norte de Celaya

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¹⁴Cardona Saldarriaga, Álvaro y Raquel Sierra Varela. “Salud pública y prohibición de enterramientos en las iglesias en Nueva Granada a finales del siglo XVIII” en: Revista de Gerencias y Polí cas de Salud, vol. 7, núm. 14, enero - julio 2008, p. 59. ¹⁵Aries, Philippe. The Hour of Our Death y Koch, Joan K. Mortuary Behavior Pa ering and Physical Antropology in Colonial St. Augus ne,en: Will de Chaparro, Mar na E., 2003, p. 76. ¹⁶Ariès, Philippe. El hombre ante la muerte, 1983, pp. 296-298. ¹⁷“Varias culturas quemaban los cadáveres, los exhumaban trascurrido un año o hasta quince para tragar las cenizas, hay también no cias de gente que devoraba porciones de carne del difunto asadas, aunque son menos frecuentes que los referentes al consumo de cenizas o huesos triturados”, en: Harris, Marvin. Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura, 1999, pp. 166-167. ¹⁸Ariès, Philippe. Historia de la muerte en Occidente. Desde la Edad Media hasta nuestros días, 2000, pp.73-74. ¹⁹Velásquez López, Paula Andrea. 2009, “Los cementerios… Territorios inters ciales” en: Hacia la Promoción de la Salud, vol. 14, núm. 2, julio-diciembre, p. 27.


Al concluir la construcción de los primeros panteones municipales, la ciudadanía no estaba conforme ni en disposición de aceptar su sepultura en dicho lugar debido a que no se encontraban sobre terrenos sagrados o cercanos a los templos, por lo que tuvieron que pasar varios meses después de haber sido enterrados los primeros cuerpos para que la población se fuera acostumbrando a visitarlos y cayeran en desuso los camposantos existentes. La idea de las inhumaciones en los cementerios civiles, fue además reforzada con la idea de que los en erros sin ataúd significaban una sepultura vergonzosa, por lo menos una sepultura de pobres,20 lo que dio auge a una era de construcciones pomposas para depositar los restos familiares o propios. Los nuevos cementerios comenzaron a llenarse de representaciones lúgubres con diversas composiciones entre las que destacan: “espejos, pompas de jabón, flores marchitas, relojes y demás imágenes metamórficas del fin de la vida”, además de otros objetos alusivos a los honores que proporciona la vida eterna, por ejemplo: “la trompeta de la Fama, el món del gobernante, el báculo y las llaves papales, una espada y un bastón de mando”.²¹ Durante la primera mitad del siglo XX, las usanzas médicas52 dieron un nuevo giro a la ac tud frente a la muerte, entonces comenzó a generalizarse los decesos en hospitales, pues la sociedad se encontraba inmersa en el mundo sép co de la higiene, el progreso de la medicina, y por supuesto, nuevas normas morales. La muerte ocurría en los nosocomios como consecuencia del progreso de las técnicas médicas que pretendían la disminución del dolor y la cura ante la enfermedad,²² por lo que se deduce que, en un lapso de aproximadamente tres decenios, se subvir eron costumbres milenarias. La principal razón que dieron los contemporáneos de la necesidad de ese cambio fue el carácter infeccioso de los cementerios tradicionales, así como los peligros que estos representaban para la salud pública; sin embargo, esto no se significa que la preocupación por la salud pública²³ estuviera ausente de los siglos XVI al XVIII, los fenómenos que se explicaban bajo preceptos cien ficos en el siglo XX les eran familiares, pero anteriormente pertenecían al mundo natural y sobrenatural. Por tanto, no fue el moderno ojo del médico higienista el que vio por primera vez los vapores mortales y las explosiones de gas de las sepulturas tradicionales, de acuerdo con Philippe Ariés, fue un médico alemán de apellido Garman que describió por primera vez en el siglo XVII todos los fenómenos observados en los cadáveres en su libro miraculis mortuorum; a pesar de que los diccionarios médicos de finales del siglo XVIII lo referenciaran tantas veces como un compilador carente de espíritu crí co.²⁴

Tomás Mondragón (1859) Alegoría de la muerte, óleo sobre tela, pinacoteca del templo de la Protesta, México. ²⁰Ariès, Philippe. El hombre ante la muerte, 1983, p. 176. ²¹Mínguez, Víctor. “Sombras e imágenes de la muerte en la américa Virreinal: arte y emblemá ca fúnebre”, en: Jornadas sobre Antropología de la muerte. Iden dad, creencias y ritual, 2012, p.212. ²²Ariès, Philippe. Historia de la muerte en Occidente. Desde la Edad Media hasta nuestros días, 2000, p.85. ²³Ibídem, p. 167. ²⁴Ibídem, pp. 168-172.

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El Bosco (1512-1515 ca.) El Carro de heno, óleo sobre tabla, Museo del Prado, España.

Para saber más: Los cementerios civiles que habían nacido por la exigencia de los empos y la decisión del Estado se convir eron posteriormente en si os de ambiente popular que dan cuenta de las nociones y costumbres derivadas de la cultura que los creó. Éstos comenzaron a dinamizarse a par r de la confrontación entre su funcionalidad y la apropiación individual y colec va.²⁵ El aseo funerario y las nuevas prác cas del siglo XX, comenzaron a res tuir las apariencias de la vida en los difuntos, con nuevos protocolos ceremoniales como la exposición en un salón donde el cuerpo recibe por úl ma vez la visita de su familia y amigos en medio de flores para posteriormente darle sepultura en cementerios diseñados como parques embellecidos por monumentos y des nados a la edificación moral de visitantes.²⁶ Finalmente, estas ac tudes que bien podrían pacernos pueriles dan tes monio de una adaptación rápida y precisa a condiciones complejas y contradictorias de sensibilidad, pues con dichas usanzas nació el período en el que, por primera vez, la sociedad niega a sus difuntos su estatuto propio.²⁷ En memoria de nuestros muertos, desterrados al olvido…

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²⁵Velásquez López, Paula Andrea. “Los cementerios… Territorios inters ciales” en: Hacia la Promoción de la Salud, vol. 14, núm. 2, julio - diciembre 200,9 pp. 29-30. ²⁶Fernández Fernández, Maximiliano. “Reseña de Los Cementerios Civiles de Jaime Lozano” en: Comunicación y Hombre, núm. 5, 2009, p. 214. ²⁷Ibídem, p.263.

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Mortuary prac ces in New Spain and its transi on period to the twen eth century Traditional practices regarding death reveal a close relationship with the general system of beliefs and thinking of humanity at different stages of history. In this way, the burial and funeral rituals architecture have become the main track and testimony for the interpretation of various ways of assuming death. Burials say more than a procedure to cover the skeleton, they mark out a ceremonial act that aims to counteract the effects of grief and suffering of living, quieting thus the anxiety produced by the body and the idea of death. During the New Spain in XVII century, death became a strictly regulated process by the clergy; thereby producing a profound change of attitudes and practices towards death that formerly practiced to start burying the corpses in sacred places with the expectation that its proximity to ingratiate died in facing this episode. It was until it began to spread in the population the idea that these usages generated ailments and infections in living, so the interest of creating cemeteries in sites located in the contours of the cities in order to prevent the spread of disease emerged and the spread of epidemics. Finally, in a span of about three decades, ancient customs were subverted. The funeral cleanliness and new practices of later centuries began to restore the appearance of life on the dead, with new ceremonial protocols. Thus, these attitudes that might well seem puerile testify of a quick and precise to complex and contradictory conditions of sensitivity, because with these usages the period in which, for the first time, the company denies their dead its own statute was born.

新しいスペインの埋葬慣行と20世紀への移行期 死についての 的な慣行は、 と歴史の異なる での人 の思 の一 的なシステムと な を明らかにしました。それは、埋葬と 葬儀儀式のアーキテクチャは死を ってのさまざまな を 釈するた めのメイントラックと なったことことです。埋葬は、 格をカバー する手順よりも い、このように体 で生成不 と死のアイデアを静 め、 しみや生活の苦しみの を打ち消すことを目的と儀式行為は述 べています。 スペインで17 の間に、死は 者によって に されたプロ セスになりました。これにより、 前の近さは、このエピソードが 面 している中で死 した り るすることを期 して な場 で死体を 埋め開 するために練習し、死に対する態度と実践の深遠な変化を生じ ます。それは人口では、これらの用途は、生活での病気や感染症を発生 したという考えを普及し始めたまではあったので、病気のまん延を防止 するために、都市の輪郭にあるサイトで墓地を作るの関心が登場します そして、疫病の蔓延。最後に、約三十年のスパンで、古代の習慣を破壊 されました。葬儀トイレ以降数世紀の新たな慣行は、新しい儀式プロト コルで、死者の生活の外観を復元するために始めました。このように、 よく見えるかもしれませんが、これらの態度は、たわいもないので、初 めて、期間中に生まれたこれらの用途で、感 の で矛盾する 件に 速かつ正 に 、同 は死んで、独自の 律を 否します。


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Sacrificio y muerte

de las esposas de Cristo Sacrifice and death of Christ wives キリストの妻の犠牲と死

Por: Laura Bibiana García Frías Centro de Interpretación Histórica, Las Batallas de Celaya, 1915

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omo seres consientes del inevitable fin de la vida, los seres humanos han buscado, desde las primeras civilizaciones, otorgarle un sen do a ese momento. La mayoría de las religiones han establecido la idea de una vida después de la muerte y de la existencia de dis ntas moradas para las almas. El cris anismo, basado en los textos bíblicos y filoso as de los llamados padres de la Iglesia, plantea la noción de que el hombre viene al mundo para hacer méritos y ganarse un lugar en el paraíso, el si o etéreo del bien y alejarse de las acciones contrarias a los mandatos cris anos que derivarían en arrojarlo al si o del mal, el infierno, donde se le cas gará por la eternidad.

De acuerdo a ello, desde la Edad Media la Iglesia Católica se centró en proliferar una doctrina basada en la exaltación de la creencia en la inmortalidad del alma y de la influencia de las acciones terrenales para su redención o perdición. La idea central era presentar a los fieles una aterradora visión del infierno, del que sólo podrían librarse siguiendo los mandamientos, realizando obras piadosas o pasando mor ficaciones. En este sen do, se crearon organizaciones de laicos dedicadas a la oración y a la realización de diversos servicios religiosos para contribuir a la salvación de las almas, éstas fueron denominaron cofradías y capellanías; no obstante, la ins tución por excelencia para la contemplación y la penitencia siguió siendo el convento.

Claudio Coello (1683) Santa Rosa de Lima. óleo sobre lienzo, Museo del Prado. Madrid,España.

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Durante la etapa de conquista en América, los evangelizadores impusieron estas creencias en los diferentes virreinatos, logrando que en todo ámbito de la vida estuvieran aludidos los dogmas cris anos. Esa sacralidad presente en la Nueva España tenía en el convento femenino su máxima expresión, pues sus habitantes habían decidido abandonar las nimiedades del mundo y dedicarse por completo a la penitencia, la oración y espera de lo que ellas denominaban el encuentro defini vo con Cristo, la muerte. El convento femenino cumplía dos funciones relevantes: en primer lugar, fungía como si o de resguardo, protección y educación de un sector considerado como vulnerable, las mujeres; en segundo lugar, cubría las necesidades espirituales de una sociedad anhelante de gracia divina, debido a que al consagrarse se les consideraba seres casi celes ales, que estaban en comunicación directa con los santos y con Dios, quienes escuchaban sus ruegos y oraciones. Por dichas razones, los novohispanos consideraban un honor tener una religiosa en la familia, pues garan zaba plegarias constantes por el bienestar sico y sobre todo espiritual de la comunidad. La entrada de una joven a un convento era acontecimiento notable, más aún si se trataba de la hija de alguna familia dis nguida. Exis a toda una ritualidad en torno al ingreso de una nueva aspirante; en primer lugar, la toma de hábito, que marcaba el inicio de su formación como novicia. Trascurrido uno o dos años de noviciado sucedía uno de los actos más significa vos, la profesión, ello implicaba la renuncia defini va al mundo, sus vanidades y placeres, para poder conver rse en una esposa fiel de Cristo. El ceremonial de profesión gozaba de gran importancia para la localidad, estaba a cargo de la priora, la máxima autoridad del convento; ante ella y sus hermanas de comunidad, la candidata proclamaba sus votos de clausura, pobreza, obediencia y cas dad, culminando con la recepción del velo y la portación de varios elementos con carga simbólica especial.


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Estos símbolos aludían a la nueva condición adoptada por la novicia, se le colocaba una corona de flores que representaba su unión indisoluble con Cristo, el matrimonio mís co y la “muerte para el mundo”; portaba además una palma ricamente adornada con flores, significado de la cas dad; un cirio como muestra de su fe y, en algunos casos, pequeñas figuras del niño Jesús. Las familias de estas jóvenes, deseando inmortalizar ese momento, solicitaban los servicios de un pintor para plasmar la escena que representaba una muestra viva de la sensibilidad barroca. Entre los tes monios de monjas que apuntan a esa entrega mís ca, se encuentra uno de los poemas atribuidos a Santa Teresa de Jesús, llamado Vuestra Soy, en el que se vislumbra la plena conciencia deesecompromisoeternoconladivinidad: “Veis aquí mi corazón, Yo le pongo en vuestra palma, Mi cuerpo, mi vida y alma, Mis entrañas y afición; Dulce Esposo y redención Pues por vuestra me ofrecí. ¿Qué mandáis hacer de mí?”

De acuerdo a la fe cris ana, las esposas de Cristo y el resto de los fieles: “vivían para morir y morían para vivir”, frase que marcó las pautas de comportamiento al interior de los conventos para dar sen do a la consagración religiosa. Esto representaba una vida de constante preparación para salvar el alma, en la que el vivir muriendo se traducía como una lucha individual y co diana entablada contra el pecado y la tentación, con el propósito de mantener la pureza del espíritu, conservar la amistad con Dios y triunfar sobre la muerte. Dicha batalla se efectuaba entre la naturaleza espiritual que mo vaba al hombre a ejercitar la virtud y la naturaleza corporal inclinada al vicio y al pecado;¹ ante esta circunstancia, la Iglesia novohispana, retomando los dogmas medievales, recomendaba acompañar la fe y la oración con otro po de actos que contribuyeran a la salvación.

Para el católico novohispano, experimentar dolor sico simbolizaba compar r y par cipar del sufrimiento experimentado por Jesucristo a lo largo de su Pasión. Para las monjas esta aproximación se presentaba de dos maneras: de forma involuntaria mediante “el padecimiento gozoso” de alguna enfermedad o voluntaria por medio de penitencias. Por dichas razones, tras los muros del convento se otorgaba un trato diferente a las monjas aquejadas por algún malestar, debido a que no sólo significaba una oportunidad de redención para quien sufría el padecimiento, sino que también representaba la ocasión de efectuar la caridad para sus hermanas, quienes debían proporcionarle lo necesario para sobrellevar su dolencia, mientras que las enfermas debían “manifestar los grados de perfección que adquirieron cuando tenían salud, llevando con paciencia la enfermedad, y dando poca moles a o importunidad a la enfermera”,² según se es pulaba en Cons tuciones de las diferentes órdenes religiosas. La postura ante el padecimiento se describe en muchas de las biogra as de monjas, que a imitación de los santos, trataban de sobrellevarlo de una manera indulgente. En esos escritos se narra el dolor sufrido por la enferma y principalmente se exalta la manera en cómo lo afrontaba con virtud y abnegación, pues dadas las condiciones de la ciencia médica de la época, en ocasiones los remedios resultaban más dolorosos que la propia enfermedad; por ejemplo, sangrías con sanguijuelas, purgas, cataplasmas, lava vas o infusiones de yerbas amargas eran las terapias habituales. En cuanto al sufrimiento voluntario, las órdenes descalzas, es decir las comunidades que optaban por una vida de austeridad y sacrificio al interior de sus claustros, fueron ejemplo de mor ficación, ya fuera por acción propia o por inducción de algún confesor. Este comportamiento penitente ocurría tanto en lo colec vo como en lo par cular e iba desde el ayuno hasta cas gos sicos severos.

Las prác cas expiatorias consis an en privarse de “alimentos preciosos” como carne o vino durante casi todo el año, pues éstos estaban reservados para ocasiones especiales o para las enfermas que requerían mayores nutrientes. Aunados a los ayunos impuestos por la Iglesia en fechas como: Cuaresma, Adviento, Corpus Cris , entre otros. Las monjas se asignaban sus prác cas por cuenta propia; éstas a veces consis an en ingerir solamente una mínima porción de alimento en todo el día o no tomar agua en un cierto lapso de empo. Algunas más, manifestaban sostenerse sólo con la hos a que recibían en la Eucaris a, lo que generaba una adjudicación de milagro.³ De igual manera, había variedad en cuanto a los cas gos corporales infringidos: desde usar un trozo de madera como almohada, no dormir o no usar calzado, hasta los que implicaban lesiones y heridas serias; varias de éstas eran consideradas como un medio para lidiar con la tentación. En ese sen do, hubo monjas que llegaron al extremo de intentar mu lar algún área de su cuerpo porque había sido objeto de halagos por parte de algún caballero, lo que podía simbolizar una ocasión de pecar. El uso de artefactos de flagelación estuvo muy extendido en las órdenes femeninas, los más frecuentes eran los cilicios, fajas entretejidas con púas que se ceñían a los brazos, las piernas o la cintura, apretándose más o menos, según el grado de dolor que se deseaba alcanzar; estas heridas constantes solían infectarse con facilidad, incluso se ene tes monio de casos en que hubo que arrancar el cilicio del cadáver de la monja porque ya estaba encarnado. Se recurría también a los azotes con sogas simples o que terminaban en puntas de hierro, mismas que producían un enorme dolor, pues rasgaban la piel desde el primer golpe.⁴ Esta diversidad de mor ficaciones tenía como único fin la búsqueda de la perfección religiosa y la muestra del amor desmesurado a Dios, que derivaría, según sus credos, en una buena muerte. Dicho acontecimiento marcaba el culmen de la vida religiosa, pues era el momento en que obtenían la recompensa por una vida de privación y sufrimiento.⁵ Cuando se vislumbraba el fallecimiento de alguna hermana, la comunidad realizaba todo un protocolo basándose en los oficios señalados por la Iglesia y lo es pulado en las Reglas y Cons tuciones de las diferentes órdenes, esto es, los manuales de comportamiento bajo los que se regían.

¹Lugo Olín M. C. Enfermedad y muerte en la Nueva España, 2005, p. 569. ²Téllez Gonzáles, M. El coro bajo del convento de San José: Espacio de la ritualidad femenina en el siglo VXII, 2013, p. 91 ³Catalán Marínez, E. Una vida de oración y penitencia. El ideal conventual femenino a través de las crónicas franciscanas, 2014, p.9. ⁴Ibídem, p. 12. ⁵García Ponce, M.C y Hurtado Arce, A. Ceremonial y ordinario en los ritos post mortem de las monjas no vohispanas, en: Vita Brevis, No. 8, junio 2016, Ins tuto de Inves gaciones Bibliotecológicas y de la Información, UNAM, pp. 1-12.

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Anónimo (1730 ca.) Dominica Sor María Gertrudis Teresa de Santa Inés “ El Lirio de Bogotá”, Óleo sobre lienzo, Museo de Arte del banco de la República , Bogotá, Colombia.

Si una monja enfermaba de gravedad, se organizaba el ceremonial en el que se hacía par cipe al resto de las religiosas, se comisionaba a una hermana para asear la celda de la enferma y adecuar el espacio para la recepción de los sacramentos. Sobre una mesa se colocaban velas, paños limpios, crucifijos y agua para efectuar el sacramento de la comunión; el alimento espiritual. Si el peligro de fallecer era inminente, la comunidad conventual se reunía en torno al lecho de muerte y se proseguía a otro ritual que implicaba suministrar el sacramento de la extremaunción, considerado como un viá co para poder emprender el camino hacia la eternidad; para ello, el sacerdote limpiaba las zonas del cuerpo que serían ungidas con el aceite sagrado, por lo regular, ojos, oídos, nariz, boca, palmas de las manos y pies.⁶ Una vez suministrados los sacramentos a la moribunda, en los pasillos, se llamaba a las monjas mediante una campanilla para congregarse en el coro de la iglesia y orar por ella. Cada paso a seguir en el ritual era relevante y no debía omi rse, pues significaba la preparación para la buena muerte. Una vez que la monja moría, el sacerdote rociaba agua bendita al cadáver y se hacían sonar las campanas del templo para que la población se enterara del fallecimiento. Las hermanas aseaban la cara, manos y pies de la difunta para ves rla con el hábito de la orden, colocarle el velo y depositarla en el féretro. Dependiendo de cada convento, en ocasiones, se le ubicaban imágenes religiosas como medallones, escapularios o crucifijos. La monja debía estar presentable para el encuentro final con Cristo, su esposo. Por ello se acostumbraba ataviar el cuerpo con otros ornamentos, como una variedad de flores que aludían a la pureza y a la feminidad, como rosas y claveles, así como la corona florida, esa que, en su profesión, había simbolizado el matrimonio espiritual y que en la muerte representaba la consumación mís ca de la unión.

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Si la monja había llevado una vida de perfección religiosa y representaba un ejemplo para la congregación, el convento ordenaba que se le realizara un retrato post mortem, no sólo para tener un recuerdo de una posible santa, también, como alusión a esa imagen de la virgen María, en que, según la Iglesia, su hijo Jesucristo la había hecho caer en un sueño profundo para elevarla a las cielos en cuerpo y alma, escena que sería conocida como la Dormición o Tránsito de María. De esta manera, se inmortalizaba el “paso” hacia la vida eterna, en el que el rostro de la monja transmi a la serenidad y paz que debía estar gozando el alma al contemplar la gloria. En ese sen do, se decía que los signos de san dad se percibían en las primeras horas después de la muerte y eran diversos, de acuerdo a las crónicas, los cuerpos de las monjas que “morían en olor de san dad”, cambiaban su aspecto, algunas recobraban la lozanía de la juventud, emanaban una dulce fragancia o su cuerpo era inmune a la putrefacción.⁷ En ocasiones se adjudicaban dones sanadores a los objetos que le habían pertenecido. Si era el caso, la población se reunía en los alrededores del convento con la intensión de obtener algo que haya estado en contacto con ella o simplemente para poder ver el cuerpo de la religiosa, depositado en un anexo de la iglesia llamado coro bajo. Después de que el cadáver era conducido al coro, en procesión, se cantaba una variedad de salmos y se rezaban oraciones específicas para la ocasión, se oficiaba una misa solemne en presencia de los familiares de la fallecida y se con nuaba con el ritual de enterramiento. La inhumación de las monjas se efectuaba en los coros de las iglesias, y si por algún mo vo no se podía efectuar en ese si o, eran sepultadas en los atrios. Los en erros sucedidos en fechas específicas, como Semana Santa o Navidad, merecían un ritual diferente, dada la importancia de la conmemoración.⁸ Las exequias no concluían con la sepultura, pues según el catecismo de la Iglesia los que se quedaban en este mundo debían colaborar con plegarias para el buen des no de los que par an, aunque en el caso de las religiosas, las mor ficaciones sufridas garan zaban, si no el pasar directo al cielo, por lo menos una estancia breve en el purgatorio; por ello, se debía orar y celebrar misas durante los nueve días posteriores al en erro. Si bien todo ese protocolo se efectuaba para seguir la norma va católica, el ceremonial funerario ayudaba a afrontar la ausencia y aceptar el hecho de la muerte. Así mismo, en el caso específico de las religiosas se efectuaba como un homenaje para resaltar las virtudes que las habían caracterizado y sobre todo para disponer el camino que la conduciría hacia la presencia de Dios.

Lo cierto es que conocer la ritualidad con la que se llevaban a cabo las exequias al interior de los conventos sirve para comprender un aspecto de la vida novohispana que enmarca todo un mis cismo y simbolismo propio de la época barroca, que ha dejado en los llamados retratos de monjas coronadas una muestra de una creencia firmemente arraigada, signo de una sociedad que forma parte de nuestra iden dad como mexicanos.

⁶García Ponce, M.C. “Exequias en los conventos novohispanos de religiosas carmelitas descalzas”, en: Vita Brevis No. 7, julio- diciembre 2015, pp. 92 -95. ⁷Catalán Marínez, E. Una vida de oración y penitencia. El ideal conventual femenino a través de las crónicas franciscanas. SÉMATA Ciencias Sociais e Humanidades, vol. 26, 2014, p. 266. ⁸García Ponce, M.C. “Exequias en los conventos novohispanos de religiosas carmelitas descalzas”, en: Vita Brevis No. 7, julio- diciembre 2015, Ins tuto de Inves gaciones Bibliotecológicas y de la Información, UNAM, p. 97.


Para saber más: Catalán Marínez, E. Una vida de oración y penitencia. El ideal conventual femenino a través de las crónicas franciscanas. SÉMATA Ciencias Sociais e Humanidades, vol. 26, 2014, pp. 247-270, disponible en:www.usc.es/revistas/index.php/semata/ar cle/download/1853/2328 García Ponce, M.C. “Exequias en los conventos novohispanos de religiosas carmelitas descalzas”, en: Vita Brevis No. 7, julio- diciembre 2015, Ins tuto de Inves gaciones Bibliotecológicas y de la Información, UNAM,pp. 89-98. Disponible en: h ps://revistas.inah.gob.mx/index.php/vitabrevis García Ponce M.C y Hurtado Arce A., “Ceremonial y ordinario en los ritos post mortem de las monjas novohispanas”, en: Vita Brevis , No. 8, junio 2016, Ins tuto de Inves gaciones Bibliotecológicas y de la Información, UNAM. Disponible en: h ps://revistas.inah.gob.mx/index.php/vitabrevis/issue/viewIssue/646/665 García, S. D. “Ves das a la espera del esposo: imagen y liturgia de la virginidad consagrada en los retratos de monjas”, en: Congreso Internacional Imagen Apariencia. Noviembre 19, 2008-noviembre 21, 2008, p. 74. Servicio de Publicaciones, disponible en: congresos.um.es/imagenyapariencia/imagenyapariencia2008/paper/view/2101/2061 Lugo Olín, M. C. “Enfermedad y muerte en la Nueva España”, pp. 555-586, en: Rubial García A. (coord.) Historia de la Vida Co diana en México II, La ciudad Barroca, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 2005. Mendoza, José Carlos Vizuete. "Morir en comunidad. Usos, costumbres y rituales en torno a la muerte en monasterios femeninos hispánicos.", en: El mundo de los difuntos: culto, c o f ra d í a s y t ra d i c i o n e s . Ed i c i o n e s E s c u r i a l e n s e s , 2 0 1 4 . D i s p o n i b l e e n : h ps://dialnet.unirioja.es/descarga/ar culo/5043993.pd Picher, Mercedes López. "Ac tudes y creencias en torno a la muerte en el convento de Religiosas Capuchinas de A Coruña (siglos XVII-XIX), en: El mundo de los difuntos: culto, c o f ra d í a s y t ra d i c i o n e s . Ed i c i o n e s E s c u r i a l e n s e s , 2 0 1 4 . D i s p o n i b l e e n : h ps://dialnet.unirioja.es/descarga/ar culo/5044001.pdf Téllez Gonzales, M. El coro bajo del convento de San José: Espacio de la ritualidad femenina en el siglo VXII, Tesis, UNAM, México D.F, 2013.

Sacrifice and death of Christ wives Most religions have established the idea of a life a er death and the existence of different dwellings for souls. Chris anity raises the no on that man comes into the world to make merit and earn a place in paradise, so they have focused on a doctrine based on the exalta on of belief in the immortality of the soul and the influence of earthly shares for redemp on or destruc on. In this sense, lay organiza ons dedicated to prayer to contribute to the salva on of souls were created; however, the ins tu on by excellence for contempla on and penance remained the convent. At the me when a young, self or family voca on, was devoted to the convent she was regarded as an almost celes al being, which made heir entry into a remarkable event. The ceremony was in charge of the prioress, who gave him the symbols alluding to his new condi on and indissoluble union with Christ, the mys cal marriage and "death to theworld." Later, when the death of a sister loomed, the community conducted a whole protocol based on trades iden fied by the Church, each next step in the ritual was relevant, it meant the final encounte rwith Christ, her husband. Therefore it was customary to fix the body withot her ornaments, and a variety of flowers alluding to purity and femininity, and the crown that had symbolized the spiritual marriage and death represented the mys cal consumma on of the union.

キリストの妻の犠牲と死 ほとんどの宗教は死後の世界と魂のために異なる住居の存在の概念を確 ⽴しています。キリスト教は男がメリットを⾏い、楽園で場所を稼ぐた めに世界に⼊ってくるという概念を提起するので、彼らは、霊魂の不滅 の信念の⾼揚との影響に基づいて、教義に焦点を当てています償還また は破壊のための地上の株式。この意味で、魂の救いに貢献することを祈 りに専念する組織が作成されたレイ。しかし、熟考と贖罪のための機関 ⾶び抜けて優秀では修道院のまま 若い、⾃⼰または家族の職業は、修道院にのめり込んでいた時、彼⼥は 驚くべきイベントへの参⼊をしたほとんどソレスタルビーイング、とし ました。式典は彼にキリスト、神秘的な結婚との彼の新しい条件と不溶 性の組合をほのめかしシンボル与え院⾧、担当した「世界に死を。」姉 の死が間近に迫ったときに後で、コミュニティは、教会で識別される取 引に基づいて、全体のプロトコルを実施し、儀式の各次のステップは、 関連した、それはキリスト、彼⼥の夫との最後の出会いを意味していま した。したがって、彼は他の装飾品に使⽤された本体と、純度と⼥性ら しさをほのめかし花の様々な、そして精神的な結婚を象徴し、死が組合 の神秘的な成就を表現していた冠を固定します。










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El canto religioso popular

y sus funciones en los ritos funerarios dentro de las comunidades rurales

Por: Abel Gustavo Huerta García

The popular religious singing and their func ons in the funeral rites in rural communi es 農村地域での葬儀で人気の宗教曲とその機能

Manuel Leal, (sin fecha) Cortejo fúnebre de un angelito, grabado, recuperado de: Cervantes G. Luis, “En erros”, en Viñetas Guanajuatenses, Guanajuato, Dirección Municipal de Cultura, 2006, pág. 79.

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l canto religioso popular es el medio por el cual la gente humilde y sencilla de nuestras comunidades rurales expresa su sen miento piadoso. Mencionamos específicamente estos casos, porque son los espacios donde se han conservado las agrupaciones de cantores que man enen viva la existencia de dichas coplas. Las ciudades en algún momento tuvieron coros que manipularon éstas melodías, pero la influencia modernizante y la ausencia natural de las generaciones ha borrado de esta interesan sima tradición. La comunidad rural muchas veces por su lejanía y olvido se ha conver do en el reducto donde encontramos aún tesoros musicales. Cabe mencionar que a través de la par cipación colec va de cantores se colecciona, prac ca y transmite por tradición oral las creaciones populares, a diferencia de los textos poé cos, pues muchos de estos se encuentran manuscritos en viejos cuadernos y hojas sueltas. La parte musical se aprende “de oreja”, de generación en generación. La tarea di cil es datar con precisión la an güedad de los grupos corales y de algunas melodías; no obstante, los actuales integrantes de estos se dicen ser herederos de ésta tradición y rastrean su origen hasta la generación de los bisabuelos, aproximándonos entonces a 200 o 230 años de su existencia.

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El uso de estos cantos ha sido variadísimo, solo por mencionar algunas aplicaciones, podemos apuntar: Acción de gracias al inicio y final de la jornada de trabajo; a los Santos Patronos; los festejos de Semana Santa y Navidad; roga vas; el Rosario cantado y funerales. De estos úl mos se mencionan aquellos que se han usado en los ritos mortuorios, tanto de difuntos mayores como de infantes o “angelitos”. Parte importante en los rituales para difuntos es el amortajamiento. En el caso de los niños, en múl ples ocasiones los padres que perciben el fallecimiento del infante por algún padecimiento y su gravedad, cuentan con el empo para prever ciertos accesorios del escenario; sin embargo, algo preocupante es que mueran sin antes ser bau zados, acontecimiento que por mal des no muchas veces así se presenta. Si la muerte es inminente y es posible convocar a los futuros padrinos, o bien ya padrinos, le dan la bendición junto a los padres. Los padrinos toman las providencias oportunas para aportar los objetos que la tradición contempla: velas, una varita de flores, listones, palma, una corona y sus huarachitos.

Se monta un altar sobre una mesa, sillas o una cama, si se ene capacidad económica y el empo suficiente, el carpintero más próximo fabricará el armazón adecuado al que se integran velas o veladoras blancas; se decora además con múl ples ramos de flores que compran los padres y padrinos, otras son aportación de parientes y el vecindario. En este escenario, el cadáver es colocado sobre sábanas blancas y la cabecita reposa en una almohadita del mismo color, pues simbolizan la pureza e inocencia. En ocasiones es ves do con su “ropón de bau smo” al que, en algunos lugares, se suele agregar estrellitas o florecillas de papeles vistosos. También se es la ves r al infante como algún santo, los padrinos proporcionan la indumentaria que es un tanto variada; si son niñas puede ser de Santa Teresita, la Virgen del Carmen, la Asunción, etc.; por otro lado, los niños pueden ser arropados con el hábito de San Mar n de Porres o los ropajes del Sagrado Corazón, el Arcángel Miguel, San José u otros.


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‘La fotogra a pertenece a la colección del Sr. Rafael Carreño Camargo, Celaya, Gto., y obtuvo el 1er. lugar en el Concurso de fotogra a an gua sobre la ciudad de Celaya, convocado por el Consejo Consul vo Editorial del Bajío, A.C. y el Gobierno Municipal de Celaya, en el año 2008.

Recostado o sentado se procede pues a ves rlo, se ata a las manitas las flores, la palma y la varita, que pueden también ser colocadas entre los bracitos, posteriormente se calzan los pies con sandalias de cartoncillo y forro dorado. La corona, hecha de cartulina o cartón, será lo úl mo que se le integre y cons tuye el momento más importante dentro del ritual. En algunos lugares, antes de ser enterrado, también se ata a la cintura del infante un listón más largo que sus piernas, en el cual proceden a realizar nudos, primero los padres, después los padrinos y si hay espacio los parientes y amigos, pues esta prác ca cons tuye el recuerdo de cada uno de los que par ciparon en la ceremonia con objeto de que en la Gloria el pequeño no los olvide.

En el texto “Despedimiento a un Angelito” se confirma, en algunas de sus estrofas, por medio de versos, mucho de lo antes dicho.

Vamos en nombre de Dios a ves r a este ángel bello, de la punta de los pies hasta el úl mo cabello.

Ángeles y Serafines acompañen este altar, ¡ah!, qué dicha de padrinos que un ángel van a entregar.

Recibe palma y corona hasta de dos mil primores, ángel que vas para el cielo niño cubierto de flores.

Los padrinos con las flores con grande gusto y contento, pues ya van a entregar aquí el primer sacramento.

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“La coronación de un ángel” es otro texto que se acostumbra para ser entonado en éstas circunstancias, describe por boca del niño los accesorios que porta y su coronación. Ya se ha llegado la hora de ponerme en el camino, a recibir la corona que me dieron mis padrinos. Ya tengo la flor de mano que a la Gloria me des na, y en un lado está la palma que me entregó mi madrina. Tienes tu bella corona que te puso tu madrina, te recibirá mi Dios, con una flor matutina. Para un adulto difunto es sumamente sencillo -aunque desde luego, no está ausente la tristeza y congoja que invade a los deudos al igual que con los angelitos-, pero se carece de algunos aspectos solemnes y . formales como en los ritos para infantes que pintan el acontecimiento con ntes casi fes vos. En el caso del adulto es ves do con sus mejores ropas, reposa en su cama, que preferentemente se arreglará con sábanas blancas mientras se consigue la caja por compra en el lugar correspondiente o bien por hechura de carpintería, finalmente se colocan las cuatro velas en cada una de las esquinas de la caja y en floreros improvisados se ponen las ofrendas florales. En cuanto se enteran de la muerte, l ya sea un adulto o un angelito, los cantores son inmediatamente reunidos, se aproximan al lugar donde se encuentra el difunto e inician con su repertorio la parte que les corresponde en los ritos funerales. Cabe mencionar que son poseedores de una extraordinaria memoria, por lo que fácilmente pueden amanecer cantando diversas melodías, aunque procuran interpretar aquellas que más se adaptan al momento. Entre la variedad de cantos existe un texto que aún se conserva y se usa con mucha frecuencia en el norte de nuestro estado: “El Despedimento del Difunto”, un canto compuesto de dieciocho estrofas. Este es una impactante descripción del muerto que se despide de su familia, parientes, compadres, amos, del entorno, el agua, las montañas, los astros y en general del mundo; sin dejar la conexión religiosa pues cita también a San Gregorio, a San José, la confesión, el purgatorio y el infierno.

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De éste canto se presenta la notación musical y las estrofas completas. Adiós, mi acompañamiento el que me ha estado velando, ya se llegó la hora y empo de que me vayan sacando.

Hijos míos yo no quisiera escuchar su triste llanto, porque voy al camposanto a que me coma la erra.

Bendito sea para siempre mi Jesús Sacramentado, que amigos, deudos, parientes lleven mi cuerpo cargando.

Adiós, al triste lugar, donde yo estuve tendido, por amor de Dios les pido que me vengan a cargar.

Quédate esposa con Dios ya me voy a separar, nos veremos ambos dos en el santo tribunal.

En fin mi querida esposa ahí te dejo a mis hijitos, me voy a la sepultura por los siglos infinitos.

Adiós, padre de mi vida madre de mi corazón, legó la triste par da para la eterna mansión.

De todos mis parientes me despido en general, dispensen hoy las moles as de venirme a acompañar.

Pero ¡ay!, si voy al infierno por no haberme confesado, y en el cas go del Señor vaya yo a ser condenado.

Adiós, hijos de mi vida hijas de todo mi amor, ya voy para el camposanto por mandato del Señor.

Adiós, compadres queridos ya me van a sepultar, al sepulcro del olvido donde hemos de ir a parar.

Espero que San Gregorio, de ahí nos ha de sacar, de aquel santo purgatorio donde voy a compurgar.

Adiós, hermanas y hermanos ¡válgame la Virgen pura! a conver rme en gusano, me voy a la sepultura.

Adiós, mundo delicioso donde tuve que triunfar, ya llegó el día riguroso de empezar a compurgar.

Alaben hoy mis hermanos al patriarca San José, en los cielos y en la erra y en todo lugar. Amén.

Adiós, mis queridos suegros nietos en todo lugar, por amor de Dios les pido que me vengan a cargar.

Adiós, astros y luceros luna, sol y firmamento adiós arenas y vientos que fueron mis compañeros.

Adiós, mis señores amos ya me voy al triste olvido, adiós mi casa querida en donde estuve tendido.


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Cuando muere alguien en nuestras comunidades rurales se acostumbra anunciarlo con cohetes y el doblar de las campanas si se ene capilla, igual que para las fiestas de los Santos Patronos o en circunstancias que impliquen la par cipación del colec vo. En el caso de los angelitos, se incrementa la quema de cohetes en el momento en que es coronado, siendo parte importante de este ritual funerario, aunque en ambos casos esta costumbre sigue vigente y acompaña al cortejo fúnebre en su camino al camposanto.

The popular religious singing and their func ons in the funeral rites in rural communi es The popular religious singing is the way by which people express their pious sen ment. The use of these songs has been very varied, just to men on some applica ons, we aim: Thanksgiving at the beginning and end of the working day; patronsaints; the celebra ons of Easter and Christmas; supplica ons; the Rosary sung and funerals. We have just men oned those that have been used in the funeral rites of both, departed grown-ups and infants or "li le angels". An important part in the rituals for the dead is the rouding. In the case of children, they are considered: candles, a wand of flowers, ribbons, palm, a crown, their shoes and an altar on a table decorated with flowers. For an adult deceased is easier though of course, although sadness and sorrow are not absent, they invades the bereaved rela ves like the angelitos-, but lacks some solemn and formal aspects and rites for infants pain ng the almost fes ve event with dyes. As they learn of the death, whetheranadultor a li leangel, thesingers are immediately as sembled, they approach the place where the deceased and ini ate their repertoire. Among the variety of le ers there is a text that it is s ll preserved and is used frequently in the north of our state: "The Despedimento del Difunto," a song composed of eighteen verses describing how a late goodbye to his family and environment.

農村地域での葬儀で人気の宗教 人気の宗教的な歌は人々が彼らの敬虔な感情を表現する手段です。これら の曲の使用は、我々が目指して、ちょうどいくつかのアプリケーションは もちろんのこと、非常に多様されています:感謝祭の作業日の始めと終わ りに。守護聖人。イースターやクリスマスのお祝い。ロザリオは歌わと葬 式。後者の両方が古い幼児や「小さな天使」として出発し、葬儀の儀式で 使用されているものに言及しました。 死者のための儀式で重要な部分はシュラウドです。子供の場合には、それ らが考慮される:ろうそく、花、リボン、手のひら、クラウン、靴の杖や 花で飾られたテーブルの上に祭壇も用意されています。故人の成人の場合 はもちろん、天使のような遺族に侵入不在悲しみと悲しみはありませんが 容易である - しかし、塗装幼児のためのいくつかの厳粛な、フォーマルな側 面と儀式を欠いています染料とほぼお祭りイベント。彼らは死を知るよう に、大人や小さな天使は、歌手がすぐに組み立てられているかどうか、彼 らは彼らのレパートリーの葬儀でのシェアを開始故人と場所に近づきます。 手紙の様々な中でも、まだ保存されていると私たちの状態の北に頻繁に使 用されるテキスト、「さらばデッド、「彼の家族や環境にどのように後半 に別れを記述する18の詩から成る曲があります。


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La simetría rota:

Rotación entre la vida y la muerte The broken symmetry: rota on between life and death 対称性の破れ:生と死の間の回転

Por: Luis Enrique Ferro Vidal Dpto. Estudios Culturales Demográficos y Polí cos Universidad de Guanajuato

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l día de hoy en este andar me toca personificar el omega. Seré su nigromante, esperando que cuente con una moneda para pagar el peaje al flácido de Caronte en este camino que hemos de tomar. No tenga miedo, Cerbero está durmiendo y podemos pasar por los círculos del cielo y del infierno, que es lo mismo que el sen do de la vida y de la muerte. Tomemos el navío que está esperando ya para pasar por la ruta que algún día hemos de tomar y que los muertos ya conocen, para que nuestras almas sean pesadas y nos daremos cuenta que tan solo enen el peso de una pluma, por lo menos así lo pensaban los egipcios. Los granos de arena comienzan a caer del reloj de la muerte quien me susurra al oído que es momento de iniciar nuestro andar. Así, la corrupción del cuerpo toma parte del ciclo de la vida, la carne alimenta gusanos que dan de comer a las aves, lo mineral del cuerpo carcomido se une con lo mineral de las profundidades para abonar la erra que da nutrientes a las plantas que dan frutos para ser comidos por nosotros mismos. Somos seres vivos que por vivir bajo los gobiernos de la naturaleza y contar con materia no podemos escapar de las inclemencias del empo; nos percatamos de esta situación al mirarnos al espejo, ver crecer a nuestros hijos, por los cambios sicos, etc. Al ser conscientes del paso en el con nuo devenir nos percatamos que todo va y viene, que somos ritos de paso en dis ntas etapas de la vida, que las monedas son redondas para que circulen. En sí la vida es el principio y la muerte el movimiento, porque hemos nacido para morir. En ese transcurrir entre la vida y la muerte, la existencia que provoca nuestras experiencias en este mundo, dejan de ser lo que es para conver rse en otra cosa que no sea esta vida. En síntesis la muerte es solamente la transformación de la materia en los ciclos del empo.

Según la ciencia sica todo ocupa un lugar en el espacio, porque la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma; por lo que se puede pensar que en el universo todo ene una conexión lógica en donde nada se desperdicia, cada cual y cada quién su momento y su empo. Así el hombre ante la inmensidad que le rodea no es más que un minúsculo granito de polvo cósmico, ante su empo tan sólo un instante, porque somos el paso de un con nuo devenir. En la naturaleza nada se desperdicia, ejerce su gobierno ejecutando sus leyes de transformación de tal forma que:

Cortesía de Luis Enrique Ferro Vidal.

“Los seres vivos envejecen, agonizan, se ex nguen; los cadáveres se corrompen y luego se mineralizan antes de “conver rse en polvo…” Y la muerte no es propia sólo del hombre y de los seres vivos. Afecta a todo lo que ene dimensión temporal: las sociedades se desmoronan, los sistemas culturales y las etnias entran en decadencia, los objetos se desgastan convir éndose en residuos y ruinas, y las estrellas perecen de dos maneras: transformándose en enanas blancas o, porexplosión,ensupernovas.”¹

El saber que vamos a morir y que es para la eternidad, provoca un sen do de temor ante la inconmensurabilidad que nos rodea, sufrimos un sen miento de angus a que ha perdurado desde que el hombre le dio sen do a la muerte, según Lurker:“La historia del encuentro con la muerte empieza propiamente con el miedo a la muerte, a lo inquietante, porque con la muerte salimos del ámbito terrestre que nos es familiar para entrar en lo incierto, lo desconocido y sin nombre; para entrar en la nada, como creen no muchos... se trata de del miedo a algo desconocido, a la erra sin descubrir [...]”² de tal manera que en ese sen miento de vacío de lo incierto y lo desconocido los hombres han entretejido un velo entre el donde se está y donde no se está. No obstante, ese temor nace de algo más profundo, porque mucho se dice de ella, cuantas personificaciones no intentan materializar su imagen; sin embargo, quien la ve no puede hablar de ella porque ha perdido la fuerza vital necesaria para comunicarse con los vivos.

La muerte con el silencio que expele por los muertos nos ha dado de beber de su conocimiento, nos invita a reflexionar con su presencia y a centrarnos en este mundo dimensional que nos corresponde; enseñando su sabiduría por igual y sin discriminación, porque cuando aparece siempre nos pregunta: ¿quiénes somos? ¿a dónde vamos? Y ello nos remite a cues onarnos: ¿de dónde venimos?, y damos con estas preguntas movimiento a nuestro mundo. Estas mismas preguntas también hacen una réplica en nuestra vida biológica, en el ciclo de vida en el cual nacemos, nos desarrollamos y morimos. La muerte nos hace sabernos finitos en un infinito y no sólo eso, al preguntarnos ¿de dónde venimos? ponemos espacio a donde vamos al morir y si lo que soy en vida juega un papel importante al morir. ¹Thomas, Vincent, La muerte una lectura cultural, 1998, pp. 12-13. ²Lurker, Manfred. El mensaje de los símbolos, Herder. Barcelona, 1998, p. 249.

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En ese sen do, para apaciguar los temores a lo desconocido, hay que darle una explicación que genere una respuesta al problema, porque: “Si dejamos de lado el largo proceso de descomposición y mineralización del cadáver, lo que sobreviene después de la muerte está relacionado con dos registros principales: el de las prác cas rituales y las creencias tranquilizadoras”.³ Esos dos registros generan una gran variedad de mitos y ritos funerarios para expresar con palabras, símbolos, ofrendas, danzas y sacrificios que funjan como puente, para hacer de lo desconocido algo conocido en el leve transitar de la vida. Estos elementos son hilos de la vida, hilvanados por los hombres para encontrar en la trascendencia un encuentro con la inmortalidad y no estar solo. Es llevar orden al desorden que provoca la muerte, porque al aparecer irrumpe mi costumbre, mi ser y mi cuerpo; me aleja de este empo y de este espacio. Al desvanecerme dejo de exis r en este plano y surge un temor a la muerte por el apego a la vida y lo que gira alrededor.

La muerte a su vez, es una encrucijada ambivalentemente bipolar, por un lado, es cuerpo y por otra alma, inserción y separación, acercamiento y alejamiento, alegrías y tristezas, además toma forma en colores blancos o negros; pero son parte de una misma estructura que no se disocia; por un lado nos liga a la naturaleza y por otro lado el pensamiento con el infinito. La muerte tan temida, une lo mortal con la tranquilidad que se produce el saberse inmortal, permi endo experimentar por las experiencias esté cas de las culturas la existencia de algo que trasciende las carnes que nos da esencia de lo que somos en realidad y no queda desunido a este mundo. El médico lucha contra la muerte, mientras el paciente observa un túnel de luz que lo tranquiliza; algunos afirman que ven seres queridos en ese momento.

En el mundo otomí, en la muerte de los niños, los padrinos amarran dos hilos en las muñecas de los brazos para que cuando muera el niño, conver do en angelito, envíe esos hilos de la vida para que atraviesen directamente el cielo sin penalidades. En la India, se piensa que al dormir el alma se separa del cuerpo y nunca debe separarse de un hilo de plata para poder regresar al cuerpo. Hay en algunos lugares donde la muerte es un vuelo mágico. Muchos ejemplos más se pueden decir haciendo referencia al ADN, vínculos con extraterrestres, la fe por la ciencia, etc. Simplemente estos ejemplos nos enseñan las formas en que la humanidad refleja un sen miento de inmortalidad para unirnos en vida a un eterno con nuo en donde nada desaparece, sólo se trasforma. Así vivos y muertos conviven, sin perder contacto a través de un hilo de la vida que se gesta como un arcoíris que une dos puntos.

La vida sin muerte no es vida, ni la muerte sin vida. Ahí se desentraña la gran enseñanza de este tema pues se entrelaza vida y muerte como en los pueblos indígenas y campesinos de nuestro país, donde el principio y fin son el ciclo agrícola que se hace con fiesta y algarabía; siempre esperan nuevamente la fiesta para reencontrar con esperanza el orden del final. Es el principio del renacimiento y de la renovación de una abundancia que le otorga con nuidad a la especie. Los otomíes explican que la vida es un purgatorio transitorio y que la verdadera vida será la que se encuentre en el panteón. Por tales mo vos en esto del principio y el fin nada está escrito y se seguirá escribiendo de esto hasta que el úl mo poeta desaparezca. Mientras tanto estamos aquí, hablando con un Caronte que enmudece con cada pregunta que realizo, lo único que repite en este andar es: ¿acaso la vida y la muerte no es una apuesta?⁴ Esa es una de las cualidades de la muerte, el des no y ello nos invita a jugar en esta vida que gira como ruleta de la suerte, el azar es el designio, no por nada pensaron los griegos que era hija de la noche y hermana del sueño, porque tal vez por las noches en el sueño estamos inmunes de la realidad y no es tan fácil engañarla, siendo que durante el día tratamos de pillarla con cirugías y búsqueda de fuentes de eterna juventud dotadas de an oxidantes, ntes y dentaduras pos zas. Siempre se busca engañarla, perosiempretriunfa. ³Thomas, Vincent, La muerte una lectura cultural, 1998, p. 114. ⁴Barley, Nigel. Bailando sobre la tumba, 2000, p. 289.

Cortesía de Luis Enrique Ferro Vidal.

Cortesía de Luis Enrique Ferro Vidal.

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Cortesía de Luis Enrique Ferro Vidal.

hilos de plata. Mientras ella camina con el empo en sus manos, nosotros lanzamos dados para subir por escaleras y caer por las picaduras de las serpientes, o llanamente ramos los dados para peregrinar con el juego de la oca para alcanzar un fin que nos de la alegría de tocar la fugacidad de la vida, encarándonos en el libre sen miento de trascendencia e inmortalidad. En ese sen do: “Empieza a extenderse el desasosiego en torno a lo fino que habría que hilar a la hora de hacer estas clasificaciones, sobre como cargar los dados contra nosotros en las apuestas sobre nuestra mortalidad, pues la ausencia de seguro de vida puede traducirse en ausencia de crédito, hipoteca, casa y vida social. Peor aún, cuanto menos imprevisible sea nuestra muerte, más prisioneros de un des no decidido de antemano y menos libres somos.”⁵ De esa forma el número trece es su Arcano, con huesos rosas nos observa como arañas que corren por un laberinto, luchando contra monstruos hilando y deshilando el secreto de la vida y de la muerte; observa que le tememos al es ércol siendo que ella observa rosas, es el hilo conductor que da sen do a la vida y sin la muerte no sabríamos qué es la vida. La muerte juega a esconderse apareciéndose de repente, nosotros corremos y tratamos de escondernos para no verla. ¿Por qué tanto correr? si ella es el verdadero hilo de la vida por ser quien nos da de beber del manan al de la vida, no sólo espiritual, sino de la resurrección de la materia. Este hilo conductor del mundo de lo vivo y de lo muerto no puede ser más que de plata, porque es el símbolo del amor; basta con observar como una semilla muere para que un tallo se desarrolle abriéndose brecha en los caminos de la vida, para sen r el calor del sol y su liberación. Ese es el suspiro de la muerte que se besa apasionadamente con la vida en el eterno con nuo del empo, hilvanando

En lo que se hilvanan los hilos de plata que nos une al micro con el macrocosmos, las cartas de tarot se revuelven, se mezclan y de su mano aparecen figuras que todo lo representan, y marcan el pasado, el presente y el futuro. Conforme el azar se entremezcla en los asuntos de una vida humana el universo se va acomodando, el bien y el mal se entrelazan para dar una orientación a quien quiere conocer su suerte. Dentro de sus cartas se mueve una muy especial, una que no ene número o si lo ene es el cero, principio y fin del amor, la templanza, la muerte y la fortuna, en sus manos ene la existencia, porque lleva por nombre: el loco. En las artes quiromán cas no se ha definido aún dónde debe colocarse, si al principio, en el medio o al final, pues en todos los lugares cabe porque es el mago, el genio, el hierofante y creador que viaja en una carroza para dirigir el mundo. Está loco, tan loco, que representa al serhumano, él todo lo hace girar, da movimiento a suvida para dirigirel rumbo de su propio des no, que por cues ones de su libertad, de su jugueteo, se va formando y consumando, porque en cada viaje, transmuta y construye una ruptura de simetría en la especie humana donde: “Se dan las condiciones de todas las formas posibles en lugares diferentes. Nosotros observamos el desarrollo de una de las posibilidades que permi ó a la vida evolucionar” Así es el loco, busca seguir al universo en su expansión porque en todos los lugares cabe debido a que define su evolución.

Una de estas rupturas de simetría en la vida de los hombres es la muerte, que consiste en una expresión de la naturaleza que afecta por igual a todos los seres que en ella viven, por compar r esta experiencia busca una manera de vivir su muerte, haciendo o llenando lo natural de significado. Es por todo esto, que el ser humano busca formas para no olvidar, porque cuando el recuerdo o los sueños ya no son suficientes para observar y compar r un momento con los seres queridos, necesita de alguna manera materializarlos, traerlos aquí, al lugar en el que se les quiere y se les es ma con la finalidad de compar r con ellos nuevamente; aunque sea un instante más, ya que en este país como en muchos otros más, la muerte se convierte por su condición natural y su repercusión social, en uso y costumbre de la vida y la existencia por querer entender aquello que llamamos muerte. Para saber más: Barley, Nigel. Bailando sobre la tumba, Anagrama, Barcelona, 2000. Barrow, John D. Teorías del todo, Crí ka, España, 1994. Barrow, John D. /Silk, Joseph. El lado izquierdo de la creación, Fondo de cultura Económica, México, 1998. Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos, Siruela, España, 1998. Lepain ne, Francois. Las voces de la imaginación colec va. España, 1997. Lurker, Manfred. El mensaje de los símbolos, Herder. Barcelona, 1998. Sagan, Carl. Los Dragones del edén, Ed. Crí ca, España, 1985. Sánchez, Antulo. Territorios virtuales, Taurus, México, 1997. Thomas, Vincent, La muerte una lectura cultural, Paidós, España, 1998. Thompson, Damián. El fin del empo, Taurus, España, 1998.

⁵Íbidem, p.290.

Cortesía de Luis Enrique Ferro Vidal.

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The broken symmetry: rota on between life and death According to physical science everything occupies a place in space, because the ma er is not created nor destroyed, only transformed; so you may think that everything in the universe has a logical connec on where nothing is wasted. Thus corrup on body takes part of the cycle of life, we are living beings that because of living under governments of nature and having ma er we can not escape in clement weather; in synthesis death is only the transforma on of ma er in the cycles of me. Knowing tha twe will die and that is for eternity, it provokes a sense of fear in commensurability around us, we suffer a feeling of anguish that has enduredsince man gave meaning to death. This has generated a variety of myths and funeral rites that can serve as a bridge tomake the unknown something known in the slightest move of life. The see lements are threads of life, basted by men to find transcendence in an encounter with immortality and not to be alone. Life without death is not life, hence the great teaching of this subject is unraveled, because life and death are intertwined as indigenous peoples and peasants in our country, where the beginning and end are the agricultural cycleis done with party and hubbub; always expec ng the party to rediscover again with hope the order of finish.

対称性の破れ:生と死の間の回転 問題を作成したり破壊されないため、物理学によると、すべてが唯一の形 質転換、空間内の位置を占めています。あなたは宇宙の万物は何も無駄に ならない論理的な接続を持っていると思うことがあります。したがって、 破損の体は、生命のサイクルの一部を取り、私たちは自然の政府の下で生 活し、問題悪天候を免れることはできない持っている生き物です。合成死 に時間のサイクルで問題の唯一の変換です。 私たちは死んでしまうと、それが永遠にあることを知って、私たちは人間 は死に意味を与えたので、耐えた苦痛感に苦しむ、私たちの周りの恐怖の 非整合感を引き起こします。これは人生のわずかな動きで知られている未 知のものへのブリッジとして機能することができ神話や葬儀儀式のさまざ まなを生成しました。これらの要素は不滅との出会いに超越を見つけ、一 人にしないように男性が酔っぱらった人生のスレッドです。生と死は、最 初と最後は農業のサイクルが党とで行われている私たちの国で先住民や農 民、のように絡み合っているため、死のない人生は、それゆえ、この主題 の偉大な指導が解明された人生ではありません騒動。常に当事者が希望を 持って再び仕上げの順序を再発見することを期待。

Cortesía de Luis Enrique Ferro Vidal.


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De la muerte espiritual a la vida eterna: una reflexión sobre la conversión religiosa

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From spiritual death to eternal life: a reflec on on religious conversion 宗教的な変換での反射:精神的な死から永遠の命へ

Por: Hilda Ma. Cris na Mazariegos Herrera

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esde hace más de cien años iglesias protestantes² como la bau sta y la metodista, han estado presentes en el estado de Guanajuato, si bien su influencia en la sociedad guanajuatense no ha sido tan fuerte como otras denominaciones, han permanecido y hasta el día de hoy con núan con su labor evangelizadora. Aunque el estado de Guanajuato sigue siendo una de las en dades con mayor población católica, y León la ciudad con mayor índice de catolicismo en el nivel estatal,³ hoy en día diversas religiones conforman el campo devoto leonés. Esto ha generado una mayor pluralidad de culto y la movilización de personas de un credo a otro, lo que está transformando paula namente el campo religioso y social de la ciudad de León. Dentro de ésta diversificación se dan dis ntas prác cas y expresiones que colocan a los individuos en situaciones que los encaminan a re-significar y reconstruir su permanencia en la sociedad. En este sen do, los procesos de conversión religiosa juegan un papel determinante, ya que a través de éstos el individuo evalúa su pasado-presente con el obje vo de entender su propia existencia y encontrarle sen do dentro de la sociedad de la que forma parte. Para ilustrar lo anterior, expondré el caso de Pedro⁴ debido a que nos permite comprender las rupturas y reacomodos en la biogra a de los conversos a través de la “muerte”, de un estado impuro y pecaminoso⁵ a otro que promete una nueva vida. Pila Bau smal de la Parroquia de San Francisco de Asís. Acámbaro, Gto.

Nacer de nuevo Pedro fue el primero de su familia en conver rse. Conoció algunas agrupaciones protestantes cuando emigró a los Estados Unidos y tuvo contacto con éstas mientras estuvo encarcelado acusado de homicidio; sin embargo, a los seis meses fue liberado, pues se demostró su inocencia. Cuando Pedro regresó a León se involucró en ac vidades ilícitas y nuevamente fue encarcelado en el cereso de la ciudad de Guanajuato. En la cárcel fue evangelizado y posteriormente bau zado a su nueva religión, la bau sta. “Cuando yo decidí cambiar, me encontraba en la prisión por delitos contra la salud; aproximadamente estuve nueve años y medio, fue ahí donde entraba cierta congregación a impar rnos la palabra de Dios y donde yo decidí cambiar de religión. Estar en las drogas es un infierno, es una trampa de la que no se puede salir tan fácilmente; algunos dicen que anexándose[…] yo nada más necesité ponerme de rodillas y decirle a Dios: “Dios, perdóname por todo lo que he hecho; perdóname, creo en tu sangre redentora” y punto. Nací de nuevo, con mis mismos malos hábitos pero luchando para irlos dejando, había algo dentro de mí que no puedo explicar, que me decía que eso no debía hacerlo, había como una ley en mi corazón y en mi mente que me decía, eso no, tenía un poder de decirle no a lo que no me convenía; ese poder pues yo siento que fue el espíritu que Dios derrama en uno, cuando uno cree en Jesucristo, porque de eso habla la escritura, la Biblia católica, la Biblia cris ana, la apostólica, todas las biblias dicen lo mismo, nomás que las denominaciones la

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interpretan de diferente manera. Es algo que no puedo explicar, que vino a mi vida. Ahora soy una gente readaptada y de provecho. Yo le comento esto porque solamente la gente que se convierte a nuestro Señor Jesucristo, que cree en la sangre que nos limpia del pecado, logra cambiar su manera de vivir. Dios cambia la vida de las personas como me cambió a mí. Yo vivía muy mal; tengo más de diez tatuajes en mi cuerpo; mi cuerpo está lleno de pecado, y yo lo sé; estoy luchando con mi cuerpo y mi mente. Pero acepté a Dios en mi corazón, ahora ya sé a dónde iré cuando me muera”.⁶

¹Este trabajo forma parte de mi tesis La conversión religiosa al protestan smo en León, Gto. Presentada para obtener el grado de licenciada en Antropología Social por la Universidad de Guanajuato. ²Se en ende como protestantes a aquellas religiones disidentes del catolicismo, a par r de la Reforma de Lutero y que expresan la creencia de una manera dis nta. Es importante aclarar que no todas las iglesias protestantes existentes en la actualidad enen un vínculo cercano con el cisma, ya que algunas son mucho más recientes. ³Para más información revisar INEGI (2005) y Mazariegos, Herrera Hilda María Cris na. “La Conversión religiosa al protestan smo en León, Gto”, 2005. ⁴Los nombres de los informantes que aparecen en este texto son seudónimos u lizados para preservar su privacidad. ⁵Turner, Víctor. La selva de los símbolos, 1980. ⁶Pedro, converso bau sta, 04 de octubre 2008.


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Para Pedro su conversión significó la oportunidad de vivir de manera distinta, Dios lo buscó y lo guió por el “buen camino”, lo llenó de espíritu, lo que representó su “renacimiento”, como él mismo dice. Este renacer implica dejar los hábitos que tenía: el consumo del alcohol, de drogas y la delincuencia; además de controlar su carácter volviéndose un hombre más tolerante y readaptado a la sociedad. De manera que la conversión se vuelve un medio de reflexión y decisión, pero también de crisis o lucha continua en la que el sujeto converso tendrá que enfrentar cada día al pecado y mantener un estricto código de comportamiento. Esta crítica y evaluación continua se basa en el cuestionamiento de la vida que se ha tenido, del antes y el después, e inclusive de la nueva religión que el individuo adopta.

Las transformaciones que produce la conversión religiosa enen consecuencias en todas las facetas de la vida de los individuos; de ahí que se instauren nuevas formas de convivir y conducirse en los dis ntos ámbitos de la vida; aunque también implica una redefinición de sí mismo. Es así como la religión es un instrumento a través del cual los individuos forjan y refuerzan una manera par cular de ver el mundo, dotan de significado su vida y su accionar en la época y lugar en el que los individuos viven; es decir, el individuo se transforma a la par de la sociedad, de ahí que sea necesario entender que los fenómenos de cambio religioso también están relacionados con diversos fenómenos sociales como la migración, la discriminación, la violencia y/o la exclusión. A lo largo de la inves gación sobre la conversión realizada en la ciudad de León, se pudo observar que para las personas que han cambiado de religión, la conversión ha sido la herramienta más eficiente para contrarrestar los problemas de violencia, alcoholismo y drogadicción que se viven en el hogar; inclusive, problemas de índole existencial que enen que ver con la parte subje va del individuo, “el sen r”, por ejemplo, la tristeza, la sensación de vacío, soledad, el miedo, etcétera.⁷ En este sen do concuerdo con Vázquez cuando dice que “muchas veces se olvida que los seres humanos actuamos movidos por nuestros sen mientos y que parte de los fenómenos que ahora se están analizando hay que verlos de esta manera. “Sólo así nos daremos cuenta de que lo que aparentemente es irracional, incompa ble, absurdo, ene razón de ser”.⁸ Por lo tanto, la conversión religiosa se vuelve el camino a través de cual la persona modifica aquello con lo que ya no se iden fica. Significa: “un proceso de transformación y de refuncionalización de las iden dades, de las organizaciones y de las formas de pertenencia y creencia”.⁹ Sumado a lo anterior, es importante señalar que existe un ritual clave en los procesos de conversión, el bau smo. Éste marca una nueva etapa en la vida de los conversos, pues para llegar a él, su conducta ha sido aprobada colec vamente, acorde a los valores y creencias es puladas por la nueva doctrina adquirida; el individuo ha aceptado a Cristo como su único guía y salvador, comprome éndose a comportarse según los nuevos mandatos adoptados. De esta manera el bau smo funciona como un rito de paso que provocará una transición de un estado pecaminoso a uno de cambio personal basado en el perdón.¹⁰ Dicho ritual denota una transformación social del individuo a par r de la adopción de una conducta religiosa. Al aceptar a Cristo, la conversión simboliza la muerte, lo que quiere decir que la vida pasada y la forma de ser anterior quedan enterradas; resucitar implica ser un individuo dis nto que evidencie su conversión mediante actos. La muerte y el renacimiento están cimentados, sobre todo, en el cuerpo, en el comportamiento inmoral/moral que se ha producido a través de la conducta corporal. De tal forma que el cuerpo se vuelve el escenario

Retablo localizado en el Templo del Carmen en la Ciudad de Celaya.

de la muerte y tes go del nuevo nacimiento. La carne plagada de tentaciones es una huella de un pasado manchado por el pecado, pero a su vez la posibilidad de redención. La “invitación” a dejar la “ley del pecado” implica reconocer al cuerpo como ajeno a lo “divino”. Estos dos polos, el espiritual y el humano, quedan evidenciados y se contraponen, pues el primero es el que puede ofrecer la salvación del alma, mientras que el segundo, lleva al individuo a todo aquello que se relaciona con la maldad y lo profano. Por consiguiente, hay que educar al cuerpo y moldearlo, porque es en él donde descansan los valores y las expecta vas sociales; es por eso que para Pedro cada uno de sus tatuajes resulta un recordatorio y una lucha por superar su vida pasada y construir una nueva.

⁷Mazariegos, Herrera Hilda María Cris na. “La Conversión religiosa al protestan smo en León, Gto”, 2005. ⁸Vázquez, Palacios, Felipe R. Protestan smo en Xalapa, 1991, p. 139. ⁹Fabre Platas, Danú. “Conversión religiosa y Dinámica social. El Discurso como Elemento de Análisis” en: Convergencia, Ciencias Sociales, Centro de Estudios de Población UAEH, 2001, p.279. ¹⁰Turner, Víctor. La selva de los símbolos, 1980.

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En consecuencia, al transformar su vida el individuo, de alguna manera, está demostrando que la “ley de Dios” ha triunfado frente a la “ley del pecado”, lo que la hace más poderosa y eficiente y le brinda la certeza de llegar “a la par del Señor”. En otras palabras: “[...] la conversión, la hermandad y el cumplimiento de los mandamientos producen prosperidad y eternidad.”¹¹ Con respecto a lo anterior, cuando pregunté a uno de los pastores entrevistados si la muerte (el arrepen miento y la conversión), la sepultura (inmersión al agua) y la resurrección (una vez concluido el bau smo) eran la conversión, me contestó: “Es exactamente la conversión, sí. Conversión de y conversión para. No tanto de una religión para otra religión, porque ese no es nuestro propósito; sino nuestro propósito es conversión de un estado pecaminoso y caído ante los ojos de Dios a una vida nueva, de una muerte espiritual a una vida espiritual [...] nosotros creemos que la conversión es un momento, es algo instantáneo, pero también es algo que conforme del empo se va a ir demostrando cada vez más; hay personas que, por ejemplo, se convierten, ¿verdad? y aún están luchando con algunas cosas en su vida, todos estamos luchando con algo, siendo transformados con nuamente, creemos que esto también es Dios que está obrando en nuestras vidas.”¹²

Por lo tanto, el bau smo es el momento cumbre en el que se reconoce públicamente la conversión, es un acto colec vo en el que los miembros de la congregación se vuelven tes gos del “acto de morir/renacer” y en el que el individuo bau zado se compromete con la divinidad, consigo mismo y con la congregación a cambiar de vida, hábitos y hasta de personalidad. El bau smo, por ende, marca un antes y un después en la vida del converso. De ahí que la salvación como premio es lo que los individuos intentan ganar día con día, en cada una de sus acciones. Si logran mantenerse al margen de todo aquello que “ante los ojos de Dios” no es bien visto, obtendrán la vida eterna y vivirán en un lugar mejor. La conciencia del más allá, en donde algún día serán completamente felices, y de que sus acciones aquí en la erra serán aprobadas o no por su guía supremo, los compromete a comportarse de cierta forma; no solamente entre ellos sino con las demás personas. Es ese ofrecimiento de la vida y felicidad eterna lo que mueve en el individuo fibras tan sensibles, que hace que todo lo que él haga y piense sea en función del lugar prome do. Es lo que provoca que el individuo se transforme y con él su entorno más cercano, que lo ve renovarse en este mundo para poder ganarse el otro. Por lo tanto, la redención es llevada a cabo mediante el ritual del bau smo, en el que el individuo “acepta a Cristo en su corazón”, pide perdón y muere para renacer en una nueva posibilidad de vida: mientras se escuchan las voces de los fieles al unísono entonando un coro, y comienza la sumersión en el “agua liberadora”, el pastor con voz solemne dice: “sepultado en la semejanza de su muerte y resucitado para una vida nueva”.¹³

Para cerrar El bau smo y la conversión como la muerte y el renacimiento simbólico, marcan un puente entre el ayer y el hoy. Esto demuestra que la muerte se manifiesta y significa de diferentes maneras, que ella y la vida son compañeras inseparables, caminan paralelamente y demarcan el actuar de los sujetos en su co dianidad. De ahí que sea necesario morir para revivir el espíritu y aprovechar la nueva oportunidad, en este sen do la conversión religiosa es el camino para renacer. Sobrevivir “la muerte espiritual” es sólo el tránsito a la gloria.

¹¹Lozano B. Claudia “Juventud, Conversión religiosa y etnicidad en los Andes de Noroeste Argen no” en: Estudios Acatameños, núm. 021, Universidad Católica del Norte, 2001, p. 128. ¹²José, pastor bau sta, León, 25 de sep embre 2008. ¹³Ritual del bau smo, León, 28 de sep embre del 2008.

Cortesía de Hilda Ma. Cris na Mazariegos Herrera

Para saber más: Ÿ Fabre Platas, Danú. “Conversión religiosa y Dinámica social. El Discurso como Elemento de Análisis” en: Convergencia, Ciencias Sociales, Centro de Estudios de Población UAEH, núm. 25,

México, pp. 277-308, 2001, disponible en: h p://www.euamex.mx/webvirtual/wwwronver/htdocs/rev25/Danu.pdf Ÿ Garma, Navarro, Carlos. Buscando el espíritu. Pentecostalismo en Iztapalapa y la ciudad de México, UAM, Plaza y Valdez editores, México, 2004. Ÿ Ins tuto Nacional de Estadís ca y Geogra a (INEGI) “La diversidad religiosa en México”, XII Censo de Población y Vivienda 2000, México, INEGI, 2005. Ÿ Mazariegos, Herrera Hilda María Cris na. “La Conversión religiosa al protestan smo en León, Gto”. Tesis de licenciatura, León- Guanajuato, Universidad de Guanajuato, 2005. Ÿ Mazariegos, Herrera Hilda María Cris na. “La par cipación de las mujeres en La Luz del Mundo en León, Guanajuato.” en: Comprendiendo a los creyentes: la religión y la religiosidad en sus

manifestaciones sociales, Carlos Garma y Rosario Ramírez (Coords.), Universidad Autónoma Metropolitana, Departamento de Antropología, Juan Pablos Editor, 2015, pp.177-194. Ÿ Lozano B. Claudia “Juventud, Conversión religiosa y etnicidad en los Andes de Noroeste Argen no” en: Estudios Acatameños, núm. 021, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Acatama,

Chile, 2001, pp. 113-132. Ÿ Turner, Víctor. La selva de los símbolos, Editorial Siglo Vein uno, 3a edición, México, 1980. Ÿ Vázquez, Palacios, Felipe R. Protestan smo en Xalapa, Colección V Centenario, Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa, México, 1991.

Entrevistas citadas: Ÿ Pedro, entrevista personal, 04 de octubre del 2008. Ÿ José, entrevista personal, 25 de sep embre del 2008. Ÿ

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From spiritual death to eternal life: a reflec on on religious conversion

宗教的な変換での反射:精神的な死から永遠の命へ

For over a hundred years ago, Protestant churches, including Bap st and Methodist, have been present in thestate of Guanajuato, which has generated a greater plurality of worship and mobiliza on of people fromone creed to another. Within this diversifica on they are given different prac ces and expressions that place individuals in situa ons that mean re-routed and rebuild their permanence in society. In thissense, religious conversion processes play a role, because through them the individual evaluate sits past-present with the aim of understanding their own existence and make sense within the society of which he ispart of.

百年以上前の場合は、バプテストやメソジストなどのプロテスタント教会は、 別の信条から礼拝と人々の動員の大多数を生成したグアナファトの状態で存 在していました。この多様化の中で、彼らは再ルーティングされ、社会の中 で彼らの永続性を再構築する意味の状況で個人を置き、異なる習慣や表現を 与えられています。それらを介して個人が自分自身の存在を理解することを 目的とし、その過去から現在を評価し、それが属している社会の中意味をな さないので、この意味で、宗教的な変換プロセスは、役割を果たしています。

Conversion means the opportunity to livedifferently and on the "righ rack”, so that the conversion becomes a means of reflec on and decision, butalso a crisis or con nuous struggle in which the convert subject will have to face each day to sin and maintain a strict code of behavior. In addi on to this, it is important to note that there is a key ritual in the process of conversion, bap sm. This marks a new stage in life, because to reachit, the conduct must be approved collec vely, according to the values and beliefs acquired s pulated by the new doctrine; the Summit is a collec ve act in which members of the congrega on become witnesses to the "act of dying / reborn" and in which the bap zed person engages with divinity, with himself and with the congrega on to life-changing moment, habits and even personality.

変換は、変換が反射し、意思決定の手段となるように、異なると「正しい軌 道に乗って生きる機会を意味するだけでなく、危機や変換対象がに毎日直面 する必要がありますする連続闘争罪と行動の厳格なコードを維持します。こ れに加えて、変換、洗礼の過程において重要な儀式があることに留意するこ とが重要です。それに到達するので、これは行為は新しい教義によって規定 取得した値との信念に従って、一括して承認を得なければならない、生活の 中で新たな段階をマーク。サミット、会衆のメンバーは「/生まれ変わっ瀕死 の行為」に証人になり、ここで洗礼を受けた個人が自分自身とし、人生を変 える瞬間に会衆で、神性と係合する集団的行為であります、習慣、さらには 性格。



























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