Las imágenes de este proyecto son pedazos de Malanje, una provincia del interior de Angola que se construye y deconstruye todos los días sin un rumbo cierto. A lo largo de tres años he sido testigo de excepción, junto con mi familia, del devenir de estos lugares y las gentes que los habitan. La memoria del pasado se borra inexorablemente con el paso del tiempo mientras el desarrollo nunca termina por llegar. La supervivencia termina por ser la única salida posible para la inmensa mayoría de la población, que sortea como mejor puede las enfermedades, el hambre y el profundo hastío que lo inunda todo. Solo unos pocos ostentan el poder que les sirve de escudo, pero terminan por estar atrapados en una telaraña donde el deprepador y su presa dependen del otro para sobrevivir. Derrumbar los muros y las resistencias que bloquean los cambios dependerá de lo que cada uno quiera apostar y arriesgar. Este proceso puede ser desgarrador y esperanzador al mismo tiempo, pero en cualquier es necesario