San Martín La voz del gran jefe Entre la extraordinaria y extensa obra de gobierno de San Martín en Cuyo cabe destacar los siguientes puntos: Expropió las propiedades de los españoles prófugos, declaró de propiedad pública las propiedades de los españoles muertos sin testar. Gravó con un peso cada barril de vino y con dos, los de agua ardiente que se vendieran fuera del territorio. Estableció un laboratorio de salitre y una fábrica de pólvora y un taller de confección de paños para vestir a sus soldados. Creó canales, desagües, caminos y postas existentes y mejoró los ya existentes. Construyó el bello paseo de la Alameda y embelleció la ciudad de Mendoza. Impulsó planes de fomento agrícola, que incluyeron la venta de tierras públicas que hasta entonces no eran cultivadas, en la zona de Barriales (actual General San Martín), en la provincia de Mendoza, y en Pocito, provincia de San Juan. En Barriales, además de propiciar la colonización de un pueblo, se construyó un canal de riego siguiendo la notable tradición de los habitantes originarios de la región, los huarpes. El propio San Martín, en octubre de 1816, adquirió 50 cuadras en esa zona, donde estableció una chacra.7 En Pocito, la medida fue tomada por el teniente de gobernador sanjuanino,
José Ignacio de la Roza, quien hizo dividir parcelas de quintas y chacras, que también se completarían con las obras del primer canal matriz de riego, que permitiría incorporar a la producción tierras en lo que entonces era el departamento de Angaco (actuales Albardón, Angaco y San Martín). Las tierras incorporadas a la producción se destinaron principalmente a cultivos de alfalfa (vinculados a la actividad ganadera) y de trigo. En los años siguientes, los intentos por introducir el cultivo del tabaco en San Juan y la plantación de moreras en Mendoza, con vistas a iniciar la cría de gusanos de seda, fueron parte de una búsqueda de alternativas a las dificultades que afectaban a la producción vitivinícola. Fundó de la mano de fray Luis Beltrán la metalurgia a nivel nacional, indispensable para fabricar las armas del ejército. La fragua y los talleres montados en Mendoza fueron, en su tiempo, el mayor establecimiento industrial con que contó el actual territorio argentino: unos 700 operarios trabajaban en ellos. Organizó y reglamentó el servicio de correos y de policía; empleó a los desocupados en el blanqueo de las casas y en el cuidado de la ciudad. Dictó la primera ley protectora a nivel nacional de los derechos del peón rural, obligando a los patrones
a certificar por escrito el pago en tiempo y forma de su salario. Fomentó la salud y la educación para todos. Reglamentó el sistema carcelario. Prohibió los castigos corporales que se aplicaban a los niños en las escuelas. Promovió la primera ley de protección a un producto nacional, el vino cuyano. Su acción no tenía límite ni se frenaba ante ningún poder terrenal o eclesiástico. Tenía un afinado servicio de inteligencia que lo mantenía al tanto de todo lo que pasaba en su jurisdicción. Así pudo enterarse de que el padre Manuel Benavídez estaba extorsionando al vecino Francisco Javier Guiñazú, amenazándolo con denunciarlo como colaborador de los españoles. San Martín sabía que Guiñazú era un patriota y dictó el siguiente decreto ejemplificador: “Resultando los antecedentes de un falso calumniante, ordeno que el Padre Fray Manuel Benavídez salga inmediatamente de esta ciudad para San Juan a disposición del Prelado del Convento de su orden, a quien se oficiará que vele sobre su conducta con apercibimiento que en el menor desliz en lo sucesivo se le aplicarán las penas de la ley, considerándosele el hombre más prostituido en su corazón indigno de cargar el hábito que profana”. La política de San Martín le ganó el afecto de los auténticos patriotas de todas las clases y la resistencia de no pocos poderosos criollos y españoles a los que no les gustaba para nada este “excesivo” intervencionismo estatal. A éstos San Martín les recordaba: “Cuando América por un rasgo de virtud sublime quebrantó las cadenas de la opresión peninsular, juró a la patria sacrificarlo todo por arribar al triunfo de aquel glorioso empeño. Así es que desde entonces debió desaparecer entre nosotros el ocio, la indiferencia, la molicie y todo cuanto podía enervar la fuerza de aquella valiente resolución. Consecuente a esto, la actividad, la dureza de la vida armada, es el verdadero carácter que debe distinguirnos. No es suficiente el sacrificio de nuestra fortuna. Es preciso dar el sosiego, nuestra existencia misma”. Felipe Pigna, La voz del gran jefe. Vida y pensamiento de José de San Martín.
EDICIONAL ESPECIOSTO G 17 DE A
Guayaquil Encuentro en Guayaquil. Entre el mar Caribe y el océano Pacífico, se abre un camino de arcos de triunfo: el general Bolívar acude desde el norte. Viene desde el sur José de San Martín, el general que atravesó la cordillera de los Andes en busca de la libertad de Chile y de Perú. Bolívar habla, ofrece. —Estoy cansado —corta, lacónico, San Martín. Bolívar no le cree; o quizás desconfía, porque todavía no sabe que también la gloria cansa. San Martín lleva treinta años de batallas, desde Orán hasta Maipú. Por España peleó el soldado y por América el curtido general. Por América, y nunca contra ella: cuando el gobierno de Buenos Aires le mandó aplastar las huestes federales de Artigas, San Martín desobedeció y lanzó su ejército a las montañas, para continuar su campaña por la independencia de Chile. Buenos Aires, que no perdona, le niega ahora el pan y la sal. En Lima tampoco lo quieren. Lo llaman el rey José. Desencuentro en Guayaquil. San Martín, gran jugador de ajedrez, evita la partida. —Estoy cansado de mandar —dice, pero Bolívar escucha otras palabras: Usted o yo. Juntos, no cabemos. Después, hay banquete y baile. Baila Bolívar en el centro del salón, disputado por la damas. A San Martín lo aturde el ruido. Pasada la medianoche, sin decir adiós se marcha hacia los muelles. El equipaje ya está en el bergantín. Da la orden de zarpar. Se pasea en cubierta, a pasos lentos, acompañado por su perro y perseguido por los mosquitos. El barco se desprende de la costa y San Martín se vuelve a contemplar la tierra de América que se aleja, se aleja. EDUARDO GALEANO
Esta edición especial de la EPA está destinada a mostrar en un breve recorrido histórico, los gobiernos nacionales y populares que gobernaron nuestro país. Elegimos esta fecha en la que homenajeamos a José de San Martín, porque entendemos que con él comienza este derrotero de la lucha inclaudicable por la liberación nacional.