EDITORIAL
LA RESISTENCIA NO SE VENCE. Una sus manos haciendo coincidir la punta de los dedos similares de las mismas. Ahora presione con fuerza una contra la otra, a modo de pulso, hasta sentir alta tensión en sus brazos. ¿Cuál fue el resultado, además de cierto agotamiento? Ninguna mano se movió o cedió su lugar. ¿Qué enseña este simple ejercicio? En la puesta en marcha de un cambio en una organización, surgen manifestaciones de resistencia. Enfrentarlas con la misma fuerza, como si fuera una competencia personal de poder en la que uno de los contendientes debe ser vencedor, solo causará más resistencia. Si agregamos que, cuando quienes promueven las transformaciones, no tienen la sabiduría ni prudencia para valorar el origen de la resistencia, entonces observaremos organizaciones en constante tensión y desgaste interno. La intransigencia es tan dañina como la indecisión y la ambigüedad. En ocasiones los dirigentes arremeten contra quienes discrepan con ellos, sin haberles escuchado, y hasta los eliminan del equipo. Este proceder debilita al propio "líder," pues otras personas constatarán que la regla del juego para prevalecer en el equipo es la sumisión, el silencio, el disimulo de la crítica o la salida rápida hacia otros destinos menos represivos. De todos modos, es obstinante trabajar con un jefe al que no se admira. La insensatez de no escuchar a los críticos del cambio, puede provocar que se pierdan oportunidades para mejorar y que se ignoren advertencias sobre riesgos no previstos. Como vemos, hasta los escépticos pueden ayudar a fortalecer las ideas del agente de cambio. Igualmente, si se trata de complacer a todos los que adversan el cambio, se podría perder el rumbo del proceso y quedar peor que antes de emprenderlo. La resistencia tiene un alto componente emocional. Cuando los sentimientos negativos se expresan tienden a reducirse. Ser escuchados ya es una fuente de desahogo de la inconformidad, un avance. Por eso, conviene facilitar que los opositores al cambio por lo menos externen su criterio, de lo contrario tarde o temprano obstaculizarán la sostenibilidad de las transformaciones. En política se puede tener pulsos con otros actores, pero no es inteligente tenerlos con todos al mismo tiempo. La intolerancia en el manejo de la oposición al cambio provoca que ésta multiplique su beligerancia. Identificar las manifestaciones de resistencia y expresar a los diversos actores que somos conscientes de sus posiciones, es un importante paso para aprender de los adversarios del cambio y lograr que éstos constaten que el respeto a la discrepancia inteligente sigue siendo un pilar de las empresas y equipos que se transforman positivamente a sí mismas. Usted: ¿Intenta vencer la resistencia o es hábil tratándola?
Germán Retana
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