¿Cómo se dibuja una piedra?

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se dibuja una piedra ?

¿Cómo

¿Cómo se dibuja una piedra ?

Lecturas compartidas: Francesca Hughes. (2019). Arquitecturas de la predicción: Desigualdades del hielo / Ceguera doble. Santiago de Chile: ARQ ediciones, pp. 95-175

Hannah Olmedilla Lord, en diciembre de 2022

El hecho de leer, desde hace un tiempo, no es tarea fácil para mí. Leo y releo párrafos para intentar entender con claridad las palabras, pero hay muchas distracciones en el mundo que me llevan a otros pensamientos. Arquitecturas de la Predicción, de Francesca Hughes, es un libro repleto de referencias y tecnicismos; aún así desde un primer momento, me interesó acercarme a sus complejidades para buscar puntos en común. En este pequeño ensayo narrativo/diario de existencia, relato cómo, cuándo, dónde y por qué ocurre esta interacción

lectura contextualizada / registro / lo inmesurable / medir haciendo / lectura compartida

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Capítulo 0_a modo de introducción

Leer parece ser, tradicionalmente, un acto relacionado a la intimidad, a lo individual, a la soledad y a la tranquilidad. Desde un principio, Irene y yo nos enfrentamos a la posibilidad de una lectura compartida. Cada una de nosotras por sus intereses propios: Irene buscaba releer el texto, esta vez en inglés para comprenderlo en mayor profundidad; yo buscaba una primera lectura, más bien una escucha activa, donde cuestionar y comentar por el camino.

Así comenzó este pequeño proyecto, como pequeñas sesiones de lectura compartida. Tuvimos la idea de continuarlo en diferentes ubicaciones cercanas; estas ubicaciones serían un condicionante más sobre la lectura, y por tanto no fue fácil dar con los lugares correctos, pues influirían directamente en cómo se desarrollaría esa jornada de lectura. Yo busqué un lugar que pudiera ser de interés para Irene y ella hizo lo mismo para mí.

Seguimos un patrón claro: Irene leía en inglés, yo escuchaba y subrayábamos ambas. De vez en cuando parábamos y releíamos alguna parte (a veces lo volvíamos a leer en español) y comentábamos algunas ideas. Empezábamos mirando el paisaje que nos rodeaba; acto seguido, leíamos a Francesca y sus múltiples términos para cuestionar lo predecible, lo medible y los límites. Por razones obvias, cuando levantábamos la vista del texto y revisábamos lo que ocurría a nuestro alrededor, nuestros ojos ya no se encontraban con lo mismo. Por una parte, porque el tiempo (otra unidad de medida más) había pasado y esto es algo inevitable. Los colores del entorno cambiaban; solíamos leer más bien al atardecer. Por otra parte, porque Francesca nos había hecho llegar a

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pensamientos que antes desconocíamos, y ahora el paisaje estaba lleno de nuevos matices y detalles que nos sorprendían. De ahí la importancia de nuestras lecturas contextualizadas: generaban interacciones no sólo entre el texto y nosotras, sino también entre el texto y el lugar, y nosotras y el lugar. Surgían preguntas y conversaciones que no sabíamos del todo a dónde nos llevaban, pero nos hacían funcionar y eso ya era bastante.

La pregunta que a mí me obsesionó principalmente era la de cómo dibujar una piedra.

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Robert Hooke, Lord Belcarres’s Heart Stones, 1663

La primera vez que leímos a Francesca estábamos en una pequeña cala, al lado de una masa gigantesca de agua (el mar), leyendo sobre cómo medir un glaciar. Fue casualidad iniciar aquí las lecturas compartidas, pero fue un buen punto de partida. Había un sonido repetitivo pero inexacto (las olas) y una proporción considerable de nuestro campo de visión era cielo. Quizá esos fueron de los primeros pensamientos que surgieron al leer en la página 109 lo siguiente:

“El agua, que busca el camino más corto para descender, adentrándose en el centro de la tierra, navegándose a sí misma en la ininteligible arquitectura que la rodea, tiene la habilidad de registrar y medir el paisaje ilegible”.

El agua que teníamos enfrente ya había hecho todo ese recorrido; ya había medido todo ese paisaje ilegible que mencionaba la autora, y reposaba delante de nosotras después de su largo viaje. El agua no es consciente de su ardua tarea; mide sin conciencia todos aquellos lugares por donde pasa y no lo cuestiona.

Nos encontramos dándonos cuenta de que medir viene siendo una demostración más de la necesidad de la especie humana de controlar todo lo existente, y leímos en el texto que sin embargo, “sólo el glaciar podía medir el glaciar” (página 115). Entonces, ¿todas las representaciones, lecturas y mediciones, todas esas reconstrucciones del mundo hechas por el ser humano, tenían ahora algún sentido? ¿Las unidades de medida estandarizadas siguen funcionando después de leer que la medición de una cosa sólo es posible con esa misma cosa?

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Capítulo 1_Cala Cantalar 27_10_2022

Surgió en mi cabeza la idea de estudiar el origen de la medición a partir de dos premisas que me resultaban interesantes. En primer lugar, analizando la procedencia de palabras que describían las unidades de medida estandarizadas, como decímetros, moles, segundos, mililitros, etc. En segundo lugar, observando cómo se ha registrado en la historia objetos o lugares de origen natural, condenados a una representación subjetiva de sí mismos, por su irregularidad.

Capítulo 2 _ Mirador de las columnas 16_11_2022

La segunda vez que nos juntamos a leer, elegí el mirador de las columnas como ubicación idónea para Irene; me venía hablando desde hacía unas semanas de su interés por mirar las cosas desde la altura, y de un trabajo previo en el que se había interesado en las columnas. Yo había encontrado este sitio por casualidad, y cuando llegamos ahí encontramos más detalles que nos sorprendieron. Para empezar, las columnas, tan ligadas a una proporción y simetría, estaban colocadas junto a unos árboles de tal manera:

árbol - columna - árbol - columna - árbol

Lo curioso era ver al primer árbol, claramente plantado años más tarde que el resto; era pequeño y rompía completamente con la simetría planteada por aquel jardinero que colocó este mirador. Subirse a las columnas y leer desde ahí, a modo de Simeón el Estilita, se planteaba como una opción muy suculenta. Probamos nuestros dotes de escaladoras pero no fue suficiente; tendremos que volver otro día, quizá con una escalera o con pies de gato, y volver a probarlo. Al fin y al cabo las vistas del mirador seguro que mejoran desde ahí.

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Basuras frente al mirador de las columnas, 2022

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Leímos sobre la obsesión de Vallot por encontrar la forma óptima de chupar todas sus piedras de manera ordenada, aprovechando sus bolsillos de su abrigo como soporte para seguir su orden. Encuentra un método que sin embargo no es óptimo pues resulta en un desequilibrio en el peso de sus bolsillos. Si hubiera estado aquí Vallot, leyendo sobre sí mismo en ese mirador, quizá hubiera encontrado un equilibrio entre el árbol pequeño y su pesado bolsillo.

Después de la lectura paseamos por los alrededores, y encontramos lo que parecía un artefacto de medición: dos piñas con pequeñas marcas blancas unidas por una cuerda del tamaño de un zapato. La opción de buscar objetos correspondientes a lugares para medir esos lugares se nos planteó como una posibilidad de acción localizada, en busca de maneras alternativas de medir y registrar ubicaciones concretas. ¿Podríamos repensar cómo se registra? Nuestro glaciar era ahora el suelo de ese paisaje alicantino, y un mundo de mediciones a base de piñas se abrió ante nosotras. No entendíamos de dónde venían estos objetivos obviamente modificados por seres humanos, tenían una escala perfecta para utilizarlas para medir las piedras, árboles y señales de la zona. No tardamos mucho en descubrir que las piñas eran comederos para pájaros; encontramos más artefactos del mismo estilo, todos ellos colgados de un árbol y algunos de ellos aun con semillas.

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Irene sujetando las piñas atadas por una cuerda, 2022

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Irene en la cara noroeste de la Serra Grossa, 2022

Vistas desde el interior de la Calavera, 2022

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Llevábamos tiempo fijándonos en una representación de una calavera en la ladera noroeste de la Serra Grossa. Cada vez que pasábamos por ahí lo mencionábamos, e Irene eligió este sitio para nuestro último lugar de lecturas compartidas. Subimos caminando hasta arriba de la sierra, por un camino con vistas al mar, y de primeras no encontramos la calavera. Fue triste no verla, y leímos el capítulo de Ceguera doble del texto sin haberla encontrado. La campana de Gauss y su reducción de posibilidades unificando así como se unifican las unidades de medida, limita los grises e irregularidades mínimas.

Para mí, la pequeña diferencia entre mirar el territorio desde ahí arriba antes de leer el texto y después, merecía aparecer representado de alguna manera. “La ceguera parcial inducida por la predicción implica una extraña negación del presente” (página 149). Y frente a la idea de Francesca de que “el nuevo paradigma de medición en tiempo real, la big data (...) mide el pasado para predecir y finalmente corregir el futuro” pregunto: ¿se adaptan realmente esos modelos de existencia a nosotros, dotándonos de esos futuros personalizados de los que habla, o estamos adaptándonos nosotros a una serie de roles impuestos y encajonándonos en esos sistemas preexistentes?

Bajamos a seguir buscando la calavera y la encontramos. Estaba mucho más inaccesible de lo que parecía desde abajo, y estaba llena de historia. Tenía varias capas de pintura (más adelante encontramos un extenso blog donde se relataba toda la historia de pintar y repintar esta roca, elegida inicialmente por su similitud a una calavera y más adelante invadida

13 Capítulo 3 _ Calavera 29_11_2022

por diversas opiniones políticas, colores y lemas) que sólo se podían apreciar desde la cercanía a la que estábamos. Era una cueva, y el ojo de la calavera, desde el interior, enmarcaba el territorio, dibujando unos límites al paisaje a modo de cuadro.

En el ensayo Zona temporalmente autónoma, de Hakim Bey, menciona un posible proyecto artístico: “la construcción de un “mapa” con una proporción 1:1 al “territorio” explorado”. Para mí, esta calavera con su multitud de capas de pintura/historia, ya tenía derecho a aparecer en un mapa de tales condiciones; esta ficción cartográfica lograría de cierta forma superar a la realidad. La idea del itinerario como significado, o la topología como simbología, conceptos que rescata Hakim de viajes con motivo religioso, aparecían para mí como forma de hilar este contenido, dotando de valor unas experiencias propias, que de primeras podrían aparecer como esos grises poco destacables de la campana de Gauss, pero que al registrarlos, obtienen un valor propio inesperado.

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Capítulo 4 _ a modo de respuesta

Mis primeros pensamientos me llevaron a cuestionar las unidades de medida y el registro, sabiendo que existían similitudes entre estas palabras pero sin saber del todo su relación. Pensar sobre cómo se ha intentado registrar lo irregular a lo largo de la historia, desde Robert Hooke y sus minuciosos detalles, las pinturas del Castillo de Santa Bárbara y sus alrededores, el Croissant de Miralles hasta las tramas de los detalles constructivos en un plano de cualquier estudio de arquitectura, ha sido algo que ha guiado el desarrollo de esta pequeña investigación. Redibujar una piedra sin pretensiones para las primeras páginas de este texto se me planteó como una manera de responder a mis dudas sobre el registro, generando mi propia reinterpretación inicial de un objeto irregular.

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Robert Hooke, Magnified printed dot, Micrographia, 1665

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