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Fotorafía ©Adcava


Sketch drawn por James Richards, FASLA, Profesor Asociado de la Universidad de Texas en Arlington. El dibujo es reproducido con autorizaci贸n del autor para uso exclusivo de la presente revista. 漏James Richards FASLA



PerúDebate es una plataforma del Departamento Académico de Ciencias Sociales y del Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas, Políticas y Antropológicas (Cisepa) de la Pucp. En el 2014 a cargo del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública (Gippgp), debidamente reconocido por el Vicerrectorado de Investigaciones de la Pucp.

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES

Dirección: Carlos Alza Barco. edición: Equipo Perú Debate. equipo de investigación: Álvaro Rojas, Francisco Narrea, Hernan Tello, Hugo Rimarachín, Juan Carlos Barandiarán, Julián Mezarina, María Claudia Augusto. Diseño y Diagramación: Hugo Rimarachín y María Claudia Augusto. Investigadores colaboradores: Jessica Bensa, Omar Pereyra, Jorge Arce. Fotografías e ilustraciones: Adcava, James Richards, Francisco Narrea, Hugo Rimarachín, María Claudia Augusto, Julián Mezarina.


ÍNDICE Presentación Carlos Alza Barco

Políticas urbanas para el espacio público local Jessica Bensa

La ciudad y sus veredas: exclusión social en el espacio público Álvaro Rojas, Julián Mezarina y Juan Carlos Barandiarán

Espacios públicos: Espacios de ciudadanía y de socialidad Omar Pereyra

La ciudad y sus parques: la gestión cultural en el espacios público María Claudia Augusto y Hugo André Rimarachin

Espacio público y planificación en Lima Jorge Arce

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La ciudad y sus mercados: sociología y cultura en el espacio público Francisco Narrea y Hernán Tello

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PerúDebate recomienda

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Presentaci贸n vac铆o



Políticas urbanas para el espacio público local: enfoques teóricos y líneas de intervención

Jessica Bensa

Profesora de Ciencia Política del Departamento Académico de Ciencias Sociales de la PUCP. Licenciada en Sociología por la UNSM, con una maestría en Estudios Latinoamericanos con mención en política por la Universidad de Salamanca y candidata a doctora en Ciencia Política y Administración en el Programa de Gobierno y Administración de la Universidad Complutense de Madrid- IIUOG. Sus áreas de interés son relaciones intergubernamentales, políticas públicas, políticas urbanas comparadas, descentralización y modernización del Estado.

La evolución de los enfoques teóricos y políticos

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l desarrollo acelerado de los procesos de industrialización, migración y urbanización generó desde muy temprano preocupación sobre los efectos de la ruptura de los valores y estilos de vida tradicional y acerca de los problemas que las grandes concentraciones urbanas traerían a la vida en sociedad. A finales del S. XIX y comienzos del S. XX se empleó el concepto de “urban disease” para referirse a algunas externalidades negativas de la urbanización acelerada como: la especulación y dispersión urbanística, la tugurización y marginación de las clases medias y obreras, la falta de sostenibilidad, los problemas de salubridad, la delincuencia y corrosión social, el deterioro generalizado del espacio público y de la calidad de vida.

Una de las primeras reacciones fue el movimiento de las “Garden Cities” o “Ciudades jardín” fundado en 1898 por Ebenezer Howard (1850-1928) en el Reino Unido cuyas propuestas se recogieron en la Town and Country Planning Asociation (TCPA). Éstas fueron pensadas como urbes concéntricas y sostenibles con grandes espacios públicos abiertos, parques y bulevares para dotar de calidad de vida a los obreros y nuevas clases medias. Por su parte desde las ciencias sociales encontramos las primeras reflexiones sobre la problemática urbana en la Escuela de Chicago cuyos estudios retrataron a la ciudad como un espacio de fusión de problemas sociales y marginalidad en un mundo urbano peligroso y en descomposición (Park/Burgess/MaKenzie: 1925). Pero será recién a partir de la postguerra en el marco del keynesianismo y del comunismo que la planificación urbana es


asumida como función del Estado y por tanto como una política pública. En la década de 1960 el New Towns Movement heredero del proyecto de las “Ciudades Jardín” influye en el proceso de reconstrucción de Europa y también en los Estados Unidos y la URSS. Sin embargo será el movimiento modernista con propuestas como las de Le Corbusier (1867-1965) el que inspirará la expansión de los grandes proyectos de vivienda social en Europa y Estados Unidos. Con ellos se buscó mejorar la calidad de vida de las clases trabajadoras y medias, apostando por una combinación de densidad (grandes bloques de edificios construidos en zigzag), áreas verdes rectangulares y espacios públicos abiertos que garantizarían alojamientos sanos y lugares de trabajo y ocio humanos y funcionales. Una de las mejores expresiones del modelo Le Corbusier está por cierto en Lima y es la Residencial San Felipe en Jesús María, construida durante el segundo gobierno de Fernando Belaunde como proyecto de vivienda social. Pero hasta entonces los enfoques predominantes en la planificación del espacio público eran del tipo top-down, centrados en planes maestros comprehensivos

que privilegiaban una concepción netamente espacial de lo urbano: se creía que el diseño de la ciudad y sus espacios públicos daría forma y naturaleza a las sociedades que los ocuparían. Dichos enfoques fueron tempranamente cuestionados por la urbanista y activista Jane Jacobs (1916-2006) quién resaltó la importancia de tomar en cuenta la experiencia local y las distintas formas de apropiación y uso del espacio público en el desarrollo urbanístico, entendiendo los barrios como ecosistemas donde la vitalidad comunitaria interactúa con el diseño espacial. Desde finales del S. XX y ya en el S. XXI la tendencia ha sido reemplazar el enfoque top-down y los planes maestros comprehensivos por la planificación urbana estratégica orientada a resolver problemas concretos, además de abrir el espacio a la participación de las comunidades y stakeholders en la planificación del espacio público. Dentro de este campo la planificación participativa, el desarrollo de proyectos integrales de ciudad, las estrategias de placemaking, los procesos de Agenda 21 constituyen algunas de las propuestas de políticas públicas que vienen siendo empleadas para planificar y gestionar el uso del espacio público urbano.

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Tendencias de desarrollo urbano y políticas de gestión del espacio público. Los retos pendientes

globalización y el capitalismo presentan características diferenciadas en función del desarrollo endógeno de las ciudades (Mattos:2002), y probablemente también como consecuencia de las políticas públicas y la intervención de los gobiernos municipales y/o nacionales en la planificación urbanística.

Desde la década de 1960 Lima como otras ciudades latinoamericanas experimentó un proceso de urbanización acelerada que no estuvo acompañado de políticas de planificación configurando un desarrollo informal y desLas transformaciones del ordenado de la ciudad. Si bien espacio público en Lima durante las décadas de 1970 y “Se creía que y otras ciudades perua1980 se tendía a interpretar el el diseño de nas generalmente han desarrollo urbano en las ciu- la ciudad y sus sido estudiadas desde la dades latinoamericanas como espacios públiarquitectura, la sociología dual (una ciudad formal y cos daría forma o incluso la antropolootra informal o marginal), ya gía. Además de los textos desde la década de 1990 la y naturaleza a de (Vega Centeno: 1992, globalización, el crecimien- las sociedades 2006, 2013), quizás el trato económico y el desarrollo que los ocupabajo que aborda el prode nuevos centros urbanos ría” blema del espacio público habría configurado ciudades urbano desde un enfoque policéntricas, que empiecercano al de las políticas zan a ser entendidas como ciudades de públicas es el de (Chión/Ludeña: 2005) múltiples capas o “layered cities” donde donde a partir de una revisión de los el avance de los grandes megaproyectos principales planes, proyectos y acciones urbanos estaría configurando una frag- realizadas entre 1980-2004 por los dimentación más compleja, combinada con versos actores involucrados en la gestión la aparente homogeneización del paisaje del espacio público limeño (gobierno público y la aparición de nuevvos “ar- municipal, central, inversores privados, tefactos urbanos” (grandes superficies vecinos, ciudadanos) identifican algucomerciales y/o edificios corporativos) nos ejes de tensión importantes como: la convertidos en íconos de una nueva fase disyuntiva entre ciudad formal vs ciudad modernizadora (Mattos:2002). Pero és- informal, entre la remodelación o rehabitas transformaciones impulsadas por la litación urbana vs la construcción de ciu-

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dadanía, entre la recuperación cultural del centro como espacio de uso público político y/o cultural vs la “musealización” del mismo, entre el desarrollo fragmentado de Lima vs el impulso de un centro unificador y finalmente, entre la intervención o intereses políticos del gobierno local vs la intervención del gobierno nacional (Chión/Ludeña: 2005). En la última década las transformaciones más visibles del espacio público en Lima y las demás ciudades grandes e intermedias del país están asociadas a la expansión de la industria inmobiliaria impulsada por las denominadas “urban growth machines” (Molotoch: 1976) o coaliciones de élites relacionadas con los negocios inmobiliarios y el capital financiero que a través del impulso de grandes megaproyectos urbanos tienen la capacidad de moldear la ciudad y el espacio público (Mattos: 2002). Además de los grandes centros comerciales, la proliferación de complejos residenciales para alojar a las nuevas clases medias, inspirados en el concepto de “club house” refuerza una tendencia al reemplazo de los espacios públicos por ámbitos privados cerrados o “exclusivos”. Los problemas de inseguridad ciudadana y caos del transporte no hacen más que contribuir al patrón dominante. Pero al lado de éstas tendencias de urbanización, en los últimos años se han

desarrollado otro tipo de estrategias, quizás menos visibles, pero que intentan moldear el espacio público y planificar el desarrollo urbano de manera integrada, participativa y sostenible. Algunas se han propuesto impulsar procesos de placemaking involucrando a los ciudadanos y comunidad en la reinvención o recreación del espacio público y en la solución de problemas urbanos, como por ejemplo el programa Barrio Mío en Lima. Otras estrategias de recuperación de lo público son proyectos como el de Parque Rímac, la futura construcción del Parque del Migrante, la iniciativa “Muévete” de la Municipalidad de San Borja, la creación de mini-gimnasios en varios distritos, la promoción del uso de la bicicleta por la municipalidad de Lima, la instalación de internet inalámbrico en las zonas públicas de Miraflores y otros distritos, sin mencionar el ya clásico dinamismo del Parque Kennedy en Miraflores ahora más acogedor con sus hermosas colonias de gatos urbanos que no tienen nada que envidiar a las de otras ciudades como Roma. Éstas iniciativas constituyen ejemplos importantes de buenas prácticas pero aún están lejos de convertirse en modelos alternativos de gestión del espacio público urbano. ¿Qué se necesitaría entonces? Probablemente la clave sea el impulso de procesos políticos de gobernanza liderados por los gobiernos locales que logren

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conciliar los intereses y capitales de la industria urbanística o las “growing machines” con estrategias y modelos de desarrollo urbano integral y sostenible, además de tejer alianzas con los otros niveles de gobierno (nacional y regional) y movilizar a sectores importantes de ciudadanos. El impulso de estos procesos pasaría entonces por la conformación de “regímenes urbanos” donde los cuerpos públicos y los intereses privados

actúan juntos para poner en marcha decisiones de gobierno (Stone:1989). El desarrollo de estos regímenes requiere en primer lugar el liderazgo del gobierno local, pues se trata de impulsar procesos de policymaking que trasciendan la implementación de programas focalizados o buenas prácticas y abran paso a modelos de ciudad alternativos viables. Se requiere en definitiva hacer política.

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Bibliografía Chion, Miriam/ Ludeña Wiley: “Espacios públicos centralidad y democraciaEl Centro Histórico de Lima. Período 1980-2004” en: URBES. Revista de ciudad, urbanismo y paisaje, Nº 2, (Noviembre de 2005). Jacobs, Jane, The dead and life of great American Cities, New York, A.A Knopf, 1961 Le Corbusier (Charles-Édouard Jeanneret-Gris), La Ville Radieuse, Boloña, 1935 Mattos (de), Carlos A: “Transformación de las ciudades latinoamericanas. ¿Impactos de la globalización?, Revista Eure, Vol. XXVIII, Nº 85, pp. 5-10, Samtiago de Chile (Diciembre, 2002). Molotoch, H.L, “The City as a Growth Machine. Toward a Political Economy of Place”, en: American Journal of Sociology, 1976, 82: 309-332. Park, Robert /Burgess, Ernest/ McKenzie Roderick: The City. Suggestions for Investigation of Human Behavior in the Urban Environment, University of Chicago Press, 1968. Stone, Clarence: Regime Politics. Governing Atlanta, 1946-1988, Lawrence, UNiversity Press of Kansas, 1989. Vega Centeno Sara Lafosse, Pablo: “La dimensión social del análisis urbano”, Revista de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, PUCP, Año 7, Nº 7, (Agosto, 2013). Vega Centeno Sara Lafosse, Pablo, El espacio público la movilidad y la revaloración de la ciudad, Lima, PUCP, 2006. Vega Centeno Sara Lafosse, Pablo Autoconstrucción y reciprocidad, cultura y solución de problemas urbanos, CEMCA-FOCIENCIAS; Lima, 1992.

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La ciudad y sus veredas:exclusi贸n social en el espacio p煤blico


Por:

Julián Mezarina, Juan Carlos Barandiarán y Álvaro Rojas * Equipo Perú Debate

A través del caso de las veredas en Villa El Salvador, se explica cómo éstas han ido reduciendo su tamaño a lo largo de la historia. Esto puede excluir y limitar el libre movimiento de las personas, en particular, de las personas con discapacidad. ¿Cómo estamos entendiendo el espacio público? ¿Cumplen las veredas su función de espacio público?

* Miembros del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública - equipo de PerúDebate. Julián Mezarina (sociología), Juan Carlos Barandiarán (Psicología) y Álvaro Rojas (Ciencia Política).


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La ciudad y sus veredas

Las veredas en Lima En Lima, las veredas tienen, en promedio, 1.2 metros. En algunas zonas, las veredas –si existen- llegan a tener de uno a dos metros, como ocurre en la Av. Javier Prado o en la Av. Benavides. Esto a pesar de contar con un marco normativo sobre habilitaciones urbanas que indica que las veredas deben tener entre 1.80 y 3 metros en el caso de las vías principales (avenidas) y 1.20 m en el caso de las vías secundarias (calles).

Esta “muerte” de la vereda y su reemplazo por una franja peatonal destinada a la mera

Cuadro No. 01 Normas para el diseño de vías D.S. 006-2011-VIVIENDA Vivienda

Comercial

Industrial

Usos especiales

1.80 2.40 3.00 2.40 2.40 3.00 Sin separador Con separdor central 2 móducentral 2 los a cada lado del separador módulos de

3.00 3.00 - 6.00 Sin separador 2 módulos de 3.60

2.40 3.00 Sin separador 2 módulos de 3.60

3.00 3.00 - 6.00 Sin separador 2 módulos de 3.30 - 3.60

Tipos de vías

Vías locales principales Aceras o veredes Estacionamiento Pistas o calzadas

A inicios de la República, en cambio, las veredas llegaban a medir en promedio de 2 a 4 metros y tenían árboles (como las de Paseo Colón, Av. Alfonso Ugarte o Av. Brasil) (Ludeña 2013: 156). De estas quedan muy pocas y sólo son un viejo recuerdo. “La vereda dominante en la ciudad peruana es la angosta vereda-peldaño hispánica (de 0.80 a 1.50 m), que se ha reproducido hasta la actualidad bajo diversas expresiones” (Ludeña 2013: 160). Por ello, las veredas han venido perdiendo su espacio frente a otros medios de movilización.

3.60 Vías locales secundarias Aceras o veredas Estacionamiento Pistas o calzadas

Fuente: D.S. No 006-2011-VIVIENDA.

3.00 1.20 1.80 2 módulos de 2.70

3.30

Con separdor central 2 módulos a cada lado 2.40 5.40 2 módulos de 3.00

1.80 3.00 2 módulos de 3.60

1.80 - 2.40 2.20 - 5.40 2 módulos de 3.00


Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

circulación en fila india, se inicia en los años veinte del siglo XX; progresivamente se pensó en un modelo de ciudad en donde el espacio público es intervenido para una ampliación de carreteras (Ludeña 2013: 157); donde se privilegia el auto y no a que la persona que se desplaza a pie1. En efecto, la vereda es entendida como el tipo de calle peatonal, la cual a diferencia de la pista, permite la circulación y demás actividades de un tipo de actor social “de a pie”. La gran cantidad de actores y la posibilidad de interacciones que pueden realizarse en la misma pueden estar en constante negociación. Como señala Delgado (2007: 129), “las aceras, como espacios urbanos por excelencia, deben de ser consideradas por tanto terreno para una cultura dinámica e inestable, elaborada y reelaborada constantemente por las prácticas y discursos de sus usuarios”. La vereda también puede entenderse, sin embargo, como espacio público, vale decir, como aquel que [...] “supone, pues, dominio público, uso social colectivo y diversidad de actividades” (Cepal 2005: 18). La calle y las veredas, en este caso, son entendidas desde los usuarios, sus percepciones y evaluación de las mismas, y como un proyecto de bien público accesible a todos. 1 Este creciente uso de los automóviles ha sido tomado en consideración para planificar las ciudades sobre la base de reducir el tiempo de desplazamiento de las personas

Parte de estas percepciones y evaluaciones de las veredas son mostradas por un estudio del Observatorio Lima Cómo Vamos, en el 2013. En esta encuesta el nivel de satisfacción con los diferentes aspectos de tránsito de Lima nos muestra que en relación con las “veredas y espacios para la circulación de peatones” la población encuestada nos dice que está “insatisfecho” con las mismas con un valor de 50%2. Aunque la insatisfacción no explica las causas de la misma, como posibles hipótesis tenemos que la existencia de un menor espacio para transitar en las veredas conduciría también a mayores niveles de riesgo de los peatones, toda vez que estos se ven forzados a buscar otras estrategias de movilización que muchas veces implica caminar por la pista. A lo anterior también se debería sumar el hecho de que los peatones no son homogéneos, toda vez que cada uno experimenta y se relaciona de forma distinta en el espacio urbano, como por ejemplo aquellos que tienen una discapacidad motriz, la vereda se convierte no sólo en un espacio reducido, sino hasta adverso para el libre desarrollo de la persona, y una barrera de acceso a la ciudad y la vida en comunidad. 2 Cifras obtenidas en base a una encuesta aplicada a una población de 1920 personas mayores de 18 años, residentes en Lima Metropolitana

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La ciudad y sus veredas

Discapacidad y uso de veredas en Villa El Salvador (VES) A manera de ejemplo, veamos el caso de Villa El Salvador. De acuerdo con el INEI (2005), el 17.26% de la población total del distrito padece de discapacidad motriz. De ese porcentaje, un 16% percibe dificultad para el acceso a veredas y calles. Al respecto, el Jefe de la Red de la Oficina Municipal de Atención a la Persona con Discapacidad (OMAPED) de Lima Sur considera que gran parte de la población con discapacidad no sale a la calle ni siquiera para pasear o recrearse debido a las numerosas dificultades presentes como desniveles en la vereda o la construcción de kioskos en medio de las mismas3. En efecto, según el Plan Integral de Desarrollo de Villa El Salvador al 2021, no existen veredas en la mayor parte del distrito (Municipalidad de Villa El Salvador, 2006). Dicha situación afecta la posibilidad de las personas con discapacidad motriz, que terminan siendo los actores más vulnerados en sus derechos. A la ausencia de veredas se suma el problema de accesibilidad de las ya existentes. Según la Norma de Accesibilidad para Personas con Discapacidad y de las Personas Adultas Mayores4, las rampas de las veredas deberían seguir las indicaciones establecidas en las normas en mención. Así, mientras que las rampas deberían tener un ancho de 1m, una longitud de 1.35m y una altura de 15 cm; en el distrito de VES se puede observar que existe una disparidad entre lo que se debería hacer y lo que se hace, encontrando casos en los que las rampas pueden tener una longitud de 90 cm5. 3 Entrevista realizada al señor Eulogio Rojo, jefe de la Red de OMAPED de Lima Sur, el día 07/05/2014 en las instalaciones de la municipalidad de Villa El Salvador. 4 Norma a.120 Accesibilidad para personas con discapacidad y de las personas adultas Mayores. Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento. 5 Información obtenida de la entrevista al señor Eulogio Rojo, jefe de la Red de OMAPED de Lima Sur.

Una gestión municipal inconexa puede tener graves consecuencias. La descoordinación entre la OMAPED y la Gerencia de Desarrollo Urbano es parte del problema. Si bien la OMAPED reconoce la exclusión generada por las veredas y rampas mal construidas a las personas con discapacidad motriz, y que esta situación está reñida con las normas vigentes, tampoco existe coordinación con la referida gerencia respecto de este tema. Esta falta de coordinación se evidencia en el estado de las veredas del distrito. Los pobladores señalan las dificultades que tienen para acceder y posteriormente desplazarse por las mismas. Los vecinos y vecinas afirman que muchas veces necesitan del apoyo de alguien para poder subir o bajar de una rampa al momento de terminar una vereda. En otras ocasiones, algunos mencionan que hasta han tenido que hacer uso de la pista debido al desnivel que presentaban las veredas en distintas zonas del distrito.6 Es así que observamos que las veredas y las rampas pueden llegar a limitar el acceso de los peatones en VES, especialmente, para el caso de las personas con discapacidad motriz. Viendo las definiciones propuestas a la luz del caso estudiado podemos señalar que el espacio público no necesariamente abre posibilidades de acceso, sino que dependiendo de la forma en que ha sido concebida y construida también puede excluir. La exclusión a un espacio público puede influir en la cantidad de relaciones sociales que puede tener una persona; es así que los actores que tienen discapacidad motriz no solamente se encuentran sin acceso a un espacio físico, sino que además podemos decir que se encuentran sin acceso a un espacio social y de interacción. Esto último se hace evidente en casos extremos cuando las personas con discapacidad dejan de 6 Entrevista realizada a tres vecinos del AA.HH Nueva Era de Villa El Salvador.


Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

salir de su casa porque tienen dificultades de desplazarse libremente por las calles. Conclusiones El caso de Villa El Salvador evidencia una situación que viene ocurriendo en diversos espacios de la ciudad. No es un caso aislado y nos afecta a todos y todas, pero a algunos más que a otros. Como se ha podido apreciar, las personas con discapacidad motriz ven limitado su acceso a veredas y rampas, lo que les impide a su vez disfrutar de la ciudad y de tener un libre desarrollo, derecho que la propia Constitución Política reconoce. A pesar de existir interés por parte de un actor público (OMAPED) en generar cambios, es necesaria una acción coordinada con otras unidades orgánicas de modo que se cumpla con los reglamentos y se de vida a políticas públicas que faciliten y garanticen la vigencia de los derechos de las personas con discapacidad motriz. Una planificación urbana es indispensable en este caso, y requiere la participación de diversos actores. La vereda, sin embargo, la usamos todos y todas; es necesaria para el peatón, las personas con bicicletas, aquellos que salen con sus hijos en coche, a caminar para llevar una vida saludable, o simplemente para disfrutar de la ciudad y reencontrarse con los demás. En ese sentido, es necesario prestar una mayor atención a cómo se ha venido tratando desde la gestión de la ciudad el tema de las veredas: se requiere pensarlas como espacio público, donde confluye una diversidad de personas, que constituyen el entramado urbano y necesitan hacer uso de una infraestructura segura y de acuerdo a sus necesidades para que puedan movilizarse y relacionarse. Es momento de repensar y revalorar las veredas.

Bibliografía Delgado, Manuel (2007). Sociedades movedizas: Pasos hacia una antropología de las calles.Barcelona: Anagrama. Ludeña, Wiley (2013). Lima y espacios públicos: perfiles y estadística integrada 2010. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima Cómo Vamos (2013). Informe sobre la percepción de calidad de vida. 2013. Lima: Lima cómo vamos. Observatorio Urbano Municipalidad de Villa El Salvador (2005). Diagnóstico de Villa El Salvador. Lima: Municipalidad de Villa El Salvador. Municipalidad de Villa El Salvador (2006). Plan Integral de Desarrollo de Villa El Salvador al 2021. Lima: Municipalidad de Villa El Salvador.

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Espacios Públicos: Espacios Ciudadanía y de Socialidad

Omar Pereyra

Profesor de Sociología del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP. Licenciado en Sociología por la PUCP. Magíster en Ciencias Sociales por la Universidad de Chicago y Doctor en Sociología por la Universidad de Brown. Sus áreas de investigación abarcan la intersección entre la sociología urbana y estratificación social, en particular el estudio de la formación de identidades barriales y de clase, fronteras simbólicas y sociales, segregación residencial y la economía política del espacio urbano.

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na definición general de espacio público es: “… todas las áreas que son abiertas y accesibles a todos los miembros del público en la sociedad” (Neal 2010: 1) . Por supuesto, esta definición está condicionada a una definición previa de ¿quién es “el público”? Actualmente se discute si la noción de “el público” (o “los ciudadanos”) debiera extenderse hasta incluir a los inmigrantes ilegales, a la gente sin vivienda (homeless), a los homosexuales, así como a otros grupos históricamente discriminados y excluidos. Sin embargo, a pesar de ser una discusión políticamente importante, cabe cuestionarse si esta discusión es la que debiera primar para entender los espacios públicos que conocemos. Mi opinión es que este es un punto de vista importante, pero no el único, ni necesariamente el mejor. Precisamente, en la actualidad prima en los estudios sobre los espacios públicos

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de

una visión que se centra en torno a la construcción de ciudadanía. Desde esta perspectiva, el espacio público es visto básicamente como la materialización espacial de lo que Habermas (1989) llama la esfera pública o el espacio en donde los individuos (o ciudadanos) se encuentran, discuten y toman acuerdos sobre la vida pública. Se espera entonces del espacio público que cumpla esta función. Sin embargo, estos lugares de igualdad, democracia y tolerancia se encuentran amenazados, en primer lugar, por lógicas totalitarias o conservadoras que buscan callar o incluso excluir de los mismos a sus enemigos políticos o a los sujetos inmorales (Young 1990); y en segundo lugar, por las lógicas del capital que tienden no solo a transformarlos para generar ganancias y/o dinamizar la acumulación del capital, sino también a privatizarlos, excluyendo en su camino a los menos privilegiados (Judd 1999; Harvey 2006; Zukin 2010). En ambos casos, la calidad


y el potencial democratizador del espacio público se ven amenazados; y con ello la ciudadanía y la democracia (Borja y Muxí 2003).

La perspectiva de la socialidad encuentra que los sujetos no necesariamente usan el espacio público como esfera pública, es decir, como lugar de afirmación o creación de la ciudadanía. La mencionada es una línea Por el contrario, en los de trabajo académicamente grandes espacios públirespetable y políticamente “La construcción cos, los sujetos generalimportante. Sin embargo, no mente atraviesan dicho de la ciudadanía es la única. Existe otra entraespacio sin detenerse o da a los estudios sobre espa- y la democracia se aíslan buscando un cios públicos, dejada de lado son también fines momento de tranquiliprecisamente por la relevan- deseables, pero dad. Del mismo modo, cia actual de este proceso de a fin de cuentas si la conversación entre privatización del espacio pú- complementarios sujetos aparece es al inblico. Se trata de la perspecterior de grupos cerrados para el espacio tiva de la socialidad que se que buscan aislarse de encuentra en los trabajos de público” los otros. Igualmente, si Simmel (1971a; 1971b), Jaclos individuos conversan obs (1961), Goffman (1966, con extraños se trata de 1967), Sennett (1970, 1974) y conversaciones utilitarias, distantes es inWhite (1980). Se entiende por socialidad cluso superficiales (Goffman 1966; White a la actividad social en sí misma, sin nin- 1980). De esta forma, observar el espacio gún deber o propósito, y sin ningún fin público es como observar lo que Jacobs más que la contemplación, el encuentro (1961) llamaba el “ballet en la calle”, es con otros, la diversión, la vitalidad, y el decir, una suerte de coreografía armada descanso (Simmel 1971a). Esta perspec- por sujetos o grupos que se auto-controtiva se pregunta cómo es posible el orden lan manteniéndose una distancia, procuen espacios concretos. A diferencia de la rando no dañar la integridad de otros y perspectiva de la ciudadanía, la perspec- evitando posibles conflictos. En la base tiva de la socialidad se ha centrado en de este conjunto de arreglos tácitos se enestudios de lugares concretos, haciendo cuentra la noción de civilidad. una diferenciación entre los “grandes espacios públicos” como la plaza o la En términos generales, “… [l]a civilidad ciudad misma, y los “pequeños espacios existe cuando una persona no se conpúblicos” que se encuentran en barrios vierte en un fastidio para otros” (Senhomogéneos o socialmente diversos. nett 1974: 269) . Es decir, civilidad es la capacidad de abstenerse de realizar actos

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La perspectiva de la construcción de la ciudadanía respecto al espacio público es la que prima entre nuestros académicos y líderes de opinión que buscan influir en los diseñadores de políticas públicas y urbanas. Esta perspectiva es por supuesto importante, pero trae también tiene dos peligros principales. En primer lugar, la tendencia a ver y evaluar todo espacio público como “gran espacio público”. De este modo no sólo perdemos de vista las

22 | Espacios públicos: espacios de ciudadanía y de socialidad

particularidades de la vida social de los otros espacios públicos como las pequeñas canchitas de fútbol, las veredas o las esquinas, sino que incluso esperamos que sean o los evaluamos como si fueran lo que no son ni tienen por qué ser, es decir, como si fueran “grandes espacios públicos”. En segundo lugar, juzgamos a estos espacios usando como medida el grado en que se acerquen al ideal de esfera pública; es decir, en la medida en que permitan crear o reconocer a otros ciudadanos y que promuevan actividades (sobre todo) políticas. Nuevamente, encuentro que tanto el “pequeño espacio público” como el “gran espacio público” no debieran subordinarse a estos objetivos bien intencionados, deseables e incluso necesarios. En mi opinión estos espacios debieran juzgarse como “exitosos” a partir de parámetros más sociales o incluso simplemente lúdicos. En este sentido, me inclino más a pensar que el fin último de un espacio público es la socialidad, es decir, la actividad social en sí misma, ©parteforma.com

que resulten molestos para otros, y recíprocamente esperar que otros no realicen actos que nos resulten molestos. Surge así una suerte de pacto social que permite el orden y evita el conflicto en el espacio público (Goffman 1966). Esto no significa que el espacio esté dominado por un conjunto de reglas rígidas que deban cumplirse al pie de la letra. Al contrario, en primer lugar, estas reglas, o código de civilidad (Anderson 2011) son altamente difusas y maleables. En segundo lugar, este código de civilidad varía de lugar en lugar. En este punto la diferencia entre el “gran espacio público” y “pequeño espacio público” cobra mayor relevancia: en el gran espacio público el código de civilidad es más compartido colectivamente, acercándose a lo que Durkheim llamaba la consciencia colectiva . En cambio, en el pequeño espacio público, el código de civilidad es más restringido y el comportamiento de los individuos es vigilado directamente por los habitantes locales quienes cuidan el orden moral local (Suttles 1968).


sin ningún deber o propósito, y sin ningún fin más que la contemplación, el encuentro con otros, la diversión, el descanso e incluso la alienación. La construcción de la ciudadanía y la democracia son también fines deseables, pero a fin de cuentas complementarios para el espacio público. Surgen así dos preguntas mucho más ambiciosas e incluso difíciles de defen-

der: ¿cómo mantener o proteger el carácter de estos espacios que no tienen una función definida, ni económica ni política?; y ¿cómo mantener la diferencia y lograr la completementariedad entre “pequeños espacios públicos” (con caracteres y normas más locales) y los “grandes espacios públicos” (con caracteres y normas más metropolitanas)?

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Bibliografía Anderson, Elijah. 2011. The Cosmopolitan Canopy: Race and Civility in Everyday Life. New York: Norton. Borja, Jordi y Xaida Muxí. 2003. El Espacio Público: Ciudad y Ciudadanía. Barcelona: Electra. Goffman, Erving. 1966. Behavior in Public Places: Notes on the Social Organization of Gatherings. New York: Free Press. Goffman, Erving. 1967. Interaction Ritual: Essays on Face-To-Face Behavior. New York: Pantheon Books. Habermas, Jürgen. 1989 (1962). The Structural Transformation of the Public Sphere: An Inquiry into a Bourgeois Category. Cambridge: MIT Press. Harvey, David. 2006. “Political Economy of Public Space”. En: Low, Setha y Neil Smith (Eds.). The Politics of Public Space. New York – London: Routledge. Jacobs, Jane. 1961. The Death and Life of Great American Cities. New York: Vintage. Judd, Denis. 1999. “Constructing the Tourist Bubble”. En: Judd, Denis y Susan Fainstein (Eds). The Tourist City. New Haven: Yale University Press.

24 | Espacios públicos: espacios de ciudadanía y de socialidad


Neil, Zachary. 2010. “Locating Public Space”. En: Orum, Anthony y Zachary Neal (Eds.). Common Ground? Readings and Reflections on Public Space. New York – London: Routledge. Sennett, Richard. 1970. The Uses of Disorder: Personal Identity and City Life. New York: Alfred A. Knopf. Sennett, Richard. 1974. The Fall of Public Man. New York – London: W. W. Norton & Company. Simmel, Georg. 1971a. “Sociability”. En: Simmel, Georg. On Individuality and Social Forms. Chicago: The University of Chicago Press. Simmel, Georg. 1971b. “The Metropolis and Mental Life”. En: Simmel, Georg. On Individuality and Social Forms. Chicago: The University of Chicago Press. Suttles, Gerald. 1968. The Social Order of the Slum. Chicago: The University of Chicago Press. White, Williams. 1980. The Social Life of Small Urban Places. New York: Project for Public Spaces. Young, Iris M. 1990. Justice and the Politics of Difference. Princeton: Princeton University Press. Zukin, Sharon. 2010. Naked City: The Death and Life of Authentic Urban Places. Oxford – New York: Oxford University Press.

Omar Pereyra |

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La ciudad y sus parques: la gesti贸n cultural en el espacio p煤blico


Por:

María Claudia Augusto y Hugo André Rimarachín* Equipo Perú Debate

A través del caso del Parque Zonal Huáscar en Villa El Salvador, se discute la gestión cultural en los espacios públicos. No se trata de una mera infraestructura o espacio territorial, sino un lugar de encuentro, creación y afirmación de identidad cultural.

* Miembros del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública - equipo de PerúDebate. María Claudia Augusto (Ciencia Política) y Hugo André Rimarachín (Periodismo).

Fotografía ©PerúDebate


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La ciudad y sus parques

En Lima sur, la satisfacción con la oferta de actividades recreativas y culturales alcanza el 48.5% (Lima cómo vamos: 2013). En esta parte de la ciudad se ubica Villa El Salvador, un distrito con más de 900 mil habitantes, en el que sólo el 27% de sus hectáreas disponibles para espacio público es empleado para tal fin (MUNIVES, 2005).

de Cultura, Recreación y Educación Ambiental (CreaLima) como una propuesta de una buena gestión cultural en los espacios públicos. Estos centros fueron creados en el 2012 dentro de los parques zonales administrados por SERPAR con el objetivo de valorizar los espacios públicos como plataformas para la inversión cultural permanente a través de espacios formativos y recreativos para todos, generando una vecindad firmemente unida por su identidad cultural (SERPAR; 2013: 3) El espacio público es entendido de manera general como el lugar donde todas las áreas están abiertas y accesibles a todos los miembros del público en la sociedad (Neal en Pereira 2014). La concepción de espacio público no debe limitarse sólo a lo físico, a la infraestructural, pues, como señala Ludeña, este espacio debe reproducir “en su uso físico, mental y emocional un determinado valor de lo público” (2011, 15) y debe ser un “mecanismo fundamental para la socialización de la vida urbana” (Jordi y Maxí, 2000: 67).

Fotografía ©PerúDebate

Ante esto, la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) y los distintos municipios distritales han creado diversos espacios de esparcimiento como parques y alamedas que ofrecen una gran variedad de servicios recreativos y culturales. En el presente artículo nos centraremos en los Centros

La gestión cultural en el espacio público debe permitir “la multiplicidad de actividades en las que cohabiten distintas trayectorias y sea posible la existencia de más de una voz” (Massey en Verdesoto, 2005) y debe constituir un “instrumento para modificar la configuración cultural de la ciudad: los usos y las apropiaciones de los espacios públicos, las posibilidades de desplazamientos 
y de encuentros entre distintos actores sociales” (Carman 2013, 89). Estos deben ser, por tanto, “espacios de formación y capacitación en prácticas artísticas” (Verdesoto, 2005) que logren una


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Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

“participación plural y un disfrute más pleno de la vida en la ciudad (Carman, Segura y Soldano, 2013: 90). Actualmente, CreaLima cuenta con 15 servicios que incluyen bibliotecas, ludotecas, anfiteatros, salas de exposiciones y talleres para niños, jóvenes y adultos. Consideramos que estos centros son un ejemplo de una buena Gestión Cultural en el espacio público por tres razones: (1) Permite el empoderamiento de la población local, (2) brinda acceso a espacios culturales y (3) busca ser un proyecto sostenible por la comunidad. En las siguientes líneas se abordará específicamente el caso de CreaHuascar, centro cultural de CreaLima, denominado así por estar ubicado en el parque zonal Huascar en Villa El Salvador.

cuenta cuentos, poesía o recorridos en el parque temático de CreaHuascar compuesto por aulas interactivas que promueven hábitos responsables con el medio ambiente. Como menciona Ricardo Gálvez, Jefe de Cultura de SERPAR, “la agenda es la respuesta cultural a los problemas de la comunidad, no es sólo hacer arte. El arte es una línea pero la otra línea es trabajar los vínculos sociales y responder a las principales problemáticas” .

Una forma de empoderamiento En el año y medio de funcionamiento que tiene CreaHuascar, el programa ha logrado fortalecer los vínculos con la población a través del trabajo con organizaciones locales tales como comités vecinales, colegios nacionales y privados, agrupaciones culturales, comités ambientales y pobladores en general que han participado en el diseño de las actividades. De este modo, la comunidad identifica los problemas presentes en la zona que son recogidos por el equipo de CREA y ante los cuales se responde a través de actividades culturales que permiten crear espacios de reflexión sobre distintos temas dentro de los servicios que ofrece el programa. Ejemplo de ello son la Agenda Cultural CREA Huáscar en donde problemas como la contaminación y el cuidado del agua vienen siendo tratados a través de talleres de reciclaje o actividades como

Fotografía ©PerúDebate

Por otro lado, el programa ha contribuido con la visibilización de las agrupaciones culturales locales dentro y fuera del distrito


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La ciudad y sus parques

al brindar espacios para que estos presenten sus proyectos, participen en la Agenda CREA, obtengan mayor reconocimiento de la comunidad. Agrupaciones como Arena y Esteras, Repercuta, Bigote de Gato, Vichama Teatro o Comuna de Villa colaboran mediante el dictado de talleres gratuitos y la presentación de muestras artísticas en los distintos parques metropolitanos. Ambos aspectos muestran el empoderamiento de la comunidad local y de los gestores ya que abren espacios de comunicación entre el equipo y la población, participando en la toma de decisiones y el planeamiento de actividades que son realizadas a diario. Este enfoque de gestión participativa genera liderazgo, el fortalecimiento de los vínculos locales y permite el apropiamiento del espacio público. Acceso a espacios culturales Como se mencionó, existe una insatisfacción con la oferta de actividades culturales en la zona. La innovación de este proyecto radica en el aprovechamiento del espacio público a través de la instalación de Centros Culturales permanentes con atención diaria en donde niños, jóvenes y adultos asisten con regularidad. Sólo en lo que va del año el CREA Huáscar ha recibido más de 49’ 909 atenciones al público lo que es una cifra importante en su corto tiempo de funcionamiento. El proyecto ha permitido generar una oferta de actividades culturales para todas las edades que contribuyen con la formación y recreación del individuo y se observan principalmente en 4 de los 15 servicios que ofrecen: Las Escuelas CREA, los talleres gratuitos, las bibliotecas y las ludotecas.

En una población mayoritariamente joven (60%), las escuelas y los talleres permiten fortalecer las capacidades artísticas de su público, aumentando la accesibilidad a programas que, en otro contexto, tendrían un costo para los participantes. Las Escuelas CREA Lima, por un lado, son talleres abiertos que promueven diversas actividades artísticas con enfoque ciudadano como la danza urbana, danza folklórica, el teatro y el circo. Estos se desarrollan los días domingos y varían semanalmente. Son dictados con el apoyo de organizaciones locales y buscan ser espacios formativos promoviendo el trabajo en equipo, la producción cultural y la expresión corporal a través de la difusión del arte. Los talleres, por otro lado, responden a las preferencias de los pobladores y su duración varía según la respuesta de sus asistentes. Actualmente, se cuentan con talleres de tejido, guitarra, tai chi, arte en reciclaje, circo y teatro, etc. Las bibliotecas y ludotecas son servicios permanentes orientados a la promoción de lectura y del juego. Las primeras cuentan con colecciones superiores a los 5000 libros con material educativo actualizado de libre acceso y hoy reciben a cerca de 18 mil usuarios mensuales. Esto permite fomentar hábitos de lectura y crear nuevas dinámicas de relacionamiento. Como comenta Rosa Valencia, es interesante “el vínculo que se logra entre el niño y padre de familia. Eso es invalorable porque tanto en la biblioteca como en la ludoteca, las dinámicas, los juegos, todo de una otra forma es un aporte para fortalecer estos vínculos familiares”. Las segundas son espacios interactivos que promueven el derecho al juego mediante programas lúdicos promoviendo el desa-


Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

rrollo cognitivo y motriz de niños de 0 a 10 años.

y la capacitación del equipo a cargo del proyecto.

Ambos, en definitiva, son espacios de expresión para su público asistente que abren espacios para la interacción con otros y permiten mejorar sus capacidades en distintos ámbitos como la danza, el baile o la creación literaria.

Reflexiones finales

Asociarse para la sostenibilidad Por otro lado, un tercer elemento importante para una buena gestión cultural en el espacio público es su sostenibilidad. En ese sentido, CREALima cuenta con la Red CREA compuesta por 81 organizaciones entre las que destacan agrupaciones locales y más mediáticas, instituciones públicas y empresas privadas que permiten darle continuidad al proyecto y evitar cualquier intervención política que lo debilite. Esto se complementa en el modelo de gestión sostenible que viene trabajando la dirección de cultura de SERPAR para dejar una base en las futuras gestiones que asuman el proyecto y puedan tener cierta autonomía en el manejo de los recursos a través de un marco legal. En el área sur se cuenta actualmente con 16 organizaciones y ha permitido consolidar la propuesta local, convirtiéndolo en un proyecto que más allá de la municipalidad involucra a actores interesados por promover la diversidad cultural y las actividades culturales. En el caso de las empresas privadas, estas elaboran convenios que permiten la intervención con iniciativas culturales de largo plazo. A través de estas alianzas estratégicas se logra el apropiamiento del proyecto, el fortalecimiento de sus actores

A partir del caso CREA podemos ver el impacto que puede tener la gestión cultural en el uso del espacio público. En primer lugar, este proyecto muestra la importancia del uso activo del espacio público más allá de su componente infraestructural, como herramienta de socialización que permite el intercambio entre individuos dentro de un mismo espacio y a través de la cultura, su integración.º En segundo lugar, permite el reconocimiento de la diversidad cultural. Las escuelas, talleres y presentaciones rescatan la variedad de expresiones artísticas que existen en nuestro país y en Villa el Salvador, permitiendo el reconocimiento de agrupaciones con distintos intereses. En tercer lugar, revalora la importancia que tiene la cultura en el desarrollo individual y colectivo de la comunidad y también el papel que cumple el Estado en la creación, transformación y ordenamiento de la ciudad y con ello, del espacio público. La construcción de seis nuevos Centros antes que termine el año 2014 aumentará la oferta cultural en varias zonas de la ciudad. Finalmente, el principal aporte del programa CREA es la implementación de un proyecto que no sólo satisface necesidades sino que también crea capital social. El espacio público se convierte en un derecho y, como sostiene Rosa Valencia, el gran reto es convertir a la comunidad en protagonista de su desarrollo social y cultural.

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La ciudad y sus parques


Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

Bibliografia BORJA, Jordi y Zaida Muxí 2000 El espacio público, ciudad y ciudadanía. Bacelona. CARMÁM, María, Ramiro Segura y Daniela Soldano 2013 Hacia una gestión cultural de los espacios comunes. Publicado en Voces en el Fénix. Número 29. Año 4. Octubre 2013. Página 86-93 LIMA COMO VAMOS 2014 Encuesta Lima cómo vamos 2013. Informe de percepción sobre calidad de vida. Consulta realizada el 19 de Mayo de 2014 <http://www.limacomovamos.org/cm/wp-content/ uploads/2014/03/EncuestaLimaComoVamos2013. pdf> LUDEÑA, Wiley 2013 Lima y espacios públicos. Perfiles y estadística integrada 2010. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú. MUNICIPALIDAD DE VILLA EL SALVADOR 2005 Resumen ejecutivo. Consulta realizada el 04 de mayo de 2014. <http://www.munives.gob.pe/VillaElSalvador/Diagnostico/RESUMEN%20EJECUTIVO.pdf PEREIRA, Omar 2014 Espacios públicos: Espacios de ciudadanía y de socialidad. Boletin Peru Debate 2014. Número 1. Páginas 20-25. SERPAR 2013 Plan Estratégico Institucional 2014 - 2016. Lima: Servicio de parques de Lima. VERDESOTO, Irina 2013 Gestión del Espacio Público para la Cultura. El Telegrafo. Publicado el 12 agosto 2013. Consutado el 14 de mayo de 2014 <www.telegrafo.com.ec/cultura/carton-piedra/item/ gestion-del-espacio-publico-para-la-cultura.html>

Fotografía ©Perú Debate

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Espacio público y la planificación en Lima Jorge Arce

Director Ejecutivo del Instituto Metropolitano de Planificación de la Municipalidad Metropolitana de Lima

P

ara abordar el tema y la importancia de los espacios públicos o espacios abiertos, desde la perspectiva de la planificación territorial de la provincia de Lima, es conveniente primero definir su concepto, teniendo en cuenta que son la base del desarrollo de la vida urbana. Al respecto se debe entender como tales al espacio o lugares por los cuales los ciudadanos en general tienen la facultad o derecho de circular libremente de acuerdo a sus necesidades sociales, económicas, culturales, políticas, recreativas, de ocio u otras relacionadas con el desenvolvimiento de sus facultades físicas, emocionales, mentales y espirituales. Para nuestro análisis, desde el enfoque jurídico, se debe establecer que el espacio público está definido dentro de la propiedad pública, admitiendo que dentro de la propiedad privada también existen espacios de uso público como por ejemplo, centros comerciales, cementerios, locales de actividad cultural, artística, deportiva y recreativa, entre otros; sin embargo, su acceso puede estar restringido por la administración de los mismo a horas de visita o al pago de determinada tarifa, entre otros criterios definidos por su licencia de funcionamiento o por los propietarios privados. De otro lado, siendo de propiedad

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privada, su uso puede cambiar a solicitud del propietario, con la autorización de la autoridad competente. Dentro de este marco de análisis, el uso del espacio público está regulado por normas y reglamentos específicos emitidos por la administración pública, la cual es la propietaria o posee el dominio del suelo, garantizando a todos los ciudadanos su accesibilidad y determinando las condiciones de su utilización. En este sentido, en vista de su significativa trascendencia en el desarrollo humano, su implementación, evolución y gestión deben estar garantizados por el Estado a través de sus tres niveles de gobierno como uno de los sistemas de mayor relevancia en el desarrollo urbano de ciudades, distritos y centros poblados. En gran medida, la calidad de vida que el gobierno de las ciudades le puede ofrecer a la población está directamente relacionada con la calidad del diseño, ejecución y gestión de sus espacios públicos, sobre todo si se tiene en cuenta que en el caso de la ciudad de Lima, la capital de la República, debe dejar de crecer de manera extensiva, como se ha mencionado recurrentemente, “semejando una mancha de aceite” para adoptar, en vista del bajo índice de población por hectárea frente a otras ciu-


dades latinoamericanas, un crecimiento vertical densificando el uso del suelo pero a su vez “esponjando” el tejido urbano con áreas libres, verdes y recreativas. Esta política de densificación selectiva, sobre todo en los corredores viales metropolitanos más importantes u en otras centralidades estratégicas, permitiría reducir los costos que afronta la ciudad en la provisión de los servicios públicos. Por estas razones en el Plan Regional de Desarrollo Concertado (PRDC) formulado por la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), aprobado por unanimidad en la Asamblea Metropolitana (que reúne a representantes de la sociedad civil con los 42 alcaldes distritales y al alcaldesa de Lima), así como por el Concejo Metropolitano a través de la Ordenanza 1659 del 19 de febrero del 2013, se ha tratado el tema con especial énfasis dentro de los ejes o dimensiones de análisis del plan. Por ejemplo al tratar el sustancial tema de la educación, dentro de las políticas y metas de desarrollo, se introduce el siguiente párrafo: “En dicho contexto, la propuesta pedagógica del Plan de Lima es definida por el enfoque de la ciudad educadora y plantea que la enseñanza no se restrinja únicamente a las orientaciones del sistema magisterial, sino, además, que la dimensión formativa y educativa se asuma de manera más amplia, tanto en las instituciones educativas, como en otros espacios públicos y en las actividades diarias de los ciudadanos y ciudadanas de Lima” . Es evidente que en el enunciado se trasunta la importancia que tiene para la educación llevarla más allá de los centros escolares, y que toda la ciudad con su tejido urbano participe en este proceso como la gran aula que nos

ofrezca pautas permanentes de valores cívicos, de orden, respeto, convivencia pacífica, disciplina y solidaridad entre otros, para lo cual es imprescindible que la urbe presente un ordenamiento y paisaje urbano acorde con este objetivo, donde los espacios públicos por su concepción y gestión motiven decididamente a los ciudadanos a percibirlos como parte de sus propios hogares, al sentirlos seguros, confortables y amigables cuando transitan libremente por ellos. Para el PRDC resultaba un desafío establecer las políticas públicas orientadas a superar las tendencias de crecimiento de Lima, las mismas que revelaban la consolidación del centro de la ciudad como la principal área donde la población satisface sus demandas de servicios; generando relaciones de dependencia con el resto de zonas de la metrópoli denominadas periferia, lo que ocasionó en estas zonas, por lo general, un proceso de urbanización con habilitaciones informales y de autoconstrucción de viviendas sin requisitos técnicos, las cuales presentan limitados espacios, déficit de áreas verdes, de recreación, de deportes, y equipamientos, tanto como un sistema vial desarticulado y complejo que dificulta que los espacios públicos, en estas zonas, conformen un sistema organizado. Ahora bien, ¿cuando hablamos de espacios públicos a que usos del suelo de propiedad pública nos estamos refiriendo de manera general? Los mismos presentan uso social colectivo y diversidad de actividades que se pueden clasificar más allá de ser verdes, pavimentados o de tierra como: plazas, parques distritales, parques zonales, campos y/o losas deportivas, áreas de recreación, vías de circulación moto-

Jorge Mesías |

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rizadas y no motorizadas, estaciones de transporte, escaleras de acceso a viviendas en laderas, entre otros; edificios de la administración pública donde se ofrecen diversos servicios de justicia, de salud, de educación, de seguridad, de cultura, o monumentos precolombinos de carácter patrimonial, como también sedes de gobierno en sus diversos niveles. También se pueden incluir suelos que presentan características apropiadas que les permitan encontrarse dentro de la clasificación de espacios públicos. Estos son en algunos casos parte de la estructura ecológica de la ciudad como el litoral costero de playas, las lomas y los humedales, y en otros casos son grandes espacios libres en la ciudad que pudiesen brindar una nueva posibilidad de espacios públicos en el futuro, como los pasivos ambientales (espacios que hoy forman parte de los servicios de la ciudad y que pudieran, en algunos casos, cambiar de uso e integrarse al sistema de espacios públicos), es decir pueden presentarse diversas posibilidades de crear estos espacios incluyendo los virtuales como el Internet. Es evidente la estrecha relación que presentan estos espacios con la calidad de vida de los ciudadanos sin distinción de ninguna clase. Es en la interacción que se produce entre las diferentes clases sociales que los utilizan que se alcanza la igualdad como supremo fin de la sociedad. Por estas razones, en el PRDC dentro de las 12 políticas de desarrollo que se enmarcan en las cuatro dimensiones o ejes estratégicos (social, territorial-ambiental, económico y político-institucional), dentro del eje territorial se establece la siguiente: “Promover las condiciones de habitabilidad segura como un derecho ciudadano, a través del acceso y mejora de la

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Espacios público

vivienda, la movilidad, el transporte, los servicios básicos, la recreación, los espacios públicos y otros reduciendo las condiciones de vulnerabilidad” A partir de esta estructura de ejes y políticas el PRDC define objetivos estratégicos y específicos tanto como programas y proyectos en los cuales se desarrolla cada vez con mayor detalle la importancia del establecimiento de los espacios públicos para alcanzar la visión, y las metas propuestas para Lima al 2025. La versión completa del PRDC la pueden obtener en la pag. web: http://www.planlima.gob.pe/ html/documentos_plan_completo.html Concretado el Plan Regional la MML viene formulando el “Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano Lima-Callao al 2035” como la versión físico - espacial del eje 2 (dimensión territorial – ambiental), concibiendo a los espacios públicos o espacios abiertos, dentro de una renovada concepción de la ciudad, como un sistema que privilegie y articule los diferentes tipos de espacios anteriormente mencionados, por lo que el entendimiento y planificación de los mismos debe hacerse de manera conjunta con otros sistemas urbanos como el sistema de transporte, de equipamientos y de servicios, que vertebran el uso del suelo definido como residencial, industrial, comercial, patrimonial o de otros usos urbanos complementarios. En esta articulación cada espacio juega un rol dentro del sistema, la calle, por ejemplo, se convertirá en un espacio público clave, ya que permite integrar a los demás espacios y generar una red de articulación. Por otro lado, con la integración de los espacios públicos potenciales al sistema, que forman parte de la estructura ecológica, se podrá desarrollar, por ejemplo con las lomas, espacios de borde ur-


bano que permitan preservar las condiciones naturales de estos espacios y a la vez faciliten la integración de los ciudadanos con las áreas naturales. Son estas las razones por las cuales los ciudadanos debemos promover, coadyuvar en el mantenimiento y defender los espacios públicos, demandando calidad en su implementación y respeto en su uso. Toda habilitación urbana debe prever la adecuada reserva de estos espacios, los mismos que una vez habilitados

de ninguna manera deben someterse al abandono o al tratamiento indiferente o irresponsable de las autoridades y los vecinos, dando lugar para que sean conquistados y adoptados por sectores antisociales y/o delincuenciales de la sociedad. El tratamiento y uso de ellos revela la autoestima que la población, de su área de influencia, tiene de sí mismos, tanto como el respeto que tienen por la vida, ya que estos espacios, en gran medida, contribuyen a sentirnos libres y vivos.

Jorge Mesías |

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La ciudad y sus mercados: socialidad y cultura en el espacio pĂşblico


Por:

Hernán Tello y Francisco Narrea Equipo Perú Debate

A través del análisis de los mercados y supermercados, se plantea el debate sobre la relevancia de los mismos como espacio público. El artículo busca responder a la pregunta ¿Por qué proteger los mercados? ¿Qué competencias tienen las municipalidades para ello?

* Miembros del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública equipo de PerúDebate. Hernán Tello (Ciencia Política y Francisco Narrea (Ciencia Política).

Fotografía: ©Silverman68


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La ciudad y sus mercados

Lima es una ciudad de mercados. Sólo en Lima Metropolitana y Callao existen aproximadamente 1300 mercados tradicionales (sin contar las 500 paraditas y 1500 ferias existentes). A nivel nacional hay 2500 establecimientos, es decir, un poco más de la mitad de la totalidad de los centros de abastos se encuentra en la capital (García Calderón, s/f:1). Nuestra ciudad también cuenta con supermercados, establecimientos modernos y de alto potencial de crecimiento: sólo este año se desarrollarán alrededor de 10 proyectos de centros comerciales ligados a supermercados, con una inversión de 1000 millones de dólares y se estima que por cada hipermercado o supermercado existen 10 mercados tradicionales con un promedio de 80 puestos de mercado cada uno (IPSOS, 2007). Pese al predominio numérico, las deficiencias que enfrentan los mercados de abasto generan su desprestigio y están pasando a ser vistos más como un foco de problemas (como la informalidad) que como un espacio público vital en nuestra sociedad. Los mercados forman parte de la vida cotidiana y muchas veces la visita a éste implica -más que una transacción comercial- un ritual familiar, con un momento y día en particular (fines de semanas, celebraciones). Es relevante para PerúDebate analizar el proceso histórico del mercado, evidenciar sus funciones para una ciudad como la nuestra e identificar aquellas acciones estatales (o inacciones) e iniciativas no estatales que afectan su dinámica para contribuir en su revalorización y propiciar una mejor gestión del mismo.

De los mercados a los supermercados Los mercados fueron traídos con la colonización y adaptados según cada realidad (Latirgue y Yáñez, 2004: 2). De este modo era común ver en plazas de Lima espacios para el intercambio de bienes (García Calderón, s/f). En 1861 había tres mercados de abastos: en el antiguo Convento de Santo Tomás; en la Plazuela de las Nazarenas y el de la Plazuela del Baratillo. El Mercado Central, concebido por Ramón Castilla y hecho realidad durante el gobierno de Echenique, estaba en obras y, terminado su edificio, se mantuvo hasta 1903, que fue reedificado (Bromley, 2005: 61). Con el proceso de modernización y globalización post-guerra, llegaron a Perú los supermercados como una “innovación”. El primero de ellos, SuperMarket, de modelo estadounidense, fue fundado en 1953 por los hermanos Aldo y Orlando Olcese, pioneros en el rubro de alimentos en nuestro país, y con gran éxito. Pronto aparecerían nuevas empresas y, de este modo, entre 1960 y 1985, la capital contó con seis cadenas de supermercados: Scala, Super Market, Tía, Monterrey, Gálax y Todos; pero pocos sobrevivieron al gobierno militar y a la crisis económica que nuestro país atravesó en los ochenta. Super Market fue estatizado y otras empresas como Todos, Galax o Scala Gigante quebraron y fueron vendidas a los grupos Wong y Santa Isabel . A inicios de este siglo, grupos empresariales nacionales y extranjeros apostaron por ingresar al sector de abastos, como el holding nacional Supermercados Peruanos del grupo Interbank, propietario de Vivanda y


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Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

Plaza Vea; y las chilenas Cencosud (nuevo dueño de Wong y Metro) y Falabella con Tottus. El problema y el reto de los mercados en las urbes Paralelamente a la evolución del supermercado como una innovación, los mercados tradicionales, conocidos como mercados de abasto, continúan siendo parte fundamental de la vida de los peruanos. A pesar de la crisis o regímenes, estos continuaron jugando un rol importante en la sociedad. Los supermercados gozan de un gran crecimiento en los últimos años gracias a la bonanza económica de nuestro país; sin embargo, aún hoy en día su tasa de penetración nacional es baja (no más del 20%). A nivel metropolitano, en Lima y Callao, el nivel de penetración de los supermercados sube a 40% , de modo que el 60% del abastecimiento a hogares los hacen los canales tradicionales de mercados de abasto, bodegas, entre otros. Los mercados afrontan una serie de deficiencias relacionadas a su difícil gestión logística y de recursos humanos (problemas de salubridad, informalidad, precariedad en la infraestructura, etc.). El déficit de atención que viven los mercados desvía la atención de su rol como espacio público al verse desprestigiado por estas deficiencias y podría estar en camino a su desaparición. Pero, ¿por qué mantenerlos vivos? En tanto espacio público , el mercado trasciende a ser un lugar de intercambio de bienes. Así podemos destacar dos funciones básicas: ser espacio multicultural y ser un espacio de socialización.

En efecto, el mercado puede ser un espacio de intercambio cultural, en el que la gente intercambia costumbres y tradiciones. Generalmente uno encuentra distintas realidades: presencia de distintos estratos económicos, distinto origen geográfico, idioma, entre otros. Muchas veces, los mercados “actúan como punto focal para la localidad, así como un centro de conexiones, interconexiones e interacción social” y cuyo mecanismo de expresión es la cultura individual de cada actor que interactúa y aporta (Watson y Studdert, 2006: 11). El Mercado como espacio de intercambio multicultural “Las personas se toleran unos a otros cuando se encuentran en el mercado. Puedes chocarte con una persona y no importa. En ese sentido, puedes conocer personas, conoces diferentes culturas. Puedo estar comprando vegetales que no sé como cocinar y la señora de alguna parte de India me dirá cómo cocinarlo…” Mujer Pakistaní entrevistada en el mercado de Queens (Fuente: Dines y Cattell et al., 2006)

La riqueza cultural de los mercados en nuestro país se expresa, además, en la rica oferta de productos, una gran contribución al reconocimiento de la biodiversidad y a la difusión de la gastronomía. El principal rol del mercado es proveer alimentos a las urbes por tradición y todo lo relacionado a garantizarlo -la infraestructura, la distribución- tiene un alto valor cultural (Tangires, 2003), reconocido por quien accede a la


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La ciudad y sus mercados

ciudad como visitante, ya que lo reconoce como parte imprescindible del corredor turístico local: el turista disfruta de la infraestructura, busca experimentar platos distintos en los puestos de comida, recorre el espacio en busca de frutos exóticos, conversa con los vendedores, etc. Asimismo pueden ser espacios de socialización y ayudar a mejorar la calidad de vida de la sociedad, integrar a la ciudad y promover buenas prácticas ciudadanas. Los mercados ayudan a combatir el problema de segregación social y pérdida del tejido social que sufren las ciudades con el proceso de modernización. Uno de los problemas en las ciudades de América Latina es el de la segregación y el encasillamiento de las clases sociales, cuya modernización no ha contribuido a resolver este problema, sino que contribuyó a agravarlo (Segovia y Jordán, 2005), por lo que crecen las desigualdades de ingresos y de acceso real a las ofertas urbanas entre la población; colectivos vulnerables viven en la marginación de guetos o periferias, se pierden o debilitan identidades y referencias o hay crisis de representación política y opacidad de las instituciones que actúan en el territorio (Borja, 2005). Ante esta pérdida de identidad y fragmentación, los mercados constituyen potenciales espacios de socialización, ya que -desde una perspectiva urbanista- la configuración y gestión del espacio público influye en las dinámicas sociales porque integran, promueven prácticas y preservan el tejido social ante la ola privatizadora de la vida diaria y social. La evidencia ha demostrado que en las ciudades en que se han preserva-

do sus mercados públicos, éstos han traído vitalidad para la zona adyacente, permitiendo acercar nuevamente a la población hacia los otros espacios públicos cercanos que ofrece la ciudad (The Ford Foundation, 2003: 5). El Mercado como espacio de socialización “A medida que uno va teniendo más tiempo acá, ya tienes esa experiencia de saber qué tipo de persona se acerca a comprarte, ya sabes cómo es, ya llegas a hablar de más, a veces se han dado casos en que con algunos caseros, ya estableces una amistad y es algo bonito”. Alejandra mujer entrevistada en el mercado Comsac (Fuente: entrevista directa)

En este sentido, los mercados son espacios de socialización que impactan tanto en el aspecto cultural como en la seguridad. En los sectores populares, a raíz de problemas como la delincuencia, o la falta de recursos, muchos espacios públicos no cumplen su función, pues calles, parques o canchas de fútbol suelen ser ocupados por delincuentes, suelen estar poco iluminados, en espacios muy abiertos, etc. Ante esto, los mercados pueden ser lugares relativamente seguros para que los ciudadanos puedan conversar, comprar, e interactuar de distintas maneras. (In)acción estatal en los mercados y el aporte privado


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Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

Fotografía ©Perú Debate

Los mercados son espacios de valor múltiple. Su presencia en determinadas zonas puede ser significativo por su valor económico (precio por metro cuadrado), político (fuente de votos), social (más puntos de encuentro ciudadano), hasta gubernamental (punto focal para servicios municipales). Sin embargo, como afirma García Calderón (s/f), el Estado busca apoyar con mayor entusiasmo la iniciativa privada tras los supermercados y no apoyar en mismas condiciones a los mercados de abasto. ¿Qué problema existe en priorizar a los supermercados? El problema radicaría, desde la posición de algunos, en que el capital privado hace uso del espacio del supermercado, pero no se siente parte del entorno territorial, de modo que no necesariamente cumple un rol en el desarrollo local. Los mercados de abasto, por ejemplo, invo-

lucran a las pequeñas empresas y captan jóvenes sin ocupación de los alrededores en los distritos populares, jugando un rol importante en el desarrollo de la localidad. ¿Quiénes son los principales responsables de la gestión regulatoria de los mercados de abasto? Las municipalidades, sin duda. Con la aparición de los grandes mercados, los municipios se convirtieron en los principales actores de regulación y control de los centros de abasto. A través de las distintas ordenanzas municipales que éstos generen se permite autorizar su funcionamiento, ordenar el espacio que ocupa, invertir en su mejora, etc. La ley Orgánica de Municipalidades (Ley 27972) define su marco de acción en cuanto competencias exclusivas y compartidas entre municipales provinciales y distritales.


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La ciudad y sus mercados

Competencias exclusivas y compartidas de las municipalidades en la regulación de los mercados. Tipo de Competencia

Municipalidad Provincial

Municipalidad distrital Controlar el cumplimiento de las normas de higiene y ordenamiento del acopio, distribución, almacenamiento y comercialización de alimentos y bebidas.

Exclusiva

Regular las normas respecto del acopio, distribución, almacenamiento y comercialización de alimentos y bebidas. Establecer las normas respecto del comercio ambulatorio.

Regular y controlar el comercio ambulatorio, pesos y medidas Promover la construcción, equipamiento y mantenimiento de mercados de abastos, camales, silos, terminales pesqueros y locales similares. Otorgar licencias para la apertura de establecimientos comerciales, industriales y profesionales.

Compartida

Construir, equipar y mantener, directamente o por concesión, mercados de abastos al mayoreo o minoristas. Realizar programas de apoyo a los productores y pequeños empresarios.

Promover la realización de ferias de productos alimenticios, agropecuarios y artesanales, y apoyar la creación de mecanismos de comercialización y consumo de productos propios de la localidad

Fuente: Ley Orgánica de Municipalidades

Son constantes los reportes de fiscalización municipal a los mercados, que van desde clausuras, hasta campañas de limpieza y control de balanzas. El cumplimiento de estas obligaciones busca garantizar que los servicios y el espacio físico cumplan estándares de calidad, liderados generalmente por las Gerencias de Desarrollo Económico de las Municipalidades. Sin embargo, existe un problema de fondo: la mayoría de las intervenciones municipales son sancionadoras y existen pocos incentivos reales para un mejor desempeño de los mercados. Helen Tangires (2003) menciona que los mercados son el sitio clave para el desarrollo de una cultura cívica, el terreno común donde los ciudadanos y el gobierno se esfuerzan por definir los valores comunes de

la comunidad, vitales para generar políticas públicas cívicas frente a lo que denomina economía moral: el esfuerzo por parte del municipio para mantener la salud social y política de su comunidad mediante la regulación de la ética del comercio en el mercado urbano de alimentos. El desarrollo de políticas públicas a partir de este modelo, que incorporen el entendimiento de los mercados bajo la idea de un espacio público relevante por su función cultural y social, es muy limitado, pero existe. Son pocas las municipalidades que actualmente trabajan programas de revalorización del mercado. Por ejemplo, la Municipalidad Metropolitana de Lima cuenta con dos importantes programas para mercados de abastos:


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Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

Proyectos de la Municipalidad Metropolitana de Lima para mercados de abastos. Mercados competitivos

Mercados saludables

Tiene como propósito revalorizar los mercados de abastos de Lima metropolitana a través de la implementación de mejoras en la gestión empresarial de los mismos a fin de modernizar su funcionamiento y alcanzar adecuados niveles de competitividad.

La Promoción de Mercados Saludables es un servicio del Programa Vigilancia Sanitaria de Restaurantes y Alimentos Saludables orientado a verificar la calidad y condición salubre de los alimentos y productos comestibles en general para su comercialización y distribución en los mercados de Lima Cercado y Lima Metropolitana, mediante inspecciones y análisis de muestras de alimentos y bebidas.

Fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima

Tanto Mercados competitivos como Mercados saludables tienen una alta significancia para la revalorización de los mercados. Estos programas representan iniciativas lideradas por una autoridad metropolitana, por lo que su campo de acción involucra un espacio geográfico amplio y hay un alto nivel de influencia hacia las autoridades distritales haciendo uso de las competencias compartidas que la Ley Orgánica de Municipalidades menciona. Estas competencias involucran a la autoridad metropolitana y a la distrital en el proceso de implementación. Además, el trabajo articulado con la Federación Nacional de Trabajadores de Mercados (FENATM) en la Mesa de Mercados brinda un soporte articulado entre la autoridad y los beneficiarios. El potencial del mercado es, sobre todo, una oportunidad para la autoridad de atender otros problemas públicos. Un caso particular es el del Municipio de Miraflores con su programa “El casero del Libro” (que cumplirá 8 años de trabajo), que promueve la lectura entre co-

merciantes y clientes de los mercados de abastos del distrito. Sin dudar, el mercado se convierte en un espacio de aprendizaje y una nueva oportunidad de atender otros problemas como la deficiente comprensión lectora en el país, el difícil acceso a material bibliográfico bajo estándares, etc. La iniciativa privada cumple un rol importante. Se puede destacar el rol de Fomento de la Vida - FOVIDA, una Organización No Gubernamental sin fines de lucro creada el año 1984 y que trabaja directamente con varias municipalidades distritales de Lima (Lurín, San Juan de Miraflores, Villa El Salvador, Ate y Lurigancho) para generar proyectos comunes de mejora de mecanismos de gestión municipal, de desempeño empresarial de los comerciantes, asesoría legal y empresarial, de capacitación dirigencial, incidencia en políticas públicas (apoyaron el proyecto de ley marco de los mercados de abasto, actualmente archivado) y gestión sostenible, competitiva y saludable de los productos a comerciar.


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La ciudad y sus mercados

Por otro lado, la Asociación Peruana de Gastronomía (APEGA) cuenta con un proyecto para mercados de abasto apoyando a la modernización de mercados de abastos emblemáticos de Lima con la finalidad de que Lima, para el 2021 pueda ser la Capital Gastronómica de América Latina. El resultado más notorio de este proyecto es la renovación del Mercado Nro. 1 de Surquillo en convenio con la municipalidad y que ha desarrollado capacitaciones sobre calidad de producto, marketing, higiene alimentaria y más. Conclusiones Los mercados tienen un valor cultural muy importante para la ciudad; constituyendo un espacio de encuentro intercultural en tolerancia y aprendizaje mutuo. Además, el mercado es un punto importante en el circuito cultural de la ciudad, por infraestructura, la biodiversidad y gastronomía presentes en el espacio. Además, el mercado es un espacio natural de socialización, que promueve prácticas ciudadanas, de encuentro e interacción entre los individuos frente a la pérdida de identidad y fragmentación. Brinda también soluciones a otros problemas alrededor como la delincuencia. Las municipalidades son las encargadas de gestionar el mercado. Existen iniciativas importantes, pero en pequeña escala (no participan todas las municipalidades y hay pocas iniciativas propias) y aún se requiere incentivar el valor de invertir en

el mercado, no sólo en su infraestructura, sino también en contribuir a fortalecer las dinámicas internas y externas alrededor del mercado, que forman parte del valor social y público del espacio. Al gestionar los mercados es importante aprovechar el apoyo privado y sindical a la implementación de proyectos. La subutilización del espacio público es el mayor riesgo y pasivo que puede enfrentar una administración municipal. La existencia de programas municipales


Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

rrollo económico local – documento de trabajo. Lima, DESCO. IPSOS Perú (2007). Censo de establecimientos comerciales. Bromley, Juan (2005). Las viejas calles de Lima. Lima, Municipalidad Metropolitana de Lima. Borja, Jordi (2005). Revolución y contrarrevolución en la ciudad global. The Ford Foundation (2003). Public Markets as a vehicle for social integration and upward mobility. New York: Project for Public Spaces. Latirgue, Alicia y Graciela Yáñez (2004). El Mercado Municipal: centro de vida comercial de la ciudad de San Luis. En III Jornadas Nacionales: Espacio, Memoria e Identidad. Santa Fé, Argentina: Universidad Nacional de Rosario.

con la visión anteriormente mostrada no garantiza el máximo aprovechamiento y, muchas veces, si el problema se vuelve insostenible, la autoridad termina por cambiar el giro del espacio público (por ejemplo, La Parada) olvidándose de la función que desempeña, rompiendo con aquellas dinámicas sociales y culturales, sin repensar la gestión externa e interna. Bibliografía García Calderón, Luis (s/f). El mercado de barrio hace ciudad. En Taller Urbano: Desa-

Marticorena, Manuel (18 de abril de 2014). Las cadenas de supermercados que no sobrevivieron en el Perú. El Comercio, edición digital. _______________; The social value of public spaces. Joseph Rowntree Foundation. Watson, Sophie y David Studdert (2006). Markets as sites for social interaction. Bristol: Joseph Rowntree Foundation. Segovia, Olga y Ricardo Jordán (2005). Espacios públicos, pobreza y construcción social. Santiago de Chile: CEPAL.

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PerúDebate recomienda... Low, Setha y Neil Smith, (2006). Nueva York: Editorial Routledge.

The

Politics

of

Public

Space.

Los espacios públicos no son más espacios democráticos, sino centros de comercio y consumo privado, e incluso de vigilancia y de control policial. “The Politics of Public Space” explica el enfoque de trabajo actual sobre espacio público, que incluye la consideración de lo transnacional -movimiento de personas y transformaciones en una nación- para ampliar nuestras definiciones de lo “público” y de espacio público.

Ludeña, Wiley; Anna Zucchetti y José García Calderón, (2010). Lima y espacios públicos: perfiles y estadística integrada. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Este libro nos muestra una revisión de los principales conceptos de espacio público, así como una categorización y estadísticas de los diferentes tipos de espacio público y las condiciones en que se encuentran en la ciudad de Lima y la Provincia Constitucional del Callao. Se realizan importantes análisis de lo encontrado para poner en debate los desafíos que tiene la ciudad respecto a los espacios públicos y a los usuarios del mismo.

Borja, Jordi y Zaida Muxi, (2003). El espacio público: ciudad y ciudadanía. 1ra. ed. Barcelona: Electa. Libro centrado en la discusión teórica sobre el espacio público urbano donde se resumen los diversos enfoques existentes. Para ello, no solo se resume la teoría sino que se da ejemplos en los cuales el diseño del espacio ha conseguido transformar más de un ámbito dentro del contexto europeo.

Publicaciones y enlaces recomendados


The Joseph Rowntree Foundation. The social value of public spaces. En este resumen de proyectos de investigación realizados en Inglaterra y Gales, Ken Worpole y Katharine Knox exploran cómo la gente usa los espacios públicos tradicionales y nuevos, el funcionamiento de estos lugares, a menudo con éxito y otras en las que no. El resumen proporciona una clara evidencia de la importancia del espacio público en exitosas políticas regenerativas y para la creación de comunidades sostenibles. Enlace: http://goo.gl/UkzdM A sustainting Heritage: Historic Markets, Public Space and Community Revitalization. Interesante para quienes estudian a los mercados como espacio público a través de una perspectiva histórica. Con el fin de garantizar un fuerte futuro para el movimiento de preservación, el patrimonio histórico debe jugar un papel activo en la vida comunitaria. Los históricos mercados de Estados Unidos cumplen con este mandato para el fortalecimiento de las economías de los barrios y distritos, enriqueciendo la dimensión cultural de los espacios públicos. Enlace: http://goo.gl/fCMvO4 Observatorio Lima Como Vamos - Espacio Público La página web del Observatorio Lima Cómo Vamos cuenta con una sección “Espacio Público”, en la cual presenta artículos de opinión, entrevistas y notas informativas respecto al tema. Además, cuenta con una definición de espacio público en su barra derecha. Enlace: http://goo.gl/2tFLnu Punto Edu PUCP: especial sobre espacio público Presente perspectivas sobre la crisis del espacio público en Lima, la misma que no estaría cimentada en el déficit de parques y áreas verdes. Urbanistas de la PUCP nos explican cómo la falta de conciencia por parte de autoridades municipales y los mismos vecinos, sobre qué es el espacio público agrava el problema. Fecha: Agosto 2013. Enlace: http://goo.gl/YJ8uOP



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