Periodico sto tomas mayo 18

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Año 1 Número 17 Edita: Fundación Santo Tomás de Aquino, A.C. Mayo-Junio 2018 Página 1

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Editorial

os Jóvenes son muy importantes para la sociedad porque ellos representan la nueva generación en la humanidad, pero también, son el actual presente y serán el futuro de la misma sociedad. Para la Iglesia universal y nuestra Iglesia local (Diócesis de Ciudad Guzmán) este es un tiempo muy significativo, porque se ha convocado un Sínodo que trate sobre los Jóvenes. La pregunta obvia es: “Y eso de un Sínodo ¿qué es, cómo funciona, para qué sirve?”. El término sínodo viene de dos términos griegos: syn (juntos) y yhodos (camino), y expresa la idea de “caminar juntos”. El Papa Francisco, en su línea de abrir las puertas de la Iglesia y anunciar el Evangelio de la Alegría a todo el mundo, ha convocado al Sínodo de los obispos con el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Y es por ello que este Sínodo que convoca nos invita a interrogarnos sobre cómo acompañar a los jóvenes en el camino de la fe, en sus decisiones vitales, y pedir también a los mismos jóvenes que ayuden a identificar las mejores formas hoy para anunciar la Buena Noticia. La necesidad se vuelve vital, es una de las principales prioridades para la Iglesia actual el que los jóvenes se involucren y sean sus propios protagonistas en la vida de la fe y de la Iglesia. Todo ello, porque en la realidad los muchachos se han venido alejando de la Iglesia, sus intereses no pasan por el actual ritmo y forma de la Iglesia. Es común que cuando asistamos a las celebraciones litúrgicas ver la escasa sino casi nula asistencia de ellos, se ve necesario analizar la forma y el fondo del cómo solucionar este alejamiento de ellos en la vida de la Iglesia. El Papa Francisco sabe que es muy importante tener su participación y vitalidad en la vida de la comunidad de fe. Y si tuviéramos una visión un poco catastrófica de la vida de la Iglesia a mediano y largo plazo, nos daríamos cuenta que esos jóvenes que ahora están bautizados, algunos han recibido los sacramentos: confesión, comunión y confirmación (pero no evangelizados) ya por flojera por indiferencia por la influencia exterior (secularismo) o por ver estructuras herrumbrosas en la iglesia, se han alejado de la participación plena, consiente y activa de la Iglesia. Ellos en su futuro inmediato, cuando sean padres de familia, por su alejamiento en la Iglesia, ya no bautizarán a sus hijos ni procurarán que vivan la vida de la fe en sus iglesias (templos o en la comunidad). Para nuestra diócesis debe de ser muy importante este sínodo, dado que una de las tres prioridades pastorales diocesana es la opción por los jóvenes, junto con la opción por los pobres y el de las comunidades eclesiales de base (CEBs). Eso refuerza el compromiso que debe de adquirir nuestra iglesia local a los postulados y las conclusiones que orienten sínodo para de ahí determinar las acciones a seguir a favor de este importante segmento de la iglesia: La juventud. Ojalá que todos como bautizados podamos hacer un esfuerzo para atraer a los jóvenes a la Iglesia, de su alejamiento y por ende su posible pérdida de la fe, porque de no hacerlo la Iglesia en el futuro tendrá serias consecuencias. Depende de que todos nos pongamos las “pilas”, tanto los encargados (responsables) a nivel Iglesia o de la diócesis en particular, los mismos padres de familia (exhortarlos a que recapaciten viviendo su fe, porque ellos directamente son el ejemplo para sus hijos y para que la vida en Cristo sea una verdadera opción para su vida) y los las sacerdotes sean creativos para que busquen formas nuevas en las celebraciones de la liturgia, a fin de que ayuden para el acercamiento los muchachos. Nosotros los adultos los vayamos comprendiendo y facilitemos ese encuentro que ellos tengan con Cristo, dado que lo merecen, y esa realidad comunitaria nueva que se demanda y que con su ayuda (de los propios jóvenes) podemos construir. Que la virgen de Guadalupe, estrella de la evangelización en este continente nos ayude, y San José Patrono universal de la Iglesia también con su ejemplo de padre y trabajador sea una luz para cada joven, que es querido y necesario en nuestra comunidad de fe. ¡Que Así sea¡ Héctor Alfonso Rodríguez Aguilar Director

Gaudete et exsultate (Alegrarse y regocijarse) Nueva exhortación del Papa Francisco Con Gaudete et Exsultate, el papa Francisco lanza un “llamado a la santidad en el mundo actual”. Estos son los diez consejos extraídos de la exhortación apostólica del Papa “El llamado a la santidad en el mundo actual”. 1. No eludas el llamado “Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas. (…) Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”. § 14 “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad “de la puerta de al lado”, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, “la clase media de la santidad”. § 7 2. Déjate guiar por las Bienaventuranzas “Las Bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo”. § 65 “Ser pobre en el corazón, esto es la santidad”; “Reaccionar con humilde mansedumbre, esto es santidad”; “saber llorar con los demás, esto es santidad”; “Buscar la justicia con hambre y sed, esto es santidad”; “Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad”; “Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad”; “sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad”. § 70 a 89 3. ¿Quieres amar? Actúa “Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia”. § 107 “Cuando encuentro a una persona durmiendo expuesta a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese “bulto” es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad, a una criatura infinitamente amada por el Padre, a una imagen de Dios, a un hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser cristianos!” § 98

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Felicidad, un bien espiritual Carlos Alberto Libânio Christo (Frei Betto) Cinco factores dificultan hoy nuestra felicidad: 1) la indiferencia frente a la desigualdad social y el individualismo exacerbado; 2) la acelerada mercantilización de la vida individual y social: la felicidad se identifica con la satisfacción del mayor número de necesidades reales y superfluas; 3) la práctica de prejuicios y el ascenso de los fundamentalismos; 4) el secuestro de la democracia por las élites financieras, que transforman a la política en simples administradores del “robo” y de la corrupción legalizadas; 5) la dedicación obsesiva al trabajo, que induce a sacrificar ciertos placeres y alegrías, comodidades y tranquilidades, con el fin de satisfacer la pasión por el poder, por el éxito y/o por el lucro. Thomas Moro ya lo había registrado, en su Utopía, que el ser humano, para ser feliz, no debería trabajar mas de cinco horas al día, de modo de no quedar subyugado a las exigencias de sobrevivencia y poder dedicarse a las cosas del espíritu. Marx estuvo de acuerdo al afirmar que una sociedad feliz es la que concede tiempo libre a sus ciudadanos.

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Gaudete et exsultate ... 4. Cultiva la humildad “La humildad solamente puede arraigarse en el corazón a través de las humillaciones. Sin ellas no hay humildad ni santidad. Si tú no eres capaz de soportar y ofrecer algunas humillaciones, no eres humilde y no estás en el camino de la santidad. La santidad que Dios regala a su iglesia viene a través de la humillación de su Hijo, ese es el camino”. § 118 “No digo que la humillación sea algo agradable, porque eso sería masoquismo, sino que se trata de un camino para imitar a Jesús y crecer en la unión con él”. § 120 5. Conserva la alegría “El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los demás con un espíritu positivo y esperanzado”. § 122 “No estoy hablando de la alegría consumista e individualista tan presente en algunas experiencias culturales de hoy. Porque el consumismo solo empacha el corazón; puede brindar placeres ocasionales y pasajeros, pero no gozo”. § 128 6. Atrévete a evangelizar “Al mismo tiempo, la santidad es parresía: es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en este mundo”. § 129 “Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde está la humanidad más herida y donde los seres humanos, por debajo la apariencia de la superficialidad y el conformismo, siguen buscando la respuesta a la pregunta del sentido de la vida”. § 135 7. No te resignes nunca “A causa de la costumbre, ya no nos enfrentamos al mal y permitimos que las cosas “sean lo que son”, o lo que algunos han decidido que sean. Pero dejemos que el Señor venga a despertarnos, salvarnos de nuestro letargo, liberarnos de la inercia. Desafiemos la costumbre, abramos bien los ojos y los oídos, y sobre todo, el corazón, para dejarnos descolocar por lo que sucede a nuestro alrededor y por el grito de la Palabra viva y eficaz del Resucitado”. § 137 8. Reza cada día. Y vuelve a comenzar “No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos” § 147 “Quisiera insistir que esto no es solo para algunos privilegiados, sino para todos, porque “todos tenemos necesidad de este silencio lleno de presencia adorada (1). La oración confiada es una reacción del corazón que se abre a Dios frente a frente, donde se hacen callar todos los rumores para escuchar la suave voz del Señor que resuena en el silencio”. § 149 “Entonces, me atrevo a preguntarte: ¿Hay momentos en los que te pones en su presencia en silencio, permaneces con él sin prisas, y te dejas mirar por él? ¿Dejas que su fuego inflame tu corazón? Si no le permites que alimente el calor de su amor y de su ternura, no tendrás fuego, y así, ¿cómo podrás inflamar el corazón de los demás con tu testimonio y tus palabras?” § 151 9. Prepárate para el combate “La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valor para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida”. § 158 “No aceptaremos la existencia del diablo si nos empeñamos en mirar la vida solo con criterios empíricos y sin sentido sobrenatural. Precisamente, la convicción de que este poder maligno está entre nosotros, es lo que nos permite entender por qué a veces el mal tiene tanta fuerza destructiva”. § 160 “Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea. Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos”. § 161 “Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria y el empeño misionero”. § 162 10. Aprende a discernir lo que Dios quiere para ti “¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo? La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir”. § 166 “Muchas veces esto se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la magnitud se muestra en lo simple y en lo cotidiano”. § 169 “Lo que está en juego, es el sentido de mi vida ante el Padre que me conoce y me ama, el verdadero sentido de mi existencia que nadie conoce mejor que él”. § 170 (1) Juan Pablo II, Carta apostólica Orientale lumen.

La Exhortación que nos invita a la santidad: 'Gaudete et exsultate'

En este importante texto de su pontificado, Francisco recuerda que cada bautizado tiene una vocación a la santidad. Tras la Iglesia en salida de Evangelii gaudium y la Iglesia de la misericordia de Amoris laetitia, llega ahora la Iglesia de la santidad. En la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, publicada el lunes 9 de abril en el Vaticano, el papa Francisco destaca, en efecto, una Iglesia llamada a ser un “pueblo santo”, en la lógica del Concilio Vaticano II y de su redescubrimiento de la vocación universal a la santidad. Dios “nos quiere santos y no espera que nos contentemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”, afirma de entrada Francisco que, a lo largo de las 113 páginas de su texto no duda en tutear frecuentemente a su lector para insistir en el carácter personal de su exhortación a la santidad. La santidad que describe es humilde y sencilla “Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”, recalca en este texto de tono muy positivo y con un título que hace referencia, una vez más, a la alegría (1), considerada como el fruto de la respuesta de cada uno a su propia vocación. “No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría”, insiste. “Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser”. A pesar de ello, no se trata de un “tratado sobre la santidad”. Francisco se defiende de ello desde la primera página. Lo que le interesa, es mostrar que cada cristiano puede responder –“cada uno por su camino”, según las palabras del Concilio– a la llamada de Dios a ser un santo. La santidad que describe es, por lo tanto, humilde y sencilla. Es “la santidad de la puerta de al lado”, la de los “pequeños gestos”, la de las bienaventuranzas del Evangelio, para las que propone una lectura exigente, recordando cómo van “muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad”. “Hasta el punto de convertirnos en seres que cuestionan a la sociedad con su vida, en personas que molestan”, añade, sin excluir la posibilidad de la persecución. El Papa compromete a toda la autoridad pontificia Rechazando “las ideologías que mutilan el corazón del Evangelio”, advierte en contra del olvido de “la unión interior” con Dios, a riesgo de transformar el cristianismo en “una especie de ONG”, y en contra de “aquellos que viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista”. Porque, para Francisco, el “gran criterio” es la llamada de Cristo “a reconocerlo en los pobres y sufrientes”. Es ahí donde “se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse”: “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mateo 25, 35-36). Sobre ese aspecto, el Papa no duda, por cierto, de manera poco habitual, en comprometer a toda autoridad pontificia: “Ante la contundencia de estos pedidos de Jesús, es mi deber rogar a los cristianos que los acepten y reciban con sincera apertura, “sine glossa”, es decir, sin comentario, sin elucubraciones y excusas que les quiten fuerza”. Una manera, para él, también, de reintroducir el tema de la misericordia, “que es el corazón palpitante del Evangelio”, repite, y de situar, por tanto, a Gaudete et exsultate en la línea de Evangelii gaudium y Amoris laetitia. Un camino de transformación Describiendo primero la santidad como un camino de transformación, Pase a la pág. 3


La Exhortación que nos invita... reitera su postura contra los “dos enemigos sutiles de la santidad”, “dos falsificaciones de la santidad que podrían desviarnos del camino: el gnosticismo y el pelagianismo”. Retomando la reciente carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe Placuit Deo, advierte especialmente en contra de “los nuevos pelagianos” que “gastan sus energías y su tiempo” en “la obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, la vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, el embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial”, a riesgo de convertir a la Iglesia en una “pieza de museo” o “en una posesión de pocos”. Aunque, como Santo Tomás Aquino, recuerda que “el culto que agrada a Dios (…) son las obras de misericordia más que los actos de culto”, Francisco no rechaza evidentemente la oración y el culto como camino de santidad. Al contrario: frente a “un consumismo hedonista”, “a la inmanencia cerrada de este mundo”, “la santidad está hecha de una apertura habitual a la trascendencia, que se expresa en la oración y en la adoración”. Pero la oración no puede ser “una evasión que niega el mundo que nos rodea”, insiste antes de unas páginas exigentes sobre la “lucha permanente constante contra el diablo, que es el príncipe del mal”. El papa Francisco dio a conocer, el lunes 9 de abril en el Vaticano, Gaudete et exsultate, la exhortación apostólica sobre “el llamado a la santidad en el mundo actual”. Una Iglesia cada vez más santa y misericordiosa Al final, la santidad descrita aquí por el papa Francisco es, ante todo, la de un creyente “centrado, firme en torno a Dios”, que no mira “desde arriba”, sino que es capaz de vivir con humildad, así como con “alegría y sentido del humor”, “audacia” y “coraje apostólico”… “No se trata de aplicar recetas o de repetir el pasado, ya que las mismas soluciones no son válidas en toda circunstancia, y lo que era útil en un contexto puede no serlo en otro”, insiste, llamando a liberar los espíritus “de la rigidez que no tiene lugar ante el perenne hoy del Resucitado”. Y porque es necesario que cada creyente “discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí” sin cansarse, intentando “imitar algo que no ha sido pensado para él”, Francisco concluye su exhortación con tres bellas páginas sobre el discernimiento, tema muy tratado por este Papa marcado por la espiritualidad ignaciana. Pidiendo a cada cristiano hacer “cada día, en diálogo con el Señor que nos ama, un sincero “examen de conciencia””, destaca que “este discernimiento orante requiere partir de una disposición a escuchar al Señor”. No se trata para él de un “autoanálisis ensimismado” o de una “introspección egoísta”: “No se discierne para descubrir qué más le podemos sacar a esta vida, sino para reconocer cómo podemos cumplir mejor esa misión que se nos ha confiado en el Bautismo, y eso implica estar dispuestos a renuncias hasta darlo todo”. Francisco firma uno de esos textos importantes, nueva piedra miliar en el profundo camino de transformación de una Iglesia que, desde el comienzo de su pontificado, no ha dejado de querer siempre más santa y misericordiosa y, por lo tanto, más evangelizadora. Gaudete et exsultate significa “alegraos y regocijaos” (Mt 5,12).

Mensaje de los obispos mexicanos con motivo del proceso electoral 2018 Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia que peregrina en México: 1. Participar en la vida cívica y política de nuestras comunidades es una obligación ciudadana y cristiana que no podemos ni debemos obviar. Sólo participando podemos transformar positivamente nuestra nación, en fidelidad a sus orígenes y a su destino histórico. Durante el presente año se realizarán elecciones en las que se renovarán más de 3 mil cargos públicos en 30 entidades federativas, incluyendo al Presidente de la República, a los Senadores, a los Diputados federales, a 9 gobernadores, a más de 1000 alcaldes y una parte importante de los diputados locales. Sin embargo, lo más relevante es que cerca de 90 millones de mexicanos, mayores de 18 años, podremos emitir nuestro voto de manera libre y secreta. A continuación deseamos compartirles algunos elementos que ayuden al discernimiento personal y comunitario que cada fiel cristiano está llamado a hacer para cumplir con la obligación moral de elegir a sus gobernantes y legisladores. 2. En la actualidad, como en otros momentos debemos recordar que “en las situaciones concretas, y teniendo siempre en cuenta la solidaridad que nos es debida, es necesario reconocer una legítima variedad de opciones [políticas] posibles. Una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes.” (Cfr. Paulo VI, Octogesima Adveniens, 50). Esto quiere decir que la fe cristiana trasciende las propuestas políticas concretas y deja en libertad a los fieles, para que elijan en conciencia de acuerdo a los principios y valores que han descubierto en la experiencia de la fe. Jesucristo, núcleo central de nuestra fe, nos revela verdades fundamentales que también son accesibles a la razón humana y que ayudan a que la vida de todos sea más digna y libre: el respeto que merecen las personas desde el momento de la fecundación y hasta la muerte natural; la importancia del matrimonio heterosexual y monogámico; la vigencia de la más plena libertad para vivir de manera individual y asociada de acuerdo a nuestras opciones en conciencia en materia religiosa; la centralidad ética y social que poseen los más pobres y excluídos de nuestras sociedades, etcétera. 3. En el escenario concreto que vivimos, cuando los valores fundamentales palidecen, es preciso hacer el esfuerzo de un discernimiento crítico que nos permita optar en conciencia por quienes puedan realizar en lo posible el auténtico bien común. Por lo que exhortamos, a todos los cristianos y personas de buena voluntad, a: · Participar cívicamente: entre más ciudadanos participen organizadamente en las elecciones, más posibilidades habrá de que nuestra sociedad madure y sea Pase a la pág. 4


Mensaje de los obispos... corresponsable en la gestión del bien común. Todos debemos alentar la participación. · Orar en familia y en comunidad: para que la próxima jornada electoral se realice, en paz y armonía, y sea al mismo tiempo, una gran ocasión para que desde la fe todos podamos mostrar nuestro compromiso con México, es decir, con el pueblo real, que hoy se encuentra, en diversas regiones y en difíciles circunstancias, sufriendo. · Buscar el “bien posible”: hay que evitar a toda costa elegir en base al “mal menor”. En la enseñanza de la Iglesia el mal moral no puede ser elegido nunca ni como fin ni como medio. El principio del “mal menor” sólo aplica cuando los males en juego son de orden físico, no moral. En contextos complejos e imperfectos lo que debe imperar es la búsqueda del “bien posible” que aunque sea modesto, todos estamos obligados a procurar. En un proceso electoral como el que tendremos, esto significa que la conciencia cristiana debe discernir cual de las opciones puede generar un poco más de bien, tomando en cuenta la complejidad de las circunstancias. Hacer el “bien posible” significa impulsar lo que aporte al bien común, a la paz, a la seguridad, a la justicia, al respeto a los derechos humanos, al desarrollo humano integral y a la solidaridad real con los más pobres y excluidos. · Elegir a las personas: en todos los partidos podemos encontrar personas más o menos comprometidas con el bien común. Por ello, es necesario discernir por quién votar. Lo prudente y responsable es buscar para cada puesto de elección popular a la persona más idónea y no dejarnos manipular para que votemos en bloque por un solo tipo de propuesta, de manera irreflexiva y mucho menos bajo alguna modalidad de “compra de voto”. Entre más libertad exista al momento de elegir, más capacidad tendremos al momento de exigir. El México que queremos es posible: y requiere fundamentalmente de un gobierno que trabaje con honestidad y eficacia; pero también, de ciudadanos participativos que den seguimiento a los procesos de Justicia, Fraternidad y Paz. El voto de los mexicanos, debe producir Gobernantes y autoridades responsables; y generar una opinión cívica crítica. Pues en el ejercicio ordinario de los funcionarios, nuestro voto exige el sano control sobre nuestros políticos: en su remuneración y gratificaciones, en los gastos de partidos y publicidad, en los proyectos y obras públicas, en el control de la corrupción, la ilegalidad y la eliminación de arbitrariedades. 4. Sólo la presencia participativa, de manera constante y solidaria en la vida de nuestro país, destierra gradualmente la violencia, la corrupción, la impunidad y el compadrazgo. Es tiempo de que los católicos, acompañados de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, trabajemos comprometidamente por un México más próspero y pacífico, más solidario y participativo, más atento al rostro de los más pobres y menos cómplice de quienes los olvidan, los manipulan o los marginan. 5. Santa María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive y Patrona de nuestra libertad, interceda por nosotros, para que trabajemos sin desfallecer por la unidad y soberanía de nuestro pueblo; por la promoción y defensa de nuestras comunidades y familias; y por reintegrar en su dignidad a todos aquellos, hermanos nuestros que hayan sufrido alguna vejación, discriminación o inequidad. Que Ella preserve la paz en nuestra Patria, nos dé buenos gobernantes y nos permita descubrir los caminos de justicia, reconciliación y esperanza por los que como sociedad debemos transitar desde el momento presente.

Felicidad... ¿Será feliz quien enfrenta el riesgo de muerte y da la vida por una causa? Sí, Jesús se sintió gratificado por el sentido que imprimió a su vida, así como muchos revolucionarios u hombres esclarecidos que dieron sus vidas para que otros tuviesen vida. La felicidad es un bien espiritual. Francisco de Asís, joven rico, regresa de la guerra y ve que su padre – Pionero del capitalismo – crea un sistema de producción que propaga la miseria en el curso de las relaciones de trabajo. En Asís se desnuda en la plaza, como quien dice: “No acepto la ropa que haces en tus talleres, porque genera la pobreza de los artesanos. Abandono mi hogar, mi riqueza, mi herencia y mi estado de confort, para ser solidario con esos pobres!” Fue un joven extremadamente feliz, pues le imprimió a su vida un sentido altruista y solidario. Ernesto Che Guevara recorrió toda América Latina como médico voluntario. Fue a Cuba, hizo la revolución, sobrevivió, tuvo éxito, fue ministro, estaba en paz con la historia. De repente, se despojó de todos sus títulos y comodidades, de toda seguridad y se internó en los bosques de Bolivia. Quiso también dar su vida para que otros tuviesen vida. Murió feliz a los 37 años, en 1967. Cuantas religiosas trabajan en lugares inhóspitos, como lo hacía Dorothy Stang, asesinada en el estado brasileño de Pará, en 2005. Era una estadunidense de familia acomodada, que abandonó todo y vino a cuidar trabajadores Sem Terra. Otras religiosas trabajaban en hospitales o con personas con deficiencias, y son mujeres felices, pues descubrieron que el secreto de la felicidad es dar la vida a otras vidas. Felicidad es un estado de espíritu, un aflorar de la conciencia que nos hace amar la vida sin apegarnos a ella. Gandhi en sus prolongados ayunos, al enfrentar al poderoso Imperio Británico era un hombre feliz. Mandela estuvo 27 años en prisión, en su lucha contra la discriminación racial, no se dejó abatir. Infeliz es quien cree que la felicidad depende de un carro deportivo, de una botella de champaña o de un puesto de poder. Don Óscar Arnulfo Romero –San Romero de América- en el principio de su ministerio episcopal no tenía esa iniciátiva valiente por ayudar a los más pobres y de solidarizarse alzando su voz contra los que generaban la violencia en su país El Salvador. Martin Luther King, en contra de los racismos estadunidenses, fue un hombre feliz, como también lo fue Chico Mendes, al desafiar a los talabosques de la Amazonia, que terminaron asesinándolo. Infelices son aquellos que, desde lo alto de su arrogancia, juzgan que los negros o los indios son inferiores a los blancos, trabajadores del caucho e indígenas deben dar la lucha para cambiar los amplios pastizales que ocupan el lugar de los árboles centenarios derrumbados. Infelices son aquellos que se apegan con uñas y dientes a puestos de poder, pues hacia fuera del poder se muestran con una baja autoestima y sufren por no soportar la vida de ciudadanos comunes. Nada hace más feliz a una persona que el sentimiento que imprime a su propia vida, ya sea dedicada en un laboratorio investigando células de hormigas, o como militante de un partido político que busca la transformación de la sociedad. Le bastan sólo las condiciones mínimas de una vida digna y, como lo señalaba Aristóteles, buenas amistades. Montaigne decía que el amigo es ese alter ego¸ otro yo que cada persona necesita para ser feliz. Nadie es feliz solo, pues solo nadie se basta. Eso vale para el revolucionario y el profesor que dedica su vida a la enseñanza; para el ejecutivo empeñado en el éxito de su empresa y para la secretaria responsable que trabaja en el servicio público y tiene conciencia de la importancia de lo que hace. Eso vale para cada persona que construye comunidad.

Ma. Ximena Rondón Gregorio Celaya Luengo Miriam Berenice Vázquez Téllez Puedes consultarnos en digital: http://issuu.com/hectoralfonsorodriguezaguilar

E mail: aquinatenses@gmail.com


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