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El cine como reflejo a la vida o ¿La vida como reflejo del cine?

M.E. Gonz

En muchas ocasiones hemos escuchado la frase: “el arte imita la vida”, creo que lo dijo un tal Aristóteles (o se lo escuché decir a una amiga), esa frase nos ha acompañado con la literatura, la música, pintura y ahora en el cine pero ¿qué tanto influye la vida en el cine?. Lila Avilés en 2018 nos trajo La camarista, escrito y dirigido por ella misma, esta película nos retrata la vida de una trabajadora de servicio en un hotel de lujo de la Ciudad de México. Lila Avilés abiertamente ha comentado que la mayor influencia al escribir esta película fueron las fotografías de objetos perdidos en hoteles, realizadas por Sophie Calle; por lo tanto, volvemos a la primera frase “el arte imita a la vida”. Al momento de observar La camarista, honestamente me produjo una sensación de fastidio y asfixia (recordemos que el arte debe transmitir, ya sean emociones agradables o desagradables), no porque considere que sea una mala película, sino porque me recordó una época de mi vida en la que trabajaba y estudiaba, y no veía la luz del día por estar encerrada, ya fuese en un salón de clases o un cubículo. Nuestra protagonista pasa tanto tiempo en el trabajo que le es imposible ver a su familia y amigos, y al igual que sus compañeros de trabajo, terminan por crear un microcosmos, donde quienes vemos a diario comienzan a convertirse en familia y la familia que dejamos de ver en extraños.

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Lila Avilés con su dirección de locaciones minimalista, logró transmitir el encierro que muchas personas hemos llegado a sentir (más en esta época pandémica) con nuestros trabajos, el sentirnos entre el dilema de “¿vivo para trabajar o trabajo para vivir?”.

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