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La camarista

Mis días transcurren igual, indiferente ante los ojos pasajeros en esta vida. Soy un fantasma, sigilosa y distante. Mis manos hacen magia, a pesar de mi presencia desapercibida. Aquí parecemos hormigas obreras, Recorremos cada piso por pasillos ocultos. Luchamos entre nosotras… ¡Nos aplastamos! Somos perfectas saboteadoras, Nadie puede bajar la cabeza. Todo debe permanecer pulcro, ordenado, reluciente. Nada puede perderse, pero cuando se marchan, olvidan pequeños tesoros, que guardo en el sótano. Madam Petra del Bosque

Sobrevivo en silencio. Nadie conoce mis penas, mis dolores, nadie sabe cuánto lo extraño… <<¡Aquí no hay tiempo para lloriquear! ¡Aquí no hay tiempo para chismear! Talla, sacude, tiende, cierra, coloca.>> Grita la comandanta.

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Estoy harta, estoy cansada de ser olvidada, mientras una compañera ya aplicó una estratagema, Yo me desnudo en la habitación más cara. ¡Estoy fastidiada de ese aroma a cloro! Mis manos morenas se han transformado en luffas, Ya son más de las diez, hoy no regreso a casa… ¡Hijo te extraño!

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