ARQUITECTURAS DE RIGAMONTI; TRES OBRAS
Proyecto ganador del Concurso Nacional de Ideas para el Patio Jardín, Esquina La Torre, la Catedral de Caracas 1995 Autores: Jorge Rigamonti, Mario Quiroz y Alfredo Caraballo En esta página Alberto Sato. Fotografía: Guillermo de Yavorsky En la página siguiente: Axonometría, vista hacia la torre de la Catedral de Caracas y planta general del patio jardín Te con la esfera de Jesús Soto.
"Un arquitecto que se mueve, con optimismo, entre el desencanto metropolitano y las epopeyas colonizadoras."
Alberto Sato
Luego de una primera observación de los hechos, des pués del reconocimiento bidimensional realizado con "mirada lejana" que recuerdan las proposiciones de Adolf von Hildebrand y explican la aproximación estética de la obra, es necesario acercarse, fijar la vista en los hechos que obligan al movimiento de los ojos y el pensamiento. Aquí se fija la materia: el acero, el ladrillo, el concreto, la madera, las telas y las baldosas, pero también las ideas, las circunstancias económicas, los anhelos del cliente, la interlocución con los usuarios y especialmente, un reco rrido profesional que transita múltiples paisajes físicos y culturales, determinado por los encargos, pero fuerte mente ligados al rastreo personal del arquitecto Jorge Rigamonti. La búsqueda que no concluye y mantiene una constante vigilia en el proceso proyectual, se apoya en el acto fun dacional, a la manera de los conquistadores, de estable cer puntos de partida de los tipos, del carácter y de la apropiación cultural del lugar. Ello explica las asocia ciones, analogías y familiaridades con otros discursos, convertido en un estigma de la arquitectura actual vene zolana, pero cualquier explicación de este fenómeno no podría ampararse tras adjetivaciones reductivas: Se trata de colocar a la arquitectura dentro del conflictivo tema de la identidad, pero guarda poca relación con preocupa ciones continentales o nacionales y tampoco, como se suele comentar, que la identidad se encuentra en el pasa porte. Fácil podría resultar la búsqueda de improntas per sonales, adherlbles o no, para fijar caracterizaciones indi viduales, también exige pocos esfuerzos adherir a ten dencias ya institucionalizadas de la arquitectura latino americana; más difícil es ocuparse, en cada encargo, de lograr la síntesis tipológica, la perfecta identidad del tema con la cosa y la cosa con el lugar, especialmente si ella se coloca en diferentes situaciones y temas: Metodológi camente, si la realidad es compleja y variada, atender excesivamente a la situación específica obliga irremedia blemente, como Sísifo, a comenzar siempre de nuevo. Ante la dispersión y desconcierto en la arquitectura vene zolana, Rigamonti emprende la tarea fundacional y esto parece, en la mirada lejana, explicar su obra. Tratando de capturar esencias tipológicas, Rigamonti se coloca ante el encargo como un desafío, reiniciando his torias: En Ciudad Guayana: "los diseños buscan a partir del respeto a la actualidad tecnológica y funcional expre
sar otros valores, haciendo la obra significante", insistien do en el Campamento Turístico Cayo Crasqul cuyo Módu lo Principal: "...resume en realidad, las tipologías colo niales de la casa de corredor perimetral de nuestros lla nos y costas y de la casa urbana de patio central, crean do una arquitectura antigua y nueva a la vez" y final mente, los muros del Patio-Jardín de la Esquina de la Torre: "un verdadero acto de 'colonización'...hablan de la dificultad de expresar la monumentalidad en la Arquitec tura Moderna". Son palabras al fin, que intentan fijar bases para la reinstalación de la arquitectura. Este es el hilo conductor que permite el desciframiento de estas obras como totalidad y se apoya en dos aspectos signifi cativos. La materia. Pero más allá de los deseos expresados en palabras, y observando con recelo la traductibilidad de los códigos, está la materia, aquella que permite la construcción real del texto arquitectónico y no son ajenas ni indiferentes: De este modo, los elementos empleados corrientemente para las instalaciones industriales, como el acero conver tido en vigas, columnas y cubiertas permiten la aproxima ción deseada hacia el lenguaje Industrial del Complejo de Edificios de Carbonorca. Sin embargo, este repertorio más que buscar a la emblematizaclón de la técnica o su arqueologización, se ubica más acá del malabarismo tec nológico contemporáneo o las ajenas nostalgias de la arquitectura fabril del Werkbund alemán: Se detiene frente al intento de "ablandar" los galpones característicos del campamento industrial de Ciudad Guayana con la incor poración de un tema local constituido por los pórticos pro tectores del Paseo Costero de la antigua y patricia Ciu dad de Angostura. En efecto, se trata del paisaje indus trial ablandado por tradiciones y entornos físicos. Así, el acero de los tubos redondos de las estructuras, baran das, descargas pluviales, vigas de acero y techos de láminas corrugadas de encofrado perdido, junto con los muros de ladrillo de arcilla construyen el discurso que se instala en el propósito de establecer la piedra basal de una aldea industrial. Las dos edificaciones que completan el conjunto: el taller central y la estación de bomberos, albergan bajo sus techos edificaciones laterales parale las, a la manera de muralla protectora la primera, y de
Sato A. “Arquitecturas de Rigamonti; Tres Obras”. DADA de Arquitectura, Diseño y Autores Nº 1 Magazine. Grupo Editorial Relámpago. 2000
Sato A. “Arquitecturas de Rigamonti; Tres Obras”. DADA de Arquitectura, Diseño y Autores Nº 1 Magazine. Grupo Editorial Relámpago. 2000
agrupamiento aldeano la segunda, repitiendo, con los mismos materiales, los sistemas constructivos del edificio del Centro de Servicios y están alineados sobre un eje, como el despiece ¡sométrico de un mecanismo. Por otra parte, la madera y la tela, convertidos en estruc tura, muros y cubiertas, hacen lo mismo para establecer la correspondiente analogía con la transitoriedad del turismo, arriesgados hasta la mínima expresión de la ligereza técnica: bastidores recubiertos con tela, romani llas y toldos, son el punto de atracción de un conjunto que se completa con edificaciones, como el Módulo Cen tral, de planta circular, compuesta de cuatro módulos organizados alrededor de un patio, creando "una arqui tectura antigua y nueva a la vez". Ante el magnífico espectáculo que ofrece el cielo, el mar y las playas del Parque Nacional Archipiélago Los Roques, el conjunto se ajustó a las normas y reglamentos que buscan mantener en lo posible, características naturales. Los servicios, el tratamiento de las aguas servidas y el reforzamiento de los espacios verdes naturales completan las tareas para el logro del necesario balance ecológico dentro de un ecosistema de extraordinaria belleza. Estas instalaciones y los edificios de servicio han sido construidas con siste mas y tecnologías tradicionales de la región y con la ayu da de los pescadores, originarios ocupantes transitorios del archipiélago. Finalmente; el concreto y el ladrillo, de Inmediata lectura dentro del lenguaje murario metropolitano en el PatioJardín de la Esquina La Torre, se acompaña de superfi cies vegetales, a la manera de la hiedra adherida que denota tiempos transcurridos, pero a la vez, vida y activi dad orgánica, han sido trasladados desde el suelo hacia los muros. La dureza del concreto exterior empleado en la fachada, su resistencia a la fricción de los hombros apre surados que lo rozan, así como su coloratura natural, per mite un verdadero cierre institucional de la Plaza Bolívar; el interior del Patio en cambio, realizado con ladrillos de arcilla tradicionales, aquellos "casi-hechos-a-mano" empleados para revivir nostalgias aldeanas, recubren el pavimento y los fragmentos de sus muros internos con el propósito de recoger el ritmo, calmar las ansiedades me tropolitanas y dar testimonio claro que se está adentro. La plaza Bolívar, su primer interlocutor público, termina de definir sus límites originarios con estas paredes, pero que se abren discretamente hacia su segundo interlocutor,
constituido por la torre de la Catedral de Caracas. Este diálogo urbano se instala con la caja murarla que alberga la escultura esférica de Jesús Soto, suspendido sobre un Te espejo de agua, que no sólo puede ser el "sol" capturado y reflejado en un microcosmos sino, para disolver cual quier magia, como una acertada solución para que el transeúnte no toquetee la frágil constitución de la escul tura móvil de Soto. Esta es la doble dimensión de la materia: la poesía con las metáforas que sugiere, y la profesionalidad que exige su correcto y apropiado empleo. De esta lectura matérica se desprende un aspecto de la búsqueda -por fortunainterminable, de la re-fundación de los tipos: Ámbito industrial-aldea, Ámbito turístico-aldea, Ámbito metropoli tano-global, con un empleo de materiales que intentan respaldar las ideas, pero también y especialmente, resolver adecuadamente las condiciones específicas del proyecto con recursos locales. Los techos Este aspecto señala otra dimensión inquietante de los proyectos presentados. Los techos, además de rendir cuenta ante las condiciones del clima, juegan el rol primi genio de producir interiores como resultado del acto pro tector también primario, pero sus intenciones trascienden estos propósitos. En efecto, ellos se independizan de la edificación hasta alcanzar su innecesaria presencia en el Patio-Jardín, pero todos ellos manifiestan la voluntad de dominar la arquitectura: el agrupamiento de edificios bajo la cubierta central de Carbonorca, que Incluye veredas y patio; las ligeras cajas bajo las tiendas de lona tensadas con cuerdas de las cabañas de la playa y el círculo del edificio central que concentra su máxima tensión en un patio central; y finalmente el cerco murario tendido alrede dor del Patio-Jardín con el cielo como techo, que recuer da la sala más íntima de la casa de Luis Barragán, son como sombreros, que también son el artificio protector que oculta la calvicie, porque es una arquitectura que acentúa -quizás extremadamente- su compromiso tropi cal, a la vez que pone de manifiesto una ausencia. La cubierta expresa el desdoblamiento de las Imágenes arquitectónicas y, más allá de cualquier adhesión contex tual, parece no haber logrado la conciliación con los edifi cios, pero señala el desiderátum arquitectónico que clava
Sato A. “Arquitecturas de Rigamonti; Tres Obras”. DADA de Arquitectura, Diseño y Autores Nº 1 Magazine. Grupo Editorial Relámpago. 2000
Campamento turístico "Cayo Crasquí". Archipiélago de Los Roques. 1991-1994. Autor: Jorge Rigamonti. Colaboradores: Luis Cedlel, Carmen Marquina, Lino Becerra. En la página anterior planta del Módulo Principal (proyecto) y vista general. Fotografía: Jorge Rigamonti. 1er Premio en la IX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, 1994. Complejo de Edificaciones de servicio para Carbones del Orinoco C.A. CARBONORCA. 1988- 1990. Autor: Jorge Rigamonti Colaboradores: Francisco Perez G., Soraya Márquez y José M. Martín En esta página vista general de la Estación de Bomberos y el Taller Central, y pórtico protector del Taller Central. Fotografías: Jorge Rigamonti Premio Oficinas, Comercio y Turismo en la IX Bienal Nacional de Arquitectura Venezolana de 1998. En el Sumario: Jorge Rigamonti. Dibujo: Marcello Séstito.
su mirada en la cultura que define a la arquitectura con la sombra. En otro momento, como ahora, fue oportuno ha cer referencia a una cultura de antípodas. Decía Tanizaki: “...Nosotros, para crear un lugar para vivir, primero abri mos un parasol que arroje su sombra sobre el suelo, y bajo esa pálida luz, instalamos nuestra casa", sólo que éste era el acto fundacional, y el parasol se cerraba para otra oportunidad. Insistir en los techos expresa la persistencia del acto iniciático, y se advierte aquí y en todos los detalles e inten ciones de la obra de Jorge Rigamonti.
Te
Intenciones. Estas tres obras señalan una suerte de experimentalidad adoptada como método, un estado de permanente incertidumbre ante la debilidad o ausencia de puntos de parti da sólidos, verosímiles o convincentes que el arquitecto identifica en la arquitectura venezolana, que atrapa de las tradiciones los aspectos identificados por el imaginario colectivo de poco comprobada eficiencia, aquel que ma neja el hábito y las costumbres con la fuerza argumenta! de la razón. En efecto, el clima, las técnicas constructivas y las tipo logías tradicionales son, o por lo menos parece en Riga monti, elementos de un discurso trascendido por su obse sivo propósito de configuración de tipos y caracteres y la apropiación cultural de lugar. La tarea es grande, casi imposible, pero tras el esfuerzo queda la obra, y en una nueva mirada lejana, la de Hildebrand, se recomponen los fragmentos y señala la vitali dad creativa de un arquitecto que se mueve, con optimis mo, entre el desencanto metropolitano y las epopeyas colonizadoras.
Alberto Sato es arquitecto y profesor de Historia en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. Sato A. “Arquitecturas de Rigamonti; Tres Obras”. DADA de Arquitectura, Diseño y Autores Nº 1 Magazine. Grupo Editorial Relámpago. 2000