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Características generales y condiciones laborales de la planta docente en México
Por Mtro. Jordi Alva Alemán*
La evolución y panorama actual de la docencia como profesión en nuestro país.
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Cuenta una leyenda que hace algunos años, la profesión docente dignificaba al ser humano en México, incluso la tradición de servir a nuestro país a través de la educación, se manejaba con orgullo en las familias mexicanas.
No es desconocido que la labor docente en México participa de manera significativa en la fuerza laboral y que, con el crecimiento y expansión de los servicios educativos inicialmente en educación básica, pero con rápida ampliación a la educación media superior y superior, aumenta el número de personal docente para atender estas necesidades.
Pero entonces, ¿en qué momento el docente y su posición en la sociedad mexicana se han desvalorizado? ¿Por qué la sociedad mexicana desconoce la labor docente de calidad y la excluye de la formación de los niños y jóvenes?
Sin duda, la labor docente se ha ido transformando y adaptando al entorno educativo basado en las necesidades de niños, jóvenes y adultos, pero esta adaptación no necesariamente se ha ido transformando en situaciones positivas; seguimos viviendo un México con espacios educativos no aptos para la educación, en donde el docente debe crear estrategias pedagógicas extraordinarias para lograr el objetivo de un aprendizaje significativo en sus estudiantes, en donde el sistema de incentivos a la labor docente es incongruente con los instrumentos que existen para su evaluación; seguimos viviendo ‘decisiones de escritorio’ por parte de las más altas esferas en la autoridad educativa, y seguimos separando de la responsabilidad de aprendizaje del estudiante.
Son los docentes quienes representan el primer y más importante punto de contacto del Sistema Educativo Nacional (SEN) con los niños y jóvenes. Son los responsables de entablar la relación pedagógica mediante la cual el Estado mexicano contribuye a la formación intelectual, moral y afectiva de los alumnos. Para la realización de sus labores, el sistema escolar debe proporcionarles los recursos materiales y humanos suficientes, adecuados, y organizados apropiadamente. La diversidad de tareas pedagógicas y formativas a cargo de un docente depende del nivel educativo, e incluso del tipo de servicio al que está adscrito.
En la práctica, los docentes de educación preescolar y primaria, así como de escuelas telesecundarias y telebachilleratos están encargados de desarrollar prácticamente todos los campos curriculares en un grado escolar, los cuales han sido establecidos con el propósito de lograr una formación básica en el terreno cognitivo, pero también para contribuir al desarrollo socio-moral, emocional y físico de los niños y jóvenes.
Para apoyar la labor de estos profesores, sólo algunas escuelas primarias y preescolares, usualmente urbanas, cuentan con docentes especiales encargados de la educación física o artística.
Dicho lo anterior, una de las fuerzas impulsoras más importantes que ha determinado la ampliación de los servicios educativos en México y, consecuentemente, el incremento del número de docentes existentes, ha sido la obligación y la disposición del Estado para estimular el progreso social del país, las capacidades, y bienestar de la población mediante la inversión social para la conformación de un sistema de educación pública.
Los hechos históricos de 1982, en donde el producto interno bruto decreció 0.6%, y la inflación llegó a niveles de 98.8%, llevaron a vivir prácticamente toda la década de los ochenta con ajustes económicos para contener la inflación y recuperar el crecimiento (Lustig y Székely, 1997). Como parte de las medidas de ajuste económico y cambio estructural, el gobierno federal debió frenar la expansión acelerada de la educación pública. En educación primaria, con tasas de cobertura relativamente altas, la disminución en el ritmo de crecimiento del número de docentes, combinada con el decrecimiento de la población infantil, no afectó mucho el aumento gradual de su cobertura (INEE, 2013). En el resto de los niveles educativos, estas tasas también decrecieron, aunque de forma fluctuante, hasta llegar a ser de alrededor de un punto porcentual en educación preescolar, secundaria y media superior.
La planta docente en México dentro de los niveles de preescolar, primaria y secundaria se encuentra distribuida en varios tipos de servicios que en cierta medida guardan una asociación con el tamaño de sus matrículas o la condición étnica de los niños que atienden. En preescolar y primaria existen tres tipos de servicio: general, indígena, y comunitario. Los dos primeros son atendidos por los sistemas educativos estatales y, en el caso del Distrito Federal, por la Administración Federal de Servicios Educativos, que es un organismo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública (SEP). En los tres niveles de educación básica, el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) ofrece la modalidad comunitaria a niños y jóvenes de pequeñas comunidades rurales, mestizas e indígenas, así como de campamentos para población jornalera agrícola y migrante y, en menor medida, a comunidades urbanas marginadas. Esta opción es atendida en su mayoría por jóvenes instructores egresados de secundaria o bachillerato que prestan sus servicios por dos o tres años a cambio de una modesta retribución y una beca para continuar sus estudios posteriormente.
En preescolar y primaria, los docentes de las modalidades general e indígena están acreditados profesionalmente y, por lo general, son egresados de escuelas normales o de licenciaturas afines, como educación y pedagogía. En el caso de la educación secundaria, algo similar ocurre con quienes laboran en escuelas generales, técnicas, telesecundarias y para trabajadores, aunque se sabe que la presencia de egresados de otras profesiones no es menor.
De acuerdo a un estudio del INEE (2013), los docentes de preescolar son relativamente más jóvenes que los de primaria y secundaria. Las edades medianas se alcanzan a los 37, 39 y 42 años, para cada caso.
De acuerdo con el criterio de 30 años de servicio, si a esta edad se alcanza también la mitad de los años de servicio requeridos para jubilarse, entonces existirá una presión para retirarse de la docencia a partir de los 51 años en educación preescolar, los 54 en primaria y los 57 en secundaria.
También existen algunas diferencias en la estructura de edades de los docentes de educación básica según los tipos de servicio. Las educadoras de preescolares indígenas son ligeramente mayores que las de escuelas generales. En educación primaria ocurre lo contrario, pues los maestros de escuelas indígenas son un poco más jóvenes que sus colegas de la modalidad general. En secundaria, la planta docente de las escuelas generales es un poco más joven que la de las técnicas y telesecundarias.
Hablando del grado de escolaridad de la planta docente, uno de los requisitos formales para el ingreso a cualquier empleo profesional consiste en acreditar las capacidades para desempeñarlo. Por lo común esto se hace por medio de un certificado o título profesional específico, otorgado por una institución reconocida por el SEN.
En el siglo XX, dicho requisito en cualquiera de los niveles de la educación básica fue preponderantemente el título de normalista en preescolar y primaria, o de normalista egresado de normales superiores. Las transformaciones curriculares de los programas de formación normalista de educación básica han hecho universitaria esta carrera, al permitir que las escuelas superiores, en especial las pedagógicas, ofrecieran programas para las educadoras de preescolar y los maestros de primaria en servicio que carecían de la licenciatura. Así mismo, los docentes de educación media superior exhiben una mayor escolaridad que sus pares de educación básica. Casi dos terceras partes tienen una licenciatura completa, y 7% cuenta con algún grado de especialidad o maestría incompleta; además, 12.3% tiene al menos la maestría completa.
En fechas recientes, el Estado mexicano ha instituido constitucionalmente las condiciones de ingreso, promoción, reconocimiento y permanencia en el servicio público educativo. Su regulación se establece en la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD). Este nuevo ordenamiento modifica las condiciones en que los profesionales ingresan a la docencia en educación básica y media superior, y las oportunidades para su desarrollo profesional a lo largo de su vida activa. La LGSPD reconoce como docentes potenciales tanto a los egresados normalistas como a aquellos profesionales con formación docente pedagógica o de áreas afines; para el ingreso, establece perfiles y parámetros que los candidatos deberán cumplir, y considera su desempeño en un concurso de oposición (Degante, 2015).
Estas condiciones han ido adaptándose a los cambios políticos y sociales del país, se estableció como un mecanismo de promoción horizontal del personal docente (primera vertiente); directivo y de supervisión (segunda vertiente), y docente o directivo comisionado para desempeñar actividades curriculares en los distintos niveles y modalidades de educación básica (tercera vertiente). El programa permitía a todos los agremiados del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) obtener incrementos al salario base sin cambiar de categoría o función. El personal participante debía laborar en escuelas públicas de educación básica, tener nombramiento definitivo o interinato ilimitado, y someterse a una evaluación para su ingreso o promoción. Originalmente los factores a evaluar fueron cinco: la escolaridad, la preparación profesional, la participación en cursos de actualización, el desempeño profesional, y la antigüedad en el servicio y en los niveles de la propia carrera magisterial (CM).
En cuanto a tope salarial de los niveles preescolar y primaria, las brechas entre los docentes de escuelas indígenas y los de escuelas generales son de magnitud importante en las edades de inicio y en las que van de 45 a 49 años, sin importar el nivel educativo. Entre los profesores noveles (Wilson-D’Arcy, 1987), de 20 a 24 años, los de escuelas indígenas reciben en promedio alrededor de 9 mil pesos mensuales, mientras que los que trabajan en planteles generales tienen un salario mensual neto de más de 11 mil 500 pesos; lo cual significa que una brecha salarial es cercana a 2 mil 500 pesos mensuales (INEE, 2012). Aunado a lo anterior y refiriéndome a salarios inferiores, el atractivo para trabajar en escuelas indígenas también es menor que el de hacerlo en escuelas urbanas generales, pues en aquéllas se tienen peores condiciones de organización escolar e infraestructura.
Son notables las grandes diferencias que existen en el reconocimiento de la labor docente en México, el problema de la calidad educativa que aqueja al país no se puede solucionar al establecer un concepto común para todos, así como tampoco al tomar en cuenta solamente los informes cuantitativos que presentan diferentes instituciones, o conformarse con conocer los aspectos cualitativos referentes al tema. En lo personal promuevo siempre la participación activa de todos los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje, asumiendo cada quien su rol e interpretando de la mejor manera a través de un trabajo directivo y docente con un liderazgo transformacional y enfocados en la responsabilidad del estudiante en su aprendizaje.
Para que la leyenda se vuelva otra vez una realidad y la dignificación del docente sea recuperada, es necesaria una evaluación de desempeño justa y que impacte de forma positiva en el rendimiento escolar. El involucramiento de los padres de familia también resulta inherente al crecimiento de la calidad educativa en México.
En palabras de Martínez Chairez (2016), para mejorar el desempeño docente y la calidad educativa se considera prudente que el director realmente ejecute su rol dentro de la institución, que busque un punto de equilibro para no caer en el autoritarismo, en el que sólo esté fiscalizando el actuar de sus docentes descuidando la gestión educativa, o ser permisivo sin poner atención a lo que realizan sus profesores.
*Vicerrector de Campus Ensenada.
Bibliografía: Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación INEE. Los Docentes en México. Informe 2015. México 2015 1ª Edición. Material revisado en la siguiente plataforma electrónica: https://www. inee.edu.mx/images/stories/2015/informe/Los_docentes_en_ Mexico._Informe_2015_1.pdf Información con fines académicos para el Programa Doctorado en Educación. Universidad Xochicalco, abril 2019. *En este sentido, autores como Wilson y D’Arcy (1987) definen la iniciación del profesor novel como el proceso mediante el cual la escuela lleva a cabo un programa sistemático de asesoramiento a profesores de cara a introducirlos en la profesión y ayudarlos a abordar los problemas de forma que se refuerce su autonomía profesional y se facilite su desarrollo profesional continuo. Martínez Chairez Guadalupe. El Desempeño Docente y la Calidad Educativa. Universidad Autónoma Indígena de México. Julio 2016. Material revisado en la siguiente plataforma electrónica: http:// www.redalyc.org/pdf/461/46148194007.pdf Información con fines académicos para el Programa Doctorado en Educación. Universidad Xochicalco, abril 2019.