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La educación socioemocional desde la perspectiva de Rafael Bisquerra

La educación socioemocional desde la perspectiva de Rafael Bisquerra y su importancia en laformación del individuo

Por Dra. Rocío AlejandraValencia Gamero*

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En la literatura psicopedagógica el término ‘educación emocional’ aparece por primera vez en 1966 en la revista Journal of Emotional Education, la cual fue editada sólo hasta 1973 por el Institute of Applied Psychology de Nueva York.

En esos años, la educación emocional se concebía principalmente como la aplicación educativa de los principios de la terapia racional-emotiva, la cual a grosso modo da pautas para controlar los pensamientos irracionales o automáticos que muchas veces tenemos y que entorpecen nuestro bienestar emocional y nos llevan a tomar malas decisiones. Sin embargo, la educación emocional, tal y como se entiende hoy en día, está primordialmente basada en el concepto de inteligencia emocional, por un lado, y en el concepto de competencias emocionales o socioemocionales por otro.

Rafael Bisquerra Alzina es doctor en Pedagogía, licenciado en Psicología, y catedrático de Orientación Psicopedagógica en la Universidad de Barcelona, donde también es director del Master en Educación Emocional y Bienestar, y del Master en Inteligencia Emocional en las Organizaciones. Desde mediados de la década de los 90 su línea de investigación es la educación emocional.

Algunas de sus publicaciones sobre el tema son: Educación emocional y bienestar (Praxis, 2000), Educación para la ciudadanía y convivencia, El enfoque de la educación emocional (Woltyers Kluwer, 2008), Psicopedagogía de las emociones (Síntesis, 2009), Manual de orientación y tutoría (Praxis, 1996- 2002), La educación emocional en la práctica (Horsori, 2010).

Ilustración: L.D. Rodolfo Cota Martínez.

La educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias. La fundamentación está en el concepto de emoción, teorías de la emoción, la neurociencia, la psiconeuroinmunología, la teoría de las inteligencias múltiples, la inteligencia emocional, el fluir, los movimientos de renovación pedagógica, la educación psicológica, la educación para la salud, las habilidades sociales, las investigaciones sobre el bienestar subjetivo, entre otros.

Muchos problemas personales y sociales tienen un sustrato emocional importante que conviene atender desde la enseñanza. La educación emocional tiene como objetivo el desarrollo de competencias emocionales —valga la redundancia—, que es el tema nuclear de este libro. Entre estas competencias contemplamos la conciencia, la regulación, la autonomía, la socialización, y las habilidades de vida para la construcción del bienestar emocional, tanto en la dimensión personal como social.

El ‘analfabetismo emocional’ se relaciona con la prevalencia de ansiedad, estrés, depresión, consumo de drogas, violencia, acoso escolar, maltrato, comportamientos de riesgo, etcétera. Las competencias emocionales son un factor de prevención genérica de estas problemáticas, a la par de un dinamizador absolutamente necesario de la formación integral de la persona.

La educación debe atender las nuevas necesidades de la sociedad y de las personas en toda su complejidad, por lo tanto, no debe limitarse en exclusiva al desarrollo cognitivo, sino incorporar todos los aspectos que complementan y conforman dicha educación (emocional, social, moral, ético, etcétera). En este libro nos centramos en la dimensión emocional con la intención de sensibilizar al profesorado y a la sociedad en general, sobre la importancia y la necesidad de integrar sus propuestas en las orientaciones didácticas del currículo y en la praxis educativa.

Ilustración: L.D. Rodolfo Cota Martínez.

Al mencionar ‘habilidades socioemocionales’ se refiere específicamente a las herramientas que permiten a las personas entender y regular sus emociones, comprender las de los demás, sentir y mostrar empatía por los otros, establecer y desarrollar relaciones positivas, tomar decisiones responsables, así como definir y alcanzar metas personales. De igual forma, hay evidencia de que estas habilidades pueden desarrollarse y ejercitarse de manera intencional en el contexto educativo, y que justo la infancia y la adolescencia son las etapas más significativas para aprenderlas.

Trabajar las habilidades socioemocionales ayuda a prevenir situaciones de riesgo, tales como violencia, depresión, drogadicción, deserción escolar, estrés, entre otras; también promueve las capacidades necesarias para un inminente ingreso de los jóvenes a un mercado laboral altamente competitivo. Por tal motivo, facilitar su desarrollo en los jóvenes desde el ámbito educativo es fundamental, considerando el momento crucial por el que pasan y en el cual deben tomar decisiones que tendrán un impacto determinante en su futuro.

Las 10 claves de la educación emocional según Rafael Bisquerra

1. ¿Qué es la educación emocional?

Para el experto, esta es una de las claves fundamentales. Según Bisquerra la educación emocional es un constructo que abarca la formación integral de la persona. Por tanto, debe ser un complemento que responda y atienda las necesidades no sólo intelectuales, sino también sociales que a menudo quedan relegadas a un segundo plano en el ámbito académico.

2. ¿Qué son las emociones?

La segunda de las claves que el doctor Bisquerra alude son las emociones, definidas como respuestas complejas que se producen en la persona a raíz de un acontecimiento concreto. Al ser una respuesta, nos aportan información muy valiosa respecto a nosotros mismos, y de ahí la importancia de comprender y regular las emociones que sentimos en cada situación.

3. ¿Qué son las competencias emocionales para Rafael Bisquerra?

Las competencias emocionales son otra de las claves destacadas por Bisquerra, que él mismo define como “competencias básicas para la vida que necesitamos aprender y desarrollar”.

El concepto que realmente aunaría estas competencias básicas sería la inteligencia emocional en sus diversos modelos. De esa manera, no sería más que la capacidad de una persona para conocer y comprender las propias emociones y las de los demás, regulando sus afectos y utilizando esta capacidad para gobernar sus propios pensamientos y acciones.

Ilustración: L.D. Rodolfo Cota Martínez.

4. ¿Cómo se pone en práctica la educación emocional?

La cuarta de las claves de la educación emocional es la puesta en marcha de un programa educativo. Si deseamos implantar un programa de educación emocional, éste debe incluir actividades dirigidas a desarrollar las competencias emocionales que anteriormente hemos mencionado. Las claves son: empatía, introspección, conciencia de las propias emociones, regulación emocional, gestión de la ira, habilidades de afrontamiento, conciencia de las emociones ajenas, autoestima, por mencionar las más importantes.

Para la implantación eficiente del programa destaca la necesidad de que éste sea:

• Secuencial (a lo largo de varios cursos consecutivos).

• Activo (con dinámicas como el role-playing, dramatización, simulación, lecturas, grupos de discusión, juegos).

• Focalizado en desarrollar competencias emocionales concretas.

• Explícito, de manera que los objetivos a alcanzar sean suficientemente claros.

5. ¿Qué contenidos de educación emocional son adecuados para cada nivel educativo?

Se trata de una cuestión difícil de atender, ya que no existe una tradición curricular en materia de emociones como la que hay en otras áreas como las matemáticas o el lenguaje. Sin embargo, existe una entidad estadounidense denominada Collaborative for Academic, Social, and Emotional Learning (CASEL), cofundada por el prestigioso investigador Daniel Goleman, que ha impulsado enormemente la creación de los estándares para la educación emocional. CASEL propone un modelo con cinco competencias emocionales:

• Autoconciencia.

• Autogestión.

• Conciencia social.

• Habilidades para relacionarse.

• Toma responsable de decisiones.

6. ¿Dónde y cuándo se pone en práctica la educación emocional?

Desde hace más de cuarenta años se ha difundido la expresión ‘integración curricular’, haciendo referencia a la introducción de los contenidos relativos al desarrollo personal en el currículo académico. Se trata de integrar temas vitales para la persona como la educación moral en cualquiera de las materias curriculares.

Muchas personas opinan que se trata de una ardua tarea, sin embargo, el primer paso para conseguirlo es la sensibilización del profesorado. Si se le diera la importancia que tiene a la educación emocional, la transversalidad de esta sería una realidad cada vez más próxima.

7. ¿Hay que educar en el bienestar?

La respuesta es contundente: sí, siempre que se comprenda el significado de ‘bienestar’. En la actualidad el bienestar se asocia frecuentemente con la calidad de vida en su sentido más material. Sin embargo, esta acepción se queda corta, pues Bisquerra habla de educar para ser felices.

Pero ¿qué es la felicidad? Si bien existe una multitud de concepciones para el término, el doctor hace referencia a una felicidad que integra cuatro ámbitos distintos del bienestar: físico, social, profesional y emocional.

Y es que no es lo mismo nivel de vida que calidad de vida. A este respecto, uno de los principales aprendizajes clave que se destacan en la educación del bienestar consiste en “descubrir personalmente que el mayor bienestar reside en acciones comprometidas en favor del bienestar de los demás”, es decir, salir de nosotros mismos para ayudar a los demás.

8. ¿Buscar el bienestar emocional personal no es muy individualista?

No. Buscar el bienestar emocional, según Bisquerra, supone una apertura a los demás. La prosocialidad entendida como aquellas acciones que benefician a otras personas; en palabras de Rafael Bisquerra: “el compromiso en la construcción del bienestar social es el principal proveedor de bienestar personal”.

Ilustración: L.D. Rodolfo Cota Martínez.

9.¿Es importante educar para regular la ira?

Lamentablemente, la violencia se ha convertido en una de las claves de la educación emocional y en uno de los mayores problemas del siglo XXI. “Una parte importante de la violencia se genera con la ira”. El profesor Bisquerra explica que ante un acontecimiento que nos produce ira podemos responder de tres maneras: agresiva, asertiva, o pasivamente.

Lógicamente, la más adecuada sería responder de forma asertiva, integrando la información que nos da nuestra propia ira sobre el acontecimiento que nos la ha provocado y aprendiendo a gobernarla ante una posible situación futura. Sin embargo, esto no es nada fácil. De hecho, en palabras del profesor Bisquerra “la regulación de la ira debería iniciarse en la familia (al igual que el resto de competencias emocionales) y en la educación infantil, y estar presente a lo largo de primaria y secundaria”.

10. La educación emocional debe iniciarse en la familia.

Esta es una de las claves más importantes que se han escrito sobre educación emocional. Si estudiamos los aspectos en los que se concreta cualquier programa de educación emocional, observamos objetivos tales como:

• Escuchar a un compañero que lo está pasando mal.

• Hablar con alguien que está triste.

• Hablar bien de un compañero.

• Animar a un compañero que piensa que algo le sale mal.

• Mirar a los ojos mientras nos están hablando.

• Demostrar interés por lo que nos explica alguien.

• Renunciar a una actividad divertida por atender a alguien que tiene un problema.

El doctor Bisquerra concluye afirmando: “en el seno de la familia es donde se inicia la educación emocional […] sin clases formales, a través de la experiencia y la observación […] los estilos afectivos de los padres afectan al niño de múltiples formas y van a determinar el tipo de interacción que se produce entre ellos, así como las interacciones con otras personas”.

*Egresada de la Facultad de Psicología, maestra en Docencia Universitaria, y doctora en Educación por Universidad Xochicalco campus Ensenada. Docente de tiempo completo en la Licenciatura en Criminalística de Universidad Xochicalco campus Ensenada. Orientadora Educativa en CECYTE Plantel Ensenada.

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