Impresiones Henry Padilla Londo単o
Te veo, en el estrés de la mañana, cuando todos van y vienen, ocupados, dejando sus vidas, y tú sonríes en medio de todo: Ven a mí y encontraras paz.
Te veo, en medio de la gente, cuando todos se aíslan en sus propios pensamientos, viajando a sus quehaceres, buscando el centavo, muriendo de a poco, tu extiendes tus brazos en medio de todos: Venid y hallareis vida.
Te veo, en el trabajo, la hora de las caretas, del teatro, cuando gritan las almas encadenadas, y alzan la voz los que mueren en silencio, y tu voz grita en las plazas, en los subterráneos: “Venid a mi todos los que están trabajados y cargados, y Yo os haré descansar.”
Te veo, en la mirada de la niña, cuando viajan los recuerdos de los libros, y las mentes inquietas buscan entre los desperdicios de las culturas, cuando les dicen: “van a aprender a morir, a llevar sus cadenas” y aprenden a llevar sus mascaras, entonces te veo en su mirada inocente: “No me dejes perder en el tiempo, háblame de Cristo, rescátame”
Te veo, en medio de la guerra, cuando los cobardes tienen armas y las bestias los aplauden, los hombres son vendidos por migajas, los humildes son pisados como pasto, y tu Palabra es un refrigerio al que cree, tú levantas al caído, y al que busca la paz… tu lo rodeas de ella. Tú eres la luz de la mañana, el pan del abatido y del hambriento, en medio del dolor brilla tu luz, mientras el día dura y se puede trabajar.
Porque aun la noche no ha llegado, mientras se encuentra aliento en tus hijos y la esposa del cordero resplandezca, aun la luz brilla en medio de las tinieblas, eres el refugio del abatido, la Roca firme de los tiempos.
Te veo, en el aliento del día, cuando respira la vida y la muerte despierta, cuando los hombres cambian la verdad por mentiras, los ciegos gritan a los sordos: “venid, dicen, os guiaremos a lugar de refrigerio”, y el niño que conoce la verdad guía al pueblo, y la fe brilla en corazón de tus hijos, días oscuros, solo tu luz brilla, entonces despierta la vida, la vida de Dios en medio.
Te veo, en mi llanto, cuando lo que veo golpea mis sentidos y me duele el coraz贸n y mas adentro, y el grito se ahoga en un ruego y la fe parece escasa ante tal portento. Solo tu presencia y tu voz levantan mi alma del profundo pozo que me lleva al ver lo que siento, pero no solo yo, sino muchos conmigo, y otros mas, los que est谩n adentro, en el campo, en la guerra, en el pozo, mientras la fe los alimenta.
Te veo en la alabanza del hijo sincero, el que busca tu rostro a diario; levanta su voz adorando, en espĂritu y verdad, entonces me sumo a su adoraciĂłn, allĂ tu me sustentas.
La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la comprendieron. En esta noche oscura, aquĂ te veo, seĂąor, como un poderoso sol; Tu luz se escribe con C, y se pronuncia Cristo.