Cazadores de guerrillas

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CAZADORES DE GUERRILLAS Por Herard von Santosi

En diciembre de 1984, estábamos en la pequeña ciudad de Alegría, Departamento de Usulután, esperando los tan ansiados telegramas, que anunciarían nuestro ingreso a la Escuela Militar. Mi hermano y yo estábamos muy emocionados, cuando al fin llegaron los telegramas, no pude evitar un deje de decepción cuando leí que no estaba entre los que ingresarían en enero de 1985, tendría que esperar el ingreso de mediados de año, que ya se daba por sentado para volver a intentarlo. Mientras esperaba el ingreso de junio de 1985 a la Escuela Militar, decidí no quedarme de brazos cruzados y buscar entrenamiento militar en algún cuartel. Hable con mi padre al respecto y me dijo que tenía un amigo en la Brigada de San Miguel, iría a hablar con él para ver si podía entrenarme con los soldados hasta junio. El amigo de mi padre era el Capitán Navas Tenorio quien en esos días era el D-4 (logística) de la brigada, este le mencionó a mi padre que pronto, en enero daría inicio un curso de cazadores para el 1


batallón Cuscatlán y que él haría los arreglos necesarios para que me uniera a los nuevos reclutas. Quedé asignado a la 2da. Compañía del batallón Cuscatlán, bajo el mando del Teniente Hugo Alfredo Saavedra Castro, entonces el comandante del batallón era el Capitán José Almendáriz Rivas, ahora coronel y diputado de la Asamblea Legislativa, el comandante de la sección a la que estaba adscrito era el cadete Edgar Artiga Martínez. El curso duraba 4 meses, incluía el adiestramiento básico para el soldado y la fase puramente del curso cazador1. Los clases (oficiales no comisionados) de la compañía llevaban sobre sus cabezas la distintiva boina negra en cuyo ovalo central, algunos llevaban la insignia metálica de los cazadores, un machete y una daga entrecruzados; en el hombro izquierdo, el inconfundible parche rectangular en cuyo centro se encontraba una calavera. Eran las insignias que con orgullo levaban todos aquellos que aprobaban el curso de cazadores, y que ahora me disponía a ganar el derecho de portarlas. El entrenamiento comenzaba muy temprano en la mañana, a las 4:45am ya estábamos trotando, después gimnasia con o sin armas por una hora, luego nos llevaban a los baños que no era otra cosa que una gran pila de agua donde todos nos bañábamos utilizando cualquier cosa que estuviese a mano, por lo general un casco de acero. Después nos cambiábamos y pasábamos rancho, a diferencia de la comida de los oficiales, la comida de los soldados era magra y escasa, generalmente los eternos frijoles (mañana y tarde) acompañados de huevos duros en la mañana y tomatada en la tarde, el almuerzo era a base de arroz con pollo o sopa de repollo con carne, todas las comida acompañadas de dos grandes tortillas, café o fresco o más bien agua escasamente endulzada y sin mayor sabor. Después continuábamos con los entrenamientos, por etapas nos preparaban en el uso, arme y desarme de las diferentes armas y equipos que utilizaba una compañía de infantería: fusiles M-16, los lanzagranadas M-79 y M-203, las ametralladoras M-60, el FSR 1

Ministerio de la Defensa, Manual de contraguerrillas MC OC.112-01-61 (Caracas: Sección de Operaciones del ejército, 7 de Marzo de 1974).

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M-67 conocido como 90 y los radios PRC-77. Hacíamos prácticas con fuego verdadero en los polígonos de la brigada y ejercicios tácticos donde poníamos en práctica lo aprendido. Luego continuábamos con una fase de patrullaje donde practicábamos como organizar y el empleo de las diferentes clases de patrullas, algunas de las prácticas se hacían de noche con fuego real para acostumbrarnos al fragor del combate. Después de las 9 de la noche nos dejaban libres y antes de acostarme siempre hacía unas 900 flexiones de piernas para endurecerlas y prepararme para la Escuela. El entrenamiento era agotador físicamente pero en general me sentí muy bien con mis nuevos camaradas. Entonces ser soldado estaba de moda y todos querían estar en la enorme base militar que era la Tercera Brigada. Durante tres meses me entrené con estos nuevos soldados aprendiendo de ellos, quizás la lección más valiosa de mi vida: todos estaban dispuestos a defender al país, aun a costa de sus vidas y a seguir a líderes que dieran el ejemplo en combate, era todo un reto para un joven civil que pronto seria cadete. La finalización del curso exigía la realización de una verdadera operación en el norte de San Miguel y sur de Morazán, ahí se condensaban los conocimientos adquiridos y los nuevos cazadores adquirían la confianza necesaria en sus nuevas destrezas. Entre conversaciones en las horas de las comidas, siempre preguntaba por los inicios del batallón Cuscatlán, de las respuestas de los Clases, poco a poco fue emergiendo la historia de esta unidad que junto a otra similar comparten el honor de haber sido entrenadas por un selecto grupo de militares venezolanos que durante 1982, uno de los años más duros de la guerra para el ejército salvadoreño, llegaron a nuestro país para compartir su especialidad: eran cazadores de guerrilleros.

LOS VENEZOLANOS La victoria de Castro en 1959, alentó a los movimientos revolucionarios latinoamericanos a tomar la vía de las armas en sus luchas revolucionarias. La juventud 3


social demócrata y comunista venezolanas, aburridas de las consignas y discursos vacíos de sus políticos, abrazaron el castrismo. Entre los más descollantes en sus inicios figuraban Douglas Bravo, Eloy Torres y Teodoro Petkoff. Entre 1961 y 1962, se trasladaron a La Habana un grupo aproximado de 200 marxistas venezolanos para ser instruidos en acciones clandestinas tipo comando y en tácticas de sabotaje y de guerrillas. Con este contingente y nuevos reclutas se formarían las FALN (Fuerzas Armadas de Liberación Nacional). Fuerzas que se dislocaron en un componente urbano y otro rural; éste último afincado primordialmente en los estados de Falcón, Lara, Yaracuy y Miranda. El 1 de noviembre de 1963, en la península de Paraguaná, en el Estado de Falcón, el ejército venezolano sorprende un desembarco oriundo en Cuba, decomisó un alijo de 3 toneladas de armas que incluían fusiles, fusiles ametralladores, ametralladoras, morteros y otras armas; días más tarde cae uno de los principales jefes guerrilleros con los planes del levantamiento urbano, el ejército logró desarticular a esta fuerza de manera fulminante. Después del desembarco, llegó a Venezuela una misión militar norteamericana de Rangers y Boinas Verdes para entrenar al ejército en tácticas de contraguerrilla. Esta misión implementó el clásico adiestramiento de los Ranger estadounidenses y sentó las bases para la formación de los primeros batallones de cazadores que serían la vanguardia de las fuerzas que atacarían a los insurgentes en sus bases de persistencia. Fidel Castro se involucraría cada vez más en el apoyo militar a los marxistas venezolanos y a tal efecto enviaba nuevas partidas de armas para los rebeldes. El primer envío de este renovado compromiso, sería el desembarco combinado de cubanos y venezolanos en julio de 1965, con participación de Petkoff que auxiliado por un comando haría estallar valiosos oleoductos de la Gulf Oil, Mobil Oil, Texas Petroleum y la Socony Oil en la región oriental del país. El 8 de mayo de 1967, el buque cubano Sierra Maestra zarpó del puerto de Santiago de Cuba, un grupo de guerrilleros venezolanos y cubanos desembarcaron en las ensenadas de Venezuela, en un lugar entre Machurucuto y Jinarapo, en el estado de Miranda. El plan era establecer un foco en la serranía del Bachiller, pero informes de inteligencia frustraron

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el plan y el ejército logró detenerlos en pleno desembarco. La unidad encargada de hacer frente a la invasión era el batallón de cazadores Genaro Vásquez Nª 82. En el operativo capturaron a los militares cubanos Antonio Briones Montoto, Manuel Gil y Pedro Cabrera, quien se suicidó en la prisión. Según el autor Norberto Fuentes, el propio general, Arnaldo Ochoa, un héroe de la revolución cubana, asesinado luego en 1989 por el propio Fidel Castro, participó del frustrado desembarco. Según los datos históricos, la fuerza invasora estuvo conformada por unos 50-60 hombres, pero como eran combatientes altamente entrenados, según Fidel Castro, cada uno valía por cinco. El plan era establecer un foco guerrillero, un centro de adiestramiento y que cada hombre pudiese desempeñarse como un comandante de patrulla. Era necesario realizar entrenamientos masivos y a marcha forzada, a cada hombre le asignarían diez jóvenes insurgentes lo que daría como resultado 600 nuevos combatientes por cada curso de dos semanas que impartirían estos especialistas. El entrenamiento era básico pero efectivo: uso de armas ligeras, técnicas de emboscada, patrullaje, supervivencia y la elaboración de artefactos explosivos improvisados muy elementales.

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El desembarco cubano en tierras venezolanas ha sido la única invasión que ha sufrido Venezuela de parte de una potencia extranjera. Derrotarla es una de las principales credenciales de los cazadores venezolanos;

los mismos que en 1982 llegarían a El

Salvador para adiestrar a las tropas salvadoreñas. “Los cazadores venezolanos llegaron a El Salvador en 1982, su misión era entrenar en el combate de guerrillas a los soldados salvadoreños de dos batallones, uno perteneciente a la Tercera Brigada de Infantería, con sede en San Miguel y el otro en la Segunda Brigada, en Santa Ana. Entre las cartas de presentación de los venezolanos destacaba que habían evitado la consolidación de los movimientos insurgentes venezolanos, además de la captura de un desembarco cubano con armas y combatientes”. Se necesitaban 12 hombres y un líder para integrar uno de los grupos de entrenamiento. Los requerimientos para ser seleccionados eran específicos: dominar el área de contrainsurgencia, con un mínimo de 3 años en batallones de cazadores, haber realizado el curso básico de

cazador, el curso de comandante de pelotón y haber hecho un curso en

el extranjero que podía ser el de Ranger, Lancero, Boina Verde o Kaibil. El joven Teniente venezolano Máximo Elías Semenzin Mattarolo calificaba en los tres requisitos. En 1977, siendo aún cadete de la Escuela Militar realizó el curso con un equipo móvil del batallón de cazadores Genaro Vásquez Nª 82, en 1978, fue asignado al batallón de cazadores Pedro Sarasa. Luego fue enviado junto a un grupo de oficiales a realizar el curso de guerra irregular en Fort Gulick, Panamá, en la Escuela de las Américas y en 1981 fue enviado a Fort Benning para realizar el curso de Ranger. El equipo recibió las indicaciones sobre su misión entre febrero y marzo de 1982. Solo sabían que harían una misión de apoyo de entrenamiento en Centroamérica, pero todos los miembros dedujeron que se trataba de El Salvador. Viajaron de forma encubierta, en líneas comerciales y en diferentes vuelos. "Fuimos prácticamente infiltrados como turistas", dice Semenzin2. El apoyo fue solicitado por el gobierno salvadoreño, representado en aquella época, por la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por José Napoleón Duarte 2

Cnel. Máximo Elías Semenzin Mattarolo, Fuerza Aérea de Venezuela 1978-2008, entrevista en Washington DC, 19 de Junio de 2008.

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a instancias del Jefe de los asesores estadounidenses en el país, el Cnel. John D. Waghelstein3 y después refrendado por el Presidente Provisional Álvaro Magaña, petición a la que el gobierno de Venezuela accedió gustosamente. El resto del grupo estaba integrado por el Capitán Luís Acosta Carles, por su metro noventa de estatura y su consistencia fornida era conocido como Tarzán Boy, era cazador, paracaidista y había hecho el curso de Lancero de Colombia. Por su antigüedad fue el encargado de seleccionar a los otros oficiales. Además estaba su hermano Felipe Antonio Acosta Carles falleció en 1989, en el famoso caracazo, cuando una insurrección popular intentó derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez. El líder era el Coronel José Luis Prieto, años después y cuando ya estaba retirado, Luis Acosta Carles fue nombrado ministro de Defensa con el rango de General por el Coronel Hugo Chávez. El equipo de Cazadores venezolanos llegó a El Salvador en marzo o abril, unos días antes había viajado el líder para verificar las condiciones y los lugares donde se verificaría el entrenamiento. En la embajada venezolana recibieron la orientación sobre la situación militar salvadoreña y el trabajo que les esperaba. Semenzin recuerda: "Nos dieron una buena orientación, profundizaron bastante en la situación salvadoreña y fue ahí donde nos dijeron que habíamos sido seleccionados entre varios países para dar esa asistencia, ya que los cazadores venezolanos tenían la experiencia de haber derrotado a las guerrillas en nuestro país"4. El Coronel Semenzin fue asignado a la 3ra. Brigada de Infantería, en San Miguel junto con el Cap. Acosta Carles; a los 20 días se les unió el Maestre Técnico Navarro, un Sargento Mayor con 12-15 años de servicio, además era experto en explosivos. Como medida de precaución no fueron informados sobre el otro equipo, ni a donde fueron destacados o quienes los integraban. En la 3ra. Brigada, los venezolanos estructuraron los diferentes comités que impartirían la instrucción. Cada uno de los instructores venezolanos se iba rotando en el entrenamiento por estaciones según el comité asignado, para enseñar las diferentes especialidades del curso. 3

Herard von Santos, La muerte desde el cielo: Historia de los paracaidistas salvadoreños 1962-2012, Tomo I (San Salvador: Omnia Media Print Solutions, primera edición, Noviembre de 2013), 370. 4 Cnel. Máximo Elías Semenzin Mattarolo, Ibíd.

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LOS CAZADORES SALVADOREÑOS: El 27 de julio de 1982 se crea el batallón de cazadores Cuscatlán, fue organizado con personal antiguo de varias compañías de infantería procedentes del Destacamento Militar 4 (DM-4), con sede en Usulután, del Centro de Instrucción de Comandos de la Fuerza Armada, con sede en San Francisco Gotera, y con personal de la 3ra. Brigada de Infantería, siendo su primer comandante el Mayor de caballería José Roberto Rivas Galeano. "Eran muchachos jóvenes, algunos eran analfabetas e incluso tuvimos que enseñarles a ponerse las botas, ya que por su extracción campesina se les dificultaba pues no estaban acostumbrados. Hubo bastante acercamiento, era la misma situación de nuestras tropas venezolanas. Tenían un entrenamiento básico muy rudimentario, sabían la técnica de combate regular, usaban cascos de acero, un morral con equipo innecesario, botas o que eran muy grandes o eran muy pequeñas, eran muchachos que el más alto media 1,65mts, la típica de América Latina, usted le montaba cinco cargadores y una M-60 encima y lo mataba", recuerda el Coronel Semenzin5. Lo primero que hicieron los instructores venezolanos fue cambiar el uniforme, usar sombrero o boina, cargar en el morralito únicamente un poncho para la lluvia y un cobertor que a veces si se mojaba era más el peso que se llevaba, una sola muda de ropa y tres pares de medias, era importante cuidarse los pies, la munición de reserva, una sola cantimplora de agua, y un machete. Se organizó un curso básico de 30 días; primero se concentraron en la parte individual de cada hombre y luego había que entrenarlos en equipo. El primer entrenamiento se denominaba período básico de instrucción del soldado (PIBS), el cual fue amoldado específicamente para soldado cazador, pues los salvadoreños ya poseían el entrenamiento básico del soldado de infantería regular. Se daba una formación del combatiente individual y luego se trabajaba en binomios, después era integrado a la patulla hasta formar un pelotón.

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Cnel. Máximo Elías Semenzin Mattarolo, Ibíd.

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En la graduación, los venezolanos obsequiaron a los oficiales salvadoreños, la insignia metálica de los cazadores venezolanos, era una lanza cruzada con un machete y para ese entonces una boina color verde con un pentágono anaranjado que era el color de los cazadores. Además, los fusiles M61T2 FAL de culata plegable que llevaban los venezolanos, fueron obsequiados en señal de respeto y admiración a los oficiales salvadoreños. El batallón de cazadores Cuscatlán se gradúo el 12 de agosto de 1982 y enseguida fue utilizado en las diferentes operaciones realizadas en la zona oriental del país, quizás una de las más recordadas, la batalla en el cerro Cacahuatique, en la jurisdicción de Ciudad Barrios, en abril de 1983. En la referida batalla, dicho Batallón combatió valerosamente para reforzar a la 2da. Compañía de comandos de Gotera (CICFA), que se encontraba asediado por las guerrillas, quienes luego de furiosos combates derrotaron a esta unidad. Los cazadores del Cuscatlán y otras unidades al final lograron desalojar a los insurgentes y socorrer a los sobrevivientes de los comandos. A lo largo de la guerra, éste batallón y su hermano, el batallón de cazadores Pipil, se distinguiría en el combate. Después, el equipo del Coronel Semenzin regresó a su país, donde le estaban esperando para que calificase para asistir al curso de boina verde que desarrollaría en 1985. El 6 de mayo de 1983, el batallón Cuscatlán juramentaba su primer contingente de soldados conscriptos (reclutas) ante el comandante de la 3ra. Brigada, el Cnel. Jaime Ernesto Flores y su Estado Mayor. El 20 de agosto de 1984 fue nombrado en el comando de dicho batallón, el Capitán José Antonio Almendáriz Rivas, que venía de ocupar el cargo de Director de la Escuela de la Policía de Hacienda, fue comandante de ese batallón hasta el 30 de abril de 19856. En cumplimiento a los acuerdos de paz, el batallón Cuscatlán fue desmovilizado el 31 de enero de 1993 después del sacrificio de muchos de sus soldados. Siendo un veterano orgulloso de haber pertenecido a esta unidad, quizás, la mejor referencia que he escuchado a un militar extranjero para definir a nuestros soldados, y 6

3ra. Brigada de Infantería, Reseña Histórica (San Miguel: Departamento de Operaciones, 10 de Julio de 2008.

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específicamente a los soldados cazadores es la que hace el Coronel Semenzin cuando afirma: "Considero al soldado salvadoreño, un guerrero nato, combatía con las uñas, combatía con nada, el propio fuerzas especiales, conocía el medio, no era un elemento sacado de otra parte"; el Coronel Semenzin además agrega: "Recibimos varias felicitaciones pero rechazamos cualquier condecoración, ya que nosotros no fuimos allá en búsqueda de recompensas personales, en metálico o ponernos un ribete o una condecoración, sino que regresamos con la satisfacción del deber cumplido, regresamos de un trabajo en donde pusimos en alto el nombre de nuestra patria y colaboramos en transformar las unidades de infantería en cazadores de El Salvador y hasta donde tuve conocimiento sirvió de mucho, utilizaron una nueva técnica y táctica que les fue de provecho"7.

LOS CAZADORES VENEZOLANOS DESTERRADOS EN SU PROPIO PAÍS Al regresar a Venezuela, el Coronel Semenzin fue destacado a una unidad de Fuerzas Especiales de la Policía Aérea, que tenía un equipo de acción móvil y como parte de la instrucción se realizaba con helicópteros, había mucho entrenamiento con los paracaidistas donde siguió viendo al Capitán Acosta Carles, con quien comentaban sobre su aventura en El Salvador. A lo largo de su historia, el curso de cazadores fue ampliado a 45 días y se organizó otro para comandantes de pelotón, luego se experimentó para hacerlo un curso de Fuerzas Especiales y se hicieron de 5 a 6 cursos que duraron de 4 a 5 meses y se les llamó Cazador Internacional. El entrenamiento era más sofisticado, duraba más tiempo y se invitaron alumnos oficiales y sub-oficiales de países amigos. Llegaron mexicanos, salvadoreños, norteamericanos, kaibiles, bolivianos, italianos, legionarios franceses (estacionados en la Guyana francesa), panameños, hondureños, y ecuatorianos. El centro pasó a llamarse Centro de Operaciones Especiales General Andrés Rojas. En el primer curso internacional participó un teniente salvadoreño de apellido Servino, luego en 1987, en el curso de 7

Cnel. Máximo Elías Semenzin Mattarolo, Ibíd.

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cazador internacional participó otro oficial salvadoreño junto a otros oficiales de Honduras y Panamá, era el Teniente Turkey Pérez, quién formaba parte de uno de los batallones de cazadores, era un oficial que había ascendido desde soldado. Hoy en día el curso dura 6 meses, y se llama Curso de Operaciones Especiales que incluye, el curso de buzo de combate y el de paracaidista de caída libre (Free Foll), ambos eran cursos que anteriormente se hacían por aparte. En el curso se da la fase de tierra (cazador), fase de operaciones anfibias (buzo de combate) y luego hacen la fase heli-táctica (paracaidista de caída libre), por eso hoy en día el curso se llama de Fuerzas Especiales. La escuela sigue ubicada en el Fuerte Cocoyar, en el estado de Sucre, al norte de Venezuela. Como escuela se inaugura en 1984-86. En Venezuela el arma del oficial se conoce por el color de la capona o la charrera; amarrillas para la infantería, rojo para el artillero, azul para el de blindados y el cazador para distinguirlo de la infantería era anaranjado; por eso la insignia que era una punta de lanza entrecruzado con un machete era en anaranjado vivo y utilizan una boina color verde por que los primeros entrenamientos de las unidades de cazadores en los años 1965 a 1968 fueron impartidos por Boinas Verdes y fue de allí donde se tomó la boina verde como distintivo de los cazadores. Por orden y decreto presidencial desde 2007 dejaron de llamarse Cazadores y fueron bautizados como Caribes (una tribu e indios que pobló la parte norte del país). El cambio no fue bien recibido por los oficiales de la vieja guardia. "El Presidente en su reforma de las Fuerzas Armadas decidió imponer un nombre, digamos más autóctono, pero los oficiales de la vieja guardia no estuvimos muy contentos ya que la palabra Cazador era algo que ya era historia y significaba mística"8 dice Semenzin. Actualmente todos los batallones de cazadores están recibiendo entrenamiento de parte de los cubanos para especializarse en guerra irregular, en lo que ha dado en llamarse guerra de resistencia o guerra asimétrica contra una gran potencia. Así, las tres brigadas de cazadores y un batallón 8

independiente de cazadores del ejército pasaron a denominarse

Cnel. Máximo Elías Semenzin Mattarolo, Ibíd.

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Caribe. Ante esta situación, el Coronel Semenzin, quien paso a retiro el 1 de enero de 2008, después de 30 años de servicio, comenta con frustración como ahora se reivindica la supuesta hazaña de los combatientes internacionalistas cubanos y venezolanos que en 1965 desembarcaran en las costas venezolanas y fueran derrotados precisamente por unidades de Cazadores del Ejército, con evidente incomodidad nos manifiesta: "Se hizo un acto, creo que fue el año pasado (2007), en donde el Teniente coronel William Izarra Caldera presidió un acto donde conmemoraron esa invasión guerrillera de los años sesentas como si hubiese sido una gesta heroica.

El Cnel. Semenzin al centro y el autor a la derecha. (Foto: Von Santos)

Los oficiales institucionales que estamos apegados a la institución militar verdadera y constitucionales porque estamos apegados a la constitución nos cayó eso muy mal, porque allá murieron tanto oficiales como tropa, entonces van a rendirle tributo a una potencia que nos invadió. Se habla mucho de una probable invasión del "imperio

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norteamericano" y somos "amigos" de cuba, y hasta donde yo conozco, el único país que nos invadió con tropas fueron los cubanos"9. Como cazador no puedo más que compartir la pena y el dolor que embarca el corazón de mis compañeros de armas venezolanos y decirles como hace 26 años nos enseñaron ellos, que "Cazadores nacemos, Cazadores nos formamos, Cazadores somos y Cazadores moriremos con orgullo, portando en nuestro hombro la media luna que dice Cazadores".

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Herard von Santos es un oficial del ejército salvadoreño retirado que se dedica a documentar la historia militar salvadoreña y regional desde 1994. Es autor de varios libros y artículos especializados sobre la temática militar.

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Cnel. Máximo Elías Semenzin Mattarolo, Ibíd.

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