Monialibus 18

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Nº 18 - ESPECIAL AÑO JUBILAR Abril 2008


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INDICE: Carta de fr. Brian Pierce, op Saludo de la editora. Francia: Prulla:: El fruto del Jubileo España: Homilía en la Misa de clausura del Año Jubilar en Santo Domingo El Real (Madrid) Italia: Monasterio de Sto. Domingo y San Sixto en Santa María del Rosario España: 2007 en Caleruega: Año Jubilar del 800 Aniversario de las Monjas Alemania: Noticias desde Lague al final del Año Jubilar Portugal: Las celebraciones del Octavo Centenario en Portugal Grecia: Un testimonio de la primacía de Dios Polonia: Nuestro compartir Suiza: La Comunidad en camino- Peregrinación en acción de gracias por los 750 años de vida Dominicana en Besen, Suiza. USA: Año Jubilar de abundantes gracias. Monasterio del Corpus Chisti. Menlo Park, California USA África: Celebraciones del Año Jubilar en los Monasterios de África. Chile: Peregrinación a los 3 Monasterios O.P. en Chile Cuba: Celebración del Año Jubilar en Cuba 2008 Año del Rosario. Preparándonos para otro Jubileo

======================================================================= Monialibus es el boletín Internacional oficial de las Monjas de la Orden de Predicadores que publica la Comisión Internacional de Monjas (CIM OP) dos veces al año, en Junio y Diciembre. Está disponible en la página web de la Orden -- www.op.org ======================================================================= Han colaborado como traductoras en este número de Monialibus las siguientes hermanas: Sr Jean Thérèse, OP (Orbey – Francia); Sor Mª Sofía, OP (Mendoza – Argentina); Sor Cristina, OP (Valladolid – España); Sr Mary John, OP (Lumiar – Portugal); Sor Mª del Salvador, OP (Keralapuram – India) y Sor Mª Belén de la Inmaculada, OP (Jumilla – España). T

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Carta de fr. Brian Pierce, op Mis queridas hermanas: ¡Saludos en Cristo Resucitado! Escribo estas líneas de gozo pascual desde España, donde el Maestro de la Orden, un par de frailes y yo, y un gran número de monjas de las tres federaciones españolas, nos reunimos recientemente en Caleruega para reflexionar sobre el futuro de la vida contemplativa dominicana en España, usando un modelo de Lectio Divina en común. Verdaderamente fue una experiencia el dejarnos guiar por la Palabra de Vida, ¡la misma Palabra que habló a María Magdalena al amanecer del primer día de la semana! Y tal como le ocurrió a María Magdalena, así también nosotros oímos una voz llamándonos a una esperanza renovada y una confianza radical en el amor fiel de Dios. Unas semanas antes de Cuaresma (por el tiempo en que fray Manuel Merten y yo celebrábamos la Epifanía y clausura del Año Jubilar con las monjas de Prulla), el editor de Celebration, una revista de liturgia que se publica en Estados Unidos, me pidió que escribiera una reflexión que cuente lo que he aprendido sobre el Misterio Pascual en los años de sacerdocio entre los pobres de América Latina. Se me ocurre que –como os envío mi primer “saludo de Promotor” para Monialibus‐ quizás estas palabras serían también interesantes para vosotras. Así que, humildemente y con agradecimiento, comparto un trozo del regalo que me ha dado el pueblo de Dios en América Latina todos estos años. ¡Rezo para que todos nosotros experimentemos esa Luz Pascual que es más verdadera que la muerte, y sea renovada en Pentecostés por el fuego del Espíritu Santo que arde en nuestros corazones y en nuestras lenguas!

Una Luz más verdadera que la muerte Al fin, se paró el autobús rodeado por una nube de polvo en el pueblito de La Jutosa, ubicado al pie del magnificente bosque de la cordillera de Meredón en el norte de Honduras. Yo agarré mi mochila, me bajé del autobús y empecé caminar por el camino de tierra, rumbo a pasar una semana haciendo visitas pastorales en varias aldeas de la montaña. De pronto yo noté un pequeño grupo de gente bien conocida, juntados al lado del camino, hablando en voz baja. Al acercarme y ver sus caras, me di cuenta inmediatamente que algo mal había pasando. No era la típica bienvenida de brazos abiertos al cual yo estaba acostumbrado. Magdalena, una mujer de la comunidad, me miró y me preguntó, “¿Padre, sabía Ud. que el hijo de José Antonio y Sara ha estado muy enfermo?” José Antonio y Sara era una pareja joven que yo había casado hacía un poco más de un año. Él era delegado de la Palabra, y ella una catequista en una de las aldeas mas lejanas. “No, yo no sabía que estaba enfermo,” le respondí. “No los he visto desde que él fue bautizado unos meses atrás. ¿Está bien?” No estamos seguros,” respondió Don Petronilo. “Ellos se bajaron de la montaña anoche para llevarle a la clínica en Choloma. Una persona que acaba de llegar por autobús nos dijo que escuchó que se murió el niño. Estamos aquí esperando mas noticias.” Yo respiré profundamente, familiarizado con este escenario y sabiendo que muchas veces termina en tragedia. Decidí esperar un rato antes de subir la montaña. Si hay algo que yo he aprendido de los hondureños, es que a

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veces uno tiene que dejar su agenda personal y aprender a simplemente vivir el momento presente. Dejé mi mochila en el camino y empecé a esperar en el silencio. Nos quedamos allí en pie por más de una hora, mirando hacia la curva en el camino. Por fin los vimos, los padres, viniendo por el camino polvoriento, llevando al pequeño Rubén José en sus brazos. Yo sentí un poco de esperanza en mi corazón‐hasta que vi sus caras. Entonces sabía que las noticias no eran buenas. Los padres jóvenes nos miraron a nosotros sin decir nada. Después, con su hijo en los brazos, Sara levantó la blanca y suave manta de la cara del niño. Ellos dieron unos pasos hacia mí, y después habló José Antonio, con palabras que me agarraron totalmente de sorpresa: “¿Padre, puede bendecir a nuestro hijo? Necesitamos regresar a nuestra aldea para enterrarlo, pero primero queremos darle gracias a Dios por el poco tiempo que nos permitió tenerlo con nosotros.” Respiré profundamente, preguntándome si yo sería capaz de dar una bendición. ¿Cómo se puede rezar en un momento como éste? Todas mis categorías teológicas sofisticadas se quedaron en blanco. En algún rincón lejano de mi mente me pregunté por que ellos no estaban gritando a Dios y maldiciendo a los políticos corruptos que se engordan y se enriquecen mientras que niños de dos meses se mueren de enfermedades sencillos tratables. Pero no, aquí estaban, con el corazón roto sí, pero con las raíces de la fe más profundas que nunca, conscientes de que toda la vida, incluso cada segundo de ella, es un regalo de Dios. Le indiqué al grupo de amigos que se acercaran y juntos oramos, agradeciéndole a Dios por la corta y bella vida de Rubén José, encomendando su pequeña e inocente alma a la misericordia infinita de Dios. Supongo que me salieron unas palabras, pero no las recuerdo. Todo lo que recuerdo es que aquí estaban estos padres jóvenes, cuyo primogénito acababa de morir, y aun tenían suficiente calma y claridad para darle gracias a Dios por una pequeña chispa de vida y felicidad en medio de vidas que frecuentemente se encuentran agobiadas de sufrimiento. Y recuerdo las bellas y fieles caras de la pequeña comunidad de amigos que se reunieron a orar con ellos. Yo conocía a todos los presentes, sus problemas, e incluso las peleas que había entre ellos, y sin embargo en este momento, no importaba nada de eso. Mientras estábamos allí rezando, dando gracias, la esencia de la vida y de la fe era muy clara. Sí, hay un momento para denunciar la política injusta de un mundo que constantemente le da la espalda al pobre, pero ese día José Antonio y Sara me ayudaron a ver la resurrección de Cristo en una manera que nunca la había visto. Me mostraron la luz de Dios que brilla en la oscuridad. Yo lo vi en sus caras, en sus corazones de fe, en su espíritu de gratitud, y en la comunidad reunida en una solidaridad devota y silenciosa. Yo comprendí que la resurrección no es un cuento de hadas que promete una vida libre de sufrimientos. No es gracia barata, para citar una frase de Bonhoeffer. Y tampoco es una victoria como la que siempre buscan los líderes del mundo, y los ejércitos poderosos. La resurrección es vida, amor y fidelidad. Es una comunidad‐marcada con las heridas del Cristo crucificado‐que se mantiene solidaria y fiel, y que se inclina hacia aquella Luz que es más poderosa que la muerte. Es el amor que supera todos los obstáculos insignificantes que nos mantienen separados. Lo que yo he aprendido de los pobres y de los que sufren es que, aunque frecuentemente la cruz parece mucho más tangible que la resurrección en la vida cotidiana, hay una presencia que permanece abajo y al lado de todo sufrimiento que se revela como fidelidad pura, como Luz que brilla en el medio de la oscuridad. Es el amor fiel de dos padres. Es María al pie de la cruz. Cristo resucitado no elimina automáticamente el sufrimiento de nuestras vidas. Él está presente en ello, como está presente la Luz en la oscuridad, encarnando para nosotros la fidelidad y la solidaridad de Dios. Para usar las palabras de Gustavo Gutiérrez, en su libro sobre la experiencia de sufrimiento de Job: “La grandeza de Dios, más que en su poder, está en la libertad y en la gratuidad de su amor. Y en su ternura”.

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La Resurrección se hace presente en nuestras vidas como la luz de una vela se mete a través de una puerta apenas entreabierta en el medio de la noche. Dado que la oscuridad se ve tan inmensa, la luz de la vela es refrescantemente brillante, iluminando más de lo que uno hubiera pensado posible. La oscuridad no desaparece, pero en un verdadero sentido, pierde su poder. La frágil luz de la vela, tan pequeña y vulnerable, es más real que la oscuridad. Acaso, ¿no es esto lo que los discípulos habían experimentado en la tarde del primer día de la semana (Juan 20, 19‐23)? La presencia resucitada de Jesús no les llegó como una gran victoria sobre un ejército enemigo. Incluso, los poderes del mal y de la violencia estaban ahí no más, detrás de la puerta, esperando destruir la comunidad que acababa de tocar el cuerpo de Cristo. La resurrección de Jesús no significaba que el camino iba a ser fácil a partir de ese momento. Lo que sí significaba, y aun significa hoy, se puede resumir en las palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos al final del Evangelio de San Mateo, “Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (28, 20). Lo que experimentaron los discípulos en las horas y días y semanas después de sus encuentros con el Cristo resucitado fue que su presencia era mucho más real que cualquier poder de la muerte y la violencia. La Luz que se manifestó esa tarde, el primer día de la semana, aún con las ventanas y puertas cerradas, no puede ser apagada por ningún poder terrenal. Al mismo tiempo‐ y tal vez esto es lo más importante que los pobres me han enseñado una y otra vez‐ la Luz no destruye ni tampoco extingue los poderes terrenales. El mal aun está con nosotros. Aun somos peregrinos en un mundo que no se ha despertado totalmente a la presencia de Dios, la presencia de aquella Luz que permanece debajo y al lado de nosotros en todo momento. “Y ésta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz” (Juan 3:19). Lo que descubrieron los discípulos después de la resurrección, fue que la Luz de Cristo resucitado era más real y fiel que los poderes de la muerte. Yo creo que esto es lo que San Pablo quería decir, burlándose a la luz de la resurrección de Cristo, de que el poder de la muerte ya no tiene poder: “He aquí, les digo un misterio…Cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que esta escrita: devorada ha sido la muerte en victoria ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Donde está, oh sepulcro, tu aguijón?... Así que, hermanos mis amados, estad firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro arduo trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15,51‐58). Pablo no habla de algo que nos pasa después de la muerte. Es por eso que termina con palabras de estímulo, urgiéndonos a una fe firme e inquebrantable mientras vivimos nuestro discipulado cristiano a la Luz del Cristo resucitado, en un mundo que aun esta marcado por la guerra, la injusticia y la muerte. Cuando vi los rostros de José Antonio y Sara aquel día, sabía que habían pasado a través de la noche oscura. Sabía que habían llorado cada lágrima posible en su vigilia de súplica a Dios. En un sentido parecía que la muerte hubiera sido victoriosa. Pero no, era la Luz la que tuvo la última palabra. Era el gesto profético de un simple acto de gratitud, la misma gratitud que Jesús y su comunidad de amigos celebraron en la Ultima Cena, la que finalmente rompió el dominio total de la muerte. La resurrección de Cristo no es algo que pasó una vez en el pasado. Es la Luz que brilla en la oscuridad; es la victoria de la gratitud y del amor, fundados en la fe. Es vivir cada momento del día conscientes de la presencia de Jesús, “firmes y constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que [nuestro] arduo trabajo en el Señor no es en vano.” En mayo del 2006, nuestro hermano dominico iraquí, Fray Yousif Thomas escribió una carta a una amiga que había estado viviendo en Bagdad como parte de un grupo Equipos Cristianos por

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la Paz. Aunque él escribía desde un verdadero infierno, sus palabras hacen eco de la fe sencilla de alguien que vive la resurrección como parte de su vida diaria: “Es cierto que estamos en el medio de la tormenta, y pareciera que el Señor estuviera dormido, pero él está aquí con nosotros…Es tan lindo vivir de la manera que él nos sugiere, vivir lo absurdo que es el amor…No es nuestra decisión, sino suya.” Resurrección es el regalo de una presencia fiel y no un cuento de hadas que toma lugar en un cielo lejano. Cristo resucitado es el camino por el cual caminamos, en el cual “vivimos, nos movemos y somos” (Hechos 17:28). Vivir la resurrección es estar fundamentado en Cristo, fundamentado en la gratitud, la justicia y la paz. Es elegir “lo absurdo que es el amor.” Nosotros vivimos la resurrección cuando inhalamos la Luz que sopló Jesús sobre sus discípulos la tarde del primer día de la semana, sabiendo que esta Luz es más real que cualquier otra cosa, más real que la muerte misma. fr. Brian J. Pierce, OP

Saludo de la editora

Queridas hermanas, recibid desde Jumilla (España) mi alegre saludo Pascual: ¡Aleluya, Cristo ha resucitado. Resucitemos con El! Este es el primer número de Monialibus que me ha tocado preparar y estoy contenta por tratarse del número especial del Jubileo. Mi trabajo fundamentalmente ha consistido en recibir y enviar correos con los artículos y organizar todo el material para su publicación. El trabajo duro y que es de agradecer, pues sin el Monialibus no sería una realidad, es el de las traductoras. También agradezco a las hermanas que han querido compartir sus experiencias jubilares a través de este boletín. Unas y otras han hecho que mi trabajo sea fácil y agradable. Espero de aquí en adelante tener la misma colaboración. Podéis poneros en contacto conmigo a través de esta dirección: Sor Isabel Mª de la Trinidad Orenes Fernández, op Monasterio del Stmo. Rosario MM. Dominicas Barón de Solar, 39 30520 JUMILLA (Murcia) ESPAÑA dominicajumilla@wanadoo.es sorisabelmaria@hotmail.com HT

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Original: Español

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El fruto del Jubileo Con la rapidez de las cosas buenas y bellas, ha pasado este año Jubilar Dominicano. 800 años de vida desde que N.P.S.Domingo fundara la primera « Casa de la Santa Predicación » aquí, en Prulla. La experiencia de este año de gracia ha sido de ver, orar y convivir, como en un colorido mosaico, los miembros de la F D. de países y culturas diferentes, que nos han enriquecido con la policromía de su dinamismo y diferentes formas de vivir el carisma dominicano. Todo ello nos ha hecho admirar y vivir la comunión de la universalidad y unidad de nuestra Orden, al tiempo que ha crecido nuestra experiencia de sentirnos hermanas universales de todos ellos, de abrirse los horizontes orantes, con una perspectiva más real de universalidad por y con la Familia Dominicana de todo el mundo; con más realidad, muchos nombres, rostros, vidas y apostolados, sus países, habitan nuestro corazón a la hora de orar. Es una gracia ! Otra gracia con que nos hemos visto enriquecida fue la venida de ocho nuevas hermanas que integraron nuestra Comunidad en este Año Jubilar : en abril dos hermanas de Perú, en agosto dos de Méjico, en octubre tres de Francia y una de Filipinas. Además la alegría de la vestición de Hábito de las tres postulantes. Todo ello ha dado a la Comunidad un tono más universal y ha incrementado la alegría fraternal que ya se vivía . Pero hay un fruto delicado que ha ido germinando dulce y secretamente , a través y en el acontecer de este año Jubilar ; me refiero a la Esperanza que, como una pequeña luz ha crecido e ilumina toda la casa interior y también exterior llenándola de júbilo, diría la alegría de Dios en nuestra pequeñez, al experimentar el vértice de nuestra debilidad y la fuerza de Su encarnación que nos sostiene, de su misericordia en nuestra pobreza, al ver que cuanto más nos abandonamos en la fe de Su amor, El nos guía con su luz y nos sostiene con su fuerza. La paz de Dios cubre hoy nuestra Comunidad e integra las diferencias de cultura, de país, de caracteres, en la alegría de vivir y caminar en la unidad de un amor fraternal que , como el sol, lo embellece todo y hace posible traspasar los obstáculos para seguir el proyecto de nuestra hermosa vocación dominicana internacional en Prulla. En este horizonte de campos donde las mieses hondean como las olas del mar, Prulla se me parece a un barco en plena inmensidad del mundo, que marcha en la confianza, guiada por el viento del Espíritu, llevando su misión de predicación en el mismo corazón de su existencia, sabedora de su responsabilidad de vida orante para toda la Familia Dominicana. La esperanza crecida en este año jubilar nos hace afianzarnos en el Señor que lleva nuestras vidas y que hace de nuestra historia de salvación, que toma nuestros proyectos y los guía según su querer a la mejor realización. Con la fuerza y luz de su Espíritu, esperamos y queremos seguir siendo ahora y aquí, el humilde deseo de Domingo en el corazón de su Orden. En este lugar donde él nos ha fundado, como en una encrucijada de caminos, queremos ser lugar de encuentros de diferencias, de culturas, donde la luz sencilla de la vida, en la oración, en el canto, en el trabajo por el pan de cada día, en la acogida discreta y calurosa de las personas, sea reflejo de la caridad fraternal que nos anima como portadoras de las penas y las esperanzas del mundo. Esperamos también que el hondo deseo de que Prulla sea como la casa de todo dominico/ca, donde puedan venir a beber de la fuente, a empaparse del carisma y espiritualidad

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dominicana y recuperar fuerzas para seguir el camino de la « santa predicación » sea una realidad. El proyecto está en el corazón pero hay que regarlo con mucha oración, para que la semilla germine y de fruto. Cuando empezamos el año jubilar y vimos el programa del jubileo y todo lo que ello suponía de trabajo para poder realizarlo, pensábamos como esto sería posible. El fruto del jubileo fue también experimentar la fuerza y la alegría del Espíritu Santo que nos dio la fuerza para acoger cada grupo , cada hermana y hermano como si fuera único , única , pensando que acaso, además, seria la sola vez que tendría la ocasión de venir a Prulla. Cada grupo, de manera particular o en común, nos han compartido su mirada positiva con respecto de nuestro lugar, de nuestra comunidad y esto permitió también de estar estimuladas en lo que teníamos que vivir día a día. Al final nuestro cansancio era fuente de alegría al ver el bien compartido y recibido. Otro fruto de este año Jubilar es el comienzo de la restauración de la Basílica. El 5 de febrero han comenzado los trabajos de la primera parte de restauración, que comprende el antiguo coro y el Santuario. Desde aquí quisiéramos hacer un llamamiento a todas las hermanas/nos, a todos los que nos leáis a seguir cooperando en esta obra que requiere mucho mas de la mitad de dinero que tenemos actualmente. Vuestros dones estarán escritos en las piedras que reconstruyan este Santuario, en nuestros corazones y lo mejor, en el corazón de nuestro Dios. En la comunión fraternal del que es nuestra vida, en una misma vocación en servicio de la Iglesia y de la Orden para la vida del mundo os quedamos muy unidas. Vuestras hermanas de Prulla Original: Francés

Homilia en la Misa de clausura del Año Jubilar en Santo Domingo El Real (Madrid) En esta fiesta de la Epifanía del Señor, celebramos la clausura del año jubilar dominicano con motivo de los 800 años de la fundación por Santo Domingo de Guzmán del primer monasterio de monjas dominicas contemplativas. La fiesta de la Epifanía, con su relato evangélico de la adoración de los Magos, nos ayuda a comprender el signo de la vida contemplativa y nos invita a dar gracias a Dios por este regalo a la Orden, a la Iglesia, al mundo. La Navidad ‐no digamos el día de Reyes‐ se ha convertido en la fiesta de los regalos para imitar a Dios que se ha dado a sí mismo. Entre tantos regalos que compramos y recibimos, no olvidemos el verdadero regalo: darnos mutuamente algo de nosotros mismos. No pocas veces el mejor regalo es dar algo de nuestro tiempo a los demás, dedicarles algo de nuestra vida. Cuando vivimos con tanta agitación y estrés, lo primero que llama la atención de nuestras hermanas contemplativas es que han dado su tiempo a Dios, a buscarle con todo su corazón en la oración, el silencio, la meditación de su Palabra, el estudio y la contemplación. Quienes consagran su tiempo a lo de Dios, y de por vida, nos recuerdan lo decisivo que es abrir nuestro tiempo a Dios, para que el agobio y la agitación se transformen en serenidad, la inquietud en confianza, el aburrimiento y vacuidad de las horas, en sentido y servicio a los demás, la tristeza en celebración. Los Magos de Oriente dejaron su vida pasada y su tierra conocida para emprender un camino nuevo, seducidos por el misterioso signo de la estrella. Son inquietos y buscadores. Esta es la esencia de la vocación religiosa y contemplativa: consagrarse a buscar a Dios fiados de sus signos, del signo de la estrella que es Jesucristo. “Buscar verdaderamente a Dios”, pedía San Benito

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a los que venían a la vida monástica. Una hermana en el monasterio no tiene mayor deseo que buscar a Dios. El monasterio es signo de esta búsqueda, de la búsqueda más profunda del ser humano: el deseo ardiente del Dios vivo. Son lugares para avivar y cultivar esta búsqueda. Inquietos y buscadores siempre son bienvenidos a un monasterio y a un convento dominicano. En el relato de los Magos también se nos expresa otra actitud básica para quien quiera acercarse a Dios. Cuando los Magos llegan a donde está el Niño Jesús le ofrecen sus regalos: oro, incienso y mirra. Los niños en la catequesis suelen preguntar que para qué necesitaba el Niño Jesús oro, incienso y mirra. Alguno incluso piensa que eran los juguetes de la época. Bien sabemos que estos regalos no nos dicen lo que el Niño Jesús necesita sino quién es: Rey, Sacerdote y hombre verdadero. En este día la mayor parte de nuestros regalos no nos dicen lo que los otros necesitan sino quiénes son: son nuestros seres queridos a quienes les decimos con el regalo que son personas muy importantes para nosotros. Se supone que al darle al Niño Jesús sus regalos, los Magos quedaron con las manos vacías, porque a Dios sólo se le puede recibir con las manos vacías. Cuando le dan sus regalos, con el vacío de haberlo entregado todo, sólo entonces, uno puede acoger el regalo de Dios, sólo con las manos vacías se puede tomar al Niño Dios en los brazos. Contrasta con la actitud de Herodes: tiene tanto entre manos que las suyas no están libres para acoger al Niño. Sólo se puede acoger la presencia de Dios si somos capaces de darle lo que somos y tenemos, ofrecerle como regalo nuestra vida, nuestro trabajo y esfuerzos, poner nuestros dones y cualidades a sus pies y vivir nuestra personal historia como un servicio a la causa de su Reino, como un servicio a la humanidad y a la humanización. En el vacío de quien vive en donación nace el Dios pequeño y sencillo de la Navidad. Ciertamente nos asusta ese vacío, quedarnos a la intemperie. Tampoco encontramos a Dios en lo espectacular sino en la humildad de una pobre familia, ni lo encontramos en lo grandioso de toda su majestad sino en la pequeñez de un Niño. Tal vez necesitemos, como los Magos, años de peregrinación y tiempo de búsqueda para saber reconocer la presencia de Dios. Pero una cosa es cierta: sin desprendimiento, sin dejar las manos vacías, también vacías de tantos estorbos, pero sobre todo vacías por habernos dado a los demás, sin esto no puede nacer el Dios pequeño y grandioso en nuestra vida. Debemos vaciar nuestras manos para recibir el regalo de la Epifanía. Nuestras hermanas contemplativas han puesto toda su vida, sus dones personales, su tiempo, a los pies de Dios. A veces puede parecer que tienen una vida vacía de contenido porque no disfrutan de muchas cosas que para nosotros son buenos regalos para la vida. Pero la vida contemplativa nos recuerda el mensaje de esta fiesta: es necesario vaciarse para acoger a Dios y recibir el regalo de su presencia y su gracia. Precisamente una tradición mística dominicana entiende nuestros esfuerzos espirituales como un “vaciarse” para que Dios se haga presente. “Vaciarse” significa reconocer que Dios es nuestro deseo más profundo, nuestra búsqueda más intensa, y que Dios es la auténtica plenitud que puede llenar nuestras manos y nuestra vida. La vida contemplativa es una forma de vida que quiere hacer un espacio para acoger ese regalo de la plenitud de vida de Dios. Y así se convierten en signo que nos recuerda a todos que debemos hacer sitio en nuestra vida para recibir el regalo de Dios. Ellas están llamadas a ser de alguna manera los Magos de hoy: con su búsqueda, entrega y donación de su vida, con su “vaciamiento” y la adoración al Dios Niño que nace en las manos vacías. Los “herodes” de este mundo no pueden recibir el regalo, al menos que renuncien a su autosuficiencia y autocomplacencia. Para ellos el Niño indefenso siempre será una amenaza. Para los indefensos, el Niño es el regalo de plenitud de vida de Dios. La Navidad es la fiesta de los regalos para que imitemos al mismo Dios. Al clausurar el años jubilar dominicano, damos gracias a Dios por el regalo para la Orden de nuestras hermanas dominicas contemplativas. Ante el pesebre, ellas también nos ponen a nosotros y las necesidades de tantas personas para que el Niño Dios las acoja. Como los regalos de la Navidad, con nuestra presencia queremos expresarles lo importantes que son en nuestra vida y en la Orden. Aunque

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hoy también se vacíen los monasterios y esto nos preocupe, la Palabra de Dios nos invita a que afiancemos nuestra fe en que todo vacío ofrecido a Dios, Él nos lo devuelve como un mejor regalo con el que siempre nos sorprende. Qué Dios siga dando a nuestra Orden estas Reinas Magas que son las monjas contemplativas, para que nos ayuden a descubrir al Dios de la Navidad: el Dios pequeño y sencillo, pobre y tierno, el gran regalo para las manos que dándose a los demás se quedan vacías. fr. Javier Carballo OP Original: Español

Monasterio de Sto. Domingo y San Sixto en Santa María del Rosario Creo que la celebración externa e interna del Jubileo en nuestro Monasterio empezó el 9 de Junio de 2006. Fue este día cuando el Padre Maestro nos preguntó si estábamos dispuestas a ceder la reliquia del Santo Padre Domingo para que los Monasterios italianos la pudieran tener una semana cada uno y así poder organizar las celebraciones jubilares en su presencia. Es cierto que fue un momento doloroso cuando el vicepostulador vino a sacar la Santa Reliquia del antiguo relicario para llevársela y colocarla en otro que estaban diseñando. Sin embargo, aceptamos esta dolorosa separación con gozo, porque lo hacíamos para todas nuestras hermanas con mucho cariño. La llegada del Relicario a nuestra comunidad fue un acontecimiento muy gozoso. El antiguo era precioso y majestuoso pero mucho más pesado de llevar, por eso se tomó la decisión de hacer uno más ligero, que llegó al Monasterio el día 3 de diciembre de 2006, el día en que hubo una solemne concelebración en la que el Padre Maestro presidió, con seis hermanos y unos cuantos sacerdotes diocesanos, con la participación de muchas hermanas de distintas Congregaciones Dominicanas, dos hermanos cooperadores y muchos laicos que suelen venir a nuestra iglesia para la Misa de todos los domingos. El Maestro de la Orden, Fr. Carlos, expresó su gozo y asombro al encontrarse en medio de una asamblea tan numerosa donde estaban representadas todas las ramas de la Familia Dominicana . Dirigiéndose a todos, afirmó que cada monasterio, convento, o casa de laicos deben convertirse en una Santa Predicación, pero más especialmente las monjas porque Sto. Domingo deseaba que cada monasterio fuera casa de oración, casa de predicación. Volviendo luego al tema litúrgico del Adviento, el Maestro dijo que estábamos iniciando un tiempo de espera, de la espera de un “Hijo”: cada nacimiento es esperado, pero se espera con gozo, es un tiempo que consiste en prepararse y acoger lo que cambia el ritmo de cada familia. Para nosotros también, el tiempo de esperar la Navidad, del Dios que quiere nacer “Niño”, pobre y necesitado de todo, debería llevarnos a vivir nuestra vida espiritual con la misma actitud de Cristo Pobre; una pobreza real vivida, motivándonos a vivir nuestro voto… ¿Cómo vivimos nuestra pobreza? Hoy en nuestras casas tampoco nos falta de nada, el Señor nunca se arrepiente de su palabra, y sus promesas son la realidad que tenemos todos los días. (Quien deja madre, padre, hermana y hermano recibirá cien veces más… etc…) Creo que viviremos nuestra pobreza si nos abrimos una vez más al Espíritu de dependencia, pidiendo permiso, pidiendo lo que necesitamos,

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poniendo en común todo lo que recibimos sin dejar que algo en particular se me devuelva cuando lo necesite… para vivir desprendidos de todo… Vivir la pobreza de espíritu: sentirnos pobres mendicantes en la presencia de Dios… necesitando todo todos los días, en cada momento, permanecer junto a Dios con las manos abiertas, y diciéndole: “Padre, aquí estoy, dame el pan de hoy, lo que necesito hoy, porque mañana volveré para pedirte lo que necesite entonces, y Tú me lo darás”. La predicación de Sto. Domingo era convincente sólo cuando él predicaba con su vida lo que decía de palabra. Así será de nosotros si vivimos la “Santa Predicación” en nuestra comunidad, y tal predicación llegará al mundo entero como rocío que cae en todas las almas necesitadas de gracia y de luz, llevando el fruto de la conversión. Fr. Carlos terminó su homilía explicando el significado del Año Jubilar. En este Año Jubilar hemos procurado celebrar las memorias y fiestas de nuestros santos y beatos con mayor solemnidad. El 13 de febrero, la fiesta del Beato Jordán de Sajonia, celebramos con un gran grupo de hermanos y seglares dominicos las vísperas que las cantamos con los fieles y Fr. Antonio Cocolicchio, op, que nos dio una maravillosa conferencia sobre las cartas entre el Beato Jordán y la Beata Diana, monja de clausura y cuyas cartas se guardan en una vitrina en nuestro Monasterio de Sto. Domingo y San Sixto en Sta. María del Rosario en Roma. Luego siguió la presentación de un opúsculo “El naranjo todavía florece” que se había preparado con la colaboración de todos los Monasterios Dominicanos de Italia. El 28 de febrero por la invitación de la Madre General de las Hermanas Dominicas de San Sixto, parte de nuestra comunidad fue en peregrinación a San Sixto para conmemorar, en este año jubilar, el 788 aniversario de la fundación de nuestro Monasterio de Monjas en Italia por Nuestro Padre Santo Domingo en 1219. Todos sentimos la presencia de Nuestro Padre Santo Domingo al pisar por donde tantas veces él había pisado. Después de visitar varios lugares en donde nuestros hermanos habían vivido, rezado y sufrido, nos dirigimos a la Iglesia para la concelebración de la Misa presidida por el Rev. Fr. Dominique Renouard, op, vicario del Maestro de la Orden y vicario de nuestra comunidad junto Fr. Antonio Cocolicchio, op y Fr. Patrik de la Fraternidad de la Bienaventurada Virgen María (confesor de la comunidad de San Sixto). En su homilía, Fr. Antonio hizo un recorrido por las distintas etapas de la fundación de la primera comunidad, recordando como Sto. Domingo había escrito la regla para las monjas de San Sixto, una regla y unas Constituciones que después serían usadas por todos los futuros monasterios. Experimentamos un momento de emoción en el Refectorio del Milagro del Pan que distribuyeron los ángeles después de que Santo Domingo hubiera rezado. La mesa del milagro se conserva en nuestro monasterio. Para la fiesta de Santa Catalina de Siena, celebró la Santa Misa, Fr. Daniel de Cara, op, prior provincial. Como hemos hecho durante muchos años, en las primeras vísperas de la solemnidad de Sto. Domingo, celebramos la conmemoración del Tránsito de nuestro Santo Fundador junto con muchas hermanas de distintas Congregaciones Dominicas y con los Dominicos seglares. Esta celebración la promovió y la quiso Fr. Antonio Cocolicchio cuando era vicario del Maestro de la Orden para nuestro Monasterio. El 21 de noviembre, “Día PRO ORANTIBUS”, Fr. Antonio quiso promover una celebración solemne, invitando a los padres de su comunidad de Minerva para recordar este día particularmente significativo en este Año Jubilar que estaba llegando a su final.

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El 6 de enero celebramos la Clausura de este Año Jubilar con una Solemne Concelebración, que presidió el Procurador General, Fr. Robert Ombres, junto con Fr. Antonio Cocolicchio y un sacerdote del Opus Dei que es amigo de la Comunidad. Damos gracias al Señor y al Maestro de la Orden por darnos la posibilidad de experimentar esta gracia tan grande y este don del Año Jubilar que verdaderamente nos ha colmado de una energía espiritual renovada y un nuevo entusiasmo para seguir nuestro camino de gozo y de total dedicación. Que nuestra querida Madre, la Bienaventurada Virgen María, nos acompañe en nuestro camino. Original: Italiano

2007 en Caleruega: Año Jubilar del 800 Aniversario de las Monjas Este año de gracia se está viviendo en Caleruega con gran gozo y agradecimiento por parte de todos los que se acercan a la Casa de Santo Domingo, que hasta ahora han sido unas 10.000 personas. Aunque la mayor parte pertenecen a la Orden, son muchos los miembros de la Iglesia que se acercan al Monasterio para ganar el jubileo y honrar a Nuestro Padre, Santo Domingo. A lo largo de estos meses, nos han visitado Obispos: entre otros, el de Burgos, el de Huesca, el de Tarragona, el de Osma‐Soria con tres autobuses de fieles de su diócesis, o el Obispo auxiliar de Jerusalén. Y también algunos Obispos Dominicos como Larrañeta O.P. de Puerto Maldonado (Perú), o el Obispo Malcom O.P. del Condado de Norfolk (Inglaterra), con varios sacerdotes de su diócesis. También han venido muchos grupos de dominicos; puedo recordar a los Provinciales de España, Aragón y Portugal con varios frailes de sus provincias, y a grupos de frailes de Corea, Filipinas, Polonia, Alemania, Francia, Italia… También a grandes grupos de hermanas de vida apostólica de EEUU (Sinsinawa, Parábola). Así como varios grupos de Familia Dominicana de España, Portugal, Irlanda, Canadá, … Además, algunas monjas contemplativas, que han sido las menos numerosas, pero que algunas han querido celebrar su 800 Aniversario visitando Caleruega: Las primeras fueron las hermanas de Prulla, con una hermana de Dax (Francia) y otra hermana de Salamanca, invitadas por los frailes de Caleruega para participar en las jornadas de Apertura de este año. Más adelante nos visitaron, durante unos días, cinco hermanas de Bergamo (Italia), entre otras. También ha habido numerosas visitas de otras órdenes y congregaciones religiosas, como los Benedictinos de Silos, con los que tuvimos solemnes vísperas dedicadas a Nuestro Padre, o los Agustinos de La Vid; las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Aranda de Duero, o los grupos de monjas y frailes de los Sagrados Corazones, que han venido en varias ocasiones, procedentes de diversos lugares de España y del extranjero. Y han sido numerosas las personas pertenecientes a diversos grupos de la Iglesia, como algunas Comunidades y bastantes familias del Camino Neocatecumenal de Burgos, Madrid, Santander, Oviedo, Castellón, Murcia…; ʺAmigos de Tierra Santaʺ de Madrid, hermandad de ʺAdoración nocturnaʺ de Aranda de Duero, ʺCristianos sin fronterasʺ y ʺ Famisiónʺ, un gran grupo de familias cristianas comprometidas, procedentes de diversos lugares de España. Son muchas las personas, que en grupos parroquiales o de amigos, nos visitan: Varios autobuses, de diferentes localidades acompañados por su párroco y a veces por su alcalde: La Coruña, Trijueque (Guadalajara), Concentaina (Alicante), Alcalá de Henares o Fanjeaux (Francia), han sido algunos de ellos.

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Una mención especial merecen los profesores de Colegios Dominicos de toda España que se dieron cita aquí, en el Coro de las monjas de Caleruega. Vinieron acompañados por algunos frailes, que previamente nos habían mandado preparar una pequeña explicación de la historia de las monjas, así como una cálida bienvenida a la casa de Nuestro Padre. Les aseguramos el apoyo con nuestra oración a su labor educadora de los jóvenes, tan importante para nuestro futuro inmediato y, también oraciones por los chicos y por los colegios. Ellos participaron con gusto en una celebración que resultó cercana y entrañable. Y si especial fue la mención anterior, esta que os voy a contar ahora merece los calificativos de sorprendente, única, y maravillosa: la inolvidable experiencia con la ʺJuventud Dominicanaʺ. Iniciativa del P. Oscar Jesús OP y Sor Pilar del Barrio OP, que estuvieron preparando este encuentro durante un año y que resultó tan positivo e inolvidable para todos los que lo vivimos. En la organización participaron también varios adultos de la Familia Dominicana, unas cuantas hermanas dominicas de distintas congregaciones y algunos frailes. 430 jóvenes de diversos sitios, entre 15 y 30 años, fueron atraídos esencialmente por este mensaje: ʺCaleruega 2007. 24 horas de encuentro, fiesta y oración, para celebrar 800 años. La historia no ha terminado. Ahora te toca a tiʺ. Los jóvenes tuvieron 19 talleres, entre los cuales podían elegir. En un locutorio amplio, nosotras estuvimos al frente de uno de ellos: ʺPredicación desde el silencioʺ, que no fue de los más solicitados, pero podemos decir, que los que asistieron se mostraron interesados e impresionados, ya que no conocían casi nada de la vida de las monjas contemplativas. Dos de los momentos más emocionantes de este encuentro fueron: El tiempo de oración a las 12 de la noche del sábado en el jardín del claustro, que resultó un momento de gran belleza, en un ambiente de ordenada alegría fraterna, con la iluminación tan sugerente y evocadora, con música, danza, canciones, proyecciones, lecturas, y oraciones de acción de gracias y de petición. Todo muy dominicano, Santo Domingo debía estar contento viendo tantos jóvenes en Caleruega, y ellos se sentían felices en su casa. Y la Eucaristía del domingo por la mañana, a la que asistieron todos los Provinciales de los frailes de España y Portugal, también las provinciales y generales de varias congregaciones de hermanas, y con tantos jóvenes resultó francamente preciosa, muy participativa y muy emotiva para todos los presentes. Jubileo ganado con un gran entusiasmo colectivo. También, a lo largo del año, han tenido importancia las diversas sugerencias que nos han ido llegando, podríamos decir que de forma providencial, y que hemos acogido, una tras otra, con entusiasmo: En primer lugar fue la restauración de las Sala Medieval o Palacio de los Guzmán, que ya se inauguró para la apertura de este año y que está siendo muy visitada y valorada. La publicación de dos libros sobre la Comunidad y sobre el Monasterio, un DVD sobre Santo Domingo y un reportaje sobre nuestra vida para ʺPueblo de Diosʺ, de la 2 de RTVE. Todo se ha realizado con motivo de esta gran celebración y está teniendo una gran aceptación por parte de todos. Queremos dar una divulgación de gran alcance a un acontecimiento sin igual para las monjas y para la Orden. Que Santo Domingo, su vida y su obra lleguen al mayor número posible de personas. Desde el comienzo del Año Jubilar teníamos el deseo de tener una celebración de forma privada para la comunidad, en acción de gracias por estos 800 años de vida, por Santo Domingo, por la Orden, por cada vocación, por las gracias recibidas en este año… Considerábamos importante hacer esto en soledad, renovando nuestra entrega al Señor, desde la oración, el silencio y la contemplación más pura. Elegimos para esta celebración especial, el último día de los Ejercicios Espirituales que nos predicó el fr. Juan José Lastra, op, profundizando en el tema de la bienaventuranzas. Tuvimos un acto penitencial seguido de la Eucaristía, para así ganar una vez más la gracia jubilar.

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Salimos renovadas en el ánimo y en el espíritu, con grandes deseos de ser avivar el fuego que hace 800 años prendió Domingo. ¡ Cumple, oh Padre, tu promesa y ayúdanos con tus plegarias!. Vuestras hermanas de Caleruega Original: Español

Noticias desde Lage al final del Año Jubilar Sor Susana, Priora.

Quisiéramos compartir con vosotras un breve resumen acerca de cómo transcurrió nuestro Año Jubilar. Al final, no fue nada espectacular y no pasará a la historia, pero puede brindar elementos para la reflexión. El dos de diciembre de 2006, con gran alegría, dimos inicio al Año Jubilar, con una festiva Santa Misa presidida por nuestro Obispo. También estuvieron presentes aproximadamente 75 invitados, entre ellos, miembros de la oficina de la Cancillería diocesana, de otras Órdenes de nuestra diócesis, hermanos y hermanas Dominicos, vecinos y bienhechores. El clima en que se desarrolló este encuentro fue muy agradable y animado. La cena se sirvió en nuestro refectorio y en un gran espacio contiguo, y hubo buen diálogo e intercambio de ideas. En la tarde, nuestros hermanos Fr. Karl Meyer y Fr. Tiemo‐ Rainer Peters hablaron, respectivamente, sobre ʺLas monjas en el corazón de la Orden de Predicadoresʺ y ʺ¿Qué es la contemplación?ʺ Ninguno de los invitados quiso perderse estas excelentes conferencias, y a nosotras las monjas, estas charlas nos dejaron suficiente material sobre el cual profundizar todo un año! Así entramos en el Año Jubilar sumamente motivadas y con un buen programa que deseábamos realizar en el curso del mismo. Muchos amigos de la comunidad, que en los últimos años han trabajado con nosotras en una variedad de temas teológicos e históricos, estaban deseosos y dispuestos a seguir desarrollándolos aún más. Nos propusimos tener ʺdías comunitariosʺ con mayor regularidad, prestando especial atención a nuestra vocación Dominicana y enfatizando, sobre todo, nuestra vida fraterna y las relaciones en el seno de la comunidad. Además de todo esto, habíamos planeado conducir un programa especial con el tema: ʺ¿ Qué significa para nosotras el Capítulo de la Comunidad, en los planos espiritual y estructural?ʺ Y, luego, todo tomó un curso totalmente distinto. Dios tenía para nosotras un ʺplan de estudioʺ alternativo, que Él mismo inició exactamente al comienzo del año y, de ningún modo, podíamos ir en la dirección opuesta. Dicho plan involucraba a toda la comunidad, que comprende siete hermanas sanas y activas y tres que necesitan cuidado permanente. Dos de estas últimas se enfermaron gravemente al comienzo del año y había que atenderlas todo el día. Así, el tipo de ʺestudioʺ y ʺcelebraciónʺ llegaron a ser diferentes al que habíamos planeado, y nos ha acompañado hasta la clausura del año. Una de aquellas hermanas falleció hacia fines de septiembre y la otra, a fines de noviembre‐ ambas en paz y dispuestas a poner nuevamente sus vidas en manos de su Señor, a quien ellas mismas se habían entregado en su profesión religiosa. Uno podría preguntarse: ¿fueron éstos un estudio y celebración existenciales para nuestra comunidad? Creemos que sí. Muchos de los que nos visitaron y las hermanas gravemente enfermas afirmaron claramente que experimentaban la actitud de la comunidad como una predicación para la época actual, predicación que no puede ser ignorada en tiempos en los que, frecuentemente, los ancianos y enfermos son vistos como una carga y, por eso, son marginados y abandonados.

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Así transcurrió nuestro Año Jubilar, de modo diferente a como habíamos planeado pero, ciertamente, fructuoso. Al resumir la experiencia de nuestro jubileo, es importante agregar que el secretario de cultura de nuestra diócesis escribió, para el diario regional, un extenso artículo sobre los 800 años de existencia de nuestra Orden. En el mismo, habló de nuestra comunidad de un modo muy concreto y realista, causando una reacción tremendamente positiva en muchos lectores, que nos dijeron cuán impresionados estaban con dicho artículo. Es para nosotras un estímulo a recomenzar continuamente. Nuestros mejores deseos a todos aquellos que lean esta crónica. Monjas Dominicas del Monasterio del Redentor Crucificado Lage, Alemania Original: Inglés

Las celebraciones del Octavo Centenario en Portugal Aquí en Portugal, la celebración del octavo centenario de la fundación, por parte de Santo Domingo, del primer monasterio de Monjas, comenzó en Fátima, donde la Familia Dominicana vivió los así llamados ʺDías Dominicanosʺ. Estos tienen lugar cada dos años y en este año 2007 fueron programados de modo que coincidieran con el inicio del Año Jubilar por el octavo centenario de la fundación de las Monjas. Los ʺDías Dominicanosʺ comenzaron en viernes 1 de diciembre por la tarde con una conferencia sobre de la vida de las monjas, impartida por una de ellas y acompañada por una presentación en Power Point, previamente compaginada, con fotografías tomadas en los tres Monasterios, que ilustraban el modo en que las Monjas viven, trabajan y oran. Fueron también las monjas quienes planearon y organizaron la liturgia para esos tres días, mientras que el programa completo fue armado en base al tema de la fundación de las Monjas, habiéndose repartido anticipadamente, a toda la Familia Dominicana, una copia de la conferencia de sor Barbara Beaumont sobre los orígenes de las Monjas en Prulla. ʺLos Días Dominicanosʺ concluyeron con la Santa Misa del I Domingo de Adviento. Como esta Eucaristía marcaría la apertura solemne del Año Jubilar, fue celebrada en la capilla del Monasterio Pío XII, con la asistencia de los miembros de la Familia Dominicana –aproximadamente 100 personas‐ que habían participado de los ʺDías Dominicanosʺ. La Santa Misa fue presidida por un Obispo emérito que vive en Fátima y que ha sido – y es – un gran amigo de muchos de los Frailes Dominicos que han prestado servicios en el santuario. Esta celebración fue un gran acontecimiento. Sin embargo, en las monjas mismas estaba creciendo el sentimiento de que, en este Año Jubilar, debería hacerse algo que permitiera reunir a las tres comunidades de monjas existentes en Portugal, comunidades tan diferentes entre sí, tanto por su origen como por su espiritualidad. La idea presentaba dificultades en varios aspectos, no siendo las menores el hecho de que uno de los monasterios está muy alejado, y el hecho de que otro es de habla Inglesa, sumándose a esto los escrúpulos de muchas hermanas respecto a si tales encuentros justificaban o no la salida de la clausura. De todos modos, después de muchas llamadas telefónicas y de conversaciones persuasivas, la idea prendió – por decirlo así – se sugirieron posibles fechas y, a su debido tiempo, uno de los Frailes vino a buscarnos en un mini‐bus el Martes 5 de Junio, por la mañana temprano, para llevarnos al monasterio más alejado, en Lamego. Puesto que iba a ser un viaje largo, el plan era llegar a desayunar al Monasterio de Fátima, donde recogeríamos a tres Hermanas. Luego comprobamos que la idea había sido muy buena pues después de un viaje de una hora, en un día magnífico, esta parada en Fátima nos vino muy

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bien. A las 9:30 de la mañana estábamos nuevamente en ruta, dirigiéndonos hacia el norte por carreteras espléndidas, libres de tráfico, en un viaje tranquilo, y adentrándonos en paisajes cada vez más pintorescos y montañosos. Fue realmente un viaje maravilloso, si bien un poco largo, cuando eran las 12:40 horas estábamos lo suficientemente cerca del Monasterio de Lamego como para poder anunciarles, por teléfono, nuestra inminente llegada. El Monasterio de Lamego fue construido hace sólo unos pocos años y está ubicado en un paraje magnífico, aunque muy alejado de todos los Conventos Dominicanos de Portugal, así como también muy aislado incluso del cercano pueblo de Lamego. Fuimos recibidas con una gran bienvenida y luego tuvimos la Santa Misa, concelebrada por los Frailes que nos habían acompañado. Las Hermanas habían arreglado todo de modo que Frailes y Monjas almorzáramos juntos en su claustro, un hermoso espacio abierto y muy luminoso, y después del almuerzo hubo un tour por el monasterio y el campo. Las monjas nos intercambiamos regalos y luego todos vimos la presentación, en Power Point, sobre los tres monasterios. Eran aproximadamente las 6 de la tarde cuando nos despedimos de las Hermanas de Lamego y emprendimos el viaje de regreso. Las carreteras estaban tan despejadas como en el viaje de ida, de modo que fuimos muy bien de tiempo todo el camino, lo cual nos permitió hacer una parada para cenar( una comida verdaderamente deliciosa, en un restaurante ubicado en la ladera de una colina que mira hacia un río).Por supuesto, era bastante tarde cuando, después de dejar en su Monasterio a las Hermanas de Fátima, nos dispusimos a regresar a nuestro pequeño monasterio aquí, en Lisboa. Había sido un día largo, pero muy satisfactorio en todos los sentidos. Gracias sean dadas a Dios. Al despedirnos de las Monjas en Lamego, todas dijimos con alegría y, hasta cierto punto, con esperanza: ʺNos vemos todas en Fátimaʺ. Para que tal deseo se hiciera realidad fueron necesarias unas pocas más llamadas telefónicas, pero con buen resultado, tan bueno como que el Obispo de Lamego , al conceder a las Hermanas permiso para salir de clausura, se ofreció él mismo a buscarles transporte para que viajaran. Así fue que el 26 de Octubre le llegó al Monasterio de Fátima el turno de abrir sus puertas a cinco monjas de Lamego , así como también al grupo de Lisboa, acompañadas por el Padre Provincial y varios Frailes. Una vez más, el encuentro comenzó con la Santa Misa, concelebrada por el Obispo de Fátima y varios Frailes, tanto de Fátima como de Lisboa. Vino luego el almuerzo y era un placer ver a las Monjas entremezcladas y conversando alegremente en el refectorio. Después del almuerzo hicimos un recorrido por el Monasterio y el campo, y el Obispo sugirió que las Monjas hiciéramos una visita al Santuario, incluida la nueva iglesia de la Santísima Trinidad, que había sido inaugurada el 13 de Octubre, 90 aniversario de las apariciones de Fátima. Inmediatamente, la idea fue puesta en marcha, inclusive por parte de los Frailes. A su debido tiempo, regresamos al Monasterio Pío XII, para una deseada taza de té, después de la cual nos despedimos, diciéndonos unas a otras ‐quizás algo dudosas‐ ʺnos vemos en Lisboaʺ. Desde hacía mucho tiempo, éste había sido nuestro propio sueño: tener la alegría de acoger en nuestro pequeño Monasterio, aquí en Lisboa, a las Monjas de las otras dos comunidades. Exactamente un día después de aquel encuentro en Fátima, nuestro sueño comenzó a hacerse realidad cuando un llamado telefónico de la Priora de Lamego insistió en que la visita a Lisboa debía concretarse antes del inicio del invierno y en el marco del Año Jubilar. ¡Por supuesto! Así fue que el 23 de Noviembre nos llegó el turno de abrir nuestras puertas a las Monjas de Lamego y Fátima. Una vez más, el Padre Provincial honró la ocasión con su presencia, junto con el Prior y uno de los Frailes del Studium cercano. Al igual que en los otras oportunidades, el encuentro comenzó con la Santa Misa concelebrada en nuestra pequeña capilla, seguida de un muy alegre ágape para todos, en nuestro refectorio. Nuestras hermanas de Lamego habían traído, además de muchos otros presentes, una hermosa torta con la siguiente inscripción: ¡Viva nuestra unión fraterna, aleluya!

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El Monasterio y el campo fueron debidamente explorados y era una delicia ver pequeños grupos de Hermanas por todas partes, conversando sin importarles si se conocían realmente o si comprendían sus respectivos idiomas. Con todo, era todavía relativamente temprano cuando los visitantes iniciaron su viaje de regreso y esto porque había que considerar las grandes distancias a recorrer y el hecho de que los días invernales son más cortos. Todos parecían estar verdaderamente encantados con su visita a nuestro pequeño monasterio, que había contribuido, en cierto modo, a restablecer antiguas amistades y a sellar otras nuevas. Nosotras esperamos y rogamos para que esta reunión, sin precedentes, de las tres comunidades, sea un buen augurio para el crecimiento y prosperidad futuros de los tres Monasterios, tan diferentes unos de otros en muchos sentidos pero, al mismo tiempo, todos felizmente unidos en el seguimiento de los pasos de nuestro amado Padre y Fundador, Santo Domingo. Sor M. John O.P. Monasterio de S. María, Lumiar (Lisboa) Original: Inglés

Un testimonio de la primacía de Dios

1. Para empezar, ¿queréis decirnos que significa para vosotras la vida contemplativa? La vida contemplativa, porque es exclusivamente para Dios, es una existencia eucarística y una profecía de la vida escatológica de la Iglesia”. Jesucristo vive, “es el mismo ayer, hoy y siempre”. El “sígueme”, que dirigió Cristo a Domingo de Guzmán en el siglo XIII y en el XVI a las hermanas del Monasterio de Skaros en Santorín, sigue resonando hoy, brotando de su tierna mirada y de sus labios, recién salida de su corazón. Por eso la vida contemplativa dominicana en Santorín sigue con el mismo entusiasmo y la misma alegría como si comenzase hoy por primera vez. 2. ¿Qué es lo que caracteriza a vuestra comunidad? Actualmente la comunidad está formada por 14 hermanas de diferentes nacionalidades, testimonio de la reconciliación universal “en Cristo”. Dentro de la clausura, por medio del silencio y de la oración, buscan a Dios, invocando al Señor para que la Palabra que sale de la boca de Dios no vuelva a él sin dar fruto. Con su vida escondida y su total consagración a la oración, las monjas dan testimonio de la primacía de Dios. La celebración solemne de la alabanza divina es la principal ocupación de una jornada monástica. El culto divino es un pregusto de la liturgia celeste. Resumiendo diríamos: la alabanza divina que realizan las monjas día y noche, es respuesta agradecida a Dios en nombre de toda la creación y de la humanidad entera. 3. La Familia Dominicana, en sus distintos aspectos, sacerdotal, religioso y laico, está al servicio de la Palabra Divina. Se trata de un testimonio de vida y de existencia... Tiene razón, Padre. Las monjas dominicas, escuchando la Palabra de Dios y cumpliéndola, anuncian el Evangelio con el ejemplo de su vida. Toda la observancia regular, especialmente la clausura y el silencio, ayudan a que la Palabra de Dios, se encarne abundantemente en el Monasterio. Las monjas dominicas llevan en lo profundo de su corazón la adoración, la acción de gracias, la alabanza, pero también las angustias, los sufrimientos y las expectativas del hombre

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actual. Cada día, en su diálogo con Cristo pueden decirle: “Te busco a Ti, porque me llaman ellos, mis hermanos”. En el corazón de cada dominica hay espacio para todos y todos encuentran acogida gracias a su compasión. 4. Y ¿cómo veis la vida comunitaria? Todas estáis conscientes de que vuestra vida se desarrollará en el mismo lugar y con otras pocas hermanas... El principal objeto de nuestra vida comunitaria es la fraternidad, teniendo una sola alma y un solo corazón en Dios. La “dulce Fraternidad Dominicana”. Con la alegría profunda que brota de las Bienaventuranzas y de la unión con Cristo Crucificado, es una alegre y festiva experiencia de vida. Las monjas unidas entre sí, por medio de la obediencia, de la virginidad y de la pobreza, edifican en su Monasterio la Iglesia de Dios, que por la oblación de sí mismas, han de extender por el mundo entero.” 5. Mirando vuestro programa diario, uno se da cuenta enseguida de que vuestro tiempo está dividido entre la oración y el trabajo. ¿Esta constatación es justa? ¿Y con qué espíritu vivís estas dos realidades? Después de la oración personal, la alabanza divina y las horas de estudio, las hermanas se dedican a diferentes trabajos en el Monasterio. El trabajo, no sólo es exigido por la pobreza religiosa, sino que, paralelamente promueve el bien común y con la colaboración hace crecer el amor fraterno. El trabajo se subordina a la contemplación, conforme al espíritu de las Bienaventuranzas. No importa tanto lo que se hace como el amor que se pone en todo lo que se hace. 6. Todo lo que me habéis dicho son elementos de la espiritualidad dominicana. ¿Cómo los vivís en ese rincón de Grecia, en una isla de las Cícladas, hace más de 400 años...? La presencia del Monasterio dominicano en esta pequeña isla, punto de encuentro entre oriente y occidente, norte y sur, encrucijada de todas las razas y religiones es una llamada a la profunda relación con Dios y a una fraternidad universal. Las monjas, dedicadas con una sola alma a la oración con la Virgen María, Madre de la Iglesia, desean ardientemente la plenitud del Espíritu Santo para que ilumine a todos los hombres y les haga descubrir, que, a pesar de la diversidad y de las distancias, se encuentran muy cerca uno del otro. Lo que les une es mucho más que lo que les separa. La marcha común de los hombres nos lleva a algo mucho más importante: “por Cristo pueden, en un mismo Espíritu, acercarse al Padre” escribe Pablo en su epístola a los Efesios (2,18). 7. Resumiendo, ¿qué diríais a nuestros lectores? Os invitamos a la celebración de los 800 años de existencia de las monjas dominicas: uníos a nuestra acción de gracias a Dios. “Lo que existía desde el principio, lo que oímos, lo que vimos con nuestros ojos, lo que tocaron con nuestras manos de la Palabra de Vida... os lo anunciamos para que también vosotros estéis en comunión con nosotros y vuestro gozo sea completo” (l Jn 1, 1‐4). Jesucristo vive, “es el mismo ayer, hoy y siempre”. Él es nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. “A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”. Las Hermanas de la Comunidad, Firá, Santorín La entrevista fue realizada por el Padre Gabriel Marangós S.I. Original: Español

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Nuestro compartir Sor Miriam: Al final del año Jubilar por nuestro 800 aniversario, ¿podrías escoger el acontecimiento más destacado de nuestras celebraciones comunes? Sor Jozefa: Bueno, fue un año… me vienen a la mente un montón de acontecimientos. Aunque, para mí, uno fue excepcional. Cuando nos invitó a Krakow nuestro prior provincial Krysztof Poplawski, vicario de nuestra tres comunidades de monjas, experimentando tantos sabores en un día. Sor Miriam: ¿Qué quieres decir? Sor Jozefa: Por ejemplo, el hecho de que nos reuniéramos en la tumba de san Jacinto, que fue nuestra participación en la celebración provincial del Jubileo por el 750 aniversario de su muerte. A la misma vez, la fecha de nuestro encuentro tenía un mensaje escondido… el 1de octubre –Santa Teresita del Niño Jesús‐ vida en la clausura y en la misión… y el primer día del mes del Rosario. Sor Miriam: ¿Cómo fue ese día? Sor Jozefa: Para nosotras tuvo un carácter de peregrinación‐ partiendo de un viaje. Obviamente, para las hermanas de Radonie y para nosotras de Santa Ana fue un viaje más largo, en coche, mientras las hermanas de Groderk hicieron toda la distancia a pie, a tan sólo a unas pocas calles del convento de los frailes. El día tuvo un programa concreto pero fue entrelazado con sorpresas. Sor Miriam: Cuéntame más sobre ello, por favor. Sor Josefa: El momento más profundo de comunión fue la Eucaristía que fue celebrada por el prior provincial y el promotor y también por nuestros capellanes y amigos. La homilía de Fr. Krysztof resuena en mi cabeza hoy cuando leo la última carta del Maestro sobre el Rosario. Era sobre vivir los momentos más importantes de nuestra vida con la Madre de Dios en cada AHORA –el único momento que verdaderamente tenemos, y a la hora de nuestra muerte. Ese momento de nuestra muerte es también nuestro pequeño morir… cuando nos abrimos a ser enviadas, cuando estamos disponibles. Los hermanos del Convento de la Santísima Trinidad nos pusieron las mesas con una hospitalidad excepcional. Primero fue la mesa del alimento espiritual, que consistió en una excelente conferencia de historia sobre la vida de San Jacinto. Tuvimos la oportunidad de ver el pergamino llamado “el pasaporte de San Jacinto”. Y luego ellos nos invitaron al refectorio. Los detalles de las mesas cubiertas maravillosa y abundantemente no se escaparon a nuestra sensibilidad femenina. Después de una breve oración el almuerzo se convirtió en una reunión familiar informal y alegre, tan agradable que perdimos la noción del tiempo. Sólo el pensar en la invitación a un encuentro de hermanas en el monasterio tan acogedor de Godek nos embriagó. Sor Miriam: ¿Y cuál fue el momento más especial para ti personalmente? Sor Jozefa: Bueno, yo creo que fue el del recreo. Fue como un felpudo, donde todas dejamos nuestras preocupaciones diarias, el conocimiento de las dificultades y diferencias. Se podía simplemente ver que disfrutábamos unos de otros. Conmovedor y profundamente unido fue el

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momento de cantar juntos, cuando sonaban todas las estrofas de la canción: “Oh cuando los santos van marchando” y “Qué bueno y qué agradable es cuando los hermanos viven unidos”. Al final del recreo el prior provincial se unió a nosotras de nuevo. El se quedó tan encantado con el atractivo del momento‐sin duda, la buena calidad del encuentro fue se veía fácilmente‐ que él sugirió que estos encuentros se convirtieran en una tradición nuestra. Una copa simbólica de vino recordaba las visitas de Santo Domingo a las hermanas. En la preciosa puesta de sol, en un día cálido y luminoso, en el camino de vuelta visitamos el Santuario de Lagiewinik (krakow) donde con renovada esperanza y gozo confiamos a la Divina Misericordia nuestras comunidades y todos nuestros hermanos y hermanas llamados a la misión de predicar la VERDAD. Sor Miriam: Ahora sé que yo estuve allí también. Gracias. Sor Jozefa, op y Sor Miriam, op Monasterio de Santa Ana, Polonia. Original: Inglés

La Comunidad en camino‐ Peregrinación en acción de gracias por los 750 años de vida Dominicana en Weesen, Suiza. A lo largo de 750 años, las Hermanas de Weesen han estado caminando, en su viaje espiritual dentro de la Orden de Santo Domingo. Desde el 30 de abril hasta el 4 de mayo de 2007, toda la comunidad‐ 11 monjas de entre 29 y 72 años‐ hicieron una peregrinación para dar expresión externa a su peregrinar interior y para fortalecer nuestra comunión con la Iglesia y el Papa. Nuestra peregrinación tuvo un marcado acento Dominicano; Bolonia y Santa Sabina eran estaciones importantes . Incluso el pequeño colectivo blanco, conducido por dos de nuestras hermanas, estaba decorado en su parte delantera con un gran emblema Dominicano. Cada una de nosotras se sintió conmovida en la oración individual y común ante la tumba de santo Domingo y en su celda , en Bolonia. El hecho de rezar donde el mismo Santo Domingo había orado y vivido, y el poder cantar allí, juntas, el ʺO Lumenʺ nos atrajo más a él y permanecerá en nosotras como algo inolvidable, así como también la generosa hospitalidad de nuestros hermanos, los Frailes de Bolonia. El Prior, Padre Ángelo Piagno, tomó de su tiempo para hablarnos en detalle acerca de la tumba y la celda de santo Domingo. Ante nuestros ojos, revivieron Santo Domingo y la historia del convento de Bolonia. Fue un gran privilegio participar en las Vísperas y la procesión de la Salve de los hermanos, aún cuando el ʺtempoʺ de esta última fuera bastante rápido para nuestras hermanas mayores. Durante la cena tuvimos mucho tiempo para conversar unos con otros en Alemán o Italiano, o con las manos y pies cuando no había quien pudiera traducir. De todos modos, la misma hospitalidad que percibíamos no necesitaba traducción. Era tangible. En el segundo día de nuestra peregrinación llegamos a Roma y , ya avanzada la tarde, pudimos visitar Santa Sabina. Nos recibió Fr. Christophe Holzer, el secretario del Maestro de la Orden. Él es Suizo y, por tanto, cuando nos explicó acerca de la Basílica y el Convento, no era necesario ningún traductor. Quedamos fascinadas con el claustro; nuestra Priora sacó una fotografía tras otra, y pudimos admirar una vista panorámica de Roma. Con todo, la experiencia

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que más perdurablemente permanecerá en nosotras fue la Santa Misa con Fr. Christophe en la celda de Santo Domingo. Un amable benefactor proveyó a nuestra Priora de lo necesario para invitar a toda la comunidad a cenar en un pequeño restaurante, ʺQuattro Moriʺ, donde a veces comía el entonces Cardenal Ratzinger. Pasamos un rato alegre en una atmósfera típicamente romana, con buena y abundante comida y con mucha charla y risas. No nos sorprendimos de que otras personas presentes‐ en su mayoría procedentes de Alemania‐ se dirigieran a nosotras en alemán. A algunos de ellos los volvimos a encontrar el día siguiente, en la Audiencia General. El tercer día, 2 de Mayo, nuestra peregrinación llegó a su culmen, con la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, por la mañana, y la Santa Misa con el Arzobispo Marini, por la tarde. A las 8.15 había ya una multitud de gente esperando en los puntos de control de seguridad, para entrar a la Audiencia General. Nosotras teníamos nuestros lugares en la tribuna y, aún así, sólo podíamos ver al Papa a distancia y desde un punto lateral. Sin embargo, la atmósfera era magnífica. Alrededor nuestro, jóvenes provenientes de Brasil, Italia y Francia, entonaban canciones, sin prestar atención a la lluvia que comenzaba a caer. Nosotras estábamos bien preparadas, con impermeables transparentes‐ protegidas pero todavía reconocibles como Hermanas Dominicas. La lluvia llegó a ser más y más intensa. A las 10. 30 , hora en que empezó la Audiencia, mucha gente estaba ya empapada! En el transcurso de la Audiencia, incluso oímos truenos, pero gradualmente, la lluvia fue disminuyendo y, finalmente, cesó. En el momento en que, a través de los parlantes, se anunciaba la presencia de nuestro grupo , salió el sol. Levantamos nuestra bandera con el emblema Dominicano y las palabras ʺBenedicto XVI, te queremos!ʺ La Audiencia en su totalidad‐ con lluvia y sol, con cantos y oraciones, con la reflexión profunda del Papa Benedicto acerca de la importancia de la oración‐ fue una gran bendición. Más privada pero muy intensa fue la Santa Misa celebrada por el Arzobispo Piero Marini para nuestra comunidad, en la Capilla Polaca ubicada debajo de San Pedro. Monseñor Marini celebró en Alemán, nosotras entonamos canto Gregoriano y la breve homilía fue en Italiano, traducida por nuestra Sor Consiglia‐ y todo esto ante la Virgen Polaca de Czestochowa! Nuestra Iglesia es, verdaderamente, Católica y universal. Después de la Santa Misa pudimos ir directamente a la tumba del Papa Juan Pablo II, sin tener que hacer fila por horas y horas. En efecto, tuvimos el privilegio de rezar allí, en un área separada. Era conmovedor ver a todas aquellas personas que venían a visitar la tumba y que tenían que pasar sin detenerse pues ya había más gente esperando detrás suyo. Al día siguiente, partimos por la mañana temprano rumbo a Manopello y el ʺVolto Santoʺ. El viaje a través de Abruzzo nos mostró la belleza de la naturaleza, con verdes montañas y angostos valles envueltos en niebla. Llegamos tarde a la Santa Misa prevista en Manopello, por lo cual tuvimos que unirnos a la Celebración Eucarística de unos niños Italianos que se preparaban para su Primera Comunión. El ʺVolto Santoʺ‐ la Santa Faz ‐ es realmente muy impresionante. Nunca te cansas de mirarlo. El resto del día lo pasamos ʺsobre la rutaʺ. Nuestro autobús nos sirvió como capilla para el rezo de la Liturgia de las Horas y del rosario, como refectorio para nuestras comidas y, por supuesto, como sala de recreo. Algunas de nosotras incluso intentamos utilizarlo como dormitorio, siendo diferentes los resultados logrados. Llegamos a Bérgamo más tarde de lo previsto. Allí nos esperaban nuestras hermanas del Monasterio ʺMatris Dominiʺ. Rápidamente, nos lavamos la cara, nos quitamos nuestras batas azules de trabajo o la vestimenta del viaje, nos pusimos nuestros hábitos blancos y estuvimos listas para cantar Vísperas junto con nuestras hermanas de Bérgamo. En la cena disfrutamos de una

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comida deliciosa y de la convivencia animada con nuestras hermanas Italianas. Sor Consiglia, nuestra más versada traductora, estuvo muy atareada esa noche. Al día siguiente, después del Oficio de Lectura y Laudes , unidos a la Santa Misa, las hermanas nos enseñaron el monasterio entero, desde el sótano ( muy impresionante, con su aspecto medieval y sus vastas dimensiones), hasta el tejado. Quedamos muy impactadas por los frescos del siglo XIII, pero también por la vivacidad de la comunidad actualmente. Ellas nos cuidaron con delicadeza, proveyéndonos, para nuestro viaje de regreso a casa, de comida tan abundante que bien hubiera servido para más de once monjas ascetas! La despedida fue cálida, con abrazos y besos y más de una fotografía del grupo. Partimos confiadas en la oración de nuestras hermanas y en el autobús encontramos una muy grata sorpresa: un pequeño regalo para cada una. Dejamos Bérgamo a las 11 horas, aproximadamente. Después de un viaje arduo y lluvioso a través de los Alpes, a las siete de la tarde vislumbramos nuevamente nuestro amado monasterio. Nuestros corazones estaban llenos de gratitud por todas las alegrías y bendiciones de nuestra peregrinación. Las dos señoritas que se habían ofrecido a cuidar el monasterio durante nuestra ausencia, nos habían preparado una saludable sopa de verduras. Esta peregrinación jubilar hizo más profunda la unión entre nosotras como comunidad, así como también la comunión con nuestros hermanos y hermanas Dominicos y con toda la Iglesia. Estamos muy agradecidas por esta experiencia única y por todos aquellos que la hicieron posible. Sí, quisiéramos repetirla nuevamente‐ en el próximo jubileo, dentro de 750 años! Original: Inglés

Año Jubilar de abundantes gracias Monasterio del Corpus Christi Menlo Park, California Usa 800 años es un pestañear de ojos para Dios. El año Jubilar presentó una realización tan estupenda que también nosotras somos sólo un pestañear de ojos en la historia de las monjas de la Orden. La fundación de nuestro monasterio, con no más de 87 años de existencia, parece una eternidad pero cuando la gracia de abrazar nuestra universalidad invadió nuestras aspiraciones, nuestros fatigados huesos se rejuvenecieron con un nuevo entusiasmo y vitalidad. Pudimos llegar a todo el mundo de nuestro alrededor y compartir de una manera más intensa la historia de Domingo, las necesidades que alimentaron el nacimiento de la primera fundación de las monjas en Prulla y los esfuerzos crecientes de la Iglesia hace 800 años. Nos preparamos para el Año Jubilar abandonando físicamente la seguridad de nuestro propio monasterio y convirtiéndonos en pasajeras de un avión de peregrinos e itinerantes que cruzaron el país para asistir al primer retiro intercomunitario de USA predicado por nuestro Maestro Carlos y los frailes que lo acompañaban. Fue como estar en la presencia de

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Domingo cuando visitaba a las monjas y se entregaba por completo, transmitiendo los muchos tesoros espirituales que él quería que las monjas oyeran y se les predicara. Estábamos allí, a los pies del Maestro, bebiendo en las aguas de una vida nueva. Para poner en marcha este año que se nos ha regalado para celebrar el Jubileo, se nos dio la noticia del monasterio hermano que se nos había asignado. Cuando llegó el nombre fuimos rápidamente a por un Atlas porque las palabras “Dominikanerinkloster St. Katherina Wil” no significaban nada para nosotras. ¿Dónde están, quiénes son? De nuevo la universalidad de nuestra Orden reforzaba nuestro espíritu. Nuestro “twin” era antiguo comparado con nosotras y su historia prolífica. Por el hermanamiento, pronto palpamos y sentimos historias verdaderamente asombrosas de 400 años de pruebas, supervivencia y logros. Nunca se perdió la presencia de las monjas en Kil y esto reavivó nuestro compromiso para seguir siendo nosotras y siempre avanzar con una esperanza llena de fe y ánimo tanto en los tiempos de dificultad como en los de prosperidad. Dentro de nuestras comunidades adoptamos a otra monja como nuestra compañera de oraciones para el Año Jubilar, compartimos fotos, seguíamos a través de nuestras web, las celebraciones jubilares. ¡Pudimos cruzar el océano solamente con hacer clic con el ratón! Qué agradecidas estamos por vivir en el siglo XXI. La indulgencia especial concedida por el Jubileo fue otro momento de gracia para nostras y para los que venían a nuestra capilla de Adoración. Cada celebración se terminaba con la oración de la indulgencia jubilar y junto con nuestros invitados podíamos sentir interiormente la acción del Espíritu en nuestros corazones. Durante este año, Domingo estuvo vivo en nosotros, y sus palabras: “Observad hijas mías la herencia que os dejo, tened caridad unas con otras, guardad la humildad y sea vuestro tesoro la pobreza voluntaria”, despertaron nuestro fervor para que siga vivo el compromiso que profesamos. Original: Inglés

Celebraciones del Año Jubilar – Monasterios de África Verdaderamente el Año Jubilar en África ha sido un tiempo de gracia no sólo para nosotras las Monjas, sino para el pueblo de Dios. La participación en las celebraciones dependió de los distintos programas en las diferentes comunidades, de su ubicación y de la presencia de las otras ramas de la Familia Dominicana. Voy a dejar que las comunidades lo cuenten, aunque no en todo sus detalles: Bambui – Camerún: “Celebración de Apertura del Jubileo: El 2 de Diciembre, víspera del inicio del jubileo del 8º centenario de la Orden de Predicadores, nos juntamos como una familia: Frailes, miembros de nuestra Fraternidad Laical Dominicana y amigos de la comunidad. A las 6 de

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la tarde el prolongado repique de las campanas nos invitaba a reunirnos alrededor de la imagen de Sto. Domingo con velas encendidas. Alegremente entonamos himnos en su honor, después de los cuales, nuestra Priora dio la bienvenida y saludó a todos los presentes. A continuación rezamos la oración del jubileo y fuimos en procesión a la capilla cantando: “Vamos con alegría a la casa de Dios...” La celebración concluyó con la oración de vísperas. El Domingo 3 de diciembre comenzó con un solemne encuentro Eucarístico a las 9 de la mañana. Mucha gente de dentro y fuera de nuestra Archidiócesis nos honró con su presencia para esta ocasión. Vale la pena destacar a las Hermanas Misioneras Dominicas de la diócesis francófona de Bafoussam, sacerdotes, religiosos y religiosas y los fieles laicos. Fr. Gabriel Samba, promotor de la Familia Dominicana en Camerún fue el principal celebrante en la Misa. Después de la oración inicial, Fr. Samba dio la bienvenida a los fieles, explicó el objeto de nuestro encuentro y a continuación leyó la carta del Maestro para el Jubileo. En la Misa los Laicos Dominicos hicieron las preces utilizando diferentes símbolos para cada intención, mientras las monjas realizaron la procesión del ofertorio. Antes de la bendición final todos los Dominicos presentes y todo el que así lo quiso, fuimos invitados a encender nuestra vela en la del jubileo para llevar y compartir esa luz con todos aquellos que se encuentren con nosotros. Después de unas cálidas palabras de bienvenida dirigidas por la Priora, las monjas entonaron la canción del jubileo, compuesta por una de las hermanas; el resto de los festejos continuó cediendo el paso a los Laicos Dominicos. Estos dramatizaron maravillosamente algunos aspectos de la vida de Sto. Domingo y de otros santos dominicos. También aprovecharon esta oportunidad para compartir con todos los presentes sus apostolados y encuentros. El día terminó con unos refrescos y el corte de los ocho pasos (cada uno representando un siglo) del Pastel del Jubileo, cocinado y decorado por una de las monjas. Celebración del 7 de octubre: Habíamos invitado a gran número de personas, a los Laicos Dominicos, etc. Al planear la liturgia tratamos de incorporar las sugerencias enviadas para la liturgia como una familia. Pensamos comenzar la Misa con una peregrinación desde la imagen de Sto. Domingo que se encuentra delante del Monasterio. Después de la Misa compartimos nuestro carisma con los invitados. También le pedimos a los frailes Capuchinos que compartieran con los visitantes sobre la relación entre Francisco y Domingo y sus hijos e hijas. Peregrinaciones: Unas cuantas personas peregrinaron a nuestra capilla, pero en general ésta ha estado tranquila, probablemente porque no estamos habituados a la idea de las peregrinaciones. El 30 de Junio asistimos a la boda en nuestra capilla de dos de nuestros trabajadores, Loveline y Richard. Este hecho lo consideramos como uno de los frutos del Año Jubilar. También una gracia de este año fue el compromiso definitivo de cuatro miembros de nuestros Fraternidad Laical Dominicana, a los que afectuosamente llamamos la “hornada del Jubileo”. Douala‐ Camerún: “Juntas hemos recibido este año como una gracia del Señor. Y agradecemos a nuestros hermanos y hermanas que han desplegado tantas energías para ayudarnos a vivir estos momentos tan importantes de nuestra historia dominicana. La procesión hacia la Capilla la realizamos con el icono de Sto. Domingo llevado por un fraile y una monja mientras las campanas repicaban. Nos juntamos con los participantes terminando con el canto de las primeras Vísperas de Adviento. También dibujamos en la capilla un árbol genealógico para explicar los orígenes de donde hemos venido y una panorámica de fotografías de diferentes miembros de la Familia Dominica. El Domingo 3–12, en la misa solemne de apertura del año, tuvimos una gran representación de la familia op de Camerún con muchos sacerdotes de la diócesis. El vicario general presidió la Eucaristía en representación del Arzobispo. Fr. Richard pronunció la homilía. Después de esto una T

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monja hizo un recorrido por la historia de la Orden. Cada rama y Congregación depositó su vela ante el icono de Sto. Domingo con una palabra de presentación. Peregrinaciones: Algunos parroquianos de las ciudades de Ima organizaron peregrinaciones. También hubo algunos peregrinos por libre. Un sacerdote de una diócesis vecina fue el primer peregrino después de la apertura del año jubilar. La comunidad abrió la novena del rosario con una peregrinación con algunos cristianos de nuestra parroquia. Un fraile dominico nos dio una conferencia para prepararnos para la fiesta y la novena a continuación. Celebraremos la fiesta del Rosario la mañana del sábado por razones prácticas. Como monumento, para recordar el año jubilar hemos construido un majestuoso BOUKAROUS que espera dar la bienvenida a la imagen de Sto. Domingo, ahora en escultura. Rweza – Burundi: La apertura del Jubileo tuvo lugar durante la Misa presidida por nuestro Obispo Gervais y algunos Frailes Dominicos. Un grupo de Laicos Dominicos y otros fieles llenaron la capilla. El 1 de Julio fue un Día especial de Peregrinación para los amigos de nuestro monasterio y para todos aquellos que estuvieran interesados en ello. Pedimos a un sacerdote que preparara una conferencia sobre Sto. Domingo y la misión de la Orden de Predicadores. Después de la conferencia hubo un tiempo para confesiones, terminando la Peregrinación con la celebración Eucarística. En lugar de en Octubre, nuestra celebración fue el 8 de Agosto, solemnidad de nuestro Padre Sto. Domingo, de esta manera estuvimos junto con todos nuestros Frailes Dominicos del Vicariato. No sólo este día, sino a lo largo del año, cada mes tuvimos una oración por una intención especial. Enero: Oración por la paz en el mundo. Febrero: Acción de gracias por el don de la vida consagrada en la iglesia. Marzo: Oración por las familias. Abril: Oración por los jóvenes. Mayo: Oración por nuestro Obispo y la Diócesis. Junio: Oración por nuestro país. Julio: Oración por el Sínodo de reconciliación en nuestro país. Agosto: Oración por el Maestro de la Orden y por las vocaciones Hermanamiento: Ha sido una experiencia maravillosa para nosotras el hermanamiento con el Monasterio de Taulignan. En primer lugar, el Monasterio de Taulignan nos invitó a dos de nosotras. Fueron a Francia donde visitaron algunos lugares turísticos de nuestra Orden como Prulla, Fanjeaux (Signadou), Montreal: el milagro del fuego, el pozo de Sto. Domingo, etc. Carcasona, Toulouse: casa de Pedro Seila, el convento de los Jacobinos, etc. El mismo monasterio (Taulignan) nos ayudó a llegar al monasterio de Beaufort, al que llamamos nuestro “hermano izquierdo”. La amistad resultó reforzada. Senekal‐ Sud África: El repique incesante de la Campana de las Primeras Vísperas el 2 de diciembre de 2006 fue el anuncio de Jubileo. El día siguiente vio un gran número de frailes Dominicos, 5 Congregaciones diferentes de Hermanas Dominicas en Sud‐África y los amigos y benefactores de la comunidad que se nos unieron para la verdadera apertura. Presidió la Misa el Vicario Provincial Fr. Mark James ayudado por nuestro Obispo local Hubert Bucher. Nos conmovió la presencia de las hermanas que habían venido desde más de mil kilómetros de distancia. Una de ellas, la Hermana Phillip, una joven de 93 años, hizo este largo viaje para estar con nosotras. Fue una celebración maravillosa. El 6 de octubre una vez más se vio reunida esta vez solo la familia Dominicana. Aunque Sud África es un país grande, hermanas y hermanos Laicos vinieron de cada rincón, con horas de viaje de acá para allá. ¡Este era nuestro Día! Un hermano, Fr. Martin Badenhorst, OP nos dio una Charla sobre la historia, carisma y espiritualidad

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además de los retos que afrontó Domingo y que afrontamos nosotros hoy. Mr. Shane Goodman, presidente de los Laicos Dominicos, compartió sobre los Laicos en el país y el reciente Encuentro Internacional de Laicos en Argentina. La Misa la presidió nuevamente el Vicario Provincial, concelebrando con él siete frailes. Estuvieron presentes más de 70. La participación fue plena. La liturgia la prepararon los novicios de las distintas Congregaciones. En el ofertorio trajeron diferentes símbolos – incienso, las Constituciones, velas encendidas, Pan y Vino. A la Misa siguió una Deliciosa Comida después de la cual una vez más compartimos juntos distintos sucesos y acontecimientos. Peregrinación a la Capilla: Apenas vino nadie. Las Mujeres de Sta Ana vinieron dos veces para la renovación de su compromiso. También tuvimos dos Bautizos, de una Señora que más tarde fue la madre del segundo Bautizo. Ella también se casó en nuestra Capilla, ya que funciona como Iglesia Parroquial. Por otra parte parece que las peregrinaciones apenas son conocidas y menos aún el aspecto de la Indulgencia. Para nosotras, la celebración del Jubileo ha sido un acontecimiento que ha permitido que la Familia Dominicana conozca a las nuevas Monjas que llevan apenas dos años en el país, y viceversa. La Adoración Diaria del Santísimo Sacramento ha sido una experiencia fuerte. Recopilado por: Sr. Joyce Rita Mumu, OP Original: Inglés

Peregrinación a los tres Monasterios O.P. en Chile ¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa!” (Sal 121,1) En nuestro país de Chile hay tres Monasterios de Contemplativas de nuestra Orden de Predicadores: uno en la capital, Santiago; otro en el desierto del Norte, Copiapó; y otro en el valle central hacia el Sur, Yerbas Buenas de Linares. Orientados por la convocatoria del Maestro de la Orden, en Prulla 2006, los laicos, las hermanas y los hermanos de nuestra Familia religiosa, acordamos celebrar los 800 años de la Fundación de la Orden de Predicadores, peregrinando a los tres Monasterios de Contemplativas que existen Chile. En Diciembre de 2006 los distintos grupos de la Orden convergimos hacia el Monasterio de Santa Rosa en Santiago de Chile. Entre cantos fraternos se meditaron las Bienaventuranzas, se recordó el gesto fundador de Domingo de Guzmán y se leyó la Convocatoria del Maestro de la Orden. Fue una celebración inicial, cuyo sentido fue creciendo en el caminar del 2007. Para Octubre de este año se programó visitar en forma simultánea, dividiéndonos en grupos, tanto el Monasterio del Norte, en Copiapó, como el del Sur, en Yerbas Buenas. Son Monasterios físicamente bastante aislados porque no hay hermanas y hermanos de la Orden en sus regiones. Se crearon dos comisiones, una para el Sur y otra para el Norte, que invitaron a comunidades y fraternidades, contrataron transportes, se pusieron de acuerdo con los laicos del lugar para la alimentación y el hospedaje, y con las monjas para poder encontrarnos con ellas. La organización de estas dos últimas peregrinaciones, aunque por las distancias fueron a veces fatigosas, estuvieron bañadas por la alegría, y demostraron cómo crece la comunión en la Familia Domínica cuando nos proponemos alcanzar un objetivo común.

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“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva” (Ap 21,1) Los dos sencillos monasterios se constituyeron en una especie de santuarios para nosotros. A Copiapó llegamos treinta y cinco romeros y a Yerbas Buenas, ciento cincuenta peregrinos, entre los cuales destacó un grupo significativo de muchachas y jóvenes venidos de Chillán. Las monjas nos recibieron en la Oración del Mediodía: En Copiapó dio la bienvenida la Subpriora in cápite, y en Linares la Priora. En el Norte fuimos a almorzar a la ciudad y en el Sur compartimos un frugal almuerzo con las monjas. Aunque estábamos a 1.000 kilómetros de distancia, a la hora de vísperas del sábado 13 de Noviembre de 2007, los dos grupos de peregrinos celebramos la Eucaristía junto con las monjas. Fue una experiencia impresionante. Después del Evangelio, entre cantos de júbilo y alabanza, se intercalaron textos de la Carta del Capítulo General de Bogotá a las Contemplativas de la Orden. Todo exuberaba acción de gracias. Como laico domínico me preguntaba: ¿Por qué Domingo de Guzmán inició su magistral obra de evangelización en un grupo de mujeres, que cultivan la contemplación? En Copiapó y en Yerbas Buenas lo sentimos: Las Contemplativas de la Orden de Predicadores nos enviaban a evangelizar. Aca pongo las palabras que hemos compartido en nuestro encuentro maravilloso de Familia Dominicana: “Permítanme expresarles a nombre de los Laicos Dominicos la inmensa alegría que sentimos al encontrarnos reunidos en este Monasterio lugar de encuentro para la Oración, meditación y el estudio. Luego de un alegre peregrinar desde nuestras comunidades de origen, nos reunimos aquí en este lugar sagrado para orar y compartir nuestras penas y alegrías. Un cariñoso saludo a la Familia Dominica, Frailes, Monjas de Clausura, Religiosas, Laicos y Jóvenes. “Vayan por el mundo y anuncien la buena nueva,” les decía Jesús a sus apóstoles, El Maestro de la Orden, en el ultimo Congreso Mundial de Laicos celebrado en Marzo pasado en Buenos Aires, Argentina, nos incitaba con su característica fuerza a ser Luz del Mundo y Predicadores de la Palabra. Hoy en este largo peregrinar en pos de ciudad eterna, la Familia Dominica vuelve a encontrarse, para renovar el espíritu y llenarnos de nuevas energías para cumplir con nuestra Misión de ser anunciadores de la Buena Nueva, con nuestro trabajo, nuestros testimonios, corregiendo nuestros errores , abriendo el corazón y extendiendo nuestros brazos al hermano necesitado. Que este encuentro sea provechoso para todos nosotros , que compartamos fraternalmente nuestras penas y alegrías y al final del día, nos quede la paz que solo el Señor nos puede dar. Gracias a nuestras hermanas de los Monasterios por sus atenciones. Gracias a nuestros frailes que nos acompañan, a las Congregaciones de Religiosas y los Hermanos Laicos de otras comunidades, pero por sobre todo Gracias a Dios y a nuestro Padre Domingo por darnos la oportunidad de compartir esta grata jornada. “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc 16,15) Como laico me doy cuenta cuánto nos podrían ayudar las Contemplativas de la Orden en nuestra formación, con su forma leer la Biblia, de meditar, de orar y de contemplar. ¿No podría ser compartido con nosotros el modo cómo cultivan su silencio maravilloso? ¿Por qué no usamos los medios técnicos de comunicación para participar del caudal de sabiduría orante de nuestros Monasterios? Hemos comenzado el Novenario para celebrar los 800 años de la Aprobación de la Orden (2016). ¿Por qué no peregrinar una vez al año a los Monasterios? ¿No sería ésta una forma de conocernos mejor las distintas ramas de la misma Familia Domínica? ¿No sería éste un buen

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camino para fortalecer nuestro carisma fundacional y para propiciar la apertura de nuestra misión evangelizadora hacia todas las culturas? Esperamos que a futuro sean muchos más los peregrinos. Terminamos nuestro encuentro con un ágape fraterno, compartido con las Hermanas Contemplativas. En el desierto del Norte, al finalizar la Misa, las monjas presidieron la Liturgia del Envío. Inmediatamente después, regresamos a las respectivas ciudades y pueblos. En nuestro interior resonaba la frase: “Vayan y anuncien la Buena Noticia”. La experiencia fue maravillosa: Compartir la gran riqueza espiritual de nuestras monjas, ser testigos de su forma de comunicarse con el Dios de Jesucristo, sentir la bondad de su acogida. Todo fue un regalo de Dios. Miguel Soria C. Presidente Laicado Dominico(Chile) Original: Español

Celebración del Año Jubilar en Cuba. Durante este Año Jubilar nuestra comunidad ha recibido muchas gracias. Nos vimos invadidas e inundadas por el torrente de Sus Gracias, cuya plenitud siempre sobrepasa nuestras vidas. Todo ello nos ayudó a crecer en el conocimiento, gratitud y amor a Nuestro Señor, a su Santísima Madre y a Ntro. P. Sto. Domingo. Las olas de su amor nos impulsaban comunicar todas las gracias recibidas a nuestros hermanos: los padres dominicos, las hermanas de vida apostólica que residen en la ciudad (Dominicas de Granada y Dominicas Canarias) y los fieles cercanos al monasterio. Junto con ellos celebramos este festín espiritual, a veces incluso en forma de ágape o sencilla merienda. En todo momento los hemos sentido muy unidos a nuestra comunidad. Los obstáculos externos, que a veces se presentaban como arenales de indiferencia o muros rocosos que nos impedían explayarnos, cedieron el paso a otras iniciativas y nos asombramos de la publicidad que nos proporcionó el Señor. La llama del Santo Espíritu encendida por el Señor en nuestros corazones quiere seguir actuando en un anhelo insaciable de ser cada día más fieles esposas de Jesús Crucificado y colaboradoras en su Obra Resucitadora, como Nuestro Padre Santo Domingo. Para que el júbilo de su Divina Misericordia, vivida litúrgicamente en cada momento, haga de nuestras vidas un perenne Jubileo. Monasterio de Santa Catalina de Siena. La Habana (Cuba) Original:Español

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Preparándonos para otro Jubileo. Ya ha comenzado la cuenta atrás para la celebración del 800 aniversario de la Confirmación de la Orden, año 2016. El Maestro de la Orden, en una carta dirigida a toda la Famila Dominicana, ha propuesto que este primer año de preparación a dicha efeméride, sea un año consagrado al Rosario, instándonos a redescubrir el Rosario como medio de contemplación e instrumento de predicación profética. Fr. Carlos nos lanza una pregunta muy sugerente: “¿podríamos nosotros, los Dominicos, recuperar la piedad popular que nos caracteriza: el Rosario?”. Y para ello nos anima utilizando una bella imagen, “… sostener y aferrar el Rosario en los momentos difíciles de nuestra vida, es como sujetarse de la mano de la misma Virgen.” Como miembros de la Familia Dominicana tendremos que dar repuesta a esta invitación desde nuestra propia forma de vida. Las Hermanas Dominicas Internacionales, DSI, han dirigido el siguiente llamamiento a la toda la Orden, que puede ser un buen medio de difusión del Rosario y a la vez de solidaridad con los cristianos de Tierra Santa. 2008 Año del Rosario : el Jubileo Dominicano y los Rosarios de la Palestina En los últimos meses la perspectiva de los palestinos en Tierra Santa se ha oscurecido considerablemente. Estos hechos cotidianos, no solo destruyen la vida, los bienes y la esperanza, sino que están paralizando “los corazones y su capacidad de amar”. Es fundamental que el mundo reconozca la situación de los dos pueblos implicados en este conflicto, más aun la necesidad de los palestinos, y en particular de los cristianos, que son aun más amplias. En verdad estos últimos están entre los más olvidados. Representan menos del 5% de la población total de Tierra Santa. En este año jubilar podemos enviar un mensaje de solidaridad y esperanza. Algunas familias en las zonas de Belén y Jerusalén hacen rosarios, con madera de olivo, para vender a los turistas. Nosotros podemos ayudarlos a vender su trabajo. Pedimos una donación de 2 euros o 2 dólares para cada rosario encargado. Esta cifra cubre el costo de hacer y enviar el rosario. Todo el dinero donado se destinará directamente a los que hacen los rosarios, amigos de los dominicos locales. Aproximadamente unos 250,000 rosarios, están circulando en el mundo, a través de la Familia Dominicana. El proyecto del rosario sigue adelante... y esperamos difundirlo todavía aun más con tu ayuda. ¿Tienes alguna idea de cómo dar a conocer este proyecto entre tus amigos y tener así oportunidad de solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas en Palestina? Para más información: Pueden escribir a DSI – Hermanas Dominicas Internacionales: dsi@curia.op.org o visitar la página web www.dsiop.org (sección justicia y paz) HT

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