Sucesos
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$5 Año 2 - Número 37 20 de noviembre 2014
“Los derechos se tienen cuando se los ejerce” (José Martí)
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Rincón literario
El jardín estático Por Cocoliso Acevedo, continuador literario de Don Urquijo de Torre Blanca cocolisoacevedo@yahoo.com.ar
En un lejano paraje trabajaba el hombre, un campesino. Vivía en soledad y totalmente abocado a mantener prolijamente un extenso jardín. Detallista, con una dedicación enfermiza, mantenía sin malezas los canteros, limpios los caminos internos, reacomodaba piedras, cortaba las flores envejecidas, juntaba hojas de árboles, rasuraba el césped, regaba y volvía a comenzar. Con el lento pasar de los años y una soledad no elegida, esta tarea lo fue aburriendo y se cansó. Abandonó el trabajo y quiso dormir, sólo dormir. En un sueño obscuro, un anciano brujo le dijo que accedería a cumplirle un deseo, en honor a su bello trabajo y tal vez con aquella frase orientó maliciosamente al campesino sobre el objeto del pedido, ya no era libre su elección. Sin dudarlo dijo: _ Deseo que el jardín se mantenga siempre igual, en p e r fe c t a p r o l i j i d a d , a s í p o d r é apreciarlo florido sin necesidad de trabajar como hasta ahora, lo quiero así hasta mi último día. _ Cumplido será. contestó el anciano, y el hombre despertó con raras sensaciones, temor y abrumado por su encuentro con ese misterioso. Un extraño sentimiento lo preocupaba cuando se levantó, se dirigió a la ventana de su dor mitor io para observar el abandonado jardín durante unos segundos observó incrédulamente lo que sus ojos le mostraban. Reaccionó y corrió, bajó la escalera, pasó por el comedor y de ahí
saltó al jardín gritando, aún en pijamas. Lo pulcro y prolijo de los detalles no dejaban de sorprenderlo. Estaba en éxtasis, en parte por lo que veía y también por no poder explicar con su
nada moría, los vivos colores se mantenían. Todos los días y todo en su exacto y preciso lugar, no hubo lluvia, viento o nevada que lograra cambios. Durmió tranquilo y descansó.
lógica el motivo, ¿quién había hecho esto a su jardín? ¿Había sido él? Recorrió sonriendo, acarició llorando algunas flores, hasta pasado el mediodía. Pasaron los días. Almorzaba en la galería, rodeado por enredaderas, disfrutando del colorido espectáculo que poseía. Las cuatro estaciones transcurrieron sin ninguna variación, nada crecía,
Rutina. Con el pasar de los años comenzó a regar, sin que esto tenga efecto alguno. Rutina. Aparecieron sentimientos contradictorios. Rutina. *** Con el paso del tiempo se aburrió de la belleza del jardín, ahora sus
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acciones no producían consecuencias. La ausencia de cambios en las flores lo llevó a preguntarse sobre el origen de aquel encantamiento y sobre su deseo. ¿Estaba bien el jardín? Las plantas nada le transmitían. Una tarde de invierno, caminando por los verdes pasillos, comprendió que había amado a su jardín tanto por sus plantas y flores como por sus cambios. Ese ya no era su jardín. Se fue atormentando. Los vivos colores le molestaban. Dejó de pasear por el jardín. Cerró las ventanas de la casa. Se encerró. Sentía una fuerte presión, lo vivo y lo estático del jardín lo aturdían. Pasó así varios días. *** Esa mañana despertó aliviado; con el alivio que siente quién ha tomado una decisión. Desayunó, luego de abrir las ventanas. Luego salió al exterior por la puerta principal de la casa. Caminó lentamente, casi desganado, pero con una mirada lúcida que recorría todo el parque. Se detuvo en un pasaje de piedras y pensó: crecer con las lluvias de primavera, brotar, florecer, cambiar el tono en otoño hasta que las hojas caigan en el frío, sufrir y esperar la primavera nuevamente. Esa es tu verdadera belleza y yo te la he quitado. *** Una bandada de palomas tomó vuelo asustada desde la copa de unos árboles, tras el estruendo de un disparo.