La ruta de la
Seda por Valentina Lรณpez G.
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La ruta de la seda
HabĂa una vez, en la lejana China, un emperador llamado Huang Ti quien reinaba junto a su hija la princesa Xi Lingshi en un palacio hecho de jade ubicado en la mĂĄs hermosa pradera de moreras del reino.
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Las moreras son unas plantas hermosas, nativas de China, de las cuales se cultivan semillas y adornan de una manera espectacular el palacio, siendo la fuente de felicidad del emperador, pues en su tiempo libre goza de podar y cuidar su jardĂn para cada maĂąana ver las gotas de rocĂo alumbrar los pĂŠtalos de las flores, formando un tapete escarchado hacia el horizonte.
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Un día el emperador caminando por sus bellos campos se percató del mal estado de sus plantas de morera; estas tenían agujeros en sus hojas y flores, y se encontraban de color pálido y sin brillo. Finalmente lo más alrmante fue ver como sus hojas desaparecían misteriosamente hasta que la planta moría.
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Preocupado por ver el estado de sus campos el emperador llamó a su hija y le pidió el favor de investigar que sucedía para encontrar así el remedio a la enfermedad que está dañado a la fuente de su felicidad.
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La princesa, a fuerza de observar las plantas, descubrió unos pequeños capullos amarillentos y brillantes. Sin embargo no entendía de donde provenían. Para despejar su mente decidió tomar el té al lado de su estanque favorito.
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Cogió uno mientras tomaba su té y, por descuido, el capullo se le escapó de los dedos y cayó en la taza de té caliente. Al sacarlo, el capullo comenzó a deshacerse transformándose en una hebra de hilo muy largo.
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Tras este descubrimiento, a la princesa se les currió enrollar ese hilo en bobinas y utilizarlo para tejerlo. Le llamaron seda y con esta nació, la industria de los tejidos y lasericultura (la cría de gusanos de seda). La seda se convirtió en un tesoro del imperio Chino, uno que mantenían en secreto para que los hermosos vestidos y tejidos de seda solo puedan existir en el reino del emperador.
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Los hermosos vestidos chinos eran la envidia de todos los imperios, los cuales intentaban copiar la técnica sin éxito, pues no sabían el secreto que guardaba Huang Ti. El emperador romano Justiniano tuvo la idea de enviar a monjes como espías al imperio Chino, los cuales conocieronl os procedimientos para la crianza del gusano y la producción de la seda. Sin embargo no tenían la forma de iniciar la crianza sin unos huevecillos de los cuales era prohibido su tráfico fuera del reino. Los monjes, muy astutos introdujeron semillas de morera y huevecillos del gusano de seda en el hueco de sus bastones de bambú, logrando así burlarla vigilancia sobre esta especie y sacarla hacia su territorio.
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Así fué como el secreto de la hermosa seda fué robado del imperio Chino hacia roma, de ahi a Grecia y la sericicultura se extendió a los países de Asia y África del Norte; más tarde llegó a Europa, y luego a todo el mundo creando la ruta de la seda.
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Ilustrado, editado y escrito por Valentina LĂłpes GarcĂa
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