Manual 5

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Jiménez Díaz, María Madres, padres, hijas e hijos hacia la democratización familiar en México / María Jiménez Díaz ; [presen.] Beatriz Schmukler, Xosefa Alonso. – México : Instituto Mora, 2010. 86 p. ; 26 cm. – (Manuales construyendo alternativas de convivencia familiar ; 5) Serie coordinada por Beatriz Schmukler Scornik Bibliografía: p. 83-85 1. Familia. 2. Madres. 3. Padres e hijas. 4. Padres e hijos. 5. Maternidad. 6. Familia – Estructura – Modificación. 6. Democracia. I. Schmukler Scornik, Beatriz, coord. II. Alonso, Xosefa, prol. III. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (México, D.F.). IV. t. V. ser.

Obra publicada con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología

Primera edición, 2010 D. R. © Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora Plaza Valentín Gómez Farías 12, San Juan Mixcoac, 03730, México, D. F. Conozca nuestro catálogo en <www.mora.edu.mx> ISBN: 978-607-7613-43-5 obra completa ISBN: 978-607-7613-48-0 vol. 5

Impreso en México Printed in Mexico


ÍNDICE 5 Agradecimientos Beatriz Schmukler 9 11 14

Introducción general Beatriz Schmukler y Xosefa Alonso ¿Por qué proponemos una democracia familiar? Estructura de los manuales

17 Presentación 19 Objetivo general 20 Presentación de los temas 23 LA DECISIÓN DE FORMAR UNA FAMILIA EN PAREJA O EN OTROS CONTEXTOS 23 El compromiso de vivir en pareja o en otros contextos 26 Percibimos desde nuestra condición de género 27 Contrato y acuerdos de pareja o del grupo familiar 28 Deseo y decisión de ser padre o madre 32 Contextos en los que puede nacer una niña o un niño 37 37 38 45

LA MATERNIDAD/PATERNIDAD EN LA INFANCIA TEMPRANA Nacimiento y primer año en la vida de una niña o un niño El hombre “embarazado” El crecimiento: niña, niño o persona

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RELACIONES PADRE-MADRE, HIJAS-HIJOS Y ÉTICA DEL CUIDADO Una ética para el planeta La autoridad hacia las hijas y los hijos Responsabilidad y división de tareas; nuevos conflictos de género


62 DE LA CORRECCIÓN AL MALTRATO, ¿CÓMO EDUCAR CON RESPONSABILIDAD, DISCIPLINA Y AMOR A SUS HIJAS E HIJOS? 63 La participación de las niñas y los niños en las decisiones familiares 65 El maltrato infantil: repercusiones en la salud mental y otras consecuencias 66 ¿Cómo prevenir la violencia familiar? 72 LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS SON PERSONAS, LAS MADRES Y LOS PADRES TAMBIÉN LO SON 72 Las niñas y los niños son personas, sienten lo que sienten 77 Las madres y los padres también son personas, sienten lo que sienten 80 Problemas de las madres y los padres, el divorcio, familias con un solo cuidador 83 BIBLIOGRAFÍA 86 SOBRE LA AUTORA


Agradecimientos Beatriz Schmukler Estos manuales están dedicados a la memoria de nuestra queridísima compañera Martha Acosta Ruiz, quien nos sigue acompañando en toda nuestra lucha por las transformaciones familiares. Quiero dar las gracias a todas las personas que participaron con nosotros y nosotras en la creación del enfoque de democratización familiar, especialmente a Clemencia Muñoz por su apoyo intelectual y capacidad creativa en la búsqueda de nuevas modalidades de convivencia familiar. Clemencia respaldó esta iniciativa cuando fue representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el año 2000 y luego cuando fue directora de la Fundación Kellogg. Agradezco el auspicio y la asistencia intelectual y técnica del PNUD en la ejecución del proyecto Propuestas para una Convivencia Democrática en la Familia, núm. 00013567, entre los años 2001 y 2004. Vinculado con dicho proyecto agradezco el apoyo del INMUJERES nacional para realizar la prueba piloto del enfoque. A los institutos o programas estatales de la mujer y de equidad de género de los diez estados participantes: Baja California Sur, Distrito Federal, Querétaro, Guanajuato, Puebla, Monterrey, Sonora, Sinaloa, Veracruz y Yucatán. Los primeros borradores de estos manuales se construyeron en esos años bajo el trabajo editorial de Xosefa Alonso Sierra, con los aportes de las y los participantes de estas experiencias, los equipos estatales, las promotoras y promotores de los programas sociales, y asesores en la revisión de las versiones sucesivas de los diversos temas que abordan los manuales. Paco Cervantes y Roberto Garda del Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (CORIAC) ayudaron también a enriquecer estos manuales con sus sugerencias y críticas constructivas. Le damos un especial reconocimiento al equipo Salud y Género, A. C., por la autoría de tres manuales y su lectura detallada; sus comentarios fueron muy importantes para la concreción y enriquecimiento de estos trabajos. Agradezco en especial al equipo de investigadoras, investigadores, directoras de institutos y consejos estatales de las mujeres y de equidad y género, así como a directores y profesionales de programas gubernamentales que participaron en     5


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esta primera etapa de construcción del enfoque y creyeron en su importancia para prevenir la violencia de género. Nombro aquí a las personas más cercanas y sé que podré olvidar muchas, a quienes les debo también gratitud: Tatiana Ramos, Maribel Arellanes, Margarita Ortega, Elia Cervantes, Rafael Uro, Cecilia Zermeño e Irene Victoria López, de Guanajuato; Milagros Herrero Buchanan y Karla Hernández, de Yucatán; Claudia Hernández, Thelma Pedroza, Erika Meza Rosas, Mónica Díaz de Rivera y Angélica de Lara Herrera, de Puebla; María Cristina García Quintana y María Pilar Sáinz Reyes, de Querétaro; Noemí Ales Gatti, Eduwiges Vega Padilla y Columba Norzagaray Gámez, de Sinaloa; Patricia López Navarro, María Teresa García Pelayo y Elizabeth Anayensi Alvarado Palacios, de Baja California Sur; María Antonieta Margot Loustaunau, Rosario Román Pérez, Teresa Caraveo Galindo e Icela Moreno, de Sonora; Martha Patricia Colorado y Maricela Cienfuegos, de Veracruz; María de Lourdes Montes de Oca, Thelma Vilchis García, Heddy Mayanin Villaseñor Hernández, Isabel Ramos Alvarado, Georgina García Reyes y Luz Rosales Esteva, del Distrito Federal; Blanca Guerra, María Elena Chapa y Francisco Gallo Granados, de Nuevo León. A los queridos y queridas compañeras(os) del proceso de fundación del enfoque de democratización: María del Rosario Campos Beltrán, Xosefa Alonso Sierra, Nury Escobedo, Gloria Cardona González, Marcelo Carrillo Babani y Loreto Bravo. A mi querida compañera de ruta, María Jiménez, con quien todavía seguimos desbrozando malezas para la prevención de la violencia de género en las familias. A Carolina Coppel, de la Fundación Kellogg, quien participó con todo su amor y entusiasmo en el programa de capacitación en Oaxaca, y a los queridos compañeros y compañeras de Sinergia, con quienes nos transformamos juntos en los años 2006-2007. Gracias a Carolina por su apoyo en el desarrollo del programa en Morelos, Yucatán y Distrito Federal de 2007 a 2008 y en la producción del primer Manual para la prevención de la violencia familiar, con el enfoque de democratización en programas sociales. Agradezco a las y los participantes durante el seguimiento de la aplicación del enfoque de democratización en las comunidades con las que trabajan en Morelos y Oaxaca. En Oaxaca a Teresita de Jesús Santaella, Adriana Cointa, Araceli García, Leonor Zárate, Rebeca Ramos y Edith Juárez, de Centéotl, y a Luis Cervantes, de CENTRARTE; en Morelos a todas las y los integrantes de las organizaciones que participaron en los talleres, especialmente a Magdalena Esperanza Solano de Autonomía, Libertad en Movimiento (ALEM), a Cecilia Mendoza de la Unidad Central de Estudios para el Desarrollo Social (UNICEDES), a Mariana Barreda del Centro Cultural el Callejón en Cuautla, a Arlette Michán de Caminando Unidos, a Elsa Román de los Centros de Integración Juvenil, a Leticia Ramírez de la fundación A Cambio de Nada, a María del Carmen Conde, Yanet Rosales y Carlos de la Mora.


Agradecimientos    7

A cada alumno y alumna del programa de formación en el Estado de México por las experiencias compartidas y los aprendizajes construidos como “agentes de desarrollo local para la prevención de la violencia de género”, en el proceso de cogestión de convivencias democráticas vivido este último año. A las compañeras y compañeros que decidieron constituirse en una red permanente de democratización familiar y que organizaron el Primer Foro de Democratización Familiar: Género y Violencia. Oriente del Estado de México, especialmente a Martha Martínez, Sergio Hernández, María Esther Peña, María de los Ángeles Salazar, Araceli Corona, Odeth Trejo, Áurea Hernández, Abigaíl Bazán, Yeny Díaz, Sandra González, Roxana Andrade, Lourdes Marroquín, Alejandra Oyosa, Carmen Zamora, Eva López, Ma. Elena Torres, Lorena García, Hortensia Ponce, Victoriano Martínez, Rocío Román, Lucero Chávez, Hugo Neri, Estíbaliz Vera, Nora Cinco y Francisco Morán. A las y los docentes del diplomado y el curso: Trinidad Gutiérrez, Juan Guillermo Figueroa, Marcos Zenteno, Etelvina López, María Jiménez, Hugo Rocha, Pilar Lomelín, Prudencio Mochi, Cristina Girardo, Lourdes Morales, Raquel Marchetti, Yolanda Corona, Mirta Blostein y Elizardo Rannauro, y a los docentes de la UAEM que apoyaron el desarrollo del diplomado: María Luisa Quintero, Carlos Fonseca y Juan Manuel Sánchez. A Milagros Herrero Buchanan, Etelvina López y al Fondo Intersectorial INMUJERES-CONACYT por su reconocimiento del enfoque de democratización y el apoyo brindado durante 2009 y 2010. A Dolores Manjarrez y Martín Winocur de la Dirección de Vinculación del CONACYT, por el apoyo brindado para el desarrollo del Programa de Formación de Agentes de Desarrollo Local para la Prevención de la Violencia de Género, en el 2010, y la producción de esta serie de manuales. Al grupo de docentes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), con quienes estamos organizando un programa para la prevención de la violencia de género y la democratización familiar, estableciendo un diálogo paritario e interdisciplinario, que nos permite enriquecer y profundizar el enfoque. Especialmente a Patricia Palacios, Edita Solís, Oliva Solís, Blanca Isela Gómez, Sulima García y Miriam Herrera, responsables de desarrollar la guía de trabajo para el programa de la especialidad. A Luis Gerardo Ayala Real y a Patricia Aguilar, por sus contribuciones que nos hacen abrir nuestras mentes y corazones. A cada participante con quienes revisamos, cuestionamos, transformamos y mejoramos el enfoque en estos últimos tres años: Lizzy Palencia, Hugo Rocha, Olga Murguía, Mónica Morales y Maricela Martínez. Estos manuales que publicamos ahora son producto de diez años de gestación, ensayos y errores, y de procesos de transformación colectivos en nuestras familias y las familias que fantaseamos para un camino constante de construcción de alternativas de convivencia.



Introducción general Beatriz Schmukler Xosefa Alonso La serie que presentamos forma parte de una estrategia de trabajo para integrar el enfoque de democratización familiar en programas de capacitación en instituciones de gobierno y académicas, y en organizaciones de la sociedad civil. El objetivo de estos manuales es ofrecer herramientas para los promotores que trabajan en dichos programas, creando conciencia y recuperando vivencias sobre los malestares que sentimos en las relaciones familiares actuales. La posibilidad de reflexionar colectivamente en torno a dichas molestias nos permite buscar alternativas para prevenirlas o ponerles fin. El reconocimiento de los malestares que vivimos en las familias permite prevenir la violencia de género al poner en entredicho los conceptos y las vivencias de las actuales relaciones de género. Estas se basan en formas de dominación construidas socialmente desde los orígenes de la humanidad y que son cuestionadas por las mujeres desde los inicios del movimiento feminista en el siglo XIX. En el siglo XX, desde la primera Conferencia Internacional de la Mujer en 1975, se empiezan a deconstruir esos vínculos de dominación. La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) es el primer tratado internacional que reconoce de manera expresa, desde 1979, los derechos humanos de las mujeres; México forma parte de ella desde 1981. Los países que han ratificado la CEDAW se comprometen a adoptar las medidas necesarias para erradicar todas las formas de discriminación contra las mujeres, ya que a través de sus 30 artículos establece las bases para el logro de una verdadera igualdad entre mujeres y hombres, tanto en el ámbito público como en el privado. La Convención de Belém do Pará, realizada en Brasil, fue adoptada el 9 de junio de 1994 por 31 de las 34 naciones que integran la Organización de Estados Americanos (OEA). México la aprobó en 1996. Ese reconocimiento ha significado un avance sustancial en relación con la protección de los derechos humanos de las mujeres, ya que califica la violencia contra la mujer como un delito y una violación a los derechos humanos.     9


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• Define la violencia contra la mujer como “cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como privado”. • Comprende la violencia dentro de la familia o unidad doméstica, en cualquier relación interpersonal, la que tenga lugar en la comunidad y la que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes. • Su aprobación fue fruto del esfuerzo sostenido del movimiento de mujeres en los ámbitos mundial y regional, y logró colocar en la agenda pública el tema de la violencia basada en género. Con estos manuales nos proponemos tender, sobre las relaciones familiares, una mirada que nos permita ver la realidad sin idealizaciones y sin normas rígidas que se conviertan en camisas de fuerza. Implica continuar con el proceso de deconstrucción de los vínculos de dominación de género en la familia e ir construyendo socialmente un concepto de democracia familiar que tenga su base en la equidad de género y en la construcción de un vínculo democrático de autoridad entre las generaciones. Supone un reconocimiento equitativo de la autoridad de hombres y mujeres, padres y madres, así como la participación de niños(as), jóvenes y miembros de la tercera edad en las decisiones familiares. No desconocemos la necesidad de autoridad en los grupos familiares; nos proponemos reconstruir significados y prácticas de autoridad basados en la corresponsabilidad, respeto a la diversidad y a los derechos humanos en las familias y de las familias. Nos proponemos tomar conciencia de nuestros deseos diferenciados y ser capaces de resolver conflictos de modos negociados; pero, al mismo tiempo, reconocer las creencias que nos impiden resolverlos con libertad; visualizar los prejuicios sobre lo que deben ser las mujeres y los hombres, sobre la disciplina de las hijas e hijos y sobre las maneras de vivir de otras personas, ancianas y ancianos, jóvenes, niñas y niños. Nos preguntamos qué podemos hacer para aceptar esas diferencias, siempre y cuando no lastimen los derechos individuales. Consideramos sustantivo reconocer nuestros prejuicios y autoritarismos, así como los obstáculos que tenemos que superar para poder cambiar. Queremos construir nuevas miradas y vivencias para situaciones nuevas que nos ayuden a superar la dominación de género mediante propuestas alternativas elaboradas con los grupos de trabajo en los talleres. Estos, a su vez, se constituyen dentro de los procesos de capacitación que forman parte de la construcción de nuevos significados de familias basadas en la equidad de género. Los procesos de capacitación son simultáneamente procesos de construcción social de significados y de articulación de actores que pueden impulsar procesos de transformación de la cultura de género. Estos manuales fueron conformándose colectivamente a partir de los temas más habituales que surgían en los talleres con las y los promotores. Dichos temas


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constituyen la base de las dinámicas que proponemos en ellos. Por ejemplo, aspectos que tenemos en común las madres y los padres cuando nos sentimos dueños de la vida de nuestras hijas e hijos y queremos imponerles conductas mientras ellos ya desean su libertad. ¿En qué consiste nuestra función en ese caso?, ¿cómo podemos, sin imposición, facilitarles también a ellos sus vidas?, ¿cómo ayudarlos sin permitirles transgresiones que vulneren los derechos de los demás?, ¿cómo pueden las y los jóvenes ser sujetos de su propia vida y llegar a acuerdos con sus madres, padres, compañeras y compañeros?, ¿qué hacer para que las niñas y los niños sean escuchados en un clima donde los adultos los respeten y a su vez les puedan pedir su participación en la vida del grupo?, ¿cómo resolvemos, a su vez las dificultades de padres y madres al poner límites a los hijos(as)?, ¿cómo resolvemos la desaparición de una autoridad clara para los adolescentes en tanto los viejos parámetros de autoridad se están debilitando? Queremos reemplazar el autoritarismo por una autoridad democrática basada en el respeto a la diversidad y al mismo tiempo rescatar valores de corresponsabilidad y compromiso afectivo: ¿cómo se construye cotidianamente una autoridad basada en la negociación y el consenso donde hombres y mujeres sean reconocidos como autoridades equitativas? Las mujeres estamos aprendiendo a reconocer nuestros deseos y nuestros derechos. ¿Cómo plasmar esta nueva manera de vivir al negociar con las otras personas y, al mismo tiempo, poner límites claros cuando necesitamos defendernos? También los hombres se están transformando, comienzan a reconocer los alcances del machismo y a reflexionar sobre “¿qué es un hombre de verdad?”, como se dice en el manual de Hombres participando en la democratización de las familias. ¿Acaso habrá un hombre de verdad, podremos ser individuos en relación, ser recíprocos y responsabilizarnos por nosotras, nosotros y las demás personas?

¿Por qué proponemos una democracia familiar? Esta democracia no implica anarquía, ni la necesidad de votar para tomar decisiones, tampoco significa debilidad respecto de los deberes familiares. Implica “aceptación de las obligaciones, además de derechos protegidos ante la ley”. Implica la protección de niñas y niños, de ancianas y ancianos y de las personas con discapacidad. No significa “falta de respeto y ausencia de autoridad”, sino equidad en las decisiones, en la distribución del bienestar y en la libertad de pensamiento y acción, así como “la posibilidad de réplica” y de disentir, de ser diferentes. Algunos de los criterios que supone la democracia familiar son: la posibilidad de compartir la autoridad y el poder entre los adultos a cargo y hacer partícipes a los demás miembros de las decisiones que afectan al conjunto.


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Ello conduce a propiciar consultas entre quienes ejercen el poder y la autoridad –así como con los otros miembros del grupo– para que surjan a partir de la reflexión nuevas preguntas y se llegue a soluciones de respeto y de mayor consenso y negociación. Planteamos problematizar las relaciones de género existentes y las maneras actuales de “resolver” conflictos. La propuesta es que –mediante el trabajo con los manuales en los talleres– se elabore, dialogue y reflexione colectivamente acerca de formas de respeto y equidad entre los géneros y entre adultos y niños. Se requieren metodologías para superar de manera conjunta las trabas que nos impiden imaginar nuevas salidas a nuestros conflictos, salidas que implican descubrir barreras emocionales y culturales. La reflexión supone encontrar en nosotras y nosotros mismos el cúmulo de obstáculos culturales para pensar. Para construir una vida democrática en las familias es necesario repensar la cultura de género y descubrir nuestras barreras emocionales para pensar. ¿Por qué hablamos de género en esta construcción?, y ¿por qué poner el acento en la necesidad de que mujeres y hombres revisemos en la vida de todos los días las modalidades habituales de ser mujer y de ser hombre? El enfoque de género es una manera de mirar las diferencias entre las mujeres y los varones y las relaciones que establecen; es un concepto que ayuda a pensar que el conjunto de atributos y expectativas que atribuimos a las personas de cada sexo biológico son características definidas y construidas por el conjunto de los miembros de cada sociedad en cada época histórica. Entonces, todas y todos somos sujetos activos de esa construcción conjunta y podemos generar cambios benéficos. La vida cotidiana es el escenario en el que se produce y reproduce la desigualdad entre los géneros. Esa desigualdad aparece en el día a día, de tal forma que las mujeres quedan al servicio de las necesidades domésticas, como personas vulnerables y altamente emocionales. Padres, maridos, hijas e hijos tienen derechos sobre las mujeres, mientras que los hombres quedan como los sujetos de autoridad y mando, con derechos y capacidad para tomar decisiones por todos. Esta forma de organización cotidiana construye la desigualdad entre los géneros y da lugar a dificultades de negociación que pueden traducirse en situaciones violentas cuando las mujeres no están dispuestas a aceptar pasivamente sus lugares subordinados y cumplir con el papel que se espera de ellas. La tendencia a transformar las diferencias en litigios, lamentablemente ha favorecido controversias y enfrentamientos más que conversaciones fructíferas entre quienes sustentan puntos de vista diferentes. Con el objetivo de adquirir habilidades en este tipo de conversaciones, estos manuales proponen entrenamientos y prácticas que intenten reforzar participaciones democráticas en las decisiones, que incluyen sugerencias, y a través de diálogos abiertos y continuos.


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Proponemos que los manuales nos permitan trabajar con nosotras(os) como personas, que no nos dé pena encontrarnos con los mismos problemas que la población a la que queremos ayudar. Ayudar es dialogar, escuchar y cooperar con las soluciones de los otros, tener una actitud de apertura hacia las diferentes alternativas. En este sentido, proponemos la reflexión, la comunicación y los recursos para la democratización familiar como ejes transversales presentes en cada manual. a) la reflexión es útil para realizar una revisión crítica de nuestras vivencias y actitudes, examinar problemas y modelos hegemónicos que se sostienen en relaciones de poder asimétricas. Nos permite preguntarnos cuáles son las causas de este tipo de relaciones, cómo se manifiestan, cómo se sostienen y cuáles son los costos y consecuencias para el individuo, para el grupo familiar y la comunidad. b) la comunicación se plantea como una herramienta para la convivencia y la solución de conflictos de una forma pacífica. Es una manera de percibir las diferencias que existen entre hombres y mujeres, distintas generaciones, experiencias, historias y culturas, aprendiendo a respetarlas sin juzgar negativamente lo diferente. Nos permite establecer maneras de comunicación que propicien acuerdos y prácticas para el bienestar de cada persona y del conjunto familiar, manifestar lo que sentimos y pensamos mientras que, a la vez, nos disponemos a escuchar y considerar la opinión de las otras personas. c) los recursos para la democratización familiar son herramientas, habilidades y un potencial individual y colectivo para la transformación de las relaciones familiares. Se trata de una búsqueda individual y grupal para acceder a alternativas posibles dentro de valores democráticos, de equidad, cooperación y solidaridad. Si bien estos principios se plantean como básicos y fundamentales para alcanzar relaciones democráticas, no se proponen como modelos a seguir, en tanto que cada persona, cada familia tienen experiencias y particularidades diferentes y, en consecuencia, ha de decidir y elegir la opción que más le ayude en cada momento. Nos preguntamos cómo podemos participar todos los miembros de una familia en decisiones, de acuerdo con nuestros recursos, como personas con derechos iguales; cómo podemos ir desarrollando acuerdos en función de las necesidades y los deseos de las personas sin seguir mandatos sociales que nos impidan ser y crecer a cada uno según nuestros deseos; cómo podemos las mujeres ser sujetos que nos autoricemos a crecer con autonomía y a remover de nuestros cuerpos las culpas del placer; cómo podemos sentir y entender las dificultades que tenemos para relacionarnos, hombres y mujeres, haciendo arreglos de corresponsabilidad que sirvan para cada una de las etapas de nuestras vidas. Debemos solucionar nuestros conflictos de manera negociada y rechazar las creencias que nos impiden


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resolverlos con libertad, visualizar los prejuicios sobre lo que deben ser las mujeres y los hombres, en cuanto a la disciplina de las hijas e hijos y las maneras de vivir de otras personas, ancianas y ancianos, jóvenes, niñas y niños. Nos preguntamos finalmente cómo podemos hacer para aceptar esas diferencias, siempre y cuando no lastimen los derechos individuales. Los manuales son una herramienta para establecer distintas formas de conversación. Esta nos sirve para reconocer nuestros miedos al fracaso en los vínculos que establecemos, nuestras dudas sobre los cambios que hemos experimentado nosotras, nosotros, nuestras hijas e hijos, nuestras parejas y los individuos involucrados en nuestras relaciones. Asimismo, los manuales constituyen un instrumento para auxiliar a las y los promotores en esta labor social que los convierte en líderes de relaciones humanas; para ayudarlos, en fin, a acompañar el proceso de transformación de las personas con quienes trabajan, con manuales enriquecidos con todas estas experiencias y aprendizajes a lo largo de estos diez años. El apoyo del CONACYT para publicarlos nos indica un interés por transmitir los productos de nuestras investigaciones a las políticas sociales y programas de prevención de la violencia de género y convertirlos en herramientas para la transformación de la cultura de género en una cultura de equidad. Recibimos retroalimentación de muchas personas que contribuyeron a enriquecer estos manuales con sus ideas y sugerencias, especialmente de los equipos estatales de coordinación y de las promotoras y promotores de los programas sociales que participaron en la revisión de las diferentes versiones de los manuales; sus ideas y experiencias fueron de mucha ayuda para lograr que estas herramientas se adaptasen a sus realidades. Consideramos de primordial importancia poder reconocer nuestros prejuicios y autoritarismos, así como los obstáculos que tenemos para cambiar. Nos referimos a las nuevas situaciones que estamos viviendo en nuestras familias y a la necesidad de construir nuevas miradas y vivencias para situaciones nuevas. En última instancia, estamos revisando el concepto de amor. Nos preguntamos si el acuerdo amoroso con el que nos constituimos como pareja y luego procreamos ha cambiado y si las necesidades y deseos que fueron surgiendo y transformándose tienen lugar en el amor de hoy; cómo conjugamos en ese amor los deseos individuales y los objetivos de los otros y las otras; cómo construir vínculos amorosos sin cercenar a ninguno de los miembros.

Estructura de los manuales Los seis manuales responden a una misma estructura. Se presentan primero los apartados “Agradecimientos” e “Introducción general”, que son comunes a todos


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los manuales. Cada uno de estos cuenta con una “Presentación” donde se realiza un breve diagnóstico de la situación específica del grupo al que va dirigido. Por ejemplo, cuál es la problemática que viven las niñas y niños, los jóvenes, las mujeres, los hombres, etc. En función de esta descripción general de la realidad social de este grupo y en relación con los demás miembros de una sociedad, se plantea una serie de temas que se analizan en los capítulos de cada manual. Cada capítulo responde a un objetivo específico que remite a su vez al objetivo general del manual; los capítulos contienen varios apartados en los que se presenta una reflexión teórica y una o dos actividades como herramientas para las y los promotores en el trabajo con grupos. Dichas actividades son de carácter participativo, tienen el fin de hacernos reflexionar sobre nuestras propias vivencias y nos invitan a buscar caminos de cambio para aquellos aspectos que deseamos modificar de nuestro comportamiento en las relaciones laborales, familiares y personales, especialmente. Además de estas actividades o ejercicios para generar conocimiento y análisis, existen otras para dinamizar grupos de cooperación, comunicación, relajación, etc. Todas ellas se presentan como herramientas para lograr un proceso de aprendizaje. La serie de manuales “Construyendo alternativas de convivencia familiar” consta de los títulos siguientes: 1. En Hacia la democratización familiar en México, por María Cristina Ravazzola, se propone una reflexión acerca de las familias mexicanas, analizando cuáles son los cambios que están experimentando en las últimas décadas. A partir de visualizar cómo hemos ido transformando nuestras relaciones familiares, desde nuestros antepasados hasta la actualidad, se analiza la familia como un ente social en continuo cambio y evolución. En este texto se reflexiona sobre qué tipo de familia queremos y asimismo se proponen valores de equidad, respeto, solidaridad y cooperación como un camino para la conformación de familias más democráticas. 2. En Mujeres participando en la democratización de las familias, por María Cristina Ravazzola, Emma María Reyes Rosas y Gisela Sánchez Díaz de León, se reflexiona acerca de la educación y formas de socialización tradicionales que viven las mujeres. Contiene un replanteamiento sobre las relaciones autoritarias justificadas por el género y se propone fomentar procesos de empoderamiento y autoestima de las mujeres a través del conocimiento de sus derechos y el reconocimiento de sus deseos y valores, en armonía con la sociedad de la que forman parte. Asimismo, se consideran las formas de relación de las mujeres con las demás personas de la familia en vínculos de paridad y negociación. 3. En Hombres participando en la democratización de las familias, por Benno De Keijzer y Luis Gerardo Ayala Real, se plantea reflexionar sobre la participación de los hombres en sus relaciones de pareja y familia; el ejercicio


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de su paternidad, las creencias acerca de los significados de ser hombre en nuestra sociedad y las formas de ejercer la autoridad. La meta es acompañar a los hombres en la transformación de sus relaciones familiares y personales, así como reconocer y desarrollar recursos individuales y colectivos para la negociación de conflictos en la familia, con miras a vivir relaciones de equidad más justas que permitan el desarrollo pleno de hombres y mujeres. 4. Mujeres y hombres jóvenes hacia la democratización familiar en México, por Olivia Aguilar Dorantes y Silvia del Pilar López Hernández. El propósito de este manual es repensar nuestras concepciones de la juventud, y que las y los jóvenes examinen sus relaciones de familia, interpersonales y de pareja. Para ello se revisan las relaciones de autoridad y abuso de poder que pueden sufrir las y los jóvenes en los diferentes ámbitos de su vida y se cuestionan las funciones de género en nuestra sociedad. Partiendo de la reflexión sobre los principales ejes de conflicto, se plantea la construcción de alternativas para establecer relaciones que promuevan la solidaridad, la cooperación, el respeto y la equidad entre hombres y mujeres. 5. En Madres, padres, hijas e hijos hacia la democratización familiar en México, por María Jiménez Díaz, se propone problematizar los diferentes contextos familiares en los que se da la crianza de un ser humano, identificando y cuestionando los procedimientos autoritarios que pueden existir en las relaciones familiares, especialmente en la relación madres, padres, hijas e hijos. El objetivo es lograr una convivencia en donde las niñas y los niños recuperen sus derechos y responsabilidades de acuerdo con su nivel de madurez; se invita a conformar relaciones democráticas partiendo de la confianza, el respeto, la empatía y la conexión de la madre y el padre con sus emociones, primero, y con las de sus hijas e hijos, después. 6. En Niñas y niños hacia la democratización familiar en México, por Hugo Rocha Pérez y Yolanda Corona Caraveo, se expone la construcción de una visión distinta sobre las niñas y los niños, reconociéndolos como sujetos de derechos y deberes. Se trata de una visión alejada del enfoque de considerar a las niñas y los niños como objetos que han de ser controlados, manipulados y reprimidos. Se pretende generar en los adultos una sensibilidad hacia las niñas y los niños para comprenderlos, contar con ellos como aliados en la búsqueda de formas para mejorar nuestras relaciones familiares y contagiarnos de sus capacidades creativas, lúdicas, inventivas y de alegría.


Presentación La desprotección de niñas y niños en México se pone de manifiesto en el hecho de que cada vez están más expuestos al riesgo de vivir en situación de calle. Según datos de UNICEF, existen en México 3 500 000 niñas y niños que trabajan, de los cuales muchos no asisten a la escuela; 150 000 trabajan en las calles, y 16 000 son víctimas de explotación sexual. Gran parte de ellos padece cotidianamente el autoritarismo y la violencia familiar, lo cual lleva implícito el desamor en las relaciones humanas y provoca que niñas y niños opten por vivir en la calle como una posibilidad de sobrevivencia y que, en consecuencia, se expongan a grandes peligros. El filicidio, entendido como “la muerte, abandono y explotación de la infancia”,1 se incrementa como fenómeno social a pesar de los programas y políticas existentes. Consideramos que desde el enfoque de la democratización familiar podemos contribuir a que en cada familia mexicana se tomen en cuenta a las niñas y los niños, al erradicar la crueldad existente en las relaciones humanas. De acuerdo con la Convención sobre los derechos del niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989: “se entiende por niño todo ser humano menor de 18 años de edad, salvo que en virtud de la ley que le sea aplicable haya alcanzado antes la mayoría de edad”. 2 Encontrar una visión alternativa –teórico-metodológica– a la educación autoritaria que impera en gran parte de las familias y escuelas en México, no es tarea fácil pues forma parte de una situación social que tiene mucha relación con el poder hegemónico detentado por el Estado durante décadas, en detrimento de una participación ciudadana que, a su vez, teme romper con los principios que sostienen la creencia de que educar es colonizar la infancia, mirar lo que sucede desde el universo del adulto, lo que minimiza, controla y somete los deseos de niñas y niños. Los recursos más frecuentes, y empleados de manera “natural”, son

1  Sau, 2  ONU,

Diccionario, 2001. Convención, 1989.

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la fuerza o la manipulación, en lugar de escuchar, orientar y encauzar los deseos de niñas y niños, acciones que se proponen en este manual. La educación autoritaria no propicia el diálogo ni las interacciones porque considera que el adulto sabe siempre aquello que conviene a las niñas y los niños, y promueve por lo tanto un modelo de sociedad y de familia que se basa en la superioridad de unos sobre otros. Frente a ello, proponemos un cambio, principalmente a partir del efecto y las consecuencias que esta situación ha ocasionado en el crecimiento y desarrollo emocional de niñas y niños al distorsionar la percepción que tienen sobre sí mismos, lo cual se manifiesta en la dificultad en el aprendizaje. Junto con la forma de enseñanza autoritaria coexisten otros métodos que provienen de la llamada escuela activa y otras corrientes psicoeducativas que abordan la personalidad infantil desde el mundo predominante de las fantasías, ya que estas ocupan un lugar central en el pensamiento de los primeros años de niñas y niños; interactúan a través del juego y desde este se relacionan y perciben la realidad. En los primeros años de la infancia, deseo y realidad se unen de manera mágica para el niño o la niña; y precisamente este pensamiento mágico impregna la mayor parte de las conductas infantiles. Al mismo tiempo, la curiosidad, que es la forma principal de acceder al aprendizaje, tiene en la infancia otras connotaciones (de tipo sexual) que con frecuencia son juzgadas, mal entendidas y mal encauzadas desde la escuela, la familia y el mundo adulto en general. Existe desconocimiento acerca de la importancia que tienen dichas connotaciones en el desarrollo del pensamiento científico de niñas y niños, el cual se verá afectado a futuro por las creencias de que es conveniente reprimir toda curiosidad dirigida hacia la sexualidad –por considerar que hay algo negativo en ello– al aplicar criterios morales, actitud que choca con el proceso de evolución en el desarrollo (biológico, psicosocial y social) de niñas y niños. Es importante reflexionar y transmitir una concepción de infancia que ubique y respete cada uno de los momentos evolutivos, así como la manifestación de sus etapas, como procesos de pensamiento y maneras de percibir el mundo. Estos procesos y maneras originan cambios en los intereses, lo cual supone que junto con la madurez biológica se va construyendo la madurez emocional: adquisición de aprendizajes nuevos y socialización, a través de la cual se van aprendiendo las formas de ser niña y niño en cada familia. Desde el manual se promueve en la pareja y el contexto familiar una visión de la educación que aborda el proceso de convertirse en persona. Ello implica que los propios padres y la familia en general deben asumirse como personas (sujetos) en contacto con sus propias emociones y limitaciones. Por lo tanto, el manual es, a la vez que una propuesta para construir juntos este proceso de ser personas democráticas, una herramienta de apoyo dirigida a


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las facilitadoras y facilitadores de democratización familiar que trabajen con madres y padres de familia, y otros miembros. Asimismo, invita a desarrollar confianza, respeto, empatía y conexión con las propias emociones, entre adultos primero, y con las niñas y los niños después. La educación de las hijas e hijos, al igual que la crianza y cuidado de los mismos, representa para la pareja un aprendizaje y un crecimiento cuya responsabilidad es necesario aprender a compartir por igual. Esto conlleva el desafío de encontrar nuevas formas de ser madre o padre, otras maneras de interacción familiar y de ejercer la autoridad. Se requieren otros valores e ideales, distintos a los estereotipos, para mujeres y hombres, así como de experiencias que permitan crecer con los conflictos, las emociones negativas y positivas, los prejuicios y miedos, para convertirlos en una posibilidad de mejorar la calidad de vida y convertirnos en personas más humanas y felices. En estos procesos, la facilitadora y el facilitador de democratización familiar tienen un gran camino por recorrer, acompañando las experiencias de aprendizaje y reflexión de los grupos con los que interactúe, pero habiendo vivido antes el recorrido por esta experiencia.

Objetivo general A través de este manual nos planteamos abordar, con las facilitadoras y facilitadores del Proyecto de Democratización Familiar, los diferentes contextos familiares en los cuales puede darse la crianza de un ser humano. Para ello, promovemos la reflexión sobre los procesos educativos y sobre la interacción entre los miembros de la familia, identificando y cuestionando los procedimientos autoritarios hacia niñas y niños. Proponemos una convivencia en donde estos recuperen sus derechos y responsabilidades, de acuerdo con su nivel de madurez, y tengan voz en las decisiones. Todo ello con el fin de transmitir que cada familia tenga la posibilidad de ir encontrando sus propias alternativas, vía la comunicación. Sabemos que las características culturales de la población con la que se trabaje pueden ser muy variadas, por lo que sugerimos que la facilitadora o el facilitador adapte el manual según las necesidades e intereses de cada población. En ocasiones se ponen a disposición varias actividades para poder elegir las más convenientes. Al respecto, se recomienda que cada facilitador use simultáneamente sus propios conocimientos, ejercicios didácticos y tome en cuenta sus experiencias con el grupo.


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Presentación de los temas Se presenta una secuencia de cinco temas, los cuales contienen un recorrido que puede realizarse de manera individual, por capítulo, o en conjunto, ya que cada tema se aborda primero con información básica y luego se concluye con ejercicios. Estos últimos, en ocasiones pueden ser lúdicos o tratarse de preguntas guía que facilitan el aprendizaje mediante la reflexión y el compartir las experiencias de cada persona desde una metodología participativa. Puesto que la democracia en la familia se plantea desde las parejas, en el primer capítulo se las invita a reflexionar brevemente sobre los primeros encuentros y a buscar claridad acerca de su deseo de unirse. Asimismo, se trata de propiciar situaciones de comunicación e intercambio para concertar un contrato de acuerdos mínimos y fortalecer el anhelo de caminar juntos asumiendo un reto, mientras perduren los intereses compartidos y el amor. En el capítulo segundo se propone reflexionar acerca de la llegada de un tercero distinto, la experiencia de vivir con la primera hija o el primer hijo, y posteriormente, crecer en familia con otras hijas e hijos, asumiendo como madre y como padre la crianza y la educación de manera equitativa. El capítulo siguiente propicia la reflexión sobre la responsabilidad que implica asumir los deseos de proyectarse como madre o padre, mientras que en el capítulo cuarto se formulan propuestas para una educación que marque los límites de manera democrática, con tolerancia y con una visión hacia relaciones de intercambio, que considere la infancia con derechos y equidad entre los géneros. En el último capítulo se abordan los conflictos y las crisis familiares, con el enfoque de proporcionar a la familia recursos para enfrentarse a los cambios y reacomodos que aquellos suscitan. La visión del manual compromete por igual al hombre y la mujer en los diferentes contextos familiares, con hijas e hijos, y los orienta en la aventura de caminar juntos o separados, para que aprendan a aceptar otras maneras de vivir en familia como forma de prevención de la violencia familiar. Para ello se plantea la posibilidad de enfrentar los conflictos familiares de una manera pacífica; establecer la frontera entre el respeto y el abuso entre los miembros de la familia, aprender a vivir en contacto con sus sentimientos y emociones, tanto positivas como negativas; incursionar en nuevas identidades de género, así como en nuevas formas de autoridad y ayuda mutua en la familia, todo ello a partir de la concepción de una infancia con derechos.


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Nanas de la cebolla (fragmentos)3 Autor: Miguel Hernández [...] Una mujer morena resuelta en luna se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te traigo la luna cuando es preciso. [...] Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea, Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos Y de mi amor. [...]

3  Hernández,

Poesía, 1981, pp. 409-411.

Desperté de ser niño: nunca despiertes. Triste llevo la boca: ríete siempre. Siempre en la cuna defendiendo la risa pluma por pluma. [...] Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. Vuela niño en la doble luna del pecho: él, triste de cebolla, tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre.



LA DECISIÓN DE FORMAR UNA FAMILIA EN PAREJA O EN OTROS CONTEXTOS El objetivo de este tema es proporcionar al grupo varias herramientas para la reflexión acerca del vínculo y contrato implícito de pareja, así como de los contratos que se establecen en otros contextos familiares. La propuesta consiste en reflexionar tanto sobre los sentimientos de satisfacción con dicho contrato como sobre los deseos para transformarlo, detectando los intereses que unen a las personas y las dificultades en la convivencia familiar.

El compromiso de vivir en pareja o en otros contextos El origen en la conformación de una pareja, o la decisión de vivir en otro contexto familiar, es un punto para reflexionar ya que nos puede proporcionar información acerca de nuestra manera de ser y de actuar, así como sobre el tipo de pareja o de grupo familiar que estamos construyendo con nuestra elección y las consecuencias que tendrá en un futuro. La propuesta es profundizar en este tema porque pensamos que se vincula con la democracia en la familia con hijas e hijos; creemos que es posible que la vida democrática en familia puede ser una realidad si se empieza a construir desde la pareja o contexto familiar en el que se convive y en el que nacerá un bebé.

La pareja u otros contextos como un acto de libre elección Puede ser productivo reflexionar acerca del propio proyecto de vida. ¿Dónde y con quién queremos vivir? Reflexionar, pues, ya sea que decidamos vivir en pareja o en otro contexto familiar, como puede ser con amigos o amigas, o con otras familias, entre otros. ¿Por qué? Si la elección fuera con pareja, se podría pensar en la historia: ¿cómo elegimos pareja? Esta pregunta se puede responder en grupo, para compartir, como ejercicio, diferentes formas de encuentros entre hombres y mujeres o parejas en general.     23


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Las alternativas en la elección de pareja se dan en un universo donde en ocasiones intervienen factores que pueden tener que ver con la atracción física, la clase social, los intereses culturales o la empatía mutua –cierta facilidad para interesarse por las cosas del otro o la otra. También intervienen otros factores que no son tan claros para las personas y que corresponden a nuestra vida psíquica interior, en ella reaccionamos y nos vinculamos con otros u otras repitiendo esquemas familiares que provienen de las primeras relaciones infantiles y afectos con nuestros progenitores. Dichas reacciones y afectos quedan en la memoria y son inconscientes; esta manera de relacionar es común a todas las personas, está presente cuando buscamos pareja e influye en nuestra elección. Pero es posible que en las alternativas de elección de pareja intervengan muchos más factores que pueden ser descubiertos por cada persona. Al hablar de la pareja es inevitable que pensemos en el tema del “amor” y, por tanto, en el mundo de las emociones, de los anhelos que cada persona coloca en la pareja. Cuando dos personas se unen para vivir en pareja –independientemente del sexo de cada una de ellas–, podríamos preguntarnos: ¿qué los unió?, ¿por qué se juntan y para qué? La unión de una pareja puede explicarse de muchas maneras, pero consideramos importante dar a conocer que existe un “pegamento, ligazón, amarre” al cual llamamos “vínculo”, que se va modificando con la relación. Este tiempo puede ser personal y diferente con cada persona, y en él se registra el tipo de compromiso que asume cada pareja, al igual que los de las relaciones familiares o amistosas. En el vínculo está implicado todo y complicado todo.1 Se suele decir que el vínculo es racional o irracional; se habla de la calidad del vínculo; se menciona a veces que no hay vínculo. ¿Qué entendemos por esto? Estos conceptos aluden al esclarecimiento o grado de conocimiento de la naturaleza del vínculo en la relación de pareja, o en otras relaciones; lo que es igual, analizan qué tan conscientes son las personas de su unión. El vínculo es continente y expresión del nosotros. El vínculo, la manera en que una persona se une a otra, representa una estructura que proviene de toda una historia personal de afectos, representaciones y valores culturales aprendidos, que se reproducen y transmiten (dentro de esta estructura se establece la comunicación). Asimismo, da lugar a que una persona reaccione de una manera particular frente a un acontecimiento, persona u objeto en la medida en que tienen un significado particular para ella. La conducta vendría a ser la expresión de un vínculo en términos de lo que se ve. En el caso de la pareja, podemos decir 1  Pichon-Riviére,

Teoría, 1985.


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que cada uno proviene de una experiencia de vida que ha originado una cadena de vínculos distintos. Estos, a su vez, ocasionan que varíen sus percepciones de vida.

Actividad Significados de la vida en pareja Objetivo

Trabajar sobre los distintos significados que para cada cual tiene la vida en pareja. Hojas blancas y pinturas de colores. 30 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. La persona que facilita solicita que cada cual recuerde algunas de sus relaciones y escriba qué es lo significativo que lo une a cada persona. 2. Luego, les pide que cada uno haga un mapa con sus relaciones, dibujando en una hoja y pintando con colores cada relación. 3. Por último, todos comparten en plenaria su experiencia y comentarios. Esta actividad permite descubrir que la vida en pareja tiene significados distintos para cada uno: es posible pensar que proporciona compañía, sexualidad, protección, hijas o hijos, aprobación social. Pero también habrá quien opine que restringe las libertades, el espacio y el tiempo, que crea rutina, aburre, genera conflictos, culpas, violencia, entre otros. De manera que para unos puede ser algo necesario y positivo en cuanto al crecimiento personal y, para otros, puede ser vivido como amenazante y restrictivo. Cada pareja tiene su propia historia y su razón de existencia; no podemos reducir a una definición panfletaria el sentido de estar con una u otro, pero sí invitar a que cada persona construya su o sus compromisos y exprese abiertamente la intención inicial de estar en relación con otra, la cual puede variar en el tiempo. Cuando dos personas se encuentran y se eligen mutuamente comienza una relación de interacciones en la que intervienen la subjetividad y la historia personal de cada una de las partes; asimismo, ambos se ven afectados por condiciones externas (económicas, acontecimientos y crisis familiares y sociales) que se expresan en la conducta que tienen el uno con el otro. También adquiere sentido rescatar la conciencia del tipo de vínculo que hacemos y del compromiso que adquirimos al compartir la vida cotidiana con otras personas, aunque no sea nuestra pareja.


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Percibimos desde nuestra condición de género Un factor por considerar al conformar una pareja e interactuar con otro tipo de vínculos en la familia es retomar como propuesta algo que comúnmente se olvida: que los puntos de vista femeninos y masculinos, sus vivencias y representaciones sobre la relación mujer-hombre, sobre la vida familiar, varían dependiendo del género. Este supone un lugar tanto en lo subjetivo (interior) como en lo social y nos lleva a comprender el mundo de diferente manera; de ahí la metáfora de que “los hombres son de Marte y las mujeres, de Venus”.

Actividad Papel de hombres y mujeres en la sociedad Objetivo

Reflexionar acerca de los papeles que hombres y mujeres tenemos en nuestra sociedad. Hojas carta, hojas de rotafolio y plumones. Una hora y media.

Material Tiempo Desarrollo 1. La promotora o promotor pide que se formen dos grupos, uno de mujeres y otro de hombres. 2. A cada grupo, por separado, se le solicita que reflexione y que luego escriba acerca de los rubros siguientes: trabajo, matrimonio, maternidad, paternidad, crianza de las hijas y los hijos, labores domésticas, la toma de decisiones, organización de la vida familiar (pueden ser estos o los que el grupo elija). 3. En plenaria, se plantean las preguntas siguientes: • ¿Qué piensan los hombres de todo esto? • ¿Qué piensan las mujeres? • ¿Se observan cambios en la condición de subordinación/autonomía de las mujeres? • ¿Cuáles son? • ¿En los papeles que tienen hombres y mujeres, existen diferencias entre la sociedad en que vivimos y otras sociedades que conozcamos? • ¿Se aprecian cambios en los patrones tradicionales que aún prevalecen en las relaciones de pareja? • ¿Cuáles son los cambios en las mujeres? • ¿Cuáles son los cambios en los hombres? 4. Luego de escuchar las opiniones de mujeres y hombres se elabora una conclusión en grupo.


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El planteamiento de proponer democracia en la familia supone la propuesta de lograr relaciones más democráticas en la pareja, cuando esta se elige como proyecto. Por ello consideramos importante examinar esas visiones distorsionadas que la educación distinta para mujeres y hombres ha ayudado a construir, como si ambos vivieran en mundos separados e inconciliables. Proponemos salvar esta distancia al abrir un diálogo, escuchar a la otra y al otro y compartir puntos de vista sin emitir juicios de valor. El momento actual puede ser el punto de partida para un cambio.

Contrato y acuerdos de pareja o del grupo familiar En la relación de pareja contemporánea, según plantea Estela Troya,2 se pueden establecer distintos tipos de contratos (explícitos e implícitos), dependiendo de los valores de la misma pareja, así como de sus ideales. No obstante, también es válido considerar el contrato en otros contextos donde se elige vivir. ¿Qué los une? ¿Por qué se encontraron? ¿Para qué seguir juntos? Es importante analizar este contrato, pues alrededor de él se establece el cuidado hacia la pareja o grupo familiar y se convierte en “expresión, testigo y depositario de la unión”, a través de un consenso; aunque es posible que algunas parejas se oculten por temor, deseos o demandas y expectativas, y otras, quizá, que se desconocen porque son inconscientes. El contrato de pareja o grupo familiar puede ser más o menos rígido o flexible y adaptarse a diferentes momentos vitales, vía una buena comunicación. Requiere contener los deseos explícitos y limitaciones o miedos de todas las partes; pero cuando se establece entre personas que no se consideren con los mismos derechos y obligaciones, proyecta las asimetrías existentes en la relación. Según estos planteamientos: Si alguna de las partes falta al contrato, esta falta acarreará consecuencias sobre el vínculo de la pareja o del grupo familiar; en ocasiones da lugar a la sensación de traición, y esta sensación a su vez genera culpa, y por tanto agresión, por lo que es importante estar en contacto y reconocer nuestras contradicciones.3

2  Troya, 3  Ibid.

Familias, 1995.


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Actividad Contratos Objetivo Reflexionar sobre el contrato de pareja o grupo familiar. Material Hojas blancas, hojas de rotafolio y plumones. Tiempo 20 minutos. Desarrollo 1. La facilitadora o facilitador solicita a cada persona que reflexione sobre lo siguiente: • ¿Qué me gustaría incluir en el contrato con mi pareja? • Si el contexto familiar es distinto al de pareja, ¿qué tipo de contrato podría acordar con el grupo familiar? 2. Luego se pide que escriban sus demandas o alternativas. 3. En plenaria, se comparten las conclusiones.

Deseo y decisión de ser padre o madre En los seres humanos existe una suerte de tendencia o deseo de continuidad, de perpetuarse, que es inconsciente y que responde a fantasías de inmortalidad y de omnipotencia. Esto quiere decir que nos cuesta aceptar la inevitabilidad de la muerte. La fantasía de continuidad aparece ligada a los hijos, al intentar cubrir una realidad insalvable. Estos deseos de continuidad, de trascender en mujeres y hombres, se confunden frecuentemente con el deseo de tener una hija o un hijo; sin embargo, es conveniente discriminar acerca de estas dos vertientes del deseo –por las implicaciones que tienen–, ya que una cosa es querer trascender (podría pensarse en escribir un libro, pintar un cuadro, construir una casa, etc.) y otra tener una hija o un hijo y reconocerla o reconocerlo en su ser distinto. Cuando se confunden estos deseos, las relaciones con las hijas y los hijos se vuelven más difíciles. Buscamos en ellos no a una persona diferente con gustos y estilos propios, que trae cosas nuevas, sino que los vemos a través de un deseo egoísta de reproducción de lo propio, de lo igual a uno mismo. “El deseo de otro ser, el hacerle un lugar en su deseo sería en la madre, lo que vendría como sujeto deseante a darle un lugar de valor en la diferencia a ese otro, que a su vez se constituirá potencialmente en sujeto con capacidad de desear.”4 El deseo de tener una hija o un hijo implica darle un lugar en la espera de ese encuentro con el bebé que llega con algo nuevo. Se puede decir que esto sucede

4  Talamante,

“Maternidad”, 1994.


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cuando en ocasiones vemos a una futura madre o padre que, antes del nacimiento del bebé, lo imaginan y anticipan su presencia y le hablan en su ausencia desde un lugar de amor. “Las fantasías inconscientes de la madre juegan un papel fundamental en la perspectiva de inclusión del otro.”5 La maternidad como función tiene no sólo un sentido nutricio de alimentar a otro, tan arraigado en el modelo médico-biológico, sino que la dimensión psíquica adquiere un gran peso a medida que, en el vínculo, la madre o persona cuidadora, le presta su propia subjetividad al bebé (interpretando desde sí misma lo que le sucede). Así permite la subjetividad de otro ser y desea que viva. Un ser no deseado por la madre está inscrito en un circuito de rechazos y situaciones de desamor que lo pueden constituir a su vez como un sujeto que no desea. Muchas personas no fueron deseadas al nacer, por situaciones ajenas a ellas mismas, pero luego pudieron ir encontrando la aceptación necesaria para sobrevivir en situaciones adversas y conectarse con el deseo de otros. Con estas observaciones no se trata de culpabilizar a las mujeres, pues muchas se embarazan en situaciones tan difíciles que les impiden seguir su embarazo (económicas, depresión, violencia, violación entre otras). Se busca rescatar y reivindicar el gran esfuerzo “invisible” que hacen muchas mujeres frente a la maternidad y al responsabilizar por igual a ambos progenitores en la familia, para poder compartir con otros miembros el peso y el valor real que tiene la función de cuidar a otro ser para que viva.

Actividad Fantasías sobre maternidad y paternidad Objetivo

Anticipar y descubrir las fantasías existentes alrededor de la maternidad y paternidad Hojas blancas, cartulinas, pegamento y plumones. Una hora.

Material Tiempo Desarrollo 1. Quien facilita solicita que de manera individual cada persona conteste y escriba la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Para qué quiero tener una hija o un hijo? 2. Después se pide que formen grupos pequeños para discutir y que nombren un representante de cada grupo para que presente en plenaria lo que se discutió y a qué conclusión llegaron.

5  Ibid.


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3. Luego, la persona que facilita sugiere a cada participante que escriba una carta imaginando qué le diría un bebé si pudiera hablar. El ejercicio se llama: “Carta de un bebé a sus padres”. 4. Por último, se pegan las cartas en una cartulina y se comentan para llegar a una conclusión individual y grupal.

Maternidad y paternidad responsables La maternidad representa en nuestra sociedad y cultura el espacio donde la mujer se realiza, es el que se le reconoce y asigna; pero es al mismo tiempo una obligación que la excluye de otras oportunidades de desarrollo personal. Esta sobrecarga de la función materna provoca que en ocasiones se utilice como un poder, lo que convierte a las hijas y los hijos en objetos de propiedad en lugar de personas. Incluso puede provocar situaciones polarizadas con el hombre, como señala Clara Coría: “las hijas e hijos son míos, el dinero es tuyo”.6 La maternidad, transmitida para mujeres y hombres desde la cultura del machismo (entendida como dominio del hombre sobre la mujer), como la función principal de las mujeres, se ha convertido en parte importante de la identidad femenina, lo que ha puesto en riesgo otras esferas de su desarrollo personal al hacerla dependiente. El dicho de “si una mujer no es madre no es nada, y si una madre no es nada no importa” responde a una educación de la cual las mujeres han tenido que desprenderse y diferenciarse de sus madres, para alejarse del estereotipo e inventarse nuevamente como personas, sin sentirse en falta con este modelo a partir del cual van a ser juzgadas permanentemente. De hecho, no todas las mujeres desean procrear, y esto se observa más claramente en otras sociedades donde la maternidad no es parte del proyecto fundamental de la mujer. La maternidad no es necesariamente algo “natural”. Las mujeres como género pueden reflexionar si serán madres o no y así convertir la maternidad en una elección, en un acto libre. Como contrapartida, la paternidad sigue siendo una de las vías por las que se refuerzan culturalmente la potencia y la virilidad masculinas; y si bien también es un factor de valoración, no es igual para la mujer. En el hombre, desde la doble moral sexual que impera en nuestra sociedad, y que es distinta para mujeres y para hombres,7 se valora tradicionalmente su capacidad de fertilizar y no tanto su

6  Coría,

Sexo, 1988. Moral, 1985.

7  Gilligan,


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involucramiento en la crianza de la hija o el hijo, mientras que en la mujer, se valora más la función de crianza y educación. Tanto en unas como en otros, estos valores están atravesando por un proceso de transformación que da paso a nuevas formas de asumir la feminidad y la masculinidad. Se puede afirmar que en la actualidad estos valores coexisten con otras formas más equitativas de cuya propuesta forma parte el enfoque de la democratización familiar. La maternidad y la paternidad pueden ser una de las múltiples razones para comprometerse en pareja y hacer vida compartida. De hecho, en las parejas que han sobrepasado la edad reproductiva es cada vez más frecuente el tipo de vínculo de “visita”, en donde cada uno tiene una vivienda distinta, aunque comparten momentos, vacaciones y otros compromisos. Para estas parejas, no tiene sentido vivir juntos si no van a tener hijos y no se requiere dar protección ni de compartir la crianza. En este tipo de vínculo, que no contempla la presencia de las hijas y los hijos, los acuerdos y el contrato giran en torno a otras clases de arreglos y situaciones. En la pareja cuyo contrato incluye el deseo de tener hijas e hijos, la presencia de estos suele representar grandes cambios en la vida en común, los cuales pueden poner a prueba (aun en aquellas parejas con tendencias a la equidad) la continuidad de una vida familiar armónica. La llegada del primer vástago supone un reto de readaptación en la dinámica de la pareja, acostumbrada a permanecer en binomio con otros, o a hacer su vida alrededor el uno del otro. ¿Es posible concebir la paternidad-maternidad como un proyecto compartido? En ocasiones, la llegada de una hija o un hijo puede ser motivo de desacuerdo en una pareja que no puede sintonizar sus deseos. La comunicación respecto a cuándo procrear, considerando el mejor momento en el tiempo de la pareja, e integrando por igual la decisión del hombre y la mujer, puede ser una situación ideal, y difícil de lograr y frustrante cuando esta comunicación no se logra. No obstante, tiene que ver con una actitud democrática frente al manejo de la fertilidad y rescata una ética en las relaciones humanas que implica tomarse en cuenta mutuamente. Puede ser que la pareja requiera en ocasiones buscar una buena orientación para la planificación familiar conjunta.

Actividad Dramatización Objetivo Material Tiempo

Reflexionar sobre los tiempos internos de cada uno tiene para el ejercicio de la maternidad y paternidad. Un espacio amplio, para la actuación, y mover el mobiliario, hojas blancas, hojas de rotafolio y plumones. Una hora.


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Desarrollo 1. La promotora o promotor pide a dos voluntarios del grupo que se propongan para actuar el monólogo: usted quiere tener una hija, o un hijo, y su pareja no quiere. 2. Los voluntarios se ponen de acuerdo y representan a una pareja. 3. Mientras, el resto del grupo puede hacer anotaciones sobre la dramatización, reflexionar y escribir individualmente acerca de: • Una hija, o un hijo, ¿por qué? 4. La promotora o promotor ayuda a indagar en las diferentes motivaciones ligadas al deseo de procrear. 5. Los resultados se comparten en plenaria y las conclusiones del grupo se escriben en una hoja de rotafolio. Por diferentes razones, ocurre que a veces las parejas no puedan llegar a un acuerdo para decidir el momento de tener una hija o un hijo. Cuando sí se logra, ello puede contribuir a un mayor involucramiento del padre y facilitar que se respeten los derechos de ambos a responsabilizarse sobre su fertilidad, el nacimiento y la vida.

Contextos en los que puede nacer una niña o un niño La vida en pareja no trae necesariamente implícita las condiciones para el crecimiento y desarrollo de un bebé; es decir, no garantiza las condiciones de protección, bienestar y cuidado. Sin embargo, sí tiende a perpetuar la herencia y propiedad de las hijas y los hijos, así como ciertos valores y modelos de autoridad, razón por la cual se idealiza o sobrevalora a la pareja. Sabemos que no tenemos necesariamente que formar parte de la cultura de la pareja heterosexual, o favorecer este tipo de pareja antes que a otros contextos, en el momento de proyectar tener una hija o un hijo. Lo importante es generar las condiciones y calidad en el vínculo entre madre e hija o hijo, y entre padre e hija o hijo; es decir, calidad en la relación de quien ejerce la función materna o paterna, desmitificando los modelos e investigando qué está sucediendo hoy en nuestras realidades diversas o en nuestra localidad. Respecto a estas realidades, existe la tendencia a negar pautas de normalidad en todo tipo de pareja que no sea heterosexual. Y ello se basa en una moral que estigmatiza todo lo que esté fuera del modelo preponderante, que excluye y vuelve invisibles otras realidades desde el momento en que no las reconoce ni las nombra, aunque sí las juzga y provoca su estigmatización.


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Consideramos necesario desarticular los preceptos culturales respecto al contexto para nacer, reconociendo que es posible pensar y proteger a un recién nacido independientemente del contexto en que nazca, siempre y cuando el foco de atención esté puesto en el bebé y en sus necesidades, para protegerlo y brindarle los cuidados básicos de alimentación y afecto para su sobrevivencia. Para trabajar este tema se plantean dos actividades. La facilitadora o facilitador puede escoger la más adecuada para el grupo o realizar ambas.

Actividad Dramatización Objetivo

Reflexionar acerca de la diversidad de escenarios en los que puede nacer un bebé y definir qué es lo importante en cada contexto. Hojas de rotafolio y plumones. 30 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. Quien facilita explica al grupo que la actividad consiste en imaginar un programa de televisión en el que intervienen los siguientes actores: madre soltera, pareja heterosexual, padre soltero, pareja homosexual, otros. 2. Luego, solicita voluntarios (cuatro o cinco) para representar el guión y les pide que se pongan de acuerdo sobre cómo armar la dramatización que van a improvisar. 3. Mientras los personajes actúan, el resto del grupo observa y analiza tanto las actitudes y gestos como el sentido de lo que dicen los personajes, para expresar sus comentarios y enriquecer el análisis con posibles soluciones alternativas. 4. En reunión plenaria se solicita que cada actor exprese: • ¿Cómo se sintió dentro de ese personaje? • ¿Qué piensa el grupo sobre las ventajas y desventajas de nacer en un contexto o en otro? 5. Por último, la conclusión general se escribe en hojas de rotafolio y se propicia la reflexión sobre los resultados y ventajas de conjuntar la actuación lúdica con el análisis y la conclusión grupal.


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Actividad Emociones natales Objetivo Descubrir las emociones existentes alrededor de nuestro nacimiento. Tiempo 20 minutos. Desarrollo 1. Se divide el grupo en parejas y se les pide que cada cual comparta con su compañera o compañero la circunstancia personal de su nacimiento. Las preguntas guía son las siguientes: • ¿Qué sabemos de nuestro nacimiento? • ¿Cómo nos sentimos al hablar de este tema? 2. A continuación, se solicita que se reúnan tres parejas y compartan su experiencia; la persona que escuchó cuenta la historia de la otra y viceversa, sin emitir juicios de valor. 3. Para finalizar, se pide al grupo que elija dos personas para que en reunión plenaria expongan una síntesis de lo que trató con su compañera/o; se invita a la reflexión y se trata de llegar a posibles conclusiones.

El proceso de asumir una hija o un hijo Francoise Doltó8 plantea la posibilidad de que el cuerpo de una mujer en época fértil se embarace o de que un hombre pueda embarazar a otras mujeres como posibles factores que pasan en primera instancia por un lenguaje del cuerpo adulto, por una aptitud biológica, lo cual no incluye necesariamente el deseo consciente de tener una hija o un hijo. Pueden existir confusiones al respecto que convendría trabajar en los grupos, separando y haciendo la distinción entre dos cosas: el reconocimiento de una educación para la propia fertilidad y los autocuidados convenientes para vivir una sexualidad placentera, y la educación para la reproducción y la capacidad de fungir como madre o padre como un deseo de participar en la crianza de otro. Estos temas, tratados en un contexto de acceso colectivo a una salud sexual y reproductiva, promueven la tendencia a que cada persona se responsabilice con creciente interés de decidir ser madre o padre, con implicaciones positivas para la calidad del vínculo con la hija o el hijo.

8  Doltó,

Juego, 1987.


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Actividad Responsabilidad de ser madre o padre Objetivo Reflexionar sobre la responsabilidad que implica ser madres y padres. Material Tarjetas pequeñas, hojas de rotafolio y plumones. Tiempo 20 minutos. Desarrollo 1. Se reparten tarjetas a cada participante y se les pide que individualmente escriban sobre la pregunta siguiente: Una vez que tenemos las hijas o los hijos ¿por qué nos responsabilizamos? 2. Luego se forman pequeños grupos para comentar las razones que cada persona tendría o ha tenido (si es padre o madre) para responsabilizarse o no de una hija o un hijo. Quien facilita advierte al grupo sobre la importancia de poder explicar ese proceso integrando las propias ambivalencias y confusiones que todos experimentamos. Se continúa trabajando en pequeños grupos respondiendo las pregunta: • ¿Cuánto tiempo te llevó sentir que asumiste la responsabilidad de ser padre, o madre? • ¿Cómo lo hiciste? • Si existen varias hijas o hijos ¿Hay diferencia entre un hijo y otro? 3. Después de discutir en grupos pequeños, se comparten en plenaria las conclusiones a las que llegaron. Asumir el nacimiento de una hija o un hijo significa pensar antes en lo que ella o él puede necesitar para sobrevivir, independientemente de las condiciones personales; hacerse cargo de su indefensión, alimentación y protección por un largo tiempo, mientras el bebé así lo necesite. Para esto es posible asociarse con otras personas y tomar la crianza como una tarea común de responsabilidad compartida, ya que la demanda de un recién nacido, debido a su dependencia total hacia el adulto puede resultar demasiado agotadora, emocional y físicamente, como para ser resuelta por una sola persona.


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Actividad Carta de un bebé que está por llegar a su padre o su madre Objetivo

Propiciar la reflexión acerca de cómo nos vemos y somos como madres y padres. Hojas de papel y lápices. 45 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. Se requiere que cada participante escriba una carta poniéndose en el lugar del bebé que está por llegar. 2. Luego se solicita que se junten para compartir las fantasías de la experiencia: qué imaginaron que les diría un bebé. La persona que facilita incita a sacar conclusiones y a que cada cual exprese cómo se siente. 3. Concluido ese paso, se pide que se reflexione sobre la pregunta siguiente: • ¿Qué tipo de mamá o papá me gustaría ser y qué tengo que hacer para ello?


LA MATERNIDAD/PATERNIDAD EN LA INFANCIA TEMPRANA Vamos a trabajar en este tema los sentimientos y miedos que la llegada de la primera hija o el primer hijo puede generar en una pareja, o en la madre o el padre solteros, o en otros contextos en los que puede nacer un bebé. Se trata de hablar de las experiencias y de elaborar fantasías sobre los cambios que esta llegada puede introducir en la vida, expresando cómo se ha vivido (percibido, experimentado) la responsabilidad de la maternidad y la paternidad en el acompañamiento de los primeros años de vida de una persona.

Nacimiento y primer año en la vida de una niña o un niño El nacimiento es todo un acontecimiento social. El sentido de nacer cambia según los distintos contextos culturales de una comunidad, se nazca mujer u hombre: las creencias religiosas de la familia, el estado de salud de la madre, la situación económica familiar, entre otras. Si indagamos acerca del nacimiento de cada persona, observaremos que se genera una historia transmitida de unos a otros miembros de la familia, en especial la madre y el padre, ya sea con lo que dicen o con lo que callan. Los anhelos paternos o la ausencia de la figura paterna alrededor del nacimiento también se registran en las historias de nacer. Proponemos reflexionar sobre este tema con los grupos, ya que consideramos de gran relevancia pensar en el bienestar de las hijas y los hijos, de preferencia antes de tenerlos. Es importante prestarle atención a este enfoque sin generar culpas en la familia, sino promoviendo que la crianza se asuma como una tarea en común de responsabilidad compartida. En el caso de las mujeres solteras u hombres solteros que quieren tener hijos o hijas, y de personas que están fuera de una relación de pareja como opción individual, consideramos que no hay nada incorrecto o incompleto. La alternativa incluiría abrir el círculo, romper aislamientos, compartir placeres y problemas, enseñar al nuevo ser humano y re-aprender. Consideramos que una persona puede     37


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recibir amor y cuidados de todo su entorno, y no necesariamente sólo de sus parientes de sangre más próximos. La sociedad necesita aceptar la “normalidad” de estilos de vida distintos y parejas o personas en soledad, y promover la solidaridad hacia quienes se dedican a la crianza.

Anticipación Si hay diálogo entre madre y bebé desde antes de nacer este, la madre estará hablando a una ilusión, puesto que el bebé todavía no se conoce como tal, en ocasiones no se sabe su sexo ni se ha visto su rostro. Es en realidad desde la imaginación como se le habla, se le anticipa y se le espera, o bien no se le espera, que también puede suceder. No es tarea de este manual hablar del embarazo o gestación, pero sí mencionar que es un periodo importante para la salud del bebé y de la madre. Este proceso va a dar lugar al nacimiento, para una persona, y al parto, para otra. El nacimiento, abordado desde el discurso de la medicina obstetra, plantea diferentes actores en escena: ¿quién es el protagonista principal, la madre o el bebé?, ¿la criatura que viene al mundo tiene voluntad de nacer y trabaja para ello activamente en el parto, o simplemente es parida por su madre?, pero ¿es la madre activa en el parto o el ginecólogo quien trae la criatura al mundo?, ¿y qué papel juega el padre en todo esto? Si bien la lingüística no posee aún un concepto incluyente para referirse al nacimiento, se habla de la importancia de esta experiencia para los seres humanos. El doctor R. D. Laing afirma que las pautas prenatales influyen en la persona después del nacimiento.1

EL HOMBRE “EMBARAZADO” Otro aspecto por retomar importante para la democracia familiar es integrar en este discurso a la figura paterna –si es que está presente–, pues dicha integración puede conducir a aprendizajes compartidos y a no excluir a los hombres del nacimiento. Se sabe que los hombres también experimentan cambios durante el embarazo (aumento de peso, gastritis, angustias, insomnios), se perturban y en ocasiones desearían vivir el embarazo en su propio cuerpo. Por ejemplo, el ritual de la couvade (incubar, estar echado), que incluye manifestaciones psicosomá-

1  Integral,

Ecología, 1988.


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ticas, representa una antigua costumbre que consiste en que el padre –al dar a luz la mujer– se acuesta tomando en brazos al recién nacido y recibe las visitas y cumplidos de los vecinos y parientes, afirmando así su paternidad y adquiriendo derechos (España, China, Malasia). Es frecuente escuchar que el hombre se siente en la actualidad desposeído de su paternidad porque se tiende a no involucrarlo en aquello que considera “asunto de mujeres”. Sucede entonces que existe un gran paréntesis entre el coito y la educación de un bebé. La óptica de la paternidad está cambiando. Aunque hay ciertos hombres que sienten vergüenza ante estos temas, otros no. Un hombre no está embarazado en su vientre pero sí en su mente, en su solidaridad hacia la mujer. Se sabe que vivir el embarazo cerca de la mujer puede generar en el hombre reacciones químicas y manifestaciones catárticas que lo llevan a recordar sensaciones sobre su propio nacimiento, como una regresión mínima, al igual que ocurre en la mujer embarazada.2

Actividad Bebé interior Objetivo Inventar al bebé interior aun antes de concebirlo. Tiempo 30 minutos. Desarrollo 1. La o el facilitador le pide a cada participante que escriba una carta a un bebé imaginario, para lo cual se propone un pequeño texto: Carta a un bebé imaginario No sé si eres niña o niño, pero a mí me gustaría que fueras ¿Sabes por qué?, pues porque En este tiempo de espera, yo quiero decirte Por una parte, me muero de ganas de que ya nazcas, para poder Sí sé que me gustaría que te llamaras En cuanto nazcas, te voy a platicar Me gustaría que fueras Y cuando corras te voy a invitar Nos vemos pronto Firma

2  Ibid.


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2. Para concluir la actividad, se solicita que los participantes reflexionen y emitan sus comentarios sobre la experiencia de haber elaborado esta carta y cómo se sienten al respecto.

Protagonista principal Para los efectos del manual, estamos presentando algunas reflexiones que involucran a la madre, al padre o a la familia; pero en realidad la o el protagonista es la bebé o el bebé. La reflexión sobre sus circunstancias se debe a las repercusiones que estas van a tener en la o el protagonista, por el hecho de nacer. Las experiencias perinatales han cambiado la noción de infancia y se ha vuelto la mirada hacia la vida intrauterina (anterior al nacimiento), pues se sabe que se habla de un ser con reacciones propias. El feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, aprender en el útero, y también siente, aunque no de manera tan compleja como un adulto. Estos nuevos conocimientos nos sitúan ante una niña o niño nacidos más conscientes y receptivos, que requieren un tipo de asistencia más sensible, nutritiva y humana. El obstetra francés Frederick Leboyer defendió métodos basados en un “nacimiento sin violencia”, que contemplan el bienestar del bebé para que el nacimiento sea menos traumático con la preparación de ambientes distintos, más dulces, para nacer.3 El nacimiento puede tener repercusiones a lo largo de la vida; alguien que se sienta amado y acogido desde el principio puede ser más seguro y sentir el contraste entre ser bien tratado y mal tratado, por eso la importancia de poner más atención en estos procesos de vida.

El primer año de vida El primer año proporciona los cimientos del desarrollo posterior. Durante este primer año se gestan las pautas para desarrollar una manera de sentir, pensar y actuar, que tienden a reproducirse a lo largo de nuestra vida, pues el prototipo del vínculo familiar se extiende como modelo relacional afectivo posterior.

3  Ibid


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La supervivencia de un recién nacido depende estrechamente de la relación con la madre o personas que se dediquen a su crianza, y ello implica: alimentación, higiene, cuidados para la salud y protección; pero también un medio construido con el AMOR de las personas que lo van a ayudar a crecer. La ausencia de amor puede volver muy frágiles a las niñas y los niños. Dice Pasteur: “No son los microbios lo realmente peligroso, sino el medio en el cual actúan.” En el caso de las niñas y los niños, medio es también el amor de la gente que los rodea.4 Durante este primer año es fundamental “el apego”, es decir, una relación de cercanía con la figura materna o persona encargada de la función materna. El aprendizaje está motivado y relacionado con la afectividad, aspectos que en esta época y en nuestra sociedad no pueden separarse. Los afectos se transmiten a través del estilo de la madre o personas que se encargan de la crianza e incluyen cómo lo bañan, cargan, alimentan, hablan, miran, tocan, etc.; de esta manera van estimulando sus aprendizajes y experiencias. Según las investigaciones de la doctora Lartigue,5 es posible observar cómo un bebé madura, se organiza y transforma dando saltos cualitativos en su evolución, y llega a detectar alteraciones en el vínculo que dan lugar a un estancamiento en su desarrollo.

Aprendizajes En el transcurso del primer año de vida se desarrolla la conducta preverbal, la psicomotricidad, junto con una intimidad relacional desarrollada en el vínculo con la madre, padre y/o personas que estén a cargo de la crianza, lo que dará como resultado el desarrollo del sentido de sí mismo (su cuerpo y su realidad psíquica como autoimagen) y del otro. El vínculo puede ser entendido como “ligadura estable entre dos sujetos que van a tener partes que sintonizan y partes ajenas”.6 El aprendizaje más importante durante este primer año es distinguir lo que no cambia, lo que permanece, en contraste con lo que sí cambia.

4  Ibid. 5  Lartigue, 6  Ibid.

Guía, 1994.


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El conflicto radica principalmente en su deseo de gratificación inmediata. Así, vemos las rabietas que realizan niñas y niños de esta edad, quienes tienen que aprender a contenerse con la ayuda de la madre y presentan gran dificultad para tolerar la demora y aprender a controlar sus deseos. Los ajustes entre los temperamentos del bebé y la madre o persona encargada de la crianza son importantes, ya que pueden existir discrepancias o contrastes muy marcados; por ejemplo, una mamá con baja tolerancia al llanto puede percibirlo como algo agresivo, mientras que otra con más tolerancia puede considerarlo apropiado. Algunas recomendaciones para trabajar con grupos de madres y padres. Se plantean a continuación algunas preguntas para ayudar a reflexionar acerca de la calidad en la relación con un bebé: ¿Cómo sostiene la madre, padre u otra persona al bebé? ¿Favorece la proximidad corporal? ¿Cómo es la mirada de la madre, del padre? ¿Cómo es la interacción cara a cara? ¿Muestra fascinación por el bebé u otra cosa? ¿Cómo tocan y acarician a su bebé? ¿Cómo le hablan (con vocabulario restringido, con diminutivos, con apodos)? ¿Nombran las distintas partes del cuerpo diciendo para qué sirven? ¿Cantan e imitan los ruidos del bebé? ¿Hacen palmadas u otros juegos con el bebé? ¿Imitan los gestos espontáneos del bebé? ¿Mecen, balancean, cantan, dan palmadas o acarician con ritmo rápido o lento? Se recomienda que las personas involucradas en la crianza lleven a cabo experiencias de contacto, movimiento e interpretación que propicien en el bebé el sentimiento de que ella o él es un todo físico, no fragmentado, con límites y con un lugar propio. Estas recomendaciones persiguen los objetivos siguientes: • Ayudar a que la niña o el niño vaya desarrollando su voluntad: primero hacia el propio cuerpo (boca, mirada), después hacia los objetos y por último con la psicomotricidad, articulada con la palabra. • Ayudar a que la voluntad de acción vaya asociando y pueda predecir las consecuencias por medio de la memoria.


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La disponibilidad emocional de la madre Tiene que ver con la manera de acompañar y estar con el bebé al hacerle sentir que en los momentos en que está explorando y practicando su autonomía cuenta con todo su apoyo. Emde7 dice que una cualidad de la madre es la sensibilidad y no intrusión, así como la capacidad de respuesta concordante y de involucramiento emocional. La función de la madre requiere de la sensibilidad e interpretación adecuada de las señales del bebé, junto con la habilidad para negociar los malos entendidos o sucesos disonantes y la capacidad para permitir los afectos, con predominio de afectos positivos y una regulación afectiva adecuada.8 La madre, el padre o la persona dedicada a la crianza tiene un papel estructurante ya que el bebé es por sí solo incapaz de utilizar y transformar las sensaciones; necesita a otra persona para depositar en ella sus experiencias y que ella las neutralice y las transforme en algo adecuado. Es importante graduar el nivel de estimulaciones hacia el bebé, pues se puede tener una conducta sobre- estimuladora e intrusiva.

La no intrusión Para el enfoque de la democratización familiar, es de gran relevancia tomar en cuenta este concepto en los vínculos familiares desde el comienzo de la relación con la hija o el hijo. Representa el grado en que se facilita la interacción con la hija o el hijo propiciando que él o ella tome la iniciativa. El grado en que se aceptan las necesidades de autonomía y exploraciones del medio. Lo que permite establecer los límites entre el Yo y el Otro es el conocimiento de que las acciones de la niña o del niño no tienen que estar alienadas con las de la madre o el padre o de quienes se ocupan de la crianza. Se plantea una función materna y paterna que permita que el bebé actúe, explore y se experimente a sí mismo como ente autónomo y diferente. Ello significa estar disponible de una manera emocional y no intrusiva, estar ahí, sin sobrecargar al bebé. Si no hay intrusión, el bebé se involucra y refleja su habilidad y su deseo de incluir al otro, primero en sus interacciones y luego en sus exploraciones y juegos. De7  Citado

por Lartigue, Guía, 1994. Guía, 1994.

8  Lartigue,


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muestra su interés por incorporar a la madre o al padre. Esto significa que en lugar de que los adultos inicien el involucramiento, ellos responden a las iniciativas del bebé. De esta manera, se invita a salir de sí mismo para compartir las experiencias (intersubjetividad) lo interior propio, junto con los acontecimientos y los objetos. En este compartir es posible lograr la sintonía afectiva en la interacción y la comunicación: los adultos señalan y el bebé sigue la línea de visión que ellos trazan, se comparten intenciones, gestos, posturas, acciones, vocalizaciones para comunicarse y pedir algo.

Actividad Autoritarismos Objetivo Analizar nuestros autoritarismos y confusiones respecto a la crianza. Material Hojas blancas, hojas de rotafolio y plumones. Tiempo 20 minutos. Desarrollo 1. Se solicita a cada persona del grupo que escriba en una hoja las respuestas a las preguntas siguientes: • ¿Cómo te gustaría ser con tu bebé: autoritario, democrático, permisivo? • ¿Por qué? • ¿Qué necesita un bebé de ti? • ¿Necesitarías ayuda para criar al bebé? • ¿De quién o quiénes? 2. Luego de la reflexión individual, se comparte con el grupo y se extraen conclusiones. Actividades para realizar en casa. Se recomienda buscar un momento oportuno y emplear de diez a quince minutos en cada una. • Siéntate en el suelo de cara al bebé. Toma una pelota blanda y hazla rodar lentamente hacia ella o él, espera a que intente devolverla. • Toma una caja de cartón vacía con tapa, llénala con juguetes o cubos pequeños. Muéstrale la caja cerrada, agítala y entrégasela. Observa su curiosidad. • Ofrécele texturas variadas: agua, harina, cereales. Permite que introduzca la mano para palpar las distintas texturas. • Señala animales, objetos, personas y pregunta ¿quién es? Escucha sus respuestas. • Léele un cuento a la hora de dormir, siéntate a su lado. • Pídele cosas: que te dé algún juguete, que te imite y haga una torre con cubos, que introduzca y saque objetos de un vaso.


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El crecimiento: niña, niño o persona Un enfoque global del crecimiento infantil estimula el desarrollo y es más eficaz que atenerse a una sola característica. En el desarrollo influyen los factores genéticos y ambientales. Las criaturas son seres bio-psico-sociales. La educación de la madre, padre o las personas que conviven con una niña o niño afectan su modo de interactuar. Algunos padres prefieren adoptar una actitud más pasiva, convencidos de que las hijas o los hijos desarrollarán su potencial sin que tengan que intervenir demasiado; otros, que consideran que el entorno es importante, es probable que adopten un enfoque más dinámico y organicen actividades más estructuradas.

El pensamiento Las niñas y los niños viven en un mundo fantástico, la fantasía representa la forma dominante de abordar la realidad y relacionarse tanto con los objetos como con las personas, de tal manera que les atribuyen poderes y los ven como seres todopoderosos, capaces de dar y quitar la vida. Al no discriminar entre sus deseos y la realidad, el desear algo es suficiente para materializarlo mágicamente. El pensamiento de niñas y niños es, en un primer momento y primordialmente, egocéntrico (centrado en sí mismo), y después va reconociendo las cualidades de los objetos. Piaget realizó investigaciones con niñas y niños haciéndoles preguntas sobre fenómenos naturales, como por ejemplo: ¿por qué se mueven las nubes? Antes de los seis o siete años no encuentran explicaciones físicas y creen que los objetos tienen motivos y emociones, o que pueden ser afectados mágicamente por los deseos humanos. La comprensión de esta estructura del pensamiento infantil facilita la relación con las niñas y los niños en la familia.

Función del juego El juego es la forma de expresión natural de los niños y las niñas, y a él se entregan con toda seriedad. En general es un recurso aprovechable para que la familia estimule el aprendizaje y que los pequeños realicen sus descubrimientos. Los responsables del cuidado de una niña o un niño pueden darse cuenta a través del juego si siente curiosidad, si se concentra o pierde el interés rápidamente, si tiene poco control manual, si su desarrollo físico es lento o no; ver sus progresos y estimularlos. Los miembros de una familia democrática se permiten jugar, puesto que es la mejor forma de proximidad afectiva e intelectual para transmitir los valores de la democracia.


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A través de repeticiones sucesivas el juego permite enfrentar situaciones dolorosas (traumáticas), transformando la pasividad en actividad. El niño o la niña logra modificar así sus experiencias mediante un cambio de actitud; por ejemplo, de un ser potencialmente pasivo se convierte en un ser activo, o sustituye el desenlace real de algo doloroso por un final feliz. Asimismo, el juego tiene la función de repetir y confirmar experiencias gratificantes, brinda sensaciones de satisfacción, de placer, así como sentimientos de euforia y bienestar. En el juego, la fantasía es más importante que la acción, y las niñas y los niños involucran su identidad, su esquema corporal, su autoestima y autoimagen, lo cual posibilita que autorregulen sus estados afectivos. Según Winnicott,9 el juego cumple un doble propósito: por una parte, alucina un dominio yoico; y por otra, ejercita, practica ese dominio en un espacio intermedio entre la fantasía y la realidad. Niñas y niños son socializados de un modo distinto también en el juego. Los juguetes los diferencian y separan, haciéndoles sentir que son propios o impropios según el género. Es de gran relevancia que la familia, o contexto, promueva la democracia entre sus miembros, que se responsabilice de orientar la igualdad de posibilidades para niñas y niños, así como el uso de juguetes en forma indiscriminada, para erradicar la idea de construir dos mundos distintos. De esta manera será posible que muñecos, carritos, herramientas y otros sean usados indistintamente por niñas y niños según su elección, sin hacerles sentir que algo anda mal por ello. La educación democrática aborda a la persona de manera integral.

La confianza básica y la disciplina Las niñas y los niños poseen desde el primer año un sentido de identidad, una noción de lo que pueden o no hacer (dar un paso, manipular estructuras). Las reacciones de los demás influyen en esta confianza; amor, elogios e interés estimulan la confianza en sí mismo, tan necesaria para ser, existir y expandirse. Es importante hacerles sentir que pueden enfrentar retos y disfrutarlos, como por ejemplo ponerse de pie. Es necesario abrazar a las niñas y a los niños y hacerles sentir bien consigo mismos, ya que de esta manera irán desarrollando una percepción positiva. Este es el punto de partida para construir vínculos de calidad. Puede resultar muy frustrante que las cosas no salgan según lo planeado –una pieza no encaja, la tapa no cede–, pero es posible ayudarlos a calmarse y a completar la actividad de manera relajada.

9  Winnicott,

Realidad, 1987.


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Es vital que en el contexto familiar se desarrolle una escucha permanente hacia las niñas y los niños. Así, se capta su atención ya que es época de las preguntas y las criaturas oscilan entre la timidez y la precocidad. Las respuestas breves y precisas son importantes. Desde bebés, los seres humanos requieren contar con reglas y tomar conciencia de los límites. Por ejemplo, cuando un bebé toma los lentes y los tira es necesario reaccionar, la intención es animarlo a que asuma el control de su propio comportamiento y piense en los demás. Es conveniente que el proceso de poner reglas inicie desde bebés; a partir de los seis meses pueden empezar a entender el sentido de la palabra “no”. La intención de los límites es el aprendizaje, no la de crearles miedo. Es preferible un ambiente afectuoso en casa, que anime a aprender las reglas, en vez de un sistema que los obligue a portarse bien.

Curiosidad y sexualidad La curiosidad es la actitud que mueve permanentemente a la niña o al niño a conocer el mundo, y su origen está ligado con la sexualidad infantil. Alrededor de los tres años es la época en que se preguntan ¿quién soy yo?, ¿de dónde vengo?, ¿qué tengo, pene o vagina? Estas preguntas desatan activamente la curiosidad infantil y están estrechamente asociadas con la identidad sexual. En esta edad se desarrolla el sentimiento de pertenencia a un género, de manera que, aunque ya se sienten niña o niño, siguen con el interés por conocer, curioseando sus órganos sexuales y los de los demás, y aparece el “juguemos al doctor”. Esta reacción de curiosidad ha sido objeto de múltiples malos entendidos y agresiones hacia niñas y niños, por parte de adultos que con una actitud moralina las inhiben en vez de tolerarlas, orientarlas y regularlas para que no se lastimen o exhiban en público. Nombrar y conocer las partes del cuerpo e informar a niñas y niños acerca de su propio origen implica hablar de la reproducción humana y saber cómo nacemos, temas que niñas y niños tienen derecho a conocer para comenzar a sentir que les atañe desde la infancia. Por lo tanto, desarrollar una postura científica que no encubra la realidad, nombrar las cosas con su nombre, no engañar –a fin de no confundir y distorsionar la realidad– es una práctica en la que todos en la familia necesitan involucrarse para transmitir a niñas y niños una visión del mundo al cual puedan ir accediendo. No se nace niña o niño, se nace persona, con un cuerpo biológico distinto y con la misma posibilidad de tener un lugar en la sociedad. El cuerpo biológico no tiene que cambiar nuestro valor como personas, simplemente nos da una identidad: diferentes en cuerpo pero iguales en derechos y responsabilidades.


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Actividad Construcciones sociales Objetivo

Reflexionar sobre nuestra infancia y la identidad de género como una construcción social. Hojas blancas, hojas de rotafolio y plumones. 20 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. La persona que coordina la actividad explica que se trata de reflexionar acerca de la propia infancia, para lo cual se requiere que los participantes formen pequeños grupos y respondan las preguntas siguientes: • ¿Cuándo te diste cuenta que eras niña, o niño? • ¿Por qué? • ¿Recuerdas a qué edad tomaste conciencia de tu género? 2. Luego se comparten en plenaria las respuestas y se sacan conclusiones a partir de lo que cada participante sintió al desarrollar la actividad. Actividades para realizar en casa. Se sugiere que la madre, el padre u otro miembro de la familia que comparta la crianza juegue en casa con las niñas y los niños. Para ello se recomienda esta serie de ejercicios, entre los que se escogerá el más conveniente cada día. Tiempo estimado para cada uno: 20 minutos. • Selecciona una música y comienza a moverte improvisando ejercicios de manos, piernas, gestos, sonidos; brinca, camina, acuéstate en el suelo; imítense unos a otros. • Interactúa con monedas y pídele a tu hija o hijo que las identifique (quizás pueda decirte que es dinero, aunque no reconozca su valor); dale varias monedas de plástico de aspecto real para que juegue a hacer las compras. • Arma un plan para el día siguiente (por ejemplo ir al parque) de manera que estimule la apreciación del tiempo; explica acontecimientos; menciona algo especial que hicieron ayer. • Plantea preguntas que le ayuden a pensar con antelación ¿qué ocurrirá si llenas el vaso hasta el borde e intentas levantarlo? ¿Qué pasa si empujas una silla? Ayúdale a que anticipe las consecuencias de esos actos. • Proponle actividades de clasificación (animales, personas, objetos, alimentos, otras) cada vez más complejas. • Enséñale a identificar su nombre escrito. Escríbelo con letras grandes, colorea cada una y pega el nombre en cartulina blanca. • Consíguele una mascota, es una manera de desarrollar su atención por los demás; sugiérele que la alimente y la cuide.


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Dependencia y autonomía Recuerda que no importa si se trata de una niña o un niño, disfruta con sus aptitudes y talento haciéndole sentir que es una persona muy especial. Después del primer año de vida, el sentimiento acerca de sí mismo se comienza a desarrollar a través de la interacción con otras personas que son significativas para la niña o el niño. Se responderá a sí mismo(a) ¿quién soy yo? reconociendo que es distinto(a) a otras personas y que estas también tienen aspectos buenos y malos, por lo que a veces sentirá amor y otras odio hacia ellas. Ira creciendo su autonomía; aunque a veces puede protestar si se va mamá, o se le aproxima un extraño, mostrará necesidad de desplazarse así como un creciente interés por objetos nuevos. La búsqueda de su autonomía requiere atención, ya que aumentan los retos y peligros potenciales, y dependen del adulto. La conquista de autonomía exige que sea la propia niña o niño quien determine cuándo ha llegado el momento para ejercerla. No conviene imponerla desde afuera ni retenerlos cuando inicien ese proceso. Mientras dependen, desarrollan la expectativa de que sus necesidades serán satisfechas y de que pueden influir sobre su entorno. En la siguiente fase, estarán más motivados para alejarse de sus cuidadores y comenzar a explorar el medio ambiente, con distancias cada vez mayores según crecen. Esta separación es importante para su desarrollo tanto físico como emocional, ya que así se van fortaleciendo y adquiriendo seguridad en sí mismos mientras exploran. Cuando se dan cuenta de que pueden actuar por sí mismos, pero también de su fragilidad, mantienen una relación ambivalente con la madre, el padre o las personas que los cuidan: pueden buscar y a su vez rechazar, podría pensarse en una crisis de acercamiento. La individuación comienza cuando empiezan a renunciar a la creencia en su omnipotencia y en la de sus padres y sus actos son cada vez más autónomos.

La función paterna En el desarrollo de la autonomía la función paterna puede tener una gran relevancia. Sin excluir su capacidad de construir apego y dar amor y ternura, el padre puede ser un tercero que separa a la niña o al niño de la madre, los saca de la simbiosis y hace un “corte” ayudándolos a crecer, diferenciando a la madre de su mundo privado con la hija o hijo e introduciendo a la niña o niño en el mundo exterior, ayudando a que amplíe las capacidades sociales y retos cognoscitivos y físicos en esa relación directa. Los hombres tienden a inhibir menos el impulso de explorar, y favorecen la autonomía y el crecimiento


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Por esto, el involucramiento del padre en la crianza es fundamental. Si ha participado poco en los cuidados, queda como extraño; pero si está física y psicológicamente presente, puede desempeñar una función muy importante en la vida afectiva de sus hijos e hijas. Las niñas y los niños escuchan a su madre “referirse a papá”, por lo que van conociendo a papá a través de mamá y suele haber una relación de mayor distancia con este que con la madre. A pesar de que exista interacción con el padre, la niña o niño suele establecer una relación con él a través de la madre, que es quien lo introduce: “vete con papá, tu papá te quiere mucho”. Si la madre está sola, sin pareja, o el padre tiene en una relación muy distante, esta función de separar a la madre de los hijos la cumplirá, por ejemplo, el hecho de que la madre salga a trabajar y se separe de la niña o el niño, o también a través de otras relaciones e intereses que ella tenga. Es importante que las niñas y los niños, al crecer, puedan verse a sí mismos como separados del padre y de la madre, con la posibilidad de contar con ellos cuando los necesitan. No obstante, no olvidemos que aprendemos con nuestros errores y aciertos, por lo que no podemos sustituir a nuestras hijas e hijos sino considerarlos permanentemente y aceptar sus propios aprendizajes, aprendiendo con ellos.


RELACIONES PADRE-MADRE, HIJAS-HIJOS Y ÉTICA DEL CUIDADO El objetivo general es descubrir los diferentes significados que representa la ética del cuidado y la crianza, tanto para mujeres y como para hombres, y abordar nuevas formas de autoridad en la pareja con hijas e hijos.

Una ética para el planeta En los momentos actuales de destrucción del planeta, la ética del cuidado representa una opción para ser responsables con nuestro entorno y cuidarlo. Esta ética ha sido principalmente desarrollada y actuada por las mujeres en el ámbito privado de la maternidad. En la feminidad, que contiene este ingrediente maternal, hay una ética de base que escondiste en estar siempre pendiente, incluyendo al otro como un semejante que hay que conocer y respetar. Pero al mismo tiempo esta actitud maternal, al no ser legitimada, al no ser reconocida y al convertirse en una obligación femenina exclusiva, posterga a la propia mujer y la falsifica.1 Si bien el cuidado representa una manera creativa de expresar el poder como personas vía la feminidad, también es posible expresarlo vía la masculinidad. Cada vez más hombres cobran conciencia de la importancia de introducirse en esta cultura que en realidad no es exclusiva del género femenino y que, en el caso del hombre, recupera en su identidad una parte que le ha sido expropiada al ser educado en un modelo de hombre insensible y ausente, en ocasiones en contra de sus propias necesidades de brindar cuidado a las necesidades de otras y otros en la familia. También el cuidado de los otros, de la casa, del medio ambiente, la naturaleza y en general de objetos y espacios compartidos puede ser una tarea cuya res-

1  Jiménez,

Psicoanálisis, 1991.

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ponsabilidad se asuma de manera colectiva en el grupo familiar y así se transmita a niñas y niños como algo en lo que les compete colaborar. La mejor manera de desmitificar que el trabajo doméstico es una actividad principalmente femenina será que la madre deje de considerar el espacio de la casa (cocina) como su lugar, aquel en donde puede ejercer su poder; y cuando sea también el padre quien transmita a niñas y niños que un hombre puede cocinar sabroso, que tiene poder en la cocina y que invite a sus hijas e hijos a preparar un rico platillo, como un hábito y no como “una ayuda al ama de casa”. Tampoco tareas de electricidad o cambiar una llanta son actividades exclusivamente masculinas; mujeres y niñas pueden llevarlas a cabo si aprenden a hacerlo.

Actividad Cuidado mutuo Objetivo

Ver la posibilidad de introducir el cuidado mutuo en las relaciones familiares. Hojas de rotafolio. 20 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. La facilitadora o el facilitador escribe en hoja de rotafolio la siguiente serie de preguntas: • ¿Quién representa en tu grupo familiar este valor ético del cuidado? • ¿Mediante qué prácticas? • ¿Cómo podemos transmitir esta ética a niños y niñas sin discriminar? • ¿Qué actitud tienes ante tus partes vulnerables? • ¿Cuáles son estas? • ¿Qué sientes cuando otros te piden cuidado y ayuda? • ¿Cómo reaccionas? • Mi educación estuvo basada en que hay tareas masculinas y femeninas. ¿Por qué? • ¿Estoy de acuerdo con esto? • ¿Cómo cambiaría esa visión? • ¿Cómo me siento al realizar tareas que tradicionalmente no son de mi género? • ¿Por qué me siento así? 2. A continuación, solicita que los miembros del grupo las respondan (se da un tiempo para que reflexionen sobre cada pregunta). 3. Una vez contestadas, las respuestas se comentan entre todos y se invita a expresar cómo se sienten con la reflexión.


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La autoridad hacia las hijas y los hijos ¿Ser autoridad es mandar? En los grupos familiares existe la tendencia a creer que la autoridad tiene que ser ejercida por una sola persona a la cual se le atribuye el poder y la responsabilidad, así como la facultad de tomar decisiones y decir la última palabra. Esta persona concentra el poder y se la considera “el o la jefa de familia”, de acuerdo con la idea de que la autoridad tiene la función de mandar a los otros, mientras los demás se someten u obedecen. Suele ocurrir que el costo de esta manera de ser autoridad es muy alto para mujeres que viven una doble jornada y tienden a reproducir el modelo masculino autoritario, insensibilizándose y cayendo en el aislamiento emocional en la idea de que una “jefa” tiene que ser dura y mostrar una actitud de omnipotencia. Dicha situación les impide hablar de su vulnerabilidad y necesidades de afecto, apoyo y ayuda para compartir la carga de la vida cotidiana. En el caso del hombre, la tendencia a asumir ese lugar de autoridad por la fuerza, tanto física como imponiendo sus deseos y buscando que los demás obedezcan, está llegando al extremo de provocar situaciones de violencia familiar. Al considerar a la mujer como un objeto de su propiedad, la somete a humillaciones y golpes físicos, y utiliza el dinero como forma de control. En esta forma de ejercer el poder, lo característico es el abuso hacia las mujeres y las niñas, como violencia ejercida hacia un género que se considera socialmente inferior. En la tendencia para democratizar la familia se propone reflexionar sobre la alternativa de redistribuir la autoridad de una manera equitativa, modificando el lenguaje a fin de que se hable de “representantes de familia”, o “guías de familia”. Los representantes o guías comparten las distintas responsabilidades y pueden ser varios en un grupo familiar, sin discriminación de género. Para aceptar estos nuevos cambios y tolerar la frustración que en ocasiones provocan, ya que pueden vivirse como pérdidas, es conveniente un proceso reflexivo dentro del grupo familiar para que tanto mujeres como hombres encuentren nuevas formas de valorarse fuera de las funciones tradicionales. Por ejemplo, los hombres pueden valorarse a partir de su papel de padres y esposos que pueden expresar ternura, y las mujeres a través de un proyecto profesional a pesar de la culpa que esto suele generar.

¿Cómo transmitir una alternativa de autoridad a las niñas y los niños? La transmisión de nuevas formas de autoridad que conduzcan a la democratización del grupo familiar es un reto, principalmente en la interacción con las hijas e hijos menores, y en general con los pequeños del grupo familiar. Ello supone el


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reconocimiento de los “saberes” del grupo familiar y poner en práctica la equidad, tomando en cuenta y dándole el peso que tiene a todo aquello que viene del mundo de las niñas y los niños; promoviendo en la interacción el respeto, el cuidado, los derechos que todas las niñas y los niños tienen. Esto significa estar abiertos a recibir con interés y amor lo que niñas y niños nos traen (miradas, sonrisas, juegos, fantasías, dibujos, caricias y en general todo lo que es parte del interés de la niña o el niño). Este planteamiento es importante en el sentido de romper y extinguir la tendencia que existe en los adultos a “decidir en cada instante lo que le conviene a cada niña o niño por su bien, sin escuchar sus deseos”, minimizando el potencial que existe en cada niña o niño y, por tanto, estableciendo una comunicación unilateral que implica considerar significativo sólo lo que los adultos plantean, lo cual da como resultado sustituir a la persona del niño o de la niña. Esta relación vertical jerarquiza y bloquea el intercambio y la escucha, establece la fuerza como forma de imponerse y es de entrada una manera violenta y amenazante de relacionarse, pues no permite dar y recibir, movimientos necesarios para interactuar. Sin embargo, ya que esto suele ser una manera de relacionarse habitual y cotidiana para el grupo familiar –como ya se ha mencionado–, sería conveniente revisar y cobrar conciencia de cómo y en qué momentos se está actuando así, y el beneficio de buscar otras opciones. Otra forma sería ver a las niñas y los niños como personas capaces de tener autoridad y poder, en especial sobre aquello que concierne a sus vidas. Sus opiniones, decisiones y gustos necesitan ser tomados en cuenta, ya que el poder está relacionado con la capacidad de tomar decisiones y desarrollar iniciativas, y las niñas y los niños pueden contribuir también en ese aspecto. Una niña o niño siempre trae algo que aportar a nuestra experiencia de vida. Es importante preguntarnos ¿quién es mi hija o hijo? Ir descubriéndolo(a) y no dar por hecho que sabemos anticipadamente quién es. De esta manera, lo que transmitimos es que todos en algún grado somos capaces de tener poder y ser autoridad en el grupo familiar, y que esta no sólo recae en las figuras maternas o paternas. Es posible entonces establecer con las niñas y los niños reglas de convivencia para con el grupo.


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Actividad Ser autoridad Objetivo

Reflexionar acerca de la posibilidad de que mujeres y hombres por igual sean autoridad. Hojas blancas y hojas de rotafolio. 30 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. Quien facilita pide al grupo que reflexione y saque conclusiones sobre los siguientes temas (se seleccionan las preguntas más convenientes para el grupo). • ¿Quién toma las decisiones importantes en la pareja o en el contexto familiar? ¿Por qué? • ¿Te sientes conforme con lo que está pasando en tu familia o contexto familiar? • ¿Por qué? • ¿Te gustaría cambiar algo? • ¿Consideras que hay diferencias con la forma de ser autoridad entre las mujeres y los hombres de tu grupo familiar de origen? • ¿Por qué? • ¿Cómo consideras el trato que se le daba a las niñas y los niños en tu grupo familiar de origen? • ¿Por qué? 2. Las conclusiones se escriben en hojas de rotafolio.

Equidad entre los géneros En el contexto del imaginario social se da la tendencia a devaluar al género femenino, y dicha tendencia se transmite en la socialización de niñas y niños mediante la creencia de que las mujeres están preparadas para complacer y obedecer, y los hombres para conquistar el mundo y ser ellos mismos. La propuesta de equidad plantea asumir una postura educativa más crítica, democrática y reflexiva, y obervar cómo esta realidad afecta la capacidad de liderazgo de las mujeres y las niñas en el seno familiar. Por lo tanto, es necesario adoptar un enfoque en las relaciones familiares a través del cual se superen las relaciones desiguales y se promuevan oportunidades para que se desarrolle la capacidad de ejercer la autoridad y el liderazgo por igual en niñas y niños, así como dar alternativas creativas respecto a las formas del ejercicio del poder perverso que hace daño a otros.


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Recordemos que las niñas y los niños aprenden de cómo los tratan. Puesto que sobre ellos se ejercen relaciones de abuso por el simple hecho de considerar a la infancia como un estado de “inferioridad” en el desarrollo de los seres humanos, no se les otorga el estatuto de sujetos con deseos propios. Las niñas y los niños pueden establecer relaciones de intercambio si son tomados en cuenta y valoradas sus aportaciones al grupo (las aportaciones tienen que ver con su capacidad y madurez, tanto física como emocional). La democracia empieza por la casa a medida que hombres, mujeres y niños y niñas del contexto familiar se integran por igual a esta experiencia de tomar las decisiones, asumir las responsabilidades y ejercer derechos. La democracia persigue el bien común de la familia y representa una forma de vida con hábitos que respaldan permanentemente nuestras acciones. Hay prácticas que distorsionan la realidad y no orientan hacia el verdadero valor que tiene el intercambio en las relaciones humanas, como una forma de ejercer el poder, sin discriminar edad, sexo, etnia, etc., y como una propuesta de aprendizaje con niñas y niños en el contexto familiar. En la familia, la transmisión de valores positivos puede ser realizada por todos los miembros del grupo familiar, aunque en realidad la tarea de educar suele recaer en la madre. Ello impide que cada miembro del grupo (padre, madre, hermanos, abuelos, otros) intervenga de manera significativa en relación con el autocuidado del cuerpo, higiene, alimentación, salud física, belleza, percepción de la relación con sus emociones, así como con mantener abierta en las niñas y los niños la curiosidad por su cuerpo y lo que les rodea, para desarrollar un espíritu científico. Es necesario compartir el juego y considerar la vía de las fantasías infantiles como el estado natural para intercambiar e interactuar a fin de fomentar el liderazgo, reconociendo y reafirmando sus nuevos aprendizajes y buscando que niñas y niños se sientan a su vez con autoridad. Las profesiones no tienen sexo y, por lo tanto, las actividades tampoco. La clasificación y diferenciación de actividades para hombres y mujeres es producto de una educación sexista.

Actividad Opciones no autoritarias en la enseñanza Objetivo

Pensar en opciones distintas para evitar un ejercicio autoritario del poder desde la educación y la enseñanza.


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Material Hojas blancas, hojas de rotafolio y plumones. Tiempo 30 minutos. Desarrollo 1. La facilitadora o el facilitador divide a los participantes en grupos pequeños y propone la lectura siguiente: Los caminos de verdad2 ¡Los deliciosos finales de marzo de nuestra infancia, cuando los amentos se aterciopelan en las ramas rojas de los mimbres, y cuando primaveras y violetas nacían en la tierra húmeda que la nieve acababa de abandonar! ¡Y qué ruido hacíamos, nosotros, nuestras ovejas y nuestros perros, cuando llevábamos a brincar a través de los prados nuevos a nuestros animales, ebrios de sol y de libertad! Un buen pastor, creíamos, se mide por el estallido de sus gritos, por los ladridos de sus perros y por la decisión con la que impone un orden y una disciplina de los que es el gran ordenador. Experimentábamos, es cierto, un placer malsano en hacer sentir esta autoridad, una especie de celos inconscientes nos llevaba a contrariar el apetito natural de las ovejas… ¡Ah!, te gustaría comer tallos tiernos… toma, un bastonazo, ¡esto te enseñará a emanciparte! Hacía una excepción, sin embargo, con mi querida Mourette y sus dos cabritillos con pendientes, a los que yo amaba y que me correspondían. Con ellos no tenía necesidad de mandar, me seguían o bailaban su alegría de vivir en una deliciosa farándula. Y si el perro los hubiera tocado, ¡con qué emoción los hubiera defendido! ¡con qué atención bajaba para ellos los frágiles tallos que roían, y cogía entre los matorrales los brotes que venían a comer en mi mano! Me sentía orgulloso cuando estaban saciados y me vanagloriaba de no haber tenido que levantar jamás la voz, atentos como estaban a mis gestos y a mis preocupaciones. ¡Dos actitudes! ¡Dos pedagogías! ¡Pero la escuela se ríe de la humilde experiencia de los pastores! Tiene sus imponentes caminos seculares que escritores, sabios, administradores eminentes han dicho ser los caminos de verdad: ¡No a la debilidad afectiva! ¡Mantened la ley! 2  Freinet,

Parábolas, 1979.


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Acostumbrad a vuestros alumnos a obedecer, incluso y sobre todo si la orden dada contraría sus tendencias y sus deseos. Es así como se forman si es necesario con bastones y perros las personalidades fuertes y las almas bien templadas. ¿Y si fueran caminos de ilusión y de error? ¡Si algún viejo pastor nos probara, por su experiencia decisiva, que nos agotamos en vano en una lucha desigual contra la naturaleza y contra la vida, si nos persuadiéramos un día de la orgullosa vanidad de esta autoridad formal material, intelectual y moral que da la maniobra hábil y despiadada del látigo! ¡Si aprendiéramos de nuevo a acariciar, amar y servir a los niños y las niñas de dorados bucles, llevarlos un momento de la mano en los pasos difíciles, bajar para ellos las ramitas que no pueden alcanzar; regocijarnos al verlos saciados por la noche con una comida libremente cogida en las fuentes generosas que nosotros habremos hecho brotar; si supiéramos responder a las llamadas inquietas de los alumnos en dificultades y sosegarnos nosotros mismos con los brincos satisfechos de seres que suben hacia las cimas de la cultura por vías que no son obligatoriamente calvarios sino que son siempre caminos de vida! ¡Si supiéramos ayudar a nuestros niños a hacerse hombres! 2. Al concluir la lectura, se solicita que cada cual escriba sobre la pregunta siguiente: ¿Podrías relacionar este texto con algún momento de tu vida? Si es así, ubica ese momento. 3. A continuación, se sugiere que los grupos comenten su experiencia personal y cómo se sintieron con la lectura. 4. Para finalizar la actividad, cada grupo escribe en hojas de rotafolio sus conclusiones y nombra un representante para compartirlas en reunión plenaria.

Actividad Habilidades en la familia Objetivo

Reflexionar sobre quién detenta la autoridad y establecer dinámicas de reconocimiento de habilidades en la familia. Tiempo 30 minutos. Desarrollo A continuación se ofrecen a la promotora o promotor una serie de preguntas a fin de que seleccione aquellas que considere más adecuadas para plantear en el grupo (podrían ser varias o incluso todas si así lo considera):


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• ¿Cuáles son las dinámicas que identificas y que involucran relaciones de poder en tu contexto familiar? • ¿Cómo se expresa el poder o autoridad que cada cual tiene en tu casa? (Por ejemplo: a través del espacio físico, el manejo del dinero, otorgar permisos, el manejo de información, la capacidad afectiva, otros.) • ¿Cómo se usan estos poderes? • ¿Qué tipo de poderes se valoran más en tu familia o contexto familiar? (Se puede considerar la inclinación que hay en muchas familias a destacar la lucha por ser, en contraposición con otras que ponen el acento en la lucha por tener.) • En tu casa, ¿cada persona es considerada por, sí misma con autoridad y se reconocen sus capacidades y limitaciones? Sí, no, ¿por qué? • ¿Las capacidades y habilidades personales se ejercen en beneficio propio e incluso de los demás? Sí, no, ¿por qué? • ¿Se reconocen por igual en la familia las actividades que desempeñan hombres y mujeres? Si hay diferencias, ¿cuáles son estas? • ¿Se reconoce en el hogar cada logro en el crecimiento y madurez de niñas y niños? (Por ejemplo: dibujos, lectoescritura, juegos y todas aquellas actividades que le van otorgando la conquista de su autonomía y capacidad expansiva.) • ¿Qué actitud prevalece frente a los errores propios y de los otros? ¿Por qué? • ¿Se toman en cuenta en tu familia las opiniones de las niñas y los niños, en especial lo relativo a sus vidas? Sí, no, ¿por qué? • ¿Puedes percibir cuándo los otros te quieren controlar o usan la fuerza sin tomarte en cuenta? ¿Te sientes capaz de poner límites a estas acciones? Sí, no, ¿por qué? • ¿Eres capaz de darte cuenta de tus deseos de controlar o de tus acciones controladoras en las que utilizas la fuerza? ¿Qué te gustaría hacer al respecto?

Actividad Para trabajar con niñas y niños Objetivo Desarrollar las habilidades y liderazgos de niñas y niños. Tiempo 30 minutos. Desarrollo 1. Se sugiere que la persona que facilita plantee al grupo lo siguiente: una manera de transmitir la capacidad de liderazgo de niños y niñas consiste en solicitarles periódicamente que jueguen a decir qué hacer y en que los padres o los adultos jueguen a cumplir las indicaciones de los pequeños.


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2. Luego se recomienda al grupo que realice en casa, con las niñas y los niños del grupo familiar, el juego que se propone a continuación: Juguemos a que tú mandas ahora: Se pide que las niños y los niños propongan instrucciones y reglas para cumplir; la función del adulto será ayudar a esclarecer estas instrucciones sin sustituir a los pequeños, explicando lo importante de todo aquello que proviene de ellos, y luego integrarse cumpliendo las indicaciones y reproduciendo las fantasías infantiles involucradas en el juego.

Responsabilidad y división de tareas; nuevos conflictos de género En la familia compartimos comida, casa, vestido, la confianza, cariño, apoyo, honradez, respeto, solidaridad, equidad y otros valores necesarios para cuidar la vida de las personas y la naturaleza.3

Actividad Cuidado y autocuidado Objetivo

Pensar en cómo nos responsabilizamos de introducir valores de cuidado y autocuidado en la familia. Hojas de papel y lápices. Quince minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. La promotora o promotor pide al grupo que reflexione sobre las preguntas siguientes: • ¿Consideras que se necesitan valores para vivir? • ¿Cuáles son los que tú consideras más importantes para trabajar con tus hijas e hijos? • ¿Qué piensas de la frase “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”? 2. En este contexto de reflexión individual se solicita que en grupos pequeños cada cual escriba ejemplos que muestren su responsabilidad en la familia: hacia su pareja, hacia sus hijas e hijos, otros. 3. Las conclusiones se comentan en reunión plenaria. 3  Se

recomienda consultar el material del INEA, Hombres, 2001.


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Actividad Ser solidarios Objetivo

Pensar en maneras de ser solidarios y en acciones de colaboración conjunta que no formen parte de las funciones y estereotipos de género. Hojas blancas, hojas de rotafolio y plumones. 30 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. La persona que facilita anuncia que se leerá un cuento y comienza su lectura. Los miembros contra el estómago4 En cierta ocasión, los diversos miembros y órganos del cuerpo estaban muy enfadados con el estómago. Se quejaban de que ellos tenían que buscar alimento y dárselo al estómago, mientras que este no hacía más que devorar el fruto del trabajo de todos ellos. De modo que decidieron no darle más alimento al estómago. Las manos dejaron de llevarlo a la boca, los dientes dejaron de masticar y la garganta dejó de tragar. Pensaban que con ello lo obligarían a darse cuenta de que entre todos lo alimentaban. Pero lo único que consiguieron fue debilitar al cuerpo, hasta el punto de que todos ellos se vieron en auténtico peligro de muerte. De este modo, fueron ellos en definitiva los que aprendieron la lección de que, al ayudarse unos a otros, en realidad trabajaban por su propio bienestar.

2. Luego se solicita a cada participante que se manifieste en relación con la pregunta siguiente: ¿Qué conclusión extraes de este cuento? 3. Como reflexión, se pide que piensen acerca de los beneficios en la familia, o contexto familiar, de promover en las niñas y los niños la realización de actividades que diversifiquen las funciones de género, introduciendo cambios en el imaginario familiar a través de la propuesta de dibujos y ejemplos de historias familiares. (Por ejemplo: los niños lavan ropa, las niñas bolean zapatos, los papás llevan a las hijas y a los hijos al doctor, las mamás trabajan en una empresa automovilística, etcétera.) 4. Las conclusiones a que llegan los grupos se escriben en hojas de rotafolio y a continuación se promueve una reflexión colectiva.

4  “Cuento

popular anónimo”, en inea, Hombres, 2001.


DE LA CORRECCIÓN AL MALTRATO, ¿CÓMO EDUCAR CON RESPONSABILIDAD, DISCIPLINA Y AMOR A SUS HIJAS E HIJOS? El objetivo general de este capítulo es discriminar en grupo las ventajas de que niñas, niños y adultos aprendan a interactuar tanto en situaciones de armonía como de conflicto. Es necesario que se identifiquen las dificultades que esto supone, al tomar en cuenta el desarrollo infantil cuando se establecen límites y responsabilidades. Uno de los retos más importantes para el grupo familiar consiste en educar a niñas y niños mediante formas de relación en donde los castigos y la crueldad sean erradicados. La dificultad que ello implica se basa en que la mayoría de los miembros de la familia ha vivido en regímenes familiares muy autoritarios, en donde el diálogo y la comunicación fueron reemplazados por relaciones de fuerza y por un ejercicio de poder impositivo que tiende a anular y sustituir los deseos de la mayoría o, en este caso, del niño y de la niña, sin que tenga posibilidad de reaccionar o defenderse. Esto ocurre en familias en las que aún pervive la creencia de que debe existir un “jefe” o “jefa” que concentre la toma de decisiones, imponga sus reglas, piense por y para todos, y conceda o niegue permisos en forma arbitraria e irracional, como una forma de control, manipulación y dominio. En general, esto se debe a que así les enseñaron a ellos y desconocen que la autoridad puede ejercerse vía el consenso, la cooperación y la solidaridad. Por otro lado, es necesario romper con la creencia generalizada de que las niñas y los niños no saben, no sienten, no escuchan (se les cosifica). Así se tiende a insensibilizar y menospreciar la naturaleza infantil. Se transmite desde este lugar una percepción distorsionada de sí mismo y de la realidad que hace sentir a niñas y niños que son vistas(os), pero no oídas(os) ni tomadas(os) en cuenta. Esto hace sentir infelices a los seres humanos.

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La participación de las niñas y los niños en las decisiones familiares ¿Qué postura hay que adoptar entonces frente a la educación infantil en la casa? ¿Cómo hacer que la niña o el niño aprenda a estar consigo mismo y conserve su personalidad cuando, de manera simultánea, se le transmite el sentido de responsabilidad y se le enseña a distinguir los valores que va a sostener para relacionarse y comportarse? Es posible que las niñas y los niños disfruten participar en algunos arreglos de la casa si se les pregunta por sus gustos, principalmente en los espacios que ellos ocupan; si se les toma en cuenta acerca de dónde pasar el domingo, cómo organizar unas vacaciones de manera conjunta, también es posible ir involucrando a los pequeños en tareas cotidianas como planear el menú, preparar algún pastel o postre sencillo, arreglar la casa cuando hay desorden. Son acciones que integran a los pequeños y que los hacen sentir capaces de dar su mejor aportación, ya que a medida que se van involucrando pueden mejorar su participación. La tarea de educar en casa a hijas e hijos genera en ocasiones miedos y ansiedades en los miembros de la familia, quienes temiendo cometer errores pueden adoptar una falta de involucramiento o laxitud, pensando que van a aprender por sí solos. Esta reacción puede originar en niñas y niños la sensación de que no es posible contar con su padre, madre o familia y que dependen sólo de ellos mismos. La ausencia de involucramiento o una distancia inadecuada (lejana) pueden originar en los pequeños el sentimiento de abandono o falta de interés y aumentar la sensación de desprotección y temor ante el mundo. Si bien las posibilidades de una niña o un niño no son ilimitadas, sí son amplias. Los pequeños están expuestos a su medio ambiente cultural, social, familiar y físico, de manera que según sea ese medio desarrollarán una orientación predominantemente optimista o pesimista respecto a la vida. La actitud característica de la niña y el niño depende de la medida en que sus experiencias tempranas hayan ocurrido en un ambiente facilitante, es decir, en un entorno que haya desarrollado en ella o él la creencia de que es capaz de enfrentarse al mundo exterior, ayudándola(o) a formar un mundo interior pleno de sentido y aceptable. Un medio ambiente empobrecido, basado en privaciones emocionales y o materiales, despoja de un derecho que le corresponde a todo ser humano desde que nace: el de la alegría por el presente y la esperanza para el futuro, que surgen


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desde el interior. Por tanto, la tarea de educar en la familia incluye a su vez contar con cierto sentido sobre lo que funciona con cada persona y lo que no, pues cada cual es diferente, por lo que la relación con las hijas e hijos puede diferir. Sabemos ahora que, contra lo que a veces se ha pensado, las niñas y los niños están abiertos, dispuestos a aprender. Tienen mucha curiosidad y desean constantemente explorar su entorno, pero también son vulnerables y tienen miedo por su incapacidad para protegerse y cuidarse por sí solos.

Actividad Alternativas de convivencia Objetivo Pensar alternativas de convivencia más democráticas. Material Hojas de rotafolio y plumones. Tiempo 30 minutos. Desarrollo 1. Esta actividad requiere que se formen grupos pequeños para contestar y discutir las siguientes preguntas: • ¿Cuáles son los valores que consideras importante transmitir a tus hijas e hijos? • ¿Cómo es la estructura de tu familia? Descríbela. • ¿Con qué método o de qué forma fuiste orientado en tu familia? • ¿Qué fue lo que no le dijiste en la infancia a tu padre o madre y qué te hubiera gustado decirles? • ¿Cómo elaborarías tú las reglas de convivencia en tu grupo familiar? ¿Incluyendo a las niñas y los niños? 2. Las conclusiones se escriben en hojas de rotafolio y un representante de cada grupo las expone en reunión plenaria.

Actividad Ejercicio lúdico Objetivo

Reflexionar acerca de las formas de comunicarnos y de ejercer la autoridad. Salón amplio para desplazarse. 30 minutos.

Material Tiempo Desarrollo 1. La promotora o el promotor pide al grupo que formen parejas y señala la importancia de no autocriticarse y permitirse el juego.


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• Uno de los miembros de la pareja representa a un “burrito necio” y el otro lo tiene que llevar de las riendas hacía donde ella o él quiera ir. • Luego de determinado tiempo, se intercambian las funciones de burrito y conductor. 2. Se solicita a cada pareja que narre lo que sucedió para compartir en grupo la experiencia y cómo se sintieron. Se les pide que expresen lo que aprendieron jugando.

El maltrato infantil: repercusiones en la salud mental y otras consecuencias La situación de maltrato y abuso sucede cuando una persona adulta usa el poder que tiene como autoridad para causar daño y lastimar a un niño o una niña con el pretexto de “educarlo”. Todavía subsiste la creencia de que son necesarios los golpes para que las niñas y los niños aprendan. ¿Qué sucede cuando una niña o un niño es tratado con crueldad? (Cuando es objeto de humillaciones, descalificaciones, apodos, golpes, privaciones.) En la mayoría de los casos, las niñas y los niños piensan que algo está mal en ellos, pues darse cuenta del desamor en el que viven y reconocerlo es muy difícil por tratarse de seres de los cuales esperan protección, respeto y amor. Gran parte de estas niñas y niños pierden el amor que se deben y, en el fondo, justifican los malos tratos por su manera de ser. Piensan que los golpean porque hacen travesuras, no obedecen, no hacen lo que se les pide. Esas respuestas avalan el tipo de conducta que los adultos tienen hacia ellos. ¿Qué es lo que estas niñas y niños no pueden ver? Que ellos en realidad no merecen esos tratos con ninguna justificación, sino lo mejor. La ley que protege los derechos de las niñas y los niños especifica que no son propiedad de su padre, de su madre ni de ningún familiar, y que tienen el derecho a defenderse y pedir protección si no la reciben en la familia. Estas niñas y niños, después de recibir maltratos y vivir con adultos que no les piden disculpas ni asumen como una falta lo que está sucediendo, acaban confundidos, sienten que tienen la culpa de todos los conflictos que ocurren en la familia. En vez de sentirse en un lugar de amor, se sienten en un lugar de odio y rabia, por lo que tienden a llamar la atención provocando el rechazo de los demás y mostrándose conflictivos, agresivos e impulsivos. Las niñas y los niños que sufren violencia familiar, ya sea porque ven a sus padres discutir y al padre golpear a la madre o porque reciben golpes directos, son personas que viven permanentemente angustiadas, sienten miedo, no confían en los adultos ni en las personas en general y han perdido la alegría. Viven deprimidos, tristes, por


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momentos, y por iguales razones no pueden concentrarse en los estudios y tienen muchas dificultades para aprender de su experiencia. También presentan problemas al dormir, al alimentarse (comen mucho o están inapetentes), padecen incontinencia urinaria, se sienten muy solos, los oprime lo que les pasa y requieren ayuda psicológica para poder salir adelante y creer en que todo puede cambiar, que merecen lo mejor pase lo que pase, y que pueden soñar con un futuro distinto y recuperar la alegría.

Actividad Relaciones violentas Objetivo

Reflexionar acerca de nuestras relaciones violentas: ser violentos, ser violentados. 30 minutos.

Tiempo Desarrollo 1. La promotora o promotor solicita que se formen pequeños grupos y explica que se va a compartir la experiencia personal mediante ejercicios de respuesta a las siguientes preguntas. • ¿Has vivido violencia alguna vez? • ¿Has participado en violentar a alguien, consciente o inconscientemente? • Cuando te enojas, ¿cómo expresas tu enojo? • ¿Te gustaría cambiar algo de tu carácter? Especifica qué. 2. Para concluir la actividad, cada cual expresa cómo se sintió y se sacan conclusiones en reunión plenaria.

¿Cómo prevenir la violencia familiar? La violencia familiar ocurre en la mayoría de los casos por patrones de conducta que se transmiten de generación en generación. Estos patrones se aprenden y luego se reproducen con la propia familia. La violencia se sostiene a partir de creencias basadas en las desigualdades y asimetrías de poder entre mujeres y hombres. Lo que aquí vamos a abordar es la forma en que es posible ejercer dentro de la familia una educación no violenta y democrática hacia las niñas y los niños y entre las personas, junto con la necesidad de que haya reglas y límites para convivir. Es importante que se establezcan reglas en el contexto familiar que todos cumplan, que sean válidas tanto para los pequeños como para los adultos. Esta situación permitirá que la niña y el niño se sientan en un mundo seguro y predecible. Las niñas y los niños menores de cinco años necesitan estabilidad y un sentido de seguridad que provenga de alguien que los cuide y entienda su mundo y


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su modo de reaccionar; alguien que los proteja de los errores y peligros y que les permita seguir sintiéndose niña o niño. Necesitan relajarse, explorar su mundo, aprender, disfrutar jugando y tener periodos de despreocupación de acuerdo con su edad, con responsabilidades no excesivas que puedan soportar sin estrés. ¿Qué sucede cuando en la familia no hay disciplina y las niñas y los niños sienten ese vacío? Tienden a ponerse ansiosos y asustados, y a cubrir ese vacío de liderazgo con el recurso de controlar y dictar ellos las reglas a su madre, padre o tutor. Puesto que las niñas y los niños no tienen aún edad suficiente para comportarse con plena responsabilidad, es necesario hacerles sentir que hay alguien que la tiene. Para que las reglas tengan valor es necesario ganar el respeto de las niñas y los niños. Las criaturas se dan cuenta del manejo que hacen los adultos de estas reglas: si las imponen cuando les conviene y las abandonan cuando no les interesan. Cuando una niña o niño se da cuenta de que los adultos utilizan las normas y mandan por interés propio, y no por el bienestar de la niña o del niño, empieza a desconfiar de la autoridad y de todas las reglas, suelen perderle el respeto tanto a las reglas como a los adultos.1 No se puede pretender que un niño o una niña tome decisiones antes de que sea capaz de hacerlo (difícilmente se le pueda preguntar a una niña o niño de cinco años si desea ir a la cama o prefiere quedarse a ver televisión, pues a esa edad no puede saber qué es lo que más le conviene). Es necesario que los adultos piensen en reglas que se adapten a las necesidades de sus hijas e hijos y que las mantengan. Las reglas sólo se pueden cambiar cuando la niña y el niño las haya superado con la edad y la madurez. A las niñas y los niños les gusta saber cómo comportarse, ya que un comportamiento correcto aumenta su sensación de autonomía y seguridad. La disciplina es uno de los principales medios que se puede emplear en la familia para enseñar a las niñas y los niños cómo comportarse y qué valores seguir; la disciplina es un instrumento de enseñanza y no un castigo.

Diferencia entre castigo y disciplina El castigo representa una privación, pérdida, reclusión, muerte que se aplica a alguien como penalización por una ofensa, transgresión o falta. Siempre se impone por control social y tiene efectos que quedan arraigados en la personalidad.

1  Nelson,

Educar, 1988.


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Como contrapartida, la disciplina es una técnica para hacer ver a una niña o un niño sus errores e implica un ejercicio de vinculación muy importante, pues se puede ser intensamente negativo (con el enojo) e intensamente positivo (con el apego y amor) durante la interacción. Esto quiere decir que es muy importante dejar claro en la interacción que, pese al enojo, se está garantizando el amor. Un padre o madre puede ser destructivo y explosivo o regañón; o también puede transformarse en una persona que exprese sus sentimientos acerca de la conducta de su hija o hijo de un modo maduro, sin gritar y describiendo lo que ve, sin enjuiciarlos. Cuando el padre o la madre expresa sus sentimientos de enfado de un modo maduro, la niña o el niño no sólo aprende que sentirse enfandado y manifestar los sentimientos es algo natural y válido, sino también que existe un modo apropiado de exteriorizar los propios sentimientos. Puede entonces articular: cuando mi padre está enfadado conmigo y me lo dice, no significa que ya no me quiera. Lo que se aprende es que estar enfadado es algo natural y que esta expresión no tiene por qué destruir nada ni a nadie. Una buena disciplina es positiva, ofrece apoyo, solución y la promesa de una ayuda continua. No deja a la niña o al niño sin alternativa; no menosprecia su persona; enseña la buena conducta de un modo que refuerza el vínculo entre madre, padre, hijas e hijos, provoca que se sientan básicamente bien respecto a sí mismos y al otro. Asimismo, establece una relación entre la conciencia y la conducta, de manera que al conocer lo que está sucediendo y por qué, es posible que haya una modificación de conducta. Es más importante enseñar por un tiempo las conductas sanas y los valores que las sostienen, que eliminar las malas conductas.

Actividad Dramatización Objetivo Material

Reconocer el error como parte importante de nuestros aprendizajes. Hojas de rotafolio y plumones. Se requiere un espacio amplio, con mobiliario móvil. 45 minutos.

Tiempo Desarrollo 1. La facilitadora o facilitador explica que la actividad se trata de que cada cual reconozca y explore alguna situación en donde no fue fácil decir la verdad, reconstruyendo los hechos y ubicando las razones.


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2. Las situaciones que proporciona el grupo se escriben en una hoja de rotafolio y en conjunto se eligen dos para reproducir mediante una dramatización. • Se solicitan voluntarios para representar la situación y ponerse de acuerdo. 3. Después de la dramatización, se analiza en grupo y se retoman las aportaciones para realizar una nueva representación que incluya las alternativas que el grupo propone para enfrentar la situación. 4. En plenaria, cada participante comenta cuáles fueron sus emociones durante la actividad. 5. Al final de esta experiencia, se sugiere que quien facilita reconozca y hable con el grupo de sus propios errores y cómo le han servido en la vida para seguir avanzando.

La comunicación, el afecto y el apoyo en la familia o contexto familiar Los miembros de una familia necesitan conversar y compartir sus sentimientos, pensamientos y conflictos, además de escucharse con respeto, reconocer las faltas y promover la aceptación mutua. Esta es una manera de prevenir situaciones de violencia. Algunos de los factores desencadenantes de la violencia se presentan cuando:2 • No hay conciencia del daño que se causa a los demás, en especial a las niñas y los niños. • No se comprenden los cambios físicos y emocionales por los que pasan las niñas y los niños, los adolescentes, los jóvenes, los adultos y los mayores. • Existe una crisis por falta de empleo o carencias que originan preocupación. • Faltan espacios y tiempo libre para que la familia conviva y para la vida en pareja, pues esta se dedica por completo al sostenimiento y al cuidado de hijas e hijos. • Hay desajustes familiares ocasionados por un nacimiento, una enfermedad, una muerte, así como por infidelidad, abandono o divorcio. • Hay algún miembro adicto al alcohol o las drogas. • La TV sustituye o impide la comunicación y la convivencia. Como vemos, aceptar cambios, compartir responsabilidades y respetarnos facilita la convivencia. En el caso de las niñas y los niños, ellos necesitan que se los eduque explicándoles por qué pueden hacer unas cosas y otras no, reflexionando con ellas y ellos las consecuencias de sus acciones.

2  Tomado

de SEP/Crefal, “Amor”, 2000.


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Hablar con las hijas e hijos siempre ayuda, mientras que los golpes y los gritos siempre causan daño. Los adultos tienen a veces una idea muy definida de lo que quieren de sus niñas y niños, y si estos no cumplen sus deseos o expectativas se frustran y recurren a la violencia. Para evitar la violencia es conveniente: • Revisar las formas como se tratan los miembros de la familia, aunque parezcan naturales (gritan, golpean, se burlan, se dejan de hablar entre sí, otros). • Cambiar para relacionarse mejor. • Hablar entre todos y llegar a nuevos acuerdos. Algunas sugerencias: • Reflexionar antes de actuar. La conducta impulsiva puede llevar a no prever las consecuencias de los actos. • Los impulsos se pueden controlar. Si siente que va a estallar de cólera o enojo, apriete un botón de PAUSA y salga a caminar, respire hondo, cuente hasta diez antes de reaccionar, recupere su tranquilidad para poder seguir. • Use palabras que no ofendan y prefiera el diálogo a los golpes. • Se recomienda el ejercicio físico, para eliminar la tensión y relajarse. La violencia daña a todos los miembros de la familia, tanto al agresor como a los demás. Es recomendable que todas y todos reflexionen sobre consecuencias Si se llega a un punto en que las relaciones violentas se repiten en cadena y no las puede evitar (el padre golpea a la madre, esta a las y los menores, estos a su mascota o a niñas y niños más pequeños, etc.), es necesario solicitar ayuda. El conflicto es natural y puede manejarse pacíficamente si se buscan las maneras más razonables y viables de solucionarlo. Toda persona que haya intentado frenar sus actos de violencia sin lograrlo puede buscar ayuda. El cambio siempre es posible. La violencia no es una solución aceptable; es necesario rechazarla por principio y evitar ser cómplices de ella.

Actividad La violencia no es natural Objetivo Material Tiempo

Tomar conciencia de que la violencia no es natural y se puede cambiar. Hojas de rotafolio y plumones. 30 minutos.


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Desarrollo 1. Los participantes se dividen en pequeños grupos para responder las preguntas siguientes: • En caso de tener hijas y o hijos ¿cuánto tiempo les dedicas? • ¿Te has preguntado cuántas horas ven la TV? • ¿Reaccionas de alguna manera ante los programas violentos, radio, historietas, TV, los discutes? • ¿Has pensado alguna vez en por qué abusar del otro o por qué permitir que otros abusen de ti? • ¿Qué sientes al respecto? 2. Cada grupo escribe las conclusiones en hojas de rotafolio y las comentan. 3. Por último, un representante de cada grupo las lee, y en conjunto se reflexiona y se trata de sintetizar la experiencia.

Los derechos de las niñas y los niños Si la violencia familiar tiene que ver con relaciones de abuso de poder, autoridad y uso de la fuerza del más fuerte sobre los más débiles, una forma de combatirla es promoviendo la igualdad como un valor importante en la familia o contexto familiar, sin importar edad, género u otras características que los hagan diferentes a unos de otros. La diferencia entre unos y otros puede ser una forma de enriquecer las relaciones y la comunicación en el contexto familiar. Somos diferentes pero iguales en derechos y oportunidades, y tenemos también responsabilidades que cumplir de acuerdo con nuestras propias capacidades. En el caso de las niñas y los niños, como hemos visto, tienen derechos legales a raíz de la “Convención sobre los derechos del niño”. Es importante que padres, madres y tutores sepan de la existencia de esta ley y que la protección que deben brindar incluye construir un hogar libre de violencia y con las mejores condiciones de alimentación, vestido, educación, diversión y recreación, respeto a su cuerpo, modo de pensar, así como a ser registrados después de su nacimiento con nombre y apellidos propios. Si estos derechos no se cumplen, niñas y niños podrán recibir ayuda en diferentes organismos para que no sean molestados ni maltratados, ni siquiera por sus progenitores, tutores o quienes deben estar a cargo de su educación. Es necesario informar a las niñas y los niños de su posibilidad de defenderse en caso necesario. Las niñas y los niños tienen por igual el mismo derecho a la educación para ser lo que ellos elijan ser de grandes.


LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS SON PERSONAS, LAS MADRES Y LOS PADRES TAMBIÉN LO SON El objetivo de este capítulo es proporcionar una experiencia de aprendizaje grupal para interactuar con todo tipo de sentimientos en la infancia; promover la autonomía y la clarificación de las emociones entre madre y padre, hijas e hijos y otros miembros del contexto familiar, así como la capacidad de discriminar acciones y límites propios en adultos y en niñas y niños. Si bien uno de los principios básicos por transmitir a las niñas y los niños es el compromiso con ellos mismos para ser felices, otro planteamiento importante es comunicar la importancia de ser personas, de no deshumanizarse. Para ello, los padres y las madres requieren hacer una reflexión sobre sí mismos y su posibilidad de mantenerse sensibles ante lo que les sucede y compartirlo con sus hijas e hijos. Esta experiencia no surge mágicamente; se requiere tener el propósito de mostrarse y desmitificar al padre y a la madre ideales, ya que estos sólo existen como modelos construidos por estereotipos comerciales. No obstante, puede ocurrir que cuando se falta a ese modelo se generen culpas que no conducen a resolver lo que ocurre en la familia, por lo que se propone un aprendizaje en relación con el conocimiento de los afectos como experiencia de intercambio en el contexto familiar.

Las niñas y los niños son personas, sienten lo que sienten Una de las formas de ayudar a que las niñas y los niños aprendan a regular sus emociones es aceptando sus sentimientos. Todos los sentimientos están permitidos, las acciones están limitadas.1

1  Faber,

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Padres, 1978.


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Las niñas y los niños perciben la realidad de una manera especial. La aceptación de sus percepciones les permite primero pensar correctamente y luego actuar de manera similar, por eso la importancia de procurar decirles siempre la verdad. La actitud de los adultos choca a menudo con estas ideas, pues se piensa que es sólo un niño, o una niña, ¿qué va a saber? Sin embargo, se sabe que la ayuda que puedan prestar a las niñas y a los niños para reconocer sus verdaderos sentimientos es beneficiosa. Al hablar de sentimientos es importante reconocer tanto los negativos como los positivos; esto significa que la actitud frente a los sentimientos de las niñas y los niños puede ser de reconocimiento frente a ellos (como ponerles un espejo), en vez de atacarlos. Por ejemplo, cuando una niña o un niño dice “tengo calor”, o “me duele aquí”, cuántas veces vemos que los padres o los adultos no escuchan estas emociones y, aunque no los quieran lastimar, les transmiten: “no quieres decir lo que dices”, “no sabes lo que sabes”, “no sientes lo que sientes”. Lo que se propone es la posibilidad de ayudar a poner en claro sus sentimientos, en el entendido de que ayudar no significa estar o no de acuerdo ni reforzar sentimientos negativos como odio o ira. Podemos transmitirles a las niñas y los niños que sus sentimientos son importantes, tanto los buenos como los malos, todos forman parte de ella o él y no son motivo de rechazo ni de mala impresión. Esto es importante porque una niña o un niño puede cambiar cuando sus sentimientos heridos, lastimados, salen a flote y son escuchados y aceptados. Por tanto, es necesario que los padres, las madres y los adultos irritados que tratan de imponer a sus hijas e hijos sus puntos de vista de adultos, modifiquen su actitud y traten de entender y escuchar. Si existen esos padres, habrá hijas e hijos que, al sentirse escuchados, estarán más liberados para corresponder de manera amorosa.

La sobreprotección Esta actitud es una forma de privar a las niñas y a los niños de experiencias que les pueden ayudar a madurar, como la frustración, la desilusión, las penas. Identificar las emociones dolorosas fortalece a las niñas y los niños y es una forma de ayudarlas(os). El consuelo viene por el simple hecho de entender la profundidad de las emociones, haciéndoles sentir que se pueden soportar, por ejemplo: sabemos que extrañas a tu perro. Las emociones pueden bloquear el intelecto, puesto que este absorbe únicamente aquello que las emociones le permiten. Por tal motivo, intelecto y vida emocional se interrelacionan y es necesario pensar al mismo tiempo en una inteligencia


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emocional que a veces, por no prestarle la atención suficiente, nos confunde; la propuesta es que fluya y se libere, para cobrar conciencia de sus significados. La forma de comunicarnos con las niñas y los niños bloquea o abre la posibilidad de intercambiar. En muchas ocasiones, las órdenes son un estilo que bloquea y hace pensar a niñas y niños que queremos entrometernos, es una manera de decirles siempre lo que tienen que hacer. La tendencia en la educación ha sido buscar principalmente que logren manejarse por sí mismas y por sí mismos. Debemos saber que en ciertas edades “los ayudamos más si no los ayudamos” ya que de esa manera estamos favoreciendo su autonomía. Sintonizar con las posibilidades de las niñas y los niños en cada momento es un reto, para no sustituirlos en sus experiencias.

Desatender de manera saludable Faber2 define autónomo y autónoma como autorregulado, autogobernado, dirigido interiormente, separado. Esto nos ayuda a reflexionar acerca de la comunicación, que es más importante para describir un problema que gritar una orden a la manera de un sargento. Las órdenes como: “cierren la puerta”, “pónganse el abrigo”, pueden reemplazarse por: “¿Se dieron cuenta de que la puerta está abierta?”, “Estamos a una temperatura muy baja, hace frío”. Dar autonomía es una forma de proporcionar amor a los hijos y a las hijas, ya que es más amoroso dejarles usar su propio poder para continuar, permitirles experimentar aunque a veces surjan cosas desagradables; es como dejarlos vivir. Podríamos pensar en una “desatención” saludable.

Juicios de valor La importancia de no emitir juicios de valor radica en dar a entender que algo es bueno o malo haciendo que la niña o el niño sienta que es alguien que puede poner en orden las cosas si así lo desea. No estamos pensando en la “perfección”, hay otras formas de mirar y orientar poniendo la mira en la “dirección”. Al hacer una descripción apreciativa estamos apoyando el aclarar qué es aquello que la niña y el niño quieren lograr, para que tengan la libertad de hacer cambios.

2  Ibid.


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Poner en positivo En general, la mejor forma de ayudar a que una niña y un niño mejoren es fortaleciendo sus conductas buenas en lugar de destacar las malas. Ello significa traducir una evaluación negativa por una exposición de lo que debe hacerse. Algunos ejemplos serían: “tu escritura es descuidada”, podría traducirse por: “las letras tienen que estar en la misma línea”; “tienes bajas aptitudes para matemáticas”, podría traducirse por: “necesitas repetir más ejercicios en matemáticas”; “se porta groseramente” por: “necesita expresar su enojo sin insultar”.

Actividad Cambiar nuestra forma de juzgar Objetivo Pensar cómo podemos cambiar nuestra forma de juzgar a los demás. Material Hojas de rotafolio y plumones. Tiempo 20 minutos. Desarrollo 1. La persona que facilita solicita a los participantes que reflexionen de manera individual sobre las preguntas siguientes: • ¿Cuál es tu actitud frente a las carencias de las personas? • ¿Te fijas sólo en los errores? • ¿Te fijas sólo en las cualidades? • ¿Por qué? • ¿Qué sucede cuando tienes una visión de los aspectos positivos de una persona, además de los que no te gustan? Recuerda alguna situación. 2. Al terminar, se comparten las reflexiones con el grupo y la conclusión se escribe en una hoja de rotafolio.

Tomar en cuenta los humores Como padres, madres o adultos en general a veces estamos muy acostumbrados a exigir y obtener, esto va a generar una reacción; es recomendable tomar en cuenta que hay otras formas que no deben olvidarse. En ocasiones, cuando se presiona o se hace un esfuerzo constante para que una niña o un niño haga algo que para nosotros es de vital importancia, la exigencia puede frustrar o acabar con nuestra alegría. Es posible lograr la cooperación de una manera amable, sin moralizar, regañar ni amenazar.


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Suele ocurrir que cuando no podemos discriminar entre situaciones de buen o mal humor, como para ponerlo en palabras, se afecten las relaciones. Es importante reflexionar sobre cómo se piden las cosas, expresarnos de buena manera, tomar en cuenta que el valor del buen humor radica en los beneficios para lograr la cooperación. De esta manera podemos revisar los cambios tanto en jóvenes como en viejos, pues cuando hay buen humor se tiende a ser más sociable, con mayor imaginación y se promueven más fácilmente los impulsos cariñosos. Por otro lado, el mal humor puede ser contagioso y despierta los instintos negativos. La irritabilidad de una niña o un niño puede conducir a la irritabilidad y al desánimo del padre o la madre y demás miembros del contexto familiar, y empeorar las cosas. Es importante separarse del humor de su hija o hijo y revertir esa espiral.

Actividad Estados de ánimo Objetivo

Tomar conciencia de cómo influye el propio estado de ánimo en las relaciones con otros. 30 minutos.

Tiempo Desarrollo 1. Quien facilita proporciona las siguientes preguntas para la reflexión individual: • ¿Qué sucede cuando te sientes de mal humor? • ¿Has descubierto qué lo ocasiona? • ¿Cómo reaccionas con los otros, en especial con las niñas y los niños cuando estás de mal humor? • ¿Qué cambia cuando estás de buen humor? • ¿Tu familia resiente tus cambios de humor? • ¿Alguna vez has escuchado, refiriéndose a ti, papá o mamá está de mal humor? ¿Qué sientes? • ¿Qué te gustaría cambiar en relación con este tema? 2. Luego de la reflexión se comparten en plenaria las respuestas.

Actividad Rodando, ejercicio de interacción corporal Objetivo Material

Dinamizar un grupo y reconocer la importancia del juego y del buen humor en el proceso de aprendizaje. Se requiere un espacio amplio con piso aislante y mobiliario móvil, que proporcione la sensación de intimidad.


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Tiempo 30 minutos. Desarrollo 1. Es necesario que todos se quiten objetos que puedan romperse o lastimar a los otros (lentes, anillos, zapatos, etcétera). • Los participantes de acuestan boca arriba, tocándose las manos y formando una fila. • La persona de uno de los extremos comienza a rodar sobre los demás –como si fueran un colchón– hasta que llega al otro extremo y queda acostada de nuevo. • Lo mismo harán sucesivamente todos los miembros del grupo, de manera que todos rodarán por encima de los cuerpos de todos. Una vez que esto suceda, el ejercicio se dará por terminado. 2. Es muy probable que la actividad suscite risas y comentarios en doble sentido. Se trata de compartir lo importante de poder cambiar el humor y la energía entre todos. Solicitar a cada persona que comente qué le sucedió en el recorrido y cómo se sintió.

Las madres y los padres también son personas, sienten lo que sienten La madre y el padre o personas a cargo de la responsabilidad de los pequeños en el contexto familiar tienen también sus propios sentimientos y es importante aceptarlo. El mejor camino es reconocer los propios límites y ser auténticos. ¿Cómo se puede educar ignorando los propios sentimientos? Nuestras madres y padres nos enseñaron que debemos hacer “todo por nuestras hijas e hijos” y que la maternidad es una vida de entrega. Si bien la situación es diferente en el caso de la paternidad, también podría pensarse que cumplir con el papel de proveedor significa sacrificarse como persona. Ambas actitudes llevan a los progenitores a pensar que no pueden tener vida propia, separada de las hijas e hijos. Se podría pensar que es necesario un cierto grado de egoísmo para no incurrir en una postura de mártir. En la postura relacional que planteamos se considera fundamental que las hijas y los hijos expresen sus sentimientos, aun los negativos. ¿Podríamos pensar en tener, como adultos, el mismo permiso sin por eso dejar de ser una buena madre y un buen padre? ¿Por qué se nos exige ser madres y padres modelo, o una súper-madre? Entre lo que sentimos hacia nuestras hijas e hijos y lo que nos dicen que debemos sentir pueden existir discrepancias que provocan sensación de atrapamiento y hacen emerger culpas, en especial en las mujeres-madres, cuyo papel es mucho más cuestionado socialmente que el de la paternidad. Por eso es importante ser


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sinceras con nosotras mismas y reconocer, permitiéndonos ser ambivalentes con nuestras hijas e hijos, mientras encontramos una solución. Actuar bajo los efectos de la culpa empuja a ser más amable, no permite hacer contacto con lo que en realidad se siente. Qué pasaría si una madre fatigada, que siente que está obligada a ser cariñosa y no puede “decir no” ante el hecho de preparar la cena, se atreviera a decir: no puedo, necesito ayuda. Muchas mujeres no se permiten pedir o aceptar la ayuda de otros por el papel de súper-mujeres que están representando. ¿Qué se puede aprender al romper con este estereotipo? Ni más ni menos que las hijas e hijos sepan que también los progenitores pueden exponer sus necesidades, y que aprendan a considerar a las otras personas. La madre, el padre o los adultos al cuidado en la casa familiar tienen derechos. En el caso de la súper-madre, ¿qué pasaría si empezara a dejar la sobreexigencia y se conectara con sus impulsos, sintiendo que tiene derechos y necesidades? Entonces en la reflexión hay que preguntarse ¿cómo ser una madre, padre o tutor orientado hacia los sentimientos propios? Cuando se vencen las resistencias se puede apreciar la importancia de expresar “no doy más”. Negar este tipo de sentimientos propicia el surgimiento de los deseos de golpear o de acallar las exigencias de mala manera. En estos casos resulta beneficioso darse un respiro, reconocer que se requiere tiempo para pensar, discriminar entre lo que es y no es importante. Decir “no quiero hacerlo” no es mostrar debilidad, sino aceptar la ayuda y compartir la responsabilidad con los demás, lo cual dará pie a nuevas posibilidades. En ocasiones tendemos a compararnos con otras personas: ¿por qué no puedo ser como ellas? La respuesta es porque no somos otra gente, somos nosotras y nosotros mismos, y sólo podemos sentir lo que en realidad sentimos. Todas y todos tenemos nuestras fuerzas y nuestras debilidades. Las niñas y los niños necesitan respuestas genuinas. Si nuestras palabras dicen una cosa y nuestros gestos y tono de voz otra, podemos generar mucha confusión en ellos y en ellas, “enloquecerlos”.3 Para las personas que desempeñan las funciones de cuidado en el grupo familiar, el aprendizaje debe consistir en respetar las propias limitaciones como una responsabilidad para consigo mismas; lo mejor es ser sinceros con las niñas y los niños. Al estar en contacto con los sentimientos, la familia o grupo familiar compuesto por niñas, niños y adultos puede estar alerta para protegerse frente a los distintos estados de ánimo. 3  Ibid.


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Actividad Emociones sobre la familia Objetivo Reflexionar sobre las diversas emociones sentidas acerca de la familia. Material Cartulinas blancas, pinturas o plumones de colores, tarjetas, papel durex. Tiempo 30 minutos. Desarrollo 1. La actividad requiere que cada participante realice un dibujo de su familia, le ponga colores y construya una historia acerca del dibujo, que escribirá en una tarjeta. 2. Luego, cada persona se adelanta para mostrar su dibujo y leer su historia. Antes de retirarse, pega ambos en la pared para armar una exposición. 3. Una vez que terminaron, comentan en grupo cómo se sintieron y qué aprendieron de esta actividad. Actividades para realizar en casa. Se sugiere que la facilitadora o el facilitador recomiende esta actividad para realizar con niñas y niños de la casa, escuela o comunidad. • Se le pide a los pequeños que hagan un dibujo de su papá y otro de su mamá. • También deben narrar una historia en relación con los dibujos. 1. Si los pequeños no saben escribir, el o los adultos lo hacen por ellos y los ayudan a narrar la historia. 2. Luego, se comenta con las niñas y los niños lo que aprendiste tú, como adulto, de esa experiencia.

Actividad Soluciones alternativas Objetivo Aprender a encontrar soluciones alternativas a los problemas. Tiempo 30 minutos. Desarrollo 1. Se pide que cada persona traiga a la reflexión algunas situaciones vividas en la infancia en las cuales haya experimentado descalificación personal, así como otras de halago total. 2. A continuación, comparten la experiencia sobre cómo se sintieron en cada momento. 3. Ya en reunión plenaria, cada cual expresa qué aprendió de la actividad.


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Cuando surgen los problemas, estos pueden ser vistos como oportunidades para enseñar que todas y todos, principalmente en el caso de niñas y niños, pueden llegar a formar parte de la solución y no del problema. Pedirles cosas a las niñas y los niños significa afianzar su progreso, pues se les está tratando como si fueran realmente lo que pueden llegar a ser.

Problemas de las madres y los padres, el divorcio, familias con un solo cuidador Las relaciones de pareja no duran necesariamente el tiempo anhelado; en el curso de la relación, el vínculo va cambiando y hay desgastes que a veces erosionan el vínculo de manera irreversible y la pareja se separa o divorcia. Esta solución, aceptada, por la propia pareja, es en ocasiones la mejor para toda la familia o contexto familiar, a pesar del duelo por la pérdida que implica la separación entre los cónyuges. No obstante, cada cual, junto con las hijas y los hijos, puede ir encontrando las ventajas de esta solución y lograr condiciones que ayuden a construir un nuevo futuro y a superar la sensación de fracaso que suele generar la ruptura. Es frecuente que la separación o el divorcio ocasionen culpa en las niñas y los niños. Ante ello, reviste gran importancia que los miembros de la pareja no incurran en el error común de convertirlos en cómplices. Es necesario advertir que la complicidad con las hijas y los hijos puede confundirlos y hacerles sentir que traicionan a quien quieren. Por otro lado, el sentimiento de culpa provoca serios problemas de salud, físicos y emocionales, que repercuten en el aprendizaje escolar. Cuanto menos se involucre a los menores en los conflictos de la pareja, más fácil será que acepten la separación o el divorcio. Una manera de ayudarlos es hablándoles con la verdad y enfrentando la situación como una solución necesaria. Es recomendable que ambos progenitores asuman la responsabilidad del cambio y desarrollen por separado un sentido de continuidad con las hijas y los hijos. Sin embargo, esto no siempre es posible. Las niñas y los niños sufren los problemas de una pareja poco amorosa, y también las dificultades que se presentan cuando sus progenitores no comparten, en forma madura, las responsabilidades de la separación o el divorcio. El divorcio de la pareja no significa divorciarse de la responsabilidad que los progenitores tienen frente a las pequeñas y los pequeños. No nos divorciamos de las hijas e hijos, simplemente nos separamos de la pareja, y seguimos como padre o madre con las mismas responsabilidades de cuidado, protección y educación.


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En efecto, el divorcio no tiene por qué modificar necesariamente las condiciones y la calidad de vida de las hijas e hijos de la pareja. Es posible que muchas niñas y niños sientan miedo y elaboren la fantasía de que sus padres se unan nuevamente. Esto es normal, pero con el tiempo irán convenciéndose y aceptando la decisión de sus padres como una solución que posibilita construir relaciones de respeto y tranquilidad en el grupo familiar. Si las madres y los padres pueden enfrentar la culpa que sienten con sus hijas e hijos al separarse de su pareja y logran abstenerse de actuar influidos por esta circunstancia, las relaciones entre unos y otros permitirán que cada cual crezca en su proyecto de vida. Es interesante el planteamiento de Osho4 como utopía para soñar en la pareja, en la familia y en la sociedad. Es una propuesta para evitar la desprotección y el desamparo de las niñas y los niños en el planeta, reconociendo en cada adulto la posibilidad de maternizar o paternizar a cada niña o niño del mundo: “el amor no debería ser manipulado, el amor no debería ser legalizado, el amor no debería ser impuesto bajo ningún concepto. En una comuna, las personas vivirán juntas por el puro placer de estar juntas, por ninguna otra razón. Y cuando la felicidad desaparece se separan […] se deben recíprocamente el no vivir en la miseria, si no la miseria se convierte en un hábito. Se separan con los corazones apesadumbrados pero sin rencor […] En el futuro no existirán ni los matrimonios ni los divorcios como en el pasado. La vida tendrá una cualidad más líquida, más confiada. Habrá más confianza en la misma vida que en las claridades de la ley, más confianza en la misma vida que en cualquier otra cosa: la justicia, la policía, el sacerdote, la Iglesia. Y los niños deberían pertenecer a todos, no tendrían que cargar con los distintivos familiares. Pertenecerán a la comuna; la comuna se ocupará de ellos”.

Actividad Enfrentar separaciones Objetivo

Construir formas alternativas para enfrentar las separaciones en la familia con un significado positivo. Papel blanco, hojas de rotafolio, plumones y papel. Una hora.

Material Tiempo Desarrollo 1. La promotora o promotor incita al grupo para que se conecte con situaciones de miedo vividas en la infancia, así como conductas actuadas en el grupo familiar bajo el influjo del miedo.

4  Osho,

Libro, 2003.


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2. Luego se genera una lluvia de ideas con este tema y se escribe en hojas de rotafolio la reflexión del grupo. 3. Cada participante escoge una pareja con quien compartir la situación de miedo vivida; y la persona que escucha expresa cómo le hubiera podido ayudar si hubiera estado ahí. Las funciones de pareja se cambian de manera que ambos compartan la situación de miedo. 4. Para terminar, los participantes expresan de manera voluntaria sus sentimientos y comentarios.

Actividad Ejercicios corporales Objetivo Material

Plantear la importancia de poderse despedir en cada situación, reconociendo la importancia de la conexión con otros. Una grabadora, un espacio amplio con mobiliario móvil y clima íntimo (se requiere que los participantes lleven ropa cómoda). 40 minutos.

Tiempo Desarrollo 1. Se invita al grupo a que se desplace por el salón, primero caminando y después en forma más rápida. Mientras se desplazan, se tocan las manos y se miran a los ojos. Tiempo: diez minutos. 2. Posteriormente, cada persona escoge una pareja y una guía a la otra con los ojos tapados durante cinco minutos; la misma pareja cambia funciones durante otros cinco minutos. 3. A continuación se propone el ejercicio “tentetieso”: • Cinco o seis personas se ponen en círculo y uno pasa al centro. Quien esté en el centro coloca sus pies juntos, como si estuvieran pegados al piso, y con los brazos a lo largo del cuerpo se deja caer hacia uno y otro lado. • El grupo la recibe y la regresa al centro. Se repite con cada participante durante siete minutos. 4. Después de estas dinámicas, se realizará un trabajo de elaboración grupal promoviendo que cada persona exprese cómo se sintió y qué le pasó en cada uno de los ejercicios propuestos. Finalmente, y para terminar esta serie, se propone una lluvia de ideas para escribir en hojas de rotafolio y que cada persona indique: ¿Cuál es la cultura actual en tu familia? Y si hay niñas y niños, ¿cómo es esta y cómo te gustaría que fuera? Se comentan las conclusiones en grupo.


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SOBRE LA AUTORA María Jiménez Díaz Nació en Jaén, España. Es pedagoga por la Universidad Nacional Autónoma de México, con formación en psicoanálisis por el Círculo Psicoanalítico Mexicano, con nivel de doctorado. Trabajó en varios programas de la Secretaría de Educación Pública, como el Plan de Actividades Culturales de Apoyo a la Educación Primaria (PACAEP), Consejo Nacional Técnico de la Educación, Planeación Educativa de los CONALEP, y promoción cultural de la Secretaría de Educación Pública. Es integrante del movimiento feminista mexicano de los setenta, y colaboradora con diversas organizaciones civiles en el trabajo comunitario en México y Centroamérica, en temas de violencia, educación y desarrollo humano. Es facilitadora de grupos con enfoque democrático para el manejo de diferentes disciplinas. En los últimos años se ha dedicado al trabajo de prevención, atención y sistematización de la violencia familiar (con mujeres y niñas-niños). Tiene experiencia en el diseño de albergues para mujeres y sus hijos e hijas que padecen violencia. Asesora en el proyecto Propuestas para una Convivencia Democrática en la Familia, realizado en colaboración con Inmujeres/PNUD. Es madre de un hijo. marji02@hotmail.com.

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Madres, padres, hijas e hijos hacia la democratización familiar en México se terminó de imprimir el 9 de diciembre de 2010, en los talleres de Opción Gráfica, Lago Tláhuac Nº. 4 Local C-12 Col. Anáhuac, Delegación Miguel Hidalgo 11320, México, D. F. Diseño de portada: Factor:02 Edición realizada a cargo de la Subdirección de Publicaciones del Instituto Mora. En ella participaron: corrección de estilo, Gabriela Montes de Oca; formación de páginas, Factor:02; corrección de pruebas, Alberto Cue, Gustavo Villalobos, Estela García y Javier Ledesma; cuidado de la edición, Yolanda R. Martínez y Hugo Rocha. La edición consta de 100 ejemplares.



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