INSTRUMENTOS MUSICALES MANCHEGOS. MOTA DEL CUERVO COMO EJEMPLO

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MOTA DEL CUERVO Y SU HISTORIA ACTAS DE LAS I JORNADAS DE HISTORIA LOCAL

Óscar Bascuñán Añover


© Edita: Diputación Provincial de Cuenca. C/Sargal, n º4 - 16002 Cuenca. Dirección Técnica: Sección de Publicaciones - Departamento de Cultura. Diseño portada y maquetación: Elena Sopeña López. ISBN: 978-84-92711-42-0 Depósito Legal:CU-304-2009 Imprime:Imprenta Provincial de la Diputación Provincial de Cuenca. C/ Sargal nº 4, 16002 Cuenca


“Que este pueblo se llama la villa de La Mota elCuervo, y este nombre es muy antiguo, y no saben por razón de qué se llama ansí, ni hay escritura que lo declare; e que no saben que hay tenido otro nombre”. Julián Zarco-Bacas, Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca. Hechas por orden de Felipe II, Cuenca, Diputación de Cuenca, 1983, p. 367.

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INSTRUMENTOS MUSICALES MANCHEGOS. CULTURA TRADICIONAL CAMPESINA PARA LA FIESTA, EL RITUAL Y LA VIDA. MOTA DEL CUERVO COMO EJEMPLO

Javier Cu茅llar T贸rtola



I Jornadas de historia de Mota del Cuervo

Introducción Como música tradicional podemos entender, de manera general, un conjunto de músicas anónimas, transmitidas de generación en generación, de forma oral, que, cumpliendo una función específica cada una de ellas, particularmente social y vital, perviven o han formado parte de los valores, las ideas, la creatividad y la cultura de los pueblos. En la actualidad se emplean distintas denominaciones para acercarse a este fenómeno musical, entre las más comunes están: música folklórica, tomada como uno de los elementos diferenciadores y expresivos más destacados del saber popular en general, de ese corpus de saberes, tradiciones y costumbres al que se refiere el folklore; música de raíz, porque surge desde lo más íntimo y profundo de las sociedades unidas por una cultura común como tal y perdura en su memoria colectiva; música étnica, término éste utilizado al comparar culturas musicales propias, lejanas y distantes entre sí; hasta hay quien la define, de forma simplista, como música popular, sabiendo que esta definición puede resultar excesivamente ambigua, poco o nada precisa, como una manifestación adoptada espontáneamente por el pueblo. Es evidente que, en el concepto de música tradicional, la componente campesina es fundamental para entender todos sus porqués y su razón para nacer, existir y morir. De ahí que, a mi juicio, la mejor y más completa manera de definirla sea como música tradicional campesina, porque nunca llegaremos a comprender esta música si no consideramos en su justa medida a los actores, únicos y principales, de la vida rural tradicional: los campesinos y sus familias. Ellos y ellas son quienes han necesitado y usado las músicas, con sus diferentes estilos y formas, para entretener, educar e instruir a niños y niñas, para rezar sus oraciones, para la diversión familiar y vecinal, para relacionarse entre sus iguales, para dinamizar los rituales religiosos y profanos en sus diferentes ciclos (vital, anual, litúrgico), para comunicar espacios 129


y tiempos, para transmitir emociones y sentimientos, para cantar y contar historias… , en definitiva, músicas de la tradición campesina colectiva para la fiesta, para el ritual, para la vida. Sólo a partir del análisis de la música como cultura y no como un hecho aislado de interés puramente musicológico, es decir, sólo entendiéndola como parte del proceso de vida, histórico, geográfico, social y cultural, de las sociedades campesinas que la crean, producen y usan, sólo así podremos llegar a comprender el auténtico valor de las músicas tradicionales campesinas, el verdadero sonido musical, “el sonido de la cultura”1. Fruto, pues, de un esfuerzo creativo individual y colectivo, dentro de un proceso cultural completamente abierto a influencias, evoluciones, cambios y transformaciones, el hecho musical, per se, lo conforman distintos elementos que podríamos considerar, por un lado, externos o circunstanciales (clases sociales, épocas históricas, situación geográfica, clima, corrientes o modas artísticas y culturales, religiosidad popular, hablas, lenguajes y literaturas…), por otro, los componentes internos o específicos que forman intrínsecamente la propia música, a saber: la melodía, la escala, el intervalo, el ritmo, el timbre, la tesitura, la emisión y propagación de los sonidos, la interpretación, etcétera. Y es precisamente aquí donde los instrumentos musicales adquieren su mayor protagonismo. El corpus organológico utilizado por las sociedades rurales campesinas a lo largo de la historia ha influido considerablemente en la configuración de las culturas musicales de todo el mundo, en sus cancioneros, en sus repertorios, en sus conjuntos instrumentales, en sus agrupaciones orquestales y, por tanto, en el sonido diferenciador de algunas músicas consideradas como “autóctonas” o propias.

Orígenes y evolución histórica Antes de entrar en temas de organología descriptiva habría que reflexionar sobre los instrumentos denominados “autóctonos”, es decir, en el caso que nos ocupa, deberíamos preguntarnos si existe realmente algún instrumento musical “manchego”, entendiendo como tal aquél, propio y exclusivo de la vasta región geográfica 1. Ver F. CRUCES y otros, “El sonido de la cultura”, en Antropología, núm. 15-16 (1998).

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conocida como La Mancha. Evidentemente existen pocos instrumentos autóctonos en La Mancha y en cualquier territorio, me atrevo a decir que ninguno, porque, comúnmente desde un mismo origen histórico, cualquier instrumento musical tiene una identificación clara en su forma material o tecnológica, unas características acústicas y sonoras bien definidas que, en su desarrollo y recorrido cronológico, van adquiriendo connotaciones de construcción y uso diferentes en aquellas áreas territoriales donde perviven. Un ejemplo muy gráfico de todo esto lo hallamos en el caso del guitarro manchego que, así denominado, cualquiera puede pensar que es un instrumento autóctono, pero en realidad no es más que una evolución, localizada territorialmente en La Mancha, de las antiguas vihuelas y guitarrillas renacentistas extendidas en toda la Península, al igual que ha ocurrido en otras regiones con instrumentos similares como el guitarrico aragonés, el guitarró valenciano y balear, los guitarros murcianos, el timple canario o el cavaquiño portugués. Queda claro que se trata del mismo instrumento adaptado en diferentes regiones a una construcción variable en tamaño y forma, aunque bien parecida, a un timbre diferente, aunque muy similar, a formas de tocar distintas, dependiendo de cada tañedor, o a la funcionalidad que en cada caso y lugar se le haya podido dar. O, por ejemplo, en una situación contraria, cabría preguntarse si una gaita de fuelle podría considerarse un instrumento manchego. A simple vista diríamos que no, pero todavía hay muchos pueblos en La Mancha que recuerdan y nos informan de cómo en sus fiestas de cofradía, patronales o romeras, la música corría a cargo de un gaitero y un tamborilero. ¿Alguien puede decir a esas gentes manchegas, de no hace muchos años, que la gaita de fuelle, con la que han acompañado a su patrón espiritual, con la que han bailado, con la que han acompañado a autoridades, no es un instrumento manchego? Y, un tercer ejemplo, ¿podemos considerar a la guitarra como un instrumento manchego? Claro que sí, pero ¿por qué no andaluz, murciano, aragonés, valenciano, castellano, gallego, canario o catalán? En este sentido, actualmente, hay muchos investigadores que prefieren hablar de instrumentos tradicionales ibéricos en su conjunto, olvidándose, con buen criterio, de absurdas delimitaciones de tipo regional, reduccionista y localista que tanto daño han hecho en muchas ocasiones al estudio de la organología, las músicas y el folklore en general. En nuestro caso, nos vamos a referir a los instrumentos usados tradicionalmente en La Mancha, lo cual no quiere decir que se consideren manchegos de forma exclusiva, sino comunes y habituales en sus distintos estadios históricos, evolutivos y de uso. 131


Por otra parte, a la hora de establecer una catalogación de instrumentos tocados con mayor o menor asiduidad en La Mancha, siempre hay que tener en cuenta su carácter temporal, es decir, en qué época vamos a centrar nuestro trabajo y nuestra selección y si hablamos de instrumentos de la música culta o popular. No serán los mismos, los tañidos en el siglo XIV en La Mancha que los tocados a mediados del siglo XIX. Para ello es necesario rastrear en fuentes históricas, literarias, iconográficas, documentales y gráficas, en etapas más antiguas, y también orales en tiempos modernos. Así, desarrollando diacrónicamente un breve recorrido descriptivo sobre la organología manchega, sin ánimo de ser exhaustivo, la primera época histórica en la que nos fijaremos para descubrir qué instrumentos musicales han sido utilizados en la región manchega es la Edad Media, donde precisamente en la Toledo cortesana del siglo XIII, se crean las Cantigas de Santa María2, que el rey castellano Alfonso X el Sabio mandó componer bajo su supervisión y promoción, y que suponen una representación gráfica instrumental de elevado interés musicológico por las extraordinarias miniaturas que ilustran estos códices marianos: todo un catálogo organológico y fuente documental imprescindible para entender y comprender el origen de muchos instrumentos de la música tradicional histórica. Es justamente en esta época donde podemos afirmar que surge la práctica totalidad de instrumentos musicales, los cuales, en los siglos venideros, irán formando parte de la cultura tradicional campesina manchega, en unos casos, mantenidos, en otros, desaparecidos, y en otros, transformados. En este marco temporal del Medievo manchego encontramos instrumentos como rabeles, fídulas, zanfonas, cítolas, guitarra latina y guitarra morisca, laúdes orientales, arpas, cítaras, albogues, dulzainas, caramillos, trompas, cornamusas, campaniles, címbalos, tejoletas, tambores, etcétera. Muchos de ellos continúan aún siendo utilizados en las diferentes comarcas manchegas (el rabel, en Lagartera o las dulzainas, en La Mancha Oriental, por ejemplo). Entre los siglos XV y XVII se mantienen algunos de los ya descritos, otros se modifican y aparecen otros como: sacabuches, bombardas, gaitas, flautas de pico y traveseras, chirimías, bajones, salterios, laúdes y guitarras renacentistas, tiorbas, 2. Ver, Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, Monumentos Históricos de la Música Española, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1989.

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mandolinas, bandurrias, vihuelas, etcétera, utilizados tanto para músicas cortesanas como villanas o campesinas. Cervantes en el Quijote nombra numerosos instrumentos musicales entre los que destacan: rabeles, zanfonas, flautas, gaitas, pífanos, campanas y atabales, dándonos una idea muy precisa de la organología manchega de la época. En cuanto al repertorio de temas más populares destacamos: villancicos, ensaladas, estrambotes, danzas, madrigales, gallardas, jácaras, españoletas, canarios, seguidillas y primeros fandangos. El siglo XVIII se caracteriza por la evolución y el perfeccionamiento de muchos instrumentos de agrupaciones musicales para la música culta (violines, violonchelos, contrabajos, clarinetes, oboes, flautas barrocas, pianos…) y en muchas iglesias y catedrales se instalan órganos y armonios que van a constituir la base sonora de la música litúrgica en los templos. En cuanto a los instrumentos usados para las músicas campesinas encontramos las vihuelas, las primeras guitarras rasgueadas, las bandurrias, las dulzainas y los tambores, junto a los viejos rabeles, albogues y guitarrillas. Los temas del repertorio dieciochesco más populares fueron: tiranas, polos, olés, boleros, contradanzas, rigodones, fandangos y seguidillas. Cuando en la actualidad nos referimos a la música tradicional o al folklore musical de una región determinada no se suele ser consciente de que estamos hablando de lo que podríamos denominar “el último folklore”, o sea, las últimas tendencias musicales tradicionales que nos han llegado, músicas, bailes y danzas del siglo XIX y XX. Efectivamente, las modas musicales y coreográficas el siglo XIX son las que hoy conocemos como folklore pero, como ya hemos visto someramente en párrafos anteriores, los repertorios, las danzas, los bailes, los instrumentos de otros momentos históricos los desconocemos o bien no mostramos ningún interés hacia ellos. En este orden de cosas, el siglo XIX impone, de manera contundente, tres palos rítmicos y literarios como base del resto de melodías y canciones: la seguidilla, el fandango y la jota. La seguidilla y el fandango se muestran en este siglo en su etapa final, en su último estado evolutivo y, por ello, con multitud de variantes (rondeñas, malagueñas, fandanguillos, torrás, manchegas…) mientras que la jota irrumpe como la última gran creación de moda dentro de las músicas tradicionales y populares hasta que, con la llegada del siglo XX, los salones de baile, los nuevos repertorios – ya de autor-, las nuevas formas de bailar, principalmente los bailes “agarraos” (pasodoble, mazurca, vals, pericón, java, polca, chotis, etcétera), y los nuevos instrumentos que permiten aplicar todas estas novedades, junto con el moderno e 133


innovador gusto por las músicas grabadas para reproducir en los conocidos popularmente como “picús” o gramolas, dan al traste, de manera natural, sin traumas y sin nostalgias de ningún tipo, con las músicas, las formas, las bailes, las relaciones festivas y los cancioneros tradicionales que durante siglos formaron parte de la memoria colectiva de los pueblos manchegos como instrumentos de expresión y cultura propia. En el caso que nos ocupa -los instrumentos musicales- el siglo XIX afianza en La Mancha las agrupaciones vocales-instrumentales de cuerda fundamentadas en la base rítmica de guitarras (ya evolucionadas y fijadas en cuerdas simples y seis órdenes), guitarros y requintos, todos ellos descendientes de las guitarras renacentistas y las vihuelas barrocas, junto a la base melódica de instrumentos de pulso y púa bandurrias, laúdes, laudinos, octavillas, bandurrines y mandolinas-, procedentes todos ellos de las antiguas bandurrias, y diferentes instrumentos de percusión como panderos, zambombas, hierrecillos, platillos, sonajas y almireces. Es importante destacar cómo, un cordófono de la música culta es utilizado por los campesinos como complemento melódico, básico y fundamental, de las rondas tradicionales y de las primeras rondallas, nos estamos refiriendo al violín, extendido por todas las comarcas manchegas. Aparecen, también, nuevos instrumentos que se adaptan perfectamente al repertorio tradicional y sirven para la introducción de nuevas melodías y nuevos timbres sonoros populares, el acordeón –en un principio diatónico, posteriormente cromático- y las flautas traveseras se hacen un hueco importante en las agrupaciones de músicos, tanto en las más tradicionales, las rondas, como en las más modernas, rondallas y orquestinas. A partir de aquí, ya entrado el siglo XX, la mezcla o fusión de instrumentos de viento, como clarinetes, requintos, flautas, acordeones, etcétera, con los viejos instrumentos de cuerda, comienza a transformar el panorama musical y organológico de tal manera que, poco a poco, bandurrias, laúdes y guitarras van quedando relegados ante el empuje de la modernidad que aceleraba la entrada de ritmos, melodías, canciones y bailes para los que no estaban preparados. En un primer momento, el acordeón y el jaz (batería básica compuesta por bombo, caja y platillo) y, después, las orquestinas, acabaron por defenestrar los bailes, los instrumentos y, por extensión, las rondas tradicionales, que quedaron exclusivamente como un elemento testimonial en algunas fiestas locales de arraigo popular, como son los mayos, los aguilandos o algunas rondas festivas. 134


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Por último, la aparición a finales del siglo XIX de las bandas de música en cientos de poblaciones manchegas, también ayudó a arrinconar a los músicos tradicionales, acusados injustamente en muchas ocasiones de caducos y anticuados. Las bandas de música rurales consiguieron convertirse, desde sus orígenes, en verdaderas instituciones socioculturales mantenidas por las corporaciones municipales y encargadas de llevar la música a cualquier acontecimiento público vecinal (festivo, lúdico, conmemorativo, funerario…). Eran agrupaciones de treinta a cincuenta músicos con instrumentos de viento madera y metal coordinados por un director. Familias y generaciones completas pertenecieron a estas agrupaciones musicales en las que se vestía uniforme de gala, se comía y se bebía, y donde los músicos locales, campesinos y analfabetos en su mayoría, tenían un reconocimiento social y un prestigio jamás antes conocido.

Imagen 1.- Banda de Música de Mota del Cuervo a principios de siglo XX. Se trata de una de las Bandas de Música más antiguas de la provincia de Cuenca y de toda La Mancha. En sus orígenes, resulta muy interesante la composición instrumental basada principalmente en instrumentos de viento-metal. (Colección Los Legados de la Tierra. Ayuntamiento de Mota del Cuervo)

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Clasificación organológica El estudio y análisis de los instrumentos musicales se puede acometer desde distintas ramas del conocimiento, ya sea a través de la historia, de la acústica sonora, de la fuente del sonido, de su composición material, de su uso o de su función musical, ya sea de su clasificación resultante del establecimiento previo de categorías de agrupación. La clasificación basada en la función musical del instrumento está directamente relacionada con su tipología melódica, rítmica o armónica; quienes estudian los materiales con los que están construidos tienen en cuenta maderas, metales, etcétera; y la clasificación basada en la capacidad acústica, en el origen del sonido y su condicionante sonoro, distinguen entre familias de viento, cuerda y percusión. La tendencia general academicista y clásica es la que tiende a combinar estas tres formas de clasificación. Pero, en música tradicional, la división organológica más usada y admitida por la mayoría de los estudiosos es la que ya establecieron en 1914 los investigadores alemanes Erich M. von Hornbostel y Curt Sachs3, basada en el tipo de emisión del sonido, su vibración sonora o su fenomenología acústica. De tal manera que podemos obtener una clasificación básica segmentada en cuatro grandes categorías o grupos de instrumentos: 1. Idiófonos, son los que el sonido lo produce el propio instrumento, o sea, suenan por sí mismos, entrechocándose, percutiéndose, sacudiéndose, frotándose o punteándose todas o algunas de sus partes, son los instrumentos de percusión propiamente dichos. 2. Membranófonos, aquéllos en los que el sonido es producido por la vibración de una membrana, tensada y adherida al instrumento, –generalmente de piel de animal-, bien percutiendo un objeto sobre ella, bien frotando o friccionando el parche, o bien haciendo vibrar la membrana con aire. 3. E. M. von Hornbostel y C. Sachs, “Systematik der Musikinstrumete”, en Ztschr f. Ethnologie, cuadernos 4-5 (1914).

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3. Cordófonos, son los instrumentos que llevan cuerdas tensadas en dos puntos fijos sobre una caja de resonancia y puestas en vibración para producir sonido, pudiendo ser frotadas, rasgueadas, punteadas o percutidas con distintos objetos. 4. Aerófonos, los que suenan al insuflar aire de los pulmones en ellos a través de un orificio o una boquilla simple, con bisel, con lengüeta, ya sea simple o doble, o los que su sonido lo produce un fuelle interno, como es el caso de la familia de acordeones y armonios. Como ya ha quedado reflejado, las cuatro familias organológicas anteriormente descritas, a su vez, son susceptibles de crear subdivisiones con las que definir mucho más certeramente la ingente cantidad de instrumentos utilizados por la tradición musical campesina y su tipificación. Ésta es la clasificación que vamos a seguir en las próximas páginas para describir los instrumentos utilizados, tradicional e históricamente, en La Mancha, de forma general, y en Mota del Cuervo, en particular.

Los instrumentos musicales de la tradición cultural campesina en La Mancha Como ya hemos dicho, los instrumentos de la música tradicional manchega se encuentran ligados y vinculados a los distintos procesos cíclicos, sociales, festivos y rituales de los pueblos manchegos y a su momento histórico. Siguiendo la clasificación organológica ya expuesta, podemos establecer una descripción general de instrumentos musicales basada en las cuatro familias básicas: idiófonos, membranófonos, cordófonos y aerófonos.

Idiófonos 1. entrechocados: castañetas o castañuelas, cucas, platillos, cucharas, vasos, palos de danzantes... 2. percutidos: hierrecillos, almirez, morteros de madera y de cerámica, carajillos o cáscaras de nuez, calderos, sartenes, cañas partidas, tablillas, tapaderas 137


de puchero, campaniles, cántaras, tambor de hojalata… 3. sacudidos: carracas, matracas, cascabeles, sonajas, esquilas, cencerros, garrotes de quintos, palos de mayos… 4. frotados: tabla o losa de lavar, botella de vidrio labrado, rayador, huesera, ginebra de cañas, rascas, cuquillo de lata... 5. punteados: birimbao o arpa de boca.

Membranófonos 1. percutidos: con la mano, como es el caso de panderos y panderetas, o con una o más mazas o baquetas, como ocurre con cajas, tamboriles, tambores, bombos y panderas. 2. frotados: las zambombas. 3. soplados: mirlitón y pettine.

Cordófonos 1. frotados: con arco, como el rabel y el violín. 2. punteados: con los dedos, como la guitarra, o con plectro, como el laúd, el laudino, la bandurria, el bandurrín, la octavilla, la mandolina y la cítara. 3. rasgueados: guitarras, guitarros y requintos.

Aerófonos 1. de bisel: flautas de distinta tipología, silbatos y reclamos. 2. sin bisel: flauta travesera, pífano, chiflo de afilador, caracola, organillo de boca o armónica... 3. de lengüeta simple: clarinete, requinto, pitos, flautas de caña y albogues. 4. de lengüeta doble: dulzainas y gaitas. 5. de boquilla: turutas de barro, clarines, añafiles y cornetas. 6. con fuelle: acordeones (diatónicos y cromáticos) y armonios.

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Instrumentos, repertorio y rondas tradicionales en Mota del Cuervo En relación a los instrumentos musicales utilizados en Mota del Cuervo para la interpretación de su repertorio lúdico, festivo, ritual, público y privado, hemos de establecer una pauta cronológica de estudio que se inicia en la segunda mitad del siglo XIX, cuando seguidillas, fandangos y jotas –con sus múltiples variantes- son la base que sustenta las músicas tradicionales campesinas en toda La Mancha, y las agrupaciones musicales de cuerda –las rondas- se convierten en la formación vocalinstrumental manchega por excelencia. Las siguientes generaciones decimonónicas recogerán ese legado cultural musical que, a través de los músicos moteños del primer tercio del siglo XX y, tras la guerra civil de 1936, por medio de las rondallas que surgieron al amparo de los famosos grupos de Coros y Danzas dirigidos por la Sección Femenina del Movimiento, lograron preservar y transmitir el saber heredado a la ronda moteña de los años ochenta y ésta, a su vez, a las rondas actuales del siglo XXI.

Imagen 2.- Músicos del Grupo de Coros y Danzas de Mota del Cuervo “Virgen de Manjavacas” ca. 1970. (Colección Los Legados de la Tierra. Ayuntamiento de Mota del Cuervo)

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Los instrumentos Es interesantísima la gama de instrumentos musicales usados en el último siglo y medio para la interpretación del repertorio musical moteño: guitarros manchegos, violines, laúdes y bandurrias, guitarras, acordeones, panderetas y panderos, zambombas, hierrecillos y botellas, etcétera. Muchos de ellos todavía existen y son tocados, otros son recordados de manera reciente, porque en Mota del Cuervo se conserva una afición extraordinaria a la música, al cante y al baile, a la pervivencia estable, y casi ininterrumpida, de las rondas tradicionales. El grupo de instrumentos idiófonos está representado por las castañetas o castañuelas, que sólo eran tocadas por algunas bailadoras; cantarillos y cántaras -fabricados por los alfareros de la Mota- que se percutían con boina, gorra o con una alpargata, a modo de bombo; la botella labrada -la famosa botella de anís- que se rasca con una llave o con una cuchara metálica produciendo un sonido brillante muy peculiar; y el almirez y los morteros que se percuten con su propia mano. Dentro de la familia de instrumentos membranófonos utilizados por las diferentes rondas moteñas destacan: el pandero, elaborado con piel de cabrito y chapas de hojalata; en su toque se combina la percusión con la yema de los dedos para marcar los tiempos fuertes y el dedo corrido sobre la piel del instrumento para los demás tiempos musicales –este efecto sonoro es conocido en muchos lugares como “carretilla”-; la pandereta, más pequeña que el pandero, se usa de la misma manera; la zambomba, membranófono frotado usado en las coplas y rondas aguilanderas de la Navidad, principalmente; y el mirlitón, que fue el instrumento estrella de las murgas carnavalescas. En cuanto al grupo de aerófonos, la dulzaina y el tamboril siempre fue el conjunto instrumental que acompañaba a las niñas danzantes durante la Función de Ánimas y la Fiesta del Sapo, dos de los momentos festivos más interesantes del calendario tradicional moteño. Con la desaparición de los dulzaineros en muchas zonas de La Mancha durante la segunda mitad del siglo XX, la danza se interpretó con clarinetes o requintos, después desapareció y hace pocos años se recuperó la fiesta completa con la danza, las danzantas, la dulzaina y el tambor4. También acompaña a las 4. Ver J.J. Tejada, “La dulzaina en Albacete. Las músicas del tío de la pita”, en Zahora, núm. 48, (2008), págs. 55,56 y 110.

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danzantas un “guitarrero” que toca el mismo ritmo del tambor. Por otra parte, uno de los aerófonos más populares en la organología del primer tercio del siglo XX en la Mota fue el acordeón. En un primer momento, los acordeones diatónicos se unieron a las rondas de instrumentos de cuerda pero, posteriormente, con la llegada de los acordeones cromáticos, este instrumento formó una agrupación musical independiente, muy característica y muy popular en los salones de baile de la época: el acordeón y el jaz (bombo, caja y platillo). Para terminar, hablaremos de la familia de instrumentos más numerosa y más destacada de la tradición en Mota del Cuervo: los cordófonos. En primer lugar mencionaremos al violín, instrumento de cuerdas frotadas que, como en otros muchos territorios del país, es usado también para el repertorio de la música tradicional por músicos aficionados que, de forma autodidacta, establecieron su propio aprendizaje y uso de este instrumento. La guitarra es el instrumento más popular y el más extendido por todas las comarcas manchegas y es el acompañamiento rítmico fundamental para la voz de los intérpretes cantantes y para los bailadores. En la Mota se toca la guitarra al estilo antiguo en su manera de ejecutar el rasgueo, marcando el tiempo fuerte en la tapa armónica del instrumento con un golpe y cruzando con cejillas las diferentes guitarras de la ronda, lo que le otorga un sonido muy original. Por otra parte, los instrumentos de plectro han jugado y juegan un papel destacado en el repertorio de las rondas tradicionales moteñas. Son instrumentos de seis órdenes con cuerdas dobles que producen un trino o trémulo al frotar ininterrumpidamente las dobles cuerdas con la púa. Los instrumentos pulso y púa más populares en Mota del Cuervo son: la bandurria y el laúd, que se encargan de hacer la melodía principal aunque en ocasiones utilizan acordes rasgueados y suelen improvisar melodías y segundas voces como contrapunto a la voz solista del cantante. Es probable que, en otras épocas, se utilizaran la octavilla y la mandolina, también como instrumentos melódicos5.

5. Ver J. J. Rey y A. Navarro, Los instrumentos de púa en España. Bandurria, cítola y “laúdes españoles”, Madrid, Alianza Música, 1993.

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Imagen 3. Tres niñas danzantes de la Función de Ánimas de mota del Cuervo ca. 1900 (Colección Los Legados de la Tierra. Ayuntamiento de Mota del Cuervo).

Imagen 4.- Músicos de Mota del Cuervo en la boda de Florencio Laguía (sentado a la derecha con guitarra) en el año 1920. Conocidos como “los sastres”, eran cuatro hermanos músicos que formaban, lo que podríamos denominar, una ronda familiar con la que se divertían cuando se juntaban entre ellos y en celebraciones del ámbito familiar y privado. El personaje de la boina es el propio fotógrafo que se sumó a la foto y a la fiesta. (Colección Antonia Laguía).

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Por último, el guitarro manchego es de forma similar a la guitarra pero de muy reducido tamaño; consta de cinco órdenes simples que se afinan con la guitarra “septimada”, es decir, con cejilla en el séptimo traste y usa las mismas posiciones de acordes que la guitarra. Sus cinco cuerdas pueden ser de guitarra o combinarse algunas de ellas (la prima y la quinta, por ejemplo) con cuerdas metálicas de laúd. La manera enérgica y viva de tocarse es la nota más característica de este peculiar instrumento, ya que se toca de manera continuada construyendo un ritmo melódico completo para lo cual es necesario rasguear con la mano derecha vigorosamente y de manera circular. El toque de los guitarros en la interpretación de las seguidillas moteñas continúa constituyendo, hoy en día, una experiencia auditiva única que ningún aficionado a la música y organología tradicional puede dejar escapar.

El repertorio A falta de un estudio, análisis o investigación profunda sobre músicas, canciones y danzas tradicionales en Mota del Cuervo, vamos a describir en este epígrafe los temas más populares del repertorio festivo moteño, basándonos en el cancionero de las rondas actuales –la Ronda Moteña y la Ronda La Concilla- que, a su vez, lo heredaron del desaparecido grupo de Coros y Danzas de Mota del Cuervo “Virgen de Manjavacas” y de la grabación en casete que este grupo hizo en los años ochenta del pasado siglo6. Con anterioridad, existe también una recopilación de músicas tradicionales conquenses, grabada en disco de vinilo en el año 1959 por una rondalla de Cuenca al más puro estilo de esa época, donde aparece un fandango moteño instrumental unido a una jota de Iniesta7 (sic). Tal vez sea ésta la primera grabación sonora que exista de una música tradicional de la Mota. Muy interesante resulta la grabación de la música para la danza de la Función de Ánimas realizada con dulzaina y tambor por los Dulzaineros del Alto la Villa, de Albacete, en el año 20088, así como, la participación de la Ronda Moteña en dos dis6. Ver casete “Cantes del Pueblo”, Mota del Cuervo – Cuenca, Sonifolk, 1983 7. Ver LP “Cantos de La Mancha y Cuenca”, Agrupación Artístico Musical Conquense, Columbia, 1959 8. Ver CD, J.J. Tejada, “La dulzaina en Albacete”, Dulzaineros del Alto la Villa, Tradición y Cultura, núm. 20, Diputación de Albacete, 2008

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cos compactos grabados en directo durante la celebración de La Chicharra en los años 2002 y 2003, festival de músicas tradicionales que se realiza anualmente en el pueblo albacetense de Motilleja9. Por otro lado, en cuanto a bibliografía o fuentes documentales de consulta se refiere, -lamentablemente muy escasas- tanto en el celebérrimo cancionero manchego de Pedro Echevarría (1951)10 como en el cancionero conquense de José Torralba (1982)11, podemos encontrar algunas transcripciones de piezas musicales de Mota del Cuervo. Como ya hemos señalado, en 1983, el grupo “Virgen de Manjavacas” grabó la casete de la colección “Cantes del Pueblo” dedicado al folklore moteño con los siguientes títulos: Cara A: fandanguillo y jota, torrás y seguidillas de Mota, las cascabeleras y labradoras. Cara B: jota de ronda, jota del mantecado y los mayos. Queda claro que el repertorio heredado está fundamentado en los pilares básicos de la música tradicional manchega de la segunda mitad del siglo XIX, o sea, la seguidilla, el fandango y la jota, con sus respectivas variantes, algunos cantos de trabajo y, por supuesto, los mayos. En años posteriores, esta formación desaparecería pero, lejos de caer en el olvido, este mismo repertorio de músicas locales es el que, a finales del siglo XX, un grupo de aficionados moteños, algunos de ellos provenientes del viejo grupo de Coros y Danzas, retoma con el ánimo de volver, una vez más, a revalorizar y poner en valor uno de los elementos más interesantes de su cultura tradicional: las músicas campesinas que, desde hace ciento cincuenta años, han acompañado la fiesta, los ritos y la vida en Mota del Cuervo.

9. Ver CD, “La Chicharra”, Unplugged, Asociación Cultural Etnomancha, Motilleja (Albacete). Vol. 1 (2002) y Vol. 2 (2003). 10. Ver P. Echeverría, Cancionero musical popular manchego, Madrid, CSIC, 1951 11. Ver J. Torralba, Cancionero popular de la provincia de Cuenca, Cuenca, Excma. Diputación Provincial, 1982

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Rondas Moteñas Los primeros documentos fiables de fotohistoria referidos a rondas y rondallas moteñas nos llevan al primer tercio del siglo XX. Las rondas continúan una costumbre muy arraigada en toda La Mancha, las cuales, como ya dijimos anteriormente, están formadas por cuatro o cinco músicos aficionados locales que interpretan temas de la tradición vocal e instrumental (imagen 4). Hubo rondas que sólo tocaban en el ámbito familiar y privado (reuniones familiares o de amigos, bodas, bautizos, alboroques, etcétera), mientras que otras rondas, además, eran las encargadas de participar, bien de manera voluntaria bien contratados de una u otra forma, de poner la música y las coplas en fiestas y rituales cíclicos de arraigada identidad como eran los mayos, los aguinaldos o las rondas festivas. Por su parte, las rondallas eran grupos más numerosos que están organizadas por un director, en las que desaparece la parcela vocal o cantada a favor de la música exclusivamente instrumental, con un repertorio moderno y de autor basado en los nuevos ritmos y bailes de moda (pasodobles, mazurcas, valses, partes de zarzuelas, etcétera), los “agarraos” (imagen 5). Las rondallas son una evolución moderna de las rondas tradicionales. Tanto rondas como rondallas utilizan instrumentos de cuerda, tradicionales y habituales en toda La Mancha, donde no faltan guitarras, bandurrias y violines.

Imagen 5.- Rondalla moteña ca. 1930. Las rondallas coexistieron en el primer tercio del siglo XX con las viejas rondas tradicionales, constituyendo un paso evolutivo más como formación músico-instrumental manchega. (Colección Los Legados de la Tierra. Ayuntamiento de Mota del Cuervo)

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Precisamente la fuente de inspiración de los grupos de Coros y Danzas de la Sección Femenina del Movimiento, que sistematizaron e instrumentalizaron las músicas tradicionales a favor del nacionalismo español imperante desde la década de los años cuarenta hasta finales de los setenta del pasado siglo, fueron las rondas y las rondallas que existieron antes de los años de guerra civil. En Mota del Cuervo, el grupo de Coros y Danzas “Virgen de Manjavacas” es buen ejemplo de ello, manteniendo vivo el folklore moteño del primer tercio del siglo XX hasta bien entrados los años ochenta, momento de su desaparición. En 1997 se crea una nueva agrupación musical, en un primer momento con el nombre de Ronda de Mota del Cuervo y posteriormente como Ronda Moteña, en la que se mantienen algunos componentes del grupo de Coros y Danzas y se revitaliza con otros nuevos miembros. Basan su representación pública en la música heredada y tocan muchos de los instrumentos tradicionales manchegos (guitarra, guitarro, bandurria, laúd, pandereta, etcétera), ya no usan falsos trajes típicos –nunca ningún músico tradicional se disfrazó para tocar en una ronda o rondalla- ni cuerpo de baile. Se trata de una ronda vocal-instrumental al más puro estilo tradicional. El repertorio, pues, se puede decir que se mantiene con los temas básicos del folklore local, a saber: fandanguillo, jotas, torrás, seguidillas, jotas de ronda, mayos…, pero además, en la actualidad, la Ronda Moteña ha ampliado su cancionero con piezas de otros lugares aprendidas en sus muchas participaciones en encuentros y festivales musicales, tales como malagueñas, manchegas, pardicas o aguilanderas. Es un buen ejemplo de ronda tradicional manchega en el siglo XXI. En el año 2004, algunos componentes de la Ronda Moteña, abandonaron esta agrupación para formar una nueva ronda local, la Ronda La Concilla, adoptando una vieja forma de actuación muy similar a la de los antiguos coros y danzas: visten trajes típicos -¡que no tradicionales!-, llevan algunas parejas de baile (sobre todo de chicas) y, claro, como no podía ser de otra manera, eso sí, las músicas surgen de los instrumentos y las piezas tradicionales moteñas: fandanguillo manchego y jota, torrás, seguidillas, jota de ronda, jota de los quintos, jota del mantecado, junto a temas del folklore manchego, en general, como malagueñas o manchegas, incluyendo, además, piezas clásicas de rondalla y de tuna estudiantil.

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I Jornadas de historia de Mota del Cuervo

Bibliografía - ANDRÉS, R., Diccionario de instrumentos musicales. De Píndaro a J. S. Bach, Barcelona, Bibliograf, 1995. - CRIVILLÉ, J., El folklore musical, Madrid, Alianza Música, 1983. - CRUCES, F. et al., “El sonido de la cultura”, en Antropología, núm. 15-16, 1998. - CUÉLLAR, J., “Los instrumentos de la música tradicional”, en La Voz de Iniesta, núm. 13, 2006. - DÍAZ, L., Música y culturas, Salamanca, Eudema Antropología Horizontes, 1993. - ECHEVARRÍA, P., Cancionero musical popular manchego, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1951. - HORNBOSTEL, E.M. von, y C. SACHS, “Systematik der Musikinstrumete”, en Ztschr f. Ethnologie, 1914, cuadernos 4-5. - LLORENS, J.M., et al., Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, Madrid, Monumentos Históricos de la Música Española, Ministerio de Educación y Ciencia, 1989. - REY, J.J. y A. NAVARRO, Los instrumentos de púa en España. Bandurria, cítola y “laúdes españoles”, Madrid, Alianza Música, 1993. - REY, P. et al., Los instrumentos musicales en el siglo XVI, Ávila, Fundación Cultural Santa Teresa, 1997. - TEJADA, J.J., “La dulzaina en Albacete. Las músicas del tío de la pita”, en Zahora, núm. 48, 2008. - TORRALBA, J., Cancionero popular de la provincia de Cuenca, Cuenca, Excma. Diputación Provincial, 1982

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Discografía Casete “Cantes del Pueblo”, Mota del Cuervo – Cuenca, Sonifolk, 1983. LP “Cantos de La Mancha y Cuenca”, Agrupación Artístico Musical Conquense, Columbia, 1959. CD “La dulzaina en Albacete”, Dulzaineros del Alto la Villa, Tradición y Cultura, núm. 20, Diputación de Albacete, 2008. CD “La Chicharra”, Unplugged, Asociación Cultural Etnomancha, Motilleja (Albacete). Vol. 1 (2002) y Vol. 2 (2003).

Internet Información Mota del Cuervo, http://www.webzarco.com/mancha/mota/index.htm (12-06-2009). Información Mota del Cuervo, http://www.mota-del-cuervo.com (12-06-2009) Ayuntamiento de Mota del Cuervo, http://www.motadelcuervo.es (12-06-2009) Instrumentos tradicionales ibéricos, http://www.tamborileros.com (04-06-2009) Algunas ilustraciones de las Cantigas de Santa María, http://www.pbm.com/~lindahl/cantigas (30-06-2009).

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