MOTA DEL CUERVO Y LA REPRESENTACIÓN DE SU PASADO

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MOTA DEL CUERVO Y SU HISTORIA ACTAS DE LAS I JORNADAS DE HISTORIA LOCAL

Óscar Bascuñán Añover


© Edita: Diputación Provincial de Cuenca. C/Sargal, n º4 - 16002 Cuenca. Dirección Técnica: Sección de Publicaciones - Departamento de Cultura. Diseño portada y maquetación: Elena Sopeña López. ISBN: 978-84-92711-42-0 Depósito Legal:CU-304-2009 Imprime:Imprenta Provincial de la Diputación Provincial de Cuenca. C/ Sargal nº 4, 16002 Cuenca


“Que este pueblo se llama la villa de La Mota elCuervo, y este nombre es muy antiguo, y no saben por razón de qué se llama ansí, ni hay escritura que lo declare; e que no saben que hay tenido otro nombre”. Julián Zarco-Bacas, Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca. Hechas por orden de Felipe II, Cuenca, Diputación de Cuenca, 1983, p. 367.

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I Jornadas de historia de Mota del Cuervo

INTRODUCCIÓN: MOTA DEL CUERVO Y LA REPRESENTACIÓN DE SU PASADO

“Niño, niño -dijo con voz alta a esta sazón don Quijote, seguid vuestra historia línea recta, y no os metáis en las curvas o transversales; que, para sacar una verdad en limpio, menester son muchas pruebas y repruebas”. M. de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Madrid, Espasa-Calpe, 1976, p. 456.

Mucho ha cambiado Mota del Cuervo en las últimas décadas. Un cambio que se ha mostrado más acelerado y constante desde la llegada del nuevo siglo. La lectura de El Quijote quizás sea el mejor modo de comprobar cómo se ha ido transformando la vida, el trabajo, las formas de relacionarse, las mentalidades y costumbres entre los hombres y mujeres que han habitado La Mancha a lo largo de los últimos siglos. Los molinos de viento, que durante tanto tiempo han representado la estampa manchega, no han permanecido inmóviles a los cambios en este entorno territorial, y si antes se alzaban como ingeniosos artefactos que facilitaban las necesidades alimenticias de unas poblaciones fundamentalmente trigueras y autosuficientes, hoy en desuso se reconstruyen debido a una mayor sensibilidad y orgullo por el patrimonio local o regional, el embellecimiento de la extensa llanura y el interés de un mayor número de turistas y viajeros por revivir o contemplar uno de los más famosos escenarios que inmortalizó Miguel de Cervantes en su novela.

Echar la mirada atrás, a lo largo de la existencia de esta población, e indagar en su pasado puede ayudarnos a apreciar con mayor rigor las profundas transformaciones que ha experimentado Mota del Cuervo y, así, entender algo mejor su presente. La creación del Común de La Mancha en 1353 por don Fadrique, Maestre de la Orden de Santiago, intentaba satisfacer las demandas ganaderas y fiscales de una

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serie de concejos que aseguraban que “lo pasaban mal, y les venía gran daño en muchas maneras, por no haber entre ellos ayuntamiento en común, para hacer y ordenar sus derechos”1. El Cuervo formaba parte de esta serie de concejos que integraron el original Común de La Mancha, aunque no queda claro si esta población estuvo ubicada antes de su desaparición en el emplazamiento que ocupó la villa medieval de La Mota, de la que no se tienen noticias hasta 1394. Numerosas aldeas o villas de este entorno territorial quedaron fuertemente mermadas o no sobrevivieron a los siglos XIV y XV debido a las constantes guerras de Castilla y sobre todo a las epidemias. Manjavacas es un claro ejemplo de esta situación. Manjavacas, uno de los principales enclaves de la Encomienda de la Orden de Santiago llamada Torre de Vejezate, situada al borde del río Záncara, en el actual término de Socuéllamos, quedó despoblada a finales del siglo XV2.

Las algo más abundantes fuentes documentales del período moderno y contemporáneo no reflejan una situación social mucho más alentadora. En las Relaciones Topográficas de los pueblos de España, hechas por orden de Felipe II, los tres vecinos nombrados por el ayuntamiento para responder al cuestionario por ser “personas hábiles y aspertas e que tienen noticia y sabiduaría de las cosas” afirmaban que “la gente de esta dicha villa comúnmente es pobre” y que de los quinientos vecinos –cabezas de familia, no habitantes- que entonces tenía la población, había diez casas de hidalgos, “doscientos vecinos labradores que labran la tierra, y los demás son trabaxadores que ganan de comer con sus brazos”3. En palabras del clérigo e historiador Julián Zarco las poblaciones manchegas del siglo XVI estaban constituidas por una masa de “jornaleros y menestrales, que se ganaba la vida con el sudor de su frente y el trabajo cotidiano; clase más expuesta que ninguna a las inclemencias del cielo, pues por estar mal repartida la tierra, en los años estériles morían de hambre y tenía que emigrar en busca de terrenos más productores y hospitalarios”4.

A mediados del siglo XIX el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar elaborado por Pascual Madoz con el principal 1. F.J. Escudero Buendía, Tras los orígenes de La Mancha de Vejezate, Ayuntamiento de Socuéllamos, 2001, p. 12. 2. Ibid., pp. 98-102. 3. J. Zarco-Bacas, Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca. Hechas por orden de Felipe II, Cuenca, Diputación de Cuenca, 1983, p. 369. 4 Ibid., p. 74.

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objetivo de ayudar al nuevo estado y administración liberal a conocer mejor sus territorios, afirmaba que los habitantes del partido judicial de Belmonte “se resienten de la falta de escuelas y la postración de la agricultura”. Tan sólo 100 niños y 16 niñas de Mota, que ya contaba entonces con 3.705 habitantes, asistían a las escuelas de primeras letras. De la “clase jornalera” aseguraba que “por desgracia es la más numerosa” del partido judicial y “vive miserable, descuidada del porvenir”5. Cincuenta años más tarde, el 10 de mayo de 1898, en medio de la espiral inflacionista y oleada de protestas sociales que generó la derrota militar de Cuba y Filipinas, el alcalde José Izquierdo recibió en el ayuntamiento a “una comisión de braceros y mujeres, que nombró el pueblo amotinado en la plaza pública con actitud poco tranquilizadora” y que pedía “pan barato y trabajo”6. El 22 de octubre de 1931, unos meses después de haberse proclamado la II República, el Ministro de la Gobernación recibió en su despacho un telegrama enviado por el presidente de la sociedad obrera de Mota del Cuervo que decía en discurso telegráfico: “Situación angustiosa obreros Sociedad. Falta trabajo, hambre, pan, deseos de justicia. […] ruego obre con rapidez en evitación conflicto que pudiera ser grave”7.

Este breve recorrido por el pasado de Mota del Cuervo a través de algunas de las fuentes documentales e históricas más importantes que se han logrado conservar apuntan una idea principal por encima de todas las demás: la vida en esta población, en este entorno territorial, nunca fue tan fácil como ahora y la subsistencia de sus habitantes no siempre estuvo asegurada. Como bien describía una vez más Julián Zarco en su estudio sobre las poblaciones manchegas del obispado de Cuenca, la secular dependencia económica de una tierra pobre, seca y llana, expuesta a inundaciones ocasionales, epidemias, la usura y el fisco, pudo entorpecer aún más la existencia en este territorio8. Quizás lo suficiente para que sus habitantes hayan estado hasta hace poco tiempo mucho más preocupados por asuntos vitales que por conocer su historia y proteger su patrimonio. La sombra y el recuerdo de un pasado inmediato cargado de violencias políticas, intolerancias y falta de libertades que frac5. P. Madoz, Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1846, vol. IV p. 137, y vol. XI p. 624. 6. Archivo Municipal de Mota del Cuervo, Acta de Sesiones de 10 de mayo de 1898. 7. Archivo Histórico Nacional, Serie A Gobernación, Conflictos sociales, Telegrama oficial de 22 de octubre de 1931. 8. J. Zarco-Bacas, Relaciones de pueblos del obispado de Cuenca. Hechas por orden de Felipe II, Cuenca, Diputación de Cuenca, 1983, pp. 63-86.

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turaron la convivencia de muchas poblaciones también ha alimentado una cierta sensación de vergüenza o incomodidad sobre nuestra historia, de la que a veces se ha preferido huir antes que asumirla, conocerla y debatirla por cauces cívicos y democráticos. Además, las tradicionales distancias que nos han separado de los principales centros de poder y capitales provinciales, más atractivas para su estudio por el historiador, tampoco han ayudado demasiado. La principal consecuencia de todo esto es que vivimos en uno de los territorios menos estudiados, más desconocidos y olvidados por la historiografía de la actual región castellano-manchega.

La organización de las Jornadas de Historia Local de Mota del Cuervo y la publicación de sus actas en este libro tiene por objetivo romper ese vacío historiográfico, despertar el interés y preocupación de sus vecinos por la historia local y demostrar la riqueza histórica y patrimonial de Mota. Aún así, estas jornadas de historia no están concebidas con el deseo de acceder al hecho diferenciador o la efeméride local respecto a su entorno, sino que pretenden ampliar el conocimiento histórico general a partir del estudio de lo local, rescatar del olvido aquellas regiones, culturas o grupos sociales que no aparecen en los grandes manuales de historia ni fueron actores de grandes hazañas, pero que igualmente fueron testigos y protagonistas de la historia y los cambios sociales. El pasado, especialmente el más lejano, es algo que difícilmente podemos capturar, experimentar, exponerlo tal y como fue o alcanzar la verdad y realidad absoluta. La historia y el historiador únicamente pueden aspirar a aproximarse a ese pasado, representarlo e intentar comprenderlo. Es por eso que existen distintas versiones de la historia. La participación en esta y próximas ediciones de las jornadas, no sólo de historiadores, sino también de antropólogos, sociólogos, economistas, geógrafos e historiadores del arte intenta garantizar esa pluralidad y un diálogo entre las distintas visiones del pasado que seguro puede aportar enseñanzas a nuestro presente9.

Las limitaciones para este cometido no son fáciles de salvar. Todavía no hay muchos estudios monográficos de calidad contrastada que hayan puesto su acento en la población o la comarca manchega, a pesar de que desde la Universidad de Castilla-La Mancha se está impulsando el desarrollo o construcción de una historia re9. J.L. Gaddis, El paisaje de la historia. Cómo los historiadores representan el pasado, Barcelona, Anagrama, 2004.

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gional. La temática que se aborda en las jornadas queda condicionada a la existencia de trabajos de investigación en la materia y a la disponibilidad de los propios ponentes. En todo caso, la concesión de un crédito de libre configuración por la Facultad de Letras de Ciudad Real a estas jornadas de historia local bien puede ser una muestra de la solidez de su programa. El contenido de los estudios que suceden a estas líneas cumple de modo muy satisfactorio con la principal pretensión de transmitir importantes conocimientos y seguro que despertar mayor interés por el desarrollo de nuevas investigaciones históricas sobre la población. En estas cinco primeras ponencias se ha intentado conjugar un primer y necesario acercamiento antropológico a la sociedad moteña, sus comportamientos sociales, mentalidad, identidad y expresiones de cultura popular, oral y musical; con el estudio histórico de algunos de los períodos y temáticas que más han ocupado la atención del historiador recientemente.

El doctor en antropología y profesor titular de la Universidad de Castilla-La Mancha, Javier García Bresó, analiza en su texto algunos de los principales expresiones identitarias, culturales y sociales de los manchegos y moteños. Francisco J. Moreno Díaz, doctor en historia y profesor de historia moderna de la Universidad de Castilla-La Mancha, estudia la llegada de los moriscos procedentes de Granada a este territorio en los siglos XVI y XVII. Un tema que ha merecido numerosos congresos y debates en el año 2009 debido a la conmemoración del IV centenario de la expulsión morisca. Juan Antonio Inarejos Muñoz, doctor en historia e investigador postdoctoral en L´Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, aborda la creación del sistema político liberal en el siglo XIX y la forma peculiar que adoptó en el mundo rural y agrario a través de la figura del cacique, fundamental para entender las adhesiones y rechazos que generó este sistema político en las provincias manchegas. Javier Cuéllar pone una nota distintiva a estas jornadas al exponer las ricas expresiones de cultura popular, oral y musical que se transmitían de generación en generación en La Mancha. Por último, José Antonio Castellanos López, doctor en historia y profesor de historia contemporánea de la Universidad de Castilla-La Mancha, se aproxima a un período de nuestro pasado más reciente y apasionante como fue el de la Transición democrática.

Aún quedan temáticas que esperamos puedan ser abordadas en próximas ediciones de estas jornadas de historia debido al continuo surgimiento de nuevos tra-

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bajos de investigación histórica. Sin duda, los orígenes de la población y sus raíces medievales despiertan mayor curiosidad e interés, pero lamentablemente apenas existen estudios en este sentido. No obstante, para la próxima edición ya tenemos comprometida la presencia de profesores universitarios e investigadores que nos ilustren sobre temas tan diversos como el concejo de La Mota y su relación con la Orden de Santiago durante los siglos bajo-medievales, la presencia del Tribunal de la Santa Inquisición en la población en el período moderno, su situación en el siglo XVIII a través del Catastro de Ensenada, el impacto que tuvieron los procesos desamortizadores del siglo XIX y la disposición geográfica, económica y social de este territorio en la actualidad.

Es necesario plasmar en estas últimas líneas el agradecimiento sincero con el esfuerzo, compromiso y generosidad que han demostrado todos los profesionales de la historia y las ciencias sociales que han participado en estas jornadas y a los que se han comprometido a participar en próximas ediciones. Un agradecimiento que se debe extender por igual al entusiasmo mostrado por el ayuntamiento de Mota del Cuervo con este proyecto y a las entidades colaboradoras y co-financiadoras: Caja Rural de Mota del Cuervo, Diputación Provincial de Cuenca y Vicerrectorado de Cultura y Campus de Ciudad Real de la Universidad de Castilla-La Mancha. Gracias a todos ellos tenemos en nuestras manos un libro que fundamentalmente está destinado a satisfacer el interés y conocimiento de los vecinos de esta población.

Óscar Bascuñán Añover. Universidad de Castilla-La Mancha.

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