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2.9. El Funcionalismo
Resultado también del método paranoico-crítico de Dalí es la concepción de su propia vida como un auténtico montaje. Después de pasar los años de la guerra civil española sobre todo en Italia, su estancia en Estados Unidos (1940-1948) da un giro a su carrera, que ahora se diversifica en múltiples actividades. Por ejemplo, se dedica a escribir, a ilustrar libros o a diseñar escaparates, joyas o vestuarios. Y, aunque cuando regresa a Europa comienza una etapa que aúna lo científico (Leda atómica) y lo religioso (Madonna de Port LLigat), Dalí sigue siendo principalmente un reclamo por sus apariciones públicas, que, cargadas de ironía y de absurdo, constituyen uno de sus inventos surrealistas más originales.
2.9. El Funcionalismo
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La arquitectura del siglo XX comienza a partir de la Primera Guerra Mundial, que obliga a encarar directamente los problemas ocasionados por el desarrollo industrial, que se acentúan tras el conflicto bélico. Uno de ellos, de capital importancia, es el gran crecimiento de las ciudades, que provoca el hacinamiento de los obreros alrededor de las fábricas o el valor especulativo del suelo. Estas cuestiones ya se vislumbran en la segunda mitad del siglo XIX, dentro del Modernismo, cuando también se apunta el criterio que prevalece en lo sucesivo: la concepción urbanística de la arquitectura y su relación positiva con la tecnología industrial. Es decir, el primer objetivo no es el edificio sino la ciudad, y ambos deben ser proyectados según unos principios básicos que, con un carácter general, son aceptados por quienes se consideran arquitectos modernos. El resultado de esta búsqueda común es un estilo que, con carácter internacional, se denomina Funcionalismo o Racionalismo, que en sus inicios es paralelo en el tiempo al Cubismo sintético y a El Jinete Azul. Su premisa básica es el predominio de la función sobre la forma, idea que procede de Sullivan y que ahora se respeta rigurosamente, porque así se cree que es posible mejorar la vida humana, sumida en grandes problemas ocasionados por la falta de un entorno adecuado.
Para el Funcionalismo, los elementos arquitectónicos nunca surgen por azar, sino que se justifican por su necesidad, lo que se debe reflejar claramente. De ahí la importancia de las formas geométricas elementales, también presentes en el Neoclasicismo de la segunda mitad del siglo XVIII, pero que ahora resultan de una producción mecanizada a gran escala, buscando la mayor economía posible y rechazando completamente la decoración. El punto de partida es la construcción en esqueleto con vidrio y hormigón armado, que permite usar la planta libre y tratar el muro como membrana transparente.
Con todo ello, la arquitectura racionalista presenta ciertos paralelismos con el Cubismo pictórico. Si el objeto cubista se puede ver desde varios ángulos simultáneamente, por primera vez en un edificio todos sus planos y, por tanto, sus fachadas, tienen igual importancia, por lo que ya no hay una principal. Además, si el espacio cubista se perfora, los volúmenes arquitectónicos pueden penetrar unos en otros, alternando cuerpos verticales y horizontales, pero también con la gran ayuda del cristal. Éste cubre paredes enteras una vez que los apoyos se trasladan al interior, con lo que todo está a la vista, desde dentro se ve lo de fuera y
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viceversa. En definitiva, nada se esconde para lograr lo máximo en luminosidad, higiene y confort. El carácter racional del Funcionalismo, que le vincula al Cubismo, le separa al mismo tiempo del Modernismo que le precede, pero también del Dadaísmo y del Surrealismo,que son coetáneos en su momento de máxima eclosión.
El Funcionalismo se constituye como movimiento único de la arquitectura moderna en la primera mitad del siglo XX, pero engloba diversas líneas de actuación que surgen paralelamente en distintos contextos. En Francia, Le Corbusier (1887-1965) es un auténtico pionero gracias a sus originales ideas, que difunde tanto con sus construcciones como con sus escritos, hasta el punto de que muchas de ellas han pasado a la práctica arquitectónica corriente. Su objetivo prioritario es relacionar el espacio construido con el ambiente natural, por lo que su condición es la del arquitecto-urbanista, partidario completamente del progreso. Éste, según él, sólo se puede alcanzar con el desarrollo industrial, que ha de ponerse al servicio del hombre ofreciéndole viviendas que le permitan un contacto directo con la naturaleza.
La vivienda privada es la tipología que ocupa la atención de Le Corbusier al principio, en la década de 1920. Con ella pretende aunar la libertad espacial y las formas geométricas elementales, para lo cual resulta imprescindible la estructura con esqueleto de hormigón y vidrio. La casa no debe ser un cuerpo cerrado que suponga un obstáculo en la naturaleza abierta, sino, por el contrario, una prolongación de ésta. La idea de espacio continuo que se logra a través de la geometría está tomada del Cubismo. Con ella surge un nuevo concepto de casa, que Le Corbusier califica como “máquina de vivir”, no porque con ella aspire a una existencia mecanizada, sino porque sus formas son claras y precisas, igual que las de la maquinaria.
Para ello parte de cinco puntos que se refieren a la base, a la cubierta, al plano, a los vanos y al frente del edificio. Éste se asienta sobre pilares (pilotis) descubiertos, con lo que el piso principal se eleva y el bajo se vacía para servir como acceso. Las ventajas son varias: se logra una mejor vista al exterior, se evita la humedad del suelo y los vehículos pueden circular libremente en el nivel bajo alrededor de la entrada y de los servicios, llegando al mismo núcleo de la construcción. El techo es al mismo tiempo terraza, ya que el jardín debe encontrarse también en lo alto, como la vivienda, con lo que ésta se une directamente al paisaje, ya que éste, en realidad, forma parte de ella. La planta libre es fundamental para que los distintos pisos sean independientes entre sí y para que el espacio reciba usos diferentes aprovechándose al máximo. La ventana continua aporta ligereza, transparencia y luminosidad, con lo que no sólo la naturaleza accede al interior, sino que éste se comunica con lo de fuera. Por último, en lugar de muro macizo, la fachada libre se despliega como una cortina que, con posibilidad de abrirse o cerrarse, es ante todo funcional, pues deja pasar la luz y permite contemplar el entorno. En definitiva, Le Corbusier logra que el sentido práctico determine todo su proyecto y ofrece el programa de una nueva arquitectura. Con él la casa abandona la concepción tradicional como reflejo del rango social y económico de sus moradores, pues lo prioritario es proporcionar un lugar para que el hombre viva cómodo y desde el que pueda mirar lo que le rodea (Villa Savoye, Poissy).
En sus últimos años Le Corbusier abandona el purismo geométrico de sus viviendaspara dar a su arquitectura un enfoque escultórico e irracional. Su interés sigue siendo el mismo, vincular lo constructivo con lo natural, pero ahora haciendo del edificio un objeto duro que parece estar lleno de una fuerza invisible, casi mágica. Igual que antes cambió la noción de la casa, hace lo mismo con la iglesia, que ahora concibe como un cuerpo que, con su movimiento y sus colores, expresa que lo divino domina plenamente la naturaleza (Iglesia de Notre-Dame du Aut, Ronchamp). Con este cambio tan rotundo de estilo, Le Corbusier se asemeja a otros artistas contemporáneos, como Picasso, con el que al principio comparte las premisas del Cubismo y después, hacia mediados del siglo XX, evoluciona hacia otros derroteros, por lo que se le puede considerar su equivalente en la arquitectura.
En Alemania, el Funcionalismo nace como consecuencia de la situación ocasionada al final de la Primera Guerra Mundial, cuando junto a una gran conciencia de crisis surge un afán de recuperación. Su iniciador es Walter Gropius (1883-1969), quien desarrolla sus ideas socialdemócratas al fundar en 1919 en Weimar una escuela de arquitectura llamada Bauhaus. Este término significa casa de construcción, pues lo que se quiere construir es otro modo de vida basado en lo racional a través de un nuevo concepto de ciudad y de edificio, siempre con el auxilio del diseño industrial. Éste afecta también a muchos objetos realizados en serie, como muebles de tubo metálico o lámparas de mesa, con lo que surge el principio de la forma estándar, que es la más adecuada para un determinado producto.
En la Bauhaus se enseñan arquitectura y diseño modernos, pero de una manera original, pues maestros y alumnos trabajan en grupo en los mismos proyectos, que siempre cuentan con ayuda de la máquina. Así se contribuye no sólo a la educación, sino también al progreso. En 1926 la escuela abandona Weimar por el rechazo que allí encuentra en un ambiente predominantemente conservador y se traslada a Dessau. Entonces, Gropius demuestra sus ideas levantando su nueva sede en la Alemania oriental. Igual que Le Corbusier, recurre a la planta libre, al esqueleto de hormigón armado y a los muros de vidrio. También hace que lo funcional determine lo arquitectónico y que el edificio se relacione activamente con el ambiente circundante. Sin embargo, el Funcionalismo recibe aquí un contenido al mismo tiempo didáctico y político ausente en Francia (Bauhaus, Dessau,). Cuando en 1933 la escuela es cerrada por el nazismo, Gropius se traslada primero a Inglaterra y en 1937 a Estados Unidos para dedicarse a la docencia. Pero, hasta entonces, la institución por él creada había contado con la presencia de muchos de los artistas más arriesgados del momento.
Mies van der Rohe (1886-1969) es uno de estos colaboradores, nombrado director de la Bauhaus desde 1930. Sin embargo, abandona Alemania en 1937 y el resto de su obra lo realiza en Estados Unidos, donde lleva el programa racionalista a sus últimas consecuencias. Si Le Corbusier se centra en la vivienda y Gropius en la escuela, para Rohe lo más importante es el rascacielos, que empieza a proyectar en Europa hacia 1920 y culmina en América. Para ello prescinde de cualquier alusión al ambiente natural y de cualquier preocupación por lo urbanístico o por lo social. Desde que Sullivan ofreciera a fines del siglo XIX el modelo clásico de rascacielos, ahora Rohe aplica la mayor economía de