Las Claves de “La Gioconda” del Museo del Prado

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Las Claves de “La Gioconda” del Museo del Prado Por: Aníbal Clemente Cristóbal

Un discípulo de Leonado da Vinci realizó la obra hace 500 años al mismo tiempo que su homónima conservada en el Museo del Louvre de París, por lo que se trata de la copia más antigua de La Mona Lisa que se conoce. Muchas veces me he preguntado que misteriosas obras se esconden en la oscura, enigmática y recóndita pinacoteca de El Museo del Prado de Madrid, pero no me imaginaba que fuéramos a contar con nuestra propia Mona Lisa aquí en España. Tiene la misma sonrisa enigmática que el original: es la Mona Lisa del Prado, una copia de la obra de arte de Leonardo da Vinci realizada codo a codo con el maestro por un desconocido artista Hace dos años, el Louvre pidió que este cuadro participara en una exposición que tendrá lugar desde el 29 de marzo hasta el 25 junio de este año. Por ello se comenzó un estudio técnico del cuadro y se procedió a su restauración. <<< La Gioconda del Prado antes de su restauración. Hay copias de todos los tipos. Están las que se venden como originales, engañando hasta a los más cautos. Y están las otras, las que se llevan de recuerdo para incorporar al living de la casa, sabiendo que es una réplica al por mayor. Pero existen también copias con clase, hechas con cuidado, de un valor especial. Son casos únicos y su valor es incalculable. En el Museo del Prado de Madrid, se mostró una de aquéllas. Se trata de una copia pintada al mismo tiempo que la Mona Lisa en el estudio del pintor italiano, paralelamente al original que cuelga de las paredes del parisino Museo del Louvre, según publica "The Art


Newspaper". Este descubrimiento podría suponer una auténtica revolución en el mundo del arte, pues estaríamos hablando del cuadro más famoso del mundo. Los conservadores del Prado se pusieron a trabajar en el análisis de esta pintura, que se encuentra desde hace años entre los fondos de la pinacoteca madrileña, pero que se pensaba que se trataba de una copia llevada a cabo por algunos de los artistas de su taller a la muerte del maestro. Todos los indicios hacen pensar que la imagen es algo más que un estudio de la copia. Los últimos restos de repintes están siendo eliminados por los restauradores del Prado, revelando los detalles de los paisajes delicados de Toscana, que se pueden ver al fondo de la obra maestra de Leonardo. El barniz oscurecido también está siendo cuidadosamente eliminado de la cara de la Mona Lisa, dando así una impresión mucho más viva de sus ojos, así como una más atractiva y enigmática sonrisa.

Una cosa curiosa a destacar es que esta obra antes de ser restaurada entre 2011 y 2012, tenía el fondo oscuro, se detectó que debajo existía el fondo que ahora podemos apreciar por una reflectografía infrarroja y una radiografía. Este fondo está inacabado en algunas zonas por lo que se cree que se pintara el enmascaramiento, para taparlo. También explica la restauradora que podría ser por una moda del momento.

En el original que se puede ver en el Louvre, la cara de la Gioconda está oscurecida por un viejo y agrietado barniz, haciéndola aparecer casi como una mujer de mediana edad. En la copia del Prado, sin embargo, la vemos como a una mujer joven de unos 20 años. Leonardo da Vinci, y en especial su obra maestra, la Mona Lisa, generan un sinfín de teorías sensacionalistas. Sin embargo, el descubrimiento de la copia contemporánea ha sido aceptada por las dos autoridades principales, el Museo del Prado y el Louvre.


Como puede apreciarse en las imágenes, la disposición espacial, la postura y las características de la figura femenina son idénticas al original, con mínimas variaciones apreciables en el rostro de la protagonista, que parece más joven en la copia. El tamaño de la tabla es prácticamente el mismo: 77x53 y 76x57 centímetros, respectivamente.

Hay docenas de réplicas de los siglos XVI y XVII y la obra del Prado se creyó que había sido pintada bastante temprano, pero la ausencia del paisaje de fondo significa que despertó poco interés (no hay una entrada de fondo en ella en los catálogos de la colección del Prado). a pesar de que el retrato está finamente pintado, el fondo opaco, negro tuvo un efecto amortiguador sobre la imagen visual de la joven. El descubrimiento fue certificado tanto por estudiosos del Prado como del Louvre y, según el diario El País, el cuadro será cedido temporalmente al museo parisino, con el objetivo de ulteriores estudios. La obra tiene 76 x 57 centímetros, contra los 77 x 53 del original. En un documento presentado hace dos semanas en una conferencia técnica en el National Gallery de Londres, coincidiendo con su exposición "Leonardo da Vinci: Pintor en la corte de Milán", los conservadores revelaron que habían descubierto que el fondo negro fue una adición posterior. Esta conferencia no tuvo apenas cobertura por los medios de comunicación. Sin embargo, una fotografía sorprendente fue presentada, y muestra la condición de la imagen después de que su hubieran eliminado ell 90% de los repintes, dejando sólo una pequeña sección en la parte superior derecha. También se presentaron imágenes infrarrojas de la réplica del Prado que se compararon con los obtenidos en 2004 de la original de la Mona Lisa en el Louvre. Este proceso permite a los conservadores mirar más allá de la superficie de la pintura, el dibujo subyacente y ver los cambios que se desarrolló en la composición. El dibujo subyacente de la réplica de Madrid fue similar al de la Mona Lisa antes de que fuera terminado. Esto sugiere que el original y la copia se iniciaron al mismo tiempo, y pintó uno junto al otro, como el trabajo desarrollado. A pesar de no sobrevivir a los dibujos, Leonardo probablemente comenzó por dibujar su cara y pose. También pudo haber dado los toques finales que se estaban aplicando en la cara de la pintura. Ana González Mozo, técnico especialista del Prado, describe la réplica de Madrid como "un trabajo de alta calidad", y en el documento que presentó en la conferencia de Londres se presentaron pruebas de que la imagen se hizo en el estudio de Leonardo. La fecha exacta del original es incierto, aunque el del Louvre fue pintado entre 1503 y 1506. Bruno Mottin, conservador jefe del Centro de Investigación y de Restauración de los Museos de Francia, cree que el pintor más probable de la copia del Prado sea uno de los dos alumnos predilectos de Leonardo. Mottin propone que se trataba de Andrea Salai, que originalmente se unió al estudio de


Leonardo en 1490, y, probablemente, se convirtió en su amante, o Francesco Melzi, quien se unió en torno a 1506. La réplica totalmente restaurada fue presentada en el Museo del Prado en Madrid a mediados de febrero, participado en la presentación Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado, Ana González Moro, investigadora del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado, Almudena Sánchez Martín, restauradora del Museo del Prado y Miguel Falomir Faus, jefe del departamento de Pintura Italiana (hasta 1700) del Museo del Prado. Asistieron además José María Lasalle, Secretario de Estado de Cultura, Miguel Zugaza, director del Museo del Prado y Rafael Landín, director de la Fundación Iberdrola que ha participado como benefactor del Programa de restauraciones del Museo en este proceso. Podrá verse hasta el 13 de marzo, ya que después tomará parte en una exposición en el Louvre de París, junto a la Gioconda de Leonardo da Vinci.

Los Análisis finales del Museo del Prado El estudio técnico ha sido realizado por Ana González Mozo, investigadora del Gabinete de Documentación Técnica del Prado, en colaboración con todos los departamentos del Área de Restauración, y la intervención ha sido ejecutada por Almudena Sánchez Martín, restauradora del Museo. Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana (hasta 1700), ha coordinado los trabajos. Me parece que es un hallazgo sorprendente, sobre todo por el hecho de que la obra, aparte de estar en depósito, conservaba su fondo ennegrecido, hecho simbólico que intriga y asombra a la vez", dice Francisco Brugnoli, director del MAC. El curador Justo Pastor Mellado, en tanto, opina con más distancia: "Creo que no hay historia del arte sin historia de la copia del arte". Los hallazgos, apoyados fundamentalmente en el estudio cruzado de las dos obras y de los documentos técnicos de la obra del Prado obtenidos durante su estudio, constituyen un descubrimiento de especial relevancia para entender mejor el cuadro original y apreciar detalles del mismo que hasta ahora habían pasado desapercibidos o cuya comprensión no era fácil.

Colecciones reales Procedente de las colecciones reales españolas, aunque aún se desconoce la forma y fecha de su ingreso en las mismas, la copia de La Gioconda del Museo del Prado ha sido sometida a un estudio técnico y de restauración con motivo de la solicitud del Louvre, hace dos años, para su préstamo para la exposición que inaugurará el próximo mes de marzo: L’ultime chef-d’œuvre de Léonard de Vinci, la Sainte Anne (29 de marzo-25 de junio de 2012). Gracias a este proceso, que ha permitido recuperar la imagen original del cuadro del Prado, éste se sitúa ahora como uno de los testimonios más representativos de los procedimientos del taller de Leonardo, al haberse desvelado como obra de alguno de los discípulos del maestro florentino que trabajaban en su taller al mismo tiempo que éste pintaba la original. Por esta razón, la obra del Prado se considera ahora la versión más importante, conocida hasta el momento, de la pintura de Leonardo conservada en el museo parisino.


Tecnología avanzada El interés que suscitó la comparación del resultado de la primera reflectografía infrarroja con la del original llevó a profundizar en el examen de la obra y, finalmente, abordar su restauración. El estudio técnico realizado ha sido el habitual e incluye reflectografía infrarroja, radiografía, fluorescencia inducida con luz ultravioleta y examen con lupa binocular. Una de las aportaciones de interés que avalan también las conclusiones alcanzadas durante estos estudios, realizados para conocer cómo se pintó y determinar su estado de conservación, fue la identificación del soporte de esta obra como tabla de nogal –madera habitual en obras de pequeño formato de Leonardo y su taller y utilizada, entre otras, en La Dama del Armiño, La Belle Ferronière o San Juan Bautista– y la constatación de que la pintura carece de la tradicional preparación de yeso, sustituida en su caso por una doble capa compuesta por blanco de plomo y aceite de lino, un tipo de preparación que, siendo inusual, aparece en numerosas obras de Leonardo y su taller. La reflectografía infrarroja y el examen de la superficie con luz rasante descubrieron la existencia de un paisaje bajo el fondo negro. Los análisis químicos concluyeron que este fondo se trataba de un repinte no anterior a 1750 y que existía una capa orgánica que lo aislaba físicamente de la pintura original, preservando su óptima conservación. A pesar de su diferente calidad pictórica respecto a la original, el paisaje recobrado es acorde con el cromatismo y las formas evanescentes de los escenarios de Leonardo.

Extraordinario interés El extraordinario interés de esta copia reside en que, desde el dibujo preparatorio y casi hasta los últimos estadios, repite el paulatino proceso creativo de la Gioconda aunque sin pretender hacerse pasar por ella. El análisis comparado de las reflectografías infrarrojas de la obra original del Louvre y de la copia del Prado revela detalles idénticos, subyacentes a la pintura, que evidencian un proceso de elaboración paralelo. Las figuras son prácticamente iguales en dimensiones y formas, y lo que es más importante, cada una de las correcciones del dibujo subyacente del original se repiten en la obra del Prado: la transformación del contorno de la cintura, la posición de los dedos, el contorno del velo y el de la cabeza, incluso ajustes menores de los perfiles de las mejillas y el cuello. Un copista "tradicional" transcribiría lo que ve en superficie y no lo que está oculto bajo la pintura; sin embargo, tal y como demuestra su dibujo subyacente, el autor de la tabla del Prado dibujó los mismos elementos que Leonardo, incluidos los que ninguno de los dos pintaron posteriormente y, por tanto, no son visibles en la superficie pictórica. La conclusión de estos estudios apunta a un miembro del taller de Leonardo y a una elaboración paralela de ambos retratos. En cuanto a la posible autoría, la factura pictórica difiere de la producción de discípulos o colaboradores de Da Vinci como Boltraffio, Marco d'Oggiono o Ambrogio di Predis, que tienen una personalidad muy definida. No obstante es posible situarla estilísticamente en un entorno milanés, próximo a Salaï (1480-1524) o quizás a Francesco Melzi (1493-1572/73), los alumnos de más confianza del maestro, herederos de su obra.

Copia sincrónica Por otro lado, la gran calidad de los materiales empleados en la tabla de Madrid sugiere un encargo importante, a diferencia de las demás copias conocidas hasta la fecha, todas ellas posteriores y realizadas ya con la conciencia de estar reproduciendo lo que ya era un original famoso. Los análisis técnicos demuestran que la Gioconda del Prado fue realizada a la par que el original, lo que da sentido a la hipótesis de un "duplicado" de taller, realizado al mismo tiempo y con acceso directo al paulatino proceso de ejecución del cuadro de Leonardo. Tras el análisis de esta información se inició la restauración con la limpieza de la superficie pictórica, eliminando los barnices oxidados que transmitían una tonalidad amarillenta, especialmente a las


carnaciones. Esta intervención permitió recuperar las tonalidades originales, así como los volúmenes de las telas y las transparencias de los velos. Terminada esta limpieza se procedió a la eliminación del repinte negro que cubría por completo el fondo de la composición de manera progresiva mediante la aplicación de disolventes orgánicos hasta su total eliminación. Una vez incorporado el paisaje a la superficie pictórica y para lograr la correcta transición entre la figura y el fondo restableciendo la unidad y equilibrio entre ambos, se eliminó el repinte que cubría el velo y parte del cabello en el lado izquierdo de la cabeza, lo que permitió recuperar la transparencia del velo y la visión del paisaje a través de él. Esta zona tan significativa de cuadro recobró así el aspecto etéreo original, captándose mejor el aire y el espacio que rodean la cabeza. Dado el buen estado de la pintura, en la fase final de reintegración cromática se ha ejecutado una intervención mínima y limitada a pérdidas de pequeña consideración.

Resumen:

La Gioconda, taller de Leonardo. H.1503-16. Óleo sobre tabla de nogal Esta copia forma parte de las colecciones del Prado desde su fundación en 1819 por proceder de las colecciones reales españolas, germen de la institución. Aunque se desconoce el dato exacto acerca de la forma y fecha de su ingreso en las colecciones reales, probablemente se trate de la obra que aparecía ya en 1666 citada en el inventario de la Galería del Mediodía del Alcázar como un retrato femenino vinculado a Leonardo. El jefe del Departamento de Pintura Italiana (hasta 1700) del Museo, Miguel Falomir, cree muy posible que esta copia estuviera ya en España en las primeras décadas del siglo XVII. Expuesta de forma habitual en el Museo hasta su traslado al taller de restauración en junio de 2011, la obra constaba catalogada en ese momento como copia antigua anónima del primer cuarto del siglo XVI pintada sobre tabla de chopo. En función de los nuevos datos aportados por su estudio técnico y restauración, la pintura queda ahora catalogada como: La Gioconda, taller de Leonardo. H.1503-16. Óleo sobre tabla de nogal. Fuentes: www.historiayarqueologia.com www.hoyesarte.com www.historiayciencia.es www.museodelprado.es http://artdeco-olga.blogspot.com


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